Partida Rol por web

Rick y Sarah

Rusia - EEUU - La vuelta a casa - Finales 1922

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29/11/2021, 22:34
Tte. Sarah McDuncan (1922)

Había pasado poco más de un mes desde que se acabó la Guerra Civil Rusa. Realmente recordaba la fecha: 29 de noviembre de 1922. Me había quedado ese tiempo extra cuando pude irme a casa desde que acabó todo por varios motivos, pero el principial, era que no tenía casa donde volver y simplemente estaba esperando a que saliese otro lugar donde ir.

Pero miraba a Rick y veía sus ganas de volver a casa, con su hermana. Pronto sería Navidad y estaba segura de que querría pasarla con ella. Acudí al coronel y al mayor en busca de consejo y ambos me dijeron más o menos lo mismo, lo primero que siguiese a mi corazón y lo segundo que me asegurase de que ese lugar tuviese universidad de medicina, pues ambos iban a recomendarme para que el ejército me pagase los estudios.

El último día para rellenar la solucitud del traslado era el 3 de diciembre. Una vez entregado ya no habría marcha atrás y el mío estaba en blanco aún. Sabía que en Boston había universidad y cuartel, podría vivir en él, pero mi corazón estaría a varios kilómetros de allí. Además, en Boston no tenía nada. Mi familia no exitía para mí y mi marido, era mejor no volverle a ver jamás.

Y si me iba a NY no conocía a nadie allí, solo a Rick y... no quería ser un lastre para él.

Y así pasaron los días en lo que iba quedando de cuartel. Mi plazo para irme expiraba ya, el de Rick podían alargarlo más si lo solicitaba, pero a las mujeres nos mandaban ya a casa, pues el trabajo que quedaba era de hombres. Las tonterías de siempre.

Y así llegó el día 3, con mi solicitud rellena a falta del destino, sobre la mesa de mi despacho. Jugueteaba con un lápiz en mi mano, mientras que el vaho salía por mi boca entre aquellas paredes de madera y mi cuerpo permanecía bajo el fuerte abrigo y una manta, con unos gruesos guantes y la cabeza cubierta.

Si no me había resfriado por las noches, era porque la cama, la mayoría de las veces, la compartí con Rick, sobre todo cuando empezó a venir aquel frío infernal y los barracones se fueron demoliendo y mandando hombres a casa. Él se podía haber ido, pero se había quedado allí por mí. Eso era lo que aseguraba. Y yo debía ahora decidir que camino seguir, porque sabía que su hoja estaba sin entregar aún, por lo tanto es que esperaba mi decisión.

Pero él no podía depender de mí ni yo de él de esa manera. Debíamos hablarlo al menos.

- ¡ASISTENTE SAYERS! - Exclamé llamando al soldado que llevaba meses bajo mi servicio. - Busque al sargento Heatherly. Necesito hablar con él. Y dígale que tráiga su formulario de vuelta a casa. Cuando llegue, márchese a tomarse un descanso. Aquí no queda mucho que hacer y seguro que necesitará un café caliente. - Todos necesitábamos una bebida caliente.

Tras un "Sí, señora", Sayers salió en busca de Rick y me quedé de nuevo sola con mis pensamientos.

No quería arrastrar a Rick a una vida llena de desastres e infortunios al igual que no quería ser una carga para él y tenía grabado en la cabeza que siempre estaría conmigo. Y lo pero era eso, que yo deseaba estar con él, para siempre, en el amplio espectro del deseo. Y es que le amaba tanto que me dolía pensar en que nos separásemos.

De hecho, las pocas disputas que tuvimos en este tiempo, dolieron, dolieron de verdad y creí que jamás volvería a ser todo lo igual, sobre todo cuando me hizo tanto daño que busqué consuelo en los brazos del mayor Coverley, pero cuando el corazón se calmó y me mostró su preocupación por mí y yo a él que lo que sentía era genuíno, todo volvió a la normalidad en cuestión de días, tanto para uno como para otro.

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30/11/2021, 19:25
Sgto. Rick "Jester" Heatherly (1922)

El final de la guerra era mucho más que eso. Como para otros muchos, suponía incertidumbre respecto a lo que me esperaba, pero no era lo mismo en mi caso. Algunos soldados no pensaban reengancharse por lo que sabían que volverían a la vida civil, reincoporándose a sus ocupaciones.

Otros no volverían nunca a hacerlo porque regresarían a su país dentro de un ataúd.

Pero yo iba a continuar en el ejército, al trabajo que me encomendaran, por lo que en realidad no se trataba de lo que iba a ser de mí exactamente… sino de Sarah. Mi promesa de no separarme de ella era para toda la vida, a pesar de lo que ella dijese, pero para eso debía seguirla allá donde le llevara su vida, mucho más desconocida para ella.

Le esperaban años de estudio para conseguir obtener el título de medicina, pero con lo que había aprendido y su fuerza de voluntad, estaba tan seguro de que lo conseguiría como de que algún año los Red Socks volverían a ganar las series mundiales. Estaba absolutamente seguro de ello, por mucho que los demás dijesen que no y que la maldición se mantendría eternamente.

Tenía que escribirle a mi hermana diciendo que volvía a casa, aunque como no sabía todavía si era para quedarme, me costaba hacerlo. Aún debía organizar mi nueva vida y hasta que Sarah no estuviese segura de a dónde iba, no podría estarlo yo.

Estaba precisamente intentando escribir la carta cuando llegó el soldado Sayers, asistente de Sarah, al barracón.

-Señor. La Teniente McDuncan solicita su asistencia, señor.

Me sorprendió que viniese a por mí a aquellas horas de la mañana, pero fuera lo que fuese, debía ser importante.

-Gracias, soldado. Voy inmediatamente –le respondí, guardando el papel y el lápiz. Me puse en pie, me coloqué la gorra y me dirigí hacia el despacho de Sarah.

Sabía que aún no había entregado su solicitud por lo que quizás se tratase de decirme lo que al final había decidido. Fuera lo que fuese, yo iba a poner lo mismo en la mía, así que me volví a buscarla, me la guardé en el bolsillo y de nuevo me encaminé hacia el despacho.

La encontré sentada a la mesa, cubierta por un grueso abrigo y una manta aún mayor, porque como casi todos, sufríamos en nuestras carnes el duro invierno que nos azotaba y que parecía estar expulsándonos a casa.

Desde luego, no habríamos podido recibir un mensaje más claro. Rusia no me había deparado más que una alegría, que duraría toda la vida, esperaba, y era haberme encontrado con Sarah. Pero por lo demás, había sido una campaña dura y desagradable, y sobre todo, completamente fútil.

-¿Me ha mandado llamar, señora? –le dije, cuadrándome ligeramente. Siempre que hablábamos en público o que no estábamos a solas, procuraba mantener la disciplina en todo momento y saludarla como haría con cualquier otro oficial.

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01/12/2021, 02:23
Tte. Sarah McDuncan (1922)

Cuando Rick llegó y abrió la puerta, sentí el frío entrar endemoniado en el despacho. Era desesperante estar allí ya con aquel frío. Le miré en silencio como se cuadraba y por mi mente pasó de nuevo su torso, de aquellos días en los cuales le cuidaba y bañaba como la enfermera que era, deseando poder tocar su cuerpo alguna vez sin la esponja o un paño entre medias.

- Descanse sargento. Sí, le he mandado llamar. Siéntese y deme un momento. - Me levanté y abrí la puerta, viendo a Sayers sentado en su escritorio. - Márchese durante un rato, soldado. Necesita un café y entrar en calor. Y cierre bien al salir. - Le ordené más seria a mi asistente. - No quiero tener que repetírselo de nuevo. Ya terminará esos papeles luego. - Y hasta que no le vi salir, no entré en mi despacho y cerré la puerta tras de mí.

Mis ojos se quedaron fijos en Rick. Sobre la mesa, el papel relleno con el destino aún en blanco.

- Hoy es el último día para entregar el dichoso destino y solo sé que... quiero estar contigo. - Dije sonrojándome y acercándome a él lentamente. - Sé que tu hermana está en Nueva York y el mayor dice que la universidad de medicina de la ciudad es una de las mejores que todos los estados. Y por muchas vueltas que le doy al tema... a pesar de que mi hogar esté en Boston... creo que debería ir a Nueva York. - Le dije al fin.

Total, iba a pasar las fiestas en el cuartel igualmente, pues en Boston no tenía a nadie y arrastraría a Rick conmigo, quien con suerte podría llegar a Nueva York con unos días de permiso y estar con su hermana. De hecho nos debían muchos días de permiso...

- Vaya donde vaya, solo te tendré a ti y tu tienes familia y amigos en Nueva York y yo solo problemas en Boston. Solo espero que tu ciudad me acoja bien. - Añadí al final, antes de coger el lápiz, pues era lo único que escribía con aquel frío y pusiese N.Y. en la solicitud, apoyándome en la mesa junto a Rick. - Creo que es lo mejor que puedo hacer, por ti y por mí. - Le dije dejándole claro que mi prioridad era él.

- Además, el transporte que sale para Nueva York lo hace mañana por el medio día. Nos llevan a la costa y de ahí en barco hasta tu hogar. Por lo que me dijo el mayor Coverley, en cuanto supiese el destino se moverían para que me cogiesen en la universidad aún con el curso empezado, así que me tocará estudiar y ponerme al día en mi permiso con todo lo que no vi en el primer trimestre y por lo que me explicó, pasar un examen para ver si soy apta para seguir cursando o si tengo que esperar al siguiente inicio de curso... - Coverley y Cornelius. Ambos iban al otro lado de Estados Unidos. Les iba a añorar mucho.

El cabo Lazarus, ahora sargento, también volvía a casa, pero él se iba a quedar hasta el último día en la base. Otro al que iba a extrañar al igual que a aquel maldito pelotón de hombres que pusieron bajo el mando de Heatherly meses atrás. Alguno iba a Nueva York, así que nos veríamos en el cuartel, porque ese sería mi hogar durante mucho tiempo, de eso estaba segura.

El mundo era de los hombres y salvo que fueses una famosa millonaria y solterona, no podías comprarte nada tú sola ni aún teniendo dinero para pagarlo sin problemas. Así que... por el momento me quedaría en el cuartel, luego iría viendo mi futuro en aquella desconocida ciudad. - ¿Y bien? ¿Has decidido ya tu destino, sargento? - Le pregunté con una sonrisa.

