Partida Rol por web

Rick y Sarah

Rusia - Guerra Civil - Año 1922

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04/10/2021, 08:11
Tte. Sarah McDuncan (1922)

Quizás Rick y yo compartiésemos los mismos sentimientos en cuanto cambiar por completo nuestra relación. Pero él no sabía que mi amor era tan fuerte por él, que me moría por dentro de solo pensar que no volvería a dormir a su lado. Como teniente y sargento jamás nos lo permitirían, bastante suerte tuvimos cuando nos dejaron hacerlo o casi nos obligaron a ello y nos lo permitieron durante el tiempo que Rick estuvo de baja y en la nueva base donde acabamos destinados. Pero Rick acababa de recibir el alta médica y todo aquello se terminaba.

Le había pedido ir a ver al mayor Coverley y adelantarnos al informe del alta para que en cuanto Jester se recuperase y pudiese caminar en condiciones después de diez días de baja sin poder andar tras dos heridas de bala, en su pierna y su trasero, solicitar nuestra primera misión juntos. Yo estaba muy verde con mi recién ascenso a teniente y si tenía que pasar por una situación de combate, aquello era peor. Siempre había sido enfermera y había tenido suerte, pues había estado en un campamento hospitalario, alejada de las líneas enemigas.

Pero ahora la cosa cambiaba y los teníamos más cerca de lo que creía. Necesitaba ese entrenamiento para saber como comportarme en caso de combate. No podía ser un estorbo, debía ser una ayuda.

- Lo sé, Rick. Sé que será peligroso. Pero más peligroso será que me manden con un grupo de desconocidos y no haya estado ni en un simulacro o como los llaméis. - Le respondí aún bastante ajena a bastante de la jerga militar. Había leído los libros tanto para ascender a cabo, sargento y teniente, pero con mis estudios de medicina como prioridad, lo demás no se me quedaba tan bien. Además cuando estaba junto a Rick estudiando me pasaba más tiempo mirándole y fantaseando con él que atenta al libro que tenía delante.

Eso sí, en cuanto comenzaba a hablarme, ya fuese para contarme algo o explicarme cualquier cosa de la vida militar, era todo oídos para él. Y es que su voz susurraba y acariciaba a mi corazón y calmaba a mi alma.

- Ahí no tendría en quien confiar, en quien apoyarme y sabes lo insegura que soy. - De no serlo las cosas serían distintas entre ambos. O estaríamos juntos o nuestra relación tan extraña se hubiera destruído. Y es que ¿qué clase de casi desconocidos duermen juntos en la misma cama abrazados el uno al otro? Puesto que así comenzó todo... y con mi corazón conociendo el amor por primera vez. - Tardarían poco en llamarme tonta e inutil. - Aquello lo tenía grabado como el fuego.

Entonces Rick accedió a ir a ver al mayor y adelantarnos a lo que nos pudiese pasar. La verdad es que nos habían dicho que no nos iban a separar pero sentía que en este momento, ya lo habían hecho.

Y sentí como cogía mis manos y mi corazón se aceleraba al tiempo que me miraba a los ojos. Aquellos hermosos ojos marrones que me volvían loca. Me sonrojé como solía pasar cuando me miraba así, con aquella seguridad y tiré de sus manos hacia a mí para abrazarle de nuevo. Pegué mi cabeza a su cuerpo, porque mis labios volvían a pedirme un beso que en aquel momento creía que jamás llegaría y sentí como mi cuerpo entraba en calor, ese calor que sentía cada noche cuando compartía cama con él. Ese calor que solo podía aliviar con mi mano desde el día que descubrí como se hacía y que cumplía cada noche cuando Rick se dormía.

Algo que él jamás sabría.

- Vayamos a ver al mayor antes de que me ponga a llorar de nuevo. - Le dije a Rick separándome de él con los ojos llorosos y secándome las lágrimas que empezaban a derramarse lentamente por mis mejillas. - ¿Ves? ¿Quién va a respetar a una teniente que no para de llorar? - Le sonreí y me puse el abrigo sintiendo un gran peso al ponérmelo a mis espaldas. En él brillaban los emblemas de teniente, los cuales creo que a partir de ese momento empecé a sentir que realmente estaban allí.

Me había acostumbrado a que me llamasen teniente, concretamente teniente Mac, porque había ya un teniente McDuncan en la base y para evitar malentendidos las tropas comenzaron a llamarme así y me gustó y se lo permití. Así sabían que cuando hablaban de la teniente Mac, era de mí. Les quedaba verdaderamente claro.

Algunos podían pensar que les daba un exceso de confianza con eso, pero el único que realmente la tenía y con quien compartiría cualquier cosa, incluso las que sabía que jamás pasarían, era con Rick. Eso sí, tanto el mayor como el coronel me trataban muy bien, algo que se ampliaba a Rick aunque a él no le veían tanto como a mí pues no le visitaban y yo me les encontraba en el exterior o me requerían en sus respectivos despachos.

Y es que a veces me tocaba hacer de traductora cuando algún ruso venía y pronto entendí que tendría que aprender a escribirlo y leerlo igual que hablarlo, porque si no conseguía esa plaza que el doctor Palmer me dijo que trataría de sacar para que estudiase medicina, al menos podría trabajar traduciendo documentos a ruso o del ruso, conversaciones y cosas similares.

Esperé a que Rick se vistiese antes de comenzar a caminar. Mirándole añoraba ese tiempo en el cual me encargaba yo de sus baños y de cambiarle de ropa. Era cuando podía disfrutar de su cuerpo y tocar su piel en secreto y disfrutar de su cuerpo perfecto. En ese momento descubrí cuanto me había arrepentido de no verle bien desnudo, con una de aquellas erecciones que mostraban un miembro nuevo y lo peor, fue darme cuenta que jamás vería ese trasero tan perfecto jamás. Porque dudaba que lo que se convirtió en una broma recurrente se convirtiese en realidad, por mucho que yo lo desease.

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12/10/2021, 02:00
Mayor Coverley

El cabo recibió a la teniente y al sargento con un saludo rápido y notificó a su superior la presencia de la pareja. Coverley no les hizo esperar nada y en unos instantes, ambos estaban sentados frente a él. Los dos explicaron el motivo de estar allí, que el alta de Rick sería tramitada ya mismo, pero que aún tenía que mantenerse una semana ejercitando la pierna y demás.

A eso le sumaron el temor de Sarah de no ser una buena teniente y más aún con su experiencia nula en combate. Era consciente que los médicos solo iban en misiones en calidad de médico, pero quería aprender a ser un teniente decente y quien mejor que Rick para enseñarla y realizar algunas misiones y marchas de entrenamiento.

Coverley miró con orgullo a la pareja. - Parece que el capitán Palmer no se equivocaba con ustedes. Realmente son sorprendentes. - Dijo con una leve sonrisa. - Pero saben que con el alta, se acabó dormir en el módulo de la enfermería. - Miró a Rick y luego a Sarah. - Pero me haré el despistado y les dejaré esta noche descansar por última vez juntos.

Cogió unos papeles y los miró antes de seguir hablando. - Veamos, según esto, el sargento Rick Heatherly dormirá en el barracón siete, con el resto de suboficiales. - Pasó la hoja. - Y se le asignará al grupo de soldados que están en el barracón once. No son muchos, unos diez o así y por ahora no tienen cabo a su mando. Así que le tocará hacerse con ellos en estos días.

Miró entonces a Sarah y cogió otra carpeta. - Usted recibirá su nuevo despacho a la par que dormitorio. No se preocupe, porque está todo separado y se le asignará un soldado para filtrar las visitas, recoger recados... ya sabe. Mientras seguirá estudiando medicina y trabajando como hasta ahora, a excepción, claro, de cuidar del sargento Heatherly. Y no se preocupen, tendran tiempo para verse durante la semana. - Les sonrió a ambos y anotó algo en los dos expedientes.

- Dentro de una semana les daré esa primera misión para que la teniente se empiece a acostumbrar a todo esto. Será algo sencillo y sin mucho riesgo. Si necesitan algo, sargento, recuerde que su superior directo es la teniente McDuncan y usted teniente recuerde que yo soy su superior directo. Olvídese de los capitanes. Eso no quiere decir que no les trate como se debe, pero acuda directamente a mí con cualquier problema que surja.

Miró a ambos. - Eso es todo, pueden retirarse.

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12/10/2021, 02:18
Tte. Sarah McDuncan (1922)

Le di las gracias al mayor y le sonreí antes de salir de allí y entriscerse mi rostro de nuevo. - La última noche juntos. - Sabía que ese día llegaría, pero no quería que llegase nunca.

- Bueno, parece que no ha sido tan complicado al final y... nos ha dado una noche extra. - Si me atreviese, si pudiese realmente hacer algo, le besaría en aquella cama y me desnudaría para él dejando salir las palabras que mi corazón ocultaban en cada latido. Pero simplemente no podía hacerlo. Si él no me deseaba como yo a él, no sería mejor que la enfermera Calvin y tras ese suceso, no querría repetir otro igual y... dentro de una semana no habría misión conjunta.

Todo era una mierda en aquel momento para mí.

