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Reign: El Fuego Interior

8 - El Fuego Interior

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09/05/2016, 15:43
Henry

Ilsa no titubea al dar la orden de acabar con los recién llegados. Desgraciadamente, no es el caso de Eric, que no tiene tan claro que los dos hombres sean sus enemigos tras haberles ayudado a acabar con Alder.

Mientras la hechicera se prepara para lanzar un rayo, Oligis se echa rápidamente a un lado dispuesto a evitar el conjuro. Durante años su gremio le ha enseñado a enfrentarse a hechiceros y el estado de la maestra no es el más adecuado para luchar contra ese enemigo.

Sin embargo, incluso antes de que el Rey Sombra prepare sus armas para enfrentarse a Ilsa, Henry se lanza sobre ella y la agarra del cuello con fuerza, girándose hacia el oficial de la guardia que ahora no duda un momento en levantar su espada.

- ¡Oh, vaya! - dice Henry clavando los dedos a ambos lados de la tráquea de la maestra. - Creo que debería tranquilizarse un poco, maestra Svletana. No sólo les hemos ayudado a acabar con Alder, sino que los responsables de la muerte del consejero Rowan no volverán a actuar gracias al maestro Ledoma y a mis compañeros...

Separa ligeramente su cabeza de la de Ilsa mientras mira hacia Eric.

- Ha muerto mucha gente hoy. No creo que merezca la pena que la guardia se enfrente a mis hombres ahora, y menos cuando hemos venido para ayudarles a resolver este caos. - Con un gesto le indica que deje su arma, apretando ligeramente el cuello de Ilsa. El guerrero deja caer la hoja, apuntando con ella al suelo, pero no suelta su espada. Henry sonríe.

- Maestra - añade al oído de la hechicera - tal vez prefiera replantearse su curso de acción. - El brazo derecho de Ilsa está lo suficientemente dañado como para no sentir el dolor del agarre de Henry, pero los frágiles huesos que permiten volar a la hechicera amenazan con romperse en su cuello por la presión del secuaz de Asceltis. - Pocos de sus amigos han caido, pero la señorita Carkenna ha sido alcanzada por ese gigante. Creo que le vendría muy bien a su candidatura para el Consejo ayudar a reconstruir esta zona y a llorar a los caidos, ¿no cree, consejera Yael?

La danzallamas mira a Henry y a Ilsa dubitativa. No conoce a los recién llegados ni a esa Asceltis que han mencionado, pero claramente no esperaba esa reacción de la maestra contra gente que parece haber ayudado a terminar con el problema que suponía Alder.

- ¿Y bien? - pregunta Henry sin soltar la garganta de Ilsa, esperando que conteste con un solo gesto, pues conoce perfectamente el peligro que puede suponer dejar hablar a una maestra lenguatormentas.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Demasiado lento... De haber golpeado (tanto con 3x5 como con 3x10) Ilsa estaría, como poco, inconsciente. Pero Henry parece que prefiere hablar por ahora...

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17/05/2016, 19:43
Ilsa Svletana

Ilsa permaneció impertérrita después del ágil movimiento de ese individuo que, como de la nada, parecía haberse adueñado de la situación. Nada de lo que dijo le provocó la mas mínima convicción. Aquella había sido la mejor ocasión para terminar con dos de sus enemigos, pero las dudas de los suyos habían sido mayores que su propia capacidad de convicción. Y ahora ya era tarde para eso. Ese individuo y Ledoma podrían haber caído tratando de derrotar a Alder, y nadie sabría nunca quién fue el último responsable de su muerte. La oportunidad pasó.

No obstante, la situación en la que se encontraba ahora tampoco tenía una salida clara. Por algún motivo la gente de Asceltis la quería con vida. Tal vez, se le ocurrió, porque tampoco las tenían todas consigo a que saliesen con vida si la mataban delante de los hechiceros y del propio Eric. La hechicera ya estaba cansada de Asceltis y de sus métodos.

-Haced lo que os venga en gana. -Susurró, pues apenas podía respirar por la llave de Henry y estaba tan cansada que tampoco tenía sentido oponer resistencia- Mi curso de acción era acabar con Alder. Y por lo que a vosotros toca, habéis sido sus perro guardianes hasta hoy. Y Asceltis ha sido la más perra.- No tenía intención de reprimir nada. Si tenía que morir, que así fuese.- Vosotros sois la podredumbre de Uldholm y habéis provocado esto.

