Partida Rol por web

Campo de batallas
Una situación recuperable

Para qué innovar, habiendo maestros. Cuando todo lo demás había fracasado, el rogue trader Sarvus Task decidió, ante la inminencia de la hecatombe económica, volver a sus orígenes. Recuperar pecios espaciales era la menos arriesgada de las gestas, aunque también la de más dudoso beneficio; pero no había tenido alternativa. Otras casas mercantiles tenían contactos importantes y facilidades para adquirir las licencias necesarias para labores de colonización y comercio. La Casa Task debía conformarse con las migajas.

Recientemente, un navío explorador de la Flota Calixis detectó la baliza de socorro de Recompensa del Emperador en el Campo de batallas, una marchita sección del espacio en las Fauces. Las Fauces son el peligroso pasaje que conecta el sector Calixis con la, principalmente inexplorada, Expansión Koronus, un área del espacio que está más allá del Imperium Dominatus.

Nathin Tsanthos, un estudioso de la expansión, sabe que el Recompensa del Emperador es un crucero ligero de la clase Lathe, un rico botín si puede ser rescatado, con independencia del estado en el que se encuentre. En nombre del rogue trader Sarvus Task, Tsanthos hizo las súplicas y ruegos adecuadas al Administratum, recibiendo finalmente una Carta de Reivindicación relativo a la recuperación y rescate de la Recompensa del Emperador. Bajo las condiciones de este escrito, el mismo rogue trader debe ser el primero en poner pie a bordo del navío abandonado. Para este fin se han embarcado en el Ventura Soberana, una fragata de la clase Firestorm, propiedad de la dinastía Task durante siglos.

Han pasado varios días desde que embarcasteis en Puerto Errante hacia la oscuridad y el peligro de las Fauces. En ese tiempo, vuestro navío ha sido zarandeado y maltratado por las violentas corrientes de  disformidad del paso, y habéis tenido que hacer traslación hacia el espacio real en numerosas ocasiones para mantener vuestro rumbo. Vuestro navegante se ha excusado diciendo que las cartas de navegación, adquiridas por Tsanthos no son muy precisas como en otras regiones exploradas, pero Task sabe que el navegante de su nave, Ventura Soberana, es mediocre, siendo generosos. Perteneciente a una dinastía de navegantes de reciente creación, lo mejor que su Casa pudo adquirir. El campo Geller del Ventura Soberana, el aura de energía que protege a todas las naves imperiales de las malignas entidades de la disformidad, ha sido también tensado por la intensa naturaleza del paso y la volátil naturaleza de las Fauces.

Lord Capitán, diez minutos para abandonar la disformidad. Escudo Geller operativo.

Pronto llegarían al Campo de batallas, sólo el Dios-Emperador sabía qué encontrarían allí. Tenían puestas muchas espectativas en que aquel cascaron se pudiera recuperar, junto con su carga.

     Los dedos de la mano derecha de Sarvus repiquetearon rítmicamente sobre el brazo del sillón de mando. Un antiguo tic, adquirido con los años, que se acrecentaba con su nerviosismo. La locura del empíreo bullía en el exterior de la nave, al otro lado de la protección del campo geller, pero pronto saldrían de aquel plano de pesadilla para volver al espacio real. Estaba preocupado... mucho para ser sinceros. Había puesto muchas esperanzas en el rescate del Recompensa del Emperador, y el futuro de toda la casa Task dependía de que no se hubiese equivocado al hacerlo. Si ésto salía mal, quizás no pudiese mantener el Ventura Soberana, y eso sería lo mismo a que le arrancaran el corazón aun palpitante del pecho... Pero bueno, como decía su viejo abuelo Jarvus: "Hay que ser optimista, pues de ello depende gran parte de nuestro trabajo."

     - Espero que esas licencias valgan lo que pagamos por ellas, Nathin. No... se que lo valen. Mi intuición me lo dice. Añadió con una franca sonrisa en los labios. - Ésto marcará un nuevo comienzo para todos nosotros. Te lo garantizo, amigo.

El tiempo de travesía se había alargado en demasía teniendo en cuenta los cálculos realizados por Tsanthos, pero dadas las circunstancias, era algo que se podía permitir, y Tsanthos no perdía los papeles por una minucia como aquella.

