Partida Rol por web

RegenZy

Capítulo III - Vauban

Cargando editor
12/03/2013, 22:53
Director

El señor Templeton fue todo un caballero. A pesar de los jugueteos de Georgina durante su adolescencia, cualquier sucedáneo no podía compararse a la realidad. A realidad de la unión entre hombres y mujeres. De esta manera, descubrió cierta torpeza inicial en sus caricias para con él. En realidad, no sabía muy bien como debía desenvolverse. Conocía el fin, y tenía imágenes de lo que iba en medio, pero no sabía como se llegaba a esos trances.

Sin embargo, el irlandés se demostró un profesor gentil y paciente, atento más al placer de la muchacha que al suyo propio. Una rara avis en aquellos tiempos, paisajes y paisanajes, pero un sorprendente y grato descubrimiento. El amor entre un hombre y una mujer tenía un componente que escapaba más allá del placer, del mero contacto carnal. Era confiar en el otro, sentirse arrullado en un universo de cariño, una sensación cálida y serena como un afectuoso abrazo.

Aunque, en verdad, placer también hubo, y no fue poco. Georgina solo conseguía aquella sensación, muy parecida a caerse desde un precipicio para luego remontar el vuelo cuando estaba a solas y muy concentrada. Le sorprendió saber que Templeton era capaz de provocarla, con mucha destreza, usando para ello sus dedos y la lengua. Al final, llegó la cópula que ella conocía, o intuía. Pero era algo mucho mejor que sus fríos consoladores. Fue una sensación cálida, mojada, presurosa, casi pasional. Al cabo, llegaron al clímax de nuevo, casi al unísono. Quedaron entonces dormidos, arropados por la sábana de seda. El cansancio les venció, y durmieron lo que les pareció un millón de años.

Cargando editor
12/03/2013, 23:31
Director

Estaban demasiado cansados. Así que dejaron pasar el amanecer, y descasaron unas horas. Casi de modo inconsciente, en realidad. El sueño les venció en sillones, camas y divanes. El cuerpo necesitaba reposo, aún en aquellas circunstancias. La mañana pasó de esta manera, y ya terminaba a las doce cuando el sonido de los caballos les despertó.

Evangeline, tapada con un chal, se asomó a la ventana, sin bajar siquiera a la planta inferior. Algo que si se apresuró a hacer Katherine. A pesar de sus súplicas, el consejo de Strafford se impuso, y su deber. Debía presentarse ante el coronel, dirigir a sus hombres. No solo por evitar un consejo de guerra, sino por salvar Dedham, a Inglaterra toda. Se llevaban las armas que habían usado por la noche, y los caballos que habían conseguido. Lo comido por lo servido.

Y sin embargo, una promesa. La promesa que salió de los labios de Connor: volveremos. Si las Butler querían resistir, defender su manor con uñas y dientes, él solo podía prometer aquello. Que, cuando el ejército hubiera contenido a la primera y decisiva ola de los muertos en vida, él haría todo lo posible por sacarlas de allí. No sabía exactamente cuanto tardarían en hacerlo, pero sí que debían hacerlo.

Augustus contempló la escena en un segundo plano, sin saber muy bien si acompañar a aquellos hombres, quedarse allí o partir junto a su tío a algún lejano destino, en busca de los medios de un hospital que solo podría encontrar en Essex. A muchas millas de distancia y con incontables peligros por el camino. Strafford apremió a su compañero con un breve comentario, mientras Evangeline le veía desde la ventana, pensando en que su vida se desmoronaba. Cuando todo aquello acabara, excepto su tu tío en Londres moría también, Butler Manor y todas las propiedades de su padre escaparían a sus manos. La herencia familiar, por la que su padre había maltratado, maquinado e incluso asesinado, pendía de un filo hilo.

Mientras los criados tapaban las tumbas de los no-muertos, pensando en que quizá escapar era peor que quedarse, los dos militares espolearon a sus caballos y se alejaron en el horizonte. La edad de la inocencia había muerto. Ahora tocaba ser duros, resistir. Nadie iba a salvar sus vidas, ni velar por ellos, más que ellos mismos. La dura ley de la supervivencia, por tan largos años alejada de la campiña inglesa, había retornado. Como el eco de un lejano tiempo, en el que la reina Boadicea lideraba a los britanos, consciente de que nadie más podría hacerlo, y de que solo a costa de grandes sacrificios conseguirían ganar una guerra incierta. Porque el mundo, su mundo, estaba en guerra.

