Partida Rol por web

No le incomoda el grado de protagonismo que ha alcanzado por sus decididas declaraciones, pero prefiere contestar primero a una vieja amiga de su entorno. – ¡Por fin una cara conocida! Señorita Evangeline Blunt, tan guapa como siempre, ardo en deseos de volverla a ver sobre mis escenarios, como la mitad de Berlín, la otra mitad estará aún descubriendo el fuego ¡Jaja! – Mis amistades suelen reírse con estos comentarios, estando en un lujoso hotel, causaré buena sensación. – Como ya les he dicho, Drácula parece mi siguiente gran éxito y estoy segura que no hay mejor papel para usted señorita Blunt que el de la chica que enamora al vampiro más varonil de Transilvania, ¡Ese cuello se le hará irresistible! – Se le notaba más tranquila después de hablar con ella.
-Señores, les explicaré bien porque parece que no están al tanto. ¿Ustedes de verdad creen que hubo tales atrocidades?. ¿Dónde están los cadáveres? ¿Por qué actúa así la dirección del hotel como si no hubiera pasado nada? Obviamente, porque no pasó nada. Todo fue una función. Sabían que iba a interpretar Drácula en poco tiempo, mordeduras en el cuello brazos y piernas, que solo puedan vivir de noche y una pésima interpretación de nuestra querida asistenta para decirnos que entre nosotros están los responsables, por no hablar de la lamentable visita nocturna - ¿Pura faceta? ¿Y que si pasé miedo? La verdad es que el personaje de la noche sí que actuó realmente bien. – Es todo cuanto tengo que decir, si ustedes no son actores, son daños colaterales en lo que yo creo que es una broma hacia mi persona. – Decide apartar la mirada dando a entender que no quiere seguir justificando su punto de vista.
-Gertrudis, cielo, dígale a recepción que me prepare un baño, apure. – Me gusta este protagonismo. Nunca hay mala publicidad.

Lincoln sonríe con la cabeza gacha mientras observa como el señor Prideux junto con la Condesa llaman al señor Novotny, se acerca al señor Malkovich -Parece que la actriz no es la estrella esta noche... jajaja.-

-Bueno le parece si nos volvemos a juntar con los demás para ver como les va la... emm... ¿"Velada"?-

Mientras se levanta y va caminando hacia los demás, pasa cerca de la señorita o señora Abend -Señorita... no se crea el ombligo del mundo... nunca es bueno - Camina mientras la sigue con la mirada y finalmente le sonríe guiñandole el ojo y vuelve a seguir hablando con el resto de las personas como al señor Alexander o el señor Henry.

-Señores, como se encuentran, ¿Que les parece la noche?- Mientras tanto se saca el Blazer que lleva y lo coloca encima de una silla quedándose con la camisa blanca al descubierto "Joder... lo intento disimular pero los nervios me pueden, esto no me gusta nada... Debe haber un plan para esto... o para nosotros... Siempre lo hay, sea cual sea la situación".

Durante un momento me dio la sensación de haberme quedado solo, apartado de todo el mundo. El pequeño grupo de hombres que se había formado, se diluyó entre la multitud, algunos en torno a las mujeres, otros a comer algo. La cuestión es que no había mucho más que hacer. No me apetecía entrometerme en mitad de la conversación de un grupo, intentar coger el hilo y, aún más difícil, participar, no era lo mío. Dedico una breve mirada a mi señora, para que no se preocupe por la situación en la que estaba, prefería que se relacionase con el resto de mujeres.

Por suerte, el señor Siral reapareció de entre la multitud para continuar con una conversación que se quedó un poco en el aire con su partida.

-Podría decirse que bien, sobretodo si el asunto de la broma es cierto. La única pega es que tengo un imperio que atender, telegramas que enviar y dinero que contar, bueno, eso es trabajo de mis empleados, yo soy más de gastar el dinero -sonrío levemente y doy una calada al cigarrillo, exhalando el humo hacia el lado. No me parecía correcto importunar a mis acompañantes con el humo-. Aún así todo esto resulta un poco... extraño, pero mientras quede buen whisky en las bodegas, podré llevarlo relativamente bien. ¿Y a usted? ¿Qué le está pareciendo la velada?

