Partida Rol por web

Habla como un auténtico príncipe mi señor. Es un honor servirle, y será un honor también cuando sea nuestro rey.

Este se demostraba muy orgulloso de lo dicho por Eugian y asentía a la vez.

Al parecer nadie quería resumirle todo lo dicho en su ausencia, pero afortunadamente era un tipo inteligente y pudo hacerse una idea de lo acontecido, al parecer el herrero es ahora Barón, algo que no le importaba demasiado a decir verdad, y las tierras de Lord Connor iban a pasar a manos de su hermana; y ante esto último si tenía algo importante que decir:

- Mis señores, siento ser yo nuevamente el que proponga nuevamente una opción menos "legal"; pero la creo necesaria, dado que entregar un feudo a Lady Anais, la cual ha estado desterrada bastante tiempo y que seguramente lo ha utilizado en albergar un ingente odio hacia nuestro reino, la desapruebo rotundamente, dada nuestra precaria situación. Hay una tercera vía, podemos decir que Lady Liset está embarazada, eso la convertiría en regente y contaríamos con una noble de confianza que odia a Pulkria tanto como nosotros. Es cierto que debería buscar a alguien que la fecundara en poco tiempo y sin levantar sospechas, y en gran parte la decisión le corresponde a ella, pero preferiría correr ese riesgo a tener a un noble traidor en la corte. Además, si la esposa de Lord Connor se entera también que la peor enemiga de su marido es quien gobernará sus tierras, temo que haga alguna locura. Así que si os importa la joven deberíais considerarlo - dijo ya no sólo apelando a la razón, sino también a su corazón, mientras continuaba diciendo - no obstante sabed que sólo lo digo a modo de consejo, aceptaré vuestra decisión sea cual sea.

Pese al aparente altruismo del lumeno, Nikómedes tenía buenos motivos para interceder por Lady Liset, si todo iba bien fraguaría una buena relación con su esposa y si además el le aseguraba un puesto en la corte estaría bastante agradecida a su Casa, y eso siempre era bueno ...

Lacratos estaba masajeandose el cuello tras oír las palabras de Nikomedes y de inmediato se puso de pie.

¡Estoy de acuerdo con Nikomedes! ¡Es la mejor idea que he escuchado! ¡Y si me permiten, me propongo a mi mismo para semejante honor!

Este comenzaba a reírse, y junto a este, fueron varios los sirvientes que comenzaron a echarse en carcajadas.

Este se reía levemente y luego dijo:

La idea no es mala, Nikomedes, pero la realidad es que aunque el hijo de Connor fuera un niño ya nacido y de pocos años, si este no es capaz de hacerse cargo del feudo ni siquiera podría hacerlo. Lo heredaría, pero se tendría que nombrar a un regente que gobierne por él hasta que tenga la edad y educación suficiente para hacerse cargo de semejante responsabilidad.

Y mucho menos si hablamos de recién fecundar a una mujer y esperar hasta un nacimiento, del cual podría hasta llegar a salir una niña.

Me temo que la ley es clara, y no podemos hacer favoritismos. Si hoy creamos un antecedente de torcerla como nos plazca, será un hecho que algún día se nos volverá en contra. Además, Anais nunca ha vivido en el destierro. Ella vive en Illiandor, y su pelea solo debe ser con Connor.

Confío que así sea.

Dirigió su mirada hacia Algedrian mientras este hablaba, escuchando cada palabra pronunciada por este.

Con respecto a si fuera una niña, eso no sería ningún problema. Las leyes del Reino son agnativas-cognativas, por lo que la niña podría heredar. En cuanto a la regencia la podría hacer la madre sin ningún problema, o algún hombre que se sepa era de confianza para Connor.

Pero en fin, la decisión ya está tomada por el Rey así que no tiene caso seguir hablando de esto. Solo os digo, con todo respeto, que pecaréis de ilusos por dejar que esta mujer gobierne. El tiempo será el que de la razón a alguno de nosotros.

Finalizado esto, Harald se colocó nuevamente sus ropas, y encima de esto su hábito negro. Notarías, sin embargo, que ya no llevaba su emblemático parche puesto y que no se lo colocaría al vestirse.

Si me disculpáis, y no hay nada más que tratar, tengo un hijo al que enterrar. Partiré a Brunstrack lo antes posible, para además verificar que esté todo bien en mis tierras, pues son las más cercanas a Pulkria.

Realizó una reverencia al Principe Eugian y al Rey Harlock una vez se silenció. Se dio la vuelta y fue escoltado por su pequeña hueste sobrante por el Palacio hasta llegar a su habitación.

