Partida Rol por web

Anguy baja el arco. Con su visión ensombrecida sabe que las probabilidades de acertar a alguno de los murciélagos son casi las mismas que de alcanzaros a vosotros disparando a ciegas. Con paso inseguro, intenta torpemente echarse hacia atrás para evitar los ataques del murciélago venenoso.

Henry sigue sonriendo, pero parece decidir que ya ha jugado demasiado. Girando sobre si mismo, lanza una certera patada al murciélago, despreocupándose por evitar el ataque del mismo. El schenvemlig parece tratar de aprovechar el momento y se lanza a morderle, pero la bota del uld le alcanza en el momento que abre la boca. Los finos colmillos, acostumbrados a perforar las densas pieles de los animales de los yermos se parten por el impacto y el murciélago cae al suelo con sus huesos rotos.

Buen tiro, Martha- Le guiño un ojo mientras avanzo a una velocidad más que considerable para un tipo de metro noventa con una armadura poco menos que pesada. El mandoble es un arma pesada, difícil de manejar, pero perfecta para mellar armaduras, hacer retroceder a enemigos y desarmar. Completamente indeseable para atacar huidizas ratas voladoras.

El entrenamiento de Jakko había afinado mis tajos, pero mi innato sentido de la brutalidad en combate no resultó muy conveniente, y el filo del mandoble aterrizó pesadamente en el suelo.

Anguy retrocede para evitar el ataque en picado del schemvemlig. A tan corta distancia su arco se torna completamente inútil y apenas puede distinguir desde dónde se le echa encima la alimaña, tan sólo ese escalofriante aleteo.

¡Abajo! Escucha de pronto el explorador. Es la voz de Yi Fan. Sin pensarlo, Anguy cae sobre sus rodillas mientras un silbido surca el aire por encima de su cabeza, oyéndose de pronto un grito animal, muy agudo, y el aleteo se interrumpe bruscamente.

Lo siguiente que sabe el explorador es que el guerrero Dindavara le ayuda a ponerse en pie e inmediatamente ambos se colocan espalda contra espalda, preparados para un nuevo ataque...

Mis movimientos se hacen cada vez más veloces, danzo y salto en medio de la batalla esquivando los ataques y los pequeños combates personales, con los sentidos puestos en el baile aguanto el mordisco del murcielago sin dejar de dibujar los intrincados pases que me hacen aunar las fuerzas mágicas para relizar mi magia, en mi mente imagino las lineas como se entrelazan en el suelo y atrapan la energía del fuego, hasta completar con un giro triple sobre mi mísmo y abrir los brazos con fuerzas cayendo sobre una rodilla.

Entonces mi cuerpo estalla en llamas con una onda de calor perceptible y poderosas llamas naranjas lamen todo mi cuerpo, iluminando una amplia zona con la fuerza de la magia. Me permito una mirada desafiante a los murcielagos que quedan.

-FUERA- les ordeno.

Henry sonríe a Areth cuando el guerrero golpea el lugar en el que estaba el schenvemlig unas décimas de segundo antes. Sus miradas se cruzan y por un momento parece que saltan chispas entre ellos. Yi Fan acaba con el murciélago que atacaba a Anguy y la flecha de Martha derriba a otro mientras se daba a la fuga.

El schenvemlig restante se lanza sobre Alex, sólo para encontrarse al joven hechicero envuelto en llamas. El brillo del fuego le habría espantado lo suficiente como para espantarle, pero ya estaba demasiado cerca. Un olor a quemado llena el aire cuando el último de los asaltantes cae al suelo.

Miráis a vuestro alrededor, buscando algún enemigo más, pero todos los murciélagos han caído. Exhaláis un suspiro de alivio mientras envaináis vuestras armas tomándoos un respiro.

Martha se apoya en su arco, frotándose los ojos.

- ¿Así que ese es tu baile? - le pregunta a Alex. - Nos habría venido bien al principio para ahuyentarles por el fuego... Sin embargo, me temo que si alguien no ha sentido la explosión de magia, habrá visto esa llamarada desde varios kilómetros.

La luz que desprende el hechicero contrasta con la noche de los Yermos y Alex se precipita a disipar su conjuro para apagar el fuego. Demasiado tarde. Confirmando los augurios de la exploradora, un aullido resuena en la lejanía, que no tarda en recibir su respuesta en otra dirección.

- ¡Maldita sea! - exclama Martha, mirándose la mano y parpadeando rápidamente. - Creí que no me había hecho efecto, pero el veneno de los schenvemlig me está afectando. - Se vuelve hacia Yi Fan y sus movimientos parecen un poco menos seguros de lo que es habitual. - Tendremos la visión borrosa durante uno o dos días - explica. "¡Perfecto! ¡Es perfecto! No sólo les decimos dónde estamos sino que ni siquiera vamos a ser capaces de verles llegar...".

Guardo con un gesto tosco la espada; el óxido de la vaina empezaba a atascarla al fina Un día tengo que limpiarla... Está hecha un asco . Sonrío a Henry, imitando su expresión -Siempre he dicho que las damas primero. 

