Partida Rol por web

 Al llegar a los estacionamientos, no solo encontraríamos una serie de motos pertenecientes a distintas personas, sino una en específico que, por su expresión, parecía pertenecer a Lyn. El comportamiento de la chica ya me decía un poco sobre ella, y ver el estilo de su vehículo solo confirmaba mis pensamientos.

 En todo caso, mi atención seria atrapada por aquellas palabras que también interesaron a la chica, volteandome a ver con curiosidad a Gurce mientras seguía los pasos de Lyn.

 -¿Es alguna especie de sala de pruebas...? -intenté deducir, siendo que esperaba que aquel nombre no fuese por nada...

- Sabía que tenía que haber pasado por la enfermería primero - dije ante la sorpresa de la profesora.

Me dejé caer entonces sobre otro sillón como un peso muerto, sin duda manchándolo como hubiera hecho antes con Lyn. Estuve tentada de quedarme dormida allí mismo, pero lo que nos estaba contando la profesora podía ser importante, así que traté de mantener la atención.

- EXTRA-curriculares - enfaticé a Lakyus cuando parecía confundido antes de dirigirme a la profesora -. Todo eso suena a coñazo que tira para atrás. Ya hace tiempo que uso mi magia, y nunca ha sido más peligrosa de lo que yo he querido que fuera... - dije sin elaborar -. Aunque por otro lado hasta ahora creía que solo controlaba el peso, no la gravedad en su totalidad...

Me quedé pensando unos segundos antes de seguir con mi diatriba.

- Pues quizá si merezca la pena hacer esas clases, aunque tampoco querría entrometerme en vuestras "lecciones privadas" - dije enfatizando las comillas con los dedos, aunque probablemente Lakyus siguiera fingiendo ignorancia -. En otro orden de cosas, ¿dónde está la enfermería?

—Quien dicte esas clases seré yo —explica Molly a Lakyus, que parece no haber entendido del todo—. Como te aclaró tu compañera, esas clases son añadidas al horario semanal y no interferirán con el resto del curso. No son lecciones privadas, hay otros aprendices en sus mismas condiciones que también tendrán esas asignaturas extra a la vez que ustedes, les avisaré de esto en cuanto terminen ellos sus pruebas diagnósticas.

Se acomoda luego los lentes y mira fijamente a Keira:
—Veo que entiendes sobre la gravedad de este asunto, Sullivan.
Permanece unos segundos en silencio, sigue seria, pero como no hay respuesta a eso pueden ver que sus mejillas y sus orejas se ponen coloradas.
—Ejem.
Se inclina hacia adelante en el sofá, apoyando la cara sobre la palma de su mano, de modo que sus nudillos le cubren la boca, intentando disimular su expresión.
—En fin, eso era todo, pues, quiero decir, mañana en clase les explicaré mejor, esto es sólo para que lo tengan presente.

—Tus heridas son superficiales, no estás en peligro, pero llamaré al doctor Rampton para que te revise. Unglaus, tú puedes retirarte ya.
Se levanta entonces y hace sonar el timbre de la puerta que conecta con el laboratorio.

Lo que hace después les llama poderosamente la atención: una vez que Keira sale del sofá para ser atendida, Molly extiende una mano sobre él y, tras producirse un montón de chispazos, las manchas de sangre que la joven había dejado se reducen en tamaño, a la vez que va apareciendo en el asiento una bolita de color ladrillo, pulida y opaca, creciendo en tamaño, hasta alcanzar el de una pelota de ping pong.
—Electromagnetismo. Si piensan que sólo sirve para hacer de imán, no se imaginan lo equivocados que están.
Recoge esa bolita y se la da a Keira.
—Ten, esto es la sangre que perdiste recién, ¿a que parecía más? —sonríe, pero es un gesto muy sutil, como si no supiera realmente cómo ser amigable a pesar de intentarlo—. Que te sirva de recuerdo para cuidarte mejor la próxima vez.

