Partida Rol por web

FECHA: 8 DE ABADAR DE 4715 RA, DÍA DEL JURAMENTO.

HORA: MÁS AVANZADA POR LA TARDE.

LUGAR: PUEBLO DE ANTORCHA: ESTANQUE DE LAS LÁGRIMAS.

CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO. TEMPERATURAS FRÍAS.

Solo cuando todos estuvieron fuera Emil se permitió un largo suspiro de alivio y miró a sus compañeros.

- Estamos todos vivos. De aquella manera algunos, pero vivos. Nuestros problemas, sin embargo, no han terminado. No hay que ser muy listos para saber que esa antorcha que vuelve a brillar será observada por nuestros "amigos" del tugurio de marras. Y sin duda los responsables tratarán de escapar. Debemos impedirlo. Se que estamos todos cansados, pero no es el momento, ni la hora, para descansar. También se que hemos obtenido importantes objetos, y si mi criterio vale algo, opino que debemos repartirlos entre todos. Tanto estos como todos los que hemos encontrado en momentos anteriores de esta primera misión que hemos afrontado. Y creo que ese reparto debe ir conforme a dos criterios: eficacia para que los objetos vayan a los que más les pueden beneficiar... y equidad, de modo que en todo caso nadie tenga un segundo objeto de interés cuando alguno de los nuestros no tiene un primero. Creo, también, que lo adecuado sería parar un instante, que nuestros compañeros más debilitados tomen una de las pociones, y así, tal como vamos, pero una vez hayamos visto lo recogido y lo hayamos repartido de la mejor manera, y algunos se hayan curado en lo posible, dirigirnos al almacén secreto cuya dirección averiguamos hace no demasiado. Y eliminar a los que quiera que hayan provocado esta mierda a la que acabamos de enfrentarnos. Tomándolos vivos si es posible, y muertos si no. Luego iremos a curar al concejal y a cobrar esas ocho mil monedas de oro, y tanto esas, como las monedas o similares que aun tenemos, las repartiremos. Ese es mi plan, al menos. ¿Opiniones?

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La llama volvía a brillar. Y, con ello, se había evitado lo que tenía pinta de ser un fallo catastrófico del núcleo del reactor a punto de ocurrir. ¿Sabrían las gentes de Antorcha lo cerca que habían estado de ser volatilizados? El alemán lo ignoraba, pero realmente no era algo que tuviera importancia. Lo hecho, hecho estaba, y asustar a aquellas personas a estas alturas no generaría nada bueno.

-No es mal plan.

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- Ajá, ajá, mmmju. - Murmuraba mientras Emil hablaba y hablaba. Cuando cedió el turno a las opiniones lo tenía todo más que claro. Salvo tal vez.

- Sí, clarísimo todo. Ahora bien, ¿cómo se entiende que vamos a tomar al asalto ese sitio? Porque está claro que pueden estar esperándonos y sabe Dios con que armamento cuentan. - Comenté.

- Ojalá alguien hubiera dicho en su momento: "Oye equipo, vamos a hacer una pequeña incursión para saber de qué palo va esta gente, cómo carajo es el sitio y cuanta caña pueden meternos si se nos ocurre entrar ahí. Antes de que sepan que existimos y todo eso". - Largué sin contemplaciones.

- Sí, joder, ojalá a alguien se le hubiese ocurrido antes de, ¡encender una puta señal de aviso como un volcán de grande! Hubiese sido un buen detalle hombre. - Solté con ganas de tirarme de los pelos.   

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Halberd miraba maravillado el fuego de Antorcha mientras escuchaba el plan.

— Pues... sí que parece un volcán, sí. — se volvió hacia el resto de Rifts Warriors — Bueno, como sea, la situación es la que es... Supongo que tendremos que ir para allá con lo que tenemos. Por lo menos tenemos curación y la pistola de la androide, que a la vista está que funciona a las mil maravillas. — se giró hacia la Ranger — ¿Sabes, Vicky? Estaba recordando lo que me comentaste en la fundición acerca de armas de fuego en este mundo... Quizás quieras echarle un ojo a esa pistola, y bueno, si la puedes utilizar. Parece muy buena, creo que te gustará. También recogí unos guanteletes con pinchos, ¿alguien los quiere?