Cargando editor
12/03/2013, 23:34
Director

Georgina, ya vestida, bajó a mirar que había sucedido. Confluyeron todos en el salón, cuando Katherine regresó llorando y su hermana, seria y oscura, les miraba a todos con una expresión extraña. Los criados se reunieron también, como si esperaran instrucciones sobre lo que debían hacer, ya que no estaba nada claro. Ellos también estaban cansados, de hecho no habían podido dormir, trabajando al enterrar los cuerpos. Estaban sucios y exhaustos. Sin embargo, al haber muerto lord Butler, se habían quitado un peso de encima, y al pasarse la noche luchando contra los no-muertos, tenían claro que el mundo fuera de los muros de la casona era de todo menos seguro.

El último en llegar fue sir Barnabas, que había hecho inventario de lo que había en la botica familiar. Su sobrino había estado con él hasta escuchar los caballos, y ahora se acercó a su tío algo desorientado. Para sorpresa de todos, fue este quien habló, y no un criado o una de las hermanas. Según los estrictos cánones de la sociedad georgiana, era el hombre más adulto en la casa, y su opinión tendría que ser respetada. Aunque fuera un invitado.

Cargando editor
12/03/2013, 23:42
Sir Barnabas Morgan

-Bueno -dijo, con un suspiro- Pues aquí estamos. Como en los viejos días de la Peste Negra. El mundo patas arriba. Es en estos momentos cuando debemos colaborar entre nosotros. Si desean huir, les advierto. El camino es inseguro, y cada día que pase, el número de esas cosas aumentará. Sin embargo...

Tosió un par de veces, por su tradicional carraspera.

-Sin embargo, creo que en cada región, las primeras 48 o 72 horas son esenciales. En una enfermedad semejante, parecida a la rabia, pero basada en la desinformación para que se propague rápidamente, la sorpresa viene al principio. Hemos vivido la sorpresa, y otros la vivirán pronto. Sin embargo, si la situación se estabiliza... es decir, si el ejército logra contener a esas cosas -lo cual implicaba matarlas a todas de forma metódica- Deberemos reconstruir este mundo. Pero antes de que eso suceda, hay que resistir.

Miró a su sobrino, y suspiró.

-Augustus. Aunque tu idea del hospital es seductora, es muy posible que si no avanzamos con un grupo mayor, peleando con esas cosas a medida que avanzamos, no lleguemos ni siquiera a un hospital. Es de preveer que haya muchos infectados en los hospitales, gente que ha sido mordida y no sabía a quien acudir. Es muy posible que seamos unos de los pocos médicos cualificados en Inglaterra, a excepción de los médicos de cabecera en los pueblos. Aunque esto es solo una conjetura.

Se rascó una ceja, como si quisiera conceptualizar toda la situación.

-Esta es mi propuesta. Hemos sido testigos excepcionales de estos sucesos, conocemos sus causas, conocemos la cura y conocemos el procedimiento para destruir a esas cosas. Conocemos la manera de guardarse de ellos, que es atrincherarse en lugares defendibles, y comenzamos a entender como actúa la infección y por que motivo. Así que creo que lo mejor que podemos hacer... y creo que no les gustará... -añadió- Es escribir sobre ello. Escribirlo de forma metódica, y en varias copias. Y una vez lo hayamos hecho, debemos decidir si quedarnos aquí, atrincherados, o intentar hacer llegar estas instrucciones a la autoridad competente. Creo que si el rey, o el primer ministro, tuvieran en su poder esta información, se podrían dar las decisiones correctas en el momento oportuno. Y de esa manera, señoritas, no les haría falta implorar por la herencia de su padre. El rey las nombraría duquesas por derecho propio. No merecerían nada menos.

Cargando editor
12/03/2013, 23:58
Director

John Connor sabía perfectamente cual era la distancia entre el fuerte y Colchestershire. Tres horas a pie. Eso se convertía en hora y media a caballo, a buen ritmo. Butler Manor se alejó, y sintió que algo le apretaba en el pecho. No estaba muy convencido de irse, pero sabía que si el ejército le descubría, no dudarían en fusilarle. Conocía la fama de Markington, y las ansias por que su hijo Patrick fuera capitán en su propio regimiento. Así que con él fuera de la ecuación, ese sueño podría hacerse realidad.

