Partida Rol por web

El sol resplandece en el cielo y el calor del verano se nota sobre las casas de la Periferia. Sin embargo, no es la temperatura lo que os importa ahora mismo: Los tejados de la Periferia se convierten en un auténtico pandemonium.

Los dos asesinos uniformados que vigilaban la trampilla se lanzan al ataque sobre Yi Fan y Areth, que acaban de subir al tejado por la casa de al lado. Mientras tanto, Oligis, que sale por la trampilla seguido por Hannah y otro asesino enmascarado, corre hacia los dos con una daga en cada mano, dispuesto a enfrentarse a ambos ayudando a los desconocidos.

Al otro lado de la calle, Henders observa a los recién llegados y señala a Oligis. Uno de sus lugartenientes levanta el brazo y lanza uno de sus cuchillos hacia el hombre de mirada taimada. El otro, coge carrerilla y salta por encima de la estrecha calle hacia vuestro tejado, desenvainando una segunda daga.

Mientras tanto, Hannah, la mujer que seguía a Oligis, se pone en posición defensiva, mientras que su otro acompañante se retira un poco para observar la escena con más perspectiva. Algo parecido hace Henders, que frunce el ceño desde el otro lado de la calle, esperando el mejor momento para actuar.

Viendo como uno de los guardaespaldas de Henders, todo un Maestro del Gremio, se abalanza sobre él... el Rey Sombra cambia su intención inicial de atacar a los dos Oficiales y se limita a plantar cara a su agresor.

El Rey Sombra se lanza sobre uno de los Oficiales del Gremio a los que perseguía, mientras intenta agacharse para evitar la daga arrojadiza que vuela hacia el... aunque esta vez no es lo bastante rápido.

En campo abierto, vaya por Dios. Por lo menos, parece que no sólo somos Yi-Fan y yo los que tenemos que repartirnos la ensalada de tortas. En ese sentido, cuantos más, mejor.

El embozado salta hacia mí con intenciones poco amistosas. Me preparo para recibirlo como se merece, y luego golpear para lisiarle.

La chica que se había retirado un poco mira cómo el cuchillo se dirige directamente hacia su maestro. - ¡NOOO! - grita al mismo tiempo que alza su brazo y arroja su propia daga.

Demasiado tarde. El arma del asesino vuela directamente hacia la cabeza del Rey Sombra. El hombre tampoco tuvo tiempo suficiente para echarse a un lado y con un grito de dolor, nota cómo el filo del arma le impacta, arrancándole de cuajo parte de su oreja izquierda.

Sangrando y ligeramente desequilibrado por el impacto, el hombre consigue mantener su carrera y, con una daga en cada mano, lanzar sendos ataques a los dos asesinos que se acercan a los recién llegados. Mientras Oligis se desvía hacia el lado derecho, su arma de ese lado se clava en el muslo izquierdo del hombre que se dirige hacia Areth. Sin embargo, su brazo izquierdo se eleva para compensar el desequilibrio y Oligis clava su daga en la espalda del asesino que se enfrenta a Yi Fan.

El embozado que está al lado de la chica se mantiene impasible, frunciendo ligeramente el ceño bajo su máscara pero sin mover ni un solo músculo.

El movimiento de Oligis, sin embargo, tampoco es lo suficientemente rápido como para evitar que los asesinos ataquen a los recién llegados. Lanzándose salvajemente hacia el dindavara, uno de ellos consigue alcanzarle en pleno rostro, cortándole en diagonal justo por debajo del ojo hasta la nariz. Mareado por el golpe, la cicatriz que la herida le va a dejar no es ahora la mayor de las preocupaciones de Yi Fan.

Sin embargo, el dindavara está acostumbrado al dolor y, con un movimiento más fruto de la práctica que de un análisis detallado de la situación, desenvaina su espada lanzando un terrible tajo al torso del asesino. Su golpe, junto con la cuchillada del Rey Sombra, es suficiente como para que el atacante caiga al suelo, aún vivo pero en shock por sus heridas.

Areth tiene la situación bastante más controlada que sus compañeros. Con un rápido salto lateral, se echa a un lado evitando el torpe ataque de su oponente. Al mismo tiempo, desenfunda su espada y lanza un fuerte tajo contra la pierna ya herida del asesino, que prácticamente amputa el miembro del atacante.

El Rey Sombra llega finalmente junto a los dos hombres, dejando a su lado a los dos asesinos inconscientes. Hannah, la joven aprendiz del Rey Sombra, lleva su mano al cinturón donde guarda otras dos dagas y parece dudar sobre cuál de las dos desenvainar ahora que se ha quedado desarmada al lanzar su cuchillo. El hombre a su lado sigue impasible, aunque por un momento mira los dos cuerpos a vuestro lado.

El el tejado de enfrente, Henders sigue inperturbable, con su guardaespaldas al lado. Mira al Rey Sombra con todo el odio del mundo, perfectamente controlado bajo una capa de férrea disciplina. - Eres un traidor, y antes o después pagarás por las muertes de Rallick y la Mano.

Sin embargo, pese a su inferioridad numérica, no hace ningún amago de escapar. Su otro guardaespaldas, ya en vuestro lado de la calle, desenvaina una espada corta y, con el cuchillo en la otra mano, espera vuestro movimiento.

El Rey Sombra hace una mueca de dolor por la herida que se le ha llevado media oreja, pero se sobrepone con férrea voluntad y sonríe burlón ante las promesas de venganza de la Gran Maestra Henders. No son más que meras amenazas vacías, en estas circunstancias. Por ahora ya está satisfecho de ver a sus piés a los Oficiales del gremio que habían enviado a por él, igual que los otros tres que hay abajo. Ademas, ya ha eliminado a uno de los Grandes Maestros antes, nada menos que La Mano, su mejor combatiente... aunque en aquel caso no jugó limpio. Pero ahora, llegados a este punto, desde luego Henders no le intimida.

Como tampoco lo hace ese otro Maestro Asesino que se abalanza ahora sobre ellos. Oligis es también un Maestro por derecho propio así que se adelanta y le lanza una rápida cuchillada a las tripas, mientras esquiva sus armas.
 

No podemos cruzar la calle mientras tengamos enemigos en esta azotea. Lo primero es lo primero. Este fantoche embozado va a lamentar haberse cruzado en mi camino.

Posando los pies con firmeza en el suelo, me preparo para realizar una finta y un ataque. Si consigo abrumarlo con un buen golpe, Yi-Fan tendrá un respiro muy necesitado.

El Rey Sombra y Areth se dirigen hacia el asesino mientras Yi Fan se queda unos pasos atrás, recuperándose de la herida. Cuando están a un par de metros, Oligis frunce el ceño y titubea un momento mientras el guerrero continúa avanzando hacia el hombre. Pero el asesino no se queda a esperarle y, mientras Areth levanta su espada dispuesto a atacar, se da la vuelta y salta de vuelta junto a Henders y su compañero.

Pero no había pasado a vuestro tejado sólo para darse un paseo. En el lugar donde estaba, un pequeño objeto oscuro llama la atención del Rey Sombra. Areth frunce el ceño mirándolo y no tarda en saltar hacia un lado, apartándose rápidamente de él. Ese reflejo probablemente le salve la vida, porque a penas un instante después, una tremenda explosión hace que se tambalee toda la estructura del tejado.

Las astillas vuelan por los aires, clavándose ligeramente en la pierna y el torso de Areth y los asesinos al otro lado de la calle dan un paso atrás para protegerse los ojos de los escombros. Cuando la humareda y la nube de polvo se disipan, se puede ver un agujero de aproximadamente un metro y medio de diámetro en el tejado.