Partida Rol por web

ANTORCHA:

MAPA DE ANTORCHA:

MOMENTO: DESCONOCIDO.

HORA: MEDIODÍA.

LUGAR: PÁRAMOS SALVAJES SEMI-ÁRIDOS.

CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

Emil suspiró profundamente, cansado tanto por la carga como por llevar la camilla. Realmente necesitaban asistencia urgente para los heridos aunque, por supuesto, la cosa podía estar mucho, mucho peor. De alguna manera, podían sentirse afortunados.

Tras pensar un segundo miró a Raxus y le susurró algo, antes de mirar a todos.

- Hemos llegado. Un enclave civilizado... O algo así- afirmó, medio divertido, aunque con esa piel horriblemente enrojecida y esos ojos entrecerrados y cegatos como le ocurría cada vez que se veía forzado a soportar de forma directa la brutal luz del sol. Aunque bueno... habida cuenta que estaba en un tris de darse de bruces contra el suelo por las heridas, tampoco es que ahora mismo le importara demasiado.- Creo que por ahora merecería la pena no separarse, al menos, hasta saber de qué va este "adorado pueblito de montañas"- comentó con obvio retintín.- ¿Os parece bien a todos que preguntemos a algún lugareño sobre posada o taberna y sobre quien está al mando? Y en caso que os parezca una idea razonable, Muxu, querida, ¿te importa encargarte tú de los preguntados necesarios?

MOMENTO: DESCONOCIDO.

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- Por ahora, Raxus, no enseñes esas cabezas. Veamos primero si podemos obtener oro y prestigio de ellas, no vayan a querer los puñeteros espíritus que nos metamos en nuevas peleas. Que no estamos precisamente en nuestro mejor momento.

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Una anciana enana sale a recibiros a la entrada del pueblo, es obvio que alguien la ha avisado de vuestra llegada. Por su aspecto diríais que es alguien con autoridad en el pueblo.

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-Parece que se te han adelantado, elfo-. Comentó cansada mientras sus ojos se posaban en la anciana que les salía al encuentro.

-Si mandan a una venerable anciana, supongo que no serán hostiles de primeras, así que intentad no dar apariencia de malditos tarados asesinos con esas cabezas cortadas que lleváis, Emil, la primera impresión es muy importante-. Miró al resto.

-Podíamos dejar, de momento, a nuestros compañeros heridos en el suelo, quizás la conversación se alargue y mientras tanto no será necesario tenerlos cargados-. Estaba muy cansada, demasiado, y tenía la extraña certeza de que Emil volvería a meter ficha a la primera de cambio. La ranger, en aquel mismo momento, no sabía si echarle una buena bronca o partirle la cara, pero tuvo que morderse la lengua. Ya tendría oportunidad de dejar las cosas bien claras.

Cada orden que daba a alguien con ese aire de majestuosidad noble, cada vez que hablaba con retintín, cada vez que menospreciaba los añadidos de otra persona o cada vez que fomentaba una idea estúpida, como la de cortar cabezas como si fueran unos putos degenerados, le sentaba a la ranger como una patada en los ovarios. Vicky no sabía si se creía el puto rey del imperio mundial o qué, pero no le gustaba nada esa actitud.

Muxu había permanecido callada durante todo el trayecto mientras cargaba uno de los extremos de la camilla que llevaba a Halberd, el tiempo apremiaba si querían salvar a sus compañeros y no se dió el lujo en reparar en ninguna queja sobre el cansancio y el dolor que su herida le provocaba.

Vieron a la distancia un enclave habitado y lo que eso significaba. Vida, nuestra vida.

Emil y Vicky dieron sus apreciaciones sobre el escenario y la visitante que se acercaba. Mientras los escuchaba, Muxu bajó con delicadeza la camilla de su gran amigo hasta dejarla en el suelo.

Suspiró.

Caminó en dirección hacia la anciana. Este no es momento de ser una languideciente, Muxu, no tengo ese privilegio. Demostraré vigor, soy... Soy una alcaldesa.

-Mi señora.- dijo con un tono cálido y seguro la diplomática maga dirigiendose hacia la enana. -Mi nombre es Muxu Meidall, ¿Con quién tengo el honor?- preguntó. -Mi grupo necesita diversos servicios, médicos principalmente como podrá apreciar.- Miró a los heridos antes de continuar. -¿Piensa que seremos bien recibidos?- levantó un poco su camisa para dejar ver su bolsa de monedas colgándo de la cintura.

