Partida Rol por web

El campamento estaba rodeando toda la esfera y al rededor de la misma se extendían los distintos grupos de murallas construidos. Se usaron las piezas de blindaje de la grandiosa nave de los ultramarines, la "Orgullo de Maccragge", para construir las distintas fortificaciones; los Puños Imperiales demostraron su más que entrenada habilidad para crear bunkeres y demás estructuras que aguantan durante siglos.
La defensa había sido diseñada por el Capitán Regulus en su mayoría, aunque Deuteros se había esforzado junto con la ayuda de su hermano Ariarkus y el resto de marines ajenos al capítulo de Regulus, para que no se centrara únicamente en un grupo de murallas al rededor de la esfera.

Se trabajó durante días y noches enteras, sin descanso, marines, tecnoadeptos, soldados de la guardia, todos colaboraron y se establecieron tres anillos, finalizando un campamento de un kilómetro de diámetro en total; si se contaba desde el centro del mismo, es decir, la esfera, hasta la primera sección de muralla había un total cien metros, para el segundo anillo doscientos cincuenta y para el tercero y el más externo quinientos. Se construyeron atalayas por toda la periferia de aquel circulo de plastiacero y chapas metálicas, una pequeña pista de aterrizaje entre el segundo y tercer anillo, donde Jaden había logrado montar una serie de armas tarántula protegiéndolo amén de un generador de plasma que las alimentaba.

Entre el segundo y primer anillo de defensa se encontraba el parque móvil con los pocos vehículos que quedaban para los defensores. Había patrullas por todas partes, oteadores, francotiradores y un grupo de exploración que vigilaba el exterior del campamento, pero hacía una semana que no había avistamiento alguno de ataque, ni la valquiria que se dedicaba a hacer vuelos de exploración por el planeta detectaba movimiento alguno.

Los orkos se hallaban al noroeste, en una cadena montañosa donde las cuevas les daban abrigo a los pieles verdes, al noreste se encontraba la maltrecha ciudad necrona, se logró tapiar, con dificultad, el tremendo agujero por el que sustrajeron la esfera aquellas maquinas vivientes, pero el miedo era palpable, siempre había un grupo vigilando y un sismografo atento a perturbaciones geológicas. Al sureste estaba la base de los traidores, de los archienemigos de la humanidad y al suroeste estaba la horda tiranida, oculta bajo las densas capas de nieve en un largo letargo tratando de guardar energías y nutrientes. Todos los enemigos estaban situados a unos veinte kilómetros, cada uno, del campamento imperial.

Los marines de la deathwatch, junto con sus nuevos compañeros, los dos ultramarines, estaban al lado de la Thunderhawk de la inquisición que pilotaba el hermano Nulgom, otro marine de la deathwatch que sus habilidades se han centrado en ser piloto, es tan buen combatiente y tirador como otros marines, pero su pericia destaca en el pilotaje. Nulgom proviene de la 10º Compañía de los Ángeles Oscuros.

El marine estaba de brazos cruzados observando el cielo, la nieve seguía cayendo, grisácea, densa... era bien temprano, los rayos del Sol del sistema despuntaban por el horizonte dando un aspecto mortecino a la atmósfera, solo se oía el ruido de algunos colectores de energía y las conversaciones distantes de los guardias que dejaban sus puestos al ser relevados. Por un día Castor ya no tenía tanto trabajo en la tienda médica y pudo reunirse con sus hermanos, al igual que Jaden, después de certificar el funcionamiento de todos los vehículos operativos.

 - Algo se acerca... - dijo Nulgom ensimismado - hoy va a ser un día glorioso - comentó sonriendo para sus adentros, sin poder compartir su gesto por el respirador que llevaba puesto, cerró los ojos e inspiró con fuerza

- ¿Sí? Pues estaría bien que nos dijeses por cual de los cuatro lados hermano... - dijo con un tono severo.

En otras circunstancias, el comentario del Ángel Oscuro le habría hecho gracia, pero tanto él como Ariarkus habían visto a demasiados de sus hermanos morir en aquella campaña como para seguir frivolizando sobre ella.