Sin embargo, las continuas excusas del navegante escudándose en su trabajo para no admitir su propia incompetencia, habían logrado crispar los nervios de Nathin, y apenas lograba ya contenerse y no lanzarse al cuello de aquel sujeto, cosa que ya habría hecho de no ser por que sabía que el que ahora se había convertido en su amigo, y mando de toda aquella operación, era perfectamente consciente del motivo del que provenían los retrasos.

-Lo valen. Le respondió a Task. Todas mis investigaciones han señalado cláramente nuestro objetivo, y ahí encontraremos lo que necesitamos para darnos un buen empujón en nuestras carreras.

Como senescal del Ventura Soberana, Nathin tenía información privilegiada de todos los sectores de la nave. A su placa de datos llegaban los informes que hacían sus ayudantes sobre los informes que le eran entregados a estos por un ejército de archivistas. Cuando la información llegaba hasta él, estaba muy filtrada y sólo se le informaba de lo verdaderamente importante. Sus subalternos tenían autoridad para actuar en nombre del Lord Capitán en asuntos triviales. De este eficaz modo al Senescal se le comunicaban los problemas de la nave, los cuales, en este momento de escasez, eran muchos. Entre los más importantes destacaban:

• Escasez de alimentos en las entrecubiertas, lo cual había generado un crecimiento exponencial del mercado negro que el Alguacil Mayor, jefe de seguridad, no había podido atajar.
• Limitadas munición de las macrobaterías dorsales, el Legatus Munitorum informaba que el número de proyectiles era limitado. No era una escasez grave, podían hacer frente sin problemas a incursores piratas, e incluso a naves de su misma clase; pero escaseaban las municiones de alto poder destructivo. Esto en sí no era un problema, pues el Ventura Soberana solía eludir las batallas que no podía ganar.
• Peligrosos rumores sobre la pobreza de la Casa Task. Se rumoreaba que el Lord Capitán era negligente y estaba condenando a la nave al fracaso.

Lorayne paseaba entre inquieta y aburrida entre el puente de mando y las baterías artilladas del Ventura Soberana más por impaciencia que por nerviosismo. La tranquilidad apacible no iba con ella pues como persona pragmática, activa y directa que era gustaba de tener siempre algo que hacer.

Era joven, muy joven para su puesto, no debía de tener ni 30 años, pero aun siendo una "jovencita" para muchos se hacía respetar entre los asignados a su mando, a pesar de ser mujer. Tenía un caracter fuerte, muy fuerte... tal vez incluso demasiado fuerte, de esos que se forjan martillazo tras martillazo, literalmente, cuando una persona se cria en un ambiente hostil de forma permanente. De sus orígenes y sus objetivos solamente su jefe y superior, Sarvus Task estaba enterado. Para los demás, era una especie de mezcla entre bruja y arpía, con estallidos de mal caracter que se ocupaba de poner la nota dominante y marcial al reducto de bandidos, buscavidas y almas perdidas que era el Ventura Soberana. Aún así, la adoraban, o al menos cuando aparentaba estar de buenas, que eran los menos ratos, pero como ella misma se decía "las caricias son más suaves después del restallar del látigo". Y lo eran. Cualquiera podía dar fe.

Le gustaba mandar, era innegable, pero no era su vocación. En ocasiones se sentía vacía, había vagado por el mundo, rebotando aquí y allá como una pelota, hasta llegar a la tripulación de Task. Le admiraba, por comparación, claro. Otros piratas comerciantes que había tratado eran bastante más... bueno, dejémoslo en que fue una mala experiencia. Por aquello los primeros meses en la nave fueron complicados, pues Lorayne era muy recelosa de su mandatario. Pero ahora les unían aventuras y experiencias comunes, ratos malos (los más) y en ocasiones buenos, y les unía camaradería y lealtad.

Ante la repentina aportación del mediocre navegante (su inutilidad quedaba patente), Lorayne exhibio una sonrisa. Llegar a su destino significaba acción, y acción significaba que la necesitarían a ella. Perfecto.

