Partida Rol por web

 Parece que ya pocas cosas ofrecen las tierras de Dalowin para los desafortunados.

 Os encontraís en la cima pedregosa de Peñagrís, nombre por el que es conocido la alta colina en la que se construyo la humilde fortificación de vuestros ancestros. A un lado tenéis la casa, triste, recortada en el cielo grís de estas alturas.

 La casa está en mal estado, los últimos años vuestro abuelo no gozaba de buena saludo, algo le carcomía por dentro, cada vez más uraño, más distante y frío. Eso unido a que nunca fuesteís una casa acaudalada, ocasionó que os terminaraís por ir vendiendo las escasas riquezas de la familia para tener comida y mediacmientos con los que sobrellevar lós últimos años de Ser Ambrosio Falx, vuestro abuelo. A consecuencia de esto, las reformas y manutención de la casa se fue relegando para momentos mejores... momentos que nunca llegaron.

 Ante vosotros las tumbas de vuestros ancestros, vuestro bisabuelo, vuestro padre, vuestro hermano y ahora la de vuestro abuelo Ambrosio, debido a la naturaleza de Peñagrís, estas tumbas son pequeños montículos pedregosos, en lugar de pequeñas fosas enterradas.

 Y finalmente junto a vosotros está Karan, cargado con las escasas pertenencias con las que contaís, a punto para partir hacia cualquier lugar...

Mientras sigo arrodillado delante de sus tumbas al teminar de rezar les prometo que no les defraudaré y que desde donde sus almas descansen les haré estar orgullosos de mis actos:

- Llevaré con orgullo vuestro escudo y espero el dia que pueda devolver la gloria a nuestro hogar.
  ¡Que los dioses permitan añadir una nueva hoja de roble!

Me levanto con pesar por la despedida, pero sé que el camino aguarda.

- Vamos Ulrien! Nos separan unos quantos dias de las tierras de Rocafreda, ya veras como te gustan. No se     parecen mucho a estas tierras y estan llenas de oportunidades.

- ¡Hermano!, ¡Hermano!. Maldita sea, ¡¡Tarien, ven!!.- 

El sol avanzaba camino hacía lo alto y hacía el sur. La figura fuerte, musculosa y erguida que se encontraba aún frente las tumbas, se giró al oír su hermano gritarle dentro de la casa, con razón no le había oído hablar, y se dio cuenta que debía hacer un buen rato que Ulrien había partido de su lado. Y así era.

 Ulrien era un chico con mucho nervio, que había sufrido con creces y que creía merecer cualquier alegría que el mundo pudiera aportarle.
Aquél día, ambos se habían levantado temprano, era el último de su antigua vida.
Al amanecer, Ulrien había pasado unos breves instantes al lado de su hermano Tarien quien velaba oraciones al lado de la tumba del abuelo, pero él tenía en la mente pensamientos de otra índole, más bien miraba las tumbas de su hermano Umbrien y su padre, diciéndose, como muchas otras veces, que sus cuerpos no deberían encontrarse allí, sino en la pequeña casa de piedras, allí abajo en el valle, donde habían vivido y sido felices. Pero el maldito abuelo quiso arrastrar sus cuerpos montaña arriba hasta la mansión. "Ni en la muerte iba a dejarlos descansar tranquilos" se repetía. Al cabo de un rato se había hartado de “llorar” la muerte del viejo, o mejor dicho, de ver a Tarien llorar por dentro y silenciosamente. Le había aguantado TODOS estos años, no iba a malgastar ni un minuto más de su vida por él.

Fue entonces cuando se dio cuenta que olvidaba un libro viejo, su favorito, que había tenido siempre oculto bajo las tablas de madera de la biblioteca, de no ser así, el abuelo lo habría destruido como el resto de una parte importante de la colección, pues había quemado todos aquellos que referían a fantásticos viajes, instrucciones sobre "el arte" de la  exploración y los relatos de nuevos mundos, o  a cualquier otro de aire parecido. 

