Partida Rol por web

El golpe de la amazona llega en el mismo momento en que el sudor hace que el pelo se pegue a tu frente, cortando en un solo tajo parte de la cabellera, piel y músculo. Notas cómo la hoja de la espada alcanza tu cráneo sin llegar a atravesar el hueso y acabar con tu vida.

Te separas, tambaleándote y ves que tu daga también alcanzó su objetivo, prácticamente al mismo tiempo que tú recibías el golpe. La mandíbula la de amazona sangra copiosamente por un corte que le llega hasta la oreja.

Martha golpea el torso de la mujer truil un momento después, pero, desarmada como está, el impacto a duras penas hace que la salvaje se inmute mientras se lanza de nuevo contra ti para tratar de terminar con tu vida.

Llegas con Anguy hasta el lugar donde sonó la señal de Alex. Tal y como habías imaginado, el chico está en problemas. Armado con la daga que el explorador le prestó antes de separaros, sangra copiosamente por la frente mientras se enfrenta a una amazona truil. La mujer también tiene un feo corte en la cara, pero el mayor alcance de su espada contra la daga del joven hechicero le da cierta ventaja. Junto a ellos, Martha, desarmada, trata de ayudar a Alex golpeando a la amazona.

- ¡Maldita sea! ¡Tenemos que ayudarle! - Exclama Anguy dejando caer a la prisionera inconsciente mientras descuelga el arco de su hombro.

¡A un lado! El Dindavara sorprende a todos apareciendo de súbito para ponerse delante del joven hechicero y enfrentarse a la amazona, liberando de su vaina su Dinda con un peligroso siseo metálico...

Los siguientes segundos son un auténtico pandemonium. La amazona herida se lanza salvajemente sobre Alex, tratando de golpearle nuevamente en la cabeza. El hechicero trata de echarse a un lado mientras Yi Fan trata de sobreponerse al dolor de su pierna herida y se lanza corriendo hacia el grupo.

El guerrero dindavara llega junto a Alex y descarga su poderosa hoja dinda sobre la amazona. El campo queda salpicado de sangre cuando la cabeza de la mujer se desprende de su cuerpo. Cerráis los ojos un instante para evitar que los fluidos os tapen la visión y, justo en ese momento, escucháis un chasquido cuando una de las flechas de Anguy se clava en el torso de la amazona.

Escucháis un golpe cuando el cuerpo de la amazona cae sin vida al suelo... y otro un instante después cuando Alex es incapaz de mantenerse sobre sus piernas. Pese a la velocidad de Yi Fan y a su relampagueante ataque a la mujer, el dindavara no pudo evitar que la espada de la amazona alcanzase nuevamente al hechicero. Inconsciente, Alex cae al suelo mientras su pulso se va haciendo cada vez más débil, con su vida escapándose por las heridas recibidas en su cabeza.

¡NO!

Sin molestarse en envainar de nuevo su espada Dinda, la deja caer a un lado para echarse al suelo junto a donde Alex ha caído. Una aguda punzada de dolor le recorre la herida de la pierna al hacerlo, pero Yi Fan aprieta los dientes y no le hace caso.

No ha sido lo suficientemente rápido. No lo ha sido. Ahora sólo puede sostener la cabeza del chico con una mano mientras que con la otra lo semiincorpora, llamándole por su nombre, mirándolo a los ojos a la espera de que recupere la consciencia, pero los ojos de Alex permanecen entrecerrados y su mirada perdida.

¡Vamos Alex! Le grita con un deje de desesperación. ¡No te dejes llevar! ¡Quédate con nosotros!

La sangre del joven hechicero empapa las manos del Dindavara que se siente impotente para hacer nada. Fue su idea. Su decisión. Separar a los miembros del grupo para cubrir más terreno y vigilar el campamento. Por esa razón Alex se encontraba sólo cuando se enfrentó a la amazona. Por esa razón el chico se le está muriendo entre los brazos.

¡Maldita sea! Ruge a los dos exploradores mientras deposita con delicadeza a Alex sobre el terreno y comienza a desgarrarse la camisa de seda para usarla como vendajes en las heridas del chico.

¡Ayudadme!