Ilsa se sentía próxima al desmayo. El corazón se le aceleró, y entre aquellas cenizas y rescoldos, junto al cadáver de Alder, sintió que algo importante terminaba, a pesar de que todavía quedaban abiertas venas y canales de inmundicia que este tránsito le había revelado a su pesar. Y ya no quiso saber si estaría ahí mañana para recorrerlos.

-No tengo nada más que decir. Decidid vos, asesino. Estoy en tus manos. -Desde su posición no podía ver a Svletan, relajó su cuerpo, esperando el momento. Aunque una sola palabra... ¿Cuánto tardaría en morir a manos de este hombre? ¿Cuánto en elevarlo al techo, como a Alder?- Soy hija de masones. Y los muros de la casa Svletan no se doblegan.

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18/05/2016, 15:24
Oligis Ledoma

Como suele pasar en estas ocasiones, los acontecimientos se precipitan descontroladamente. Y mira tú por dónde, resulta que por una vez en la vida el caos que se desata acaba beneficiando a Ledoma, cuando la maestra lenguatormentas queda inmovilizada y a merced de Henry. Acabará por cogerle incluso algo de cariño a ese pretencioso jovenzuelo, la mano derecha de Asceltis. De hecho ahora se alegra lo indecible de no haberle intentado matar hace apenas unas horas. Es un práctico aliado… y además endiabladamente rápido, vete tú a saber si lo hubiese conseguido.

Aunque el viscoso Rey Sombra no puede evitar sonreírse ante el valor y la entereza que demuestra Ilsa Svletana. Ese elevado concepto de la dignidad personal, llevada hasta el mismísimo final si es preciso, aunque te juegues el cuello... no es algo que se vea todos los días. Y menos en el peculiar entorno del Gremio de los Asesinos.

Sí, me gusta esta mujer, aunque lamentablemente no creo que sea la persona adecuada para hacer negocios con nosotros en el futuro. Le falta cintura política para ser una buena consejera. Otra apuesta personal que se acaba torciendo. En fin, así es la vida, no se puede ganar en todos los frentes...

Y su sonrisa se acentúa cuando la oye insultar a Asceltis, la nueva Reina de los Asesinos. Frustración y rabia rezuman en sus palabras, pero desde luego no son falsas. La más perra de todos. Y por tanto, la que más sale ganando.

- Entiéndelo, querida Ilsa, lo mejor para todos ahora es que las aguas vuelvan a su cauce, la gloriosa ciudad de Uldholm siempre ha tenido su propia podredumbre intrínseca, a fin de cuentas todos convivimos en el mismo ecosistema…

Y dicho eso, se coloca en una posición acorde para cubrir la huída de Henry por uno de los huecos abiertos en el muro, cuando decidan retirarse. Hay un acceso a las alcantarillas adecuadamente cercano. La retirada siempre es la guinda final en la tarea del buen asesino y hay que cuidarla con mimo, porque de ella depende el éxito…

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18/05/2016, 16:07
Henry

Henry no pierde la sonrisa ni por un momento mientras contesta a Ilsa, aún agarrándola del cuello.

- ¿Nosotros? Probablemente sí... pero no fuimos nosotros quienes repudiamos a Alder cuando lo único que quería era volver a utilizar su magia ígnea. Eso fue cosa del Gremio de Hechiceros. Tampoco fuimos los que mandamos tropas contra los Truil, haciendo que cientos de nuestros soldados muriesen en batalla; de eso se encargaron los gremios de soldados y mercenarios.

Con cada acusación dirige una mirada a Yael y a Eric, que desde que agarró a la hechicera no le han perdido de vista ni un momento. - Sin embargo, sí hemos ayudado a solucionar ambos problemas. Alder está muerto y el medallón que usaban los truil guardado en su propia casa para que nadie lo pueda volver a utilizar, maestra Svletana.

Escucha las palabras de Ledoma y asiente con tranquilidad, susurrando unas palabras al oído de la hechicera para que sólo ella pueda oirlas. - Tenga cuidado, maestra. El acero que no se dobla suele ser bastante frágil...