Gurce ensancha su sonrisa, comprendiendo perfectamente la indirecta bien directa de la muchacha.
—Es exactamente una sala de pruebas, ¿Hanzo era tu nombre? Oí a Lyn-Lyn llamarte de esa manera, corrígeme si me equivoco.
Se lleva las manos a los bolsillos mientras sigue caminando con ustedes, continúa explicando:
—De pruebas de combate. Allí se puede simular cualquier clase de circunstancia, créeme que la base de datos es una locura, y así poder entrenar en los entornos más extremos.
Ahora levanta un dedo índice, haciéndose el interesante.
—Peeero, los aprendices de primer año sólo accederán a ella contadas veces durante el entrenamiento vespertino, a menos que consigan el permiso de un profesor o bien de un delegado.
Se lleva una mano al pecho con elegancia cuando dice esa última palabra.

Mientras lo escuchaba la chica alzó las cejas y miro hacia arriba poniendo los ojos en blanco, todo sin perder la sonrisa. Claramente Gurce se estaba haciendo de rogar, y no es que la molestara mucho, cada uno era libre de fardar un poco de su posición y conocimientos, siempre que no se excediera.

La sala de peligro parecía bastante interesante, si bien para los entrenamientos matutinos el gimnasio o algún espacio abierto sería suficiente, lo de poder enfrentar la situación que quisiera era una oportunidad para mejorar sus habilidades en gran medida.

-Y no dará la casualidad de que Gurce sea uno de esos grandiosos delegados y nos pueda dar permiso ¿verdad?- Lyn esperaba una respuesta afirmativa, y mientras que no creía que fuera a ser tan generoso de dar dicho acceso por nada, confiaba en que no acabara en algún tipo de estafa o abuso de autoridad, no tenia ni dinero ni paciencia para ese tipo de gente.

 -Hanzo Mitsurugi, sí -asentí a la duda del chico respecto a mi nombre antes de continuar escuchándolo, confirmando mis propias deducciones sobre el lugar que tanta intriga nos estaba sembrando por la presentación que se le daba.

 Si bien era bueno saber de aquel lugar, escuchar como Lyn ya estaba interesada en conseguir acceso causó una natural preocupación en mi: después de todo, era mi compañera, y tenía que preocuparme por su vida me gustase o no.

 -No se si sea buena idea que en el primer día nos enfrentemos a las pruebas de la sala... -opiné, siendo que luego de la prueba anterior yo mismo admitía que la academia tenía unos estándares de poder bastante subidos.

—Ey ey, yo no dije "grandioso" ni nada de eso, lo has dicho tú —ríe Gurce—. Pero acepto el cumplido.
Parece como si el muchacho le estuviera leyendo la cara a Lyn, porque enseguida añade:
—Me gusta ayudar a la gente nueva, pero las reglas por algo están, antes de permitirles meterse en ese lugar, tienen que demostrar que lo merecen. Por ahora descansen, que la prueba ha sido dura, y hablaremos en otro momento.
El grandote que lo acompaña asiente y les muestra de nuevo su pulgar hacia arriba, dando ánimos.

Mientras tanto, la mirada de Hanzo se desvía por el patio, pues ha aparecido por las puertas enrejadas una persona que le ha llamado poderosamente la atención.

Es un tipo de metro noventa, de buen porte, postura erguida, por su aspecto debe andar cerca de los treinta o haberlos pasado por poquito. Tiene el pelo negro liso y le llega hasta la cintura, con un flequillo que le cubre parcialmente los ojos. Su abrigo largo trae un cuello alto demasiado guay para existir y porta una katana larga, conocida como daito.

-Tranqui Hanzo, no es para hoy, aunque para mañana…- No era la intención de Lyn lanzarse a un entrenamiento después de la prueba por la que acababan de pasar, pero anticipar un acceso a aquella sala en su primer día era algo que no podía ignorar. No obstante Gurce se limitó a cerrar el tema diciendo que no era el momento.

-Tch, supongo que hubiera sido demasiado bonito- A pesar del chasquido de lengua, su cara no expresaba que estuviera molesta o desanimada. De echo la sonrisa no había desaparecido mientras se despedía de Gurce y su compañero de pocas palabras– Nos vemos… Bueno, voy a ver si tengo que firmar algo y procedemos con la expedición a la habitación, ve pensando que quieres de-

Al girarse la frase cesó, Lyn contemplo al hombre que andaba hacia ellos por la puerta principal, estaba visiblemente sorprendida pues no esperaba encontrarse con él, o al menos no tan pronto. Cuando por fin proceso lo que veía, la chica comenzó a correr hacia él a toda velocidad casi placándolo en su acercamiento.

-¿Por qué?¿Como?¿Cuando? No me dijiste que también venias- Aunque se veía feliz de verlo, en su voz se denotaba algo de temor a que siguiera enfadado con ella.

