Partida Rol por web

El sacerdote asiente y se vuelve hacia Fender, que se presenta de forma similar.

- Mi nombre es Fender e igualmente vengo por respuestas. - Te mira de lado. - Encontramos a estos hombres por el camino y les hemos acompañado hasta aquí, ya que conocemos bien esta región, pero nuestras consultas son de naturaleza diferente...

El hombre os mira de arriba a abajo y luego se gira hacia Fender. - Nos conocemos, Fender. Tus hombres cometieron el error de tratar de asaltarme una vez... Y pagaron por su error.

Da un salto, dejándose caer desde la roca en la que se había encaramado. El suelo retumba con el impacto de su pesado cuerpo.

- Ven conmigo - le dice a Fender adentrándose en su cueva.

Esperáis un rato en el exterior, preguntándoos qué pedirá el sacerdote a cambio de sus respuestas. Unos quince minutos más tarde, vuelven a salir. Joseph mantiene su mismo semblante serio, pero Fender frunce el ceño, pensativo.

- Es tu turno, Yi Fan, nativo de Dindavara - te llama el hombre. Cuando Areth y Henry se levantan para acompañarte, alza su mano indicándoles que se paren. - Sólo él...

Henry sonríe y te da el medallón para que sigas a Joseph al interior de la cueva. El lugar te sorprende, pues carece de muebles ni ningún tipo de comodidad salvo una hogera y las pieles de varios animales. Aún así parece estar diseñado sobre la propia roca, adaptándose perfectamente al terreno de forma que resulta extrañamente acogedor.

El sacerdote se sienta sobre una roca con forma de L, y en ese lugar tiene la apariencia de un rey que ocupa un antiguo trono de piedra. Con un gesto de cabeza, señala otra piedra próxima a él, estratégicamente colocada para mantener una conversación cómoda.

- Y bien, ¿cuáles son esas preguntas concretas que quieres plantearme?

Tomando asiento sobre la roca, Yi Fan queda sorprendido por su inesperada calidez y comodidad, y agradece con un gesto la hospitalidad del sacerdote. Pero éste le ha hecho una pregunta, y el Dindavara no piensa divagar sobre el asunto que les ha traído hasta aquí, por lo que saca del interior de su camisa el trapo en el que envuelve el medallón y lo deja al descubierto frente a Joseph, al alcance de su mano.

Lo encontramos en manos de una líder amazona de la tribu de los Caras Azules. Dice sin rodeos. Sabemos de los efectos que causa sobre la magia de los hechiceros. Continúa. Pero lo que no sabemos es su procedencia, quién puede haberlo creado.

La mirada de Yi Fan va del medallón al sacerdote del Hueso de Hierro. Y lo que tampoco sabemos es si se trata de una reliquia antigua o de un artefacto recientemente creado…

El Dindavara opina que es mejor no tratar de ocultar información a un sabio, ya que si te descubre haciéndolo, perderás su favor y su respeto. Así que espera a lo que tenga que decir, escuchando con atención, porque sus respuestas bien podrían decidir el curso de una guerra…

El hombre se estira para coger el medallón y lo observa atentamente. Su pétreo rostro no consigue evitar un gesto de sorpresa al observarlo y, al cabo de unos segundos hace amago de dejarlo otra vez en la mesa, como si le quemara. El movimiento es tan solo un gesto pero, como duelista que eres, acostumbrado a interpretar la tensión de los músculos de tu oponente, no te pasa desapercibido.

Inspira con fuerza, sigue observando el medallón un rato más.

- Interesante, sin duda... - dice finalmente. - Es una obra de arte, y puedo asegurarte que no se ha fabricado en los últimos 100 años. La gema del centro es una creación de los truil... - explica señalando la piedra que brilla con un intenso tono marrón. - La conocen como rebma, que traducido al Uld significaría algo así como "ámbar muerto". El conocimiento sobre cómo encantar el ámbar para producirlo se perdió con la caída de la mítica capital de un supuesto imperio Truil... - te mira, pues pocos conocen en realidad la historia de las tribus bárbaras de los Yermos. - Eso, por supuesto, no implica que alguien haya podido descubrirlo nuevamente.

Gira el medallón en sus manos y señala el metal que engarza la gema.

- Este metal no es muy diferente al que llevas en la dinda que portas en tu cadera. - Te tensas sin poder evitarlo. El secreto de cómo se fabrican vuestras mejores espadas es uno de los mejores guardados en Dindavara. ¿Acaso éste hombre conoce cómo se alea el acero usado para forjarlas? - Aunque, si no me equivoco, lo que requiere el artefacto son unas determinadas propiedades magnéticas del metal. El resto de sus características puede ser modificado por estas runas...

