Partida Rol por web

Al llegar a casa mi madre se encontraba allí, a punto de salir hacia el Sandy. Había querido esperarme para que le contara qué tal el primer día, pero al decirle que iría más tarde a echarle una mano con el negocio, se apresuró hacia allí diciéndome que en ese caso hablaríamos allí más tranquilamente.

Al final no había comido nada decente en el instituto, así que me hice un sándwich vegetal con jamón, me serví un vaso de zumo de naranja, y me lo subí a la habitación en una bandeja. Nada más posarla, saqué la tarjeta de Jayden del pantalón y me senté frente al ordenador.

Revisé por encima el correo antes de escribir a Jayden para informarle de que ya estaba todo el tema del teatro solucionado, y acto seguido ingresé en la web del instituto dispuesta a anunciarlo en el foro.

Arqueé una ceja mientras leía toda la sarta de tonterías que había por allí.

Es el instituto, ¿Qué esperabas?

Escribí un nuevo mensaje y lo envié, ignorando el resto de comentarios.

Esto ya está…

Cogí el sándwich con ambas manos y le di un mordisco, volviendo a posarlo.

Suficiente instituto por hoy… Ahora la cuestión es, ¿The Witcher II? ¿O le doy otra oportunidad al Diablo III?

Al final me había decidido por el Witcher, y ya llevaba rato jugando, no sabía cuánto, cuando escuché el móvil sonar.

Mail…

Susurré al escuchar el sonido y desvié ligeramente la mirada hacia él, dándome cuenta de que aún tenía el sándwich a medias. Continué jugando, tratando de hacer avanzar a Geralt en su aventura, pero no pude evitar acordarme de mi madre.

Debería comer, aunque sólo sea por ella.

Dejé la partida a un lado y volví a tomar el sanwich. Tras comer otro par de bocados cogí el móvil, dispuesta a ver de qué se trataba aquel correo.

Serán los chicos por lo del sábado… Mi programa antispam es infalible.

-¿Jayden? – dije extrañada, sorprendiéndome aún más al leer el mensaje.

Mamá…

Suspiré y me preparé para dirigirme al Sandy.

Sonreí ante el comentario de Jayden de llegar a una hora responsable y sin más dilación montamos en el coche. Por suerte él conocía la zona en la que vivía, porque yo ni conocía bien la ciudad, ni tenía los conocimientos sobre conducción suficientes como para saber indicarle bien el camino.

Finalmente llegamos y paró frente a mi casa.

-Pues nada, aquí es… - comencé a despedirme. – No es tan espectacular como la tuya, pero no está mal. -  miré por la ventana, fijándome en que no habían luces encendidas. – Parece que mi madre se fía de ti, diría que más que de mí. – bromeé, pero en seguida le miré seria. – Muchas gracias. A pesar de todo… No me arrepiento de haber ido a tu casa hoy. – le sonreí. - ¿Nos vemos mañana? – dije dispuesta a abrir la puerta del coche. – No se si tienes economía o arte.

Conduzco con calma por la ciudad. Me gusta conducir, no a gran velocidad, simplemente paseando. Pongo algo de música durante el trayecto y permanecemos la mayor parte de este en silencio, aunque no me resulta incómodo a pesar de todo. De algún modo, logro dejar de pensar en las tonterías que han pasado esta noche, estar tranquilo, relajado. Finalmente, llegamos al barrio donde vive Diana, y ella me indica la casa exacta.

Sí, mi casa es chula -digo cuando las compara, apagando el motor y mirándola por su ventanilla- pero la tuya es un hogar. -Sonrío- Tu madre es guay... y tú también.

Me agradece la velada, aunque por lo que a mí respecta ha sido un puto desastre. Pero no se arrepiente de haber venido, supongo que es lo mejor de hoy, lo único que me arrancará una sonrisa antes de dormir hoy.

De repente, suena el tono de notificaciones de mi móvil. Lo saco y al desbloquearse veo un mensaje, que leo rápidamente.

Un mensaje de Amber -Aclaro a Diana, aún con la vista en la pantalla- Siente lo que ha pasado con David y eso, y que no quiere que te sientas mal en el insti -La miro a ella, finalmente- Que le has caído muy bien.

Dejo ahí el asunto mientras guardo el móvil de nuevo, tras responder escuetamente. No se si tengo ganas ahora de hablar de lo sucedido. Significaría hablar también del tema que provocó el comentario, y es algo que tengo muy poco claro como para hablar de ello.