Adquiero una expresión más seria, y sin dudarlo digo:

-Fawkes, vigila el horizonte, Henry, carga con Yi Fan. Yo guiaré a martha y a Alex a un lugar seguro. Cuando se agrave cargaré con ellos. Si realmente ese veneno les está afectando pronto nos necesitarán. Debemos buscar refugio y prepararnos, porque si algo es seguro es que nos encontrarán. ¿Alguien sabe que les puede afectar a esos truil? Me encojo de hombros mientras empiezo a guiar a mis compañeros a algún lugar seguro -Y el primero que diga "una espada" lo dejo aquí tirado. 

Mi espectacular hechizo apenas ha sido efectivo, si bien es verdad los más cercanos estaban derrotados auizas había más en la oscuridad que se han ido espantados de mi poder. Cuando la magia me fluye me siento seguro y capaz y me dura un rato incluso cuando dejo de canalizar. Le hablo a martha con un tono empalagoso.

- Lo hize porque no sabía el rumbo que iba a tomar el combate, sabía que estas criaturas le tenían miedo al fuego- me miro la herida- esto me está escociendo, si vienen más enemigos que vengan, los derrotaré a todos. Sólo tengo que aprender a bailar más rapido.

En cualquier otra circustancia habría sido un chiste, pero la verdad es que me lo creo.

Me dirigo hacia Yi-Fan, no creo que la haya gustado demaasiado la palabra "cargar" y tampoco pienso admitir que no veo demasiado bien, seguro que el fuego ha restado gran parte del efecto y apenas me hará nada...

- Amigo, caminaré justo delante de tí, chasquearé la lengua si hay algún obstaculo para que estes atento- ayudarle más sería un insulto para él.

¡No necesito ayuda!

La brusca réplica de Yi Fan mientras se aparta de Alex llama la atención de todo el grupo. El Dindavara se queda entonces quieto, apartando la mirada a un lado. Unos segundos después y ya con voz más calmada, susurra: Estoy bien. Ayuda a Anguy.

Yi Fan suelta de su faja la vaina de su hoja y la apoya en el suelo ante él a modo de bastón, para ayudarle a tantear el terreno frente a él.
El guerrero tiene razón, debemos alejarnos y buscar refugio. Ya.

Así pues, se ponen en marcha, con los aullidos de fondo como recordatorio de lo que les espera. El Dindavara va de los últimos, con su oscura mirada clavada todavía en la espalda del joven. Todavía no sabe si está más enfadado con Alex por haber ignorado su consejo de no usar la magia o consigo mismo por el hecho de lo fácil que le había resultado estos últimos días olvidar lo que de verdad es el chico: un maldito hechicero.

Cuando lo ha visto inflamarse en llamas y ha sentido la oleada de poder mágico surgiendo de su menudo cuerpo, el miedo le ha recorrido el espinazo. Miedo.
Dindakuan lo maldiga. Yi Fan siente que se está volviendo ciego... y es algo que no tiene nada que ver con el veneno de los schemvemlig...

Eres un cabrón de hierro dindavara, Yi-fan. - Sonrío, parece que el siniestro optimismo de Henry me había inspirado. En el fondo necesitaba esto... Peligro, sudor, sangre, dientes rotos.

Miro a Vangrant, y hago un pequeño gesto con el hombro, quitándole algo de importancia -Si en el fondo somos iguales... Venga, en marcha.

Cojo a Martha de un brazo y intento conducirla por el pedregoso camino a buen ritmo- Casi me podría poner romántico. Ella y yo paseando bajo la luz de la mortal luna truil, con el señor Vangrant como velas...

Doy un paso atrás ante la respuesta tan adrupta, sólo le había dicho que andaría un poco más cerca de él. Frunzo el ceño dolido. Me doy la vuelta y empiezo a caminar detras de Areth. Miro hacia la lejanía hacia donde se oye los aullidos, la cosa se pone fea a pasos rapidamente y al final, estaré sólo. El subidón de adrenalina del hechizo se va apagando y me deja lleno de dudas.

Soy hechicero, si hay combate, hago magia. ¿Que se esperaban? es lo mejor que hago-refunfuño- el miedo a fallar la misión ha puesto en más riesgo a la misión. Nunca hago nada bien.

Le doy una patada a una piedra pequeña. AY.

Camináis durante un rato, subiendo por las colinas. Los dos exploradores siguen abriendo el camino, acompañados cada uno por Areth y Henry. Sin embargo, su paso es menos confiado que antes por lo que avanzáis más lentamente.

Alex, dolido, se separa de Yi Fan. El dindavara es demasiado orgulloso para aceptar ayuda y se sirve de la saya de su arma como bastón para seguir avanzando. Pese a tropezar un par de veces y estar a punto de caer, se las apaña para no ralentizar demasiado el ritmo.

Los aullidos de los lobos se escuchan cada vez más cerca cuando al fin encontráis una cueva donde refugiaros. Henry se separa de Anguy y se adelanta un poco. Entra en la cueva antes de que llegue el resto del grupo. Cuando os acercáis más, vuelve a aparecer en la entrada y os hace un gesto para que paséis.

