Partida Rol por web

Y como viene pasando, la máquina hace su trabajo y sale el diagnóstico de Keira.

—Ah, vaya. —La doctora observa la pantalla esbozando una media sonrisa—. Al fin un elemento interesante.
Se dirige entonces a la pelirroja:
—Aquí puede que tenga yo más cosas que enseñarte que el cerebro de patata de Alighieri, pero primero necesito saber qué tanto puedes hacer tú y eso lo descubriremos en breve.

—¡Esto mola!
El grito de Simon distrae a algunos, que pueden verlo ahora jugando con su arma: un brazal del cual sale una liana látigo de energía que, coincidentemente, es del mismo color que su cabello. La acaba de enganchar en uno de los aros de básquet para impulsarse hacia arriba y quedar parado sobre él.

—Ejem.
Molly echa otro vistazo a la lista y llama al siguiente:
—Lakyus Unglaus.

Se oye un ruido seco, como de unos alambres que se cortan y se ve un disco volador atravesando la estructura metálica que soporta el tablero de básquet donde Simon estaba parado.
—Seh, mola.
Luke atrapa el disco, que resulta ser su escudete y Simon se viene abajo.
—¡Ah! ¡E- Oye!
Se da un golpazo en la cara al aterrizar de cabeza y el tablero se le cae encima.

Lo que me susurra la profesora era casi lo que me esperaba. Parece que se lo toma mejor de lo que yo me esperaba. Y le asiento.

- Se lo demostraré día a día - le susurro de vuelta mientras salen mis datos. El resultado era obvio, aunque me sorprenden mis estadísticas. 

Le dejo paso al resto, invocando mi arma. Era una espada fina, casi como un florete, con decoraciones elegantes en el puño.

La blando en un arco, teniendo cuidado con mis compañeros. Entonces escucho el grito del tal Simon. Su arma era, básicamente, un látigo. No estaba mal, aunque sería curioso usar sus poderes y el látigo. Entonces se cuelga de una canasta... La cual corta el macarra de Luke, haciendo que Simon caiga al suelo y que la canasta se le caiga encima.

Algo se activa en mi mente. Y voy a ayudar a Simon, "guardando" mi arma. Le aparto de encima la pesada canasta hasta que este está libre.

- Ey ¿Estás bien? - le pregunto. Después de eso, miro a Luke con una mirada que podría congelarlo en el sitio.

Calma Raven... No lo ha hecho a posta. A sido probando su arma. Aunque no creo que pida disculpas, es un mac...

Tras liberar a Simon, me dirijo, despacio, hasta Luke y, cuando nos separan menos de dos palmos...

- Discúlpate, por favor - le hablo con un tono neutro. No quiero demostrar mi herencia, de la que no me enorgullezco. 

—¿Ah? —Luke mira por encima del hombro a Raven, con cara de pocos amigos—. ¿Y por qué debería? Ha sido sin querer. Sin querer.
La mirada estoica del criomante no cesa, así que finalmente el macarra accede a ayudar a Simon a levantarse, entre los dos lo sacan de ahí abajo.
—Lo siento, oye.
Y le da unas palmaditas.
—Descuiden, no ha sido nada, tengo la cabeza muy muy dura, ¿saben?

A los pocos segundos de incorporarse, Simon los mira extrañado y, medio dudando, se lleva una mano al bolsillo.
—¿...?
A la vez que Luke se aleja con una billetera en la mano.
—¡AAAAH!
Simon grita y corre hasta él, pero antes de que llegue, Luke intenta frenarlo y va a devolvérsela.
—Vale vale, lo siento —se disculpa Luke.
Pero antes de lanzársela a su dueño, disimuladamente corta con los dedos un trocito de un billete de cien lis.
—Ahí te va.
Y Simon la atrapa en el aire, gritándole improperios a su compañero.

—Acabemos con esto rápido, por favor —murmura suspirando la profesora.

Los murmullos sobre la llegada de la princesa me hicieron girar para mirarla durante un momento. Tras unos momentos observando me encogí de hombros, parecía que ni la realeza se libraba de llegar tarde. Encima parecía que se había traído a una criada junto a ella, si ese era el caso, probablemente es que no podía valerse por sí misma. Aunque cualquiera se lo decía...