Pero más importante que estos juegos bizantinos, estaba el hecho de su compañía, del regimiento, del fuerte. Allí había soldados, y gran cantidad de armas y pólvora. Armas para terminar con todo aquello, y soldados que las empuñaran. Tras los muros de aquella maravilla abaluartada, estarían seguros. Un lugar desde donde dirigir la defensa del este de Inglaterra. Pero primero tendrían que llegar hasta allí.

Comprobaron pronto que los caminos principales eran una mala idea. Atestados de refugiados, vivos o convertidos en no-muertos, eran rutas bloqueadas a cada pocas yardas por una carreta, un tronco caído o un grupo numeroso de zombies. Así que debieron plantear un rodeo para llegar hasta el fuerte. El mismo que el trayecto de ida durante el entrenamiento: las marismas. Se encontraban en el bosque, casi en la linde de las marismas, cuando un grupo de aquellas cosas, atraídas por la columna de refugiados les tendieron una particular emboscada. De forma mecánica, como habían hecho en la noche anterior, apuntaron y dispararon con sus mosquetes, matando a los dos primeros. Tras usar la pistola, fue preciso empuñar las armas cuerpo a cuerpo. Sin embargo, sin sus sables, la tarea resultó ardua. Atacados por aquellas mandíbulas, Connor perdió su caballo, que fue inmediatamente desventrado por media docena de aquellas cosas. Strafford, que había sido descabalgado del suyo, cayó rodando al suelo, y uno de los no-muertos, una mujer rubia, se le abalanzó para morderle en la cara. Con el florete roto, clavó la hoja sobrante en su ojo, dándole muerte. Sin embargo, estaban rodeados por aquellas cosas, perdidos. Una docena de no-muertos se aproximó a ellos con los brazos por delante. Juntaron espalda contra espalda, dispuestos a vender caras sus vidas con lo poco que les quedaba para defenderse. Connor, en guardia de esgrima, empuñando el espadín de Butler. Strafford, con dos cuartas de hoja de un florete roto.

Cuando el primer zombie iba a echarse sobre ellos, un certero disparo en la cabeza lo abatió. Le siguieron otros, en una rápida sucesión. Sombras vestidas de verde se movían en el bosque, disparando ocultos entre los árboles. Al cabo de un breve combate, las criaturas yacían muertas en el suelo. El caballo de Connor, que seguía relinchando de forma horrorosa, fue rematado por un último disparo, de un oficial. Les vieron salir entonces desde el bosque, con sus uniformes verdes y los fusiles baker. Eran green jackets. Pero, ¿Que hacían allí? Su acantonamiento más cercano estaba a dos días de distancia.

Cargando editor
13/03/2013, 00:25
Tte.Cor. Berdan

Alguien dió de beber al oficial con una cantimplora. Se escucharon disparos más allá, de sus hombres vigilando el perímetro. Tenía una expresión cansada, como si vinieran caminando desde muy lejos. Su ropa estaba manchada de barro, y olían a pólvora y sangre. Miró un momento sus uniformes de gala del 84º, que llevaban puestos desde el baile. También estaban cubiertos de una capa de suciedad semejante.

-Vestidos para la ocasión, según veo. ¿Capitanes...?

Era difícil saber que rango tenía, ya que los green jackets usaban distintivos diferentes a los de la tropa regular. Sus oficiales, a simple vista, parecían todos iguales. Desde coroneles a tenientes.

Cargando editor
13/03/2013, 13:08
Evangeline Frederick

Notas de juego

Estoy un tanto confusa. Había entendido que si Evangeline se quedaba en la casa, el trato con Narcissus se anulaba. No obstante, ella había decidido hacer lo que fuera para mantenerlo.  En el texto descriptivo del DJ ambos se separan. ¿Qué es lo que se ha determinado sobre ese asunto, entonces? 

Cargando editor
13/03/2013, 13:30
Evangeline Frederick

Evangeline apenas había hablado desde la muerte de lord Butler, y continuó con esa misma actitud taciturna y silenciosa. Se sintió interiormente agradecida de que por fin un hombre tomara las riendas de la situación, de que organizara y diera directrices.
Asintió a las palabras de Sir Barnabas, sin expresar emoción alguna. Después de lo que había pasado, sentía que no le quedaban.


- Carezco de conocimientos médicos suficientes como para redactar el texto original, pero serviré bien como copista. Cuando lo desee, vayamos al despacho de papá. Usted dictará y yo me aseguraré de transcribirlo todo con la máxima precisión. Cuando el original esté a su gusto, puedo hacer las copias que desee.