Y tuvimos que despedirnos, porque me tocaba ocuparme de mi trabajo y me dolió no poder abrazarle en aquel patio. Ese día le busqué para comer juntos, pero no le encontré. Al menos al caer la tarde supo dar conmigo en aquel lugar donde los atardeceres eran tan maravillosos y a solas pude sentir su abrazo en mi cuerpo. Me apoyé en su cuerpo y me abracé a él, como si ese día fuese el último de los dos.

Cenamos y nos fuimos a la cama. Última noche y yo no quería desaprovecharla ni estropearla. Así que simplemente me metí en la cama con él, como era costumbre y me abracé a su cuerpo. No le dije nada, porque no sabía ni que decir, solo le miraba entre tinieblas, mientras mi mano le acariciaba, quizás de más, el torso, el cuello y la cara. Si hubiese tenido un poco más de valor, si hubiese estado preparada para cualquier respuesta de su parte...

Y esa noche dormí con él sin hacer nada más que disfrutar de su compañía. Me excitaba tenerle a mi lado, olerle, pero me contuve, porque quería disfrutar de su presencia hasta el último minuto.

El toque de cornerta anunció la llegada del nuevo día y desperté abrazada a él y me aferré a su cuerpo con fuerza. - Ojalá pudiese ser así siempre. - Le susurré, aunque la verdad es que en mi cabeza las ideas eran algo más que dormir.

Tras el desayuno, el mismo mayor nos guió a nuestras nuevas dependencias. Primero fuimos a mi oficina/dormitorio. Era una cabaña de madera, con la entrada convertida en una recepción y dos puertas tras la mesa que dominaba el lugar. Una era un pequeño dormitorio, con una ventana, un pequeño mueble donde guardar mis cosas y una cama y el otro mi despacho, básicamente una mesa, mi silla y otras dos más. Había un estante para poner libros y un plano de la base.

El mayor me indicó que me quedase allí y se llevó a Rick a su barracón y supongo que a presentarle a sus hombres. En mi despacho descubrí algún libro más y miré la hora. Era mi turno de trabajo. Y los días fueron pasando. Me habían asignado a un novato sin experiencia en combate pero bastante inteligente como ayudante y yo pasaba más tiempo mirando por las ventanas de los edificios donde me encontraba, buscando a Rick que atendiendo a mis cosas. Se me estaba haciendo una semana dura, más aún cada vez que me metía en aquella fría cama de noche.

Era lo que peor llevaba... estar sin él y la almohada, por mucho que quisiera, no me abrazaba ni acariciaba mi cuerpo como él lo hacía. Y cuanto más pasaba lejos de su lado, más le añoraba y a pesar de poder pasar tiempo juntos a diario, sentía que no era lo mismo. Ya solamente aquel trato nos distanciaba demasiado al uno del otro y eso dolía. Quería hablarle de tú, llamarle Rick, porque era lo que sentía... y me consumía llamarle sargento Heatherly y tratarle de usted, como si no nos hubiésemos visto en la vida, cuando hasta habíamos compartido cama...

Al menos quedaba poco para que la semana terminase y Rick parecía más animado y su pierna se recuperaba muy bien. Al menos parecía que a uno de los dos no le iba tan mal como parecía.

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12/10/2021, 19:25
Sgto. Rick "Jester" Heatherly (1922)

El Mayor Coverley nos recibió enseguida, dando una nueva muestra tanto de su atención hacia nosotros como de profesionalidad. Demasiadas veces habíamos sido testigos en el hospital, y yo en el campo de batalla, como muchos oficiales salían huyendo o utilizaban sus galones para tomar ventaja, de la manera que fuese, y hallar un hombre a quien respetar, no solo como oficial sino como militar y persona, era algo que no se encontraba todos los días.

Sabía que todavía me quedaba una dura rehabilitación por delante, pero al mismo tiempo estaba seguro de que lograría ponerme en forma y estar listo para todo antes de tiempo. Deseaba responder a los cuidados de Sarah de forma que todo el mundo pudiera comprobar lo buena que era en su campo, y no solo porque entre los dos hubiese algo especial, sino porque ella solo sabía hacer las cosas de una manera.

Bien.

-Estoy preparado para ello, Mayor. Le aseguro que no oirá queja alguna por mi parte durante los ejercicios y que incluso me adelantaré a los plazos que establezcan. Me he propuesto demostrarle a la Teniente que todos sus cuidados han sido magníficos y que mejor manera de hacerlo -le dije, mirando de reojo a Sarah.

En cuanto a lo demás, Sarah se mostró más segura de lo que evidenciaba conmigo. Quizás el Mayor se diese cuenta del miedo que sentía a defraudar a los demás, a nosotros que habíamos confiado en ella, pero si lo hizo, no lo demostró, y en cambio lo que sí hizo fue mirarnos lleno de orgullo.

-Estamos preparados para demostrar nuestra valía, Mayor -le aseguré -. Además, tengo plena confianza en la habilidad de la Teniente McDuncan y sé que no solo será capaz de realizar el entrenamiento con éxito sino que incluso destacará en él.

Desde luego, lo de dormir juntos iba a acabarse, pero eso era algo evidente. No podíamos permitir que los demás viesen aquel trato que había entre nosotros o de lo contrario no nos hubieran respetado en lo más mínimo y más que a mí, ahora quien necesitaba de ese respeto era ella. Sarah tenía que medir todas sus acciones y a partir de ahora demostrar que no ostentaba el rango de Teniente a causa de ningún favoritismo sino por méritos propios.

La pequeña concesión que nos otorgó hizo que la mirara resignado. Sus ojos mostraban la misma tristeza que yo sentía, porque a pesar de que el Mayor lo hizo a modo de favor, ambos sabíamos que sería una despedida difícil. Incluso compartir cama con ella así resultaba mucho más placentero que dormir solo. 

Mañana me uniría al grupo de soldados que no disponían de oficial al mando, así que me tocaría a mí ponerlos en forma y prepararlos para lo que tuviese que venir. Era mi especialidad.

-Entendido, señor. Así lo haré.

A Sarah, en cambio, le tocaría un despacho, trabajo de oficina y mucho estudio. Después de tanto tiempo, resultaría complicado separarse, pero era algo que tendríamos que aceptar y con lo que deberíamos convivir, sobre todo, al menos en lo que a mí se refería, en beneficio suyo. Sarah tenía que continuar medrando, muy a su pesar... y al mío.

Cuando terminó de hablar, me levanté y le saludé militarmente.

-Entendido, señor. Y si me lo permite, señor, muchas gracias por todo. Le aseguro que le devolveremos con creces su confianza en nosotros -le aseguré, antes de salir.

Cuando salimos del despacho, Sarah parecía un poco más recuperada. No ignoraba que debía ser duro también para ella, pero no teníamos elección.

-Hemos tenido más que muchos otros, Sarah. Yo podía haber muerto y tú... me salvaste, y a partir de ahí hemos aprendido a apoyarnos el uno en el otro. Ahora tendremos que aprender a hacerlo solo que de otra manera. Pero lo conseguiremos. Juntos, aun no pudiendo dormir en la misma cama, somos mejores que por separado, ¿verdad?

No sabía si la convencería, pero era evidente que a los dos nos iba a resultar complicado. Quise mostrarme más duro de lo que me sentía en realidad, pero tampoco podía perder de vista que ella necesitaba mi apoyo para seguir adelante, no solo en cuanto a su trabajo sino en lo referente a sus esperanzas. También deseaba seguir demostrándole lo importante que era para mí, así que aprovechando que en aquellos momentos no había nadie, me detuve un instante y cogí sus manos.

-Yo era como un naufrago en una isla desierta, pero vi pisadas en la arena... y te encontré a ti, Sarah McDuncan*, y a partir de ahora sé que ninguno de los dos estaremos solos. Cada vez que me necesites, estaré a tu lado, y sé que siempre podré ir a buscarte cuando sea yo quien no pueda pasar sin tu compañía. Aprenderemos a trabajar juntos a la manera militar y todo el mundo sentirá envidia por lo que tenemos. Recuérdalo, Sarah. Recuérdalo cada vez que dudes.

Durante el resto del día apenas coincidimos porque me tuvieron que hacer varias pruebas antes de pasarme a rehabilitación, pero sí que nos vimos aquella noche y que dormimos juntos una última vez, sintiendo que en lugar de dos cuerpos y dos almas, éramos uno solo. Aquella noche debía haberme vuelto, haberla abrazado y besado, y en lugar de dudar, demostrarle cuánto la amaba y la necesitaba.

Pero el rango me frenaba. Eso y que era una mujer casada, por mucho que odiase a su marido y que su matrimonio no tuviese ningún futuro. 

Con la llegada del nuevo día, empezaba una nueva etapa para los dos, aunque sus últimas palabras en la cama me dejaron confuso. Nunca estuve tan cerca de abrazarla y amarla como en aquella ocasión, en la cual no pude más que sonreír como un idiota. No dije nada, porque cualquier palabra que dijese iba a atragantárseme si no era la que debía, la que podía haberle dicho tantos años antes de ahora. Además, en aquel lapso de tiempo, el segundo en el cual su voz sonó como una caricia y mi cuerpo se preparaba para levantarse, nos imaginé a los dos besándonos apasionadamente, acariciando nuestros cuerpos y haciendo el amor como nunca lo habíamos hecho, gimiendo por el placer sin fin que nos esperaba y jadeando por la ansiedad que nos generaba.

