Partida Rol por web

Por la ciudad de  Verona Beach pareciera alcanzar una época dorada de prosperidad y algo de paz luego que los dos grande emporios, Los Capuletos y los Montesco han llegado a varios acuerdos muy prometedores para firmar la paz estableciendo límites entre los dos para en conjunto demostrar al gobernador que la ciudad de Verona Beach puede tener paz y prosperidad para sus habitantes duradera.

Como cada mañana, el padre Lorenzo salio a pasear por las calles abarrotadas de gente, la mayoría feligreses a quienes devolvía el saludo sin vacilar.

Ahora mismo paseaba por una de las estrechas calles concurridas. Observando los puestos de comida ambulante y tal vez conseguir la caridad cristiana de alguno de los dependientes para conseguir un bocado mañanero.

Aya Nancy caminaba por la ciudad muy temprano. Quería recoger algo de comida para preparar un rico desayuno a su señorita Julieta. Sin embargo, le sorprendió que para ser las horas que eran, las calles estaban un poco concurridas.

Ese...¿no es el Padre Lorenzo? -pensó para así, visualizando a lo lejos la ilustre figura intentando regatear a los trabajadores.

-Buenos dias, Padre. ¿Cómo se encuentra? -comentó con una sonrisa amable, muy característica de ella. Iba a ir a la Iglesia cuando acabase de preparar a la señorita Julieta, necesito de su ayuda, Padre.  -Fue ,entonces, cuando Nancy bajó el tono de voz, casi susurrando-, necesito que me ayude a reencontrar al joven Romeo y a  Julieta. 

El Padre Lorenzo fue cordialmente interrumpido y de la misma manera saludo.

-Buenos días, hija. Bonita mañana ¿Verdad? -Alzo la mirada buscando cielo abierto y nada de nubes.

Se inclino ligeramente para escucharla hablar. -Sabéis que la iglesia siempre esta abierta para vosotros y estaré encantado de ayudar en lo que se necesite, pero recordar que no soy una celestina, solo un humilde hombre de Dios. -Le guiño un ojo cómplice. -Son ellos quien deben elegir libremente. -Sonrio de manera amable, mostrándose tan afable como su rostro pudiera mostrar.

Trajeado y bien vestido, para su edad, un hombre de más apuesto, pero no volvió a encontrar el amor desde que su esposa falleció y sus hijos dejaron la casa, ahora vive para su trabajo, así cómo su antecesor librar una guerra contra las mafias y el narcotrafico. 

Siempre siendo resguardado por uno de sus oficiales de más confianza, además de llevar su Colt .45 1911 oculta bajo su traje, así es, su matona siempre estaba lista para ser gatillada, además también tenía su Beretta 9mm, caminaba por la acera siempre pendiente de lo que ocurría a su alrededor, tras una noche de trabajo en su oficina, y de de dormir un poco en el sofá del despacho, caminar siempre le ayudaba a relajarse y a pensar claramente 

Una figura familiar apareció ante el, no eran muy cercanos, pero si figuras públicas bastante importantes en la ciudad, y al igual que el, el sacerdote desempeñaba un papel importante en todo el engranaje de Verona Beach. 

-El paseo está muy abarrotado padre Lorenzo-

Dijo al sacerdote con tono tranquilo, entre los puestos de comida y la gente que iba y venía, el agradable olor a comida, le habrían el apetito. 

-Antes que nada, buen día padre, ¿Le apetece acompañarme y comer algo? - 

Era normal que no tuviera dinero en su poder, apelando a la buena voluntad de la gente, hoy es el turno de invitarle algo que comer, si es que al hombre le apetecía una charla. 

Varios coches de lujo se detienen ante la entrada del más lujoso restaurante de Verona Beach, varios valetparking abren las portezuelas de cada vehículo mientras va descendiendo de cada uno la crema y nata heredera de la mafia de Verona Beach.

El restaurante luce solo y se encuentra a puerta cerrada, exclusivo para el encuentro entre representantes de cada familia.