Cargando editor
13/03/2013, 16:43
Georgina Templeton-Sedley
Sólo para el director

Georgina no era una persona ajena al deseo, el pueblo indio era sumamente sensual, las fachadas de los templos y la libertad de las mujeres al hablar entre ellasde la intimidad marital despertaron en ella una curiosidad que desembocó inevitablemente en el autodescubrimiento del placer. Placer al que recurría a menudo, era una jovencita de carácter fogoso dentro y fuera del dormitorio.

Ninguna fantasía ni toda la información del mundo te preparan para la primera vez, más siendo mujer. Pese a que fue ella quien dio el paso hacia el abismo no fue capaz de disimular los nervios cuando Templeton le desató la ropa interior, pero el irlandés supo vencer esa rigidez alimentando la llama íntima de Georgina con el calor de sus besos y caricias. Jamás había experimentado algo si quiera similar a las sensaciones que su amante le producía, se dejó llevar por aquel océano de amor en los cálidos brazos del irlandés, abrasada por su piel, ahogada en sus labios y saciada por sus ojos y su sexo. Nunca soñó con que nadie pudiera mirarla de aquella manera, la hizo sentir una diosa, el ser más amado de la tierra, una plenitud tal que le hizo derramar lágrimas de pura emoción, de felicidad.

Se acurrucó en su regazo con un leve arrebato de pudor, al fin y al cabo era una joven de principios del XIX. En su mente se formaron dos palabras que la sorprendieron y no se atrevió a pronunciar, temía parecer ingenua. Al arrullo del corazón de Templeton se durmió.

-----------oOo-----------

Nada particular la despertó, puede que algún movimiento de Patrick, que la tenía abrazada por la espalda o el aún latente hormigueo dentro de ella. El roce de la desnudez bajo las sábanas le gustó y caracoleó para disfrutar de la sensación y por que no... intentar despertar de nuevo el apetito de su pareja. Este simplemente la apretó contra sí aún medio dormido.
El cuerpo del irlandes no respondía a los rígidos cánones del neoclasicismo, con toda la apostura y elegancia que poseía vestido, desnudo se veía algo desgarbado, sin embargo a Georgina le hechizaron esas formas longilíneas, era suave y blando, le gustaron sus muslos, sus nalgas, sus brazos, sus partes pudendas... incluso su olor se le antojó parecido a la canela. Se giró para verle mejor, tenía una expresión muy graciosa cuando sonreía, casi infantil.

-Te quiero

Al fin se atrevió a susurrar, ya no había duda estaba enamorada.
Hubo un momento en que sintió cierta pesadumbre, acababa de enterrar a su madre y ella se dedicaba a retozar en la cama, le pareció un poco decoroso ejemplo del dicho popular “El muerto al hoyo y el vivo al bollo” pero recordó las últimas palabras de su madre y las del propio Templeton en el baile y en su declaración “Un amor forjado en estas circunstancias...” seguramente si nada de eso hubiera pasado jamás habría sentido algo así, y es que cuando todo se desmorona lo superfluo desaparece  y solo queda lo que de verdad importa: el amor. Toda esa destrucción y caos empezó a no parecerle tan mal precio, dejaron de importarle los pocos convencionalismos que aún contemplaba y con ellos se fueron el pudor y los temores.

Notas de juego

Ahora haré otro post, ya público

Cargando editor
13/03/2013, 17:45
Katherine Connor

Cuando al fin subió, las cosas habían cambiado demasiado para ella. Escuchó al médico y luego a su hermana y decidió que era lo único que podían hacer.

-Yo también puedo escribir y así tendríamos dos copias al mismo tiempo, señor...

Respiró profundo y se dispuso a esperar la siguiente orden o ver si el médico aceptaba, no tenía más sentido apartarse. En su mente sólo estaba la partida de Connor y que posiblemente no volvería a verlo nunca.

Cargando editor
13/03/2013, 17:56
Augustus Frederick

El ánimo general era bajo y no era para menos. De alguna manera se sentía desprotegido sin los conocimientos de los dos soldados, no quería imaginar lo que debían sentir las dos hermanas al ver desaparecer a sus dos pretendientes. Escuchó a su tío con cierta impaciencia, a pesar de que sabía que sus palabras eran sabias y que si se iban a salvar en parte sería gracias a él.

- Querido tío, creo que sois en extremo optimista. - dijo finalmente, con el ceño fruncido - Por lo que sabemos podemos no tener rey ni primer ministro.