Por supuesto que nos veremos -Afirmo con confianza- Tenemos una cita, ¿recuerdas? -Le guiño un ojo- ¿Juego de Reyes, se llamaba? No se si mañana habrá ya extraescolares por la tarde, pero si la tenemos libre y quieres venir a verla en la piscina...

Antes de que me respondiera sacó el móvil, comentándome que se trataba de un mensaje de Amber, en el cual también se dirigía a mí.

-Claro, no tiene mi número, a ver si me acuerdo mañana de dárselo. A mí también me ha caído muy bien. – sonreí, pensando en lo vivido con la chica durante el día.

Tras guardar el móvil Jayden respondió a mi cuestión anterior.

-¿Cita? – dije sin pensar, aunque en seguida creí comprender. – Sí, claro, tenemos una cita. – reí, entendiendo que se trataba de una broma por lo comentado antes por David y el resto, y el guiño que me había dedicado al final. – Pero no vuelvas a llamarlo Juego de Reyes, o no te llevaré flores. – bromeé yo también. – Es Juego de Tronos. – le saqué la lengua. – Y sí, creo que mañana podría. - sonreí.

¿Flores? Huuuuu... -Finjo un estremecimiento, agitando la cabeza y los hombros- No me perdería ese momento por nada del mundo, jaja -Trato de imaginarla con un ramo de flores en las manos acudiendo a una cita, es muy divertido. El mundo al revés- Pero mejor bombones, ¿sabes? Así puedo compartirlos contigo...

Alargo un brazo tras el reposacabezas del asiento de Diana, de forma que quedo sentado un poco de lado, mirándola.

Juego de Tronos, me lo apunto -Digo ya más serio- No volveré a cometer tan imperdonable error, no caiga sobre mí la ira de la presidenta del club de teatro y me toque interpretar al bufón de la obra. Por cierto, también habrá que reunirse para hablar de todo eso del teatro, ¿no? Aún no se si lograré entrar en el equipo de baloncesto, pero si lo logro necesitaré que no coincidan los horarios para compatibilizar ambas cosas...

Incluso bromeando Jayden se mostraba generoso.

-Bombones entonces, tomo nota…  - respondí, fingiendo escribirlo en mi mano, haciendo lo mismo al mencionar el tema del bufón. – Eso también me lo apunto… Es una gran idea. – reí – Aunque en realidad se me ocurren papeles peores… - puse una intencionada pose pensativa.

Al mencionar la posible incompatibilidad entre el baloncesto y el teatro me puse seria.

-Claro, no había pensado en eso… - dije algo apenada. – A ver si hay suerte y no se solapan. Confío en tu suerte, porque lo que es la mía… - reí – La reunión formal es el jueves, pero podríamos juntarnos el grupo antes y mirar todas esas cosas, no sé si me preguntaran algo el jueves, y mejor verlo entre todos antes.

Me di cuenta de que la sudadera comenzaba a calarse, y me eché un poco hacia delante, para no mojarle el asiento.

-Perdona, no se sí… - me giré hacia él, tratando de mirar el respaldo, que parecía seco. – Uff, menos mal… - dije aliviada llevándome una mano hacia el pecho y mirando a Jayden.

Me echo a reír con su provocación. Porque supongo que es todo una broma, no espero un papel de protagonista, porque seguro que soy un negado, pero supongo que no me querrá poner el papel más humillante posible. Aún así, la idea de aparecer disfrazado ante todo el instituto haciendo reír a todos no me avergüenza, más bien me resulta muy divertida.

Bueno, suerte o hablar con la gente adecuada. El entrenador pondrá los horarios de los entrenamientos compatibilizando los espacios con los otros clubes deportivos, pero aún no sabemos qué espacios nos van a ceder para el club de teatro. Igual es un aula, o el propio gimnasio. Si es el gimnasio no hay problema, porque es imposible que coincida el teatro con el baloncesto. Si es un aula, no creo que haya mucho problema en solicitar nosotros los horarios que más nos convengan.

Me encojo de hombros. Hablar con los profes y convencerles de este tipo de cosas me suele resultar sencillo. Supongo que porque tampoco soy alguien que pida cosas imposibles ni desmesuradas. Cuando se les pide algo sensato y coherente suelen entrar en razón.

De todos modos, tampoco es seguro que entre en el equipo, no soy precisamente una maquina ¿sabes? Creo que hasta ahora estaba porque ayudo a hacer piña, jajaja.

