Partida Rol por web

- ¡Están locos, locos! ¡No hemos hecho nada para que dispalen!

Mientras tus vecinos conversan, un fuerte deseo te invade. Es algo parecido al… hambre. Notas que por sus venas fluye caliente sangre, sangre que bulle y que te grita que la consumas. De hecho, puedes sentir los sistemas circulatorios de todos los presentes en el edificio, a modo de radar.

Entonces un fuerte dolor de cabeza, que te hace pensar que te va a estallar la cabeza, hace que te encojas de dolor y grites, lo haces con fuerza, como nunca lo has hecho en la vida. En ese momento notas cómo te desplomas, tu cabeza cae inerte con violencia aunque permaneces atado. No sientes nada.

Sientes que estás durmiendo.

Sientes que estás muriendo.
 

Tu nueva familia permanece a la expectativa. Algunos vagan, torpemente, chocándose unos con otros y con las paredes. Todos parecen haber sanado de sus heridas, aunque luzcan con orgullo las cicatrices aún supurantes de pus y sangre. Permanecen en silencio pero, al igual que tú, pueden estallar en un ataque de ira en apenas décimas de segundo, si hubiera alguna presa a la que atrapar. Entonces, lo notas: Jose y Andrés han caído al suelo. Están muriendo. Cuando despierten serán de los tuyos. Puede que se encarguen de los que no son como vosotros, o puede que mueran, quién sabe. No es tu misión guardar por ellos. Tu misión es comer... o, al menos, es lo que te dice una voz cada vez más presente en tu cabeza. El presentimiento de que algo que no puedes controlar guía tus acciones es cada vez mayor. Inconscientemente, actúas siguiendo las directrices de alguien... o algo.
 

Ambos rebuscáis con cuidado por la casa en busca de cualquier amenaza pero a pesar de la oscuridad reinante podéis concluir que dentro del piso no hay ninguna amenaza. Después de todo, parece que Monica, o lo que sea, ha abandonado la casa. Respiráis con alivio pero tenéis un mal presentimiento...

Mientras rebuscas en tu propia casa alerta a cualquier amenaza, un fuerte deseo te invade. Es algo parecido al… hambre. Te giras hacia Joan. Notas que por sus venas fluye caliente sangre, sangre que bulle y que te grita que la consumas. De hecho, puedes sentir los sistemas circulatorios de todos los presentes en el edificio, a modo de radar.

Entonces un fuerte dolor de cabeza, que te hace pensar que te va a estallar la cabeza, hace que te encojas de dolor y grites, lo haces con fuerza, como nunca lo has hecho en la vida. En ese momento notas cómo te desplomas, tu cuerpo cae inerte al suelo, aunque no sientes nada.

Sientes que estás durmiendo.

Sientes que estás muriendo.

Unos disparos interrumpen lo que todos estáis haciendo y un mensaje de megafonía del exterior os llega a todos:

- ¡POR FAVOR, ALÉJENSE DE LAS VENTANAS! ¡LES RECUERDO QUE NUESTROS HOMBRES ESTÁN AUTORIZADOS PARA DISPARAR!

-¡¡PERO QUE COÑO HACEN!!- Grita, agachado. -¡¡JODIDOS IMBÉCILES!!- Mira al chino, y niega con la cabeza. 

-Mossos tenían que ser. Y luego me llaman españolista. Pues yo sigo echando de menos a la policía nacional y guardia civil.- Añade el Sr. Costa, mientras se levanta ligeramente para caminar hacia el interior del piso. Con una mano, indica a Tae que le siga, pero agachado.

-Mejor no asomar mucho la cabeza. Vamos.-  

Miquel atiende a las palabras del anciano y va a la cocina a por un cuchillo. Segundos más tarde vuelve con un cuchillo jamonero de grandes dimensiones.

Con esto podré defenderme un poco mejor. Aunque las armas de fuego del presidente nos vendrán bien... Por cierto, ¿tendrá licencia? de lo contrario habría responsabilidad penal...