La verdad es que era el mejor regalo que podía hacerle.

Boston estaba a unas horas en coche, pero sabiendo lo unido que estaba a su hermana y que yo ya no tenía nada más que recuerdos de mi ciudad natal y la verdad es que cada vez eran menos los buenos, lo mejor era empezar de cero. Y le miré ilusionada, esperando su gesto y su sonrisa. Con eso me sentía pagada siempre. Y es que no podía pedirle nada más a aquel hombre.

Bueno, sí, matrimonio directamente. Pero para eso debía divorciarme antes, terminar de superar mis miedos y traumas para con los hombres y lo más complicado de todo: hacer que se enamorase de mí. Y como eso último era imposible, no iba a pelear por arreglar lo previo. No porque no quería perderle ni perderme en medio de un divorcio que jamás tendría y unos miedos que sin duda crecerían cuando le llegase la solicitud de divorcio a John.

Al menos así estaba tranquila y feliz y además, estaba segura de que mi marido no me buscaría en Nueva York.

- Sinceramente Rick, creo con certeza que el mejor destino para mí es estar a tu lado, pero teniendo que elegir uno concreto, creo que donde estés con los tuyos será el mejor para ti. Como ya te dije, yo solo te tengo a ti realmente, así que me da igual donde acabe... siempre que tenga una base militar y una universidad de medicina cerca, claro. - Y le miré nerviosa. Quería abrazarle pero por una vez no me atrevía, quizás porque quería ver su reacción ante mi elección del lugar y los motivos que me impulsaron a ello.

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04/12/2021, 12:56
Sgto. Rick "Jester" Heatherly (1922)

Cerré la puerta casi tan deprisa como la había abierto, consciente de que la corriente circularía por el interior, dispersando el calor que se había acumulado. Tomé asiento sin decir nada, viendo como Sarah "se deshacía del asistente" y que de esa manera pudiésemos estar a solas y hablar con tranquilidad.

Las formas eran difíciles de mantener siempre pero en aquellos momentos constituían una traba que necesitábamos superar, porque la única forma que teníamos de pensar acerca de nuestro futuro era poder hablar con claridad y franqueza, al menos en lo que se refería a nuestros trabajos, porque mis sentimientos permanecían ocultos detrás de una maraña de ordenanzas y promesas personales.

-¿Está siendo un quebradero de cabeza, verdad? -le dije al ver el documento del destino sobre su mesa, y sin esperar una respuesta por su parte.

Su confesión de que deseaba estar conmigo agrietó considerablemente el muro que yo había formado entorno a mis sentimientos por ella, haciendo que una vez más, tuviese que hacer acopio de toda mi resistencia para no decirle con claridad lo que sentía y quería hacer, que no era ni más ni menos que compartir mi vida con ella, a su lado.

Pero en lugar de eso, conseguí hablar de una manera medianamente lógica, esquivando al menos en parte, mis sentimientos verdaderos.

-Yo también quiero estar contigo, Sarah, pero ahora lo más importante es tu futuro. Estudiar medicina será algo temporal así que deberás buscar el mejor lugar en el que puedas hacerlo. Si está en Nueva York, que sea Nueva York, pero no porque yo esté allí, sino porque ese debería ser tu destino. Si me dijeses que la mejor universidad está en Boston... yo me iría a vivir a Boston. Siempre tendré más momentos para ir a ver a mi hermana, pero tú podrías necesitarme. 

Y yo no podría vivir lejos de ti aunque me lo propusiera.

-Pero si vienes a Nueva York, te aseguro que tendrás un lugar en el que quedarte, siempre que quieras, o hasta que encuentre el tuyo propio.

Al ver que escribía Nueva York sin dudarlo, saqué mi hoja de destino, que había guardado en el bolsillo, la desdoblé y le pedí el lápiz. Esa era mi respuesta acerca del destino, porque no había ninguna mejor.

-¿Me lo prestas un momento?

Sin dudarlo, escribí Nueva York también en mi hoja de destino. Ahora ya sabíamos a donde nos iríamos.

-Estupendo. Cuanto antes salgamos, mucho mejor. Y si puedes empezar a estudiar y despreocuparte ahora mismo de dónde vivir y comer, dispondrás de más tiempo -le dije, convencido de que era la mejor decisión.

Desde luego, tenía asuntos pendientes en Boston, pero su vida no podía esperar y la mía, a su lado, tampoco, aunque fuese como oficial subalterno. Ella parecía estar sumamente preocupada, más por mí que por sus propios problemas, así que alargué una mano para tocar la suya. 

-Sarah, los dos pensamos de la misma manera. Queremos estar juntos pase lo que pase, así que todo lo demás, será siempre algo que tendremos que solucionar de la mejor manera posible. Como te he dicho, si Nueva York está bien para ti, para tus estudios, es perfecto para mí. Si llegase el momento de ir a otro lugar, buscaríamos la manera de que fuese posible para ambos, porque mi vida no puede depender de vivir en un lugar o en otro, sino que está ya determinada. Será allá donde tú estés.

Aquel momento sería uno de tantos en los que hubiese sido muy fácil dejarse llevar por las emociones y fundirnos en un abrazo que seguramente, habría terminado con mucho más.

Pero el muro había conseguido resistir intacto, quizás con algunas grietas menores, pero todavía entero, lo suficiente como para continuar ayudándola y compartiendo nuestra vida como lo habíamos estado haciendo hasta ese momento.

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05/12/2021, 00:33
Tte. Sarah McDuncan (1922)

- En mi caso, creo que ya lo he superado... eso sí, he necesitado hasta el último día... y creo que tú estás igual que yo. - Le respondí a Rick antes de decirle que iría a su ciudad, Nueva York. Y es que quería ponerle nervioso y darle una sorpresa con ese tema. Eran pocas las cosas que podía hacer por él para que se sintiese feliz a mi lado, al menos como la amiga o hermana menor que veía en mí, porque yo seguía viéndole de otra manera.

Le había puesto en un pedestal y cada vez este había crecido más y más y le veía inalcanzable para mí. Pero aún sin subirle en él, ya me lo parecía. Lo tenía todo. Era sexy, simpático, gracioso, inteligente, cariñoso, protector y mi corazón palpitaba con fuerza cada vez que le veía. Vale, tenía poco pelo, pero eso no hacía que lo demás no estuviese ahí. Además aquella cicatriz junto a su ojo, debía reconocer que me resultaba excitante y misteriosa.

- Pero no quiero ir a Boston. Allí solo hay malos recuerdos y tendría a mi familia atosigándome y a mi marido a todas horas detrás mío. Y lo peor es que por ley, debo estar con él. Así que por favor, nada de Boston. - Había otra opción en mente, Denver, en Colorado, donde iría el mayor Coverley. Su hogar y como no su invitación para ir allí bajo su mando estaba hecha.

Pero no quería vivir bajo el ala del mayor Coverley y menos aún después de lo que pasó entre nosotros en aquel campamento.

- Me temo que yo voy a necesitarte siempre. Creo que me hice dependiente de ti. - Y adicta y una eterna enamorada que jamás se atreverá a decírtelo. - Le dije con una sonrisa. - A fin de cuentas si he llegado hasta aquí ha sido gracias a ti que no te has rendido nunca conmigo. Incluso cuando yo no creía en mí, tú estabas ahí. - Le dije y le di el lápiz cuando me lo pidió viendo que rellenaba la misma hoja que yo y que ponía el mismo destino.

- Pues dependiendo de si me cogen o no y la distancia de la universidad al cuartel, o bien viviré en el campus universitario o en la base militar de la zona. - Le respondí segura de ello a la par que molesta, porque en el campus no podría dormir conmigo, salvo que viese fácil colarle y en la base militar... Sin pensar si quiera si me estaba ofreciendo alojamiento o no. Todo iba a cambiar a peor, lo estaba viendo venir y eso me preocupaba cada vez más. - No creo que tenga más opciones... bueno, podría alquilar algo, pero para eso tendría que verlo todo con más calma.

En ese momento sentí la mano de Rick sobre la mía y le miré a los ojos, deseando que aquel fuese el momento en el que me declarase que le gustaba por no decir que su amor eterno e incondicional, como lo sentía yo por él. Pero no, no se trató de eso, sino de ese compañerismo, esa fidelidad que nos unía tan estrechamente, al menos por la parte que él sentía, que le motivaba a estar siempre a mi lado, cuidándome y velando por mí. Lástima que no hubiese algo más, algo que me hiciese ir a Boston, pedir el divorcio y huir con él al otro lado del país para casarnos felices y volver tiempo después, con las cosas más tranquilas a su hogar, porque el mío estaba donde estuviese el suyo.

Y en ese momento me di cuenta de que, efectivamente, pensábamos igual, pero no sentíamos lo mismo. Y le sonreí dolida por esa parte, pero feliz por el resto y al final superé ese miedo y me abracé a él. - Entreguemos estas hojas ya, quiero irme ya a casa... ese lugar que será siempre en el que tú estés.

Y me costó separarme de sus brazos y más aún mirarle, porque le quería y todo había despertado en mí de golpe de nuevo y me costaba mantener el control por la sensación de felicidad que recorría mi cuerpo.

Cuando me calmé, me separé de él y cogí los guantes y el gorro. - Vamos. Luego pararemos por la taberna de oficiales a por una bebida caliente, ¿te parece bien? Hay que celebarlo. - Le sonreí. - Luego me gustaría pasarme a ver a Lazarus, al mayor y al coronel para despedirme de ellos y creo que tú también deberías venir conmigo. Les hará ilusión ver que iremos juntos a Nueva York, aunque bueno... quizás el mayor se decepcione por no elegir Denver como destino... pero como te dije, debo pensar en ti y tu bien estar y que tengas a tu hermana cerca, a parte de mí, te irá muy bien. Lo sé porque siempre me hablas con orgullo y añoranza de ella y no soy quien para separarte de su lado. Ni ahora ni nunca.

Y es que Rick tuvo suerte dentro de lo malo y supo lo que era una familia feliz, tener unos padres que se amaban con locura y una infancia para enmarcar y colgarla cual cuadro. No como la mía, llena de miseria, dolor y traiciones. Me daba vergüenza volver al colegio donde todos preguntaban por sus regalos de Navidad y yo debía conformarme con que aquel año solo hubiese acabado con un ojo morado y sin ningún hueso roto...