Me veo más bien como algo así como la mascota del equipo, pero sin disfraz. Alguien que crea buen ambiente y apoya en los momentos difíciles. Soy el que da palmas y gritos para que se vengan arriba los compañeros cuando bajan los brazos al torcerse el partido, el que anima cuando caemos derrotados y el que organiza la fiesta de la victoria cuando ganamos. Uno a mis compañeros, pero es cierto que mi promedio anotador es bastante pobre.

Eh, no te preocupes -Le digo a Diana cuando se muestra preocupada por mojar el asiento- Sólo es agua, si se moja ya se secará. Me preocupa más que cojas frío con la ropa húmeda...

Afortunadamente Jayden estaba más despierto que yo, y en seguida me hizo ver que en realidad no era tan difícil que las actividades no coincidieran.

Menos mal… No sería lo mismo sin él.

Cuando comentó que de todas formas tampoco era un crack con el baloncesto negué con la cabeza antes de responder.

-Eso tendré que juzgarlo por mí misma. Cuando te cojan y vaya a verte. – reí, al no dejar otra alternativa que la de que le seleccionaran.

Sonreí tímida ante su preocupación por que cogiera frío, pero me temía que ya era tarde para eso. ¿O también quería decir qué…?

-Supongo que te estoy entreteniendo, perdona… - dije soltándome rápidamente el cinturón. – Gracias por preocuparte y por traerme a casa, y por… Bueno, por todo. – Sabía que tenía que irme, pero me encontraba a gusto hablando con él, y sin darme cuenta alargaba el momento de marcharme. – Ya me voy, ya me voy. – dije en voz alta sin darme cuenta. – Buenas noches, Jayden. – le dije girándome hacia él, con una sonrisa.

¿Venir a verme?

De repente algo salta en mi interior. Todo ese desánimo por la idea de no entrar en el equipo se transforma en otra cosa, unas ganas irremediables de lograrlo, de conseguir entrar. No sólo trato de verme formando parte del equipo, viajando a los partidos como visitante en el bus entre música y risas, o compartiendo vestuario con mis compañeros. Ahora veo también a alguien en la grada animándome, alguien a quien, y esto es una novedad, siento el deseo de impresionar.

Pero Diana, mientras estoy pensando en eso, comienza a quitarse el cinturón y despedirse apresuradamente. ¿Es que le he dado a entender...?

Oh, pero... -No llego a reaccionar, mientras ella parece insistir a una urgencia que no es tal- Yo no pretendía, o sea, no tengo... -Me da las buenas noches, con una sonrisa. Estaba tan a gusto hablando con ella, y ahora le entran las prisas por algo que he dicho y que ha dado a entender otra cosa. Pero cuando me mira... En fin, no se. Me quedo mirándola, su preciosa sonrisa, sus ojos tras esas enormes gafas, su pelo húmedo y su ropa sencilla. No tiene nada que ver con las chicas súper arregladas y artificiales que suelen ir por la vida de tías buenas populares. Me llevo bien con ellas, pero no las veo así, no como estoy viendo a Diana. Es tan diferente, pero al mismo tiempo... ¿Significa esto lo que creo? Parpadeo sorprendido, al darme cuenta de que me he quedado embobado mirándola- Que duermas bien, Diana -Le respondo con una sonrisa que parece más tierna de lo que pretendo dejar ver.

Por las pocas palabras que me dirigió al principio, entendí que no era su intención mandarme ya para casa, pero de todas formas ya era tarde y aún tenía algo de frío, así que lo dejé estar. Recogí mis cosas y abrí la puerta del coche.

-¡Gracias, igualmente! – me despedí, saliendo del coche y cerrando la puerta tras de mí.

Una vez fuera me agaché para verle a través de la ventanilla y agité mi mano mientras le sonreía, antes de darme la vuelta para dirigirme a la entrada. Una vez en la puerta volví a girarme, despidiéndome nuevamente con la mano antes de entrar en casa.

Al final no ha ido todo tan mal...

Entré en casa y me dirigí directamente a mi habitación, procurando no hacer ruido para no despertar a mi madre, pero justo cuando iba a entrar a mi cuarto vi luz por debajo de su puerta. Me apresuré y cerré la puerta, comenzando a desvestirme y ponerme el pijama.

Tras el sonido de una puerta abriéndose y el de unos pasos, tocaron a mi puerta.