Se arrepintió enseguida de sus palabras, pues sabía que no había sido más que una manera de reconfortar a las huérfanas. Carraspeó, todavía ceñudo, antes de continuar.

- Sin embargo, me parece un buen plan. - concedió - Deberíamos, sin embargo, hacer más de dos copias. Todas las que podamos, mientras aguantemos en esta casa. Y distribuírlas por todos los rincones de Inglaterra, a cualquier superviviente letrado que encontremos. Sólo así veo posibilidades de difundir la información y que esta llegue a buen puerto. Concentraremos las misivas poniendo los puntos clave, nada de disquisiciones elaboradas. Y después... tal vez tengamos que dividirnos para ayudar en esta empresa. - miró a las tres hermanas casi con culpa, a pesar que creía fervientemente que en pos de la causa no habían a lugar.

Cargando editor
13/03/2013, 21:23
Narcisus Strafford

Narcisus se puso en pie, envainando lo poco que quedaba de su maltrecha arma. Miró a un lado, y al otro, agudizando el oído de forma innecesaria. Se suponía, al fin, en una situación mínimamente controlada. Imagina que había varias personas cerca estrechando un perímetro o similar, mientras el grueso se centraba en los supervivientes.

- Narcisus Strafford, batallón del 84º de infantería, granaderos- informó de forma estoica y seca, parca-. El aquí a mi lado es John Connor, que sabrá decirle por sus propios labios su posición- explicó señalando con la mano al mentado.

Ahora había que enfrentarse a la verdad. Lo más fácil era suponer que se trataba de desertores. Y no sólo desertores, sino unos metidos a asaltantes de caminos, por así llamarlos. Suponía que lo lógico era que hiciesen el papel de buitres, rapiñando lo posible en un mundo de mermadas leyes donde la supervivencia del más fuerte se imponía. Rezó, no obstante, para que fuese una simple movilización en bloque hasta su cuartel o algún otro sitio, ya fuese para comunicarse o para relacionar algo. Lo necesitaba, la verdad. Eran tantos que no habría forma de plantarles cara a todos y salir vivos. Había que ser realista.

- Se lo agradezco- dijo mirando de reojo al cadáver del suelo, señalándolo de forma muda-. Me alegra ver que, pese a estar cansado, no pierde el sentido del humor- no había deje de comedia en su voz, pero sí apuntaba el estado físico de su interlocutor, a propósito para minar una posible prepotencia incipiente-. ¿A qué nombre debo atribuirle el mérito?

No tenía miedo a la muerte, pero agradecía estar vivo. El corazón, pese a su sobriedad social, seguía latiendo a pasmosa velocidad. Acababa de destrozarle el ojo a una rubia, y estaba a punto de seguir el destino del caballo de Connor. Era lógico, en realidad. Por muy hábiles que fuesen, seguía siendo arduo cuanto menos cubrir la distancia entre los dos puntos. Eran sólo dos personas. Las chaquetas verdes, pese a ser mucho más numerosas, parecían en el mismo estado de fatiga, lo cual, en realidad, agradeció. Los prefería cansados que con el ojo avizor, por lo que pudiera pasar.

Sin embargo, había cosas que Narcisus no podía decir. No diría que, pese a no tener miedo a la muerte, seguir viviendo era lo único en que pensaba un segundo antes de morir. No era en su padre, ni Evangeline, ni Connor. Era seguir viviendo. Y ello haría al precio que fuese, por lo que esperaba con todo el corazón que aquello no acabase mal. Prefería a salvadores que a maleantes, o acabaría uniéndose a su causa o muriendo contra ella.

Esperaba que Connor fuese tan parco y diplomático como él. Mostrarse demasiado vulnerable no parecía la mejor opción, pero suponía a su compañero más charlatán.

Cargando editor
14/03/2013, 11:31
John Connor

Connor escucha las palabras de Strafford con la incertidumbre como compañera. Eran green jackets, pero había algo en ellos que le hacía sospechar. Les habían salvado la vida y ello les otorgaba puntos a favor en la balanza del juício del Capitán. En cualquier caso, la duda se resolvería en breve. John era un tanto impulsivo, podía leer en los ojos de Narcisus que él percibía su defecto. Las palabras de su compañero de supervivencia habían sido muy inteligentes. Cautas, cual acecho de un zorro. Connor debía no tirar por tierra el fruto de su astucia. Intervino cuando creyó que debía  hacerlo. Cuando los ojos del Mayor buscaron los de Connor, éste habló.