Al recorrer los distintos pasadizos y galerías que lo separaban pasó frente la "sala prohibida", se paró largamente mirando la pesada puerta, nunca había podido entrar ahí.
Pesadas cerraduras ocultaban su interior, las llaves siempre habían permanecido colgadas al cuello del abuelo, solo se las quitaba para dormir, pero tampoco entonces podía acceder a ellas, pues el viejo “avaro” tenía la precaución de dormir a puerta cerrada.
Ahora que el abuelo ya no estaba, ¡al fin iba a descubrir que se ocultaba detrás! Estaba a punto de rebelar uno de los muchos misterios que le habían sido negados “para su propio bien”.

Corrió por última vez al cuarto mohoso de su abuelo, abrió la mesita y sacó las llaves que jamás pudo tocar. 

Una haz de luz entraba por una estrecha, estrecha, ventana dando penumbra al contenido de la sala. Lleno de admiración y asombro llamaba a su hermano para que viera con sus propios ojos lo mismo que él.

- Pero que demonios!? vaya... ya se habia ido!  Ya me parecia raro que pudiera estar más de 2 minutos aquí, presentando sus respetos a nuestros ancestros... y mucho menos a nuestro abuelo.

Me dirijo a la casa por el sendero pedregoso que llega hasta el pequeño "santuario" familiar. Un altar simple de piedra alrededor del qual se distribuyen las tumbas y sobre el que reposan las flores de aquellos pocos que han venido a despedirse del Abuelo. Y ya me parece que 3 son muchos teniendo en cuenta su carácter y que de esos 3 uno soy yo.
Sé que Ulrien ha vivido demasiado bajo la sombra agobiente de este padre-de-nuestro-padre (como le gustaba recordarnos quien era) y no le puedo tener en cuenta que quiera disfrutar de la vida ahora que ya no esta. Almenos yo tuve la suerte de irme y ver mundo y gente.
Al llegar a la puerta de la casa me pregunto que estará haciendo mi hermano para llamarme así.

 - Ulrien, estas bien? pregunto al entrar - Espero que no sea como esa vez que encontró un zorro medio muerto en el granero.
Me entristece pensar que quizas eso haya sido lo más emocionante que le haya pasado en los ultimos 2 años desde mi última visita.

Me acerco donde está, parado frente la puerta abierta de la sala prohibida... la sala prohibida? Ni me acordaba de esa habitación que el abuelo tenia cerrada a cal y canto. De pequeños habiamos especulado tanto sobre que podia guardar allí o que hacia allí cuando iba... normalmente acababa en algun tipo de historia espeluznante, almenos para unos niños.

- Dime, qué pasa? Saco la cabeza por encima de su hombro mientras la vista se me acostumbra a la oscura habitación (muy de acorde con el carácter del abuelo). Qué ves?... eso de allí es una estanteria o un armario? Estoy seguro que la difunta Sra. Ágata nunca pudo entrar aquí a limpiar, hay más polvo que en todos los caminos de Iliria!!

 En la penumbra de la pequeña habitación que siempre os fue vetada se encuentra un gran tapiz, cubierto bajo un gran paño, lleno de polvo. Ulrien, embriagado de curiosidad no puede dejar la sábana allí quieta y descubre el gran tapiz.

 Resulta ser un gran retrato, enmarcado en el tapiz de metro y medio por dos metros, la figura del retrato resulta ser la de una hermosa dama, de aspecto delicado y gran belleza, como el de un sueño frágil, como si repararas demasiado en él este huiría. La mujer, enfundada en un vestido de color azul con detalles negros, deja al descubierto un cuerpo de blanca piel, ojos azules y largo pelo negro peinado en tirabuzones.

 Ante el tapiz se encuentra una hajada butaca, con el asiento hundido, y la tapizaría de tercipelo gastado hasta la saciedad. Al lado de este hay una mesita auxiliar en la que descansa una copa de metal y una pequeña jarra. Junto a estas hay un libro de formato medio, encuadernado en cuero do color tabaco, cerrado por un delicado candado.

 En la habitación también hay un gran armario.