En solo un segundo, fue como si pasara toda mi vida con ella.

Tras el desayuno, vimos el despacho de Sarah, bastante grande, teniendo en cuenta que era para ella sola, aunque no tanto si se pensaba que no solo era su oficina sino que también hacía las veces de dormitorio. Me despedí de Sarah con la mirada y seguí al Mayor hasta el barracón, en donde me presentó a los que serían mis hombres hasta la llegada de un oficial superior.

-Descansen, soldados. Como ha dicho el Mayor Coverley, soy el sargento Heatherly. Me llamarán Sargento, al menos siempre que yo esté delante -les dije, alternando un poco la seriedad con las bromas -. Han estado mucho tiempo sin nadie que les diga lo que deben hacer y eso se ha terminado. Les haré sudar, maldecir a mi madre y suplicarme porque les envíe a limpiar las letrinas, pero nada de eso impedirá que haga de ustedes el mejor pelotón de todo el ejército y que se sientan orgullosos de él. Un soldado sin orgullo no es nada, y les aseguro de que antes de termine con ustedes, no habrá un solo soldado que no sienta envidia de ustedes. Ahora, preparen su equipo para que lo revise. ¡Andando!

Con aquel discurso, empecé a hacerme con mi grupo y me despedí del Mayor hasta que volviésemos a vernos.

La semana se desarrolló con cierta rutina. Nada más despertar, me dirigía hacia mi pelotón, los ponía firmes y preparaba los planes de entrenamiento para el día. Después, me iba a realizar la rehabilitación; siempre me quedaba más tiempo del que debía. Y siempre que podía, iba a ver a Sarah. Estaba de trabajo hasta arriba y se notaba, pero al vernos, yo renacía.

No sabía si era más duro no estar juntos o tener que tratarnos de acuerdo con el rango, aunque con el tiempo, todo fue menos... doloroso.

El último día de la semana le di a mis hombres descanso y me acerqué antes de tiempo a ver a Sarah. Estaba en la oficina, con la mesa llena de informes que revisar y firmar. Estaba tan concentrada que ni se dio cuenta de mi presencia.

-Teniente, he oído que han aterrizado unos alienígenas por aquí y que desean comprender el significado de la palabra "burocracia". ¿Cree que podría explicárselo? -le dije, bromeando, antes de entrar.

Tenía aspecto de cansada y su cuerpo estaba más tenso de lo habitual. Nunca la había visto tan agotada, ni siquiera en nuestros tiempos en el hospital.

-Teniente, lo que usted necesita es un buen descanso. ¿Qué le parece si nos tomamos esta tarde de vacaciones y paseamos por las afueras del campamento. Además, me gustaría volver a ver ese lugar desde donde se ve el atardecer como si fuese un sueño. ¿Qué opina?

Notas de juego

*parafraseando un poquito la frase de "El Apartamento (1960, Billy Wilder)".

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13/10/2021, 02:00
Tte. Sarah McDuncan (1922)

Recuerdo como Rick logró sonrojarme con sus palabras ante el mayor aquel día que le pedimos que me entrenasen para la batalla. Yo tenía fuerza y ganas, porque implicaba que estaría de nuevo junto a Rick. No como deseaba, como aquellos últimos días, pero estaría a su lado. El deseo fue la fueza que me movió aquel día y los sucesivos.

No había instante en que no pensase en él y eso hacía que me retrasase con el papeleo. Tampoco es que fuese mucho realmente, pero lo peor era revisar todos los informes uno a uno y tras estar horas estudiando, las ganas de leer se perdían. Eso y la monotonía de un lugar donde casi no tenían heridos y donde mi aprendizaje en prácticas se había reducido a simples resfriados o cortes que suturar, hacían que todo fuese más pesado.

De hecho, cada vez pasaba más tiempo en aquella oficina que en el hospital. Solo enviaban a alguien a buscarme si surgía algún caso raro... lo demás era todo leer y leer libros, revisar informes y estudiar para un ascenso imposible: capitán.

De vez en cuando Rick me buscaba y aquel trato dolía, cuando era tan distante y mi corazón y mis brazos solo deseaban apresarle. La verdad es que jamás olvidé sus palabras al salir del despacho del mayor y me las repetía una y otra vez, viendo en ellas un sentido que realmente no había, el de que me decía que me amaba. Pero de ser así, ya hubiese dado el paso y o hubiera permitido dejar pasar un día más.

De hecho, mi dormitorio daba a una zona poco transitada y si él quería, tendría esa ventana abierta para dormir juntos... pero no la usó ni una sola vez. Ni lo insinuó en sus visitas. Era lo que parecía: un amigo, un hermano mayor... algo que jamás tuve, como un esposo, lo que deseaba de él realmente.

Aquel día el soldado que tenía de ayudante, se encontraba mal del estómago y viendo que realmente nadie acudía a mí para solucionar nada, salvo las veces que el mayor me hacía llamar o las visitas de Rick, le dejé marcharse a la enfermería y le ordené que descansase el resto del día.

Estaba saturada y agobiada. La semana había sido dura y mala. No me sacaba a Rick de la cabeza, le añoraba por las noches en la cama y  lloraba por él a solas. Eso me hacía dormir menos y ya que él se había comprometido tanto por mí, yo no podía fallarle. No quería que él me llamase tonta e inutil también. No lo soportaría. Así que estudiaba todo lo que podía, consultaba a los médicos mis dudas, las cuales ya iban más allá de la medicina de campaña. Buscaba al mayor para preguntarle cosas sobre las normas y estudios de capitán, mientras me seguían asustando las armas de fuego.

Todo aquello era ridículo.

Precisamente agobiada por tanto estudio, ese día me dejaron sobre la mesa los informes de varias misiones que debía leer y valorar para mandarlas al mayor o no. Era su filtro principal. Mal dormir, mal comer, me habían pasado factura en esa semana y me costó reaccionar cuando vi a Rick en la puerta de mi despacho, con su preciosa sonrisa y aquel humor que siempre me hacía sonreír.

- Sargento. - Le saludé con una sonrisa. - Si no le importa cierre la puerta. Dudo que nos óiga nadie pero... - Y cuando Rick la cerró me puse en pie. Yo no lo notaba pero debía haber perdido un par de kilos. No era mucho, pero teniendo en cuenta que ya estaba delgada, si era demasiado. Corrí un poco las cortinas que habían puesto en mi ventana y caminé hacia él.

Mis ojeras, mi tensión y mi cansancio hablaban por mí sola. Y yo solo necesitaba una cosa, mi mejor cura: el hombre que estaba delante de mí. - Dios, Rick, te he añorado tanto. - Y según le dije eso me lancé a sus brazos, dejando atrás los rangos y demás historias militares. Necesitaba contacto humano.

Le necesitaba a él.

No se cuanto tiempo permanecí entre sus brazos, demasiado poco para mi gusto, pero el suficiente como para que las ganas de besarle cediesen y pudiera controlarme. Miré el montón de informes y le miré a él. - No he vuelto a ir por allí desde que... desde que me encontraste allí la última noche que dormimos juntos.

Por un momento la idea de meterle en mi dormitorio, justamente en la habitación de al lado y en mi cama, se me antojó de manera tan intensa que tuve que pensar en otra cosa que no fuese acostarme a su lado y descansar hasta el día siguiente, por no subir la intensidad de mis pensamientos, sabiendo que aún no estaba preparada para todo aquello.

- Que iré contigo donde quieras y donde me pidas. - Le respondí a su idea de estar aquella tarde juntos. - Creo que es justo lo que necesito, despejarme un poco y estar contigo. - Y miré la puerta y le volví a abrazar, pegando mi cabeza sobre su pecho, podía sentir ambos corazones latir, el mío parecía una locomotora. - Lo siento si te incomoda, pero... no sabes cuanto lo necesito, Rick... - Y más aún siendo tú el dueño de estos abrazos.

Por fin saqué fuerzas para separarme de él y le miré a los ojos como una tonta. - Cogeré mi chaqueta y las llaves y cuando quieras. - Y miré la puerta de nuevo, esa que delimitaba a Rick y Sarah y al sargento y la teniente. No quería cruzarla, pero necesitaba estar con Rick, tanto como salir de allí. En ninguna de las dos circunstancias estaría completa, salvo en mi cama, pero no podía pedirle aquello.

Por mucho que lo desease, por mucho que fuese en realidad algo inocente no estaría bien visto y no tardaría en ser la nueva enfermera Calvin, porque todo aquello traería muchos problemas. Pero si Rick solo se imaginase una simple pizca de las ganas que tenía de descansar a su lado, estaba casi segura de que me cogería en brazos y me llevaría a aquella cama, de la cual no saldríamos hasta el siguiente amanecer.