Con un movimiento casi imperceptible, aprieta ligeramente el cuello de Ilsa antes de darse la vuelta hacia Oligis. La hechicera se gira pero en cuanto intenta abrir la boca empieza a toser de forma descontrolada, impidiéndola hablar o lanzar ningún conjuro durante unos segundos, tiempo más que suficiente para que ambos se pierdan de vista.

Eric sale corriendo hacia los dos hombres, pero cuando pasa junto a su compañera decide pararse para comprobar que está bien. Yael, por el contrario ignora a los dos asesinos cuando queda claro que no van a ser una amenaza y camina con tranquilidad hacia la maestra. A pesar de que sus gráciles movimientos hipnotizarían a más de una persona, nada en ellos da la impresión de que se disponga a iniciar ningún baile que le permitiría acceder a su magia.

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18/05/2016, 16:45
Henry

No tardáis en salir de la casa y comprobar que nadie os está siguiendo. Con el pandemonium en el que se han convertido las calles alrededor del foco del incendio no tenéis ningún problema en pasar desapercibidos entre la multitud de gente que se encarga de apagar el fuego, atender a los heridos y retrirar los cadáveres de la zona.

Cuando llegáis a lugar seguro Henry se para un momento.

- Todo un carácter... - comenta en relación a la maestra Svletana. - Aunque no creo que a Asceltis le moleste demasiado que la insulten, hoy hemos hecho un enemigo. - Te mira sin perder su sonrisa y añade. - Nos será útil...

Avanzáis por las alcantarillas hacia el cuartel de los asesinos. - Hoy hemos acabado con algunos de los miembros del gremio que podían oponerse más directamente a la... transición - tarda  un momento en encontrar el eufemismo que estaba buscando, - pero siempre resulta útil tener alguien a quien poder entregarle a otros que puedan tratar de oponerse a Asceltis.

El acceso a la fortaleza subterránea está nuevamente cerrado y la gente de Asceltis aún no ha tenido tiempo para cambiar el sistema de acceso, aunque encuentras varios guardias al otro lado.

- Pero estoy seguro de que no te costará adaptarte a nuestra forma de actuar, maestro Ledoma... O debería decir Gran Maestro - se corrige mientras te cede el paso a la sala del Consejo. El cuerpo del Sin Rostro ya ha sido retirado y observas un instante la habitación, sabiendo que a partir de ahora pasarás aquí mucho tiempo. 

En el lugar que te corresponde.

Notas de juego

Dejo la escena abierta por si quieres añadir algo (en el epílogo no tendréis permisos de escritura).

La partida finaliza en:
Epílogo

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18/05/2016, 18:04
Eric

El ligero golpe del secuaz de Asceltis hace que tu garganta se cierre y, con el humo de la habitación, empiezas a toser incontrolablemente. Cuando al fin te recuperas y consigues hablar, los dos asesinos ya se han esfumado. Por un momento te planteas correr tras ellos, pero no tardas en darte cuenta de tu deplorable estado tras los combates con Merak y con Alder.

Tras asegurarse de que estás bien, Eric envaina su espada y suspira. - Alder ha muerto - dice. - Ya nos encargaremos de cualquier otra amenaza que aparezca... - Tiene cierto tono de desesperación, como si lamentase todo lo que ha ocurrido y no haber sido capaz de evitarlo antes. - Ahora tenemos trabajo que hacer. Reparar los daños que podamos, curar a los heridos... y enterrar a nuestros muertos. - Una sombra recorre su mirada, mientras se da la vuelta. - Iré a buscar a mis hombres. Alguien tiene que coordinar la guardia de esta ciudad.

Sin levantar la vista, camina hacia el lugar por el que llegó a la habitación, dejándote a solas con Yael.

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19/05/2016, 19:48
Yael

La mujer se mantiene algo separada mientras Eric habla contigo, pero se aproxima cuando el soldado se va.

- Parece que tiene muchos enemigos por toda la ciudad, maestra Svletana - comenta la consejera danzallamas. - Además de los propios enemigos del gremio - dice mirando el cuerpo inerte de Alder - y sus propios rivales - añade con una sonrisa cómplice girando la cabeza hacia el lugar donde combatiste con Merak. Por lo que parece la mujer piensa que aprovechasteis las circunstancias para zanjar el asunto de la elección fuera de las urnas y, dados los acontecimientos de las últimas semanas, él probablemente tuviera más partidarios en el gremio que tú misma, por lo que asumes que imagina que fuiste tú quien inició ese combate. Aunque, por su expresión, no parece importarle lo más mínimo.