- Señor, le recomiendo activar las baterías tan pronto como sea posible. Las considero la defensa más adecuada contra materia errante, como trozos de asteroides o restos de naves

     Sarvus giró la cabeza hacía Lorayne. - Entiendo. Haz los preparativos. Que chica tan diligente. Me gustaría poder decir lo mismo del bueno de Ionn... pensó. - Aunque preferiría no tener que desperdiciar munición... es cara. Añadió con una sonrisa y una ceja enarcada a modo de broma. No pudo evitar pensar que a veces debería relajarse un poco mas, tenía un carácter mas tenso que las cuerdas de un violín, pero desde luego prefería a sus empleados con exceso de celo, que demasiado indolentes.

La adepta M4R14 Coth se encontraba en su puesto en comunión con el espíritu de la nave realizando continuos barridos de los distintos sistemas.

- 1001111010101011101101101... - El código binario surgía de sus labios subvocalizado por los comunicadores implantados en su garganta.

Era consciente de la conversación de sus compañeros pero nada parecía tan importante para merecer un comentario suyo. Ahora era más necesaria su labor comprobando que el escudo Geller permanecía sin alteraciones y que los motores de disformidad no tenían ningún tipo de fugas al tiempo que comenzaba los chequeos de los sagrados motores de plasma, auténtica tecnología perdida de una época en el que el Imperio era más avanzado, y comprobaba los sistemas de armas de la nave.

De pronto su cantinela binaria se terminó. Es el momento de usar la voz de este cuerpo con los profanos pensó M4R14.

- Confirmados datos del navegante, 10 minutos para abandonar el inmaterium. - su voz sonaba ronca, algo normal en alguien con poca costumbre de hablar con otras personas - Sensores preparados para rastrear el espacio cercano en cuanto volvamos al espacio material. Motores de plasma en estado optimo, comienzo secuencia de calentamiento, baterías de armas montadas y listas.

-Señor... Dijo Tsanthos al Capitán. Tengo informes que comunican al respecto del estado de la nave, aunque la mayoría pueden esperar, hay algo que deberiamos tener en cuenta para el momento de inmersión en la zona de Las Fauces. Aconsejaría prudencia cuando hayamos entrado puesto que disponemos de una munición limitada de las macrobaterías dorsales. El Legatus Munitorum me informa de que el número de proyectiles es limitado. No es una escasez grave, ya que podemos hacer frente sin problemas a incursores piratas, e incluso a naves de nuestra misma clase, pero escasean las municiones de alto poder destructivo. Solemos eludir las batallas que no podemos ganar, de modo que esto en sí no es un problema, aunque recomiendo no olvidarlo de cara a lo que nos vayamos a encontrar ahí dentro.

Tsanthos continuaba monitorizando su placa de datos, había más que contar, pero no iba a dejar que los problemas no prioritarios con respecto a la misión, nublaran las decisiones para efectuarla con eficacia, de modo que se las guardó archivándolas como prioridades secundarias.

Por una vez el navegante acertó en sus cálculos, sin duda porque coincidían con los de la exploradora y la traslación al espacio real se completó tras 9 minutos y 56 segundos. La disformidad, con sus peligrosos e irreales colores colores se convirtió en uno negro abismo tenuemente iluminada por la luz de cuerpos estelares.

Traslación completada, Lord Capitán. Estamos en el Campo de Batallas. Desactivando escudo Geller.

Finalmente vuestra nave ha llegado al lugar maldito conocido como Campo de Batallas, un olvidado tramo de vacío lleno de desperdigados pecios espaciales, cementerio de naves estelares y otros desechos galácticos, muchas veces saqueado y muchas evitado. ¿Por qué la Recompensa del Empeardor vino aquí? ¿Tal vez pensaba saquear uan vez más los pecios en este campo de escombros?

Una vez el escudo Geller se desactivó fue necesario activar el escudo de vacío. Los sensores registraban toda clase de escombros de pequeño tamaño impactando contra el casco del Ventura Soberana, sin riesgo para la nave.

A través de los paneles de vista de su navío los exploradores vieron, primero una nube brillante dispersa en el vacío; después pudieron discernir claramente los cascos de naves, o partes de ellas, desecados y corroídos por siglos de exposición al vacío y a la radiación solar. Parece que, en una época ya olvidada, aquí se produjo un combate espacial que dejó los retorcidos restos de navíos espaciales, munición explosiva y otros desechos de guerra. Incluso mientras mirban la nube se movía como un lento remolino de basura espacial, sus fragmentos chocan entre ellos generando lluvias de microasteroides y polvo espacial.