El comentario de Keira me descoloco bastante y alce una ceja mientras la miraba sin comprender mientras ya avanzaba para el registro.
—¿Por qué iba a buscar unas sabanas? —Finalmente me encogí de hombros sin entender a que se había referido y seguí mirando como el resto de los integrantes del primer curso iban pasando.

Cuando mi nombre es mencionado estaba mirando como los que parecían ser "futuros paladines" jugaban con sus nuevas armas como si aquello fuera un partido de básquet. Cuando el tablón cae encima de uno de ellos me llevo la mano a la frente como si intentara borrar la imagen de mi cabeza.

Sin más retrasos me encamine hacia la consola.- Es simplemente poner la mano ¿no?.- Verifique antes de alargar mi brazo izquierdo sobre la consola y dejar que mi palma reposara sobre ella. Tenía cierta curiosidad en saber que elemento tenia, aunque no lo hubiera despertado se supone que aquello lo diría.

Tan pronto Lakyus pone la mano en el sensor, de allí empiezan a salir chispas y la pantalla produce estática. La mano del muchacho se ilumina, despidiendo haces oscuros en todas direcciones.

—Entonces tú eras Unglaus, ¿podías tener un nombre menos ra-

La pregunta de la profesora se ve interrumpida por el ruido de una explosión que cubre todo el gimnasio, la onda expansiva empuja a todos los presentes, algunos consiguen mantener el equilibrio, se cubren con los brazos, mientras que otros vuelan y chocan con las paredes. Hay humo y polvo flotando en todas partes y están cayendo escombros del techo.
Se oye algo parecido a un sonido de succión, al tiempo en que aparece un vórtice en el centro de la máquina, que cruje y se comprime desde dentro hasta desaparecer, en la pantalla partida por la mitad se consigue ver el resultado durante unos momentos antes de apagarse del todo. Del aparato no queda ni rastro.

—Oh vaya, una S —comenta la profesora, tosiendo y limpiándose el polvo de los lentes—. Pero, ¿era necesario hacer eso? Dime que no lo has hecho adrede, por favor, o estarás yendo en un tren para tu casa en menos de lo que te imaginas.

Los que estaban en el suelo empiezan a levantarse, ayudándose unos a otros.

—¿Eso es todo? ¿Sólo una expulsión? —exclama con vehemencia la princesa—. ¡Pudo haber muerto alguien! ¡Este irresponsable debe ir a un calabozo!

—No ha muerto nadie.

—¡Es siempre igual! ¡Esta academia se burla de la gente, son demasiado relajados! Te aseguro que mi pad...

—Aquí no hay reyes ni princesas, querida, aquí sólo hay chicos que anhelan ser el o la mejor paladín del universo, esforzarse mucho y cada día aprender algo nuevo.
La profesora da un paso adelante hacia Victoria, con una mirada fría fija en ella.
—Serás la idol del pamento allá afuera, pero de los muros de Flamberge para adentro eres nuestra alumna, nada más, ni nada menos, ¿ha quedado claro?

Victoria retrocede un paso, pero sin perder la compostura ni desviar la mirada. Oprime los puños.

—Me alegro. Tú, el ensopado y la pelirrosa del moño vengan conmigo al laboratorio, haremos el diagnóstico allí manualmente, a la antigua.

El ensopado asiente y se dispone a seguirla.

Molly se queda mirando de reojo a Lakyus unos instantes.
—Y tú también —le ordena.

—¡Escuchen todos! A las nueve tendrá lugar la prueba diagnóstica y deberán presentarse puntualmente en el borde del bosque Zulan, dándose prisa son cinco minutos caminando desde aquí. Nos vemos.

Queda algo más de media hora, tiempo bien suficiente.

Aun en pie y con la mano extendida hacia delante donde ya no hay ninguna maquina sigo sin asimilar que acaba de ocurrir. No es hasta que escucho la palabra expulsión hasta que reacciono
—¿Que? No, yo no he hecho nada y...— No me da tiempo a decir nada mas antes de que la princesita pida algo mas que mi expulsion.—¡Pero si yo no he hecho nada!