Y cuando John entró en mi vida, creí que sabrían lo que eran, pero no llegamos a tanto. Precisamente las primeras Navidades juntos, fueron donde empezó a beber y a pegarme. Más tarde a violarme también. Así que yo ya había perdido la ilusión y la esperanza con aquello, pero sabía que Rick lo conservaba con su hermana... y jamás le haría nada aposta que le hiciese ser infeliz. - ¿Qué tal si nos vamos ya? - Dije lista para salir, con el papel en mis manos enguantadas y bien abrigada.

- No creo que nadie diga nada si vamos juntos pegados por la base... hace demasiado frío y no me gustaría ponerme mala y darte el viaje con un resfriado. Ya sabes lo que dicen: que los médicos son los peores pacientes. Y aunque yo no sea médica aún, me da que seré muy mala paciente.

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05/12/2021, 19:36
Sgto. Rick "Jester" Heatherly (1922)

Me gustaba escucharle que me necesitaba, que era dependiente de mí, porque yo me sentía igual que ella, aunque seguramente más. Sin embargo, el hecho de poder ser su amigo, alguien en quien pudiera apoyarse cuando le hiciese falta, ya fuese una vez, dos o en todo momento, era todo a cuanto aspiraba.

-Creo que los dos hemos llegado hasta donde estamos porque formamos un gran equipo y eso significa que no hay que romperlo -le aseguré, devolviéndole el lápiz, una vez escribí la ciudad en mi documento.

Estaríamos en la misma ciudad, lo que significaba que nos veríamos a menudo y eso era un regalo para mí. No sabía si sería con más o menos frecuencia, pero allí estaríamos, siempre que fuese posible. Esperaba que estuviese seguro de que me tendría siempre, aunque sería duro ver cómo algún día, una vez superase la experiencia de su marido, encontraba a otro hombre con quien estar. En todo caso, tendría que ser mejor que la mayoría, casi perfecto, porque de otra manera no lo permitiría. No es que fuese su padre o su hermano, con derecho a decidir con quién podía estar o no, pero la quería demasiado como para dejar que cualquiera se acercase a ella.

-Bueno, ya veremos el tema del alojamiento cuando estemos allí. Creo que no es lo más importante -le dije, poniéndome a continuación en pie en cuanto dijo de entregar las solicitudes, y sonriendo al escuchar que el sitio sería aquel en el que estuviera yo, porque por supuesto, pensaba igual.

Los abrazos que nos dábamos eran necesarios para poder continuar, pero también resultaban más duros para mí, como si fuesen recordatorios de lo que no podía tener. Era difícil estarme quieto y no besarla al sentir su calor o la cercanía de su cuerpo. Me obligaba a ser más disciplinado que nunca.

-Sí, señora -dije, saludándola de manera oficial, pero en tono de broma -. Me parece una idea estupenda, señora. Digna de un estupendo oficial al mando.

Ella era mejor de lo que se consideraba; lo había demostrado con creces y los hombres lo decían, que se había portado como si tuviese un buen par de cojones. Yo solo pensaba que lo que había perdido el género masculino, lo había ganado yo, pero obviamente, era mejor callar al respecto.

-Desde luego. Se han portado muy bien con nosotros -le confirmé, caminando con paso firme. Como decía, quizás el Mayor estuviese decepcionado, pero quería pensar que se sentiría feliz porque tal y como Sarah decía, siguiésemos juntos y además fuese todo gracias a ellos, aunque continuaba hablando de mi hermana -. Sarah, de verdad. Mi hermana no es ahora la prioridad. Como coincide con lo que ambos queremos me parece bien, pero te aseguro que si hubiese un lugar mejor al que ir, no tendría problema en seguirte.

Y es que esa era la mejor parte de los hermanos, que eran capaces de solventar sus diferencias, por grandes que fueran, incluso después de mucho tiempo, porque la sangre, no es que fuese más espesa que el agua, sino que hacía que todo fuese perdonable.

Quería mucho a mi hermana pero Sarah era el centro de mi vida y era el momento de seguirlo.

Salimos del despacho y nos dirigimos a entregar las solicitudes, y mientras tanto, continuábamos hablando, pero ella se pegó a mí más de lo que era habitual. No podía decir que me molestase, sino todo lo contrario, así que no me dio la gana de decir que se separase. Se había ganado el derecho a escoger como deambular por la base.

Cuando me comentó si estaría bien, le respondí en el mismo sentido. 

-Nop. Dudo que alguien se atreva siquiera a sugerir que nos pasamos de la raya. Te has ganado una buena reputación como una oficial de campeonato y eso te da derecho a casi cualquier cosa. Además, me consta que todos te respetan lo suficiente, no solo como para no pensar mal, sino también para verte de otra manera. Y créeme, no es habitual que un simple teniente consiga eso de los soldados. Te los has ganado tú solita.

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06/12/2021, 04:26
Tte. Sarah McDuncan (1922)

- Teniendo en cuenta que son aclopamos muy bien... donde yo fallo, tú tienes tu punto más fuerte y donde tu fallas, si es que fallas en algo, porque yo te veo perfecto, yo tengo el punto fuerte... vamos, en la medicina... porque en lo demás, soy un desastre. - Le dije, pero mi sonrisa no desaparecía.

Comenzaba a aceptar lo inútil que era en muchas cosas, pero de una manera más natural, aunque a veces me podía y me venía abajo. Pero aquellos meses allí, las misiones de instrucción iniciales y luego las pocas que hicimos reales, me sirvieron para darme cuenta por mí misma que no era tan inútil como me habían hecho creer.

Y lo más importante: me demostraron que de alguna extraña manera, no podíamos estar el uno sin el otro. En mi caso era porque le amaba. En el suyo... jamás se lo pregunté ni se lo preguntaría. No quería que me hiciese daño. Simplemente no lo soportaría. Ya llevé bastante mal los días de tonteo que se trajo con la enfermera nueva que vino de no se donde.

Días que cuando les veía juntos enfermaba y me pasaba horas llorando en la cama.

Días que me alejé de él por completo, buscando lo que él ya no me daba en la cama del mayor Coverley. Pero sus abrazos no eran como los de Rick, no los sentía igual. Además, la puta enfermera Clair mintió. El mayor no tenía problemas de erección. Quizás con ella sí, pero cuando me acostaba a su lado y colocaba mi cabeza sobre su pecho, su soldado se levantaba a saludarme. Pero nunca me dijo nada ni se propasó y si Rick fue a buscarme en esas noches a mi dormitorio, no me encontró. Solo una ventana cerrada y una cama vacía al otro lado, mientras mis heridas emocionales se sanaban con los abrazos de otro hombre.

Uno que jamás sería él.

- Sí, tienes razón... otra vez. - Le respondí al tema del alojamiento. No conocía Nueva York e iba a sentirme extraña y asustada en la ciudad al igual que con mucha inseguridad, hasta que me fuese haciendo a ella.

Sus bromas frente a mi abrazo y mis palabras me hicieron sonreír aún más, aunque la verdad era que me sentí decepcionada al no recibir lo que esperaba. Un beso de sus labios. Eso hubiera cambiado tantas cosas... y estuvo de acuerdo con el tema de despedirnos de nuestros superiores. La verdad era que no sabía si Rick se había enterado en algún momento de que pasé más de una noche en la cama del mayor. Tuvimos cuidado con eso, así que no debería saberlo nadie en el campamento, pero eran cosas que al final se descubrían... solo fueron un puñado de noches, las suficientes como para poder enmendarme y caminar de nuevo sola o más bien las que me dejó el mayor, antes de mandarnos a otra misión a los dos con el pelotón que estaba bajo el mando de Rick.

Era como si siempre me empujase hacia él. Aunque me desease, quería que estuviese con él.

- Para ti no es importante, pero para mí si. Te recuerdo que a pesar de que estén vivos la mayoría de ellos, yo no tengo familia y sinceramente te envidio porque tu tengas a tu hermana. Bueno, hermanas, porque tal y como me tratas y me cuidas y proteges, creo que me ves como otra hermana menor a quien cuidar. Y si no es eso, es que me consideras una gatita desamparada sin hogar y sin cariño que recibir. - Sí, sabía lo que había hecho, pero nos íbamos a Nueva York juntos y al menos quería saber como me veía. Me iba a doler la respuesta y no tendría al mayor para llorarle y abrazarle, pero debía aprender a ser fuerte con él o cuando encontrase a la mujer de su vida, viviría un infierno a su lado. Eso estaba claro.

Ya en el exterior, cuando me agarré a él con la excusa del frío, escuché sus palabras y le sonreí bajo la bufanda. - No es todo mérito mío. Conozco a un sargento sin el cual, nada de esto hubiese sido posible. Rick, no hubiera pasado de la primera misión de entrenamiento, si no llega a ser por ti y aquel masaje de pies. ¿Lo recuerdas? Solo cuatro horas de marcha y tenía los pies destrozados, con llagas e inflamados... y lograste que me volviese a calzar y que siguiese adelante... nunca me dejaste rendirme porque siempre creíste en mí y no me rendiré porque no quiero fallarte.

Y tras esas palabras llegamos al lugar donde recogían las solicitudes y entregamos las nuestras. Nos dieron una copia más simple y las instrucciones en ellas de la hora de salida del vehículo y demás. Ya teníamos un pie fuera. Al salir, el frío nos azotó de nuevo y me volví a agarrar a Rick. - Vayamos a ver a Lazarus primero. Seguro que mañana irá a despedirse de nosotros pero seguro que es el que menos... - me va a costar decir adios. - ... problemas tendrá para atendernos. Lo mismo el mayor y el coronel están ocupados.

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19/12/2021, 19:24
Sgto. Rick "Jester" Heatherly (1922)

La tensión del mando era algo que no todo el mundo lograba superar. En ella veía, además de fortaleza, espíritu, y eso era lo más importante para ganarse el respeto de aquellos que te rodeaban. Por otro lado, entendía que aún le quedaba mucho camino por recorrer pero estaba seguro de que conseguiría lo que se proponía. Además, en cuanto obtuviese el título en medicina, rápidamente conseguiría el siguiente rango.

Lo demás, caería por sí solo.

