Partida Rol por web

Biza salió corriendo detrás del esbirro sabiendo que estaba herido y que no podría escapar facilmente aunque se refugiara en las sombras. Eso sí intentó tomar todas las precauciones posibles pues no quería dejarse llevar por el momento y caer en una trampa urguida en alguna esquina de un callejón olvidado.

Corres hasta la esquina por la cual ha desaparecido el guerrero. El olor a pelo chamuscado se extiende por la calle y ves cómo la capa en el suelo tiene la capucha y la hebilla completamente deshechas por tu rayo. Te tomas un momento para pronunciar las palabras que te sintonizan de nuevo con tu escuela y te adentras con cuidado en el callejón.

Caminas unos metros. La escasa iluminación de la avenida a tu espalda apenas es suficiente para permitirte ver las cajas amontonadas en el suelo. Tu mano se dirige instintivamente a la empuñadura de la espada mientras intentas localizar al hombre a tu alrededor.

Estaba demasiado oscuro y Biza se sentía en desventaja entre las sombras que apenas la dejaban ver a unos centimetros a la redonda. Algo le dijo que podría ser una trampa, que su enemigo la esperaba agazapado en algún rincón así que se detuvo antes de continuar.

Te elevas por los aires sobre los edificios de Uldnacht. Desde tu privilegiada posición ves las grandes diferencias entre la voluptuosidad de los Barrios Centrales y la Periferia, que apenas es un montón de casas acumuladas en la zona más próxima a la muralla y extendiéndose fuera de ella cada vez más.

Tras disfrutar por un momento de la sensación del vuelo, vuelves tu mirada hacia abajo en busca del hombre herido. No ves a nadie en la calle por la que transcurrías, así que continúas avanzando lentamente en la misma dirección. Los callejones de los barrios Medios están poco iluminados, pero aquí y allá te parece ver una figura moviéndose pesadamente por ellos o una sombra que cruza una calle, siempre demasiado impreciso o lejano para poder confirmar que se trata del mismo hombre al que persigues. Más por intuición que por otro motivo sobrevuelas las calles en dirección a la Periferia, donde crees que le será más fácil ocultarse gracias a la oscuridad reinante en esa zona.

Casi había pedido la esperanza de localizar al misterioso hombre cuando allá abajo entre las sombras y estrecheces de las calles de la perifería distinguió algo que le llamó la atención.

Te acercas a lo que te pareció ver entre dos casas, pero en cuanto te posas en el suelo descartas la idea. Las dos construcciones están demasiado juntas como para que nadie pase entre ellas, y menos un guerrero fornido. Levantas el vuelo de nuevo para mirar al otro lado casi convencida de que por fin habías dado con el rastro del hombre, pero no distingues nada nuevo.

Al cabo de un rato te das por vencida. Sea quien fuere el atacante que dejó a Rhenar medio muerto en la calzada no parece que le vayas a localizar esta noche. Aún faltan varias horas para el amanecer y tal vez con la luz de la mañana se puedan encontrar pistas que en estos momentos pasen inadvertidas.

Definitivamente había perdido el rastro del asaltante. Faltaban pocas horas para el amanecer y Biza pensó que todavía quedaba algo por investigar además no podía dejar el cuerpo de Rhenar allí tirado como si fuera un simple vagabundo muerto tras una fría y larga noche. Volvió hacia la alcantarilla, recordaba que había escuchado algo allí y pensó que quizás el segundo asaltante se hubiera podido colar por ella.

Sobrevuelas la ciudad, de vuelta al lugar donde está la alcantarilla. Mientras te mantienes por encima de los edificios, ves numerosas antorchas que se mueven por la zona, especialmente en la calle paralela a la que te diriges, donde sucedió el ataque. Picada por la curiosidad, te acercas hasta la parte de arriba de los edificios.