- Me encantaría.-Les dedico una sonrisa cautivadora a ambos sin percatarme de haberlo hecho, quizás inconscientemente. Nada más aceptar la propuesta inocente me acerco a ambos con aparente mejor humor.- Si me permiten- Cojo el asiento más cercano tanto del señor Prideaux como la señora ¿Fedorchenko? para poder conversar mejor.

- Las damas habían empezado discutir lo sucedido y necesitaba cambiar de conversación a uno más agradable. Señora..¿Fedorchenko?, Abraham Novotny, un placer. ¿Es de Rusia o me equivoco? - Me presento adecuadamente ante la dama del pelo rojo intenso.

Sin duda había mucha gente en el salón, era casi imposible, al menos para mí, seguirles la conversación de todos. En ese caso me centraré en el señor Prideaux y la señora Fedorchenko.

-Digamos que... hay gente interesante, mucho "Alto Standing", si me entiende...- Sonríe mientras da un sorbo a su copa      

- Pero esto que quede entre los que estamos aquí... no me gusta nada lo que esta ocurriendo... no creo que sea una broma como dice la señorita o señora Abend... la sangre... era sangre estoy seguro, todos nos hemos hecho alguna herida mas de una vez y se sabe diferenciar de zumo de tomate como he visto en algunas obras de teatro... pero prefiero no alertar a los demás por ahora... mejor que quede entre nosotros cuatro-

Dejo la copa encima de la mesa puesto que creo que he bebido demasiado ya... y puede llegar a afectarme bastante - Sea lo que sea esto me ha abierto el apetito señor Alexander... ojala cenemos ya...-

Disculpe señor Malkovich, que tipo de motivación le ha llevado a usted a querer averiguar cual es mi estado civil?. No cree que es de mala educación abordarme de esa manera?. Mire, yo acabo de llegar, me he encontrado con estas señoras y no les he preguntado si son casadas viudas o solteras. ¿Por qué debería yo contestarle a esa pregunta?. Tendrá interés en mi como mujer? no puede ser, si acabo de entrar en la sala, tiene que tratarse de un correveidile. Es mejor que ignore su pregunta y no aclare si estoy casada, no quiero poner a mi esposo en peligro.

Desde que salí de mi alcoba permanecí en uno de los descansos de la escalera, entre la planta baja y el primer piso. Había fumado por lo menos dos puros mientras apoyaba mis codos en el barandal. Necesitaba estar a solas con mis convulsionados pensamientos, todo lo que había acontecido la noche anterior sobrepasaba por completo mi razón. Al abandonar mi habitación no tuve la oportunidad de cruzarme a ningún otro huésped; evidentemente era de los últimos en hacerlo. Podía oír la magnífica interpretación musical y el ocasional tintinear de las copas, además de un leve bullicio producto de las conversaciones entre mis compañeros de hospedaje. Cada cierto tiempo pasaba algún presuroso trabajador del hotel dirigiéndose hacia el salón.

El mostrador de la recepción se encontraba completamente limpio y lustroso, sin embargo no podía evitar ver el cadáver del recepcionista y su cráneo abierto manando sangre a raudales sobre toda su superficie. -¿Qué les pasa a estas personas?, ¿a qué clase de órdenes obedecen?- 

Me dispongo a bajar al salón. Después de cavilar tanto no había llegado a más que a callejones sin salida. -Quizá los demás hayan arribado a conclusiones más útiles- Pensé. Al ingresar no puedo evitar verme sorprendido por la magnificencia de cuanto pasaba frente a mis ojos, ciertamente el servicio y las instalaciones eran de primerísima categoría. Llama mi atención un grupo de cinco bellas damas que parecían estar en medio de una interesante discusión, cuyos ojos se habían centrado en mi persona en el momento de mi aparición en escena. Reconocía a los caballeros que se encontraban sentados mas allá; identificaba sus rostros después del trance que protagonizamos la noche anterior. 