Te mira fijamente con el ceño fruncido, sin soltar el medallón.

- Exactamente, ¿cómo y dónde encontrasteis este objeto? Dices que conocéis sus efectos, ¿cuáles son? ¿Sabéis cómo funciona?

Yi Fan frunce el ceño a su vez mientras escucha las palabras del sacerdote, reteniendo hasta el último detalle de lo que le dice aunque no sea capaz de comprenderlo en su totalidad, ¿rebma?, ¿antigua capital de un imperio Truil?, ¿propiedades magnéticas?

Pero sin duda no se trata de ningún charlatán. Este hombre sabe de lo que habla. Así que cuando le pide más detalles, aunque la desconfianza natural de Yi le cause reservas, decide contarle la historia completa, decide ponerse en las manos de Jakko, que, al fin y al cabo, debe confiar en Joseph si les ha mandado hasta aquí.

El medallón estaba en posesión de una guerrera amazona de la tribu de los Caras Azules. Contesta el Dindavara. De una líder entre los suyos, sin duda.

Yi Fan hace una pausa. Rememorar la muerte de Alex todavía le causa angustia. Luchamos... y ella murió. Encontramos entre sus pertenencias este objeto... que usó para anular la magia de un hechicero Uld del fuego que nos acompañaba...

El Dindavara mueve la cabeza.

No sé cómo esa mujer lo hacía funcionar...

El hombre aprieta la mandíbula cuando escucha tus palabras.

- Hatysa... - susurra. - Conocí a esa mujer. Una salvaje impetuosa, sin duda, pero al menos se preocupaba por la tierra que pisaba. ¡No como los malditos danzallamas! Si este medallón sirviese para acabar con esa maldita hechicería, yo mismo lo llevaría a su escuela y se lo haría tragar a sus maestros.

Te sorprende su reacción y estás a punto de llevar tu mano a la empuñadura de tu espada cuando se levanta bruscamente. Sin embargo, empieza a caminar de un lado a otro, con sus pesados pasos retumbando por toda la caverna.

- Sin embargo, sus propiedades van más allá de eso. El rebma era utilizado para detectar la magia, pues brilla y altera su color en presencia de diferentes conjuros... Ahora es marrón, puesto que estoy yo cerca, pero estaría rojo cerca de tu compañero - escupe la palabra, con odio evidente hacia los hechiceros de fuego - y azul con un lenguatormentas.

Coge el medallón y lo observa atentamente.

- Por lo que sé, los truil estaban utilizando este objeto para anular la magia de los hechiceros Ulds. Es un objeto antiguo, así que puedes estar tranquilo, pues no lo han fabricado recientemente. Si poseen más de estos medallones o no, lo desconozco. - Con gesto precavido, coloca el medallón sobre uno de sus tatuajes. El rebma de su interior brilla más intensamente, pero nada ocurre. - Desconozco cómo funciona y me temo que tendré que hacer unas pruebas para averiguarlo, pues esas runas son complicadas de interpretar.

A Yi Fan, Joseph le recuerda a un severo maestro que tuvo de niño. El mismo que tantas veces golpeó dolorosamente la punta de sus dedos con una vara cuando no atendía en clase. Lo que sucedía contínuamente, ya que el chico que fue sólo pensaba en jugar, en practicar con su espada de bambú bajo el cielo abierto y olvidar las clases y las tediosas lecciones.

¡Yi Fan Meiren! Recuerda oirle gritar con esa voz que se asemejaba a un trueno. ¡Nunca llegarás a nada si no te concentras! ¡Serás la vergüenza de tu familia, y mi fracaso como maestro!

Un súbito sentimiento de nostalgia invade al Dindavara. Al final la vergüenza cayó sobre su nombre, su clan, sus colores, pero por causas muy distintas... Pero no olvida las palabras de ese tutor y se esfuerza en atender y recordar lo que Joseph le explica. Y sin darse cuenta, se coloca muy erguido, como cuando asistía a clase de niño, y un hormigueo le recorre la punta de los dedos...

Lo que el sacerdote ermitaño dice cala hondo en Yi Fan. Experimenta cierto alivio cuando le es revelado que el medallón es una reliquia. Esto significa que los Truil poseen algunos de estos artefactos, pero no pueden fabricarlos en grandes cantidades, lo cual les daría una ventaja decisiva contra los Ulds, que no serían capaces de detenerlos al quedar anulados sus magos. ¿Pero, por qué siente alivio? ¿Qué le importan a él los Ulds? Quizás algunos Ulds le importan más de lo que es capaz de reconocerse a sí mismo...

De pronto, el brillo de la piedra del medallón le recuerda algo.