Varios guardias se situan en la calle, rodeando a una distancia pruedencial a un par de médicos que se encargan de Rhenar. Para tu sorpresa, parece que están intentando reanimarle, lo que quiere decir que no está muerto, al menos de momento.

En la otra calle, dos de los guardias han seguido las huellas de la carreta y han llegado hasta ella, recogiendo varias de las cajas vacías derribadas en la alocada carrera y en estos momentos exploran la parte trasera, retirando las mantas para dejar ver unas cuerdas cortadas y paja en cantidades suficientes como para ocultar un cuerpo en ella.

Biza aterriza junto a la alcantarilla. Los guardias están algo separados, pero aún así no es improbable que en algún momento se acerquen por allí, o incluso que la vean desde sus posiciones actuales.

Mientras observa la tapa de la alcantarilla, se fija en que la tierra a su alrededor parece ligeramente removida, lo que indica que se ha levantado no hace demasiado tiempo. Cualquier duda que pudiese tener sobre el origen del ruido metálico que escuchó antes de salir corriendo tras la carreta queda despejada con esta nueva evidencia.

Aquello confirmaba la sospecha de Biza de que el segundo hombre que había atacado a Rhenar se había escabullido por aquella alcantarilla. Se alegró de saber que áquel había conseguido sobrevivir al ataque y que estaba siendo atendido debidamente lo cual le dejaba más tiempo para actuar.

Levantas la tapa de la alcantarilla intentando no hacer ruido. Las marcas anteriores te ayudan a hacerlo, propocionándote un punto de apoyo en el suelo de tierra prensado de la calle. Una pequeña escalera de metal se pierde en las sombras bajo la calle.

Se coló por la alcantarilla cerrandola después. Por suerte tenía un pequeño candil que necendió con cuidado. Descendió lentamente por la escalera de metal decidida a averiguar algo más sobre el traicionero ataque a Rhenar que casi acaba con su vida. Debía obtener toda la información posible.

Cierras la alcantarilla con todo el cuidado del que eres capaz, pero un ligero golpe metálico resuena en las escaleras. Esperas que en la calle nadie lo haya notado, pero no puedes estar segura. Enciendes el candil, manteniéndote en equilibrio y bajas por las escalerillas metálicas.

Llegas a un pequeño terraplén, completamente embarrado y rodeado por aguas fecales. El hedor es espantoso, pero consigues concentrarte lo suficiente como para pronunciar la palabra de sintonización con tu escuela de magia. Miras a tu alrededor. A ambos lados del terraplén hay un pequeño tunel, suficientemente elevado como para que una persona agachada camine por él, si es capaz de soportar el olor y las aguas residuales, que calculas deben llegar hasta la rodilla de un hombre adulto.

En el suelo del terraplén ves varias huellas. Te agachas para examinarlas y descubres que pertenecen a un hombre. A juzgar por la profundidad, o era tremendamente pesado o llevaba una gran carga. Te estás enderezando cuando la luz del candil revela otra cosa. Junto a una de las huellas hay una larga pluma blanca.

Cogió la pluma blanca y la guardó con cuidado entre sus ropas. El panorama no le hacía la más minima gracia; el insoportable olor y la idea de tener que mojarse con aquellas aguas fecales hasta la rodilla acabaron por convencerla de desistir del intento de encontrar en aquella red de tuneles a alguien. Asi que Biza se dio la vuelta y subió por las escalerillas hasta la salida por la que había entrado.

Abres la tapa de la alcantarilla una vez más, esperando que nadie te escuche. Sales a la calle y la cierras con todo el cuidado del que eres capaz. Cuando la sueltas, el sonido resuena levemente, pero ninguno de los guardias parece haberse percatado.

Pensó ue poco podría hacer ya allí y que quizás si los guardias la descubrían merodeando por la zona a esas horas la llenarían de preguntas y era posible que las sospechas, aunque fueran solo eso, la señalaran de alguna forma así que pronunció las palabras arcanas que le permitieron alzar el vuelo y retornar a su casa.