Partida Rol por web

Alessandro, Álvaro, Arturo

El policía parece confuso por vuestros reclamos, pero os guía por las calles del pueblo hasta la tienda de ropa. La verdad es que todo parece excesivamente real, incluso el tendero que os mira al llegar, como sorprendido. El policía intercambia unas palabras con él.

-¿Y quien me lo pagará? -añade en voz alta.
-Lo hablaré con el padre Savall -repone el policía, alzando las manos en gesto conciliador.

Entretanto, miráis la ropa que hay a la venta, y que el tendero saca para vosotros con gesto hastiado y hosco. No son ropas de marqués, ni siquiera de hombre acomodado, más bien parecen ropas sencillas de colores pardos, y unas cuantas gorras de fieltro de color gris.

La chica mira el vestido que el hombre le saca. No es demasiado elegante, pero si muy curioso. El hombre la mira excesivamente, y eso la molesta bastante. Sin más, algo incomodada, toma el vestido y lo mira fijamente, inquisitiva.

-Si es tan amable, me gustaría cambiarme en un sitio más privado -le dice.

El tendero asiente, como volviendo en si, y le señala la trastienda, ofreciéndole paso muy caballerosamente.

Al ver incrédulo como golpean al otro chico que llegó conmigo en el autobus y el caríz que está tomando la situación, me quedo perplejo.

Eso mismo digo yo. La broma ya está llegando demasiado lejos. Desde luego han pasado a tener una puntuación muy baja en esta zona. ¡Y mira que iban bien!. Pero si quieren tanta complicidad por parte de los visitantes la llevan clara. En fin... mejor será seguirles las corriente sin rechistar.

Al ver como el cabo se acerca a mi y me agarra fuértemente por el brazo, alzo las manos con las palmas abiertas y hablo calmadamente y respetuosamente hacia el que parece ser el que tiene el mando.

A ver, a ver, calmémonos un momento, por favor. No he hecho nada malo. He contestado a todo lo que me han pedido de buenas maneras y juro que todo lo que he dicho es cierto. Si quieren que me cambie de ropa, me pondré lo que puedan proporcionarme, pues no tengo otra y no me dejan salir a comprarla. Pero no creo que haya motivos para acabar encerrado.

Esto pasa de castaño oscuro. Si la broma no para ya, voy a empezar a enfadarme.

Me dirijo a Alessandro y Álvaro, intentando que el guardia no nos oiga.

Pensé que la cosa iría en plan un abrigo de época o algo así, no que íbamos a tener que cambiarnos de la cabeza a los pies.

Intento encontrar un rincón discreto en el que cambiarme, no sea que pasemos a la "reconstrucción de escándalo público" y me lleven a la atracción "calabozo".

Hay que seguir por ahora con la broma pero en verdad no creo que esto le guste a la gente y no va a aprobar este parque, esto me esta aburriendo.

Dicho esto me empiezo a cambiar en algun rincon que encuentre

Alessandro, Álvaro, Arturo

Tras cambiarse, regresan al mostrador, donde el policía parece discutir con el dependiente la cuestión del pago. Os sentís raros así vestidos, pero os hace gracia cuando sale Jessica, y más de uno le dedica un piropo, porque parece una damisela de época. Hasta el dependiente sonríe torpemente al verla salir.

Afuera, de repente, escucháis el sonido de unos tambores, y un pregonero da la voz:

-¡Se hace saber, por órden del señor alcalde, que hay caja de recluta para servir en Cuba en la plaza mayor y frente al ayuntamiento! ¡Todos los hombres sanos de entre 18 y 50 años deben presentarse en la plaza para el sorteo de quintas!

Y, véis, se comienza a armar revuelo en la calle. Los hombres comienzan a charlar en corrillos.

Ignacio, Carlos

Carlos recibe un golpe en la cabeza, y se marea. Inmediatamente después, dos guardias civiles le cogen por los hombros, llevándole al calabozo. El teniente mira a Ignacio, retorciendo el mostacho con una mueca pensativa.

-Usted para más cabal, pero no se qué pensar. ¿Cúal es su verdadera identidad, y por que iba vestido de esa guisa? No gana nada mintiéndonos, caballero, y espero que su explicación sea convincente, o pasará esta noche en los calabozos.

Espera tu respuesta.

Esto ya se esta llendo de las manos me parece demasiada imitación. Me dirigo al dependiente de la tienda.

Sr. ya me aburri de esto donde esta su gerente o jefe, deseo salir del parque o de esta atracción por lo menos, yo vine para probar las ontañas y divertirme no para actuar por favor

Me quedo por un momento pensativo mirando al hombre retorcer su poblado bigote.

¡Pero que tio más pesado!.... ¿Y qué le digo ahora si la verdad no le vale?... Desde luego tendré que inventrame algo si quiero librarme ya de ellos... De lo que no se van a librar es de una buena queja cuando acabe todo esto... ¿pero que les digo?... Tiene que ser algo que se traguen sin que me lo puedan rebatir... ¡Vale!, creo que lo tengo....

Cruzo los dedos mentalmente para que mi estratagema funcione y comienzo la actuación. Pongo cara un poco tristona, me siento en la silla con los dedos entrelazados como avergonzado, mirando al suelo y comienzo a habalr con voz suave tratando de simular un incipiente lloro contenido.