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Palmea la espalda de Xavier de forma amigable- vamos, vamos. No te sulfures. ¿Y lo divertido que va a ser ahora el asalto? - dice, jocoso el enano. Entendía la frustración de su compañero ante aquella situación, pero ahora lamentarse. Lo hecho, hecho estaba.

Jefe, yo necesitaría una poción, al menos para poder entrar en el combate algo más operativo- dice- y creo que Muxu también- dice, señalando a su compañera que aún tenía en sus brazos- Bueno, igual ella dos.

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Vicky escuchó el plan de Emil al igual que el resto. No era mal plan, como decía Briaeros, pero no porque tuviesen muchas opciones, vaya. Podrían haber hecho las cosas de otro modo, como decía Xavier entre comentarios sarcásticos y gestos frustrados. Ella también había sido partidaria de observar al enemigo antes de partir, pero aquél plan había sido desechado sin más.  Puesto que no podían viajar en el tiempo, no servía de mucho seguir con el tema.

- Creo que aún tengo dos redomas curativas de las que limpiamos de moho. No sé si nos quedaba alguna poción.  - miró a Alexa imaginando que, en les quedaban pociones, las llevaría ella siendo la "curandera oficial". - Si no, si hacemos una pausa en casa de Val o en cualquier sitio con algo de material, creo que al menos puedo tratar algunas heridas.

Miró a Halberd cuando se dirigió a ella y aunque intentó mantener la compostura, sus ojos brillaron cuando dijo lo de la pistola. Le había echado el ojo durante la batalla pero no quería parecer egoísta,  con lo que había esperado a que se repartiese el botín. 

- La verdad es que me encantaría ponerle las manos encima esa pistola...

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Respecto a la pistola yo también soy capaz de utilizarla, pero dado que también me manejo bien con el hacha y la daga no tengo inconveniente en que la utilice Vicky. De todos modos creo que sería conveniente volver a la taberna, pues creo que comentaste, Hallberd, que el padre de Val tenía una especie de granadas en su taller y eso sería muy útil para poder entrar en ese sitio. Además, seguro que si le curamos nos dará todo lo que queramos para asaltar ese almacén, incluyendo si tiene explosivos ocultos.

Respecto al plan, Emil, estoy de acuerdo con todo pero añadiría un par de puntos que está bien tratar antes de ir a hablar con el Consejo y que alguien se vaya de la lengua. El primero es saber que deberíamos mencionar el origen del fuego de Antorcha para que sepan a qué atenerse, pero no creo que debiéramos decirlo gratis. Y el segundo sería mencionar a los goblins qué hay en las cuevas previas a la naveta y que, si llegan a un acuerdo con ellos de por ejemplo dejarles algo de comida o algún objeto a cambio, seguro que podrían actuar como guardias de la nave.

Además está el tema de las tarjetas, las cuales creo que deberíamos dar excepto una de cada tipo que nos quedemos nosotros por si acaso.

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- ¿¡Explosivos!? Eso ayudaría. Pero habrá que comprobar que potencia tienen, no queremos daños colaterales ahora que vamos a ir de héroes. ¿Además, nadie se ha planteado que no todos los que estén allí tienen porque ser necesariamente de los malos? - Pregunté.  - Dudo que nadie de aquí quiera mancharse las manos con la sangre de un pobre pringado al que le han dejado poca opción. ¿No os parece? - Comenté a Equilibirum.

- Necesitamos cortarles las vías de escape, información, armarnos y recuperarnos. Y todo casi al mismo tiempo. la agradecida gente del pueblo puede ayudar, genial. Si no, habrá que apañarse y al lío. ¿Me equivoco? – Les dije mirando a todos.

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Halberd dejó a la androide un momento en el suelo y se puso a rebuscar en la mochila. Extrajo de ella la extraña pistola y los cargadores de, presumiblemente, nanoides voladores y flamígeros.