No quería que me expulsaran de un sitio mas... Otra vez. Asi que mi mente trabaja en como puede librarse de aquello.
—Es evidente que ese cacharro a funcionado mal.—Argumento mientras señalo donde antes había una maquina.— ¿Usted lo vio verdad? Ese vórtice se lo trago y...—Me giro hacia Keira.—Su poder ponía algo de gravedad, es evidente que surgió un error o algo. Si yo ni si quiera se que poder tengo...

Mientras tanto parecía que empezaban a hablar de muertos... Otra vez. Las palabras de la princesa volvieron a sacarme de mis pensamientos.—¿Relajados? ¡Pero si la que llego tarde has sido tú y...!

Callo abruptamente al ver que estoy perdiendo la compostura y me mantengo en silencio mientras la profesora le baja los humos a la princesa. No es hasta que se me queda mirando que respondo con la cabeza gacha
—Como diga.
Parecia que mi mala suerte me seguía acompañando hasta la otra punta del pais.

“Buuu, esperaba al menos acceso a materiales decentes, intentaré conseguir un garaje aunque sea para mantener a la peque a punto…”

Al ver a la rubia y su acompañante entrando en el lugar y causando ajetreo y murmullos entre los estudiantes Lyn sólo pudo pensar que se alegraba de no ser ella la que llegara tarde.

“Pobre la de atrás, debe de venir corriendo de su trabajo a tiempo parcial en algún café maid, no le ha dado tiempo ni a ponerse el uniforme de la escuela…”

Cuando la maquina comienza a hacer cosas raras Lyn inconscientemente lanza cuerpo a tierra, algunos podrían considerarlo un instinto animal, pero era más bien algo venido de la experiencia, y que por suerte parece evitar que vuele por los aires escapando ilesa con solo algo de polvo encima que consigue sacudirse sin mucho problema.

Instantes después comienza lo que parece una discusión entre la rubia y la profesora, con el pobre estudiante defendiéndose como bien puede.

“Aaaah, que son idols. Debería ponerme al día con la cultura pop del país”

Su cabeza no parecía concebir que un rey o princesa estuviera allí en la academia sin un guardias o similares, ni un sequito de nobles lamiendole las botas.

-Voy-Cuando la llaman responde de inmediato y comienza a seguirla, no sin antes dar una palmadita en el hombro del peliblanco al que culpaban aquel desastre. – No te preocupes, a mi tambien me han explotado maquinas en la cara, y ha estado guay el elemento “vortice siniestro”.- Lyn le levanta el pulgar mostandole una sonrisa en signo de aprovación y continua siguiendo a la profesora.- ¿Puedo ser la siguiente profe? Prometo intentar no lanzarle chispazo al medidor.

- ¿Huh? Creía que era peso, gravedad suena más interesante.

Por desgracia, parecía que pocos habían manejado un arma antes, porque un par de idiotas no se les ocurrió otra cosa que probar las suyas en mitad de un grupo de gente.

- Da gracias que no tienen pistolas - le comenté a la profesora -, serían lo bastante idiotas como para empezar un tiroteo, ¿de verdad es buena idea darles armas tan a la ligera? No parece muy distinto a haberselas dado a un puñado de críos.

Me encogí de hombros y me aparté para dejar espacio mientras invocaba mi propia arma para comprobar de que se trataba de un martillo de carpintero. Le hice dar un par de vueltas en mi mano antes de volver a hacerlo desaparecer.

- Mejor equilibrio que el de antes, nada mal - me dije a mi misma con una expresión satisfecha.

No me pasó desapercibido el acto del macarra, y justo cuando decidí acercarme para compartir los beneficios la máquia explotó detrás de mi. Instintivamente me agaché para reducir el daño del impacto, y en aquellos momentos pesaba demasiado como para que la onda expansiva o la succión del vacío me movieran ni un centímetro. Sin embargo, no hubo escapatoria del polvo.

- ¿Pero qué cojones? ¿Quién ha sido el genio? - dije mientras Lakyus intentaba echarme la culpa de lo sucedido -. Eh, a mi no me eches el muerto, yo tengo control a diferencia de estos niños grandes - escuché entonces a la profesora mencionar un diagnóstico manual y lo miré con la misma sonrisa pícara -. Ahhhhhh, ya veo por qué lo has hecho, picarón. Pásatelo bien con la profesora.