Efectivamente es una decisión tomada. Buen viaje Harald, mis mayores deseos para tu familia.

Por lo pronto, estaremos haciendo ya los ritos funerarios mañana mismo. Os aconsejo que todos vayan a descansar de momento. Ya no hay más asuntos que tratar aquí, agradezco a todos vuestros consejos.

Mañana será otro día.

El cuarto donde te encontrabas era un desastre. La sangre corría por todos lados, los gritos por parte de los hombres que se les sellaba las heridas mediante hojas calientes te perturbaba. No podía faltar la tensión y los desacuerdos en la conversación reciente. Sin dudas no fue nada agradable para ninguno.

La ciudad se había llenado de llantos y sollozos por parte de todos los ciudadanos. No solo eran las familias nobles que estaban de luto, pues había bajas entre la plebe también. Fue un día duro para Kennemer, así como para toda Illiandor. La guardia se había triplicado apenas se recogieron a todas las bajas, por lo que no estaba en tu mente que se repitieran los eventos de la mañana.

Con las últimas palabras del Rey te quedarías a esperar a que tus heridas fueran tratadas completamente, para así dirigirte hacia tu habitación a descansar. Tus pensamientos vuelan entre lo que ha pasado en el día, quizás cuestiones o apoyes alguna de las palabras o decisiones de alguno de los nobles o el Rey mismo.

Ya es el ocaso. Te encuentras en el Palacio, sea en sus alrededores realizando alguna actividad o descansando en tu habitación. Solo te queda esperar a que el día termine.

-Olympia, mira como ha sucedido todo hoy -dijo Jamel mientras cerraba la puerta de su habitación con Olympia dentro, para mantener una conversación-. Atacan... y después se pelean entre ellos por si un herrero debe o no ostentar un título de nobleza, o quienes gobernarán tierras que se han quedado sin dueño. Y mientras... Pulkria nos humilla. Este reino está condenado al fracaso... el rey Harlock... no es un buen rey.

Se sentó en la cama, agotado, con la pierna aun dolorida, aunque menos. Le miró fijamente y continuó hablando.

-He planeado algo... Este reino caerá, tarde o temprano, el reinado de Harlock sucumbirá al caos y la barbarie. Los nobles se pelearán entre ellos por los territorios. Será entonces cuando surja mi plan. Una nueva nación independiente, que pueda prosperar. Cuando regresemos a las nuevas tierras que se me han otorgado, te contaré con más detalle. Mientras tanto... esperemos a ver como se desenvuelve todo esto.

Nikómedes pensaba igual que Lord Harald, si dejaban entrar a Lady Anais lo acabarían pagando. En una posición de desventaja como la suya en ésta guerra, el que sigue siempre sigue las normas es el que acaba perdiendo, y preveía que sería la ruina para el reino. No obstante el tenía un plan B si ello acontecía, tenía amigos en Lumen que le darían asilo si fuera necesario, o incluso podría pedir su anexión a la patria de sus antepasados. No obstante todo aquello eran meras conjeturas que esperaba no tener que llegar a utilizar nunca, pero si el rey seguía actuando de una forma justa sin arriesgarse a nada, el reino caería y a él no le quedaría otra opción que usar su plan B.

Tras despedirse del rey y anunciarle que esa noche sería la última que pasaría en la capital, pensaba incinerar el cadáver de su hermano durante la misma, cumpliendo con las costumbres de su religión, colocándole dos brillantes monedas de oro en los ojos a su hermano para Caronte le permitiera el paso sin problemas y erigigiendo una gran pira funeraria dejando que el viento y el humo del fuego, expandan sus cenizas por toda la arena que tanta gloria le dio y que la vida le costó.

Tras organizar los preparativos del funeral y esperando que todo se llevara a cabo, fue a reunirse nuevamente con su mujer. Seguía consolando a la viuda de Connor, y esta vez esperó que saliera para hablar con ella, y le dijo:

- Las penurias para Lady Liset no paran de crecer, al parecer el rey va a entregar las tierras de su marido a la peor enemiga de su esposo, a su hermana, ella se quedará sólo con una pequeña renta para su mantenimiento, pero ya está. He intentado que el rey se las de a ella diciendo que podemos alegar que está embarazada, pero se niega a meterse en tales conspiraciones. Por mi parte estoy eternamente en deuda con ella por ayudaros a escapar de la catástrofe acontecida hoy, así que decidle que será bien recibida en Elísea, que en cuanto recoja todas sus pertenencias en sus tierras puede vivir con nosotros cuanto tiempo guste. Por mi parte debo velar esta noche el funeral de mi hermano, vos querida debéis seguir con ella, pero me gustaría que estuvierais en su último adiós, será sobre la media noche. Al alba partiremos, tras acudir al resto de funerales, incluido el de Lord Connor. Ahora si no tenéis nada más que decirme, me retiraré a seguir con mis labores - y tras hacer una pausa en la que escuchó su respuesta, la besó apasionadamente en los labios y se marchó, asegurándose que los guardias que mandó seguían en su puesto.

