Partida Rol por web

Miquel no estaba muerto. En su cuerpo aún subsistía una chispa vital que lo hizo zafarse de la italiana, quien se había saciado con su carne y sangre.

Ahora el abogado tenía la cara hecha un guiñapo sanguinolento y el dolor estremecía cada parte de su cuerpo.

Arqueando la espalda y echando atrás la cabeza, Miquel lanzó un brutal aullido que expresaba en parte el dolor físico como su falta de humanidad.

Estaba claro, ahora era uno de ellos.

Vió como el presidente se alzaba convertido en algo similar a lo que él era y subía corriendo las escaleras. A por el maldito viejo. Miquel no lo dudó ni un instante, siguió a su compañero de infortunios para propalar la muerte y la destrucción en el edificio. Y saciar su hambre de carne y sangre... humana.

El movimiento del brazo de su victima le hizo apartarse. Jose gruñó de forma animal. Como de costumbre, prefirió quedarse a los pies de la hembra alpha, la lider de la manada. Quizá era normal que las nuevas criaturas tuvieran hambre, y por eso no fueran razonables con la manada, sin embargo, Jose ahora saciado si respondía a esos primitivos sentimientos. El zombie se quedó agachado, en cuclillas, con la mirada fija en la escalera. Por su boca aun goteaba sangre, aunque ya no tan fresca como le gustaba. Jose emitió un quejido, como si esperara ordenes.

Estaba disfrutando como nunca, Miquel le sabía a gloria y no era capaz de dejar de comer de él hasta que este le apartó de un empujón.

Cayó hacia atras y se sentó de rodillas en el suelo, con las manos se limpiaba la sangre de la barbilla para luego lamer sus manos, estaba hambrienta, su sed de sangre no se saciaba.

Levantó la vista hacia sus nuevos seguidores, se sentía orgullosa de ir consiguiendo más y más para su grupo. Pero de repente abrió los ojos de par en par.. sintió que por debajo de ellos había más gente, aunque vió que dos de ellos se marchaban hacia las plantas de arriba, ella decidió ir abajo.

Miró a su fiel seguidor Jose y se levantó para bajar corriendo las escaleras, ella no gruñó ni gimió, quería pillarslos por sorpresa. Solo rugió cuando se estaba aproximando a sus victimas.

Ambos emprendéis el descenso hacia las profundidades de las alcantarillas...

Ante todo, os sorprende enormemente la antigüedad de las mismas. Se diría que son unas catacumbas del imperio romano, cuando lo que cabría esperar en aquella zona serían unas instalaciones debidamente acondicionadas aunque insalubres. Un líquido viscoso que os llega hasta las rodillas y os hace helar los huesos os da la bienvenida en cuanto ambos tocáis el suelo de las alcantarillas.

Delante vuestra, un pasillo larguísimo. Vuestra única iluminación, la linterna de Lucas.

Avanzáis los primeros metros a través de una casi completa oscuridad. El frío del agua residual os hiela los huesos y os provoca una leve tiritera. Estáis asustados y confusos y no sabéis si vuestra ruta de huida es la idónea... ¿Vendrán esos engendros por detrás, persiguiéndoos? ¿O por el contrario habrán horrores aún peores delante vuestra?

Además, un sinfín de ruidos sin identificar os envuelven: goteos incesantes, ecos de vuestros propios pasos, chillidos de ratas, golpeos...

Volver atrás, sin duda no es una opción. Sólo queda avanzar, al menos de momento...

Tae avanza en silencio, sin decir palabra alguna y observando a su alrededor... sin duda, se ha repuesto bastante bien de sus ataques de pánico iniciales.

Avanzo completamente callado para poder enterarme de lo que me rodea, escuchando cada sonido cada goteo cada golpe todo lam tensión que se me acumula casi puede cortarse con un cuchillo

Ambos bajáis rápidamente por las escaleras con la intención de ir a por los supervivientes que habían bajado por la  misma. Vuesto olfato os lleva al rellano, donde el inspector golpea con gran furia la puerta que lleva al patio interior del edificio. Algo no encaja... la puerta parece bastante endeble pero sin embargo no cede ante los brutales embates del ex-policía... parece que algo o alguien bloquea el otro lado.

El maltrecho ex- inspector toma carrerilla y choca directamente con el hombro contra la puerta, que se mueve ligeramente ante su brutal golpe.

- AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGHHHHH!!!

Subís con renovadas fuerzas hasta el cuarto piso, donde observáis cómo con gran furia la señora Cano trata de derribar la puerta del señor Cifuentes. Sabéis, ya que estuvisteis al otro lado de la misma, que la hoja apenas se sostiene si no hay alguien detrás que la sujete para evitar que entren...

Qué sencillas parecen las cosas a veces: un día estás a un lado de la puerta, tratando de sobrevivir, siendo la presa... y al día siguiente cambias de lado para convertirte en el cazador.

Con precaucion avanzo pistola en mano y linterna bajo esta ultima, cubro desde atras a mi nuevo socio en el negocio, mientras abanza bajo el rayo de luz.

Se lanza contra la puerta con fuerza, con toda la fuerza que tiene. Tiene que derribarla y comer lo que haya al otro lado, no puede  dejar que se escapen. Empuja una y otra vez ayudando al ex-policia para tirarla abajo. Grita y gruñe cuando se pone a arañarla como si así lo pudiera conseguir.

La criatura siguió a la lider fielmente, quizá en vida fue muy fiel y rastro de eso se le quedó en su vida como infectado, lo que fuera realmente. Jose se agachó, usando sus extremidades como apoyo y cargó fuertemente con el hombro, de forma brutal.

El ser que antaño era Gerard no se lo pensó dos veces. Se abalanzo contra la puerta como si tuviese la intención de arrollarla y atravesarla como si no existiese. No pensaba en sus acciones, solo sentía aquella hambre arrolladora que le devoraba por dentro. Así, que sin dejar de correr, adelanto su hombro derecho, y se lanzo contra la puerta golpeándola con contundencia salvaje. 

Incluso desde aquella distancia podía oler el miedo y la resolución del anciano que se ocultaba al otro lado de aquella gruesa plancha de madera. Aquello era lo mejor, no valía la pena cazar, si la presa no se resistía un poco. Pronto muy pronto Cifuentes se uniría a ellos, pero antes saciaría parte de su insistente ansia...

Sin decir nada, pero con el rifle bien preparado, esperando que sirva para algo. Escucha todo lo atentamente que le permiten sus viejos oídos, intentado buscar un sonido que pueda no pertenecer por lo general a las cloacas. 

- ¡Warrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrhggggggggggggggggggggggggggggggggggg!- grita salvajemente Miquel mientras sube de dos en dos los escalones para llegar al piso del anciano.

El antiguo abogado ve cómo su ahora infectado compañero se abalanza contra la puerta y él le imita lanzándose con el hombro por delante.

No obstante, pese a sus horas de gimnasio, su escasa fuerza causa pocos daños a la madera.

En ese mismo instante recuerda al viejo. Tenía una escopeta, el muy cerdo. Si entraban iba a haber sangre. Y Miquel esperaba que fuera la del viejo.

Al otro lado de la puerta oís a Tomás forcejear con lo que quedan de sus escasas fuerzas. El viejo podía con algunas dificultades con la fornida señora Cano, pero tres infectados es más de lo que puede digerir...

Miquel se topa con el marco de la puerta, dislocándose el hombro y dándose un trompazo brutal*, pero el golpe definitivo de Gerard arrolla la puerta, el mueble que la sostenía y al anciano, dejando a este en el suelo, mirandoos con rabia infinita mientras os apunta con la escopeta...