Tengo la boca llena de sangre, por el rabillo del ojo ví la figura de Yi-Fan. Menos mal que ha llegado, pensé, él me sal... mi pensamientos se interrumpen al sentir que mi cabeza estalla hacia detrás, no me da tiempo de esquivar y la afilada hoja me impacta en la cabeza, pero no puedo acertar donde ha sido. Me desplomo en el suelo y empiezo a verlo todo rojo, uno de mis ojos parece que se apaga. En el otro veo a Yi arrodillado junto a mí, le oigo mover lo labios pero ningún sonido llega a mis oidos.

-Yi... ayudame...-hablo sin oirme, busco su mano para agarrarla- estoy muy lejos de casa... aquí no quiero morir...

Yi Fan sujeta la mano del chico con fuerza, que intenta decirle algo con sus labios ensangrentados. El Dindavara se acerca más para escucharle.

¿A casa? Asiente con la cabeza. Por supuesto que te llevaré a casa… aunque tenga que llevarte a cuestas todo el viaje de vuelta. Pero tienes que aguantar despierto, ¿me oyes Alex? Sigue hablándome y no te duermas, hazlo y te prometo que pronto estaremos de vuelta en casa… bebiendo esa asquerosa cerveza de Uldholm y riendonos de todo esto…

- ¡Mierda! - la voz casi os sorprende cuando Henry llega corriendo.

De un ágil salto, esquiva a Martha, casi paralizada por la impresión de ver a Alex caer moribundo. Anguy por su parte se queda más atrás, cargando sobre el hombro el cuerpo herido de la amazona que dejó caer para conseguir disparar a la atacante de Alex.

Rápidamente examina al hechicero y, casi por primera vez desde que lo conocéis, la sonrisa desaparece de su rostro.

- Estamos jodidos... - dice mirando al chico con atención. Rápidamente se desenrolla una venda de su mano y por un momento dirige la mirada hacia el campamento de las amazonas. Nerviosos como estáis os cuesta un instante más de lo habitual en daros cuenta de que no lo hace para comprobar que nadie se acerca, sino para avisaros de que lo hace.

Enrolla la venda alrededor de la cabeza de Alex con un gesto experto. - No hay tiempo... - dice con seriedad. - Esto conseguirá estabilizarle, pero no podemos irnos con los dos cuerpos... Tal vez ni siquiera consigamos escapar sólo con uno de ellos.

Deja a Alex con cuidado y mira a Yi Fan, esperando que el dindavara tome una decisión.

No vamos a abandonar al chico. Sentencia Yi Fan.

Por supuesto, sabe que al hacerlo, que al decidir no llevarse a la amazona en su lugar, están comprometiendo su misión, todo aquello por lo que han luchado y sufrido para llegar hasta aquí. Pero el Dindavara lo tiene absolutamente claro.
Simplemente, no hay otra opción.

Yi Fan se pone en pie y mira a los ojos a los otros. A Martha, Anguy y sobre todo a Henry, haciéndoles saber con su mirada que si dudan de su decisión, entonces tienen un problema con él y con su Dinda…

El hombre de confianza de Asceltis recupera su sonrisa.

- Tu mismo, dindavara, pero no te aseguro que el chico pueda salir de esta - dice agachándose nuevamente para levantar a Alex. - Ayúdame, no creo que tengamos mucho tiempo.

Mientras espera a que cojas al hechicero, se vuelve hacia el explorador.

- Anguy, acaba con ella. Será mejor no dejar testigos vivos y no podemos llevarnos a los dos...

Tu compañero te mira en silencio, como esperando confirmación por tu parte, lo que hace que Henry sonría más profundamente y te mire con gesto cínico.

- Lo que sea, pero vamonos de aquí - dice señalando hacia el campamento. Una nube de polvo empieza a levantarse en las proximidades. Tal y como Henry os había indicado antes, parece que un grupo de amazonas se prepara para salir en vuestra dirección, aunque está claro que esta posición no es visible desde el campamento.

Vamonos. Corrobora el Dindavara, pero no hace falta decirlo de nuevo. Las amazonas vienen de camino y si los encuentran será el fin de todos...

Henry observa cómo miras el cuerpo de la amazona a tus pies antes de salir corriendo.

