Partida Rol por web

Descansando en tu cama comienzas a divagar cientos de pensamientos extraños, inclusive puedes sentirte muy incómodo ya que no conoces el castillo y tu cama te resulta ajena.

Nada como el hogar de uno mismo.

El invierno es muy fuerte, pero como si fuera el colmo puedes percatarte de cierto sonido que podrías reconocer en cualquier momento. Te asomas a la ventana y de repente puedes comprobar lo que habías escuchado.

Se ha desatado una gran tormenta, y la lluvia no se hizo esperar. Es increíble, piensas por unos instantes, y te das cuenta de que obviamente el torneo deberá aplazarse porque no puede lucharse con el terreno en esas condiciones.

Si el torneo se aplaza solo puede significar que tu estadía también será más larga. En parte eso te abruma, y la molestia y el enfado no se hacen esperar.

Umberto descansaba tranquilamente cuando se había asomado por la ventana para ver la tormenta desatada.

De repente, observas con mayor atención y hay unos ruidos aún más curiosos presentes en las afueras que te generan preocupación.

Escuchas algunos gritos, y lo que pareciera ser golpes o sonidos propios de una pelea.

¿Qué harás? ¿Despertaras a todos los nobles a estas horas para alertarlos de lo que acabas de presenciar? ¿Ignorarás lo que viste creyendo que solo estas borracho, pudiendo poner en riesgo al reino?

Así que ha comenzado a llover. No podrán luchar mañana, Varion.

Observaba con atención a su esposo que presenciaba la lluvia por la ventana.

¿Estás bien? Te vi tenso hoy en la charla con el herrero.

Connor, por favor vuelve a la cama. No habrá torneo alguno mañana con esta lluvia, hasta tú lo sabes.

Sigamos durmiendo.

Liset se demostraba despreocupada, seguramente no le interesaba ningún apuro por yo abandonar el castillo. Por algún motivo u otro, se notaba más cómoda aquí que en tu castillo en la torre blanca.

Fue muy tenso hoy el banquete con esta ridícula discusión por el tema del herrero.

Sientes un golpeteo en la puerta, y acto seguido esta se abre.

Seguramente estabas preparado por si era un intruso, y al descubrir que era Olympia te relajas inmediatamente. Ella te observa con cuidado.

Supongo que con esta lluvia no habrá torneo mañana.

¿Estás bien? Te sentí un poco tenso cuando el rey mencionó mi presencia entre tus filas.

Se encontraba en una de las camas de la habitación, mirando a su hijo algo preocupada, hasta que le dijo.

Vuelve a la cama, Will, ¿Qué pasa? ¿Estás preocupado por el torneo?

Rememoraba unos instantes la charla que tuvo con el rey.

¿O se trata del mensajero del rey que desapareció? ¿Es eso lo que te mantiene desvelado?

Lluvia y tormenta. Quizá en sus tierras habría que reforzar la presa del río. Y el tejado de la capilla tenía algunas goteras. Pero la lluvia será buena para la cosecha. Ojalá estuviera en Torre Blanca administrando su feudo, y no perdiendo el tiempo aquí.

Acostumbrado a madrugar, se levanta de la cama.

- Voy a dar una vuelta, mi señora. Volveré a la hora del desayuno.

De acuerdo.

Parecía estar un poco enfadada pero no se opuso a la retirada de su marido.

La lluvia no siempre ponía de mal humor a Varion, era de las pocas cosas que no lo ponían de malas, el sonido de las gotas golpeando contra el empedrado era un sonido que lo relajaba, pero esta vez no significaba paz, significaba mas días en la capital, más días en ese castillo, y más días lejos de su hogar. 

Los sonidos en ese castillo eran muy diferentes a los del Castillo de Hoz, lo suficiente para que no pudiera conciliar el sueño y se acerque a la ventana a observar las gotas golpeando contra la calle y el viento azotar las copas de los árboles. De repente oyó un ruido detrás suyo, y al voltearse vio a Mary incorporándose en la cama

Así que ha comenzado a llover. No podrán luchar mañana, Varion.

¿Estás bien? Te vi tenso hoy en la charla con el herrero. 