— Claro, ten. Échale un ojo. Qué suerte haber encontrado una pistola aquí, ¿eh? — le dijo a Vicky con una ligera sonrisa mientras le tendía la pistola y su munición. Luego se giró a Equilibrium — Eh, ya lo creo que te desenvuelves bien con el hacha... En cuanto a los explosivos podemos estar tranquilos porque me temo que son cosa del concejal. Quiero decir, él las activa con su magia y luego explotarán, digo yo. Para activarlas yo necesitaría aprender primero a canalizar la energía necesaria, y hacerlo me llevaría mucho tiempo... Por otro lado... no se sí después de curarlo estará en condiciones de ayudarnos. Imagino que los nanitos reparadores deben combatir primero los otros nanitos destructivos. No estoy seguro, pero creo que no será inmediato. Yo diría de ir directos al almacén tras recuperarnos un poco, aunque no me importaría pasar por casa de Val y dejar el cacharro este. — le dio una patada distraída al cuerpo requemado que había cargado con Daeron — Qué desastre. Ha perdido hasta el pelo morado ese que tenía. Vaya chispazo que dio, ¿eh?

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Los Rifts Warriors habían emergido, sucios y empapados, de las turbias aguas contaminadas del estanque, y se habían dirigido a la orilla.

Allí permanecían, temblando y ateridos de frío, mientras Emil, Briaeros, Xavier, Halberd, Raxus, Vicky y Equilibrium conversaban. Alexa, Daeron, Shidi, Muxu, y Thomas parecían demasiado conmocionados por el choque gélido de estar empapados y bajo estas temperaturas, y permanecían en silencio, estremecidos.

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Daeron suspiró más aliviado cuando varios compañeros se hicieron eco de sus sugerencias. Por un lado Halberd, que se dignó a echar un vistazo al proyector de hologramas y pudo captar otro acceso al segundo piso de la naveta, al parecer más directo del que ellos tomaran en un principio. Algo que el joven intuyó pero no logró vislumbra de una máquina que quizás en el pasado hubiera manejado con total soltura, pero que el nuevo Daeron ya no era capaz.

Por otro lado sus llamamientos de auxilio hacia Muxu y Shidi parecieron calar en algunos, que en vez de dejar tirados a sus compañeros se molestaron en ayudar a cargar con ellos. Viendo que Raxus no necesitaba ayuda alguna para llevar a Muxu y que Shidi reaccionaba por su propio pie cuando comenzó a ser llevado por Briaeros, el mago pudo auxiliar al tecnomante enano a cargar con los restos de la androide de pelo violáceo, aunque algo chamuscado ahora.

- No me digas que solo la hemos cogido por su pelo, Halberd. Seguro que se le puede poner un cabello nuevo y del color que prefieras - bromeó el joven, ayudando a arrastrar el cuerpo de la droide que, bien mirado, fue hermoso y esbelto pero tras achicharrarse en la explosión eléctrica pareció derretirse por partes hasta quedarse en una forma fea y andrógina.

Mientras salían se formó la idea de aprovechar con rapidez y asaltar la guarida del criminal Garmen Ulreth, detrás de todos los problemas causados. No habría mucho tiempo, pues restablecida la energía el bandido se daría cuenta que los Rift Warriors sabrían que la redirección energética daba a su tugurio. Actuar exigía celeridad. Pero había varios problemas: muchos compañeros estaban heridos de notable consideración y arcanos como él estaban con recursos mágicos bajo mínimos. Daeron tiritó ante la sensación de frío del agua fría por la que habían tenido que nadar para salir y la baja temperatura del exterior.

- No seré de gran ayuda en caso de un combate - dijo sin tapujos al resto, dejando claro que no disponía de hechizos -. Pero si puedo ayudar de cualquier manera, lo haré. Sin embargo recobraría cierta capacidad de lucha si obtuviera una cosa: una decoración en miniatura, en forma de pala, hecha en oro - dijo repentinamente, a pesar de lo extraño que sonaba -. Algo que un herrero, quizás, podría forjar en unos minutos. Pero no sé si sería posible hacer eso en estas circunstancias - admitió mientras se frotaba para combatir el frío.

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— ¿Hacerle una peluca? — Halberd sonrió divertido — Je je, eso estaría bien. Podríamos sentarla a la mesa cuando cenemos.

El enano empezó a frotarse las manos enguantadas y trató de secarse la ropa con el mismo truco que cuando bajaron. 

— Qué frío, ¿eh? Dejadme que os seque un poco de esa porquería de agua. No es gran cosa, pero menos es nada. — dijo poniéndose manos a la obra — ¿Una pala de oro pequeñita, Daeron? Hmm, yo podría intentarlo... Aunque ese de ahí te sorprendería, en serio. — señaló a Shidi con la barbilla mientras secaba la ropa como podía a unos y otros Rifts Warriors — Pero no creo que nosotros lo podamos hacer tan rápido. Habría que encender la fundición, y eso se llevará un rato, me temo. Eh Xavier, separa las piernas un momento, por favor. La ropa interior mojada puede hacer rozaduras.