Busca en el interior de su camisa y extrae un pequeño paquete de piel. Lo desenvuelve con destreza y muestra su contenido al sacerdote Ironbone. Se trata de otra piedra rebma. Ahora su color es marrón.

La encontré en poder de otra amazona Truil. De menor rango que esa mujer, Hatysa. Explica a Joseph mientras en su mente comienzan a encajar las piezas. Es como si... los que poseyeran esta piedra la usasen para detectar a los hechiceros enemigos... para después ser anulados por aquellos que posean los medallones...

Joseph te mira, no completamente convencido.

- El propio medallón puede servir para detectar la magia - te recuerda. - Aunque ciertamente tiene un alcance limitado. Si equipasen con rebma a sus exploradores, podrían detectar más fácilmente a los hechiceros Ulds. Claro, que un ejército de Uldholm arrasa todo lo que queda a su paso - dice con rencor. - Ni siquiera sus propias tierras de cultivo están seguras ante la avaricia de sus soldados - sabes que Areth estaría completamente de acuerdo con este hombre. - No es tan difícil de localizar... Por otro lado, el rebma es un material extraño y difícil de  conseguir. Si la mujer truil levaba más, estoy bastante seguro de que lo había conseguido para buscar la forma de fabricar otro medallón.

Observa nuevamente el objeto.

- ¿Hay en vuestro grupo alguien capaz de lanzar magia? Aunque sea un hechizo sencillo para limpiar la ropa, me podría valer - te pregunta finalmente. - Debemos descubrir cómo funciona este medallón pero, si como dices es capaz de anular la magia, no estoy dispuesto a arriesgarme a perder mis poderes utilizándolo.

Frunce un momento el ceño, como si se hubiera acordado de algo, pero niega con la cabeza desechando la idea.

Había... Yi Fan nota como se le seca la garganta. Teníamos con nosotros un danzante de las llamas. Murió enfrentándose con Hatyssa...

Mira directamente al sacerdote. Y pude ver con mis propios ojos como sus llamas se extinguían ante el poder del medallón...

El Dindavara enmudece, y entonces piensa que quizás Henry posea entre sus habilidades la capacidad de realizar algún tipo de magia simple. Se recuerda a sí mismo preguntárselo en cuanto lo vea.

El sacerdote asiente cuando hablas de la muerte de Alex, pero no parece indicar el más mínimo signo de empatía o tristeza. Para los seguidores del culto de los Huesos de Hierro, la muerte es un paso más y, una vez enterrados, los cuerpos fallecidos regresan a Heluso, uniéndose así con su dios.

- Necesitaré estudiar este objeto un poco más... - te dice al cabo de unos momentos. Deja el medallón en una roca y se levanta para coger unas pieles del suelo. Las extiende junto al medallón y se vuelve para atizar la hoguera con uno leño. Cuando queda conforme, extrae el tizón, dejándolo a un lado para que se enfríe la punta.

- Puedes esperarme fuera. - Señala la entrada de la cueva por la que llegaste, invitándote a dejarle a solas. Por un momento, te planteas si es buena idea dejar el medallón en manos de un completo desconocido. - Si no me equivoco, el hombre con quien os encontrásteis en el camino conocerá algún tipo de magia. Si te das prisa, puede que aún no haya partido y puedas pedirle que te haga el favor de colaborar ayudarnos a descubrir el funcionamiento de este objeto...

Coge el tizón y, con su punta ennegrecida, empieza a copiar sobre la piel las runas inscritas en el medallón mientras recita unas palabras en un idioma que desconoces.

Levantándose de su asiento en la roca, el Dindavara asiente mientras retrocede hacia la entrada de la cueva, dejando al sacerdote realizando una especie de ritual.

Como siempre, y a pesar de todo lo vivido en los últimos tiempos, Yi Fan siente un rechazo natural hacia la magia. No es extraño, a fin de cuentas numerosas cicatrices en su cuerpo atestiguan que no se lleva bien con la hechicería. Un escalofrío recorre su espalda mientras lanza un último vistazo a Joseph y después desaparece en la oscuridad, camino de la salida de la caverna.

Si no me equivoco, el hombre con quien os encontrásteis en el camino conocerá algún tipo de magia.

¿Se refiere a Fender? Yi Fan no lo habría imaginado nunca, pero si lo dice el sabio será por algo...

A medida que sale de nuevo al exterior, busca con la mirada al hombre, esperando que todavía partido junto con sus acompañantes.

El sol deslumbra a Yi Fan por un momento, que no se había dado cuenta de lo oscura que estaba la cueva hasta que salió al exterior. Busca rápidamente al grupo de Fender y les ve sentados hablando con Areth. Henry está separado unos cuantos metros, pendiente de la cueva donde entraron Joseph y el dindavara. En cuanto ve a Yi Fan le saluda con un gesto de cabeza, pero funce el ceño tras observarle más detenidamente.