- ¡ Me cago en su padre!- grita el abogado al escuchar los disparos - esos hijoputas disparan a la menor tentativa de huída. Lo vamos a tener crudo, pero puede intentarse.- opina el abogado.

- Bueno, una por una vayamos a su casa a por las armas. Ah, yo tengo algunas nociones de morse, escasas, pero tal vez nos servirían de algo...- les comenta a los vecinos.

-N... no, aun no puedo...

Andres mira a los vecinos con los ojos asi desorbitados, su rostro se muestra como si llevara dias sin comer. De repente empezo a encogerse entre las cuerdas y a gritar.

-¡No! Aun no puedo...

Entonces se fue relajando, su cuerpo se quedaba lacio... hasta que su cabeza callo hacia atras.

Intento gritar para que me oigan, tenía la esperanza de que me sacasen de allí pero seguramente estaban demasiado atareados y había demasiado ruido para que me sacaran

-!!SOY EL AGENTE JOAN FERRAND NUMERO DE PLACA 2788965 DE LA COMISARIA DE BOGGETT!!! !!POR FAVOR SAQUENOS DE AQUI ES UNA SITUACIÖN CRITICA TENEMOS VARIOS MUERTOS Y HERIDOS!!

no tenia demasiados esperanzas pero había que intentarlo me había puesto pegado a la pared cerca de las ventanas donde no puedieran verme los francotiradores y mientras yo cubría mis 180º alumbrando el interior de la casa

Jose abre los ojos, ya no son como antes, ahora son rojos. Su respiración es mas acelerada. Instinto, ahora era puro instinto.

Tú mismo, por supuesto, cualquiera de las dos opciones es buena. Aunque lo cierto es que lo que te posteé antes no era aún el fin de la transformación, la idea es que ahora te estás muriendo y caes al suelo... sin embargo, si quieres, aceleramos la transformación. En ese caso, con la distracción de la policía de por medio, podrías huir del piso sin necesidad de hacer tiradas.

El que antes fue Jose, aun conociendose a si mismo de nuevo, anduvo tambaleante, no cogió su espada ni nada, la dejó allí, no sabía que era siquiera. Anduvo hacia la puerta, que estaba entreabierta, y olió por esta, algo le hizo salir por la puerta....se sentía hambriento, curioso.

Un millar de imágenes cruzan tu mente. Palabras, frases, juramentos… insultos en latín, arameo, sánscrito. Lenguas antiguas, muertas, que quién demonios sabe por qué tienen ahora más significado que nunca. Horribles imágenes de muerte, sacrificios, ataques de animales rabiosos y miembros cercenados son ahora tu único pensamiento. Sólo quieres una cosa: matar.

Ya no piensas como un ser racional, no puedes emitir palabra alguna pero no eres en absoluto un animal sin raciocinio. Eres una criatura inteligente, una cuyo único propósito es extender la mancha que ahora te consume. Sientes la presencia de todos los vecinos en tu edificio, incluso de la gente de ahí fuera… pero sabes que solo eres débil. Debes esperar el momento, tratar de reunirte con tus actuales compañeros: Rojales, Antonia… Monica, a la que sientes que ahora pertenece a tu manada. Incluso el inspector quedó infectado tras su forcejeo con tu vecina. Sabes que Antonia, Francesc, Rojales, el inspector y Monica están esperando en el piso tercero, acechando a un momento de debilidad y soledad de alguna de sus presas. Y que Andrés, que se encuentra en el cuarto piso, también está infectado.

Tú, piensas, tienes más suerte: estás solo con tu antiguo amigo, Jose.  Él ha gritado pidiendo ayuda, pero de momento el que está en una situación ventajosa eres tú. Sin embargo, piensas que es mejor abandonar el piso y reunirte con tu familia. Tarde o temprano, los que quedan tendrán que salir. Y eso significará su muerte.