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14/10/2021, 20:00
Sgto. Rick "Jester" Heatherly (1922)

El rostro de Sarah dejaba mucho que desear pero su sonrisa me supo a gloria. Y cuando cerró las cortinas, dejándose llevar, sin pensar en lo se les podía ocurrir a los muchachos que estaban fuera, la dejé hacer, porque estaba claro que ella lo necesitaba y yo... también.

-Y yo también. Eres como una adicción y ha sido muy duro prescindir de ti. Ha habido muchas veces en las que pensé en venir, pero sabía que resultaría muy difícil separarme de ti así que procuré concentrarme en el trabajo. Esos muchachos necesitaban disciplina tanto como... 

... yo a ti?

No seguí hablando. Sin darme cuenta me había dejado llevar por mis sentimientos y eso era algo que no podía permitirme.

-Creo que vendré más a menudo. Doctora, ¿no cree que ambos necesitaríamos unos cuantos de estos abrazos varias veces al día? Ya sabe, para evitar recaídas -le dije, bromeando, pero al mismo tiempo, deseando poder seguir abrazado a ella, besarla, desnudarla y hacer todo cuando pudiera con ella.

En sustitución de algo así, y sobre todo para no tener que hacer lo que estábamos haciendo tras unas cortinas cerradas, le había sugerido ir a nuestro lugar. 

-Entonces decidido. Necesitamos un buen paseo. Si estuviésemos en la ciudad pediríamos comida china de Chung Lee o Lee Chung, o como fuera, y no saldríamos de casa, pero aquí me temo que es mejor alejarse.

Y entonces volvió a abrazarme, sintiendo como si su corazón estuviese a punto de atravesar el mío. ¿O era al revés? La verdad es que cada vez me fiaba menos de mi propio cuerpo, a pesar de lo cual logré mantener a raya mi pequeño amigo. No en vano me había liberado de algo de presión aquel mismo día, decidido a que esto no fuese un problema entre nosotros. 

No me incomoda en absoluto. Sabes que puedes decirme lo que quieras cuando quieras.

Y que también puedes hacerme lo que quieras cuando quieras, pensé a continuación.

Cuando estuvo lista, salimos del despacho y al hacerlo, vi que estaba con otro ánimo. Solo habían pasado unos minutos desde que había entrado, pero algo había cambiado en ella. Estaba claro que se sentía más feliz a mi lado y yo también al suyo, por lo que por fuerza debía notarse. En aquel momento volví a preguntarme si no estaría haciendo el idiota por no decirle lo que sentía, pero algo dentro de mí se resistía. En lugar de eso, continué caminando a su lado, hablándole de mis soldados y las tonterías que hacía, mostrándome animado y dicharachero, porque sobre todo era importante que viese que deseaba verla a ella y estar con ella antes que cualquier otra cosa.

Cuando salimos, el sol ya se había puesto, para nuestra desgracia, pero el cielo estaba estrellado y mostraba un aspecto inmejorable. La brisa refrescaba pero su cercanía me hacía estremecer con el pensamiento de lo que deseaba que ocurriese. Y sobre todo, estaba el hecho de que ambos estábamos juntos una vez más, como en los viejos tiempos, aunque no tan viejos, la verdad.

-Ya estoy perfectamente, así que supongo que mañana tendremos nuestra primera misión. Aunque sea únicamente de entrenamiento, seguro que estás nerviosa, pero no te preocupes. Lo harás estupendamente. Y si tienes dudas, lo único que tienes que hacer es decir algo como... "sargento, venga aquí un momento. Tenemos que hablar de algo importante". Y me preguntas lo que sea.

Estaba seguro de que le iría estupendamente, pero si había algo que necesitaba Sarah era apoyo y confianza. Yo la apoyaría siempre y tendría mi confianza en todo momento. Pero eso había que demostrarlo y para empezar, decírselo.

Lo haría tan bien, que dentro de poco no sería solo teniente, sino capitán, y la mejor oficial médico del ejército. Y yo me sentiría más orgulloso que nadie por ello, más de lo que ya lo estaba, lo cual era ya difícil.

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15/10/2021, 13:47
Tte. Sarah McDuncan (1922)

Según Rick hablaba, me iba animando cada vez más y más. Sobre todo al estar entre sus brazos de los cuales no me separaría nunca si pudiese evitarlo. - No te das cuenta como me estás devolviendo de nuevo la vida... y que también me costaría serpararme de tu lado. - Le dije tratando de controlar mis palabras, pero más aún mis sentimientos.

- Me parece estupendo. - Le dije a Rick ante su idea de venir más amenudo. - Ya sabe que soy su superior y cualquier cosa debe notificármela a mí primero. Y yo valoraré si debo notificárselo al mayor o si solo debe quedar entre estas cuatro paredes. - Le sonreí al tiempo que bromeaba con aquello, que en el fondo deseaba que ocurriese.

Cuando habló de la comida esa y quedarnos en casa en caso de estar en una ciudad y a punto estuve de decirle que podía ir a la cocina, pedir lo que quisiera, traerlo aquí y comerlo en la cama, "sin salir de casa". Pero me pareció demasiado descabellado y loco para mí y quizás dejaba demasiado claro lo que sentía por él.

Y no le respondí salvo con un abrazo y no tardamos en salir de allí.

Me iba contando cosas sobre sus muchachos, anécdotas divertidas y cosas curiosas y yo me daba cuenta de que no tenía nada de eso que contarle. Mi vida en esos días había sido aburrida y gris sin él a mi lado y mis noches largas y frías. No podía contarle nada de eso. Por fortuna, él no paraba de hablar y eso me animaba más y me hacía feliz ver que no le había perdido como había llegado a pensar.

El sol ya se había puesto, pero eso no evitó que siguiésemos caminando hacia nuestro sitio. Me crucé de brazos al sentir la brisa fresca. Si ya de por sí el uniforme más pequeño que tenían en el campamento me quedaba grande, perder esos dos kilos por pura tristeza no ayudaban demasiado.

- Ya me he dado cuenta de que no cojeabas. - Le dije con una sonrisa. - Y supuse que si no había recibido noticias tuyas antes, es que estarías en perfectas condiciones para la misión de mañana. - El cielo estaba precioso, pero mi atención estaba centrada en él. Toda en él.

- No lo sé, Rick... no me siento cómoda al mando. Nunca he mandado y... serán un grupo de desconocidos... - Y hombres y en el fondo temía a los hombres porque eran los que más daño me habían hecho en mi vida. - ... y estaré incómoda... empiezo a dudar de si ha sido buena ida la de la misión. - Y ahí estaba mi miedo, mi inseguridad. - Quizás debería hablar con el mayor y aplazarla... llevo una semana durmiendo muy mal y esta noche dudo que lo haga mejor... - Y miré a Rick a los ojos. - Y es que no llevo bien dormir sin ti... no sabes cuantas veces me he imaginado que llamabas a la ventana de mi cuarto y te colabas por ella en mitad de la noche, solo para dormir juntos una vez más... - Le sonreí avergonzada por mis propias palabras.

- Pero supongo que no habrá marcha atrás... de hacerlo os fallaría al mayor y a ti y no quisiera fallaros a ninguno de los dos. - Le dije a Rick y unos pasos se acercaron hacia nosotros.

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15/10/2021, 14:08
Mayor Coverley

- Así es, nada de marcha atrás, teniente. - Dijo el mayor Coverley al dar con nosotros. - Me ha costado encontrarles y lamento la interrupción. Solo venía a decirles que mañana quiero verles a ambos en mi despacho a primera hora. Les daré las instrucciones de su misión. Luego iremos al barracón de sus hombres, espero que tengan el equipo listo para entonces. Les presentaré al cabo que irá con ustedes y tendrán que pasar un reconocimiento médico rutinario, sobre todo usted, sargento. No quiero que ningún hombre vaya con dolor en algún sitio y vuelva peor.

» Les adelanto que la misión durará entre una semana y diez días, será a pie y he procurado que sea en zona segura. - Añadió mientras giraba antes de marcharse. - La espero para cenar, teniente. - Y es que siempre reservaba un sitio a su lado para ella en la mesa de oficiales para comer y cenar. - ¿No se han preguntado nunca por qué la ventana del dormitorio de la teniente no da directamente a ningún sitio y es tan discreta? - Dijo al marcharse, con cierta sonrisa en su rostro por lo que se pudo notar en su voz.

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21/10/2021, 20:16
Sgto. Rick "Jester" Heatherly (1922)

Sarah se animó, visiblemente, no solo ante mi llegada, sino también más a medida que íbamos hablando. Todo era mucho más sencillo cuando estábamos juntos, porque nos comprendíamos y regresábamos a un universo en el que no había nadie más. 

Parecía que solo hablaba yo, pero eso era normal, puesto que no había nada divertido en lo que ella hacía. O bien era papeleo o bien trataba a gente que lo necesitaba, o estudiaba. ¿Qué podía haber de simpático en algo como aquello?

-Me imagino que en tu caso estarás bastante aburrida pero no te preocupes. Ahora estás en un momento en el que tienes que ponerte seria y pensar en ti, pero ya apareceré yo de vez en cuando para recordarte que vale la pena. 