-Buenas noches señoras, señoritas- Las saludo cortésmente, asintiendo con la cabeza en forma de reverencia. -Frédéric Miller, Coronel del Ejército Británico. Entiendo que las circunstancias que vivimos en este hotel son algo... "pecualiares". ¿Debo suponer que están al tanto de todo lo acontecido la pasada noche? Éramos ocho caballeros, de los cuales noto su presencia excepto...- Hago una pausa mientras observo a mi alrededor con detenimiento -Aquél joven... es el único que no se encuentra con nosotros -Digo en un susurro -De cualquier manera, creo que estoy en lo cierto infiriendo que ustedes han de ser las esposas de algunos de estos señores -mientras recorro con la mirada los rostros de cada dama, paso por el de mi mujer con total disimulo. Durante mis meditaciones en el descanso de la escalera, había desarrollado una convicción bastante fuerte hacia la idea de que no solo mi esposa había recibido esa extraña visita y amenazas. Seguramente, todos los matrimonios se veían obligados a ocultar sus lazos. -Si esto es parte de un juego retorcido orquestado por un grupo de psicópatas, ¿qué sentido tendría que sólo yo y mi mujer tengamos que ocultarnos? -Al hacer estos comentarios a las señoras, ponía a prueba de manera contundente si mis ideas eran ciertas. Esperé las respuestas, si se presentaban abiertamente como las "esposas de.." me habría equivocado.

La agresiva reacción de Swanson acaba por descolocarme: - Le ruego... le ruego que acepte mis más encarecidas disculpas. No pretendía molestarla. Simplemente quería saber cómo debía dirigirme a usted, como señora o señorita, nada más... Pero discúlpeme, ha sido una torpeza imperdonable... Me alejo de ella cabizbajo. Entre esa reacción y la de Liebe Abend (¿una farsa? Sé distinguir un cadáver y lo que vi eran muertos) no quiero más contacto con mujeres. Me apartaré un poco del grupo y me dedicaré a escuchar la orquesta.

Al ver que el señor Malkovich se empieza a ir Lincoln le sujeta del brazo -No creo que sea una noche para estar pensativos y caviz bajos por lo que le acaban de decir, le aconsejaría quedarse con el grupo, pero si de verdad quiere estar solo... le dejo marchar sin problemas -

Al ver al hombre tan sofocado pidiéndole disculpas se siente mal. No se preocupe, todos cometemos errores de protocolo, quizás he sido un poco violenta con mi reacción pero es que me han educado de forma muy estricta y cualquier comentario proviniente de un hombre me hace ponerme en alerta y querer averiguar que tipo de intenciones tiene conmigo. Soy una dama y me hago de respetar, como debe ser. Contesta al señor Malkovich al mismo tiempo que se acerca otro señor desconocido intentando sonsacarles si están casadas o no. Isabelle ya no sabe que pensar, están en una situación extrema de incertidumbre y estos hombres intentando arrimarse.

Dirige su mirada hacia su esposo, lo busca desesperada entre los diferentes grupos de señores que están al otro lado. Amor mio te necesito.

Limpio de la fragancia de los puros y el sudor, baje finalmente al salón, tal y como hiciera mi mujer momento antes, a reunirme con el resto de los huéspedes. Pues parecía que estaban animados, curioso después del teatro montado no hacia mucho. Personalmente no disfruto con los sustos ni las historias de miedo y mi trabajo no me permite divagar en fantasías o monstruos.
-Supongo que no todos somos iguales.

Ya en el ultimo escalón, observo los grupos formados. Por una parte las mujeres, hablado ruidosamente como es costumbre en ellas, y por otra los hombres sentados en sendos y lujosos sillones. Mas halla la orquesta tocando la misma melodía una y otra vez, siniestro, y finalmente lo que me interesaba. Una barra bien surtida.