Ella parecía entenderlo así también, al menos en lo que se refería a que yo podía ayudarle con aquello en lo que parecía ser, como señalaba, "un desastre", aunque yo sabía que no lo era tanto como decía.

-Bueno, creo que exageras. "Desastre" es una palabra muy fuerte. Antes de eso están los niveles de "ruina", "calamidad", "birria", Catástrofe"... -lo dije riéndome, porque evidentemente era una broma, pero por si acaso, no me detuve en aquellos términos sino que se lo dejé claro -pero créeme, ninguno de ellos se ajusta a ti. Yo sí que era una catástrofe cuando me alisté, un Simplemente adoleces de lo mismo que cualquiera en tu posición: falta de experiencia militar. Pero eso es algo que a la larga dominarás a la perfección. Y mientras tanto, como dices, yo siempre estaré para ti.

Además, no habíamos pasado tantas cosas juntos para ahora separarnos. Aunque no la amase con locura, había un vínculo profesional entre ambos que resultaba básico para que ambos funcionásemos bien y no íbamos a cambiar eso.

Pero es que además, no podía vivir sin ella, aunque fuese únicamente porque toda mi vida giraba alrededor de cuanto ella hacía, pensaba, decía o tenía pensado llevar a cabo.

Sí que era verdad que Sarah también era muy afín al mayor Coverley. Entre ambos se había establecido una relación que no costaba demasiado percibir que iba más allá de lo meramente cordial y a veces me había preguntado si no habría algo entre ambos, si el Mayor no estaría enamorado de ella, o ella del Mayor. Después de todo, no podía extrañarme, aunque sí que de ser así, me habría destrozado el corazón para siempre.

Casi prefería no saberlo.

Pero ahora teníamos además un destino común. Pedir ser enviados al mismo lugar nos aseguraba no estar nunca solos, y aunque me gustaba la idea de estar cerca de mi hermana, no era ni la mitad de importante que ir con Sarah, aunque eso jamás podría explicárselo completamente. En Nueva York ambos tendríamos la protección el uno del otro, y también podríamos contar con mi familia.

También era cierto que tendría responsabilidades, algunas, hacia mi hermana, pero no creía que eso fuese a ser un problema. Ganábamos más de lo que perdíamos. Ella seguía insistiendo con el tema de la familia, pero yo era algo que en verdad no valoraba tanto. Al oírla, entendía que lo hiciera, porque era precisamente lo que le faltaba.

-Mi hermana es importante, desde luego, pero también lo eres tú. Así que no te preocupes. Si vamos a Nueva York, tendremos todos lo que queremos y compartir mi familia contigo, lo que significa que serás de mi familia y nunca más podrás decir que no tienes a nadie. Y creo... que no te veo como una hermana, sino como algo más... importante que eso.

Te quiero como mi vida que eres, aunque no pueda decírtelo.

Cuando me agarró del brazo, sentí un escalofrío, y no fue precisamente porque sintiese el aire helado sino porque su proximidad me cogió desprevenido y estuve a punto de besarla allí mismo. Pero lo hizo para darme las gracias y eso me permitió recomponerme.

-Y siempre creeré en ti. 

Finalmente, entregamos las solicitudes. Ya era oficial; íbamos a ir juntos a Nueva York, en busca de una nueva vida. Eso era algo para celebrarlo. 

-Bueno, si no probamos no lo sabremos. Primero Lazarus y luego nuestros oficiales superiores. Si pueden recibirnos, agradecerán que vayamos a despedirnos de ellos. Se lo han ganado; de hecho, toda la vida que tenemos por delante se lo debemos en buena parte.

En ese momento, observé el rostro de Sarah, que parecía mostrar ese miedo que tantas veces veía en ella a seguir avanzando. Así que agarré con fuerza su brazo y le sonreí.

-Esto es como si fuésemos sus hijos, y nos marchásemos de casa. Lo lamentarán... pero seguro que también se alegran, y nosotros lamentaremos alejarnos... pero al mismo tiempo los recordaremos con mucho cariño.

No tanto como el que yo siento por ti, pero desde luego, todos ellos formarán parte de nuestra vida, como espero hacerlo yo de la tuya.

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20/12/2021, 04:38
Tte. Sarah McDuncan (1922)

- No seas tonto. - Le regañé cuando comenzó a enumerar los diferentes niveles de desastre, dándole un golpe con mi hombro en el suyo, para lo cual tuve que ponerme de puntillas. - Pero tú entraste con un objetivo, sabías lo que querías... yo solo iba a ser enfermera y de golpe me encuentro con el rango de teniente, sin pasar instrucción previa y casi siendo médica. Y Rick, eso da mucho miedo. Aún lo tengo. Por eso me alegro de que estés conmigo.

- Aunque no como a mi me gustaría... aunque tampoco sé si podría volver a tener relaciones sexuales con un hombre y dudo que te fijases en mí ni para pasar una simple noche.

Luego salió el tema de la familia. Para mí era importante. Solo tuve un hermano realmente y lo mató mi padre a palos por ser distinto, obligándonos a guardar silencio. A partir de entonces, no tuve famila. Por eso su hermana era importante para mí. No con que se relacionase conmigo, sino que no la perdiese. Nunca. Como yo no quería perderle a él.

Y entonces me incluyó en parte de su familia y no supe que decir y menos aún cuando dijo que no me veía como una hermana... sino como algo más importante. - ¿Qué puede ser más importante que una hermana? - Le pregunté y de golpe caí. Era peor de lo que pensaba... lo dicho, me veía como una niña y ya que fue él quien cuidó  de su hermana como una hija pues... - ¿No me digas que me ves como a tu hija? - Ese golpe si que no me lo esperaba. - Porque yo no te veo como un padre... ni quiero verte jamás como tal. - Dije con amargura en mis palabras, dolida por el padre que me había tocado y porque era evidente que no sentía eso por él.

En el exterior me agarré a él y después de mis palabras me dijo algo que me llegó muy dentro. - Pues serás el único que creas... - Bromeé tratando de quitarme de la mente que me viese como su hija. Pero lo cierto era que había más gente que creía en mí, por eso había llegado hasta allí.

A la salida de la entrega de las solicitudes, optamos por ir a despedirnos primero de Lazarus. - Espero que tenga tiempo para tomar algo caliente antes de que me quede helada aquí fuera. - Y usando eso de excusa me agarré con mas fuerza a Rick, pegando mi cuerpo a él. - Menos mal que estás conmigo. Sino ya formaría parte de la decoración del lugar... - Y miré al sargento y sonreí bajo la bufanda.

Lo que Rick no sabía era cuanto le debía al mayor, pero yo no sabía cuanto le debía al coronel. La despedida del primero iba a ser complicada para mí, pues le había cogido mucho aprecio y sin quererlo, a intimar más de lo que quizás nos estuviese permitido por rangos.

Cuando llegamos al barracón donde se suponía que estaría el sargento Lazarus con sus hombres, lo encontramos vacío. Al preguntar nos informaron que tuvieron que salir de urgencia con los jeeps a ayudar a un grupo de civiles rusos los cuales habían pasado por una zona de bombas y sin querer hicieron detonar una. Iban con médicos y bien preparados, pero no sabían cuantos días tardarían en volver. Lo mismo regresaban esa noche como que tardaban dos o tres días, dependía de lo que se encontrasen.

Eso me desanimó bastante. Lazarus era una pieza clave en mi vida militar. Él también me ayudó cuando más lo necesité. Miré a Rick con tristeza, pues sabía que no podíamos ir en su búsqueda. - Quedan el coronel y el mayor. - Le dije con pesar. - Preferiría ver primero al coronel. Creo que será más rápido... el mayor... - Y no dije más. Apoyé mi cabeza sobre el hombro de Rick buscando consuelo. - Me va a resultar duro despedirme de Coverley, Rick. Él sí podría decirse que ha sido un padre para mí... tú, tú eres más especial e importante en mi vida.

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25/12/2021, 12:19
Sgto. Rick "Jester" Heatherly (1922)

Nunca había pensado en mí mismo como un padre potencial, seguramente porque el ejército se había convertido en mi familia y la idea de tener una diferente, una esposa e hijos, mientras daba vueltas por todo el mundo, no parecía demasiado razonable. 

Al menos, así había sido hasta conocer a Sarah, porque desde ese momento, comencé a ver las cosas de un modo diferente, como si de verdad echara de menos vivir de otra manera, estar de otra manera.

Sabía que no iba a ser posible, que Sarah estaba más allá de mi alcance y que solo me restaba permanecer como un Cyrano cualquiera, a su lado, intentando ayudarla en lo que pudiera, pero eso no lo hacía más fácil, algo que ya había pensado en múltiples ocasiones. Pero si había sido capaz de soportar otras cosas, podría con aquello, sobre todo teniendo en cuenta que era todo por Sarah y que ella se había convertido en lo único verdaderamente importante para mí.

-Bueno, yo tampoco te veo como mi hija. Es... difícil de explicar -le respondí, sin atreverme a decir nada más para no dejar translucir lo que de verdad sentía.

Mis sentimientos por ella en ninguna manera podían ser los de alguien consanguíneo, ya fuese hermana o hija, o madre, sino otra cosa mucho más intensa y a veces dolorosa.

-Quería decir que para mí eres más importante que... mi hermana; nosotros no elegimos a nuestra familia de sangre, pero sí a los que nos acompañan el resto de nuestros días. Eso hace que sean más importantes. Tú eres más que mi hermana, porque te he escogido.

Mientras caminábamos, noté como se pegaba más a mí y pensé que ojalá lo hiciera más a menudo, que no había nada mejor que sentirla cerca de mí. Tendría que bastar con aquello.

El cabo Lazarus no estaba y no parecía que fuese a estar. Iba a ser una lástima no poder despedirse de él, por todo lo que nos había dado.

-No te preocupes. Nos volveremos a encontrar y llamaremos desde Nueva York para hablar directamente, aunque nos cueste una fortuna -la tranquilicé, viendo el gesto de tristeza que apareció en el rostro de Sarah.

Una vez eliminada aquella posibilidad, quedaba despedirse del Mayor y del Coronel. Sarah parecía sentir una especial predilección por Coverley. Para él, era un padre; no lo puse en duda. En cualquier caso, me sentí profundamente conmovido al decir que yo era más especial e importante qué él, aunque también extraje que Coverley era especial en sí mismo y que no podíamos dejar de verlo.