Cuando llegamos a nuestro lugar, simplemente nos callamos, dejamos que el mundo nos contemplara mientras nosotros lo hacíamos con él, juntos, y por una vez, al menos en mi caso, sin darle demasiadas vueltas al hecho de no estar de otra manera con ella.

No podía ser y punto.

Sarah rompió aquel silencio hablándome de mi cojera. 

-Sí, estoy mucho mejor. Quizás no para correr la maratón, pero para patear unos cuantos traseros de soldados imberbes, te aseguro que sí -le respondí en aquel tono desenfadado que le quitaba importancia a cualquier cosa y hacía mucho más digerible estar toda la semana sin verla.

A partir del día siguiente, todo sería diferente. La misión, como había recordado, nos esperaba, y debíamos actuar como un equipo dentro de otro equipo.

-Te repito que no tienes que preocuparte. No nos fallarás porque cualquier cosa que hagas siempre sabremos que lo haces esforzándote al máximo -me dio tiempo a decirle, antes de oír unos pasos y volvernos para ver al mismísimo Mayor acercándose a nosotros.

Al verlo, me situé en posición de firmes.

-Señor.

Una cosa era confiar en él y saber que le importaban las personas, y otra muy diferente faltarle al respeto. Él tenía derecho a mostrarse jovial e incluso coloquial, pero yo no, salvo que él me diese permiso, e incluso ni siquiera así. Por otro lado, sus palabras me hicieron sentir un enorme agradecimiento porque Sarah necesitaba todo el empuje que pudiéramos darle entre los dos.

-Entendido, señor. Le aseguro que estoy en perfectas condiciones, señor, y mañana tendré la oportunidad de demostrárselo... al igual que la Teniente podrá demostrar que... es capaz de hacer las cosas muy bien cuando llegue el momento.

Miré de reojo a Sarah, con una sonrisa confiada, pero sabiendo que seguiría sufriendo hasta que no hubiese terminado. Era parte de su forma de ser y no podía cambiarla. Mientras tanto, el Mayor continuó hablando acerca de la misión. Diez días estaba bien para una misión de entrenamiento. Daba tiempo a cansarse y coger confianza en el equipo, y también a ganar seguridad.

Estaba a punto de irse cuando dejó un último recado que me dejó claro lo que quería decir.

-Diría... que podemos pasar una última noche durmiendo juntos. ¿Te parece bien que... durante unas pocas horas más, seamos Sarah y Rick y descansemos juntos?

Me hubiera gustado decirle más cosas y también hacer con ella más cosas, pero nuestro destino ya estaba sellado en ese sentido. Ahora solo podía disfrutar de los pequeños momentos robados y aquel era el último que podíamos tener en mucho tiempo.

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22/10/2021, 02:17
Tte. Sarah McDuncan (1922)

Que Rick estuviese así de animado era una enorme satisfación para mí, pero pronto se dio cuenta de que yo no estaba viviendo lo mismo. Que pensase en mí me decía, cuando era incapaz de no pensar en nadie más que no fuese él. - Sin duda tus visitas serán siempre bien recibidas y... lo mejor del día. - Me atreví a decirle pues no era mentira.

El cielo era hermoso, una estrella fugaz se cruzó delante nuestra. Se decía que si pedías un deseo te lo concedían y le pedí a él. Jamás imaginé que realmente aquello se hiciese realidad, aunque tardase casi quince años en hacerlo. Pero aquel cielo no tendría nada de especial si Rick no estuviese a mi lado para contemplarlo.

Le sonreí cuando me respondió sobre su cojera. - Bueno, yo llevo demasiado tiempo sentada sin hacer gran cosa. - Y a pesar de no moverme a penas había perdido dos kilos. Al menos no se me notaba o Rick no se fijaba como yo quería en mí y ni se había dado cuenta. Pero dos kilos en una semana era mucho. - Supongo que algo de ejercicio no me hubiese venido mal en estos días. - Me lamenté, porque la misión me asustaba cada vez más y estar delgada no era todo en esta vida.

A pesar de la complicidad que tenía con el mayor, también me cuadré ante su presencia y en ese momento Rick volvió a ser el sargento Heatherly para mí y yo la teniente para él. Aquellas formalidades me mataban y cuando Rick le dijo a Coverley que lo haría perfectamente, me puse colorada y no supe que decir. De hecho la conversación se dio entre ambos hombres pues las palabras y la confianza de Rick sobre mí me dejaron sin habla y el mayor sabía de sobra que estaría allí para la cena.

Y cuando se marchó nos dejó aquel regalo en forma de frase. Yo me quedé pensativa un rato, fue Rick quien lo pilló antes y no tardó en decirme lo que era. Le sonreí y me abracé a él. De hecho tenía ganas de correr y alcanzar al mayor y abrazarle a él también por aquel regalo. - Yo diría que podrán ser las que queramos, siempre que estemos en la base. - Le dije feliz sin separarme de él.

Y en el momento que dijo lo de ser Rick y Sarah me separé de él y le di un codazo. - Siempre que estemos a solas, sea donde sea, seremos Rick y Sarah. O al menos yo lo sentiré así, tengamos el rango que tengamos. Lo que siento aquí dentro... - Me señalé el corazón. - Es más fuerte que las formalidades y disciplinas militares. No te imaginas lo especial que eres para mí, Rick. No creía en los hombres, hasta que apareciste tú. No creía que pudiese tener una vida de verdad y, poco a poco, estás haciendo que crea en mí. Si sigues así, conseguirás que saque valor para pedir el divorcio a mi marido y poder volver a casarme algún día pero con el hombre correcto. - Contigo por supuesto. - Pero no podía decirle más.

Cada palabra salía directa de mi corazón y este me insistía con que le dijese lo que sentía por él. Que era feliz con sus abrazos y caricias, pero que también quería saber como eran sus besos y disfrutar de ellos... aunque para el sexo le tocaría esperar y a mí lograr explicarle que quien me violaba era mi marido y el trauma que me había generado aquello. Pero que él había conseguido despertar en mí algo especial que no había sentido por John nunca, y era aquella excitación con solo estar a su lado y oler su cuerpo.

Me separé de él, pero me agarré de su mano. O cambiaba de tema o metía la pata. - Así que entre siete y diez días de aprendizaje... - Y cerré lo ojos. - Dios, Rick. No estoy acostumbrada a andar tanto y menos con estas botas... no sé si podré hacerlo... y el equipo, ¿pesa mucho? - El miedo y la incertidumbre tomaron posesión de mí de nuevo. - No debiste decirle a Coverley que lo haría tan bien... ahora tengo más miedo que antes... - Temblé, nerviosa por ello. - Al menos espero que sí vengas a dormir... y así poder hacerlo yo también... al menos por una noche, poder dormir algo en condiciones.

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24/10/2021, 20:25
Sgto. Rick "Jester" Heatherly (1922)

Cuando el Mayor se marchó, no solo nos dejó a solas, sino que nos devolvió una parte de lo que habíamos perdido cuando reanudamos nuestros trabajos. Sarah se mostró no feliz sino lo siguiente y su abrazo fue la mejor demostración que podía hacer para recordarme que ambos nos necesitábamos.

-Bueno, tendremos que ser discretos, eso sí. Pero ya sabes que mientras lo hagamos, y cumplamos con nuestras obligaciones, nadie nos lo recriminará -le dije, pensando que después de aquella semana y de la misión, no volvería a permitir que pasaran tantos días sin vernos. Para mí era difícil pero tenía la sensación de que lo era todavía más para ella.

Rick y Sarah era una forma de decir que cuando estuviésemos juntos, podríamos olvidarnos tanto del ejército como de cualquier otra cosa que no fuésemos nosotros dos, aunque con el tiempo me resultaría más difícil separarlo todo. Llegaríamos a estar tantas horas juntos, siempre como militares y habitualmente rodeados por ellos, que dejar los rangos de lado terminaría por ser algo más complicado de lo que en principio hubiera supuesto.

Pero en aquel momento, era fácil pensar que ambos podríamos superarlo y continuar siendo como uña y carne. Lo seguimos siendo, desde luego, pero aquellos días fueron muy especiales, y casi el preludio auténtico de lo que seríamos más adelante.

-Sabes que me tendrás a tu lado en todo momento, Sarah. Y si lo estás pensando, creo que cuando volvamos a los Estados Unidos deberías divorciarte, sin más. A veces la distancia aclara las cosas y es evidente que en tu caso, Rusia te ha dado la seguridad que no tenías.... y un amigo que estará siempre contigo -le dije, algo apesadumbrado por oír que se casaría de nuevo, pero intentando no romperme en pedazos, por su bien. Ya había decidido quedarme a su lado, pasara lo que pasase, por lo que debía resistir aquello.

Tras permanecer un poco más allí, volvimos sobre nuestros pasos, de nuevo a la base. Lo hicimos cogidos de la mano, como si fuésemos una auténtica pareja, y sus miedos regresaron al pensar en el día siguiente. 