- Es segura. - Informa mientras os adentráis en la montaña. - Sólo nos faltaba tratar de refugiarnos en la guarida de un oso. - Añade sonriendo.

Dejáis las mochilas a un lado y os sentáis. Henry se acerca a la boca de la cueva y se queda allí, vigilando el exterior. Serbal gimotea junto a Anguy, intuyendo que algo no va bien.

- Estamos bien jodidos - dice finalmente Martha. Los lobos no tardarán en seguir nuestro rastro hasta aquí y se dice que los Truil de esta región son capaces de hablar con esos animales.

Con la espalda recta apoyada en la pared de la cueva, Yi Fan se mantiene de rodillas con la Dinda envainada sobre las rodillas. Mantiene los ojos cerrados y se concentra en escuchar los sonidos a su alrededor.
Su visión está mucho peor de lo que jamás llegaría a reconocer. Prácticamente está ciego, y lo que es peor, no puede hacer otra cosa que esperar. Esperar la muerte tal vez...

Si es así la aceptará sin más. Pero será en sus propios terminos. El Dindavara no piensa terminar su vida siendo degollado por una manada de lobos. Antes... buscará una salida más honorable...

Descansad - Dije, frotándome la cara con la mano Os vendrá bien si realmente entran. Henry yo vigilaremos la entrada Saco un pequeño paño y aprovecho para limpiar la sangre del espadón y guardarla Quién sabe... puede ser útil si tienen veneno en la sangre. Aunque la verdad, no tengo ni idea de cómo es un murciég...murciel... un bicho volador de esos por dentro.

De todas formas, tenemos una ventaja. Sólo pueden venir por un lado, sin sorpresas. Nosotros tenemos la iniciativa desde la distancia. 

Henry observa el exterior de la cueva, apartando la mirada de la oscuridad de la noche sólo para echar un vistazo a Areth cuando se coloca a su lado. Durante unos tensos minutos escucháis cómo los aullidos de los lobos se acercan cada vez más. Luego desaparecen.

- Son listos - dice Henry. - Demasiado.

Se levanta y se apoya en una piedra. En la distancia, dos ojos reflejan la luz de la luna durante un instante. A penas se escucha un leve chasquido antes de que desaparezcan una vez más en la noche.

- Parece que no tienen intención de atacar. Al menos todavía no. - Dice dirigiéndose al interior de la cueva. - Tal vez esperen a que alguno de nosotros caiga por el camino, - dirige la mirada hacia Yi Fan, pero el guerrero dindavara no puede ver su gesto para contestarle. - Pero estamos en verano y no tienen hambre, así que de momento no necesitan atacarnos.

Se acerca a su mochila y saca de ella unas raíces que empieza a mascar, reflexionando.

- O tal vez se contentan con mantenernos vigilados. Observarnos y comunicar a los truil todo lo que hagamos... - Anguy asiente en silenciosa respuesta a las palabras de su compañero y, pese a que Martha no dice nada, su gesto parece mostrar que también está de acuerdo. - Se acabó el plan de pillar por sorpresa a los truil. Si sus lobos están aquí, los Cazadores de la Noche conocerán todos y cada uno de nuestros movimientos.

Yi Fan escucha en silencio la conversación, y sus pensamientos se tornan más oscuros si cabe. Ahora parece que sobrevivirán las próximas horas, o quizás los próximos días ya que los lobos no tienen prisa por atacar. Y ahora es cuando tiene que comenzar a afrontar algo que jamás hubiese imaginado: que se ha convertido en un lastre para el grupo.

Tal vez esperen a que alguno de nosotros caiga por el camino, - dirige la mirada hacia Yi Fan, pero el guerrero dindavara no puede ver su gesto para contestarle.

Y aunque no es capaz de verle, las palabras de Henry se le clavan muy dentro. El Asesino se ha dado cuenta de que Yi Fan es el eslabón débil...

Martha resopla y le da una patada a una piedra.

- Por mucho que me joda reconocerlo, tiene razón - dice con tono de fastidio. - No podemos contar con pillar desprevenidos a los Truil por esta región. Ya no. Los malditos murciélagos han mordido a cuatro de nosotros, por lo que nuestra visión estará uno o dos días borrosa, y eso nos ralentizará aún más...

Se vuelve hacia Alex, con movimientos algo más inseguros de lo habitual, pues está ligeramente desorientada por el efecto del veneno de los schenvemlig.

- Alex, los Truil con los que os enfrentasteis, ¿de qué tribu eran? Si pertenecían a los Cazadores de la Noche, estamos perdidos, pero si eran Caras Azules tal vez tengamos alguna oportunidad de cumplir la misión. Las dos tribus no se llevan demasiado bien, así que puede que no se hagan llegar una información trivial como seis viajeros de Uldholm en sus tierras.

Finalmente se deja caer en el suelo, desanimada.

- Sea como sea, debemos tomar una decisión sobre lo que vamos a hacer. Esperamos hasta recuperarnos, continuamos con el plan o tratamos de desviarnos. ¿Qué creéis que sería mejor?