- ¿Dónde está el medallón? - pregunta en un susurro acercándose al lado del guerrero.

Cuando Yi Fan le indica que Joseph se lo ha quedado para estudiarlo más a fondo, niega con la cabeza y se sienta aún más cerca de la entrada de la cueva.

Yi Fan se acerca al grupo de Areth y Fender. La expresión de enfado con la que el último salió de la cueva de Joseph se ha relajado un poco, sin duda gracias a la conversación con el luchador Uld.

- ...La mejor forma de acabar con un hechicero es dándole un buen tajo en la cabeza... ¡Con un hechicero y cualquier otro, claro! - bromea Areth.

Yi Fan consigue que no se le note el amago de sonrisa al contemplar el enfado del asesino, pero ver desaparecer del rostro de Henry su sempiterna sonrisa es algo que causa cierto placer culpable al nativo de Dindavara.

Pero un asunto más importante le reclama ahora. Llega hasta Areth y Fender cuando el guerrero Uld termina su jocoso comentario, y apoya su mano en su hombro.

Disculpe a mi camarada. Saluda Yi Fan tras lanzar una mirada significativa hacia Areth. Es tan sutil como un hacha de doble filo. Nunca se aburrirá conversando con él…

Por lo que veo, preparan su partida. Continúa, dirigiéndose hacia Fender. Pero antes de hacerlo me gustaría pedirle respetuosamente su ayuda en un asunto… en el asunto que nos ha traído hasta aquí…

Pero para ser capaz de ayudarme, de hacerme este favor, necesito saber si está versado en algún aspecto de las artes mágicas.

Y si lo es, si Fender es capaz de realizar magia, ha tenido que escuchar ahora mismo cómo Areth le hablaba sobre cómo asesinar magos… Yi Fan se recuerda a sí mismo que debe dar ciertas lecciones de diplomacia al guerrero Uld.

Eso, o cortarle la maldita lengua.

Fender te mira con una sonrisa.

- ¿Disculparle? No, en absoluto... - dice animado por la conversación con Areth. - Estábamos debatiendo la mejor forma de acabar con un hechicero y su amigo tiene ideas interesantes - su gesto deja a entender que no va a terminar la frase, pero el "aunque un tanto primitivas" resuena en vuestras cabezas como si hubiera sido pronunciado.

Frunce ligeramente el ceño cuando solicitas su ayuda, recuperando en semblante serio. Te escucha atentamente e inclina la cabeza hacia un lado, dubitativo.

- Depende de lo que entienda por "versado" - contesta finalmente. - No soy ningún hechicero, ni puedo realizar ninguna proeza mágica. Sin embargo, sí conozco algunos trucos menores que pueden resultar útiles llegado el caso. Magia menor, que ni siquiera requiere una sintonización con una escuela. ¿Le puede servir eso? - pregunta finalmente.

Por lo que te dijo Joseph, podría encajar perfectamente. Sin embargo, algo en la mirada de Fender te da la impresión de que este favor no va a ser gratuíto.

Sin duda servirá para la prueba que quiero realizar. Responde el Dindavara rápidamente. Pero para ello debemos volver con el sacerdote.

Yi Fan le hace un gesto de invitación para que Fender le acompañe de nuevo al interior de la caverna. Si no le importa…

Al pasar al interior, ve interrogantes en los ojos de sus compañeros. Sus dudas tendrán que esperar un poco más…

Fender asiente y vuelve contigo al interior de la cueva. Joseph ha terminado de copiar las runas del medallón y las estudia atentamente, comparándolas de vez en cuando con el objeto que tiene en su mano. Cuando se da cuenta de que estáis junto a él os mira sobresaltado, pues estaba tan absorto en su estudio que no os había escuchado llegar. Su rostro de sorpresa deja muy claro que no es algo que le pase muy frecuentemente.

- ¡Ah! Hola - dice dubitativo. - Estaba estudiando el medallón. Desde luego es... interesante.

Mira a Fender, asintiendo como si su presencia allí confirmase  una sospecha.

- Bien, bien... Lo que necesito es que lances algún conjuro sobre este medallón. Probablemente sea necesario repetir la operación varias veces - explica - pero creo que voy teniendo una idea de cómo puede funcionar.

Fender os mira y asiente.

- Parece sencillo... - acepta. - Pero, ¿de qué va todo esto? ¿Qué es ese medallón? - Lo mira con cierto resquemor, pensativo, como si una idea asaltase su cabeza de repente. - ¿Y qué gano yo con todo esto?