     - Maldita sea... gruño Sarvus. - Quizás la baliza que buscamos esté oculta tras algunos restos demasiado sólidos o puede que envuelta en algún tipo de radiación que entorpezca nuestros sensores... Acababan de llegar y ya se enfrentaban a los primeros problemas. Una vez mas sus dedos repiquetearon sobre el reclinabrazos. - M4R14, continúa haciendo barridos de escaner. Acota la búsqueda, limitándola a las naves que parezcan relativamente intactas o tengan algún tipo de actividad energética. Lorayne, envía equipos de búsqueda en los cutter para que peinen la zona y hagan un reconocimiento a vista real de los restos si hace falta. Todos conocemos las especificaciones de la nave que buscamos, así que vamos a encontrarla aunque sea a golpe de magnocular. Mientras tanto extremad las precauciones, no quiero uno de esos pecios aparcado por sorpresa en mi camarote... aunque intentó darle un toque de humor a la situación, por dentro estaba muy tenso y su cara lo mostraba a todas luces. Tenían que encontrar esa nave costase lo que costase.

Lorayne se animó considerablemente al abandonar el Inmaterium para volver al... mundo físico. Las cosas que no podía manejar, ni comprender, le inquietaban porque le hacían sentir una pulga impotente, inútil, y ¿cómo confiar en ti misma -como ella hacía- si ni siquiera entiendes a lo que te enfrentas?. Como decía su sargento en la época de prácticas durante su corta estancia en los barracones de la Guardia Espacial en el planeta Ikathya*, "Todo se vuelve menos problemático cuando puedes dispararlo, sobre todo si tienes un arma de gran calibre" Solía intercalar una sonora carcajada, de esas que solo pueden dar los hombres habituados a fumar puros en grandes cantidades y continuaba "... y desconfiad de todo aquello que no pueda solucionarse con un arma". Razón no le faltaba.

Por tanto, su respuesta a la vuelta al mundo tangible fue muy positiva. A fin de cuentas, los restos de naves, los asteroides y la chatarra espacial pueden combatirse con disparos, y las personas de su nave, también. Y en aquella nave, en esos temas, no la ganaba nadie.

- Ah, la guerra -suspiró casi con melancolía, o más bien nostalgia-. Tan gloriosa y rimbombante en el momento y deja restos tristes, olvidados y vagabundos durante siglos... Como nosotros también seremos olvidados... ¿Y a quién le importa? Tal vez encontremos la fortuna, en ambos sentidos, que esperamos en este cementerio de elefantes metálicos...

A continuación, se encaminó hacia el espaciopuerto de la nave, a cumplir los mandatos del Lord Capitán. A Sarvus no le gustaba que le hicieran esperar. A Lorayne aún le gustaba menos hacerle esperar.

El paisaje que apareció frente a ellos los dejó boquiabiertos en mas de un sentido.

Eran conscientes de lo que se iban a encontrar allí, pero una cosa era saberlo, y otra verlo con sus propios ojos, y la escena de deshechos espaciales a la dervia, era demasiado espectacular y terrible, como para no sentirse abrumado por ella.

A su lado, su amigo, y capitán comenzó a dar las órdenes precisas de acercamiento y análisis de entorno, daba la sensación de que en aquel maremagnum galáctico jamás encontrarían lo que buscaban, pero el que busca, encentra. Tsanthos lo sabía muy bien por su propia experiencia en interminables búsquedas de archivos ocultos.

Examinó su placa de datos, y cotejó los datos que aparecieron reflejados en sus ojos, con otras averiguaciones que ya sabía.

-No perdamos los nervios Sarvus. Le aconsejó a su amigo. Todo va como la seda y es suficiente con seguir el procedimiento estándar. Encontraremos lo que buscamos, y tal vez algo de información nos ayude en la tarea. Le dijo, mostrándole la placa de datos, para a continuación informar sobre lo que sabía de la zona.

Señora -informó el oficial a Lorayne- Hangares informa de dos Guncutter operativos. El número tres sigue en reparación, no ha habido tiempo de sustituir los motores que adquirimos en Puerto Errante. Esperamos sus órdenes para iniciar la exploración.