-Sí, pesa. Será lo más duro de todo, el físico. Las piernas te duelen, la espalda te duele. Demonios, hasta los párpados parecen pesar kilos. Pero lo aguantas porque no estás solo. Para eso formas parte de un grupo. Los soldados son como una familia, en donde encuentras algún idiota que otro, individuos insoportables y otros que podrían llegar a ser los mejores amigos; todos juntos en el mismo saco. Pero tú solo tendrás que fijarte en mí, así que no te preocupes. Y ahora, ¿qué tal si nos vamos a dormir... como sugieres? -le pregunté, sonriéndole.

* * *

Dormimos como si en lugar de una semana, hubiesen pasado años. Sentir de nuevo su cuerpo junto al mío y sus brazos a mi alrededor me insufló la calma que necesitaba para dejar que el sueño me arrastrase de verdad, por primera vez en días. Sentí un atisbo de excitación cuando se tumbó, pero poco después, todo resultaba tan natural, que ni siquiera me lo planteé. Cerré los ojos, coloqué mis manos sobre las suyas, y me abandoné al descanso que ambos necesitábamos.

Rick y Sarah durmiendo juntos... era lo mejor de todo y cuanto podía esperar de aquella clase de vida.

Cuando sonó la trompeta, casi me levanté de un salto. Estaba acostumbrado a hacerlo pero en aquel momento, maldije por lo bajo porque me hubiese quedado todo el maldito día allí, junto a Sarah. En lugar de eso, tuvimos que ponernos en marcha con rapidez, no solo para que nadie más se fijase en nosotros, sino porque nos esperaba una buena caminata.

Además, tenía que repasar el equipo de mis muchachos.

-Sarah, me voy corriendo. Tengo que patear unos cuantos culos antes de vernos; equipo de campaña, recuérdalo. Y lo más importante: calzado cómodo y calcetines de repuesto. Nunca se llevan suficientes calcetines, hazme caso.

Y tras decirle eso y contener justo a tiempo el beso que deseaba darle, como si estuviésemos casados y tuviera que dejar precipitadamente la cama y nuestra casa, terminé de vestirme y me dirigí rápidamente a los barracones.

Recuerdo que sentía ganas de gritar a causa de la rabia por tener que salir, por no poder llevar la vida que quería junto a la mujer que amaba, pero el deber era el deber y cuando llegué a los barracones, procuré que todos los chicos lo entendiesen también. 

Media hora más tarde, estábamos todos esperando a que apareciese Sarah.

* * *

Mi equipo era muy particular. Algunos de aquellos muchachos eran peores que un dolor en el culo mientras que otros parecían no haber salido del cascarón. 

Kansas, por ejemplo, era el que tenía más tiempo de servicio. Iba siempre fumando esos asquerosos puros o más bien, mordisqueándolos, y resultaba más seco que un vaso de leche en una cantina.

"Amigo", en cambio, estaba allí solo porque le habían obligado, y se notaba. Si buscabas un voluntario, él era siempre el último en presentarse.

-Joder, sargento. Esto no se hace. Tendría que habernos avisado para que hubiésemos escrito a nuestras madres -dijo "Amigo".

-Cállate, José -le ordenó Kansas con sus malos modos habituales, usando no su nombre sino uno cualquiera. Para él todos los mexicanos eran lo mismo.

"Washington" era un muchacho que estaba todavía muy verde. Sus padres eran gente importante de la capital del país y querían darle a su hijo un expediente para labrarse un futuro en la política. Pero el chaval no estaba todavía preparado para hacer demasiado.

-Cabo, ¿cree que será algo peligroso? -preguntó, algo temeroso.

-Claro. Follarse a tu mamá siempre es un riesgo. Nunca se sabe lo que puede salir -le respondió "Stalin", mientras le daba una colleja a Washington. Con el tiempo, eso sí, había entendido lo que eran las bromas y no se tomaba a mal lo que los demás le decían.

-Deja en paz al muchacho, Stalin. No le hagas caso, Washington. Ya sabes que se le va todo por la boca -le dijo el "profesor", que siempre hacía las veces de hermano mayor con él.

El equipo en general no era malo. Disponíamos de un aprendiz de médico, "Baby Face", que todavía no estaba muy curtido pero con el que se podía esperar algo bueno, y un nutrido grupo de soldados entre los que estaba "Ice", un auténtico asesino. Siempre que no estaba afilando su cuchillo lo miraba por si hacía falta sacarlo. Estaba bien tener a alguien así en el grupo, pero era de esa clase de personas que al mirar a los ojos no sabes si estará pensando en sacarte los tuyos.

-Venga, muchachos. Revisad el equipo antes de que venga la Teniente. No me hagáis quedar mal. Y la tratáis con jodido respeto. Quien no lo haga, se las verá conmigo o con el puro de Kansas. ¿Está claro?

Con un "sí señor", casi de compromiso, pareció quedar todo lo suficientemente claro. Ahora solo esperaba que el capitán no fuese un auténtico zoquete y nos complicara la vida.

Notas de juego

Listo!!

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27/10/2021, 03:44
Tte. Sarah McDuncan (1922)

Sentía tras aquellas palabras que estábamos haciendo algo realmente malo, como quebrantar la norma del ejército y mantener una relación entre ambos que no fuese de compañeros o en este caso, de subordinado o mando. Aunque la verdad era que yo le sentía como algo más, jamás lo confesaría. Prefería morir a perderle para siempre en vida.

- Tampoco hacemos nada malo, Rick, los militares hablan entre sí. - Pero no se abrazan como le abrazaba yo a él ni debeseaban besarse como yo soñaba con hacerlo. Lástima que mi marido me hubiese destrozado tanto que no pudiese pasar de caricias y besos, porque sin duda él se merecía muchísimo más. Mucho más que yo y de lo que podía darle.

Pero lo que no esperaba de él fueron sus siguientes palabras, donde me decía lo que debía hacer y lo más duro de escuchar: que siempre sería mi amigo y mi corazón le quería como algo más que eso. Pero sin duda era con lo que debía conformarme y aprender a vivir. - No es tan fácil... mi familia se opondría, eso para empezar... además, no quiero regresar a Boston. Sé que aún consiguiendo divorciarme, si es que él decide dejarme marchar, porque "soy suya y siempre lo seré", seguirá rondándome... Seguirá molestándome y... estoy segura de que si le digo que quiero dejarle definitivamente, me matará. - Y mi cuerpo temblo de miedo y me abracé a Rick llorando.

- No te imaginas como es, Rick, nunca seré libre... nunca estaré con el hombre que amo. - Se me escapó entre sollozos. Al menos no dije que era él y no estropeé nada. Y cuando tuve fuerzas me separé de su cuerpo y le miré a los ojos. - No lo entiendes, no ha sido Rusia quien me ha dado fuerzas, has sido tú, Rick... yo vine y me dejé llevar... hasta que te conocí y entonces me enseñaste una nueva vida y que podía pelear... pero John, él es una guerra perdida. Supongo que cuando todo esto acabe, solicitaré una base en... California o... Nunca te lo he preguntado, Rick, ¿de dónde eres? Porque si estás lejos de Boston y puedo estar junto a ti, será suficiente para mí...

Y así fue como comencé a soñar con una vida en Nueva York junto a Rick, sin que él lo supiera.

Y tras aquella paz, regresamos al interior de la base. Su mano tomó la mía y me sonrojé en la oscuridad de la noche. Mis miedos sobre la misión afloraron al verla cada vez más cerca y Rick tuvo de nuevo palabras y paciencia para aliviar mi pesar. Y entonces sugirió irnos a dormir y miré la hora. - Maldita sea, Rick, la cena con el mayor. - Besé su mejilla antes de salir corriendo. - Deberías cenar tu también con tus hombres... yo... te veo luego...

Y así me separé de su lado, como la Cenicienta a las doce de la noche pero corriendo al comedor de oficiales.

Allí me esperaba Coverley, quien me lanzó una pícara sonrisa antes de que el coronel Cornellius se uniese a la mesa. Era la única que no respetaba mi asiento por rango, pero porque el mayor lo quería así y juraría que el coronel también. Las charlas eran a menudo militares, otras algo más íntimas, familiares, pero esas solo las manteníamos o las buscaban mantener cuando estábamos los tres solos. Pero aquella noche se habló de la misión y que debía acostarme pronto.

Y eso hice, con la ridícula sensación de que el coronel estaba al tanto de lo que iba a pasar aquella noche en mi pequeña casa. Cuando llegué Rick me estaba esperando fuera y le abrí la ventana enseguida. Hacía frío y la verdad es que sin tapujos, sabiendo o esperando que no mirase, me cambié delante suya, poniéndome el camisón. Estaba tan nerviosa como feliz y tenía tantas ganas de meterme en la cama que hasta se me había olvidado como hacerlo.

Y verle a él en ella no me ayudaba demasiado.

Y cuando me sonrió entendí que era solo para mí y me apresuré a acostarme junto a él. Me abracé con fuerza, con esa que llevaba noches y noches soñando, puse mi cabeza sobre su pecho dejando que su respiración calmase a la mía. No sabía si estaba despierto o no, pero no contuve el susurro. - Por una vez, un sueño se hace realidad. - Y cansada tras mal dormir toda la semana y de nuevo en brazos del hombre que amaba, me quedé dormida sintiéndome la mujer más segura y feliz del mundo entero.