- Como bien dice mi Capitán, Mi nombre es John Connor y tengo bajo mi mando a la compañía B. ¿Buscan el Fuerte? Podemos guiarles hasta allí. Allí podrán ponerse a las órdenes del Coronel Markigton, rearmarse y aprovisionarse para poder seguir cumpliendo sus órdenes. ¿Qué notícias porta de donde viene? ¿También ha sucumbido al estallido de la supuesta infección? -

Connor aguardó la reacción a su propuesta. Si eran rebeldes, rehusarían tajantemente acercarse al fuerte. A n o ser que vinieran de allí y el Britannia hubiera caído. Observó que no había envainado su florete. Consideró tarde para hacerlo, aunque verdaderamente su mente le pedía no bajar la guardia. Lamentaba no haber tenído la frialdad de  Strafford y haber envainado sin reflejar la desconfianza. De nuevo, su ímpetu o quizá la juventud, le pasaba factura. Esperaba que el Mayor pasase por alto el detalle.

Cargando editor
14/03/2013, 22:36
Evangeline Frederick

- Vayamos por partes -suspiró Evangeline-. Primero, hagamos las copias. Después ya veremos cómo las distribuímos. O si estamos vivas para entonces. 

Seguía vestida de negro, que no  había mudado desde la muerte de lord Butler.

Miró por la ventana con gesto ausente.

- Hacer planes tan a largo plazo es inútil.

Es evidente que no estaba pensando solamente en el asunto de las copias.

Cargando editor
15/03/2013, 16:36
Katherine Connor

Katherine estaba de acuerdo con las ideas del joven pero también entendía lo que decía su hermana. Esbozó una sonrisa, ella que siempre había sido pura felicidad, ahora era nada más un remedo de aquello y se preparó para empezar a escribir lo que sería, quizás, la mejor ayuda que podían darle a esta u otras generaciones si es que las había.

-Entonces manos a la obra, si los caballeros están de acuerdo...

Cargando editor
15/03/2013, 17:46
Georgina Templeton-Sedley

Empezó a notar movimiento en la casa y eso la obligó a levantarse definitivamente, era hora de volver a la cruda realidad, aunque si por ella fuera se habría quedado para siempre en esa cama con su amante como única pertenencia y vestido.
Insistió para despertarle, quería que le acompañara cuando llegara el momento de afrontar a las hermanas. Patrick pudo advertir la inquietud en los ojos de Georgina, este la tomó de la mano en el momento que ella salía de entre las sábanas

-Hay que enfrentar el presente para alcanzar el futuro, juntos...

le respondió la joven acompañado de un dulce beso. Se vistió entre sonrisas y sonrojos, con cada prenda recordaba fragmentos de lo que acababa de suceder, le iba a costar concentrarse, estaba embriagada, embelesada...
Antes de salir, mirandose en el espejo del tocador, pidió que la abrazara, no sabía que estaba por venir y quería atesorar esa imagen para que la acompañara siempre y borrara los horribles hechos de la noche anterior.

De repente sonó un galope, alguien se alejaba de la casa ¿Pero quien? Desde su dormitorio no podía verlo, esto la apresuró y tiró de la manga del irlandés para que la acompañara.
Cuando abrió la puerta vio que habían limpiado el pasillo de la ropa y restos de sangre que testimoniaban la muerte de su ex-padrastro.

Inspiró y exhaló hondo y dio el primer paso fuera del cuarto. Estaba francamente preocupada, desconocía en que medida podía afectarles el asesinato de Harold, desconocía el estado de las gemelas, de Evangeline... ahora que su padre no estaba habían perdido el mayorazgo... estaba sinceramente preocupada por ella y sobre todo por ellas, a pesar de todo. Ellas no tenían la culpa de la tiranía despótica de su padre y la muerte de su madre no era más que la última consecuencia de la máscara que Harold mantenía para con ellas. Había tenido tiempo de pensar, prometió a su madre en el lecho de muerte que las cuidaría y ahora que era dueña indiscutible de la Sedley era lo que pensaba hacer, primero sobrevivir y luego mantenerlas dignamente.

Cuando llegó a la sala no le dio tiempo de hablar con ellas como le hubiera gustado, había demasiada gente presente, aunque en algún momento habría de hacerlo por muy mal que se sintiera.
No parecía momento para sentimentalismos el señor Morgan supo reconducir la situación muy bien pero... donde estaban los militares? Escuchó atentamente al doctor sentada en un sillón sosteniendo la mano de Patrick sobre su hombro.