Por parte de la familia Montesco hace se aparición Romeo, seguido por su primo Benvolio y su amigo Mercucio, resguardados por sus dos pistoleros guardianes, Ares Ruby y Baltasar.

Casi al unísono desciende Teobaldo Capuleto escoltado por sus dos inseparables guardaespaldas, Gregorio y Sansón.

Para Romeo y Teobaldo tienen preparada una mesa espléndidamente arreglada, rápidamente acondicionan el lugar para sus otros dos acompañantes de Romeo, Benvolio y Mercucio, un mesero se acerca para preguntar que desean beber de aperitivo, mientras sus respectivos guardianes se quedan un poco a espaldas de ambos representantes de cada familia, callados y alerta ante cualquier orden de sus respectivos resguardantes. 

Ahhhh, que delicia poder salir de casa y recorrer Verona Beach, sabiendo que si lo quisiera mi querido Fulgencio me compraría cada local de esta ciudad. Ains, si tan solo esos malditos Montescos no se entrometieran en los negocios de mi maridito, que feliz seríamos de verdad. Una gran familia feliz.

-Bueno niñas, tenemos que elgir un atuendo para la fiesta, pero... Bah, estoy segura que Fulgencio nos dejará comprar tres o cuatro para cada una. No lo olviden, coquetería ante todo. Lo que no se muestra no se vende.- Me detuve frente a Julieta y le acomodé el cabello, antes de apretarle las mejillas. -Tú eres un encanto, mi niña. Ahora, a lucir el cuerpo que heredaste de tu madre.- Sonreí también a Christine y seguí liderando el camino hacia el almacén que mi queridito me ha comprado.

El padre Lorenzo fue interrumpido en su interés por los puestos, para ser invitado por uno de los hombres mas influyentes de la ciudad, imposible declinar su oferta y mas si se trata de comer.

-Buenos días Sr.Escala. Permitame corregirlo, mas que abarrotado lo veo animado y eso siempre es bueno. -Sonrió sin abrir la boca.

-Sabe que rechazo una comida si viene acompañada de una buena sobremesa. -Comento antes de dar un paso en su dirección. -Usted dirá.

Salir de compras con mi madre es como someterte a una tortura eterna con tal de que reveles información vital. Ella con su encanto y elocuencia, te manipula que da pánico y no puedes negarte a su dulce sonrisa, no. En serio que no puedes. Así que acompañada de las chicas, me detengo ante sus palabras y la miro a los ojos, sonriendo un poco fingido. 

- Madre, ya tenemos suficiente. Pero, sé que nunca lo es... - digo y ante su comentario, allí donde mis mejillas están siendo apretadas, asiento. - Gracias, te adoro. Pese a todo. -

Aquello era por el detalle de odiar a la familia de la persona que amo, pese a que no dijo nada al respecto, sé que los detesta. 

- ¿Tendremos fiesta pronto? Digo, por si debo elegir un vestido... - observo a Christine. - ¿Buscamos algo combinado?

Baltasar observa con detenimiento el lugar mientras los demás comienzan a tomar lugar en una mesa, le hace un ademán a su compañero Ares para que le eche un vistazo a los guardaespaldas de Teobaldo, al mismo tiempo que dejaba ver una media sonrisa en su rostro.

Al bajarse del coche y ver a Teobaldo, Romeo hace una pequeña inclinación de cabeza y sonríe de forma agradable.

-Buenos días Teobaldo. Parece que hoy seremos tu y yo los que resolvamos los posibles problemas, estoy seguro de que llegaremos a un acuerdo en que todos salgamos ganando- se giró para mirar a su amigo y a su primo- Oh, espero que no te moleste que hayan venido mi primo Benvolio y mi amigo, su nombre es Mercurio Della, no sé si ya os habíais conocido, a veces se me pasan las cosas por alto- dice revolviéndose ligeramente el cabello obviando la etiqueta y el porte que debía presentar ante aquella situación.

Una vez dentro, ya sentados a la mesa, Romeo les hace una señal a sus guardaespaldas para que se relajen, el joven no veía ningún peligro allí y no quería que la tensión se propagase a las conversaciones.