Cuando llega Tarien encuentra a su hermano pequeño con la sábana aún en la mano, está boquiabierto:

-¿Quién debe de ser esta bella mujer?- pregunta en voz alta aunque más para si mismo que para su hermano que mira por encima de los hombros.

El chico está recibiendo mucha información de un solo golpe para ser la casa en la que ha vivido siempre, y por primera vez, no sabe por donde empezar a husmear. Si mirar al cuadro para ver que nombre o título hay en pie, si coger el libro o si mirar el armario Mueve los ojos de aquí para acá, perfectamente iluminados por la novedad, se acerca lentamente al cuadro mirando a la mujer directamente a los ojos sin atreverse a apartarlos, alguna fuerza desconocida tira de él, mientras pasa al lado de la mesita coge con mano dubitativa el tomo sin apartar la vista del retrato.
Finalmente, se detiene y se pone de puntillas para leer bien si hay letras al pie del marco. Baja lentamente la vista.

 El tapiz que representa a la hermosa mujer ataviada de azul y negro resulta ser una gran obra, la persona que lo creó hizo un muy buen trabajo, los nudos de la tela son muy pequeño, permitiendo un gran grado de detalle en su conjunto. Al pie del restrato, en una discreta esquina, medio camuflaje en el paisaje boscoso del fondo del retrato se aprecia una firma 'A. Pacheco'.

 Este nombre no os dice nada.

 Cuando examinas el retrato, de forma curiosa tu mirada tiende a gravitar hacia los ojos de la mujer, unos ojos grandes, de color azul pálido, muy realistas, y ves en ellos un gran amor.

 No puedes evitar pensar que afortunado fue la persona de la que estaba tan enamorada esta mujer.

Su mente va ,una y otra vez, a aquella mirada. No puede evitar sentir envidía por aquellos que han tenido la oportunidad de vivirlo en propias carnes en lugar de los libros, y sin darse cuenta otra vez susurra:
- ¿Amor?¿Y como voy a saberlo?- Al oír sus propias palabras se da cuenta que ha hablado a media voz. Gira medio cuerpo para ver a su hermano, sus gestos y sus reacciones. Las nubes fuera, por un momento, se dispersan y dejan entrar un repentino y tímido rayo de luz que ilumina media cara de Ulrien, mostrando la fea cicatriz de su mejilla izquierda y su expresión de pura perplejidad.

- Si buscas un nombre... creo.. creo que encontraras el de nuestra abuela- Susurro, la voz ahogada por la belleza de esa mujer que nunca conocimos y que ahora se nos presentaba traspasando la barrera del tiempo.
Una extraña sensación embarga mi corazon, y mis ojos, por que no decirlo.

-Padre habia comentado en contadas ocasiones que desde.. desde que su madre murio, el Abuelo se volvió más hosco y cerrado. Te acuerdas? quizas no, pues eras más pequeño, pero... pero ahora lo entenderia... Susurro esta vez sin poder apartar tampoco la mirada de esos ojos azules, que evocan aquellos de nuestro padre.

-Esas horas, tardes o noches enteras que pasaba en esta habitación... contempando y siendo contemplado por esos ojos azules...
Se me hace difícil imaginar al hombre cansado y ágrio que era mi abuelo derramar una làgrima, pues nunca vi que lo hiciera, ni cuando el dolor de su cuerpo lo dejaba paralizado en la cama durante días, pero seguro que en la soledad de esta habitación, sentado en la butaca derramaría las más amargas lágrimas de soledad y pesar.
Anhelando quizas reunirse con ella?

- Quieran los dioses que os volvais a encontrar!

Mi hermano no ha salido de estas tierras y dificilmente habría podido conocer el amor en el pueblo cercano. No alguien como él, de espíritu libre, con alguna pueblerina de estrechas miras y con unas expectativas de por vida ya fijadas casi desde el nacimiento, sin contar que quizas es demasiado joven para saber que és el amor verdadero. Pero eso no lo se yo tampoco, ni siendo mayor ni habiendo viajado hasta las tierras de Rocafreda.
Quizás una sonrisa pasajera me hacia encender de rubor, o una lánguida caída de pestañas en una atestada calle de ciudad era capaz de centrar todos mis sentidos, pero no he encontrado amor. Ninguna mirada como la del tapiz había iluminado mi corazon aún.