-Emmm... no se si servirá de algo pero... guardo los periódicos de hace semanas, las noticias sobre las revueltas me preocupaban y... así lo reflejé en mi diario. Soy muy meticulosa en estos menesteres, si lo desea puedo facilitarselo para establecer antecedentes y si necesita una mano más que escriba cuente conmigo.
Sobre la quina... si aún funcionan los medios de comunicación mi empresa es la vía más rápida de conseguirla, Sedley Indian Trading Company  se compromete a patrocinar lo que sea menester para hallar una cura eficaz.

Dirigió una mirada firme aunque en el fondo algo nerviosa, era la primera vez que tenía que ejercer desde su posición.

-Por cierto ¿Donde se encuentran los capitanes Connor y Stratford? Antes he oído un galope...

Cargando editor
15/03/2013, 17:55
Tte.Cor. Berdan

El mayor pasó su arma a un soldado, que recargó el fusil mientras él se quitaba los guantes. No sabían si para estrecharles la mano o, como luego sucedió, para darle un tiento a la cantimplora. Parecía que la situación no le afectaba. Ni siquiera pestañeó cuando uno de los hombres remató a una de esas cosas con la bayoneta.

-¿Supuesta infección? Yo creo que es bastante real -dijo, apoyando la mano sobre la empuñadura de su sable blücher al aire descuidado- Soy el mayor Ian Berdan, segundo batallón del 81 de rifles. El primer batallón está en Essex, como parte de la cuarentena.

Cuando escuchó lo del 84 y el fuerte, entendió que la lucha seguiría en pie. Se sintió algo aliviado. Sin embargo, eran la única unidad que había encontrado sobre el terreno desde Essex.

-Excelente, les escoltaremos hasta el fuerte. Era nuestro destino. Tenemos órdenes del general Tarleton*, que está ahora al mando del sector militar. El capitán general de todo el ejército es Wellington, aunque según sabemos, la torre de Londres está "bajo asedio", mientras el ejército intenta recapturar la capital. Tenemos órdenes de Wellington, aunque no les van a gustar. Hay que crear "núcleos fuertes" para resistir la primera oleada, en cada sector militar. Y una vez se levante el asedio, contraatacar tomando pueblo por pueblo. Una limpieza.

Parpadeó. Les vió algo cansados, así que les pasó la cantimplora.

-Creíamos que el 84 habría caído, aunque la infección ha tardado un poco en llegar al este de Inglaterra. Sin embargo este es el punto crítico. En Londres, según supimos, pasó lo mismo. Las primeras 72 horas son cruciales. Tenemos orden de proceder hasta Fort Britannia y usarlo como "punto fuerte" de esta región militar. Hay tropas en Essex, pero Sussex solo está guarnecido por la yeomanry y la policía. Creo que tendremos que enfrentarnos a un buen número de ellos, conforme bajen desde allí. Si pueden caminar, les sugiero que nos movamos. A los no-muertos les atrae el sonido. Cuando disparen los cañones del fuerte... todas esas cosas a muchas millas de distancia caerán sobre nosotros como banqueros sobre un deudor.

Notas de juego

*Banastre Tarleton es un miembro de la cámara de los comunes de 50 y tantos. Es bastante famoso por su papel durante la guerra de Independencia de EEUU al mando de la caballería ligera, donde tenía fama de sanguinario. El personaje del malo de "El Patriota" está basado en él.

Cargando editor
15/03/2013, 18:21
Augustus Frederick

Augustus entendía que las prioridades de las jóvenes ahora mismo no tenían nada que ver con las suyas pero por algún motivo extraño sintió el impulso de hacerse entender, tal vez de insuflar algo de optimismo medianamente racional dentro de ellas.

- Hacer planes a largo plazo tal vez parezca poco realista, pero ahora mismo es lo que necesitamos para no perder las ganas de sobrevivir. - dijo con grandilocuencia, más de la necesaria - Debemos tener un objetivo o de lo contrario, cuando nos sintamos arrinconados, tal vez nos dejemos ir. - carraspeó, un poco incómodo, los discursos no eran cosa suya, ni la autoridad. - Salvar Inglaterra, tal vez Europa, es un buen motivo. Mayor que nosotros. - calló, sin saber qué más añadir.

Se levantó y buscó con la mirada papeles y tinta, pues en aquel momento no deseaba otra cosa que ponerse a escribir.