- Dejando bromas aparte, habiendo establecido ya el parámetro, deberíamos comenzar a plantearnos como salir del sistema con la esfera, y no ser aniquilados en el proceso, si no fue suficiente con los necrones y Orkos, ahora tenemos a los traidores y tiranidos entre nosotros...

Se notó de forma bastante evidente el asco y odio con el que pronuncio la palabra "tiránidos". 

Ariarkus poso una mano sobre el hombro de su hermano.

- Tranquilo Deuteros. Lo que ha de venir vendrá. No dejes que el ambiente cargue de preocupaciones tus sentidos. – comento el Devastador. Las experiencias que habían sufrido, la muerte de los 2 últimos Ultramarines hacia nada, había golpeado con dureza su espíritu, pero su fe aun no había dejado de estar en que lograrían salir de allí con su objetivo logrado. – Tendríamos que lograr averiguar si alguna de nuestras naves supervivientes se encuentra cerca. Pero no podemos saberlo si no logramos un enlace con estas. Y los Traidores estarían a la escucha. Contamos con todo lo que hay aquí hasta que nuestra situación cambie, y es por ello Hermano Deuteros, que no debemos dejar que nuestro espíritu y fortaleza, junto con la Fe en el Dios-Emperador se nos elimine por la funesta situación. Ten Fe. – fueron sus palabras mientras miraba el cielo y los alrededores.

     Numaios sintió la brisa de aquel planeta dejado de la mano del Emperador en la cara. Venía cargado de olores propios de la guerra a gran escala. Sangre, ficelina, prometio, miedo... algunos de ellos evidentes y otros que solo podían ser captados por los sutiles sentidos de un astartes. Cruzó los brazos mientras escrutaba los detalles del perímetro buscando algún fallo o resquicio que hubiese podido quedar al azar. Nada. El no lo hubiese podido hacer mejor que los Puños Imperiales. - Por el momento no tenemos adonde ir. Dijo escuchando las palabras de los Ultramarines. - Mientras la esfera siga en nuestro poder podemos dar dos cosas por seguras. La primera es que el enemigo no nos atacará con armas de gran poder destructivo por miedo a dañarla, con lo que aseguramos la posibilidad de una defensa. La segunda es que si aun quedan naves leales en el sistema harán lo posible por contactarnos. La firma energética de ese artefacto es tan poderosa que sabrán que sigue intacta. Alguien vendrá.

- Siempre viene alguien - murmuró Castor - El problema es que normalmente no es quien nosotros queremos. Pero incluso en ese caso ¡los recibiremos a sangre y fuego! ¡Su sangre, nuestro fuego!

Laocastus, con el rostro descubierto, el yelmo colgando del cinturón imantado de su servoarmadura, se acercó al concilio improvisado de Ultramarines y Deathwatch.- No es que me queje de disponer de nuevos objetivos de tiro, - dijo, palmeando el cañón de fusión del que no se separaba - pero algo más de información sobre la amenaza que se nos cierne encima esta vez sería bienvenida. - Sus antiguos hermanos de la Deathwatch reconocieron un nuevo tatuaje alrededor de su ojo derecho. Había sido difícil, pero finalmente, Laocastus había conseguido encontrar a alguien con la habilidad para grabar una marca de honor en el marine, en memoria de su hermano de capítulo perdido. A pesar de los años en la Deathwatch, Laocastus había sido entrenado como Salamandra, y ciertos ritos debían observarse.

Con el casto sobre una roca el bibliotecario miraba al cielo con los ojos cerrados, no usaba el sentido de la vista en estos momento sino el de la psique, su rostro no mostraba lo que le rodeaba, expresaba tranquilidad. Los copos de nieve golpeaban la pálida tez del marine espacial y la brisa los arrancaba de su cara para volver a volar por el aire -La calma, esa calma antes del preludio de una batalla, la calma que hace que el soldado mas valeroso sienta miedo -se quito los guantes que poso junto al casco volvió a la misma posición estiro sus dedos para dejar pasar el aire entre ellos, una agradable sensación tomo la baraja de emperador, aquella obra de arte que presagiaba el futuro