Vuelve a centrarse en Alder y su gesto cambia.

- Probablemente él se hubiera convertido en el Consejero danzallamas de no haber sido tatuado por un Huesos de Hierro - explica. - Muchos se hubieran opuesto a él, por su política expansionista, más propia de los mercenarios que de nosotros, pero al ser expulsado de la escuela por no poder controlar la magia se le cerraron también las puertas del Consejo. Pudo haber permanecido en el Gremio como un erudito, pero él mismo decidió alejarse... ¡Cuánto poder desaprovechado! A penas cinco hechiceros en todo el mundo son capaces de conjurar un gigante de fuego, ¿lo sabías? - Comenta negando con la cabeza, no sin cierta admiración. Evidentemente no comparte la locura de Alder, ella misma parecía dispuesta a enfrentarse al hechicero y se dispuso a traerte hasta aquí, pero eso no evita que se sienta impresionada por el poder del que ha hecho gala.

Por fin, centra su mirada en ti.

- Y bien, maestra, ¿qué vas a hacer ahora? - pregunta. - El Gremio necesita recuperarse y mostrarse fuerte después de este ataque, pero por ahora seguimos teniendo un asiento libre en el Consejo. ¿Estás dispuesta a ocuparlo y centrarte en su reconstrucción, o preferirás seguir luchando contra tus numerosos enemigos? - pregunta dirigiendo al final la mirada al lugar por el que escaparon Henry y el Rey Sombra. Su pregunta parece excluyente, como si ella sola pudiera decidir dejarte fuera del Consejo si tomases la elección que la maestra de fuego no considera correcta.

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19/05/2016, 21:35
Ilsa Svletana
Sólo para el director

Ilsa dudó durante un momento si el golpe de ese asesino iba a ser definitivo. La respiración se le cortó y el cansancio, la rabia y la desesperación se apoderaron de ella en su totalidad. Era cruel que la vida se escapase con tanto todavía por hacer, con tantos proyectos y esperanzas depositadas en un futuro que se esfumaba en ese sueño definitivo que algunos llamaban el don de la muerte. Pero así era todo. Algunos decían que Heluso y Milonda eran como dos inmensos amantes que se abrazaban y lo que ocurría en su interior no eran sino pequeñas historias de dos grandes cuerpos que desbordaban los mismos límites de la imaginación. Pero no cabía duda de que eran amantes infieles, de que ese girar en espiral era una forma de locura que se depositaba en aquellas diminutas vidas que poblaban los continentes.

No obstante, Ilsa comenzó a recuperar el resuello después de un momento de terror. Después pensó que no habría sido tan mala muerte caer con Alder y con Biza en aquel día. Ni con Merak, que ya no estaba, cuya presencia ya no estaría siempre a su espalda buscando la última palabra de la última frase. Ahora todas las historias que fluyeran de ella, si hubiere alguna, prescindirían de su sempiterna presencia. Recordó el crucial momento en que Oligis le preguntó por el nombre de su compañero y ella fue incapaz de revelárselo. No pudo evitarlo, pensaba. Hay cosas más poderosas que la razón, se decía. Como la pasión de aquellos amantes gigantescos. Sin embargo, la realidad es que Merak había caído también. ¿Y todo por qué?

Yaël le hablaba desde una gélida frialdad solo propia de quien conocía los auténticos secretos de Uldholm. De quien durante años había sido cómplice de lo ocurrido y protege su culpa en la falsa seguridad que los trajes púrpura proporcionan. Esos que ella tenía ahora, por fin, a su alcance. Ilsa sabía que ella era la clave para conseguir un puesto en él, aunque el mismo Merak hubiese muerto, puesto que, para este caso, de su gente dependía la elección en el sistema que su gremio había establecido desde sus orígenes. El equilibrio de poder era la clave de todo en el país. Y el gremio de asesinos no había sino cumplido su papel en ese orden. ¿Era un orden podrido un orden auténtico, una forma de orden al fin y al cabo? Ilsa se lo preguntaba, en esos arrebatos de pensamiento que la arrobaban de vez en cuando, y que le permitían recorrer las ideas como si de caminos reales se trataran. Eran relámpagos que cruzaban su interior.