-Gracias. Eso espero, porque vas a pasar mucho tiempo conmigo -le dije, sonriendo -. Venga, vayamos a ver al Mayor. Estoy seguro de que deseará verte antes de marcharnos. Quizás... prefieras verle a solas. Después de todo, creo que está claro que es muy importante para ti y debes demostrárselo. No quiero ser... el tercero en discordia.

No pretendía que sonase como si fuese el amante descontento en un matrimonio, pero sentía que entre ambos había una conexión especial y diferente, ya fuese como padre, siguiendo lo que había dicho, o de cualquier otra manera.

Sarah debía tener intimidad suficiente como para expresarse con claridad al respecto.

No me sentía celoso en absoluto, pero sí frustrado por no poder hacer más, por no conseguir que sintiese por mí algo más que agradecimiento y amistad; no entendía cómo era posible que no estuviese enamorada de mí, salvo por el hecho de que quizás le gustase otra clase de hombres, más hechos, físicamente más atractivos.

¿Cómo Coverley?

Me había dicho que era como un padre, aunque... ¿cuántas hijas no estaban enamoradas de sus padres?

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26/12/2021, 09:20
Tte. Sarah McDuncan (1922)

- Si bueno, tan poco es tan difícil de explicar, me hubieses tenido que tener con unos seis años de edad o así, creo que hubiese sido demasiado prematuro. - Me atreví a bromear con aquello, ruborizándome bajo la bufanda al pensar en mis propias palabras y guardé silencio sin querer meterme más en ello al tiempo que mi cabeza buscaba otro tema de conversación que no llegase a resultar tan incómodo.

Pero Rick no lo dejó y logró encontrar las palabras diciéndome algo que jamás me había dicho nadie. - Rick... ¿sabes que eso es lo más bonito que nadie me ha dicho nunca antes? - Le dije, - Tú eres más importante que mi hermana, porque te he escogido. - Resonó en mi cabeza y mi corazón palpitó con fuerza dejándome ver lo que yo quería ver y no la realidad: que él no era para mí. Y por un momento soné con ambos felices como pareja, hasta que la realidad vino en forma de golpe de frío que me hizo agarrarme a él. Al menos podía abusar de aquello con la excusa del frío.

Que Lazarus no estuviese era un palo, aunque de nuevo Rick sacó la cara buena de aquello. - No sé como lo haces, ver siempre el lado bueno de las cosas. Quizás es que yo he vivido demasiado tiempo en el lado amargo y oscuro y soy incapaz aún de ver algo más que esa oscuridad. Pero tú... - Le miraba maravillada. - Eres capaz de devolverme la ilusión y la esperanza con unas pocas palabras o con una simple sonrisa. - Y callé, porque iba embalada a decirle lo que sentía por él y eso quizás supondría tener que cambiar mi destino a otro lugar en cuestión de minutos.

Rick optó por ir a ver al mayor, quien era el más duro para mí. A fin de cuentas, desde que llegamos allí, me estuvo protegiendo y presumía de mí cuando estaba a su lado. Me guarda un sitio siempre en la mesa de oficiales a su lado, salvo cuando le avisaba de que ese día me escapaba a comer con Rick al sol. Sus bromas o quizás no tan bromas, sobre que no me dejaría escapar si tuviese cuarenta años menos y como me empujaba a estar con Rick... como me cuidó cuando sentí que le perdía... Sí, Coverley era muy especial en mi vida y hubiese elegido su destino para estar con los dos.

Pero no podía dejar de pensar en Rick y en su familia, en su única hermana en Nueva York. No podía privarle de aquello, no al hombre al que amaba. Además, cuando amas a alguien haces sacrificios tontos y a pesar de que siempre me decía que daba igual el lugar, que su hermana era secundario, para mí era algo importante para él. Puesto que así podría ver al menos parte de la familia que jamás tendría a su lado.

Lo dicho, las tonterías que se hacen por amor.

- Por eso elegí Nueva York, Rick, porque te elegí a ti. - Le respondí a sus palabras por si tenía dudas sobre Coverley. - Tal y como me has elegido tu a mí. - Añadí suavizando las cosas. Pero cuando me dijo lo de despedirme a solas con él, me quedé helada. - Lo sabe. - Pensé para mí. - Sabe que dormí más de una noche en su cama... me pregunto si sabrá algo más de esas noches... - Yo... pues... no lo sé... él siempre... siempre nos ha querido ver juntos, Rick... quizás... quizás espera vernos juntos y si tiene que decirme algo a parte... sabrá indicarte que te marches. - De eso estaba segura. Era un encanto de persona, pero sabía muy bien no solo lo que quería, sino decirlo y si quería a Rick fuera del despacho, se lo diría.

- Y no serás el tercero en discordia. ¿De dónde te has sacado eso? - Le sonreí casi divertida. - Te elegí a ti, recuérdalo. Pude poner Denver, Colorado, pues es donde irá... - Y me pidió que si no lo veía claro contigo, que me fuese con él... y no lo veo claro, pero no puedo vivir sin ti, Rick.

Y sin decir mucho más, llegamos a su oficina, una cabaña de madera, solo que tenía estufa. Al entrar se notó el calor y el asistente se cuadró al vernos pasar. Me quité la bufanda. - Buenos días, venimos a ver al mayor Coverley. No tenemos cita con él. Dígale que venimos a desp...

Y no tuve que decir nada más. Debió escuchar mi voz desde el otro lado de la puerta o vernos llegar por la ventana o quizás nos espiaba. No lo sabía y no me importaba, pues la puerta de su despacho se abrió y antes de poder decirle nada, ya nos estaba invitando a pasar a los dos.

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26/12/2021, 09:43
Mayor Coverley

- Buenos días. - Dijo con una sonrisa. - Pasen, por favor. Me preguntaba cuando asomarían por aquí. - El calor del despacho del mayor era más alto que el de la entrada. - Quitense los abrigos o se terminaran asando aquí dentro. Es lo que tienen estas estufas... que no hay manera de tener una temperatura estable, o te cueces o te hielas, pero prefiero pasar calor al frío.

Miró a Sarah, sabía porque estaban los dos oficiales allí. - Mi pequeña niña. - Sonrió a la mujer y la abrazó. - Veo que ya has decidido y tu mirada me dice que no vendrás a Denver. - En el abrazo, se veía el cariño que aquel hombre le tenía a la teniente. Se separó lo justo para mirarla a los ojos. Por un instante, Rick llegó a pensar que la besaría. - No te preocupes, no te gustaría el clima de allí y me alegro de que os marchéis al mismo destino juntos, porque supongo que ese habrá sido el motivo... es un gran paso Sarah. - Y entonces la besó, pero en la frente.

Coverley se separó de Sarah, emocionado por la despedida y miró a Rick. - Me alegro de que se vaya con usted, es la elección más sabia que ha podido tomar. - Y le tendió la mano al sargento. - ¿Dónde irán? La verdad es que puedo ir a la oficina y preguntarlo, pero prefiero que me lo cuenten ustedes. ¿Han hablado con el coronel? También se alegrará de su decisión. - Dijo el hombre, pero se le notaba que le dolía que Sarah no siguiese a su lado.

Sarah ni se dio cuenta de que había hecho trizas el corazón del mayor, pero a Rick aquel detalle no se le escapó. - Sé que parece que no, pero tengo mucho trabajo. Sargento, ¿le importaría dejarme un momento a solas con la teniente? - Le preguntó a Rick y antes de que este dijese nada, el mayor le dio un abrazo de despedida y le dijo unas palabras, que años después intentó cumplir, solo que el destino no quiso que fuese así.

- Si vuelves a hacerle daño a Sarah de tal manera que acuda llorando a mí, te aseguro que te la quitaré para siempre. No es un juguete y tiene sentimientos, aunque no los veas. - Le susurró a Rick muy serio y se separó con una sonrisa. - No tardaré en devolvérsela sargento, no se preocupe. Nunca me la he quedado, ¿verdad? - Bromeó, dejando ver que en algún momento pudo hacerlo pero que no lo hizo.

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02/01/2022, 19:52
Sgto. Rick "Jester" Heatherly (1922)

Me sentí algo extraño por lo que me dijo entonces Sarah. Cuando le dije que era más importante que mi hermana, pensé que era una obviedad, pero al ver su reacción me di cuenta de que era mucho más que eso. Además, ella lo había pasado mal, realmente mal. ¿Cómo no había visto que aquello podía ser tomado como algo mucho más serio?

Pero era lo que sentía y no podía ocultarlo completamente. Por mucho que lo intentara, era incapaz de olvidarme que la amaba y que deseaba estar con ella el resto de mi vida. Eso debía mostrarse por alguna parte, de alguna manera.

Sin decir mucho más, fuimos a ver a Lazarus, encontrándonos con que no iba a estar en mucho tiempo. Sabía que para Sarah constituiría una desilusión, pero siempre había una alternativa mejor que aquella.

-Bueno, quizás sea eso, o a lo mejor es que siempre intento que los demás, en este caso tú, se sientan mejor. Así que si el cabo no está, lo único que significa es que podremos volver a hablar con él y no tendremos que despedirnos inmediatamente -le expliqué, volviendo a agarrarme a ella, no por el frío, sino porque deseaba hacerlo.

Y ella se agarró de mi brazo, devolviéndome aquella sonrisa interior que siempre tenía cuando estaba a mi lado.

Me pareció percibir que se mostraba algo reticente a ver al Mayor. No creía que hubiese ocurrido nada malo entre ellos sino simplemente, que le apreciaba más y le resultaba más complicado decir adiós. Sin embargo, aquella idea, la de que sentía algo por él, rondó por mi cabeza de forma instintiva. A pesar de todo, seguí adelante, porque no podía hacer otra cosa y era el bienestar de Sarah lo que prevalecía... y prevalecería siempre.

En aquel momento me conformaba con que fuésemos a estar juntos en Nueva York, sobre todo después de haberme dicho que me había elegido a mí, aunque era evidente que aún se quedaba lejos de lo que más deseaba. Eso podría llegar o no, seguramente no, y yo debía aceptarlo y prepararme para ello. Coverley era ahora lo único que me importaba, pues para Sarah resultaba complicado alejarlo de su vida.