- No te preocupes hermano, seguro que tu camino se cruza con el de alguien tan especial que la mirada de ella  te parece apagada- le digo sonriendo maliciosamente mientras paso por su lado y le doy unas palmadas en la espalda, y sigo hacia donde está el armario.
-Seguramente guardaría aquí las cosas de ella - comento mientras intento abrir el armario si es que no está cerrado con llave.

 Efectivamente en el gran armario ropero se encuentran varios vestidos. De telas más bien humilde pero de gran corte. Vestidos de terciopelo y uno de seda, algunos ribeteados con pieles de marta u zorro. Delicados brodados recorren cintura, corpiño y cuello del vestido, evocando figuras de halcones y hojas de roble.

 Tistemente las polillas han hecho estragos en tales ricas vestimentas.

 En la parte baja del armario hay un par de cajas, una grande y otra pequeña. En la primera, al abrirla encontraís un vestido de terciopelo negro y azul, muy posiblemente el que vestía la mujer del tapiz. En la otra hay, metidas sin mucha ceremonia, varias halajas, joyas y complementos menores.

Echo un vistazo a lo que guarda la caja, con poco criterio, sabiendo que más que valor monetario estas piezas tienen un gran valor sentimental. Si vamos a partir seria conveniente ponerlas a buen recaudo.

- Bueno, al parecer el abuelo guardaba estas alhajas que pertenecieron a la abuela por que eran su recuerdo. No me pareceria bien irnos y dejarlas aquí, en esta casa a la que no sabemos cuando volveremos. Que te parece Ulrien?

La palabras de Tarien duraron un rato dando vueltas en su mente, mientras su hermano curioseaba en el armario, él seguía con la mirada perdida. Sin embargo, de pronto rompió el silencio:
 - ¿Nuestra Abuela?- repitió mecánicamente tras levantar una ceja. El comentario le devolvió lentamente a la realidad y a la naturalidad de su carácter. Y sin previo aviso, rompió a reír. –Eres un ingenuo hermano mío, como puede ser que hayas visto mucho más mundo ¡ y seguir siéndolo TANTO!-.

- La abuela se casó por compromiso, en un matrimonio concertado al igual que el decrépito hizo con Iririen, nuestra hermana. El abuelo podía ocultar muchos oscuros secretos, pero “el amor”... vamos, vamos...Sin embargo, se trataría de alguna lugareña, una pastora o una criada que de alguna forma consiguió embaucar, que la cuidaría como a una amante, ese hombre no conocía amor alguno, sexo puede, pero amor... deja de pintarlo todo como si la gente tuviera la misma pureza de corazón que tu posees!.-
Ulrien vuelve a dar tumbos por la habitación mientras habla, negando con la cabeza, agita el libro que aún sostiene en su mano y añade a media risa, mientras se lo muestra:

 - Nuestra abuela, dices... quizás, sin embargo creo que tendremos algo más de lectura para el viaje. Larguémonos creo que esto ya esta visto.-  El chico se dispone a salir pero se detiene.

-Ah! respecto a las alhajas... me da igual, una vez recupere mi libro favorito....-
 Dedicó un momento a observarse de pies a cabeza. Acarició levemente y con cariño la armadura de piel oscura que llevaba puesta (con un grabado en el pecho del escudo familiar: un halcón con tres hojas) justo a la perfecta medida.
Finalmente se asegura que esté bien sujeto el martillo que lleva colgando del cinto. Miró a Tarien antes de salir de la sala.
-Llevo conmigo, aquello que había dentro que pudiera importarme, haz lo que quieras con el resto, cierra la valla con llave o quémalo todo. Voy a por el libro, ¿Vienes o prefieres probarte el vestido?-

- Ya voooy! Y no es que sea ingenuo! Seguro que albergaba algun sentimiento por esa mujer. Y si es nuestra difunta abuela se merece un respeto, almenos por haberle aguantado que no seria facil. El diario seguramente nos dira quien es.