Empecé a moverme hacia el bosque, no sin antes acercarme a Luke y pasarle el brazo por el hombro mientras lo empujaba.

- No se exactamente el qué, pero te he visto sacarle algo de la cartera antes de devolvérsela. Realmente me da igual, pero si no me das la mitad, podría empezar a gritarlo a los cuatro vientos, campeón.

Mire confundido a la compañera que se había dirigido a mí.
—Si solo fueran maquinas... Es como si llevara la mala suerte conmigo. en realidad creo que mis padres me mandaron aquí para no tenerme cerca.- Digo mientras me encojo de hombros.—¿Vórtice siniestro? En la pantallita no ponía nada, pensé que era por no haber despertado aun elemento. Sigo pensando que fue algún fallo mezclado con mi mala suerte.

Sin muchas más palabras y preguntándome a que se referiría con lanzarle un chispazo al medido seguí al grupo que avanzaba con la señorita Molly.

—Así que me viste... Oye, ¿no te han enseñado a ti a meterte en tus asuntos?
Sin embargo Luke la ve a Keira muy capaz de hacer lo que dice, así que saca la mano de su bolsillo enseñando el trocito de billete que cortó: una tirita del tamaño de su pulgar con un uno, un cero y otro medio cero visibles.
—Ya, vale, mira esto, vas a flipar colores.

La doctora se va camino al edificio principal, seguida de Lyn, Lakyus, Victoria y ese muchacho pálido con lentes gruesos. La muchacha vestida de sirviente fue tras ellos al poco rato.

De los que quedan allí, algunos miran a Raven con miedo y otros con disgusto, ninguno se atreve a acercarse a él.

Luke espera a que nadie esté mirando y de pronto se ve un billete salir del bolsillo de Simon, envuelto en un aura dorada, que flota rápidamente hasta la mano de Luke, uniéndose al resto que tenía el joven allí y quedando perfectamente entero sin ningún ápice de fisura entre los pedazos.
—Je. Esto no puedo dividirlo, pero si quieres te invito a algo luego y nos repartimos el cambio ¿te hace?

—¿Así que tú eres el crío de Larson? —Simon decide acercarse a Raven finalmente, ni se ha enterado de que le han quitado cien lis.
—¿Es verdad que en tu familia desayunan pollitos vivos?

—Bueno, tu nombre era el que seguía en la lista —explica la doctora a Lyn—. Así que sí, serás la siguiente.

Los conduce a todos hasta el edificio principal, pero se detiene antes de subir la escalinata hasta la gran puerta doble que da al vestíbulo, suspirando:
—Se suponía que no debían entrar hasta luego de la prueba diagnóstica, así que traten de no arruinarle la sorpresa al resto de sus compañeros contándoles cómo es todo esto por dentro.
Da media vuelta para verlos, pero su mirada no se enfoca en ninguno de ustedes, sino más atrás, donde venía la chica vestida de sirviente siguiéndolos.
—Tu princesa estará a salvo, no la vamos a comer, ¿podrías irte con los demás?

Ella no responde, sólo mantiene una sonrisa.

Se produce un silencio prolongado, hasta que Victoria mira a la sirviente y asiente despacio, a lo que ella responde de la misma forma y gira sobre sus talones, emprendiendo camino de regreso al gimnasio.

Molly se queda mascullando algo en voz baja, un "nobles de mierda", un "hazme caso a mí aquí, no a ella" y un "pueden irse todos a la p*** que los parió".

Al atravesar las grandes puertas de roble se encuentran con un vestíbulo enorme, con una alfombra roja con ribetes dorados que cubre todo el suelo, las paredes tapizadas, ventanas con cortinas haciendo juego, algunos cuadros y obras de arte, sofás y mesas con plantas y otros elementos decorativos. De allí sale un pasillo a cada lado y otro al frente, más dos escaleras que suben a una balconada que conduce a los pisos superiores.