- Es una idea excelente, los recortes de prensa nos pueden dar una idea aproximada del avance de la epidemia. Esto es, si no se censuró ninguna información que rompa la cadena. - comentó levantando la ceja, pues sospechaba que así sería - ¿Dónde se encuentra su empresa? ¿Cómo podríamos acceder a ella rápidamente? - preguntó con la idea todavía en mente de salvar el mundo.

Sin embargo, la pregunta de Georgina sobre los capitanes le hizo momentaneamente consciente de su alrededor y el sufrimiento que esa ausencia podía causar.

- Se han ido. - dijo escuetamente, con voz firme y sin dar pie a continuar esa conversación, pues no quería que las gemelas se vieran obligadas a explicaciones si no querían.

Cargando editor
15/03/2013, 19:11
Evangeline Frederick

Evangeline continuaba observando por la ventana con la mirada perdida. Si sentía algún rencor contra su hermanastra no lo demostró; su rostro era una máscara de desesperada indiferencia, de quien ha perdido toda esperanza y sólo se mantiene en pie por pura fuerza de voluntad. Completamente agotada, tanto en lo emocional como en lo físico, no tenía fuerzas para nada.

- Se han ido -repitió las palabras de Augustus con una voz oscura y desgarrada que no parecía de ella. Era una voz de garganta irritada, pero no expresaba nada. Ni pena, ni preocupación, ni felicidad, ni tranquilidad-. Quizá vuelvan. Personalmente, lo dudo. Una aglomeración de gente tal es una ratonera. 

Calló, sin más que decir ni que añadir.  Pensaba en la recién -y oscura- descubierta faceta de Narcissus, en la recién -y oscura- descubierta faceta de su padre, en la recién -y oscura- descubierta faceta del mundo.  No sabía qué estaba por venir, pero tenía la certeza de que sería espantoso.

Cargando editor
15/03/2013, 19:39
Georgina Templeton-Sedley

-¿Como que...

Dirigió una rápida mirada a las gemelas, parpadeando de incredulidad, creyendo entender algo del malestar general pero sin atreverse a preguntar directamente no queriendo ahondar en una posible herida, tenía asuntos privados que hablar con el doctor Morgan así que aprovecharía para que le pusiera al tanto.
Parpadeó y volvió a dirigirse a Frederick cruzando las piernas.

-Emmm... en la India como su nombre bien indica, de donde yo soy y a donde tenía pensado dirigirme tras el baile de anoche... (carraspeó), somos una de las empresas de importación- exportación mas grandes. Tenemos varios acuerdos con la corona y si no recuerdo mal somos nosotros quienes proveemos al ejercito la quina que emplean en los tratamientos contra la malaria ¿No es así querido? (preguntó a Templeton). Tenemos oficinas en Londres y en Portsmouth donde además está el principal almacén, allí amarran nuestros barcos.

Volvió a parpadear con cierta pesadumbre, aún no podía creer el giro que había dado todo

-Ciertamente llegó un momento en que los periódicos bajaron el nivel de alarma, algo que me hizo sospechar aún más, pero es fácil distinguir las artimañas del lenguaje y aún así el goteo informativo era breve pero continuo. Una lástima que los militares nos hayan abandonado, sin duda ellos tendrían conocimiento del movimiento de tropas en el país lo cual nos habría ayudado.

Tamborileó con los dedos, el tema del abandono, huida o lo que fuera que habían hecho esos dos la inquietaba ¿No se suponía que eran los pretendientes de Kath y Evan? ¿Acaso les podía más el deber que los sentimientos? Puede que fuera pronto para que se hubiera forjado un gran amor pero al menos... el civismo, la costumbre, la conciencia... no se abandona así a dos señoritas. Frunció el ceño pensando en ello.

-En otro orden de cosas... Doctor Morgan, si no es abuso... ¿Sería posible una consulta privada? Cuando usted pueda

Se dirigió a el con un tono mas amable, se había puesto muy seria, siempre le pasaba cuando trataba de ser concisa

-El señor Frederick tiene toda la razón, hemos de mirar al futuro, sin esperanza no hay nada que hacer. Si vuestro bienestar económico es lo que os preocupa (dijo mirando a las Butler) prometí a mi madre que me haría cargo de vosotras y puedo manteneros sin problema.

Sabía que eso las espolearía en su orgullo, seguramente le caería un buen chaparrón, estaban heridas, dolidas, seguramente su sola presencia les resultaba insoportable pero eso no iba a hacer que incumpliera su palabra. Ellas eran tan víctimas como ella misma.