Partida Rol por web

El enorme Jesús de piedra en lo alto de la cúpula de la iglesia del padre Lorenzo pareciera custodiar a la ciudad de Verona Beach de las dos enormes torres que representaban cada una a las familias mas poderosas y peligrosas de la ciudad, los Montesco y los Capuleto.

Dejo el auto mercedes benz negro de los Montesco a unas cuadras de la Iglesia del padre Lorenzo para evitar cualquier contratiempo que me pudiera originar ese apellido en la calle.

Luego de caminar un poco entro a la iglesia, por suerte casi nadie viene a orar por esta ciudad que se esta yendo al infierno poco a poco. Después de dar un vistazo rápido al interior y cerciorarme que no hay nadie ingreso al recinto, solo escucho mis pasos resonando con el eco propio de lugares altos y con cúpula.

Me dirijo hacia la oficina que todas las iglesias por lo regular deben tener detrás del retablo. Llamo por su nombre al padre esperando encontrarlo.

-¿Padre Lorenzo?....-

-Dime hija, ¿Deseabas algo? -La voz del padre resonó a su espalda, donde una tenue luz borraba las sombras de sus hombros, el padre Lorenzo estaba sujetando una larga cerilla mientras con la otra mano procuraba que la corriente no la apagara.

Me sorprende un poco la voz del padre Lorenzo ya que no me percaté de su presencia cuando entré a la iglesia. Me acerco y con una breve inclinación de cabeza le saludo. -Padre... aunque nunca he profesado el acercamiento con Dios, pero esta vez quisiera mediante el secreto de confesión aligerar el peso de incertidumbre que llevo en mi alma.- En verdad siento el peso del remordimiento sobre mis hombros y tengo la necesidad de soltarlo.

El padre Lorenzo asintio ligeramente antes de apagar la cerilla, sabia que era momento para dedicárselo a los vivos.

-Claro hija, vamos al confesionario, escuchare todo lo que tengas que decir. -La indico con la mano que le siguiera para escuchar su confesión.

Ya en el confesionario me dirijo al padre Lorenzo en voz baja -Confieso padre que soy una especie de ángel exterminador... no actuó por cuenta propia, hay alguien más poderoso que me indica quién y como debe recibir el castigo final.- suspiro y guardo silencio por un momento. -Quisiera forjar una alianza con Dios, Padre Lorenzo...- mis palabras se escuchan sinceras y algo atormentadas. -No sabía a quién recurrir pues aunque tengo la protección de la familia Montesco, creo que esto se saldrá de control tarde o temprano.-

El Padre Lorenzo estaba acostumbrado a escuchar de todo en su iglesia, no por nada había casado, bautizado o enterrado a mas de uno de ambas familias. Así como ambas sabían que su iglesia era terreno neutral donde dar consuelo y consejo a quien lo necesitara, fuera quien fuera quien llegara a sus puertas, si era cristiano se le trataría de la misma forma.

-¿Intentas decirme que eres una asesina a suelda querida? -Dijo en tono bajo solo audible para Ruby. -Eso es algo muy serio hija mía. Pero es un destino que he escuchado antes y se que no es un camino que se haya elegido, el destino a veces es cruel con la gente. -Asintió ligeramente.

-Pero que tipo de alianza deseas con esta iglesia querida. Bien debe saber a quien sirves que las alianzas ajenas a él pueden ser peligrosas para quien escucha. O acaso eres un lobo solitario que desea asilo. Explícate chiquilla, pues empiezo a preocuparme.

-Así es padre Lorenzo, mejor no lo habría podido describir, un lobo solitario en busca de redención...- guardo un poco de silencio mientras medito mis palabras.

-Busco liberarme del yugo que oprime mi alma, busco liberarme de ser el brazo ejecutor de alguien que está moviendo los hilos detrás de la enorme cortina que representa la rivalidad entre Capuleto y Montesco- mi voz se torna enojada al saberme esclavizada a un ente desconocido.

-Podría ser cualquiera, sólo tengo la seguridad de que no es usted padre, si logro saberlo y lo aniquilo habremos ganado terreno y dejaremos que la rivalidad entre Montesco y Capuleto tenga el destino que dios ya tiene decidido.- El tono de mi voz se suaviza. -Necesito la ayuda de Dios padre, la ayuda de usted en su representación...-

Como siempre hizo y seguirá haciendo hasta que sea reclamado en el reino de dios, Padre Lorenza escucho con atención a su afligida visitante, permaneciendo estoico ante la impotencia que claramente sentía la chiquilla.

-Entiendo tu preocupación hija mía. Ser parte de algo que ni siquiera controlas es duro, porque no tienes control sobre tu propio destino, es una lastima. Pero recuerda que todos estamos aquí por una razón, tal vez la tuya sea esa. -Hizo una pausa y sonrió sin dientes. -O puede que sea la que tu decidas, eso por desgracia solo te incumbe a ti querida. Dios puede velar por todos nosotros, pero nosotros debemos buscar nuestras propias respuestas. -Se acerco entonces hasta empezar a susurrar.

-Pero no te apures, siempre que no sea en confesión, soy como todo hombre dispuesto a hablar sobre todo tipo de chismorreo o discusiones, siempre y cuando no sea en confesión claro. -Termino con voz grave y seria. -¿Tienes algo mas que precise del secreto de confesión hija mía?