—Por aquí.
Siguen a Molly por el pasillo de en frente, hasta una puerta a un costado con un discreto cartel que dice "laboratorios", que empuja y se mete dentro. Allí hay una bonita sala de espera donde los deja, presenta una puerta cerrada en la pared opuesta a por donde entraron y tiene un timbre con un comunicador.
—Ya le avisé al doctor Rampton y en un segundo aparecerá para llevárselos y hacer lo que la máquina desaparecida debería haberles hecho.
Luego se dirije a Lakyus.
—Tú te vienes conmigo.
Y continúa por el mismo pasillo, esperando a que el muchacho aludido la siga.

-¿”Elemento mala suerte”? Suena interesante aunque no tan guay.- Comenta Lyn mientras sigue a la profesora en respuesta a Lakyus. Le daba algo de pena lo que comentaba de sus padres.- Con respeto, tus padres suenan un tanto capullos.

De nuevo parecía que la profesora estaba teniendo dificultades con el grupo de idols, y de nuevo el termino princesa “Será un apodo como el mio ¿no?” pensó ,pero no tardó en escuchar farfullar algo de nobles a la profesora y dejó de contenerse preguntandolo en voz alta directo hacia la rubia.

_{-Esto... desde la completa ignorancia no me queda claro, ¿eres una idol noble o algo así o de verdad es una princesa? -}

Para mi sorpresa, el aparato de medición de poder "estalló" por sorpresa cuando un chico le puso la mano encima. Logré aguantar bien de pie pero mi cara era un poema.

¡¿Qué demonios?!

Miro al chaval que había "provocado" toda esa destrucción ¡¿Qué poder tenía ese tipo?! Había sacado una S en Poder Mágico ¿Acaso era un mago como los de los libros que leía cuando era niño? Era igual. Lo importante es que nadie había resultado herido. Cuando la profesora se lleva a los alumnos al laboratorio, sigo practicando con mi estoque. Hasta que Simon me habla.

—¿Así que tú eres el crío de Larson? —Simon decide acercarse a Raven finalmente, ni se ha enterado de que le han quitado cien lis.
—¿Es verdad que en tu familia desayunan pollitos vivos?

Tardo un poco en contestarle. La profesora me dijo que no hiciera caso de los rumores. Pero yo me dije que debía hacer amigos. Y... Bueno, una cosa no contradecía a la otra. Yo era discreto por naturaleza, así que...

- Sí, lo soy. Y no, nadie es capaz de comerse un pollo vivo. Pero... Están en ese nivel de crueldad... - le contesté mientras seguía haciendo prácticas con el estoque. 

- Si parece que hasta puedes usar la cabeza y todo, ladronzuelo. Acepto la invitación, pero no te hagas ideas, no soy una chica tan fácil.

Le solté los hombros al macarrilla y me dediqué a observar la gente a mi alrededor. Se les notaba a todos una adolescencia cómoda, especialmente en la falta de respeto a las armas. Me preguntaba a cuantos de ellos sería capaz de romper como si fueran una ramita, pero aquello era aburrido. Me saqué una baraja de cartas del bolsillo y miré de nuevo a Luke.

- ¿Te hace una partida para matar el tiempo?

Me reí ante la sinceridad de la joven que parecía ser la siguiente que pasaría el diagnostico.
—Nah, no son tan capullos. Creo que yo habría hecho lo mismo. —Viendo cual había sido el resultado del último episodio de mala suerte, tenía suerte que me hubieran mandado aquí en vez de desheredarme.

Cuando llegamos a aquella sala de espera pensaba que tocaría esperar hasta que vi como la profesora me reclamaba nuevamente. Con lo que me hubiera gustado aquella sala de espera para echar una cabezadita…
Asentí con la cabeza y me dispuse a seguir a Molly a donde fuera que me llevara, lo mismo aún se estaba pensando si echarme.

—Tú... no habrás pensado que lo dije de forma literal, ¿verdad?

Al rato se acercan también a Raven un par de chicas que habían estado en el gimnasio, Selina y Lilian, vienen con algo de miedito.
—Hola —saluda la más alta, mientras que la bajita se esconde detrás de ella—. Em, no tenemos idea de cómo llegar a donde dijo la profesora, ¿es el borde que está al final del camino? Dijo cinco minutos, pero nosotras caminamos despacito— dice riendo tímidamente—. Creo que si no salimos ahora para allí no llegaremos a tiempo.