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La anciana os mira con atención, pues pese a vuestro desmejorado aspecto debéis ser un grupo bastante llamativo. Raxus en particular es especialmente chocante, pues ni siquiera en la Tierra de las Grietas los enanos Titan Juicer son algo habitual de ver.

- "Saludos, estáis en el pueblo de Antorcha. Soy la Concejal Dolga Freddert.

¿Quiénes sois vosotros?" -

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Si bien el camino no es largo, parece que algunos de mis compañeros llegan a este adorable enclave bastante agotados. No es mi caso, mis implantes hacen que mi resistencia al cansancio sea bastante considerable.

Así pues, incluso con todo lo que cargo y al mismo tiempo mientras ayudo a Muxu con Halberd, cuando poso la camilla en el suelo ni siquiera estoy sudando. Aún así se agradece detener un poco el esfuerzo físico continuado.

Supongo que ahora no es momento de ninguna de mis intervenciones, sobre todo teniendo en cuenta que parecen estar intentando dar una buena primera impresión, así que decido dejar que sean otros quienes hablen mientras observo con curiosidad los alrededores del pueblo. Agricultores, campos sembrados, en un clima como este semiárido; interesante.

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Aún estaba distraída observando aquel lugar. Por eso, cuando apareció la anciana y se presentó, puesta allí tal como si ya les hubieran dado el soplo y les estuvieran esperando, Alexa apenas la escuchó. Bueno, sí...

Concejal...

Todo un cargo, una evidencia clara de que sí les estaban esperando, a menos que el puesto obligara a estar en la puerta del lugar a diario montando guardia para recibir a extranjeros... poco probable.

Había dejado en el suelo con cuidado, como los otros, la camilla que ayudaba a llevar. Cuatro inconscientes y ocho maltrechos, esa era la estampa que ofrecían. Por suerte las cabezas estaban ocultas, más o menos, porque eran un bulto considerable y sanguinolento. Menuda idea... Pero no se había metido en la bizantina discusión, tampoco en el pique por el liderazgo, que ya podían quedárselo quienes peleaban, le daba igual uno que otra. Pensaba hacer lo de siempre: lo que creyera que debía hacer, ordenaran lo que ordenaran. Faltaría más.

Muxu tomaba la iniciativa como embajadora, bien por ella, sin duda su experiencia como alcaldesa le daba las tablas suficientes como para hablar sin decir, o diciendo lo justo. Podía representar al grupo perfectamente. Ella, por su parte, seguía callada, observando...

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¿Quienes somos? Esa era una buena pregunta. ¿Acaso eran los mismos seres? O seres nuevos, meras copias con recuerdos implantados. ¿Dónde recaía la escencia del ser? ¿En lo material o en lo intangible del cúmulo de vivencias, recuerdos, y pensamientos? Un problema filosófico que la estudiosa Muxu no paraba de preguntarse, pero que poca importancia práctica tenía, si no es que ninguna.

-Somos...- Miró a sus compañeros dubitativa. ¿Cuántas son las chances de que los miembros de la Coalición nos hayan seguido a este mundo? Aunque lo hubieran hecho, no parece que tuvieran ninguna influencia según lo dicho por IAR Victoria. No... Ahora lo importante es recordar lo que somos y lo que representamos. -Somos los Rifts Warriors.- Sentenció con orgullo y con la intención de avivar el sentido de pertenencia y seguridad de todo el grupo. -Aventureros.- Aclaró Muxu, aunque deseó decir "héroes" no quería provocar la risa de la enana concejal, con la apariencia que daban en esos momentos.

-Concejal Freddert, ya le he contestado una pregunta, pero usted me debe aún una respuesta.- dijo con el carácter fuerte que la caracterizaba pero sin perder el encanto. -Aunque pueda parecer lo contrario, no venimos a dar lástima ni a rogar absolutamente nada, podemos pagar por nuestras necesidades, de un modo u otro... ¿Hay bandidos o alimañas que perjudiquen a la ciudad?- preguntó sin revelar la carta que tenían, pero buscando escarbar información para saber cómo jugarla mejor.

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La anciana enana os observa apreciativamente, con una cierta expresión de alivio o de esperanza en el rostro.

- "Lo cierto es que necesitamos la ayuda de aventureros, pues hay varios problemas acuciantes. Los Fuegos de Creación sobre la Colina Negra, la base de la economía del pueblo, se han extinguido. Y el Concejal Khonnir Baine desapareció durante su segunda salida a las cuevas descubiertas debajo de la colina. Hay recompensas sustanciales para ambos problemas.