Subes al tercer piso, donde te espera tu manada. Tu nueva familia permanece a la expectativa. Algunos vagan, torpemente, chocándose unos con otros y con las paredes. Todos parecen haber sanado de sus heridas, aunque luzcan con orgullo las cicatrices aún supurantes de pus y sangre. Permanecen en silencio pero, al igual que tú, pueden estallar en un ataque de ira en apenas décimas de segundo, si hubiera alguna presa a la que atrapar. Entonces, lo notas: Jose y Andrés han caído al suelo. Están muriendo. Cuando despierten serán de los tuyos. Puede que se encarguen de los que no son como vosotros, o puede que mueran, quién sabe. No es tu misión guardar por ellos. Tu misión es comer... o, al menos, es lo que te dice una voz cada vez más presente en tu cabeza. El presentimiento de que algo que no puedes controlar guía tus acciones es cada vez mayor. Inconscientemente, actúas siguiendo las directrices de alguien... o algo.

Monica te mira. Si todavía pudiera tener sentimientos y expresiones, se diría que extrañada, aunque luego se relaja. Ambos sois los guías de esta manada. Ambos tenéis que matar.
 

Preocupado por la nueva amenaza de la policía, te parapetas en una pared y tratas de comunicarte con ellos. Temes sin embargo que no habrán oido tu pedido de ayuda. Repentinamente, otro sonido te sobresalta: la puerta del piso ha vuelto a abrirse y cerrarse rápidamente... otra vez. ¿Quién demonios será esta vez? ¿Alguien está saliendo... o entrando?

Respire hondo y trague saliva apunte a todos lados con mi escopeta con profesionalidad, no tenia pensado ni iba a dejar que esos bichos nos jodiesen a mi y a mi compañero tenia que sacarnos de allí apunte a todas y cada uno de las esquinas cercionandome de que no hubiese nada siempre alrta como un orro cuando esta de caa y cuida hasta el ultimo detalle para que no le jodan siempre intentandome moverme de pared en pared para que no me atacasen por la espalda, aquello había llegado ya muy lejos había que salir pero ya

-!Jose! ¿Estas por ahí? si lo estas di algo, la cosa está jodida y no me gustaría tener que dispararte por una confusión tonta

Dije mirando a todos lados alumbrando con la linterna la cual se notaba que era la linterna tactica por alumbaba de puta madre, si jose estaba en casa se sabría bien pues llevaba la linterna a la cintura

Uno más se une a ella, si sintiera algo estaría contenta de que estuviera con ella, pero eso ya ha desaparecido. Se asoma a la escalera y mira hacia arriba y hacia abajo, olisqueando el aire como si fuera un animal.

Por encima de ellos hay uno que pronto se unirá a ellos, aunque cerca siente que hay un grupo de vivos de los que se podrían alimentar, lo mejor será subir en busca de más de los suyos.

Mira a Jose y sube corriendo las escaleras al siguiente piso, sigue olisqueando el ambiente para comprobar que puerta es y la comienza a golpear para abrirla.

La mirada perdida y muerta de Jose parece mirar a Monica. Antes habría dado lo que fuera para estar con ella, y se ha cumplido. No del modo que esperaba, pero se había cumplido. Aunque ahora de ese recuerdo no queda nada.

O tal vez si.

Al fin y al cabo, estaba allí con ella. El infectado subió la escalera acompañando a la mujer e hizo lo mismo que ella, aporreó la puerta con las manos y la cabeza.

Superando tu propio miedo descubres que, efectivamente, ni Jose ni Monica están en la casa. Estás totalmente solo. Por un lado te sientes aliviado pero por otro sientes un profundo dolor ya que sabes qué ha sido de ellos con total seguridad: se han transformado en esas cosas. Ya no puedes preocuparte más por ellos... Silenciosamente miras por la mirilla de tu piso y observas como ambos y el resto de infectados suben escaleras arriba con un gran griterío mientras aporrean una de las puertas... Las escaleras que llevan al rellano están ahora vacías pero... ¿por cuánto tiempo?