-Bueno, pues... entonces estaré preparado... por si acaso -le aseguré, sin olvidar que sabía muy bien a donde iba Coverley destinado y que quizás, solo quizás, se lo había pensado durante un momento.

En cuanto llegamos, el propio mayor Coverley salió a nuestro encuentro. Yo me cuadré inmediatamente, sintiéndome algo incómodo al estar agarrado todavía a Sarah, pero al decirnos que pasáramos me relajé un poco. Después de todo, meintras mantuviera el respeto por el rango, podíamos actuar como conocidos que éramos y sobre todo, como dos personas que le estábamos profundamente agradecidos.

-Sí, señor. Gracias, señor -respondí, entrando en el despacho y siguiendo sus instrucciones, ayudando a Sarah a quitarse su abrigo y después quitándome el mío.

A continuación, me senté en la silla que había delante del escritorio, y vi como Coverley abrazaba a Sarah, igual que un padre haría como una hija. Parecía sentir que no le acompañase, lo cual podía entender, e incluso por un momento que su afecto iría más allá de un simple abrazo, pero todo se mantuvo de una manera cordial, haciéndome lanzar un suspiro involuntario de alivio.

Después, me miró a mí.

-No sé si es la elección más sabia, señor, pero estaré ahí siempre para ella, se lo aseguro -le dije, poniéndome en pie y estrechándole la mano -. A Nueva York, señor. Allí vive mi hermana y siempre tendremos un lugar en el que quedarnos, sobre todo al principio, hasta que encontremos en donde vivir. 

Nos preguntó también si habíamos hablado con el Coronel y esta vez dejé que fuese Sarah quien le dijese que no. Yo me sentía, tal y como le había dicho antes a Sarah, como una especie de intruso. Era evidente que Coverley deseaba que Sarah fuese a Denver y que lamentaba su decisión, por mucho que la comprendiese. Quizás hasta sintiese algo de odio contra mí al creer que yo había sido tan determinante en aquella decisión.

Me hacía sentir incómodo.

Sin embargo, mi sorpresa fue mayúscula cuando le dijo a Sarah que me dejase a solas con él. La miré, sorprendido y confuso por aquello, pues no se me ocurría nada que pudiera decirme, pero esperé en silencio a que se despidiera de Sarah y saliese del despacho.

Claro que eso no fue nada comparado con lo que me dijo a continuación. Utilizó un tono muy serio, del que solían usar los oficiales cuando deseaban amedrentar a alguien de rango inferior. Y no acertaba a entender de lo que estaba hablando. ¿Yo la había hecho llorar? ¿Cuándo? ¿De qué manera? ¿Y a qué venía eso de que no se la había quedado? ¿Es que yo sí? Tragué saliva y entonces, hablé.

-Permiso para hablar con franqueza, señor. No sé de qué está usted hablando, señor. Yo no le he hecho nada a la Teniente McDuncan Siempre me he comportado correctamente con ella, la he ayudado en todo cuanto he sido capaz y jamás me he propasado, se lo aseguro.

Me sentía confundido, pero las últimas palabras de Coverley no me habían hecho ninguna gracia, aunque habían quedado bastante ocultas detrás del hecho de que Sarah había ido a buscarle, llorando. ¿Por qué?

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03/01/2022, 04:26
Mayor Coverley

Pero algo raro pasó. El mayor dejó bien claro que quería hablar con Sarah a solas, pero fue esta la que al mirar al sargento salió fuera. Coverley se quedó descolocado, tanto o más que el sargento tras su abrazo y sus palabras de despedida, pues Coverley no tenía intención alguna de hablar nada con Heatherly, solo dejarle claro aquello y despedirse a solas de Sarah.

Pero las cosas habían tomado un rumbo completamente distinto y Arthur sintió que estaba en una especie de encerrona.

- Adelante, hable, sargento. - Le dijo con buen tono, aunque se imaginaba por donde iba a ir todo. Y según habló Rick, se dio cuenta de que, efectivamente, no se había equivocado en nada. El sargento ni se había dado cuenta del daño que le había hecho a Sarah. Por eso no quiso decirle más, solo avisarle como cualquier caballero haría cuando pretende a la misma mujer que otro hombre y está dispuesto a pelear por ella si ve que tiene ocasión.

La tuvo que dejar escapar una vez, no lo haría dos.

- Veo que no se dio ni cuenta. Me imagino que en esas noches ni se pasó a dormir junto a ella. De ser así, hubiese notado algo raro. - Algo como que Sarah no estaba en su cama. - Pero estuvo demasiado ocupado y la dejó de lado por completo y no puedo decirle mucho más, sargento. Si ella no se lo ha contado, si no le ha hablado de como se sintió en ese tiempo, ha sido por algo. Solo le diré que les tuve que mandar de misión y que a su regreso, todo volvió a la normalidad.

No le quedó más remedio, pues cada vez Sarah se metía en su cama y le abrazaba, él sentía que la amaba cada vez más y más y sabía que debía dejarla ir. Durante la ausencia de ambos, se encargó de que trasladaran a la enfermera que estaba destrozando a aquella bonita pareja que serían en el futuro. Se había tirado piedras contra su propio tejado, pero quería a Sarah demasiado como para hacerla eso. La quería feliz y si era con Richard con quien lo sería, pelearía por ello... pero solo esa vez.

- Y sí, ya sé que siempre ha estado a su lado y la ha ayudado y apoyado en todo, igual que ella a usted. De ahí mi aviso y créame que lo cumpliré si llega ese día. No voy a permitir que un corazón como el suyo vuelva a sufrir más por ningún hombre. ¿Lo entiende? - No, no lo iba a entender. No se daba cuenta de que ella estaba enamorada de él al igual que ella. Lo veíamos todos pero ellos no y por mucho que empujó a Sarah a decirle a Jester lo que sentía por él, siempre se escudaba en lo mismo: el miedo a perderle.

- Si no tiene más preguntas, me gustaría despedirme de la teniente a solas. - Dijo con su característica amabilidad al sargento. Sin rencor ni reproches en su voz. De hecho Rick no percibió nada de eso en toda la conversación.

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16/01/2022, 20:41
Sgto. Rick "Jester" Heatherly (1922)

No entendía la actitud del Mayor ni a qué venía todo aquello. Me estaba hablando como si le hubiese hecho algo a Sarah, cuando no había nada más lejos de la verdad y mucho menos, por mi actitud. Pero es que además, percibía la furia en sus ojos, y eso solo podía venir de unas emociones que no eran las de un superior con un miembro de su equipo sino... de alguien que sentía algo más.

Pero aquellas ideas no eran fáciles de asimilar, menos aún cuando mi superior estaba recriminándome algo que no entendía, y sin darme tregua. 

Lo único que sabía era que durante un tiempo, había encontrado algo de paz en una enfermera cuya sonrisa era capaz de calmar mi alma a causa del deseo que sentía por Sarah, no solo por su cuerpo, sino por su amor no correspondido. Esa había sido la única diferencia. ¿Era posible que aquello hubiera causado una reacción en Sarah? ¿Por qué razón, si no me amaba? ¿Acaso pensaba que debido a Vivian, la abandonaría y dejaría a su suerte?

-En serio que no le comprendo, señor. La Teniente McDuncan siempre ha sido mi prioridad, se lo aseguro -acerté a decir, pues no había mucho más que pudiera añadir.

Quizás tendría que hablar con ella, pero... ¿cómo podía hacerlo? Vivian no había sido más que un alivio momentáneo en un mundo de locos y sabía que durante toda mi vida me debería a Sarah. ¿Había alguien más comprometido que yo?

El Mayor tuvo que reconocer que desde luego, había estado siempre a su lado, pero seguía sintiendo que no había justicia en lo que me estaba diciendo.

-Lo entiendo, señor... aunque... Le aseguro que no sufrirá más por mi causa, señor -le dije finalmente, callándome mis reproches, y sintiendo que al final, iba a tener que sacrificar toda mi vida por Sarah. A lo mejor había pensado que la abandonaría y el dolor se había vuelto tan intenso, que había acudido al Mayor para comunicárselo.

Estaba muy claro que no iba a poder tener una vida propia más allá de la que llevaba con Sarah. Y me lo había prometido a mí mismo, y a ella, por lo que en realidad, lo único que tenía que hacer era cumplir mi propia palabra.

-Eh... sí, desde luego, señor. Yo... ¡Gracias por todo, señor! -exclamé, cuadrándome antes de salir del despacho.

Sarah estaba esperando y yo... la verdad era que no sabía que cara poner al pensar en ello. Decidí sonreírle como si no hubiese ocurrido nada aunque era difícil esquivar la sensación de incomprensión e injusticia.

-El mayor quiere hablar con usted... Teniente. Solo deseaba pedirme que.. cuidara de usted y todo eso -mentí, de manera escandalosamente penosa.

Iba a tener que aprender a hacerlo mejor porque Sarah no era idiota y se iba a dar cuenta de que sucedía algo.

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17/01/2022, 01:59
Mayor Coverley

Que le replicases de esa manera le sentó fatal a Coverley, precisamente por lo que sentía por Sarah y verse sumido en esa charla contigo ya le incomodaba bastante. - Sargento, le repito que sé que siempre ha sido su prioridad. - Su tono se alteró un poco en aquel momento.

- Sé que siempre lo será, pero queda claro que no se dio cuenta de lo que le pasaba, cuando aquellas noches no fue a visitarla, pues me acaba de dejar claro que no lo hizo. De haberlo hecho hubiese descubierto que su cama estaba vacía y que había buscado otro lugar donde sentirse segura, poder abrazarse a alguien, llorar y lograr dormir al menos parte de la noche. - Y te miró con el ceño fruncido, para luego relajarse como pudo. - Y no me lleve la contraria cuando sé lo que pasé esas noches con ella.

Y a pesar de todo, ella te había elegido a ti, no a Coverley, no ir a Denver. ¿Acaso te amaba y te negabas a verlo? ¿O realmente ella se enamoró de Coverley y quería poner tierra de por medio por la diferencia de edad o porque él la veía como a una hija? Fuese como fuese, notaste en el rostro del mayor que sabía que había hablado de más y que se arrepentía de ello, por lo que no le sacarías nada.

- Un placer tenerle bajo mi mando. Cuídese sargento Hearherly. - No tenía que decir que cuidase de Sarah, porque sabía que lo haría.