La hechicera admiraba a Alder. Pero Yaël parecía no querer ver que él ya no era uno de los suyos, sino nominalmente, que no era sino un loco que había pretendido ser lo que no podía cuando fue capturado y maldito con el peso de los ironborne. Aquella criatura era literalmente un monstruo, una aberración mágica que había perdido el poco juicio que llegara a tener. No sintió la más mínima conmiseración o admiración por él.

-Ojalá lo hubiera conocido antes, maestra -dice, después de que Eric se haya marchado- ojalá nos hubiéramos encontrado. Le habría podido meter entoces un rayo en el cráneo y nos habríamos ahorrado todo esto. Ahora tal vez los cinco próximos hechiceros capaces de hacerlo han muerto en nuestra sede. He llegado demasiado tarde.

No quería caer en un autocompadecimiento melancólico, pero no pudo evitar ese reproche hacia sí misma. Lo cierto es que tuvo otra ocasión para acabar con Merak, cuando avanzaban juntos hacia esa casa en la que ahora se encontraban, donde Alder bailaba. Lo pensó, pero de nuevo le flaqueó la voluntad. En cierto modo aquella debilidad había muerto. Pero también se había perdido la oportunidad de matar a esos asesinos, que habría sido lo más honrado, lo más honorable, lo más justo. Aquél gremio debía desaparecer.

-¿Qué voy a hacer? Espero ocupar ese puesto vacante en el consejo, maestra. Como ya dije, soy hija de masones, y nadie más adecuado ahora para la reconstrucción de nuestra sede que el arte de la albañilería. Hemos de estar prevenidos frente a nuestros propios demonios, es algo que hemos aprendido, no solo frente a los del exterior. -El dolor comenzó a hacerse cada vez más punzante, hasta el punto de que deseó marcharse de allí lo más pronto posible. Todavía no había procesado el extraño regalo que aquella gente parecía haberle dedicado y que, al parecer, estaba en su poder. O al menos en su casa, puesto que no se sentía poderosa en absoluto en estos momentos. Sus otrora orgullosas alas ahora no eran sino un amasijo de plumas muy poco aristocrático. Comenzó a avanzar hacia la salida, buscando el apoyo de Stepjan, que tanto había sacrificado por ella. Ahora le resultaba todavía más valiosa su fidelidad.

-En una ocasión escuché a un hombre sabio decir que nuestra propia altura se mide por la talla de nuestros enemigos. Si es así, creo que ahora mismo estoy en lo más alto.- Comentó con orgullo. Al fin y al cabo no la habían matado. Aunque eso mañana podía cambiar drásticamente. O en un rato. O ahora mismo.

Ilsa Svletana podía esperar. Podía esperar mucho tiempo. Todo lo que fuese necesario. También el gremio de asesinos había mostrado su debilidad, sus guerras intestinas, sus métodos y crímenes hacia los suyos. Ya habría otra ocasión. Pronto habría que pensar en ofrecer resistencia a Asceltis en los barrios medios. En doblegar a los otros gremios, ofreciéndoles precisamente lo que ellos querían: más hechiceros, más batallones, más guerras. Y con esa fortaleza, llegado el momento, cuando la oportunidad surgiese, estar preparados para aplastar a sus rivales. Ya llegaría la ocasión. Algún día. Se decía Ilsa para sí. Y lo importante era no olvidar lo que había ocurrido. Su obligación era mantener vivo ese legado en la memoria de los suyos.

-Ahora, si me disculpáis, necesito un baño y mesarme las plumas.- Comentó atusándose su arruinado pelo con cierto aire de coquetería.

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22/05/2016, 20:47
Oligis Ledoma

La transición ha concluido. Pues si Henry tuviese órdenes de matarle, si Asceltis le considerase un peligro a su reinado y le prefiriese muerto, ya hubieran actuado. Así que Oligis Ledoma, más conocido como el Rey Sombra, puede considerar definitivamente que lo ha logrado: ha sobrevivido.

Ha superado, y tomado parte en buena parte de las traicioneras maniobras, una convulsión absoluta del status quo en este sórdido y peligroso mundo. Una revolución que ha acabado con el mismísimo Sin Rostro. Una prueba de fuego de la que muchos, muchísimos de sus antiguos asociados, no han salido vivos. Eso bien puede considerarse un triunfo.