Mientras, en el otro lado del puente, la exploradora seguía con sus poco recompensados esfuerzos de localizar el Recompensa del Emperador entre aquel amasijo de hierros.

Lorayne repasó mentalmente las tareas que había encomendado al salir de Puerto Errante... Hombres... no puedes dejarles el trabajo a ellos porque son incapaces de hacer dos cosas a la vez, con lo que el tercer Guncutter no estaba listo. No era importantísimo en este momento, pero podría llegar a serlo más adelante. Suspiró con resquemor, pero no dejó que las noticias alteraran su ánimo en mejora:

- Bien, buen trabajo. Yo misma saldré a dar un paseo espacial. Por algún motivo este sitio no acaba de darme buena espina. Intuición femenina o prejuicios infundados, llamadlo como queráis -dijo en tono genérico para que todos la oyesen-. Asegúrate personalmente de que el Guncutter esté listo tan pronto como sea posible. No me cabe duda de que el Lord Capitán sabe tan bien como yo que hay que estar preparados para cualquier evento. Cuanto menos dejemos para al improvisación, mejor saldrá todo. Recordad que si bien no nos sobra dinero, no nos falta capacidad.

A continuación se dirigió exclusivamente a Sarvus, cuadrándose cuasi militarmente delante de él:

- Lord Capitán, solicito su permiso y acuerdo para encargarme personalmente de la exploración de la zona circundante.

Y en ese misma posición aguardo respuesta

No iba a dejarle tamaña empresa a cualquier inútil. Si querían venir, que hubieran reparado el motor a tiempo. ¿Qué me garantiza que estarán a la altura si no son capaces de desempeñar las tareas más sencillas que les encomiendo...?

     - Permiso concedido. Dijo escuetamente a su jefa de seguridad mientras hacía un gesto de despedida con la mano. Si alguien podía encontrar esa nave a vista de pájaro, esa era ella. - Intentaremos ayudarte desde aquí. Añadió antes de que la mujer se marchase. Después comenzó a impartir órdenes a los presentes en el puente de mando. - Tenemos mucho trabajo así que vamos a organizarnos. Estableceremos un rejilla de búsqueda y nos concentraremos en cada cuadrante por separado, comenzando por el alfa... dijo mientras marcaba él mismo el cuadrante en el hololito ...y siguiendo el orden establecido. Combinaremos barridos activos de los sensores con reconocimiento visual directo desde aquí y lo completaremos con el reconocimiento de campo de los cutter. Hasta no asegurarnos de que no está en éste no pasaremos al siguiente cuadrante. ¿Alguna pregunta?

- Entendido, señor -a pesar de que se conocían desde hace tiempo, Lorayne rara vez abandonaba el trato formal hacia su superior. Era otra de esas muchas cosas que guardaba con celo de su adiestramiento militar. A su juicio, ser militar no era tanto un oficio como una forma de vida en todos los aspectos. Ella no lo era, ni se comportaba como tal, pero sabía que a la hora de dar y exigir disciplina, la costumbre en el trato diario de acuerdo a ciertas formalidades era un beneficio pasivo muy notable-, y descuide, no me voy a acercar a una nave abandonada que vaga por el espacio desde quién sabe cuando sin cierta cobertura. Soy directa, pero el suicidio estúpido no está entre mis prioridades inmediatas -Lorayne respaldó estas palabras, que de boca de otro parecerían duras, con una cálida sonrisa que evidenciaba el tono jocoso en que las había pronunciado.

- Estad atentos al comunicador. Si algo no va bien ahí fuera, no tengo ganas de andar reclamando vuestra atención.

Y sin más, dió media vuelta y se dirigió hacia el hangar, concretamente, a la zona de despegue. ¡Empezaba la acción! Sin duda el día estaba mejorando mucho.

Lorayne abandonó el puente de mando y embarcó en uno de los Guncutter operativos; ella, en persona, comandaría una de las naves durante aquel reconocimiento. La otra exploraría una zona distinta. Sarvus se quedaba sin su jefa militar, por el momento. Una vez embarcada en la nave, Lorayne se dedicó a dirigir las operaciones de reconocimiento, acompañada de las tripulación mínima de las naves para agilizar la tarea.