Me puse en camino a ella y por el camino, como buen caballero, salude a las mujeres reunidas y mi mirada se detuvo, sin yo quererlo, en mi esposa durante un instante, pero mi sonrisa era para todas ellas.
-Señoras y señoritas, permitanme presentarme, mi nombre es Dorian Fake, y espero conocerlas formalmente, pues parece que estaremos aquí un tiempo.-Incline mi postura antes de despedirme.

-Ahora si me disculpan iré a presentarme también a los señores.-Dicho esto puse rumbo hacia los sillones, no sin antes, pasar a recoger un buen coñac, una buena compañía para relajar tensión y ayudar en la interacción social.

-Buenas Noches caballeros. No pretendo molestarles, tan solo ser cortes. Mi nombre es Dorian Fake y si no les importa mi gustaría unirme a la conversación.-De pie, espere a ser debidamente invitado, mientras probaba mi copa.

La mayoria de huéspedes ya se han encontrado en el salón comedor. Se han saludado amablemente de la forma más cortés posible haciendo alarde de su exquisita educación. Han intercambiado opiniones varias intentando arrojar un poco de luz sobre los últimos hechos acontecidos en el hotel. Las sospechas empiezan a revolotear en el aire, aún es demasiado pronto para lanzar una acusación en alto, no obstante cada cual va formándose una idea sobre quién podría ser el responsable de la muerte del director y su esposa. Nadie puede fiarse de nadie, solo los verdaderos matrimonios tienen total seguridad de que la persona que aman es inocente.

La banda de músicos del Red Victorian se para en seco. Todos los invitados se callan y observan con atención durante unos minutos. El director mantiene en alto su brazo sosteniendo la batuta, no parpadea. Un silencio sepulcral se apodera de cada rincón del salón comedor. De repente, el brazo del director vuelve a agitarse con fuerza y arranca de nuevo la orquesta interpretando una pieza distinta, Carmen de Bizet. El cambio de ritmo es muy notable, los huéspedes se relajan un poco al escuchar esa melodía tan animada, se despreocupan dentro de la gravedad del asunto y se van sentando uno a uno en la mesa.

La camarera se acerca arrastrando un carro dorado lleno de manjares sabrosos. Toca la campana para avisar a todos los comensales de que la cena está a punto de servirse. Gertrudis empieza a servir los platos, rápida y eficazmente como su buen talento para la hostelería avala. Su mirada sigue perdida fijamente en el horizonte, repite una y otra vez: -Están entre vosotros. Dos hombres y una mujer. Sigue con sus labores rellenando las copas de los invitados con vino y agua fresca.

-Damas y caballeros la cena está servida, que aproveche, más tarde les traeré los postres. Espero disfruten de los estupendos platos que ha preparado la chef y su equipo de cocineros de 5 estrellas. Se aparta de la mesa al lado del carrito quedándose rígida adoptando un rictus casi militar con los brazos entrelazados esperando atender cualquier petición que le hagan los clientes.

Todos los huéspedes empiezan a moverse... y Lincoln famélico como estaba no iba a ser menos - Señores... ¿Nos movemos? - Dijo a los 3 que estaban con él, cogió su Blazer y se dispuso a cenar... o comer... lo que fuera.

Empezaron a sentar-se en sus asientos... Lincoln escogió uno ni lejos ni cerca de su esposa... no la tenia enfrente pero no la perdía de vista y cuando cruzaron miradas le sonrió y volvió a centrar-se en los platos - Dios mio Gertrudis... todo tiene una pinta exquisita. Muchísimas gracias -

Aún sonriendo como estaba por dentro algo le carcomía  "Dos hombres y una mujer... ¿Están entre nosotros? ¿Nos estará advirtiendo de los asesinos? ¿La tendrán coaccionada? no podía evitar hacer estas preguntas... no iba a ser una buena cena... intentaría guardar las apariencias y a ver que ocurría.

Estaba un poco abstraida de la conversación de las mujeres, a decir verdad las frivolidades llegaban a aburrirme, miré a los dos hombres que aparecieron de ultimo: aparentemente habian mas huespedes en el hotel de lo que yo esperaba.