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Como era de esperar los resultados excelentes de su decisión de ir primero a resolver el problema más importante no habían sido del agrado de todos. Y, también como era de esperar, era Xavier el más crítico. Emil sonrió mientras se secaba y miraba a sus compañeros.

- Creo que no tenemos tiempo para crear una pala en miniatura hecha de oro, Daeron. También creo que Xavier tiene razón. Obviamente, distinto sería... no se... que en el lugar donde acabamos de estar hubiera algo urgente de verdad que tuviera que ser resuelto como... veamos... ¿una puta central nuclear que funcionaba averiada y que estaba a punto de estallar y que estaba haciendo enfermar al pueblo y a nosotros mismos? Vamos, por decir algo así ridículo. En todo caso... considero que quitando alguna pifia hemos sido razonablemente buenos. Y que estamos todos vivos. La cosa es seguir así. Con lo que en cuanto salgamos vamos a ir a ese almacén secreto a terminar este asunto de una maldita vez, coger nuestra recompensa... y ver si Raxus consigue algo de ropa de verdad, demonios. Bien, veamos. Sí, Vicky, por favor, que Raxus se tome una de las pociones que llevas y que Muxu se tome la otra. ¿Alguien más tiene pociones aun en su equipo? Aunque yo estoy herido, creo que puedo aguantar y pienso que la siguiente poción debería ser para Briareos y la siguiente para Xavier. Si resultara que tenemos más ya veremos. Pero, lo dicho, además de las dos pociones que van a tomar Raxus y Muxu, ¿tenemos más?

Y conforme con que Vivky se quede con la pistola y las dos cargas, y con que Equilibrium lo haga con los guantes de pinchos

En otro orden de cosas, y lo que comenta Equilibrium, estoy de acuerdo en parte. Sí, desde luego, en pasar por la taberna, que casi pilla de camino, y curar al padre de Val. Y si eso sirve para que nos regalen más material, perfecto. Hay que asaltar ese almacén secreto y, dado lo que acaba de pasar, cuanto más material tengamos, mejor. Obviamente, si algunos se rinden, no vamos a matarlos. Pero hasta ahí. No usemos de base los explosivos, en caso que los tengamos, y estamos avanznado bastante, salvo para hacer una buena entrada por algún lugar que no se esperen. Y si logramos que se rindan mejor. Y si tomamos prisioneros en vez de hacer una matanza, mejor todavía. Una vez terminemos con recuperar al padre de Val y tomar el almacén ya veremos lo que le decimos al consejo y como intentamos obtener nuevos beneficios de lo ocurrido. Pero aseguremos primero el fin de la mision y luego, la paga y, cuando tengamos la paga, ya veremos lo que les ofrecemos y a qué precio.

Hace una pausa y luego continúa.

- ¿Me podéis pasar todo el resto de equipo obtenido, y aun no repartido de forma definitiva? O lo que es igual, todo lo que hemos encontrado en las cuevas salvo lo que se acaba de quedar Equilibrium y Vicky. Vamos a intentar repartirlo a quienes más le puedan venir bien, y de la forma más justa posible.

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A ver digo viendo algunos objetos que se van poniendo en común, las cosas que son para vender deberían permanecer en el tesoro común hasta que se vendan. Luego se repartirán los beneficios. Pero que sea tras acabar con el almacén oculto y curar a los heridos.

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La peor parte de ser miembro de un grupo de héroes salvadores era sin duda el frío, seguido del calor, pero eso ahora no les afectaba. Salvar a poblaciones o damas indefensas siempre les obligaba a pasar por sitios asquerosos, a dar largos recorridos y acabar agotados por todo ello. En esta ocasión se habían visto forzados a descender a una cueva húmeda y asquerosa para batirse el cobre con una cantidad indecente de extraños enemigos que no les habían dado opción de dialogar.

Ahora estaba empapado y cansado, quería tomarse un café caliente o un chocolate con algo dulce que le ayudara a relajar el estómago e irse a dormir un buen rato. Sin embargo parecía que nada de aquello iba a ser posible. No participó en la charla sobre el reparto de objetos que habían obtenido en las cuevas, no estaba especialmente interesado en nada.