Pero la corneta sonó muy deprisa para mi gusto y Rick no tardó en saltar de la cama. Le miré vestirse, disfrutando de ese momento en silencio. - Y tenemos que... - Pero no me dio tiempo a terminar la frase... El mayor quería vernos a los dos no solo a uno. Lo dejó bien claro. Así que me vestí y me preparé para visitarle. Sola.

Al llegar estaba recién levantado, listo para ir a desayunar y eso hicimos. El coronel se unió a nosotros.

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27/10/2021, 04:26
Soldado Bill "Tocapelotas" Murray

- Vamos chicos... ¿quién tiene ganas de ir de misión de mierda? Eso ya lo pasamos en los entrenamientos. - Se quejó Bill antes de que llegase el sargento. Era lo malo de no tener un cabo en el equipo, que cuando estaban solos. - Si la señorita doctora tetas gordas quiere aprender algo nuevo... que se pase por mi cama y sabrá lo que es desde colarse en una trinchera a ponerse a cubierto en una sola sesión.

Como no, sus chorradas se las rió su inseparable compañero conocido por todos por Risitas.

- De hecho, le enselaré lo que es tener una buena escopeta bien cargada. - Dijo apretándose la bragueta del pantalón con fuerza. - Mirad, ahí viene el sargento, veréis como no me equivoco. - Y es que al cabrón pocos cotilleos se le escapaban y más si estaba McDuncan de por medio.

El sargento Heatherly enseguida les puso al corriente y Tocapelotas puso la mano con la palma hacia arriba, dispuesto a recibir el dinero que habían perdido algunos de ellos por apostar en su contra.

- Y digo yo, sargento. ¿No podemos usar el circuito pequeño de entrenamiento y que corra ella sola por él con la mochila mientras los demás miramos? Ya tenemos muchas misiones de entrenamiento a nuestras espaldas... no necesitamos más ni ser niñeras de nadie... con todos mi respetos, señor. Pero ya me entiende... no aguantará ni un día de marcha.

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27/10/2021, 04:35
Soldado Mark Cobden

Allí había un hombre bastante mayor, que solía hablar poco o nada. No se sabía mucho de él a parte que a Risitas y a alguno más le daba miedo. Se decía que había estado en la cárcel por asesinato y que el ejército era el único lugar donde le admitían. Risitas reía las tonterías de Bill, cuando cruzó sin quere la mirada con Mark.

- No sois más que unas jodidas nenazas.

Tras estas palabras escupió al suelo.

- Seguro que esa... doctora os deja a todos en ridículo y por eso no queréis ir. No sois más que unos mierdas.

Les dijo a todos y miró a Rick. - Va por ellos señor, no por usted.

Y continuó con su petate sin saber a donde iban ni nada, pero preparando lo básico al menos.

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27/10/2021, 04:39
Mayor Coverley

El caso es que no solo fue hasta allí la teniente McDuncan, sino que el coronerl Cornelius y el mayor Coverley la acompañaron.

- Señores. - Dijo el mayor al entrar en el barracón para que se diesen cuenta de su presencia. Allí se cuadraron hasta las sábanas de la cama. - Descansen.

Y fue mirando uno a uno, con su fusta en la espalda, dejando a la teniente junto al coronel.

- Creo que todos conocen a la teniente McDuncan. Irá con ustedes en calidad de médico, no de mando. - Dijo con tono serio. - Por lo tanto, será una más de la unidad. - Y miró a Rick. - Y estará bajo sus órdenes, sargento, pues será usted quien dirija la misión. El coronel y yo lo hemos hablado y es mejor que primero se haga al terreno y vea como se hacen las cosas.

» La misión es muy sencilla. Teniente... - McDuncan se acercó y le dio una carpeta al mayor y este se la entregó al sargento. - Ahí tiene el mapa de la zona por la que se moverán. Saldrán de aquí en un par de horas máximo. Como les adelanté, la misión es a pie, dura entre siete y diez días. Un pelotón hizo el recorrido en cinco y les tuvimos en la enfermería casi dos semanas, así que no quiero tonterías. - Dijo serio pero con su tono amable. - Saldrán del punto A marcado en el mapa, irán al B, luego al C y regresarán al D, aquí, en la base. Durante el camino encontrarán... "trampas", nada complicado que no conozcan: neumáticos en el suelo para pasar corriendo con los pies entre ellos, redes por las que colgarse y moverse... Quien falle en tres pruebas estará muerto. Tienen tres intentos por prueba y tiene las hojas de todos sus hombres, incluída la teniente. Aún con los soldados muertos, tendrán que seguir pasando las pruebas del circuito y la valoración deberá seguir estando al día. Sargento, la teniente y el cabo le valorarán a usted... hasta que todos no pasen por los obstacúlos, no podrán seguir avanzando.

Coverley miró a Sarah y luego al coronel. - ¡Ah! ¡Sí! ¡Su nuevo cabo! ¡Teniente, hágale pasar! - Y Sarah se acercó a la puerta de los barracones para abrirla y con un gesto un hombre alto y rubio entró en el barracon.

- Saluden todos al cabo Lazarus. Llegó ayer por la noche, así que no pude darles la noticia hasta ahora. - Le dijo a Sarah y a Rick. El cabo sonrió de medio lado a Rick, estaba claro que ya se había visto con Sarah antes.

- Bien señores. Recuerden que a pesar de que McDuncan es una más del equipo, sigue siendo teniente, así que espero que tengan eso grabado en su cabeza a la hora de gastar bromas o pasarse con las palabras. Sargento Heatherly, suerte con la misión. Todo lo que necesita, está en esa carpeta.

Al pasar junto a Sarah, el mayor la guiñó un ojo y el coronel puso la mano sobre el hombro de la mujer sin decir nada, dejando a todos a solas en el barracón.

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01/11/2021, 17:38
Sgto. Rick "Jester" Heatherly (1922)

Sabía que no hacíamos nada malo, pero al mismo tiempo, era consciente del trato de favor que estábamos teniendo para poder pasar más tiempo juntos. En aquellos instantes no se me pasó por la cabeza intentar algo porque no confiaba en que pudiera sentir lo mismo que yo.

De saberlo, lo habría dejado todo por ella. Bueno, quizás no en ese momento, pero sí algún tiempo después. Ella siempre pasó a ser lo más importante.

Sin embargo, en mi interior resonaban todas sus palabras, sus dudas, sus miedos, y aun sin querer decirle nada, pues no deseaba incrementar su dolor por lo que le esperaba, me juraba a mí mismo intervenir y ayudarla en cuanto me fuese posible, llegando hasta donde pudiese.

Así que la abracé, en silencio, mientras ella lloraba entre mis brazos, sintiéndome impotente en cuanto a lo que podía hacer para aliviar su pena. Me dolió que me dijese que no podría estar con el hombre que amaba, como si hubiese uno, porque sabía que yo no era ese hombre y aquello fue un nuevo recordatorio. Pero sus palabras y su mirada que continuaron a aquella frase me devolvieron el ánimo.

-No hay guerras perdidas, Sarah. Todas las guerras pueden ganarse, solo que no todas lo hacen de la misma manera -le dije. Entonces me preguntó de dónde era, en dónde vivía.

¿Dónde vivas tú?

-Siempre me ha gustado California. Creo que me gustaría mucho vivir allí -le dije, bromeando, para a continuación decirle de dónde era -. Soy de un pequeño pueblo de Nueva York. Maryland. 

En el interior de la base, tuve que dejarla, pero no me lamenté por ello pues sabía que la vería más tarde. Durante el tiempo que estuvo con el Mayor, me dediqué a visitar a mis pupilos, revisar el equipo y asegurarme que todo estaba en orden.

Es increíble lo despacio que parece pasar el tiempo cuando hay algo que esperas con ansiedad. Cuando acabé, me dirigí a mi cama y Sarah no tardón en llegar. 

-Ya te estaba echando de menos -le dije, dándome cuenta de que quizás había dicho de más.

Sarah parecía feliz, radiante, y se cambio incluso delante de mí, sin timidez. Por respeto, mantuve la mirada baja, sufriendo y disfrutando a partes iguales, pero la sombra que e¡se proyectaba en el suelo era suficiente para darme cuenta del hermoso cuerpo que había bajo el camisón. 

Cuando acabó, ambos nos echamos, dejando que sus brazos me cubriesen y su corazón guiase el mío, y antes de que me diese cuenta, había cerrado los ojos y me había dejado mecer por mis sueños. Después de todo, no sabía cuando podríamos volver a estar así, juntos.

Notas de juego

1/2

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01/11/2021, 17:54
Sgto. Rick "Jester" Heatherly (1922)

Tocapelotas Murray siempre daba un paso adelante en lo que se trataba de meter la pata y molestar a los demás. En aquella ocasión, nada más llegar, abrió la boca para dejar una de sus particulares perlas.