¿Qué hay del viejo Harald? ¿Hablaste con él? Quizás sea un buen aliado. Por como le vi salir del salón donde estaba la improvisada enfermería no se veía muy contento.

Mientras decía esto se acercaba a Jamel, para sentarse a su lado en la cama.

No debes apresurarte a tus ambiciones, Jamel. Temo que te consuman y pierdas la visión que tienes.

Al ver entrar a Nikomedes a la habitación, corrió a sus brazos como si fuera la primera vez que le veía después del desastre ocurrido en la arena. Sentía un alivio cada vez que le miraba, era como si su corazón se volviera a llenar. Como si la angustia que sintió durante los eventos del día se disiparan y nunca hubieran existido. 

Escuchaba atentamente las quejas de su marido. Daba a notar algunos gestos de confusión, quizás enfado o sorpresa entre ellos. Claramente no estaba de acuerdo con las decisiones tomadas por el Rey, y demostraba estar fiel a las palabras de su esposo.

Cuando este finalizó de hablar, le tomó por el brazo y le miró directamente a los ojos.

Lady Liset puede estar sufriendo, pero vos también. Y yo también. Vuestro hermano eran tan apreciado para mi, como lo era para vos. Así que no faltaré a su despedida. Ve, esposo. Te veré cuando los preparativos terminen. Solo...no te alejes demasiado esta vez.

Correspondió el beso de Nikomedes con una sonrisa. Una sonrisa que bien sabrías que era aquella que mostraba compasión y tristeza, más que felicidad. Una vez que Nikomedes partió de la habitación, Lady Medea comenzó a arreglarse para poder asistir al funeral de Ageslao.

Mientras caminabas por los pasillos del Palacio para dirigirte a terminar los arreglos funerales de tu hermano, te toparías en la parte inferior del mismo con Harald y sus hombres, quienes parecían estar recogiendo sus cosas para marcharse inmediatamente.

Harald se percata de tu presencia. Su mirada era bastante tensa y quizás te mosquee un poco la forma en la que te mira, pero comprendes su dolor, pues tu estás pasando por algo similar. Se acerca a ti y sin mucho que decir, se detiene frente a ti y te da un abrazo para presentar sus condolencias a ti.

Puede que te haga sentir algo incómodo, o que por el contrario sientas la suficiente confianza como para abrazarlo de vuelta.

Este se separa. Te hace una leve reverencia y sigue su camino hacia las afueras del Palacio, donde una carroza y varios hombres a caballo le esperaban para transportar los restos de su hijo hacia sus tierras. Pero antes de irse, este se detuvo mirando hacia afuera, como observando la caída de la tarde.

No sé hacia donde vayan los muertos. No sé si, es al Walhalla o Hel. No sé si es el Paraíso o el Infierno. No sé si sea el Campo de los Eliseos, o el Tártaro. Quizá todos estos sitios existan y los que creen en una cosa van a esta, y los que creen en otra se dirigen hacia aquella. O quizás estamos todos equivocados, y realmente no estamos venerando al verdadero, o los verdaderos, Dioses.

En cualquier caso...sin duda alguna, tu hermano fue un hombre lleno de pasión y caballerosidad, puedo decirlo solo por su actuación en la arena. No importa quien tiene la razón; un hombre de tal magnitud no pasará desapercibido ante los ojos de ningún Dios, y será recompensado en su muerte.

Dirigió por un momento su mirada hacia Nikomedes, esbozando una leve sonrisa llena de amargura.

Nos volveremos a ver, Lord Eudaimon.

Volvió a tomar su camino hacia su carruaje.

Me quedo callado escuchando atentamente los temas de política ya que pensaba que había metido demasiado la pata... al terminar... me giro hacia el Mariscal Katarn... Mariscal Katarn, si no le importa me gustaría acompañarlo para los interrogatorios, si al Rey no le importa y a usted... algo me dice que cuatro ojos y oídos harán mas que dos... me quedo esperando contestación...      

Mientras caminaba por las calles recordando complacido el trato que le dispensaba su amada, se permitía sentirse en parte tranquilo y aliviado. Decididamente ella era lo único que lo mantenía sobre este mundo; su apoyo y compasión eran la cura para todos sus males, por lo que Nikómedes siempre que podía le dispensaba el mismo trato.