Así pues tu despedida con el mayor te dejó un sabor agridulce y cuando saliste de su despacho y le dijiste aquellas palabras a Sarah, notaste que se dio cuenta de que pasaba algo, pues una cosa era salir triste por una despedida y otra la mirada y los ánimos que tenías.

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17/01/2022, 02:26
Tte. Sarah McDuncan (1922)

- Si necesitas hablar... iremos a tomar algo a la cantina antes de ver al coronel si te parece. - Le dije a Rick en un susurro cuando le vi salir así. Le sentía desmotivado. Sí, esa era la palabra que más se asemejaba a su estado de ánimo en aquel momento. Y si él salía así, me preguntaba como saldría yo de allí.

Y entré en el despacho y cerré la puerta tras de mí y mis ojos se cruzaron con la intensa mirada del mayor. Sabía lo que esa mirada significaba y sentí como mi corazón se aceleraba al tiempo que con dos zancadas, Coverley me alcanzaba y me abrazaba, para luego besarme en los labios. Cerré los ojos y me dejé llevar por aquel beso, pues sabía que como mucho, sería el penúltimo que nos daríamos. Cuando se separó, vi las lágrimas en sus ojos y no pude evitar unirme a él.

- Lo siento, Arthur. Lo pensé mucho, le di muchas vueltas...  pero con Rick a mi lado, aún siendo solo amigos, lo nuestro no hubiese funcionado jamás y él no quiere dejarme ir y yo no quiero que se marche. Creo que es lo más justo para ti, porque te haré daño igualmente y quizás en Denver te haría mucho más daño a la larga. - Le dije sin separarme de sus brazos.

- Sé lo que pierdo, pero no me parece justo tampoco acudir a ti cuando Rick va detrás de una mujer y me siento mal y tengo celos, para que me consueles y alivies mi dolor. Además, ahora te dolerá un poco solo, como a mí perderte. De estar enamorado de verdad sé que te destrozaría y precisamente es lo que quiero evitar. No sé como llevaré ver a Rick con otras mujeres, pero sé que yo no podré estar con ningún hombre... - Y acaricié el rostro del mayor con ternura. - ... ni si quiera con Rick. Y si descubro que un día puedo estarlo... serás el primero en saberlo, aunque sé que llegaré tarde, porque ninguna mujer en su sano juicio dejaría escapar a un hombre con tus ojos y tu sentido del humor.

Y mis lágrimas se derramaron por mi rostro, al igual que las suyas y me pegué a su pecho, abrazándole con fuerza. - No te imaginas cuanto te voy a extrañar, Arthur. No sabes lo que significas para mí. Te diría que eres como un padre, pero los dos sabemos que un padre y una hija no hacen lo que hicimos... además, si siento a alguien como a un padre aquí es al coronel Cornelius y... ¿por qué me duele tanto despedirme de ti? - Y rompí a llorar sin darme cuenta de que mi llanto era lo suficientemente alto, como para que se escuchase desde el otro lado de la puerta.

Y sentí como Arthur me abrazaba con fuerza y me acariciaba el cabello, tratando de consolarme, como la primera noche que acudí a su dormitorio, llorando por Rick tras verle todo el día detrás de la enfermera y esperar a que apareciese esa noche en mi ventana y no lo hiciese.

Esa maldita noche, donde empezó todo.

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17/01/2022, 02:44
Mayor Coverley

Tener a Sarah entre sus brazos de nuevo era un sueño para él y volverla a besar un milagro. Coverley se había enamorado de ella desde el primer día que la vio. Su trato hacia Rick, su manera de comportarse con los demás. Le fascinó saber lo que hizo por los rusos, por aquel niño enfrentándose al loco del capitán Smith. Como una mujer sin casi estudios había logrado convertirse casi en una médica. Lo que había hecho por Rick en aquel campamento, marchando a diario a ayudar a los rusos a cambio de comida para los dos...

Rick desde luego no era alguien para dejar de lado, pues también supo de sus acciones, sus buenas acciones hacia Sarah. Pero era su rival, el hombre al que Sarah amaba y que estaba tan ciego que no veía que ella sentía lo mismo por él.

Así pues Coverley, se dejó llevar por aquel beso, el cual sabía que sería de los últimos que compartiría con la mujer que amaba y más aún ahora que sabía que había elegido a Rick y que se iba a Nueva York con él. Había leído mil veces el historial de ambos y sabía que Richard era de allí, así que le quedaba claro quien había ganado, aunque hubiese demostrado que no lo sabía ni se había percatado de ello.

Cuando ambos se separaron, Coverley lloraba porque sabía que era el final y sonrió ante la sensibilidad y empatía que mostraba Sarah al llorar con él, sin saber que sus lágrimas eran por el puro amor que sentía por ella. - Lo sé, mi princesa. Si lo hubieses tenido claro no hubieras tardado tanto en entregar el formulario y si él hubiese querido dejarte atrás no te hubiese esperado. Solo que... todo va a ser distinto sin ti. Y tienes razón, si hubieses optado por Denver, te hubiese llevado a cenar todas las noches por ahí, hubiésemos ido a bailar y te hubiese esperado hasta que estuvieses lista, mientras que me hubiese enamorado de ti a cada minuto que hubiésemos compartido juntos. - Mintió, pero que iba a hacer.

Acababa de darle la última oportunidad a Rick de no cagarla con ella, de que se diese cuenta de que ella le amaba, de que se sincerase de una vez y no la hiciese sufrir más pues ella deseaba con todo su corazón estar con él y por como la miraba y trataba, sabía que el sargento sentía lo mismo por ella. Pero ella con sus traumas y sus miedo y él quizás por una baja autoestima, no hacían más que desearse el uno al otro y no dar el paso por no perdese mutuamente.

- Y tú mientras, estarías soñando que las cenas eran con Rick, al igual que los bailes... a la larga es mucho mejor esto. - Sonrió a Sarah. - Mi princesa, siempre has sido inteligente y muy madura para tu edad, además eliges bien... con el tiempo yo no hubiese podido darte lo que una mujer de tu edad necesita. Solo abrazos, cariño, besos y el amor que hubiese acumulado en ese tiempo. - El que sentía ahora mismo en su pecho.

Cuando Sarah le dijo lo de estar preparada para estar con un hombre y avisarle a él primero, se dio cuenta de que sus esperanzas con Rick eran nulas. Verle con aquella mujer la había dañado más de lo que creía. - Mis ojos y mi sentido del humor no son suficientes para ti, ¿quién te dice que lo serán para otra? Tú avísame y... te haré sitio en mi apretada agenda llena de mujeres. - Bromeó y sintió como se abrazaba con fuerza él.

Escuchó sus palabras sobre como le veía y luego aquella pregunta, cargada de llanto. - Porque me quieres de una manera especial, no como a Rick... porque no se puede comparar con el amor que sientes por él. Pero a mí también me cuesta separarme de ti. - Y besó su cabeza y acarició su cabello mientras Sarah se calmaba, para luego, cuando la sintió más tranquila, cogerla por la barbilla y sostenerla, mirándola a los ojos, los cuales ambos tenían llenos de lágrimas. Arthur volvió a besarla con ternura... aquello estaba siendo verdaderamente duro para él y encima debía ocultar lo que realmente sentía.

Luego se separó de Sarah y se fue al escritorio. Allí cogió papel y lápiz y le apuntó unas señas. - Este es mi domicilio en Denver, mi casa, no el cuartel. Si un día pasa algo, si necesitas cualquier cosa, es tu casa. Y aquí debajo están las señas de mi despacho... quiero que me escribas todas las semanas, Sarah. Quiero que me cuentes como te va todo, tus estudios, tu relación con Rick, las amistades que hagas. Yo te responderé a todas y cada una de tus cartas... seguiré estando ahí para ti... y cuando me escribas, te mandaré mi número de teléfono, por si necesitas hablar... llama a cobro revertido, siendo tú aceptaré siempre las llamadas.

Y tras darle el papel, Coverley se levantó y volvió a abrazar a Sarah. - Deberías irte ya... Rick se va a preocupar y a pensar mal y quizás acierte... - Bromeó sonriendo a la teniente para besarla por última vez. Nuevamente la mujer se dejó llevar por el mayor, dejando que las emociones recorriesen su cuerpo. - Cualquier cosa que necesites, pídemela, Sarah. Siempre estaré ahí para ti. - Le dijo al separarse de ella y limpió las lágrimas de la mujer con sus manos.

- ¿Lista? - Preguntó poniendo la mano en el tirador de la puerta y cuando Sarah asintió, el mayor abrió la puerta con ímpetu. No se dejó ver por nadie, salvo por Sarah. No quería que le viesen los ojos en ese estado ni el dolor por ver a quien consideraba el amor de su vida en aquel momento, marcharse por la puerta con otro.

- Ha sido un placer tenerla bajo mi mando teniente McDuncan. El coronel tiene mi carta de recomendación para sus estudios y para que siga ascendiendo allá donde vaya y si un día pasa por Denver, espero que se acuerde de este viejo y vaya a visitarme. Me encantará pasearme por la base con la mujer más hermosa que jamás he tenido el gusto de conocer, agarrada de mi brazo.

Y Sarah le dio la mano a Coverley y salió del despacho con lágrimas en los ojos. Nada nuevo para Rick, pues se esperaba eso de ella. A fin de cuentas era una mujer muy sensible y que enseguida demostraba lo que sentía por alguien, el aprecio que llegaba a cogerle a las personas y el buen fondo que tenía.

Y cuando la puerta se cerró tras ella, Sarah se lanzó a los brazos de Rick y le abrazó, rompiendo a llorar enseguida, ante la mirada del asistente del mayor, que no les quitaba el ojo de encima a ninguno de los dos. Sarah no decía nada, solo era capaz de llorar y si trataba de hablar sus palabras se quedaban atravesadas en su garganta.

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31/01/2022, 20:47
Tte. Sarah McDuncan (1922)

La despedida con el Coronel Cornerilus tampoco estuvo carente de lágrimas, al menos por mi parte. Con él si sentía que dejaba a un padre de lado. Tal y como hiciese el mayor conmigo, solo que esta vez para ambos, nos dio la dirección de su destino y nos dijo que para cualquier cosa, le llamásemos. Por mi cara se dio cuenta de que no entendía nada y entonces nos lo explicó todo.