-Soldado, usted tendrá muchas misiones de entrenamiento a sus espaldas pero su cerebro todavía no ha aprendido nada, así que cierre la boca y a lo mejor aprende lo que es una mujer de verdad. Y gracias por presentarse voluntario para ayudarla en cuanto necesite. Si me entero de que le replica una sola vez de mala manera cargará con todo el equipo. 

En realidad, podía hasta entender aquella manera de pensar, no solo porque fuese una mujer sino una novata. Pero era un oficial superior y no cualquiera, sino Sarah, así que estaba seguro de que les demostraría lo equivocados que estaban.

El soldado Cobden fue mucho más prudente. Le miré y asentí con la cabeza, pensando que menos mal que había algunos soldados con un poco de cerebro.

Mientras comprobaban el equipo, llegaron Sarah y el Mayor. Al verlos, sobre todo al verle a él, me cuadré inmediatamente.

-¡ATENCIÓN, PELOTÓN! ¡FIIIIIRMES!

Solo cuando el Mayor lo permitió, nos relajamos. Miré a Sarah de reojo pero procuré no hacer ningún gesto. A partir de ahora, ella era la Teniente McDuncan y yo, el sargento Heatherly.

-Entendido, señor -respondí al mayor, pensando que a pesar de todo, un teniente era un teniente, estuviese o no al mando de la misión.

A continuación, escuché las instrucciones mientras miraba la información y el mapa que me entregó. Se trataba de un trayecto básicamente de entrenamiento físico, que pasaba por puntos complicados que nos obligarían a demostrar nuestra forma física. Sabía que para Sarah sería duro, al igual que para algunos de los nuestros.

Cuando oí referirse al cabo, le miré confundido, hasta que nos presentó al cabo Lazarus. Le sonreí inmediatamente y me acerqué a él.

-Es un placer volver a verle, cabo. Me alegra que esté con nosotros -le dije, sin perder demasiado la compostura.

Finalmente, el Mayor terminó de dar las instrucciones y volví a ordenar a todo el mundo que se pusieran en posición de firmes. Solo cuando se marchó, pude volver a mirar con verdadera atención aquel mapa.

El trayecto A-B parecía bastante sencillo. Tenía una pendiente descendente que haría que fuésemos más deprisa que nuestro regreso resultara más complicado de lo que esperaba cuando regresáramos desde el punto C al D. Tendríamos que apresurarnos al principio para poder perder tiempo después.

-Con su permiso, Teniente, voy a informar a los hombres. Cabo, revise su equipo y asegúrese de que lo tiene todo.

Después, me volví hacia el pelotón.

-Está bien, soldados. Esta es una misión de resistencia en la cual demostraremos dos cosas: la primera, que todo el entrenamiento físico que hemos recibido ha valido la pena; la segunda, que todos somos un equipo. Aquí nadie se rinde y no se abandona a nadie. El error de uno es el error de todos, y así quedará en mi informe si alguien no ayuda a los demás cuando sea necesario. Quiero que cada uno de ustedes trabajen por parejas. Cada uno ayudará al otro a escalar, caminar, saltar y le arrastrará de ser necesario. Escojan ustedes mismos pero una vez hecho, tendrán que aguantar hasta el final. Coman ligero y llenen sus cantimploras. Si no hay preguntas, los quiero listos para salir no en dos horas sino en una, ¿está claro?

Finalmente, me volví hacia la Teniente.

-Señora, ¿quiere decirle algo a los hombres?

Notas de juego

2/2

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02/11/2021, 02:04
Tte. Sarah McDuncan (1922)

Estaba nerviosa, muy nerviosa. Mis manos a mi espalda retorcían mis dedos y más allá, sin recordarlo, estaba el Coronel, pendiente de todo. El mayor me daba seguridad, pero sin duda el teniente era quien más me la daba. Pero estar delante de todos aquellos desconocidos, a pesar de la presencia del cabo Lazarus y de la alegría de tenerle con nosotros, sentía miedo y vértigo.

Hombres.

En aquel barracón había menos amigos o conocidos que desconocidos. No sabía nada de ellos. ¿Y si había otro John oculto entre ellos? Sentía que me mareaba, pero debía aguantar el tipo, por mí, por mi rango, por no defraudar a nadie.

Oí el discurso de Rick. Era su misión, de todos, pero mandaba él y eso era lo que me importaba pues tendría un modelo a seguir. Me imaginé que el mayor y el coronel lo determinaron así por algo, seguramente para que yo me fuese fijando, aprendiendo y cogiendo soltura, hasta que me diesen el mando a mí.

Entonces el teniente me concedió la palabra y yo... estaba en blanco.

Miré a los hombres y posé mi mirada en el cabo Lazarus. Al menos un rosto amigable entre ellos.

- Yo... ya han oído. Seré una más... de... el equipo. Iré en calidad de médico y.... mi rango no.... tendrá valor en esta misión. Por encima mía, aunque.... suene raro, estarán el... teniente Hearherly y el cabo Lazarus. - Sentía como si me estuviese ahorcando yo sola con aquellas palabras y en ese momento escuché unos pasos que se acercaban por mi espalda lo que me hizo guardar silencio. Temblaba y mi inseguridad se hacía cada vez más patente.

Pero el coronel acudió al rescate.

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02/11/2021, 02:14
Coronel Cornelius

- Señores, lo que la teniente quiere decir es que formará parte del pelotón como los demás, pero su rango seguirá siendo su rango. Si algo se desmadra, podrá tomar cartas en el asunto. Una cosa es la misión de entrenamiento y otra muy distinta que esté realmente degradada para esta misión. Como bien dice, en ella será uno más y trabajará bajo las órdenes del sargento y el cabo, pero de nadie más. - Dijo con aquella seriedad característica en él.

- Y les aviso desde ya, que la quiero de vuelta sana y salva. - Puso una mano sobre el hombro de la teniente. - Si alguien se propasa con ella, tendrá que vérselas directamente conmigo. ¿Entendido?

Un "Sí, coronel" sonó al unísono en el barracón.

Luego se giró hacia Sarah. - Siendo su primera misión, entiendo que no sabrá ni que llevar. Si el cabo Lazarus es capaz de hacerse con estos hombres, creo que el sargento podrá ayudarle con su equipo y enseñarle a prepararlo. - Miró a Rick. - ¿No es así, sargento?

Se volvió hacia Sarah. - Recuerde que su equipo pesará más por el botiquín y todo lo que necesite por si acaso. Ahí no puede quitarse nada, es equipo básico, pero tendrá que aprender a gestionar el resto. Además el rifle pesa unos 4kg y aunque el médico no suela llevarlo, es recomendable que lo haga, pero ahí decide usted. - Susurró a la mujer. - No encontramos un cabo mejor para que estuviese más cómoda. Buena suerte.

Luego miró a los hombres. - ¡Compañía! ¡Espero no tener que enviarles una patrulla a recogerles! ¡Buena suerte!

Y con esto el coronel se marchó, seguido del mayor que guiñó un ojo a Sarah y dejaron a los hombres con la teniente y sus oficiales intermedios a solas.

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02/11/2021, 02:43
Tte. Sarah McDuncan (1922)

Miré a Rick con la sensación de que el coronel y el mayor estaban confabulados a nuestro favor de alguna manera o al menos al mío. Sus tratos eran especiales hacia mí, se veían a la legua y ese acto de defensa del coronel hacia mí se me hizo extraño, porque jamás hubiese esperado algo así de él. Quizás del mayor, de Rick seguro, pero no del coronel. ¿Qué había visto en mi para que me protegiese así?

No quería pensar como los hombres, que quisiese llevarme a la cama, porque de ser así, debería pensar de todos igual, incluído Rick y hasta ahora él era el único que lo había logrado pero no había pasado nada... por desgracia por un lado, por fortuna por otro, porque con mi trauma lo estropearía todo.

Y esperé a que se fuesen los superiores para acercarme a Lazarus y abrazarle con fuerza. - Dios. No sabes cuanto me alegro de volver a verte. ¿Aprendiste algo con el capitán Palmer? Me vendría bien un enfermero. - Le dije y me separé de él. Le miré el cabello, le había crecido bastante en estos días. - Veo que estás bien y me alegro de tenerte aquí. Espero que puedas hacerte con ellos... durante la misión podremos ponernos al día, espero... - Y miré a Rick. Ahora mandaba él.

- Sargento... creo que me vendría muy bien esa ayuda con el equipo y el rifle queda descartado. Con una pistola me servirá. - No sabía disparar y no quería decirlo en voz alta. - Creo que para empezar, si quito esos 4 kg, iré mejor, si no le importa, señor. - Dije al darme cuenta de la situación en la que estábamos y más aún con los ojos pendientes de sus hombres en mí... ¿o era en mis pechos? - Tengo casi todo en mi despacho. - Por no decir dormitorio. - Pero ahora que sabemos a donde vamos, supongo que tendré que ir a solicitar cosas que no tengo, como cantimplora o raciones de comida K.

Y en ese momento, nuestras miradas se hicieron cómplices por un momento por las risas precisamente de esa comida que ahora nos tocaría llevar y comer entre siete y diez días. Luego miré a todos. - Yo... me uniré a ustedes cuando lo tenga todo listo.