No obstante mientras caminaba ensimismado por las calles de Kennemer se encontró fortuitamente con Lord Harald, que se preparaba para su partida; cuando se acercó a él no se esperó tal abrazo por lo que sólo tuvo tiempo para corresponderlo débilmente. Acto seguido escuchó todo lo que le dijo, y le respondió:

- Yo creo que cada uno va al sitio en el que cree, no me cabe ninguna duda de que mi hermano está en los campos Elíseos, disfrutando de la compañía de los grandes héroes, y de que vuestro hijo está en el Walhalla, es el sitio que le corresponde, sin duda. Pero como bien sabréis nosotros los mortales siempre preferimos que estén con nosotros, y aunque ahora estén en un lugar mejor no podemos evitar caer en el egoísmo de desear tenerlos cerca aunque sea una última vez ... - dijo en un tono que denotaba claramente la pena que lo embargaba, y luego tras recobrarse un poco continuó diciendo - pero debemos ser fuertes ahora que no están, y pensar que si se han ido, es porque los dioses los necesitan más que nosotros - terminó diciendo con otra sonrisa amarga aunque con el rostro agradecido por las palabras del vikingo.

Mientras veía como se alejaba le dijo:

- Me gustaría que os quedarais para el funeral de Ageslao, pero entiendo vuestra rápida partida. Yo también espero volver a veros, en situaciones más agradables a poder ser - dijo con una sonrisa irónica - aaa, y por cierto le transmitiré a mi padre vuestros saludos, aunque me temo que caerán en saco roto cuando le cuente lo que le ha acontecido a su segundo hijo - dijo bajando la cabeza sin saber aún como afrontaría tan trágica situación. Dado el estado de su padre, no era recomendable darle tales noticias ...

Es correcto.

Largó una risa silenciosa ante el comentario de Nikomedes mientras aún se encontraba de espaldas a este.

Probablemente Ecbert este en el Infierno o en el Paraíso. Era el cristiano de la familia. Yo creo en Cristo, sin embargo lo veo como un Dios más, y sin dudas, no lo considero el más fuerte o el Dios principal...algún día con calma podremos filosofar sobre estos temas, como alguna vez hice con vuestro padre.

Me gustaría asistir al funeral, pero debo darle sepultura a Ecbert. Él quería ser enterrado en los campos de Pramia, como cristiano. Y debo apresurar el paso antes de que sus restos se pudran por completo.

No preocupéis, iré a visitaros pronto a Elisea. Tengo asuntos que tratar con vos y con vuestro padre. Hasta otra, será.

Finalmente, seguía su camino al carruaje, al cual subiría y con el mismo partiría de Kennemer, acompañado por su hueste.

Cuando terminaron de curarle las pocas heridas que tenía, Varion salió inmediatamente saludando respetuosamente a los que aún quedaban dentro. La ciudad estaba desolada, la poca gente que veía viva por la calle lloraba o simplemente  caminaba sin rumbo, dando tumbos, desorientados, como si no se creyeran lo que acababa de pasar. Varion caminaba erguido y lo más orgulloso que podía en esos momentos, no tenía que demostrar debilidad.

Cuando llegó a su cuarto encontró a su esposa, visiblemente consternada por lo que había sucedido, por lo que se acercó hacia ella y la rodeó con los brazos y le habló al oido -Ya ha pasado todo, cariño, ya está bien, espero que pronto podamos volver a casa- No sabía cómo iba a reaccionar ella con todo lo que había pasado, posiblemente estaría enojada con él, pero confiaba en que si su esposa tenía un ápice de sentido común, entendería que lo que hizo Varion era lo mejor para el Reino.

-No, tranquila. Los planes se tejen según la situación. Los mejores planes son aquellos que se planean, y comienzan a realizarse solos. Mientras tanto... Supongo que debemos aclarar que hacer con Pulkria. Dime, ¿tú que opinas?

Se cruzó de brazos y arqueó una ceja, esperando una respuesta de Olympia.

De momento no podremos hacer otra cosa más que obedecer a las órdenes del mariscal Katarn. Él comandará al ejército y decidirá qué hacer.

Por lo que escuché, comentan que quiere reforzar la defensa del reino.

Probablemente será la primer medida, asegurar que cada ciudad pueda defenderse sola de un ataque.

Jamel, te han dado tierras ahora, debemos ir cuanto antes allí para preparar y administrar todo eso. La gente de allí tiene que reconocerte ahora como su regente, así que seguro deberás ganarte su respeto antes que nada.