-Oh, Mary, no esperaba que despertases- dijo con cierto asombro- En efecto nuestra estadía aquí será más prolongada de lo que estaba previsto- Tras decir esto se tomó una pausa para responder a lo segundo- Y con respecto al herrero, si, estoy bien, pero me inquieta que el rey lo deje codearse con los nobles cuando esta muy lejos de serlo, si el rey lo que quiere es unir a sus vasallos y que confíen en él, no debe hacerles afrentas como esta. Es decir, que si quiere que un vulgar herrero participe en un banquete real, que lo haga desde el lugar que le corresponde, lejos de la nobleza-

Hablar con su esposa era algo que tranquilizaba a Varion, por más que ella no siempre tenga la respuesta acertada, él podía decirle todo lo que le pasaba, ya que la confianza entre ellos era muy grande.

Tras responder a Mary, el Lord se metió en la cama junto a ella para proseguir la conversación.

Siguió a Varion con la mirada en silencio, mientras este se acercaba a ella y se resguardaba del frío en las cobijas de la cama. Espero a que su marido se hallara completamente cómodo, para luego responder su comentario, mirando directamente a su rostro.

Puedo comprender tu inquietud, esposo mío, más difícilmente puedo compartirla. Umberto el Herrero, Varion el Lord, Harlock el Rey. Todos son solo títulos sin valor para los hombres mortales a los ojos de Dios Todopoderoso. Si el Rey quería que el herrero formara parte de su banquete, es posible que sea que se ha ganado el respeto del mismo, o que su amistad con este, si es que la hay, sea importante para él. No debéis juzgar a los hombres por sus titulos ni posiciones, pues no sabéis cuando necesitaréis de ellos en los momentos cruciales.

Lady Mary realizó una pequeña pausa tras su comentario, pero antes de que su marido le respondiera, acotó

He escuchado que el hombre llamado Umberto es un herrero bien conocido por proveer las armaduras y armas más finas del Reino. Aunque no tiene Señor, dicen que es prácticamente el herrero del Rey. Las razones por las que le invitó al banquete son ajenas a nuestra comprensión, pero he de imaginar que tiene algo que ver con esto.

-Por supuesto Olympia. -hasta ese momento Jamel estaba ligeramente frustrado por las palabras del rey Harlock y su opinión sobre otras culturas. Más las palabras de Lacratos fueron más gritonas, pero menos dolorosas-. Eres especial para mi Olympia, espero que lo sepas. Me duele cuando debo decirte que piques de las mesas repartidas por la sala, y que no puedas acompañarme junto a todos esos farsantes egocéntricos. Me pregunto si Harald... puede ser realmente un buen hombre.

Terrel se aproximó a la ventana para ver la lluvia caer. Le gustaba, le relajaba y le ayudaba a pensar. 

-Pronto todo acabará... seremos un reino independiente. Otras culturas y religiones serán toleradas. Muchos me llamarán engreido, presuntuoso, estúpido, imbécil... Yo tengo una palabra para todos ellos. Progreso.

Olympia miraba con curiosidad a Jamel, ya sabía de las ambiciones del mismo pero le preocupaba que esa ambición lo llevara a la locura. Todo lo ocurrido con su padre, el Rey, su odio por la represión de los hombres libres le llenaba de preocupación. No quería perder a su único amigo, aquél a quien en secreto amaba.

Veo que tus ambiciones no cambian. ¿Cómo piensas lograr tal cosa? La Iglesia no lo permitirá. Además no posees aliados que apoyen tu causa, aparte de mi y tu casa. Pero no posees feudos ni masas que sigan tus ideales.

Recapitulando entre las palabras que Jamel había comentado se enfocó en una particularmente.

¿Que pasa con el Lord de Brunstrack y Pramia que viene a tu mente su nombre en estos momentos?  Dijo esto refiriendose a Harald.

-¿Crees que él podría apoyar mi causa? Al fin y al cabo... no es querido por todos los nobles. 

Se cruzó de brazos, dudando sobre lo que había dicho Olympia, sopesando sus palabras, buscando respuestas convincentes. Pero no las encontró. Ella tenía razón, su meta, aunque justa, parecía imposible de conseguir. Sin embargo Terrel asumió el cargo de la Casa Terrel teniendo muy en cuenta sus metas. 

-No voy a fallar, tal y como le dije a Lord de Brunstrack y Pramia. Aunque me lleve mil años y deba transmitir mis deseos a mis hijos... y a los hijos de mis hijos... No puedo fallar, por el bien de todo hombre, mujer y niño que piense de manera distinta. 

