Partida Rol por web

Los ruidos de una pelea se hacen más intensos en la habitación. De repente se abre la puerta de golpe y el guerrero dindavara aparece en el umbral, con su mano sujetando la empuñadura de su dinda.

La alcoba consta de un dormitorio principal y un pequeño cuarto a la derecha de la puerta. El joven hechicero se encuentra en esa habitación, acosado por una figura encapuchada. La sangre mancha el suelo donde ambos contendientes están luchando.

Al fondo del dormitorio, otro asesino agazapado junto a la cama se levanta de golpe al ver entrar a Yi Fan. Armado con una daga en cada mano se mueve ágilmente hacia el guerrero.Los ruidos de una pelea se hacen más intensos en la habitación. De repente se abre la puerta de golpe y el guerrero dindavara aparece en el umbral, con su mano sujetando la empuñadura de su dinda.

Yi Fan abre la puerta del dormitorio golpeando con el hombro e irrumpiendo dentro para encontrarse con el joven hechicero acosado por sus atacantes... pero antes de poder hacer nada, uno de los dos encapuchados, con una daga en cada mano, se le abalanza.

El Dindavara reacciona por puro instinto. Su ferrero entrenamiento toma el control. Sus pies se asientan con fuerza sobre el suelo de madera mientras se prepara para recibir a su atacante. Sus ojos se cierran, exhala aire y con un movimiento fluido y silencioso la hoja Dinda sale de su vaina en un arco mortal...

El último encapuchado que ha aparecido se lanza sobre el guerrero dindavara, dispuesto a cubrir a su compañero mientras acaba con el trabajo.

El asesino se confía demasiado al ver que Yi Fan tiene su espada envainada y se aproxima a él dispuesto a atacarle con sus dagas.

La espada de Yi Fan sale disparada de su funda en un arco fulgurante, dejando un profundo corte a lo largo del pecho de su atacante. El impacto es tan fuerte que el asesino sale despedido hacia atrás, derribado por el golpe.

Me levanto, con una mirada desafiante y cojo la bolsa de oro. 

- ¿Donde nos encontraremos? -Añado, cuando estoy a punto de marcharme.

Sucio gilipollas... Más te vale que no sea ningún truco. Me estoy cansando de todos estos subterfugios. 

La sangre del asesino se escurre a lo largo de la hoja y salpica las paredes del dormitorio cuando Yi Fan termina su movimiento de ataque sosteniendo la Dinda con ambos manos por encima de su cabeza.

El tajo no ha sido lo bastante profundo como para resultar faltal, pero el encapuchado ha sido derribado y eso le permite concentrar su atención en el otro asesino que forcejea con Alex.
Sólo espera no haber llegado demasiado tarde...

El hombretón se levanta en cuanto te das la vuelta.

- En este mismo almacén - dice con voz seca mientras te alejas. - Pero una cosa más, Areth. Si se te ocurre traicionarme tendrás que recuperar tu espada extrayéndola de las entrañas de tu hermana.

Su mirada de odio revela que vuestros sentimientos son recíprocos, pero, por su postura parece preparado para reaccionar ante una posible respuesta física a su amenaza. Una vez más, te sorprende ver cómo un hombre de su corpulencia y evidente peso parece tener la agilidad de alguien mucho más ligero.

Pese a su habilidad con las dagas, el joven Uld carecía de las capacidades defensivas para evitar los ataques de su agresor. La llegada de Yi Fan le dejaba algo más de tiempo y, si esa sensación que había tenido antes era lo que él creía... Sin dudarlo un momento se puso a girar sobre si mismo, en un baile que su madre le había enseñado cuando era pequeño. Por primera vez en una semana, sintió cómo la magia fluía en su interior.

La daga del asesino le alcanzó el brazo y el dolor le hizo soltar su propia arma pero, concentrado en el inminente hechizo, el ataque no consiguió afectar para nada la danza del fuego.

Muy rápido desenvainas la espada... - Recuerdo la actitud de Yi Fan ante Alder y decido tranquilizarme,asintiendo levemente. Me marcho, tranquilamente, de vuelta a algún lugar barato donde poder dormir e iniciar el viaje a las tierras de los Truil.

De camino a algún hostal de mala muerte me cruzo con Fawkes, mi desdicha mágica. 

Supongo que lo habrás oído todo, ¿verdad? - Digo, sin siquiera mirarle. 

Avanzando una zancada adelante, el Dindavará descargó un golpe de arriba abajo contra el asesino que acababa de herir al joven mago...

Tras el último giro de la danza, Alex apuntó con la mano a su asaltante. El fuego que ardía en su interior, canalizado por los sutiles movimientos del baile, salió despedido hacia el asesino, golpeándole de lleno en el pecho.

Acosado por ambos lados, el asesino que atacaba al hechicero hace gala de su entrenamiento para mantener su atención fija en el objetivo. Ignorando el rayo de fuego y el ataque del guerrero, continua con sus movimientos, tratando de esquivar la espada del dindavara mientras intenta clavar su daga en Alex.