- Déjalo. No hay tiempo y de alguna forma saben que estamos aquí...

Os alejáis del lugar a toda velocidad, cargando con el cuerpo inerte de Alex. No tardáis en escuchar cómo los cascos de unos caballos se acercan a vuestra posición y paran en la zona en la que os encontrabais hace un momento. Sin duda ya han localizado el cuerpo de la amazona, al menos uno de ellos y se han parado a investigar. Lo que al dindavara le había parecido inicialmente un error táctico, os da el suficiente tiempo como para buscar un lugar donde ocultaros.

Escucháis unos gritos secos en idioma truil, órdenes impartidas por la que parece la líder de la partida de las amazonas. El grupo de mujeres se separa y alguna de ellas descabalga para recoger el cuerpo de sus compañeras muertas mientras el resto sale nuevamente al galope en vuestra dirección.

Agotados por la carrera, pero con el suficiente resuello como para continuar un poco más, os lanzáis a una pequeña zanja del paisaje rocoso, esperando pasar desapercibidos.

Ahora mismo el mundo para mi es de color rojo y negro. Intento protestar ante la idea de llevarme. Sólo me quiero quedar ahí y descansar. No puedo articular palabra, no tengo fuerzas. De repente soy aupado muy lejos y muy alto y me desmayo.

Me estan llevando, alguien carga conmigo, intento dominar mi mente, he pasado muchas horas de disciplina. Tengo que centrarme, pero tengo ganas de vomitar y un ojo no se me abre. Noto como la sangre se me acumula en la boca y tengo que escupirla.

Me lanzan en mi tumba, eso parece, tengo tierra a ambos lados, las lágrimas inundan mi ojo abierto. No quiero morir, pensé que sería valiente pero no quiero morir. Me cuesta respirar y he tragado polvo y tierra. Intento incorporarme para salir pero no puedo, me apoyo en un codo y devilmente miro por encima de la zanja sin saber donde estoy. A mis lados están Yi-fan y Henry. Eso me tranquiliza, me dejo caer de espaldas otra vez.

Los pesados pasos de un caballo de batalla resuenan a vuestro lado. Podéis ver los cascos del corcel e incluso sentir el aliento del animal a poca distancia por encima de vuestras cabezas. Completamente en silencio, levantáis ligeramente la mirada para ver a su jinete. Una hermosa amazona de los Caras Azules observa el horizonte por encima de vuestras cabezas, sujetando una lanza en su brazo derecho. Por sus ropas, parece una caudillo de su tribu y el tono de voz con el que habla a sus compañeras lo confirma.

No entendéis las palabras, pero respiráis aliviados cuando los caballos se alejan de vosotros, dispersándose. 

Henry os mira con gesto de preocupación y no os cuesta entender por qué. El momento de mayor tensión ha pasado, pero ahora mismo estáis rodeados por un grupo de amazonas batiendo la zona en vuestra busca, alrededor de un campamento enemigo. No es una posición envidiable, sobre todo teniendo en cuenta que el estado de Alex sigue siendo crítico.

Yi Fan suelta lentamente el aire que ha estado reteniendo en sus pulmones por más de un minuto. El minuto en el que la muerte se ha detenido a su lado en la forma de una mujer a caballo.

Pone su mano sobre la frente del joven mago. Sinceramente no sabe si le hará algún bien a Alex, pero espera que al menos su contacto lo reconforte. Porque para el Dindavara la situación en la que se encuentran no le reconforta en absoluto. Están literalmente al borde del abismo. Un paso en falso y todo se habrá acabado.

Trata de mantener la sangre fría, de pensar con racionalidad, de arrinconar el miedo en el fondo de su corazón. Veamos… las amazonas han descubierto los cadáveres que ellos han dejado atrás, por lo que saben que hay intrusos en los alrededores. Lo que no saben aun es quienes ni cuántos son. Quizás hayan adivinado ya que al menos son dos personas,  debido a las dos víctimas que ha habido. Ahora iniciarán una batida en su busca y dado que van a caballo pueden recorrer mucho terreno en poco tiempo. Para ellos es justo al contrario: si abandonan este pequeño escondrijo no podrán moverse tan rápido, y llevando a cuestas a Alex todavía menos. Si salen de aquí ni siquiera podrán tomarse tiempo de borrar su rastro, y si alguna amazona lo encuentra no tardará en dar con ellos. Y si permanecen en este escondite… bueno, la suerte hasta ahora parece que ha conseguido que no les descubran, pero la suerte no es inagotable y sólo es cuestión de tiempo que alguna amazona los encuentre.