La cena se veía exquisita, pero ¿Acaso sería seguro probar alguno de los platos? La sirvienta repetía una frase sin cesar "Están entre vosotros. Dos hombres y una mujer" justo cuando pasó por mi puesto le pregunté en voz baja.

- ¿Quienes estan entre nosotros, quienes son ellos? - pero no obtuve respuesta, la mujer siguió con su trabajo. Miré a los demas huespedes ¿Serán tres asesinos y estan entre nosotros? Todo me ponía la piel de gallina pero a la vez mi curiosidad científica despertaba mas y mas 

Mientras converso con mis acompañantes Daría y Abraham se para la música y cuando se anuncia la cena empieza otra distinta.

-Parece que es hora de cenar. ¿Mileidy?- tomo la mano de la mujer para ayudarla a levantarse del sofá, mientras le dedico una mirada cómplice al Sr. Novotny. -Muy agradable su compañía, ¿puedo llamarle Abraham? podemos seguir nuestras conversaciones en la mesa.

Apenas había probado esa copa cuando llego la comida. El coñac debería esperar a mi regreso, pero el vino era lo ideal para acompañar la cena.

Amablemente me hice con un plato bien surtido y un tenedor. Las mesas no estaba lejos y busque un asiento allí donde ya había dejado mi copa, obviamente hice oídos sordos al comentario del servicio y me dispuse a cenar. No sin antes presentar armas a quienes se sentaran a mi lado.
-Bon apetit.

- Muchas gracias por sus atenciones, señor Siral. Es únicamente que me afecta el problema del que le hablé. Pero estoy bien, no se preocupe. Ante el comentario de la Swanson me relajo: - Muchas gracias por su comprensión. Le reitero mis disculpas. Créame que mis intenciones hacia usted son lo más honestas que pueda imaginar. Cuando me siento no tengo mucho apetito. Continúan los acertijos. Dos hombres y una mujer. Está claro que somos víctimas de un grupo de locos que actúan con la complicidad del servicio. ¿Hasta cuándo jugarán con nosotros?

"¿Ya era hora de cenar?" Me sorprendo a mí mismo pensando en ello. Después de lo que había visto y comentado debería salir de allí, pero era imposible, ya lo había intentado junto con los demás caballeros. Así que resignado sigo el juego planteado por el servicio, no tenía otra opción. 

- Acepto encantado su invitación. Por supuesto puede llamarme por mi nombre. Faltaría más. Pero a su vez yo tengo que llamarle por el suyo Bastian. - Contesto de forma cómplice a mi inesperado pero gratificante compañero de conversaciones. Acto seguido me dirijo a la bella dama pelirroja. - En cambio, vos, señorita Fedorchenko tendrá que disculparme, pero no podré llamarle por su nombre. Sería descortés por mi parte. - Le dedico una tímida pero fugaz sonrisa, no tengo necesidad de incomodarla así que no es una sonrisa típicas de las mías. Para seguir siendo un caballero, también tiendo mi mano para ayudarla a incorporarse. Si no lo hiciera no seguiría considerándome un caballero.- Será un placer seguir conversando con ambos. Seguro que tenemos mucho de lo que hablar.

Me había entrado el hambre y a pesar de mis dudas, probé la comida, todos estábamos comiendo de una misma fuente, así que dudaba mucho que hubiera peligro real... Tengo que admitir que estaba deliciosa.

Me percaté que a mi lado estaba sentado aquel hombre que se presentó como coronel del ejército. Estaba bastante serio. Mas allá estaban el frances y el señor Novorty hablando con una mujer pelirroja que, a juzgar por su acento y su porte debía ser de la nobleza rusa, no sabia su nombre pero de seguro lo habia escuchado sin darme cuenta, las mujeres parloteaban sin cesar, pero yo preferí quedarme afuera. en 

- Buen provecho, coronel - le dije - buen provecho para todos