-¿Se puede? – preguntó mi madre.
-Estoy cambiándome, mamá. – era una mala excusa, pero la primera que se me había ocurrido.
-¿Todo bien? ¿Lo has pasado bien? – trató de averiguar a través de la puerta.
-Si, mañana te cuento. ¡Que descanses! – le dije terminando de vestirme y dejándome caer sobre la cama.
-Descansa, cariño. – se despidió finalmente.

De nuevo los pasos, esta vez alejándose, y después el sonido de la puerta. Suspiré aliviada. No quería que mi madre me viera con la ropa mojada y tener que aguantar alguna charla. Me levanté y me dirigí al ordenador un momento, con la intención de comprobar el foro del instituto, y ver si alguien más se había interesado en el club de teatro.

-Nada… - murmuré al comprobarlo y me fijé en la tarjeta de Jayden, que había dejado junto al monitor.

No le he dado mi número, y si vamos a quedar es mucho más cómodo así. Veamos…

Escribí un correo con este y se lo envié, antes de apagar el ordenador y meterme en la cama.

Que cansada estoy, mañana será otro día...

Me quité las gafas, di un beso a la foto de mi padre que tenía en la mesilla, y apagué la luz.

Me quedo esperando, saludando con la mano cuando ella lo hace. Primero cuando baja del coche y se agacha para verme por la ventanilla, y después cuando llega a la puerta de su casa. No es hasta entonces que arranco el motor de nuevo, y no lo pongo en movimiento hasta que la veo cerrar esa puerta, perdiéndola de vista.

Saco entonces mi móvil y tecleo un par de veces, activando el micrófono para enviar un mensaje mientras conduzco y me alejo.

Al oír sonar el despertador me giré de inmediato a pararlo, pero al contrario de lo que solía hacer normalmente, no me levanté y volví a tumbarme en la cama. Hacía tiempo que no dormía bien, incluso sufría pesadillas algunas veces, pero normalmente  no me encontraba tan cansada; aunque tampoco era la primera vez. Además sentía un fuerte dolor de cabeza, que temía no iba a desaparecer tan fácilmente.

Me di diez minutos antes de levantarme, y al hacerlo me puse las gafas y bajé a la cocina para desayunar con mi madre, seguramente estaría esperando que le contara qué tal la reunión de anoche.

-Buenos días, mamá. – le dije y di un beso en la mejilla, tras lo cual me senté a la mesa, sin tan siquiera servirme el desayuno. - ¿Queda algo para el dolor de cabeza? Y no, no bebimos anoche, antes de que lo preguntes. – bromeé.

Mi madre sabía de sobra que no se trataba de eso. Desde que mi padre muriera no había estado durmiendo bien, ni alimentándome adecuadamente, por lo que no le era extraño que de vez en cuando me sintiera sin fuerzas. Me había echado ya varias charlas en referencia a eso, amenazándome con llevarme al médico si no me cuidaba, pero hasta ahora siempre había conseguido evadirlo.

La mujer estaba preparando el desayuno y cuando Diana le dice aquello sonríe y dice:

-Claro cariño tu en una fiesta y bebiendo? por favor como puedo yo pensar eso de mi hija cuando se acaba de despertar con un gran dolor de cabeza, no es resaca verdad?

Dijo tratando de poner un tono de voz algo enfadado o tal vez demasiado porque parecía en realidad que se estaba aguantando la risa, entonces mientras deja una tostada delante de su hija dice:

- Y que, como te fue con Jayden? bien? es muy simpático el chico y nada, que mas paso así que le puedas contar a tu madre?

Mi madre y su particular sentido del humor... Al menos parecía haberme librado de que se pusiera pesada con que descansara o fuéramos a ver al doctor. Era el primer día de clases, no podía faltar por nada del mundo. Aún así tampoco me dejó tranquila con mi dolor de cabeza, tenía curiosidad por la “fiesta” de anoche.

-¿Qué significa eso de “que te pueda contar”? – no tenía claro si trataba de insinuar algo o sabía algo sobre el tema del accidente y quería sonsacarme - Con Jayden bien, muy amable, como siempre. Me ha invitado a ver Juego de Tronos en su casa, puede que vaya esta tarde. Por cierto, ¿Tenemos bombones en el Sandy? – le pregunté apoyando mis brazos cruzados sobre la mesa, y dejando mi cabeza reposando de lado sobre estos.