Sin embargo, su movimiento es demasiado lento. El rayo de fuego convocado por el danzante de fuego le alcanza en el pecho, haciendo arder su túnica y rompiendo su concentración. Al instante siguiente, la afilada dinda del extranjero atraviesa su torso en llamas atravesando limpiamente costilla y pulmón en un fluido tajo.

El otro asesino se levanta del suelo. Ignorando la muerte de su compañero mira alternativamente a sus dos oponentes. Una daga sale despedida hacia el joven hechicero al instante siguiente, dejando claro que el objetivo de la misión es acabar con él a cualquier precio.

La hoja del asesino se clava nuevamente en el brazo herido de Alex, que se encoje de dolor antes de arrancársela con la otra mano.

El gato camina a tu lado, tras frotar su lomo contra tu pierna.

- No he escuchado nada, Areth. Alder me pone muy nervioso y no me gusta fisgar cuando él está cerca. Algo me dice que puede sentirme y eso no me gusta... - Te fijas en que el pelo de su lomo se eriza mientras habla del gigantón tatuado.

- Sin embargo he sentido la ira en ti. Nuestro vínculo telepático no me permite leer tus pensamientos salvo que quieras proyectarlos hacia mi, pero soy capaz de percibir tus sentimientos más fuertes. ¿Qué ha ocurrido?

El resplandor del fuego mágico llena la habitación, junto con la sangre derramada y el gorgoteo del asesino, pero el otro encapuchado no se deja intimidar por la suerte de su compañero. Sus ojos están fijos en el joven mago.

Yi Fan avanza otro paso, colocándose ante Alex, pero un segundo tarde. La daga ha acertado al chico que se encoje de dolor.

Entrecerrando los ojos, el Dindavara desata sobre el asesino el filo de su hoja, para cobrarse su vida de un sólo corte.

Yi Fan frunce el ceño y ataca al asesino restante. Sujetando su dinda con ambas manos, su golpe es tan veloz que la hoja prácticamente se vuelve invisible a la vista. Se escucha un leve crujido cuando el filo alcanza el cuello de su oponente y la cabeza del asesino se separa limpiamente del cuerpo, girando en el aire mientras el guerrero finaliza su movimiento de ataque.

Alex respira profundamente, apoyándose en el dintel de la puerta que da a la pequeña sala de estar mientras se sujeta el brazo derecho con su mano izquierda. La habitación parece el escenario de una batalla, con sangre por todos lados y los cadáveres de los asesinos en el suelo, uno de ellos aún ardiendo y el otro decapitado junto a la cama.

La sangre se escurre totalmente por la hoja al finalizar su mortal ataque, de manera que ni una sola gota permanece sobre ella, y Yi Fan puede envainar de nuevo el Filo de su Corazón, limpio e inmaculado, en su vaina.
Ojala fuera tan sencillo limpiar el resto. El dormitorio se ha convertido en un matadero, apestando a muerte y humo, y los dos supervivientes están cubiertos en sangre y sudor.

El Dindavara se vuelve hacia Alex, examinando sus heridas. Musita un agradecimiento a la Madre-Corazón. No son graves, pero deben tratarse. El chico es pequeño, delgado y frágil. No debe permitir que pierda más sangre.
Tenemos que salir de aquí. Sentencia Yi Fan, tirando por encima del asesino ardiendo una de las mantas, lo que apaga el fuego. Sígueme escaleras abajo.

Abriendo la puerta, con el joven hechicero a las espaldas, ambos descienden hasta la sala común, todavía vacía.
¿Y ahora? Deben irse, sí. El Cerro del Oro no es un lugar seguro, pero antes debe al menos vendar sus heridas.
¿Y después? ¿Dónde ir? ¿A su nueva casa en los Barrios Medios? No, no puede pensar en ella como un refugio seguro.

Asceltis... Si pudiese hablar con ella... ¿Y Areth? ¿Dónde está el guerrero ahora que lo necesita?
¿Cómo esperan que cuide de un chico si Yi Fan no es capaz de cuidar ni de si mismo?

Me ha ofrecido lo mismo que Asceltis por darle una información un poco antes que a ella...-Miro a los dos lados, simulando cierta tranquilidad.- Acepté, en parte, me ha dado algo de dinero y prometido lo mismo que ella. Empiezo a pensar que ninguno de ellos lo puede conseguir. Lo que si tengo claro es que seguro que a Asceltis no le haría gracia saber eso de su hombre de confianza... Aunque quién soy yo para decirlo. Bueno, tengo esa cierta seguridad de poder controlar a esa mole, pero lo de imbécil no se lo quita nadie. Y no tiene problemas en ensartarnos, seguro.

Decidí probar suerte, al fin y al cabo no me inspira más confianza que Asceltis... Vaya mierda, ¡Empiezo a acumular deudas cuando en teoría eran ellos quienes me necesitaban a mi! O eso creo...

Meneo la cabeza, contrariado, y añado:
Si todo fuese tan fácil como ensartar algo, matar al guardián y salir de ahí...