-Oh si… yo tomaré un sambuca si es posible- dice con educación y una sonrisa- Hoy me he levantado con fuerzas- bromea a Teobaldo- ¿Tu tomas algo?- preguntó informal.

Esta familia siempre es una telenovela. Mientras avanzo tranquilamente rumbo a nuestra cita con los trapitos nuevos no puedo evitar sonreír al escuchar el estallido de energía de la tía Gloria. De verdad que...a veces me siento como si fuéramos un par de chihuahuas de muestra. Ponte guapa, sonríe, véndete bien para que un guapo ricachón se enamore como un tonto de ti y no tengas que volver a dar un palo al agua en tu vida… Miro a mi tía, que ahora tiene a Julieta agarrada por las mejillas. Mientras no me ponga en su punto de mira para escogerme marido todo va bien.

La pregunta de mi prima me saca de mis pensamientos, y le sonrío alegremente. La verdad es que siento empatía hacia ella. No sé si es muy feliz con su vida, y eso me duele porque la quiero.

-Claro, vestidos combinados. Suena muy bien.- Para intentar que se le pase un poco el enfado que arrastra desde la comida la agarro del ganchete y la aparto un poco de su madre, en un ímpetu fingido por ir de compras.- ¿Qué ha sido eso de cuasi-suegro que ha mencionado tu padre, primita?...sonaba como si me hubiera perdido algo...- Le susurro mientras sonrío con cariño, sabe que la estoy chinchando medio en broma y que sólo quiero que se sienta mejor. Por supuesto mi tono de voz no es alto, compartimos la broma entre los dos. Luego me giro y sonrío a mi tía con simpatía. Siempre es mejor preguntar, no vaya a ser que ya haya pensado en algo.- ¿Vestidos combinados irán bien para la fiesta, tía Gloria?...

Por su parte, Teobaldo responde el saludo de Romeo también inclinando su cabeza ante el Montesco, y aunque a diferencia de este, el Capuleto, decide no sonreír y mantener un semblante serio; a fin de cuentas, lo que estaban a punto de discutir, no era algo que se pudiera tomar a la ligera.

-Buenos días, Romeo -Indicó el Capuleto con sobriedad, era evidente que la situación en sí le incomodaba ligeramente y que hubiera preferido estar en otro lugar en estos momentos, pese a ello, ahí estaba- Me temo que los Patriarcas han decidido apartarse a un lado para que seamos nosotros, la próxima generación, los que nos encarguemos de estos asuntos. Y aunque no es un tema que me desagrade... tampoco estoy acostumbrado.

Echando un vistazo a aquellos dos acompañantes, Teobaldo volvió a asentir.

-Yo en cambio consideré esto como un encuentro formal, y en vez de traerme a amigos, traje a dos guardaespaldas de confianza: Sansón y Gregorio... Aunque viendo que tu porte es más informal para hablar de este asunto, supongo que era innecesario tomar estas medidas de seguridad...

Alzando una mano, Teobaldo indicó a sus dos asistentes que se relajaran un poco, puesto que la comida iba a ser más amistosa de lo que en un primer principio pudiera parecer. Pese a ello, seguía mostrándose algo agitado.

-Que sean dos. -Indicó al trabajador.

Mercucio llegó junto a los acompañantes de Romeo, manteniéndose siempre cerca de éste pero sin quitarle el trabajo a aquellos que estaban cualificados para eso. Su rostro mostraba por una parte la diversión que aquella situación le proporcionaba y a su vez, que estaba expectante, alerta a cualquier movimiento extraño. 

Cuando Romeo le presenta a Teobaldo, Mercucio se inclina levemente en una especie de reverencia. Le conocía de vista, pero no formalmente. Una vez pasaron aquellas formalidades, fueron a sentarse en la mesa que había preparada para ellos. — Limoncello por aquí. — Susurró a uno de los camareros sin querer molestar a la conversación. Se había sentado cerca de Romeo aunque dejando asientos más cercanos a él, para por ejemplo, su primo o sus guardaespaldas. 