¿Eh? - dijo Nulgom con aire soñador, poco a poco en su mente iba rememorando la conversación, austera, pero conversación al fin y al cabo que había tenido lugar frente a él y a la que había prestado atención pasivamente - ah, no... - se rió un poco - solo es una frase que siempre digo cada mañana - se le notaba algo avergonzado, pero se puso recto - mi maestro la solía decir y yo, como un buen pupilo cogí esa costumbre - y se encogió de hombros

Los ojos de Asteron se tornaron a color verde brillante, como los necrones... la maldición del cangrejo salio nuevamente a la luz. El bibliotecario que conjuró las energías de la disformidad para poder vislumbrar las auras y psiques de la gente que le rodeaba lo hizo notoriamente mal, una poderosa jaqueca le invadió, más allá de lo que sería normal...

     Sus hermanos querían acción, pero las opciones de hacer algo que marcase verdaderamente la diferencia eran escasas. No dudaría en liderar una misión, siempre que mereciese la pena el riesgo, pero no se le ocurría cual. - Si hay alguien aparte de nosotros con equipos de comunicación compatibles con los nuestros son los traidores. Dijo torciendo el gesto con desagrado. - Si queremos contactar con alguna de nuestra naves tendremos que ver si basta con nuestros recursos o debemos... "requisar" mas. Por desgracia no tenemos forma de saber a quien contactar pues por lo que sabemos todas las naves pueden estar comprometidas. ¿Como saber si el mensaje llegará a un navío leal o traidor?

Se agarro la cabeza con la mano desnuda -Al final tanta batalla pasa factura -masajeo las sienes en busca de algo de alivio para su cabeza, volvió a respirar hondo y respondió a la pregunta -los poderes de un bibliotecario llegan mas lejos de lo que la mayoría sabe -dijo en un tono suave y elegante -mis capacidades puede saber si una persona esta corrompida en cierta manera -esto recordaba al encuentro con el ángel oscuro, que al final demostró su verdadera forma -lo malo es qu tendría que subir a la nave o hacer que el capotan bajase

Ariarkus observo al Bibliotecario y al observar el tan característico color necrón en sus ojos no pudo dejar de llevar la mano a su arma.

- ¿Te encuentras bien Asteron? – pregunto con un tono de voz ligeramente preocupado. Tal vez algo había pasado y estaba haciendo mella en el psíquico, el mas sensible a la Disformidad. Sin dejar de mirarlo y sin apartar la mano de su arma, Ariarkus observo los alrededores esperando recibir una notificación por audio de un ataque o algo similar.

Miro con tranquilidad -La percepción de los vientos disformes aveces tiene estas cosas nada fuera de lo normal -intento tranquilizar al ultramarine

Jaden se acercó a la reunión que estaban teniendo sus diversos hermanos de batalla mientras frotaba con un paño diversas manchas de los guantes de la servoarmadura. Había estado ocupado realizando un chequeo al generador de plasma que suminstraba energía a las diversas torretas tarántula que protegían el aeródromo y se había ensuciado un poco. Al acabar lo primero que hizo fue buscar algo con lo que limpiar la armadura; desde que el difunto Rojarn se la cedió, el mantenimiento de la armadura se convirtió en una de sus prioridades.

Saludó con un movimiento de cabeza a su hermano de capitulo, Nulgom y observó que la situación estaba algo tensa:

-¿Ocurre algo?-preguntó mientras acababa de limpiarse las manos y guardaba el paño.

Deuteros respondió a Jaden:

- No, nada fuera de lo normal hermano.

Después de ver como acababa la conversación Deuteros volvió a sus deberes de organización de la defensa.

- Deberíamos comprobar con los grupos de exploración y las valquirias si hay algo más aprovechable para la defensa cerca de nuestra base, todo tiempo que ganemos aquí, será tiempo ganado para nuestros refuerzos.

Deuteros era consciente de una cosa, que prefería reservarse para sí mismo, en el momento que un enemigo realizase un movimiento, el resto de ejércitos lo haría también tratando de aprovechar la confusión de la batalla y apoderarse de la esfera. Y hacer de cebo mientras la esfera era trasladada a otro lugar no era viable desde el momento en el que la esfera emitía señales tan fuertes.