Si de verdad estáis dispuestos a ayudar, podéis dirigiros a la Taberna la Fundición, donde Val Baine ha prometido dar comida y alojamiento gratuito a cualquier grupo aventurero que se comprometa a buscar a su padre adoptivo.

Parece claro que necesitáis descansar. Además, en el pueblo hay dos pequeños templos y una tienda, Tónicos Tentadores, donde podéis adquirir pócimas curativas." -

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Así lo haré- responde al elfo, entendiendo que enseñar de buenas a primeras un buen número de cabezas no sería la mejor señal diplomática en el primer encuentra con lo que parecía ser la primera ciudad que veían y que esperaba que sus habitantes no quisieran matarles.

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Una mujer se acerca hacia ellos. Por su porte parece que es alguien de cierta autoridad, y eso era algo bueno. Al menos con esa emisaria había esperanzas que no iban a tener ningún encontronazo violento... al menos por el momento. Raxus, que tenía bien guardadas las cabezas e iba a seguir el consejo de Emil al pie de la letra, se mantuvo en un discreto segundo plano, dejando la diplomacia en Muxu, que estaba llevando perfectamente la conversación. 

Desde luego, lo que oía de la anciana era algo bueno para el grupo. Necesitaban ayuda de un grupo de aventureros para solventar dos problemas. Y ellos eran un grupo de aventureros con ganas de solventar problemas. O eso creía. En tal caso, si querían quedarse y ganar algo de dinero para mejorar su situación (al fin y al cabo, el enano aún iba prácticamente desnudo), iban a tener que aceptar esos encargos. 

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-Ya veo, suena prometedor.- De repente nuestro futuro próximo tenía mejor pinta. Salud, comida, alojamiento, trabajo... Bien. Recordó aquella vez en la que la propia Muxu era quien recibía a los Rifts Warriors en su respectiva ciudad y la invadió una sensación de nostalgia.

-Nos gustaría conocer primero los detalles, Concejal Freddert, pero si la deja más tranquila, he de decir que de seguro podrá contar con nuestra ayuda para ambos encargos.- Tentada estuvo a preguntar por la recompensa, pero abandonó enseguida la idea. Conseguir buena fama tiene que ser lo primero, lo demás llegará solo, además aún debemos conocer más sobre este mundo y su sistema de comercio. -Para ayudar estamos los Rifts Warriors, un fuego especial extinto y una desaparición en los caminos... nos ha llegado un comentario también de que hay bandidos en los páramos que causan problemas a sus peregrinos, la Banda de Agrio, si no me equivoco, ¿le suena?-

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- "Bah, ese mequetrefe de Wallander es la menor de nuestras preocupaciones. Siempre tuvo muchas ínfulas de grandeza, hace poco convenció a un grupo de tenderos menores y artesanos sin talento de que le siguieran, y ellos vendieron sus casas para comprar material mágico a un buhonero errante. Dijeron que iban a hacerse "aventureros". Ya veo que tenéis sus cosas, en fin, Antorcha no se va a meter en esto. Si decidieron ponerse fuera de la ley y acabaron mal, es su problema.

Vuestro estado es malo y veo que tenéis compañeros que necesitan ser llevados a un lugar donde puedan descansar y recuperarse.

Si de verdad vais a ayudar al pueblo, quizás podáis ir ahora a instalaros a la Taberna de los Baine. Más tarde, siempre podéis encontrarme en el Salón del Pueblo, para hacerme cuantas preguntas queráis." -

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-Lamento oír que algunos ciudadanos hayan sido influenciados para terminar convirtiéndose en bandidos de ese tal Wallander, sea como sea, ya no serán un problema.- Luego, la anciana atenta a nuestro estado, nos sugiere ir a la taberna para descansar.

-Seguiremos vuestro consejo, y antes de caer la noche intentaremos pasar por el Salón del Pueblo a conversar.- asintió con una sonrisa a la enana a modo de reverencia y saludo.

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De vuelta en la zona de las camillas, Muxu se dirigió a los demás susurrando.

-Tal parece que no tendremos recompensas por esas cabezas, compañeros. Comienzan a apestar y si algún familiar o amigo las reconoce sería un lío, los bandidos han dicho que iban a jugar a los aventureros. ¿Qué tal si alguien las entierra ahora? Aprovecharía ese momento para entrar al almacen de allí y familiarizarme con los precios y el valor de la moneda local.-