 -Eso no es mejor... -comenté por lo bajo al escuchar la afirmación de Lyn, antes de que el chico la bajase de la nube en la que la había subido, algo que agradecería profundamente: respetaba a las personas que buscaban ponerse a prueba, pero si un lugar donde soltaban en pruebas cosas como el monstruo mecánico de antes tienen lugares cerrados a ciertas personas, habrá de ser por algo...

 Entonces, tras despedirnos del chico, o algo así, mi atención se perdería en aquel hombre que hacía acto de presencia, con una clara expresión de sorpresa y curiosidad segundos antes de que Lyn fuese a acercarse así a él, ante lo cual me acercaría a paso rápido para enterarme de todo.

 -¿Se conocen...? -pregunté a ambos, observando entonces al hombre intentando exprimirme un poco el cerebro para recordar en donde le había visto... Sentía que era importante, ¿pero quién...?

A diferencia de la normal decepción sonreí ante sus palabras.
—Ah, sin problemas. —A decir verdad no tenía problema con las clases si eran interesantes.— Había entendido mal.— Aunque las palabras de Keira me hicieron girarme hacia ella y elevar una ceja.—Si sigues así voy a empezar a pensar que eres tu quien quiere clases privadas, ya lo mencionaste varias veces.

Cuando me dio permiso para retirarme me levante del sofá no sin fijarme en primero en el uso que la profesora daba a sus poderes. Lo primero que me vino a la mente fue la posible adaptación.  Con un poder así podría fácilmente acelerar objetos. Incluso podría hacer algo parecido a un cañón de rail.

Negué con la cabeza saliendo de mis pensamientos.
—Te espero fuera Keira.—Dije mientras empezaba a caminar hacia la puerta con intención de esperar a que el doctor la remendara.

Me quedé mirando a la profesora con la expresión más indiferente de la que era capaz cuando esta hizo el juego de palabras, solo para tratar de hacerlo más incómodo para esta. Una sonrisa se dibujó en mi rostro cuando esta se sonrojó. Me levanté entonces, poco a poco porque tampoco tenía mucha energía, lista para irme en dirección al médico.

- Que me voy a creer yo que no vais a tener "lecciones privadas", par de tortolitos - dije tratando de provocarles -. Y claro que se que son heridas superficiales. El problema es la cantidad, seguro que me estoy desangrando - mencioné con tono jocoso, hasta notar la pelotita de sangre que la profesora había hecho -. Joder que si parecía menos, porque era menos. Me cago en la puta, esto no es sangre fresca, es sangre seca - dije airada en una posición que parecía que en cualquier momento iba a tirarle la pelota -. ¿Tienes idea de cuanta sangre debo haber perdido desde la pelea? Es un puto milagro que siga consciente. Si no puedes hacer que venga el médico ya, señalame la dirección y voy corriendo.

El doctor Rampton aparece nuevamente para llevarse a Keira a un consultorio, donde le aplica gasas y vendas en las heridas, no sin antes desinfectarlas meticulosamente. Con una sonrisa triste le da el visto bueno a la muchacha y se despide de ella.

—Tranquila, por favor. —Molly empieza a explicarles, luego de que ya están los dos fuera—: No se van a morir por eso, como tienen afinidad elemental, son dueños de un aguante mucho mayor que el de las personas normales. Entraré en detalle en la clase de mañana, por ahora descansen y disfruten del día libre.

La profesora los acompaña hasta el vestíbulo.
—Qué demonios... —murmura, girando bruscamente la cabeza hasta la puerta de la entrada, se va entonces corriendo para allá y sale al patio.

El tipo ese sigue caminando sin distraerse con nada, hasta que escucha a Lyn y se detiene. Gira sobre sus talones con firmeza y elegancia para dirigirse a ella, hablando con suprema calma.
—¿Lyn? —se nota sorprendido, mira el reloj en el medio del patio y a la chica de nuevo—. Qué rápido has terminado la prueba diagnóstica, ¿no dura eso hasta entrada la tarde?

Se fija también en Hanzo, a quien le dedica un saludo levantando una mano y le responde:
—Sí, fue mi discípula un tiempo.
Antes de terminar la frase, su mirada se desvía hasta la puerta de la academia, entornando los ojos.
—¿Hay algún profesor libre? Necesito hablar.