Keira y Luke echan a andar juntos por el patio.
—Claro, ¿por qué no? Tendríamos diez minutos libres ahora, hay que aprovecharlos, ¿no te parece?
Mira a Keira con los ojos entornados.
—Y por supuesto que puedo usar la cabeza, ¿si no para qué la tengo? Beh.
El muchacho señala una mesita libre cerca de aquellos dos chicos que aún juegan ajedrez a la sombra de un árbol.
—Venga, sentémonos allí.

Cuando empiezas la frase dirigida a Victoria, ves a su espalda al chico de lentes gruesos abrir mucho los ojos y negar rápidamente con la cabeza. Como ve que sigues hablando, agrega un gesto poniendo las manos en forma de cruz, pero ya es demasiado tarde.
—¿Disculpa? —la rubia se levanta ofuscada del asiento de la sala de espera, poniendo los brazos en jarra.
El chico de lentes se lleva una mano a la cara, suspirando.

—¿No conoces al rey Vicens? —Continúa la princesa—. Ni aunque no seas de aquí, todo el mundo sabe que la casa Vicens gobierna Bremonia. ¡Soy la primogénita Victoria Vicens! ¡Heredera al trono de Bremonia! ¿Es que te criaste dentro de una lata de conserva tú?
Te apunta con el índice.
—Seré clemente contigo, pero la desinformación no justifica la falta. ¡Antes de venir a nuestro hermoso país deberías haber aprendido al menos quiénes luchan día y noche para que sea lo perfecto que es! ¡Una idol, por Dios, qué indignación!

La princesa idol calla de repente, se oye girar la perilal de la puerta y se abre, asomándose un tipo ataviado con una túnica de laboratorio igual a la que traía Molly, con una camisa desaliñada debajo, cabello negro grasiento y lentes de marco redondo.
—Buenas, buenos días —saluda en general—. ¿A por la revisión?
Echa una mirada a una libreta que trae en la mano y luego se dirije de nuevo a ustedes:
—Si son sólo los tres entonces no hará falta que esperen turnos, pueden pasar todos.

Tras la puerta hay un pasillo que cambia completamente de entorno: suelo de loza que rechina de limpio, paredes blancas con tubos de luz que iluminan todo con fuerza, varias puertas colocadas a lo largo, con ventanas que permiten ver oficinas, salas con material de investigación, un montón enorme de computadoras y más personas con túnicas trabajando.
—Soy el doctor Rampton, un placer —se presenta este hombre mientras los conduce hasta una sala con varios aparatos e instrumentos y camillas, parece un quirófano.
—Jeje, tranquilos, no los vamos a destripar, pero sí les pediré que se quiten las camisas.

—¿Perdón?

—Lo que dije —responde el doctor con displicencia.
Prepara entonces un aparato con aspecto de tubo de resonancia magnética, retirando de un soporte unas cuantas ventosas conectadas a varios cables. Hay varios más de estos artefactos, el doctor les pide que cuando estén listos se recuesten en las camillas que presentan.

El muchacho de lentes se estaba removiendo la corbata, para luego desabrocharse la camisa que aún sigue un poco húmeda, no parece importarle mucho que haya un par de chicas mirando. Debajo de la ropa ves que traía un par de brazales divididos en brazo y antebrazo, con resortes de aspecto muy rígido, que también se quita y deja con cuidado en el suelo, pues ves que traen unidas a ellos varias placas metálicas que a saber cuánto pesan.
—No se preocupen, tengo los ojos cerrados.
La princesa se había puesto ligeramente colorada, apartando la mirada, pero mirando al muchacho por el rabillo del ojo de a ratos. La razón es obvia: el chico tiene el físico de un artista marcial maestro, completamente tonificado y con los músculos bien definidos, lo sabes bien, esa clase de músculos que están entrenados para la velocidad más que para la fuerza. Al terminar de quitarse la camisa descubres una enorme cicatriz que le atraviesa toda la espalda en diagonal, desde el omóplato derecho hasta la parte izquierda de la región lumbar.

—¡Hum!
Victoria carraspea y le sigue. Ya vas viendo que los aprendices de paladín no se andan con chiquitas, esta joven también presenta un físico atlético que no tiene nada que envidiarle al tuyo. Aunque su espalda y hombros son angostos y delicados, sus brazos son bien firmes y definidos, tiene los abdominales ligeramente marcados y bajo su sujetador blanco con encajes hay un par de senos del tamaño de melones pequeños sin una pizca de grasa sobrante.