Verá señor... Soy de una familia pobre. Vivía con mis padres en una casita perdida entre las montañas dónde cultivábamos algunas plantas y cazábamos algunos animales. Mis padres no podían ir a la ciudad a registrarme, por eso no aparezco en el registro y desconozco si ellos están registrados. En cuanto a las ropas, las hace mi madre como puede y muchas son modificadas a lo largo del tiempo para intentar arreglar los desperfectos de la vida en la montaña, hace mucho que no vamos a ninguna ciudad, por lo que desconocemos la forma de vestir de estos lugares. Hace un tiempo decidí abandonar esa vida y vine a la ciudad con la esperanza de encontrar algo con más futuro. Vine andando desde la casa de mis padres en las montañas que abandoné hace casi un mes. Al tipo ese - digo señalando a la puerta por la que se llevaron a Carlos - Lo encontré en mi camino, cerca de aquí. No lo conozco de nada más que lo que ustedes saben.

Me quedo mirando al suelo para que no se me vaya a escapar ninguna sonrisa y esperando que se traguen la trola.

Bueno, al fin parece que la mili va a servir para algo. Si vamos a ser quintos, podré interpretarlo bastante bien.

Vamos, Alessandro, un poco de paciencia. Con lo cuidado que está todo, imagino que lo habrán medido y sabrán cuándo terminar la broma y empezar la diversión.

Ignacio, Carlos

Con Carlos ya dentro del calabozo, el teniente se cruza de brazos, escuchando a Ignacio. Su historia le hace sonreir. Al final, moviendo el mostacho, mira a sus compañeros, que se encojen de hombros.

-Bien, aunque no me crea una mierda de su bonita historia, y me parezca usted un anarquista, no ha demostrado más desorden que el de ir vestido de forma indecente. He mandado que les traigan ropa, así que permanezca tranquilo, y si quiere hable con su "compañero de viaje" desde fuera de los calabozos. Por mi parte, espero que cuando vista usted cristianamente y le soltemos, no me entere de que alguien anda repartiendo octavillas anarquistas, o algo parecido... o sabré quien es el responsable.

Te indica, con un gesto, que te sientes si quieres.

-Valcárcel -le dice a un compañero- Calienta café para el anarquista.

Alessandro, Álvaro, Arturo

El policía y el dependiente miran a Alessandro, incrédulos. El dependiente no sabe que contestar.

-¿Y qué tiene de divertido la sierra? -responde el policía.

Luego escuchan a Arturo, y el policía sonríe.

-Su amigo parece más sensato, caballero. Creo que lo mejor será que busquen una pensión donde alojarse.

No paro de mirar mis ropas y la de mis compañeros, y de reirme por ello,

ja ja, que pinta tenemos, creo que debernos hacernos alguna foto antes de que nos hartemos y nos quitemos estas prenda. Ademas, compañeros,tal vez seamos quintos reales, jaja.

Se toca la cabeza desorientado le duele la cabeza del porrazo y esta metido entre rejas

-Joder...y ahora que eh hecho...

Mi rostro muestra un poco de desesperación cuando el agente comienza a hablar dejando claro que mi farsa no ha sido muy creible. escucho con atención y alibio sus palabras pues parece que, por fin, han decidido dejarme ir.

Teniente

Cita:

¿Anarquista?, Esto se pasa de madre...

No se preocupe, no habrá problemas.

Teniente

Cita:

Ya le he dicho que no conozco a ese ombre de casi nada. No tengo nada que hablar con él.

Me siento pacientemente esperando que me traigan esa nueva ropa.

Si queríen que comprase un disfraz no tenían que haber montado todo esto...

Y mientras espero me tomo el café que me ofrece uno de los suboficiales, aunque el café nunca me ha gustado mucho.

Será mejor continuar siguiéndoles el cuento. Sobre todo ahora que parece que me van a dejar en paz.

No estaría de más una buena fonda, pero no disponemos de mucho dinero, la verdad. Quizá deberíamos... alistarnos como quintos, después de todo.

Guiño un ojo a Alessandro. Estoy decidido a seguirles el juego, supongo que al alistarse empieza la atracción. Después reparo en nuestra compañera de viaje.

Pero temo que la señorita no pueda alistarse, ¿verdad? A menos que acepten enfermeras o cantineras...

Entonces, vayamos a apuntarnos, tal vez nos divertamos. Ah, seguro que la aceptan, no os preocupéis, pensar que estamos aquí para divertirnos. Así me dirigo hacia lo que parece la palza mayor. Me doy cuenta que soy el único que se mueve y me giro para átras, vamos compañeros, yo tengo algo suelto. Cuando nos alitemos o invito a algo

Sigo a Álvaro.

Me siento un poco mayor para ser quinto, la verdad. Pero todo sea por la patria, ¿no?

Bueno bueno seguiremos en esto pues a ver cuando empiezan las atracciones de verdad, yo solo digo que no todo el mundo va a aguatnar este movimiento jajaja.
Dicho esto empeizo a caminar hacia donde nos indicaron

Tras una interminable hora, uno de los guardias civiles regresa con un atuendo para Ignacio. Carlos sigue durmiendo la mona en la celda, y no parece que vaya a despertar pronto.

El teniente no está presente, pues ha tenido que salir con algunos de sus compañeros. Por lo que has oído, van a escoltar a algunas autoridades, entre ellas el alcalde, por una visita importante. Un general, o algo así. El tal Valcárcel te las ropas.

-Vístase, caballero, y ya puede usted salir del cuartelillo antes de que vuelva mi teniente... Le tiene algo de tirria a los anarquistas.

Se acerca un poco, confidente.

-Es por su sobrino, que es de las Sociedades Obreras de Barcelona.