—Si vendemos parte del material ¿podemos dedicar una partición a comprarnos ropa nueva? No hablo de lujos, ni nada similar. Pero es algo incómodo el llevar ropa de un muerto, especialmente al haberle matado nosotros. Además no me gusta demasiado el tejido.

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Finalmente, Emil hizo que todos se movieran cuando vio que varios tenían fuertes tiritonas. Los Rifts Warriors abandonaron la gélida orilla del estanque de aguas contaminadas y se dirigió a la Taberna la Fundición.

Por el camino se encontraron a varios lugareños, pero todos parecían más interesados en mirar hacia lo alto de la Colina Negra, donde volvían a verse encendidos los Fuegos de Creación, que en fijarse en los pobres y ateridos aventureros que habían hecho posible con sus acciones tal maravilla.

Pronto estuvieron todos en la Taberna, disponiéndose a encender el fuego de la chimenea para entrar en calor. A muchos les vendría muy bien también algo de caldo caliente. En la cocina había una olla con caldo, seguramente preparado a mediodía por Val Baine, pero estaba templado, aunque parecía tarea sencilla ponerlo a calentar.

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HORA: OCASO.

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Tras recoger del almacén de Garmen Ulreth todo lo que pensaron que merecía la pena cargar, los Rifts Warriors liderados por el elfo Emil, y con un prisionero de los Puños de Cuerda (el único superviviente) se dirigieron a la Sala del Pueblo, el edificio consistorial de gobierno de Antorcha.

Allí estaba todavía, pese a lo tarde que era, la enana Dolga Freddert, que obviamente pareció sorprendida, pero contenta de verles.

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- "¡Bienhallados Rifts Warriors! ¡Que Brigh os bendiga! Habéis tenido éxito donde varios grupos no consiguieron regresar. Los Fuegos de Creación vuelven a brillar sobre la Colina Negra y la gente ya no sufre de dolores de cabeza." -

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Emil asintió a las palabras de la concejal e hizo una pequeña reverencia en forma de saludo.

- Ya os dije en su momento, concejal Dolga Freddert, que hacíais bien en confiar en los Rift Warriors... aunque reconozco que mayores eran los peligros de lo esperado. En todo caso, el concejal no solo ha sido rescatado, sino que igualmente se le ha dado una curación que, espero, pueda rehabilitar por completo su mente y su salud. Mañana espero que esté más recuperado, si así lo quieren los dioses- hace una pausa Emil para luego continuar.- Lamento indicaros que la enfermedad que sufríais se debió a un plan preconcebido para desviar la energía a alguna zona de Numeria. Por lo que sabemos Garmen Ulreth estaba implicado en un plan que involucraba a toda una unidad mercenaria comandada por una androide, que buscaba redirigir la potencia de la Antorcha a esa zona, y de hecho, estaba a punto de escapar cuando llegamos. No fue posible capturarlo con vida, aunque sí hemos recuperado este artefacto que era el que usaban para desviar la potencia. Con un poco de suerte, cuando el concejal Baine se recupere, podrá encargarse de este artefacto. 

Hizo una pausa Emil mientras se masajeaba el hombro izquierdo, herido en uno de los últimos combates, y luego continuó.

- Garmen Ulreth iba a fugarse. Presumo que la idea era dejar a Antorcha en la indigencia y convertiros a todos en esclavos o siervos o algo así. Pero la verdad es que nuestra investigación acredita que la enfermedad derivada de tales manejos, de haber aumentado, hubiera podido ser mortal. En cuanto a este- dijo señalando al crío atado que llevaban- era miembro de la banda a la que Garmen había contratado para protegerle. Todos de fuera. Todos demasiado jóvenes, y ninguno implicado en nada más que servir a un mal hombre, y saber que sus planes no eran buenos... Pero ninguno implicados en crímenes de sangre. Desgraciadamente se enfrentaron a nosotros y no se rindieron, salvo este. Que os entrego como representante de la justicia del pueblo, aconsejándoos clemencia. Y ahora... si os parece... aceptaré de buen grado el pago prometido, sin perjuicio de regresar mañana y volver a exponer, frente a todos los concejales, lo ocurrido. Ocho mil monedas de oro quedamos, si mal no recuerdo.