-Y recuerda, que la iglesia siempre esta para que sus fieles puedas limpiar su alma a través de la penitencia. -Quiso tranquilizar su corazón con esas ultimas palabras.

-Gracias Padre Lorenzo, me hacia falta liberar un poco el peso que representa este cargo de conciencia.-

Me incorporo para dirigirme hacia el padre Lorenzo y verlo de frente sin el confesionario de por medio.

-En esta dirección y teléfono podrá localizarme en caso que Dios requiera de mis servicios o por medio de sus oraciones me ayude a encontrar la paz que requiero para acabar con esta penitencia...- Le entrego una tarjeta con una dirección y un número telefónico, luego asiento con la barbilla y me retiro de la iglesia escuchando solo mis pasos en aquel lugar sagrado.

Recogió la tarjeta, le dio un vistazo y se la guardo en el habito.

-Ve con dios hija mía y procura hablar con él mas a menudo, tal vez eso te ayude a encontrar la paz que tanto anhelas. -Terminada la sesión se levanto y estiro su espalda, aprovechando que nadie miraba para volver a los cirios y terminar de encenderlos. Algo le decía que pronto tendría que encender nuevos para próximas almas.

Una vez que dejo a la familia Montesco en su mansión me dirijo nuevamente a la iglesia del padre Lorenzo, otra vez dejo el auto a unas cuadras para evitar levantar sospechas y lo más rápido que puedo alcanzo el atrio, luego cruzo el altar y me siento en el confesionario, estoy seguro que el padre entenderá que necesito hablar con él.

-Padre Lorenzo, obviamente ya se ha enterado la desgracia que ha sucedido en la familia Montesco, padre esto ha abierto las puertas a una encarnizada guerra, puedo asegurarle que no he sido yo el que ha realizado tan garrafal maniobra, vengo en busca de consejo y tal vez de conformar una alianza padre, usted tiene la facultad de ser neutral en esta guerra puede ir y venir entre familias por respeto a dios, usted podría interceder por cualquier familia y equilibrar esta balanza sangrienta que está por avasallar toda la ciudad, a todos nosotros...- hablo en voz baja esperando no llamar demasiado la atención en el confesionario.

-Todos estamos en riesgo padre, unos más que otros, y me temo que los que no tomen partido en alguna facción, como siempre los más desamparados serán los primeros en caer, después de las cabezas.-

Un hombre con un elegante traje plomo se acerca silenciosamente hasta la oficina del padre luego de hacer la señal de la cruz sobre su rostro al pasar por el altar.

-Padre Lorenzo, mi nombre es Thomas Hagen soy el concigliere de la familia Montesco.- saluda de mano al padre.

-He venido para pedirle que lleve a cabo la celebración de las exequias de nuestro amado Don Montesco y cumpla con el sagrado sacramento del sepulcro, ya tengo toda la documentación necesaria, en cuanto usted disponga puedo agendar la cita a la brevedad, ¿La familia Montesco puede contar con su presencia Padre Lorenzo?...- El hombre mira fijamente al padre, el dolor por la pérdida se le ve reflejado en los ojos, incluso se nota haber derramado algunas lágrimas ante la perdida de su jefe inmediato.

Las campanas de la iglesia del padre Lorenzo resuenan anunciando el inicio de las exequias por el eterno descanso de Ted Montesco.

El padre aun estaba recordando lo que las noticias habían mostrado y negaba con la cabeza, aunque siempre escuchando, por supuesto.

-Si hija mía, esto a sido una desgracia. Ademas han apuntado muy alto, la cabeza de la familia nada menos... -Hizo una pausa antes de seguir. -Me alegra saber de que no has tenido nada que ver querida y ciertamente esto no ha hecho nada mas que comenzar... Pero que puede hacer un simple hombre de dios como yo. -Alzo la mirada.

-Me alegra ver que deseas detener lo que acaba de comenzar, tal vez encontrar a quien rompió las reglas y entregárselo ¿Al viejo capitán? -Lanzaba ideas al aire, después de todo el aun no tenia mucha información al respecto.

El Padre se mantenía de pie, mirándolo con tristeza, pues el dolor de sus feligreses es tambien suyo.

-Una desgracia sin duda. Le conozco, bueno al menos se quien es, aunque no es usted de visitar mi iglesia. -Se sincero con aquel hombre.

-Pero por supuesto hijo, la iglesia esta abierta para todos sus feligreses y sera un honor para mi, darle el ultimo adiós al Don. Espero que todos recuerden donde están cuando lleguen a dar el ultimo adiós al fallecido. -Quedo un segundo callado y pensando.

-¿Vendrá su hijo a la ceremonia? -Sabia bien que entre las familias, el hijo heredaba directamente el cargo de su padre, a no ser que estuviera lejos del negocio o hubiera un tío de por medio y a pesar de conocer ambas familias, no era conocedor de todas sus cabezas.

El Padre Lorenzo estaba en el altar, ataviado con el clásico habito y esperando, el ataúd del difunto estaba presente, para poder darle el ultimo adiós de sus familiares mas cercanos.