Y no solo eso, sino que incluso ha conseguido posicionarse mejor dentro del Gremio de Asesinos de Uldholm, sobrepasando a todos sus rivales dentro de la organización, ascendiendo hasta el rango de Gran Maestro que tanto había ansiado siempre.

Pero no todo es perfecto, claro. Nunca lo es. Y si lo parece, es que no lo has analizado bien. Está el problema de ir disipando todos los posibles remanentes de sospecha que pueda albergar con respecto a su persona la nueva Reina de los Asesinos. Esa Asceltis es peligrosa, tiene muchos secretos que Ledoma todavía no conoce. Y luego están sus seguidores más cercanos, claro, los que realmente le son fieles y no están esperando el momento de traicionarla. Por extraño que parezca para alguien tan rastrero como el Rey Sombra, la lealtad sincera existe. O eso dicen. Pero bueno, todo es cuestión de esperar y observar a cuantos le rodean, con la atención centrada en los detalles relevantes. Igual ese sorprendente jovenzuelo, Henry, tiene también su propia agenda. Y puede que la abogada cuente con la suya particular, es lo que podría esperarse de los de su sucio y desagradable oficio. Los que trabajan con las leyes no son gente de fiar, mejor mantenerse siempre alerta contra ellos, son como vívoras...

Y luego, claro, está Hannah. Su traicionera y resentida ex-aprendiz. Parece mentira lo desagradecida que puede llegar a ser la gente, rescata a una huerfanita preciosa de las calles, donde sólo iba a ser una puta, para enseñarle el oficio de asesino... le revela los secretos más sublimes del uso de los venenos, la adiestra personalmente en las artes de la seducción y del sexo, se vuelca en ella desde la más tierna infancia... y te lo pagan así, intentando traicionarte para pasarse al enemigo y derribarte del poder. La verdad es que Oligis está orgulloso de ella. Así se hace, pequeña, cómo se nota quién te ha adiestrado. Al final puede que tenga que matarla, pero es una satisfacción verla crecer.

Sin embargo, está claro que sus problemas más inmediatos tienen nombre propio. La Mano sigue ahí fuera, buena parte de los suyos irán cayendo en estos próximos días, con las primeras redadas que realicen sus seguidores en cuanto se haya estabilizado la cosa... pero seamos sinceros, un rival como ese no va a poder ser suprimido tan fácilmente. Es demasiado bueno como para caer. Su simple existencia supone una amenaza permanente al nuevo reinado de Asceltis en general, y a la vida de Ledoma en particular. Pues le considera el mayor de los traidores, resposable de su ruina, de la derrota final del Sin Rostro. Y no le falta razón, aunque la verdad, por mucho que le guste fantasear con esa versión de la historia, no todo es mérito personal suyo. De hecho, lo único que ha hecho realmente ha sido intentar capear la situación para salir con bien de cada nuevo reto, evitando los enfrentamientos que sabía que no iba a poder afrontar con suficientes garantías... como el encargarse en persona de matar a La Mano. Oligis le teme, pues le conoce y sabe de lo que es capaz. De hecho, cuando trazó su plan para enfrentarlo con Asceltis y aguardar el resultado del combate, no sabía por cuál de los dos apostar. Luego, las cosas salieron como lo hicieron... y hubo que adaptarse.

Pero desde luego, ahora que las cosas han cambiado, ahora que La Mano es un perseguido con pocos seguidores que libra una batalla desigual contra el Gremio de Asesinos de Uldholm... o cuanto menos, con el gremio oficial... el rastrero y taimado Oligis no va a ponérselo fácil. Siempre ha sido un jugador de ventaja, es lo bueno de ser tan cobarde. Y enclenque y feo. Aprendes a sacarle partido a tus ventajas, a preparar tus actos con antelación y alevosía, en lugar de ir por ahí a cara descubierta, buscando que te la partan. Porque otra cosa no, pero ladino y venenoso, el Rey Sombra lo es un rato.

Ya veremos quién es el último que sigue respirando, cuando todo esto acabe...

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22/05/2016, 21:57
Director

Notas de juego

La partida finaliza en:
Epílogo