Las palabras de Teobaldo le sonaron a pulla. — Siento si mi presencia te incomoda, Teobaldo. Como tú bien has dicho, Romeo prefiere llevar este tipo de cosas más informalmente. ¿Mejor así, no? — Le retó unos segundos con la mirada y después le dedicó una gran sonrisa. No podría saberse si, del todo genuina o más bien irónica.

El fornido Sansón sonríe retador  ante la guardia Montesco, cuando Teobaldo Capuleto les da la indicación para que se relajen, se coloca las manos en los tirantes mostrando las doradas empuñaduras de su dos pistolas debajo de las axilas, y asiente la cabeza sin dejar de mirar a Baltasar y su media sonrisa.

Gregorio se encontraba a una distancia prudencial de Teobaldo junto a su compañero Sansón. Mientras que Teobaldo hablaba con Romeo y Mercucio, no pudo evitar mirar rápidamente de arriba a abajo a los guardaespaldas de Romeo. Una vez escudriñados, escuchó como había intenciones de tener la fiesta en paz, por lo que relajó los hombros, cruzó los brazos y se limitó a quedarse expectante de lo que Teobaldo le ordenase o de si algo raro sucedía.

De vez en cuando miraba a Sansón para ver que zonas estaba controlando él.

Un camarero se acerca con una bandeja plateada y un informe sellado con el monograma de una de las empresas de buques mercantes fachada para lavado de dinero de Teobaldo Capuleto.

Al abrir el documento Teobaldo encuentra una relación de la paga que ha recibido al haber vendido varias toneladas de metanfetamina a través del trasiego en sus empresa fachada de buques mercantes, 30 millones de euros lee en la cifra al final del documento, lo cuál le lleva a decidir cuanto podría pagarle a la familia Montesco por el agravio de haber usado el puerto sin su consentimiento.

O si definitivamente logra embaucar a Romeo para que no reciba nada lo haga quedar mal ante su familia por considerarlo inepto para las negociaciones, además Teobaldo Capuleto sabe sobre el desliz con su prima Julieta, el amor puede ser una debilidad.

-Será un honor para mí que me acompañe a comer, este lugar siempre está animado-

Sonrió el capitán al cura, cómo dos amigos que se veían siempre, por su puesto, su protector siempre estaba cerca. 

-¿Comida mexicana o italiana? ¿Que prefiere? Tal vez así podamos hablar de ciertos asuntos...- Bajo la voz un poco, para que él bullicio cubriera sus palabras y sólo él padre Lorenzo las escuchara -Concernientes a la ciudad-

Está vez fue un poco más serio, pero sin perder la amabilidad. 

La próxima generación había dicho, bien, eso es lo que deseaba. Romeo asintió satisfecho y comentó sobre el tipo de encuentro.

-No te preocupes. Así es, prefiero un encuentro menos formal, de esa forma no tendremos encima de los hombros la carga que nos hacen padecer a veces nuestras familias- dijo mientras esperaba que llegase la bebida y asintió conforme ante el gesto que tuvo de frenar a sus guardaespaldas. Se alegró de que Teobaldo pidiese lo mismo, eso indicaba que verdaderamente adoptaría una postura más informal.

Agradeció también las palabras de Mercurio con una sonrisa, Romeo no era parco en sonrisas, le salía aquella actitud para con la mayoría.

-Has dicho algo que me ha gustado Teobaldo- llegaron las copas entonces- Brindo por la “nueva generación”- y alzó su copa para brindar con los comensales. Dejó un momento para beber y después continuó mirando a los ojos a Teobaldo, con esa mirada intensa suya cuando decía algo de lo que estaba plenamente convencido- Nos toca a los jóvenes arreglar las desavenencias de nuestros mayores. ¿No te parece? La nueva generación no debe arrastrar el odio de la vieja, eso solo nos frenará en todo lo que hagamos-Se echó hacía atrás en su asiento, sonriendo y esperando ver cómo reaccionaría el hombre que tenía frente a él.