- Dioses!! Que caracter más amargo!! No hay duda que es nieto de quien es! Pienso mientras cierro el armario.
   De él recojo las 2 cajas con el vestido y las alhajas. Mejor con nosotros que en una casa abandonada y con     peligro de ser incendiada...
  Cierro de nuevo la puerta de la habitación al salir.

- Además si solo fuera sexo la del tapiz tendria menos ropa y lo que más atraeria la atencion no serian sus ojos, precisamente. Digo a Ulrien, ya fuera del alcanze de la perturbadora mirada.

Me apresuro a salir para alcanzar a Ulrien, repasando mentalmente si no me dejo nada. Me acerco a Karan que nos espera agitado en el patio, atado al poste, y le acaricio el hocico - Ya vamos, impaciente. Tu tambien notas los nervios de la partida? susurro a sus oidos.
Cargo los nuevos paquetes en las alforjas alojandolos con cuidado entre mis escasas pertenencias.

- Vamos! creo que ya esta todo y el camino espera. Tiro de las bridas de Karan, avanzando a pie a su lado para guiarlo por el escabroso camino de bajada.

Ante los comentarios de Tarien no pudo por lo menos que jactarse con aquella sonrisa torcida tan característica suya. -Huh!- Hizo sonoramente, “Qué ingenuo”  repetía por dentro.

Fuera la casa, Ulrien estaba metiendo su libro favorito, "El señor de los bosques", dentro de su mochila, al hacerlo vio una carta doblada a la que casi olvida, la sacó y la recaudó bajo una piedra suficientemente pesada que encontró entre las tumba de su padre y hermano. Ocupado en eso se vio alcanzado de nuevo, su hermano respetó la intimidad de la escena como sin darse cuenta. Al  escucharle como hablaba al caballo, cargó con un rápido movimiento el equipaje a su espalda, y se puso a andar a la par. Al cabo de nada, como si fuera una conversación a tres, le dice a Karan:

- Tu tranquilo Karan, el valle va a ser coser y cantar, no será ningún problema, bien sabéis que me lo conozco como a la palma de mi mano. Más allá... más allá, espera lo desconocido...- Cerro el puño mientras su brazo empezaba a agitarse visiblemente, pero no lo ocultó sino que dejó embriagarse por ello: -¡Qué emocionante!¿verdad?- Miró a su hermano montando al lado, al hacerlo otro rayo de sol escapaba entre las nubes cegándolo molestamente. Como reflejo levantó la mano para hacer sombra y entonces lo vió.:

-¡Mira hermano dos halcones volando hacía al horizonte! ¿Ves hermano?, ¿lo ves? ¡El destino nos aguarda!-

 Y se avanzó animado y riendo, saltando de piedra en piedra montaña abajo.

Que bueno dejarse embriagar por la sensación de libertad del camino, del no saber a donde te llevan tus pies o tu destino. Sentir otra vez el sol, el viento y la lluvia en la cara. Dormir al ras bajo las estrellas o en las posadas que encontraremos al largo del camino... sentirse vivo, muy vivo.

Apremio el paso en pos de Ulrien

  - Prepárate mundo, llegan los dos Halcones!! Grito al viento con el corazon alegre.

Le sigo por el camino mientras nos guia montaña abajo y por el valle, conoce mucho mejor que yo los caminos que hace tanto tiempo que no uso. Algunos detalles han cambiado, aquellas pequeñas referencias que te hacian más facil no perderte, como el gran olmo que se elevaba sobre una de las colinas. Fulminado por un rayo me comentó Ulrien.
Cuando pasemos de los límites del pueblo de Tresfuentes me tocará a mi guiarnos por los caminos que nos lleven a Rocafreda, aunque no se si llegaremos al pueblo antes del anochecer.