Partida Rol por web

Confirmé la aceptación con mi prima mediante un mero contacto visual al que añadí un gesto afirmativo con la cabeza para alejar cualquier duda.

-​​​​​​-Sea, amada Helena. Es nuestro deber aceptar esa invitación -​​​​​​-comenté sin dejar de mostrar regocijo y simpatía por lo comentado por mi familiar.

Me complació conocer un poco del pasado militar del senador Cornelio, algo que me era ajeno.

-​​​​​​Ambos seguís velando por Roma, mis nobles señores. ¿Cómo no podría decir buenas palabras y halagos ante vuestra dedicación? El elogio, mis queridos Lucio y Cneo, ha de ser público, no privado. Bueno, esa es mi humilde opinión aparte de mi deber para con dos protectores de las gentes y cultura de Roma.

Volví a observar al numida y me atreví a acariciar una de las piezas de oro que más me había atraído visualmente. Su tacto, cómo no, era igual de gozoso.

- Tal vez, con el tiempo, el elogio sea público, noble Valeria - "Tal vez ... tal vez" pensé.

Quedarme es muy tentador, pero el tiempo pasa y tengo que llegar al Senado mientras todavía esté reunido.

- Es una pena para mí, pero mis obligaciones me exigen ir a la convocatoria del Senado. General Julio, un gusto haberlo conocido - volviendome a las primas - Helena ... Valeria ... esperaré ansioso noticias suyas; encontrarlas es siempre un placer.

Con una cortés inclinación de cabeza, me despido para dirigirme a la Curia.

-Adiós Lucio Cornelio.. Cuendo apenas se ha alejado unos pasos  camino con cierta premura hacia el senador 

-Lucio.. esperad.. No me gusta veros con el ceño fruncido. No penséis que soy una malcriada que solo piensa en joyas y galanteos. Conozco el peso de la responsabilidad que cargan vuestros hombros. Si alguna vez pensáis que una charla entre amigos, o un poco de mi compañía pueden aliviar ese peso, no necesitáis reclamo para venir con vuestra amiga Helena.

Vuelvo con Valeria. 

-General, ya os hemos robado demasiada atención. Esperaremos vuestra invitación con impaciencia y acudiremos con alegría. Valeria, el día pasa y tenemos obligaciones. Necesito los cuidados de las termas. Un baño, aceites.. 

Al general Cneo Julio le agradó escuchar a ambas patricias aceptando su invitación y esbozó una sonrisa.

-En la legión se nos adiestra para soportar muchas cosas, joven Helena -le indicó, manteniendo un tono cordial-. No dudo que vuestra presencia será agradable -dirigió una mirada a Valeria, halagado por sus palabras. Coincidía con ella en que el elogio por sus acciones debía ser público. Cneo escuchó entonces a Lucio despedirse-. El gusto ha sido mío, senador Cornelio. Puede que volvamos a vernos -declaró, pensando en que tal vez le convendría ser cercano al senador para sus propias aspiraciones.

El general consideró que tal vez fuera el momento de que él también se marchara, puesto que tenía mucho que comenzar a planificar en días venideros desde la villa Julia, por lo que pensó que había llegado también el momento de su despedida.

-Reconozco que estaría gustoso en tu compañía o en la de la encantadora Helena por largo rato si por mí fuera -le dijo a Valeria, con una sonrisa en los labios-. Pero me temo que yo también debo cumplir con mis obligaciones. Valeria, Helena, ha sido un verdadero gusto conoceros a ambas.

Entrelazo mi brazo con del de mi prima mientras caminamos. -¿oro y rubíes? Tienes el pelo negro y los ojos azules.. Piensa en el efecto de colores.. Por Jupiter, acabo de salvarte del desastre.. Vamos.. Un baño y un masaje con aceites, y esencia de rosas y jazmines.. Y una depiladora griega, y unos dulces.. y no necesitamos esclavas, nos frotaremos la espalda nosotras..

Por cierto.. No he podido evitar ver como te miraba el aguerrido general 

Observé con dulzura al Cornelio y al Julio en el momento en el que uno y otro se despedían. Dejando de lado el tema de la joyería, pues se podía volver a él en inmediatez, me dispuse a prestar completa atención a ambos nobles señores para cumplir el deber de un grato saludo antes de separar caminos.

-​​​​​​-Vuestra compañía es más que bienvenida para cuando nos la regaleis de nuevo, mis buenos general y senador. No me gusta ver que debéis marchar, pero comprendo que vuestros deberes han de ir primero. Solo espero que vuestra jornada sea óptima y agradable como lo ha sido este breve encuentro.

Realicé una suave reverencia a modo de añadido a la despedida de cada uno unidas a mi sonrisa calida, la cual permanecía en mi boca.

-​​​​​​Espero que nuestros caminos vuelvan a cruzarse pronto. Siempre es un placer.

Al entrelazar el brazo con el mío, miré con cariño a mi prima y bajé la cabeza con cierta timidez al oír lo referente al general.

-​​​​​Gracias, querida -​​​​​volví a elevar mi rostro para mirar a los ojos a Helena -¿Crees que el general me mira igual que el senador lo hace contigo? -​​​​​​solté con tono travieso y pícaro, jugando ligeramente con la situación.

Divertida, acaricié el brazo de mi familiar suavemente y le sonreí al mismo tiempo.

-​​​​​​-Creo que conozco la tentación del Cornelio... Bueno, más bien por quién se tienta. 

Mi cara mostraba unos ojos entrecerrados para potenciar una mirada enmarcada por unas cejas que dibujaban un arco descendente. Mis labios expresaban un grado de alegría con una sonrisa.

-​​​​​​Tentadora Helena, entiendo bien al senador. A mi también me tientas, pero con baños y masajes -​​​​​​bromeé -​​​​​​-Gracias por ello, amada. Eres maravillosa.