Como tuvo a una hija que se casó muy joven, como su marido la maltrataba y ella se lo guardó y calló por miedo a que él mismo, su propio padre, se pusiera en contra de ella. Era su única hija, su ángel y aquel cabrón la mató de una paliza. Hubiese deseado que su hija se lo hubiese contado todo o que hubiese tenido el mismo valor que Sarah para huir de su lado, pero no fue así. Así que cuando la teniente llegó a la pequeña base, junto con la carta con su historia y del lado de Rick, entendió que era lo que hubiese deseado para su pequeña. Alguien que estuviese a su lado, la cuidase y la hiciese feliz.

Y esas fueron las últimas palabras del coronel antes de ponerse a llorar y echarnos a ambos de allí.

Volví a abusar del frío para abrazarme a Rick, dolida por las despedidas. Me sentía verdaderamente mal por todo aquello y con la excusa de ir ha recoger mis cosas me separé de él para llorar tranquila en la soledad de mi cuarto.

A la hora de la comida, acudí a la que sería la última con el mayor, pero él no estaba allí, no me guardaba el sitio, pero quien si estaba era el coronel, que me hizo señas y cuando vio a Rick le invitó a compartir mesa. Allí nos dijo que Coverley se encontraba indispuesto y que estaba en su cama, sin querer que nadie le viese. Así pues le dije que me pasaría a verle, que seguro que no era nada y tras la comida me excusé de ambos hombres y fui a por un maletín médico para ver a Coverley.

Me abrió porque era yo.

Lloraba como un niño y se abrazó a mí, llevándome a la cama. Mis palabras y mis abrazos no parecían consuelo para él, ni tampoco mis besos. No sabía que sería tan duro para el mayor y comencé a darme cuenta de lo que sentía por mí. Y mis labios buscaron los suyos, tratando de apaciguar el dolor de su corazón al tiempo que le desabrochaba la camisa.

Pasé casi toda la tarde con él, abrazados en la cama, riendo y llorando según surgiesen los recuerdos. Y esa sí, fue la última vez que le vi en Rusia, pues de ahí fui a las duchas y a buscar a Rick. Fuimos a nuestro lugar, a ver el último atardecer en aquella tierra y tras la cena, esta vez con el mayor en la mesa más recuperado, me fui a mi cama donde minutos después Rick llamaba a la ventana y nos abrazamos en silencio bajo las mantas, más pegados que nunca el uno al otro, dándonos ese calor que los dos deseábamos tener y no nos atrevíamos a pedir.

Al día siguiente desayunamos rápido. El cowboy de vehículos ya estaba casi listo para partir. No me dio tiempo a ver de nuevo ni al mayor ni al coronel, pero les llevaba en mi corazón y en mis recuerdos. Rick y yo subimos en el mismo jeep y quise ir atrás con él, pero los estúpidos protocolos nos hicieron viajar uno delante y otro atrás. Así no había conversación íntima que tener, ni caricias furtivas que dar.

Eso hizo que el viaje a Riga fuese interminable para mí. Al llegar, cogimos los petates y recibimos el nombre del barco militar que nos llevaría a casa. No habían embarcaciones para todos, así que los soldados rasos debían viajar en barcos comerciales. El sargento y yo nos salvamos de aquello por los rangos.

Pero en el barco tuvimos el primer problema. Nadie les había avisado que yo era una mujer y me habían puesto en un camarote con otros tres oficiales. Por supuesto que me negué a ello y al final lograron moverme a uno más pequeño, con una litera y para aprovechar la cama que realmente no sobraba, logramos que el sargento se quedase conmigo.

Cuando el barco zarpó, yo estaba en la barandilla, mirando aquella tierra que había sido mi hogar, mi libertad durante algo más de un año, casi dos. Sabía a quienes dejaba allí y me dolió no poder despedirme de Lazarus, pero ya daríamos con él. Pero lo que ahora empezaba a venirme a la cabeza era la vuelta Estados Unidos y mi nueva vida.

Como era costumbre en mí, mis ojos estaban llorosos y de golpe sentí la presencia de alguien a mi lado. - Mi Rick. Mi amor. - Le miré y le sonreí amargamente, al alejarme de la tierra que me había dado paz durante tanto tiempo, en medio de una guerra. - ¿Estás seguro de que a tu hermana no le importará que esté allí un tiempo? Está el cuartel y puedo quedarme en él, así no molestaré. - Le dije a Rick tratando de no sacar ningún tema sobre Rusia ni de quien quedaba atrás. - Además... no sé ni como es su casa, ¿cómo dormiríamos? A parte de cerrando los ojos, que te veo venir. - Bromeé por fin y le sonreí con naturalidad.

Y recordé esos besos con el mayor y deseé poder darle uno igual o mejor a Rick en aquel momento.

Pero ya era tarde. Eso debí hacerlo antes de decidirme por Nueva York. Así, según me rechazase, me hubiese ido a Denver, a estar junto al mayor y olvidarle para siempre. Y me abracé a él de nuevo, sabiendo que jamás me rechazaría un abrazo. - Tengo miedo, Rick. Miedo de lo que nos espera cuando regresemos a casa... de todas las responsabilidades y estudios, de nuestros nuevos superiores... de que opten por separnos.

Y miré como la tierra era cada vez más pequeña y el mar iba creciendo, alejándome de Rusia, de aquel lugar que me había dado tanto por tan poco.

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06/02/2022, 19:30
Sgto. Rick "Jester" Heatherly (1922)

Sarah parecía afectada por su despedida del Mayor. Después de sus palabras conmigo, entendí que obviamente, le importaba mucho más de lo que lo sentiría un superior respecto a uno de sus hombres, pero no me permití adentrarme más en de qué manera, puesto que al final, nos íbamos y una nueva vida nos esperaba más allá de la base y de Rusia... y del Mayor.

Para Sarah estaba siendo difícil y cuando me abrazó, no las tuve todas conmigo de que fuese únicamente porque temblaba, y no se tratara también de abandonar a tres personas... o quizás solamente a una, que le importaban. El silencio siempre suele ser un buen aliado en estos momentos así que permanecí sin decir nada, ofreciendo mis brazos y también todo cuanto le hiciera falta, como unos momentos a solas para recuperarse.

Sarah era muy emocional y no podía ocultar sus sentimientos durante mucho tiempo.

En realidad, estaba muy equivocado con eso, o más bien, estaba completamente ciego al respecto, pero lo que sentíamos el uno por el otro en realidad formaba parte de otra categoría.

Fu un día extraño para mí. Yo me fui a preparar las cosas después de comer y Sarah desapareció durante unas horas; yo no insistí en buscarla, pues no sabía si necesitaba estar a solas o en todo caso, lejos de mí, para asimilar su marcha. Nunca habría sospechado que le resultara tan difícil hacerlo y por un instante hasta sopesé si era lo que de verdad quería. A veces hay más de un camino que nos agrada y es complicado escoger, pero en eso consiste la vida, en ir descartando y caminando seguros aun cuando no lo estamos.

Tras la cena, sí que fui a ver cómo se encontraba y cuando me abrazó, supe que seguía necesitando consuelo y tener a alguien a su lado para aceptar que era el final de una etapa y el comienzo de otra. En esa situación, no me costó absolutamente nada dormir con ella, pues sentía demasiadas cosas como para que mi cuerpo reaccionase únicamente al factor físico.

Al día siguiente, iniciamos el que sería nuestro periplo para regresar a casa.

Era un viaje largo e incómodo el que nos esperaba por delante, buena parte en coche y otra en barco.  Además, viajamos separados, cosas del rango, lo que hizo que recordásemos que había muchas diferencias entre los dos. Cuando llegamos a Riga, me dolía el trasero de tanto bache, porque las carreteras rusas eran poco más o menos que inexistentes, por no decir que completamente inexistentes. 

Pero mientras llegásemos, me daba lo mismo.

Finalmente, llegamos a nuestro transporte marítimo. Tras unos ligeros contratiempos, Sarah y yo obtuvimos nuestro camarote y pudimos certificar por fin que estábamos en camino. Navegar no era precisamente lo mío, pero después de todo lo que habíamos pasado, era incapaz de marearme. Parecía como si hubiese pasado una eternidad desde que había llegado de  Nueva York; me sentía mil años más viejo, si es que eso era posible.

Y así, mientras contemplábamos como nos alejábamos de tierra, cogí la mano de Sarah al ver que lloraba y sufría con aquella despedida, fruto del miedo por lo que nos esperaba y también por lo que dejaba atrás.

Cada vez estaba más seguro de que el Mayor sentía algo por ella y de que ella también sentía por él más que amistad; puede que fuese un padre para ella... o quizás algo más. En realidad, en aquellos momentos no me preocupaba demasiado puesto que la posibilidad de que Sarah estuviese con alguien era real y había aprendido a aceptarla.

-¿Bromeas? Será un alivio tener a una mujer adulta con quien hablar, en lugar de los pequeños monstruos de los que tiene que cuidar*. En cuanto a dormir, no te preocupes. Hay una habitación de invitados y yo me puedo quedar con mi sobrino, así que tranquila. 

Por sus palabras, supe que todavía estaba recuperándose de la partida, pero que ya había empezado el proceso de curación. Era duro separarse, pero también podía significar algo nuevo y fascinante. Como soldado, había aprendido a aceptar lo ineludible. Como enamorado, solo deseaba que fuese feliz. 

-Bueno, somos soldados, Sarah. Eso es una verdad como un templo. Pero al ser una oficial, tendrás acceso a muchas cosas que yo no, como por ejemplo a escoger a los miembros de tu equipo. Quizás estemos un tiempo separados pero al final, volveremos a reunirnos. Ten confianza. Estoy seguro de que nos esperan grandes cosas en los Estados Unidos.

Por supuesto, sabía que estar juntos, en todo el sentido de la palabra, no era una de esas cosas, pero lo había aceptado. Por difícil que fuese, lo tenía asumido.

Y así fue transcurriendo el viaje, con ambos durmiendo en un camarote reducido y saliendo a la cubierta para pasear y hacer planes de futuro, aun sin saber lo que nos esperaba. Ignorábamos si tendríamos suerte o no, pero sabiendo que ambos deseábamos permanecer juntos, al menos ya teníamos un objetivo en común.

Notas de juego

*Jo, no me acuerdo pero creo que tiene dos niños jajajajajaja