El Dindavara siempre se ha dicho a sí mismo que no tenía miedo a morir, que no le importaba, pero ahora mismo no, no quiere terminar así, atrapado en el suelo como una alimaña, y con sus compañeros asesinados junto a él. De una extraña manera se siente responsable de ellos y no desea llevárselos consigo a la tumba. Ojalá pudiese hacer algo, pero es que Yi Fan siente la desesperación en su interior como una enfermedad que le atenazara las tripas y que poco a poco se va abriendo paso a través de su garganta, pugnando por salir al exterior en forma de grito.

Con fuerza cierra la mano en un puño y lo descarga contra el suelo, sintiendo alivio en el dolor que le recorre la mano y los nudillos despellejados y sangrantes. Respira hondo y despeja la mente.

Hay que tomar una decisión.

Henry se levanta y te mira.

- Ten cuidado, no vaya a tener que curarte también esa mano... - dice recuperando su sonrisa.

Abre una bolsa que cuelga de su cinturón y saca un pequeño paquete envuelto con unas hojas. Se acerca a Alex y lo despliega, revelando una pasta que se queda pegada a las hojas. Con cuidado, la extiende sobre las heridas del joven hechicero.

- Tardará un rato en hacer efecto, pero podrás levantarte después. Un poco mareado, eso sí, al menos hasta que descanses en condiciones, pero así no tendremos que arrastrarte.

Mira la poca cantidad de pomada que queda y se gira hacia Yi Fan. Su sonrisa se acrecienta al ver cómo el guerrero empieza una negación.

- A penas puedes moverte, dindavara, así que si no quieres retrasarnos para salir de aquí, será mejor que te dejes curar esa pierna.

Retira los vendajes improvisados y extiende la pomada igualmente sobre la herida de lanza del guerrero. Cuando acaba mira con fastidio la hoja vacía. - Y con esto se acabaron los remedios de Alder. Más nos vale mantenernos enteros a partir de ahora... 

Se deja caer sobre una piedra y os mira.

- Tenemos que alejarnos de aquí, al menos unos días. Dado que nosotros cinco no podemos tomar ese campamento, sólo podemos atravesar el círculo de exploradoras que nos rodea ahora mismo. Tal vez podríamos atacar a una de ellas, pero eso llamaría la atención de las demás y jamás podríamos escapar de mujeres a caballo. ¡Maldita sea! ¿Cómo llegaron a localizaros? - pregunta mirando a Alex y Martha.

Mira a Yi Fan y asiente. - Sí, lo mejor sería crear una distracción para que los demás puedan escapar, pero ni siquiera eso nos asegura una vía libre... Y sería un suicidio...

Asiento ante las palabras de Henri, la cabeza me arde como mil demonios pero me muerdo el labio hasta hacerlo sangrar. Estamos en una situación horrible y todo por culpa mía, estoy casi seguro que han "olfateado" mi hechizo, porque se han movido con demasiada rapidez. Ahora están todos metidos en un aprieto.

Mi a Yi, este tonto no me dejará aquí, podré caminar pero poco más. Todo ha salido mal, primero en las tiendas, luego al intentar coger a la exploradora... Siento que esto se ha quedado demasiado grande para mí, y creo que mi camino acaba aquí.

- Yo...- empieza sin mucha convicción- yo creo que podría crear una gran distracción, sin mí tenéis posibilidades de salir de aquí, yo al ser un hechicero seguro que me capturan vivo...- no me lo creo ni yo- creo... que pueden rastrear la magia, algun objeto o algún hechizo.- me pongo serio- iros.

Miro significativamente a yi, aprieto la mandibula para parecer decidido. Creo que tendré fuerzas para un baile, un hechizo que haga envolverme en luz seré como un faro, que atraerá la atención y restará visión nocturna a todo el que se acerque.