Se encaró a Olympia y sonrió mientras colocaba sus manos en los hombros.

-Te prometo que un día podrás vivir sin que te den órdenes, aunque estas sean solo para aparentar. 

Esto último lo dijo en la relación que tenían entre ellos.

-Mary, mujer, no dudo de que el rey ha tenido una buena razón para que Umberto participe en el banquete, y tampoco dudo de que Umberto ha hecho muchas cosas para ganarse el respaldo del rey ¡Y que éste lo apoye en una discusión contra un Lord! Ese Umberto realmente debe haber hecho algo bueno por el rey- Tras decir esto Varion hizo una pausa- No es asunto nuestro a quién invite el rey a los banquetes y el lugar que tomen, pero si el rey va a dejar que un herrero, por mas importante que sea, se codee con los nobles del reino, debería haberlo presentado al menos ¿Verdad? por ejemplo, dudo que Lacratos sepa qué ha hecho este hombre para estar donde está, y, hasta que no se lo pregunté a él mismo, yo no lo sabía (y aún asi me parece insuficiente), quizá para suavizarlo el rey debería haberlo presentado ante todos, pero si hay algo en que estamos de acuerdo es en que lo que haga el rey es asunto del rey, y lo que hace por algo lo hará- 

Dicho esto Varion ya casi que daba por zanjado el asunto y se acomodaba para volver a intentar dormir.

No estoy segura, a decir verdad. He escuchado muchas historias de él, y he escuchado que Harald El Sabio es el hombre más leal que ha tenido la Corona. Deberías, quizás, empezar preguntandole el por qué. No sé si puedas persuadirlo o hacerlo pensar de forma distinta. En el gran salón pude observar, sin embargo, que se llevaba bien con buena parte de la nobleza, aunque supongo que los más ortodoxos aborrecen su presencia -en una voz más baja acotaría a continuación- así como la mía...

De todas formas, El Sabio del Norte es un hombre muy respetado por el Rey su corte, y la mayoría de los nobles. Dudo que apoye tu causa. Aún así el te dijo que si necesitabas un consejo o ayuda, o tenías alguna pregunta podrías hablar con él, así que puedes intentarlo.

Escuchó atentamente sus últimas palabras, intentando evitar sonreír y divagar en sus pensamientos por las palabras del hombre. Sin embargo, no pudo contenerse, y se mostró levemente ruborizada, así como, aún de brazos cruzados, sonreía a Jamel.

Gracias...eso me gustaría.

Supongo que en eso no te puedo quitar la razón, esposo.

Sin nada más que acotar, esta acompañaría la acción de Varion acostándose a dormir.

-Entonces que duermas bien, Mary, y esperemos que cese esta maldita lluvia- tras decir esto Varion, ya más tranquilo, pudo conciliar el sueño.

No se porque, pero es rara la cama en la que me he acostado, dando vueltas en ella, me levanto y empiezo a dar vueltas por la habitación, me asomo a la ventana, veo y oigo algo raro... ¿pero que pasa aquí?... me visto y bajo hacia donde se oyen los gritos y ruidos... silenciosamente buscando si hay alguien mas lo ha oído, sin molestar a nadie...

-Bueno... supongo que puedo preguntarle. Debo pensar bien mis movimientos.

Suspiró mientras despejaba su rostro con un poco de agua. 

-Creo que va siendo hora de dormir. Por culpa de la tormenta ésto va para largo, así que presiento que mañana nos espera un día muy largo. Puedes quedarte aquí a dormir si quieres.

Se encojió de hombros y señaló a varios sitios como el sofá o la cama. Él simplemente salió al balcón desde el que se veia el exterior del castillo y, mientras escuchaba el sonido de la lluvia y las tormentas, miraba al horizonte preguntándose si su padre estaría satisfecho con sus metas. 

No, iré a una habitación de los plebeyos en los pisos inferiores. No quiero que más rumores innecesarios se ciernen sobre nosotros. Buenas noches, Jamel.

Sin decir una palabra más. le miró por última vez antes de dirigirse a la puerta y salir de la habitación, para luego ir directamente hacia las habitaciones de los plebeyos, donde se acostaría a dormir.