Durante un momento mira a Keira y luego por donde había marchado la profesora.

—¿Por qué ha salido corriendo?—Tras un momento de duda y confusión me encojo de hombros.— Sigámosla, después de todo creo que teníamos que salir de este edificio para ir a las habitaciones.

—¿Ya todo mejor con las heridas?—Pregunte una vez comienzo a andar.

-Buu, si lo dices de forma tan fría uno no creería que me has estado cuidando desde los cinco años, parece que apenas me has dado unas clases y listo.- La chica infló los mofletes ligeramente y frunció el ceño desaprobación a las frías palabras de su maestro, estaba algo triste con que definiera su relación como “su dicípula por un tiempo”- Técnicamente solo los de primero estamos libres si acabamos la prueba, supongo que la mayoría de profesores estarán dando clases…Creo que la profesora Molly estaba en el laboratorio, no se si libre.- Comentó recordando que Lakyus y Keira habían sido llamados por ella- Ahora, ¿puedes decirle a tu “discípula por un tiempo” que haces aquí? – Había recalcado con retintín el como la había nombrado mientras se cruzaba de brazos esperando una respuesta.

Tras el tratamiento me quedé bastante más tranquila, y le di una palmadita en el hombro al doctor. Por supuesto, la explicación que me había dado Molly no me había dejado satisfecha, pero no tenía ganas de entrar al trapo si ya iba a explicarlo mañana. Miré entonces a Lakyus cuando propuso de seguirla, estaba a punto de protestar, pero el chico ya había tomado la decisión por su cuenta, así que seguí detrás de él.

- Sí, ya estoy mejor. Necesitaba descansar un poco, aunque echarme una siesta sigue siendo tentador. ¿Estás seguro de que es una buena idea seguirla? Igual terminamos liados en un desastre del que no queremos formar parte.

—¿A caso no tienes curiosidad?—Respondí a la pregunta de Keira con otra.—Si ha salido corriendo así de repente es que tiene que haber pasado algo. Aunque sea para echar un vistazo y ser observadores, seguro que es interesante.

Era evidente que no me preocupaban los peligros o posibles consecuencias de aquellas cosas, pero después de todo, nunca me habían importado si podía aprender algo nuevo. No iba a empezar a ser cauto después de lugar contra una criatura medio bestia medio tanque.

 Prácticamente de manera inconsciente, correspondería el saludo con la mano con otro, antes de percatarme y usar la otra para bajarla rápidamente, con una expresión neutral que no dejaba evidencia de verguenza.

 -Conque su discipula... -comenté al escuchar la relación que tenía Lyn con el hombre, continuando estudiando al hombre en cuestión antes de preguntar. -. ¿Nos hemos visto antes...? -no podía sacarme la duda de la cabeza, y no era de los que se quedaban en silencio sacando sus propias conclusiones cuando tenía al sujeto en cuestión justo delante.

El hombre parpadea unas veces y enarca las cejas.
—Pero si no he mentido... —responde a Lyn, para luego dirigirse a Hanzo y mirarlo fijamente a los ojos. Los suyos son de un color rojo ladrillo, de aspecto cansado y con bolsas, como si hubieran visto un millón de situaciones a lo largo de la vida.
—Es posible. ¿Cómo te llamas? —le pregunta a Hanzo, sonriendo sutilmente—. Lyn, ¿no hay nadie más disponible? Justo ella es un poco...
Se calla, continuando su frase en sus pensamientos, pero ven que arruga la frente y pone cara de circunstancias.

Siguieron a Molly a través del vestíbulo, ella se detuvo en el umbral de la puerta que da al patio, mirando fijamente en una determinada dirección. 

Allí viene caminando por el patio, junto a Lyn y Hanzo, un tipo de físico formidable con un uniforme largo de cuello alto, debe medir metro noventa. Tiene el pelo largo hasta la cintura, un liso natural que pocos productos pueden lograr y distinguen desde deonde están una cicatriz en la mejilla. Porta una katana algo bastante larga, más de lo habitual en esa clase de arma.

Molly está apretando los dientes.
—¿Qué hace ese acá...? —la oyen murmurar, viendo cómo sus ojos color ladrillo se vuelven de un rubí intenso durante un instante. Tiene una mano fuera de los bolsillos de la túnica, donde ya están crepitando chispas azules.