El doctor Rampton, con todo profesionalismo, hace caso totalmente omiso a la presencia de una chica joven parcialmente desvestida en su clínica. Procede a colocar las ventosas en frente, brazos, torso y barriga de los muchachos.
—¡Frío! —se queja brevemente la princesa.
—Ya veo, otra cosquillosa —ríe el doctor—. Venga, a quejarse menos.

Molly te conduce hasta el fondo del pasillo, donde hay una puerta doble que empuja para abrir y da a un asensor.
Notas que te mira de reojo, mirada que aparta rápidamente al encontrarse con la tuya.
—Se... ¿Seguro que sigues queriendo ser investigador? —pregunta, puedes jurar que la viste hacer morritos—. Luego de ver esa S...
Niega rápidamente con la cabeza, haciendo un gesto como de restándole importancia, a la vez que oprime el botón que lleva al subsuelo. El ascensor empieza a bajar.

-¿Clemencia eh?- Una mezcla de lástima e irritación creció en el interior de Lyn al escuchar a la princesa hablar. Por un lado ese pensamiento de “No debe terne muchos amigos la pobre” por otro la voz de sus amigos de Erebonia sonaban diciendo “Esta necesitan que le bajen los humos a golpes”. Estaba allí para graduarse, y ser expulsada por pillar bronca con la princesa del país cabrearía a su maestro, no obstante…Molly había dicho que todos eran iguales allí..- La de la lata se llama Lyn, y guárdate la clemencia, el rey Virgil Vicens gobierna Bremonia eso lo sé hasta yo, y controla al regimiento de paladines reconocido por su poder a nivel mundial, pero no tengo porque reconocer a su heredera a la que nunca he visto y que piensa que es superconocida fuera de su país.

Después de aquellas palabras mantuvo la mirada sonriendo hacia ella hasta que el profesor apareció para las pruebas y todos lo siguieron adentro. Si la princesa bajaba alguna vez los humos tal vez llegaran a ser amigas, pero por el momento no parecía que ella quisiese juntarse con Lyn.

 Cuando la princesa se giró, el chico no era el único desvitiendose, Lyn había dejado el estuche de la espada en el suelo y había comenzado a desabrocharse la camisa como si nada, sin dudar un instante, después de todo ir en sujetador no era muy diferente de ir en bikini siempre y cuando no llevaras algo demasiado íntimo, y claramente su sujetado negro plano sin adornos no cumplía con aquello.

Con el torso al descubierto se podía ver alguna que otra cicatriz menos aquí y allá, una complexión esbelta pero tonificada que al igual que el chico mostraba esos músculos forjados para la velocidad. Viendolos a los tres allí era claro que todos tenían experiencia en las artes marciales y un largo entrenamiento a sus espaldas.

Al contrario que el chico, Lyn se quedó mirándole de forma abierta, era llamativo ver a alguien cuyos músculos parecían entrenados para la velocidad cómo los suyos y el entrenamiento de pesas no le era desconocido. Más que el origen de la cicatriz o cualquier otra cosa ahora se preguntaba que estilo utilizaría el chico.

-¿Llevas mucho con el entrenamiento de pesas?- Comentó hacia el chico de gafas para iniciar una conversación mientras el doctor hacia lo suyo.

Alce una ceja ante la pregunta de la profesora.
—Si claro. Independientemente de lo que signifique esa S mi intención no cambia.— Aclare algo confuso, se suponía que la S era algo bueno, pero podría usarse de alguna manera también para la investigación.— Actualmente me gustaría aprender más de las posibles reacciones de los materiales en el vacío del espacio. Me llama mucho la teoría de viajes espaciales superponiendo varios planos, aunque habría que ver si se podría estabilizar la materia en la idea de desdoblar el espacio…

—Ah, perdona. —Dije disculpándome pues había comenzado a pensar en voz alta sobre los últimos artículos científicos que había leído.— Mmhm ¿Puedo preguntar donde estamos yendo?.— Pregunte mientras aquel ascensor empezaba a bajar.