Partida Rol por web

Philipp dio la orden, el ruido del combate empezaba a crecer y sus compañeros empezaron a disparar. La suerte ya estaba echada, y solo quedaba luchar con todo el honor que le quedaba. 

Apreto el gatillo y descargo una lluvia de plomo y muerte a los rusos que se acercaban corriendo hacia ellos como pollos sin cabeza. Por desgracia eran ellos o él. Y aun tenia ganas de volver a su pueblo y no quedarse por el camino.

Aun aturdido por las explosiones, Ziska ajusta la mira del arma, calcula distancia y pone en marcha la sierra circular, con su peculiar sonido de tela rasgándose.

No tengo nada contra los rusos, pero esos de ahí no lo saben.

Ha tenido mejores días como ametrallador, pero hace lo que puede. Los rusos empiezan a caer, pero no puede saber si están vacilando o no. A sus pies se van formando montones de cartuchos vacios.

Apunta bien. Imagínate que disparas es ese mamón del teniente.

Gracias a las nuevas órdenes me recupero y comienzo a disparar mi subfusil. A estas distancias poco puedo hacer, pero vacío el cargador y de forma automática pongo uno nuevo en el arma, listo para volver a disparar.

Apenas me doy cuenta de las bajas que estamos causando, cada vez veo más cerca a la ingente masa de salvajes que se nos echan encima azuzados por sus comisarios.

Como pude me repuse de la impresión que me causó el estruendo de los proyectiles. Escuchar que venía Iván con la bayoneta calada en sus fusiles de asalto consiguió que me levantase y buscase una posición entre mis compañeros para comenzar a disparar.

Comienzo a disparar y poco apoco van cayendo rusos. Solo espero que no logren entrar en nuestras posiciones.

Luidl trataba de determinar la cercanía de los rusos, que avanzaban implacables sobre el hielo, ondeando sus banderas rojas que parecían negras en aquella noche sin luna. 1100 metros...900... Al cabo se le daban bien las matemáticas. Recordó cómo en la academia militar un jefecillo de inspección le había felicitado por sus exámenes de cálculo mientras estudiaba la carrera. 850 metros. Ordenó a Ziska que escupiera fuego y metal sobre aquellos incautos salvajes que avanzaban con las bayonetas en ristre.

Los chillidos de los rusos, muriendo mientras gritaban consignas a su partido, a su nación y a sus madres, se fueron ahogando a medida que el traqueteo del peine de la ametralladora iba sembrando muerte. A los 600 metros, muy cerca ya, Sven disparó más pausado y preciso con su fusil, abatiendo enemigos uno a uno. Cuando las balas atravesaban el pecho de los rusos, Philipp creía escuchar el "plughhh" que indicaba que la munición pasaba de un lado a otro del cuerpo.

Se ajustó las gafas, llenas de escarcha otra vez, y se acercó más a su MP40 para poder controlarlo mejor. Luego dio una vez más la orden de abrir fuego.

Poco después, a 400 metros, la mansalva de Rademacher, von Bray y Milchmann zizageó sobre los ivanes que seguían peleando contra la nieve, los disparos alemanes y el temor. Luidl también dejó el gatillo apretado, descargando su ira contenida contra aquellos desconocidos que bien podrían haber sido ellos si hubiesen nacido unos kilómetros más al Este de Berlín.

Sobre el hielo, las primeras minas sembradas por los zapadores alemanes en la nieve comienzan a explotar, abriendo agujeros en las filas rusas. Pero la gran masa continúa avanzando.Como una gigantesca guadaña invisible, los primeros disparos barren la primera oleada de la carga soviética, derribándolos sobre el hielo.Para hacerse una idea de cómo puede atacar y morir la infantería soviética, uno ha tenido que estar sobre la orilla del Don en Rostov.

Los pocos hombres en pié de la primera oleada sovietica arrojan sus armas y huyen despavoridos, solo para encontrarse con sus propios comisarios políticos que tokarev en mano disparan sobre aquellos compatriotas que se dan la media vuelta. Por fortuna vuestra sección ha repelido el ataque, pero no toda la linea habrá tenido la misma suerte. En cualquier caso es evidente que un oceano se vierte sobre vosotros y que tras una oleada, vendrá otra. Debeis prepararos para la siguiente.

La linea rusa ha alcanzado la trinchera de la sección de vuestro flanco derecho. Confiais en que vuestros compatriotas se hayan salvado y hayan acabado con los pocos enemigos que han alcanzado la línea. Una sombra aparece corriendo por la trinchera proveniente de esa lado y se desploma sobre el suelo.

Compruebo como está el cañón del arma por si es necesario cambiarlo y me preparo para el siguiente ataque.

Miro al caído y con la mirada interrogo a mi superior más cercano si me puedo acercar a verlo

-A lo mejor aún podemos hacer algo por él 

Compruebo las balas que me quedan en el cargador, pero lo sustituyo por otro nuevo, guardando el viejo para otra ocasión menos preocupante.
De repente un cuerpo se desploma en nuestra trinchera y digo:- Cubrir ese flanco!, comprobar el estado de ese soldado, John, mírale, yo te cubro. Tienes 30 segundos!
Y de la misma me separo de la pared para afianzar los pies y apunto hacia la unión de las dos trincheras esperando a que John compruebe el cuerpo caído.

Arma en ristre y dispuesto a disparar, me acerco rápidamente al caído, compruebo si es de los nuestros y si todavía vive.

-¿Cómo estás? ¿Te han herido?- le pregunto -¿tan mal está la cosa en tu sector para que vengas aquí?- continúo si veo que está en condiciones de contestar.

Philipp lo vio claro. ¿Quien sabría si habría un mañana que no estuviese cubierto del color rojo de la sangre? El caos siempre había sido un buen aliado de los Matilders. Absorto contemplaba el hueco que se abría frente a su trinchera, como una herida limpia, el corte de un escalpelo hecho a base de disparos y metralla alemana.

—¡Vamos caballeros! Recojan sus enseres. Ziska ¡desmonte la ametralladora! ¡Nos movemos!

Entonces se percató de que Rademacher estaba observando lo que parecía un moribundo.

—¿Rademacher? ¡¿Quién demonios es ese?! ¿Qué es lo que está pasando ahí?

La ola humana había cesado por ahora pero vendrían mas como de costumbre. Algo que a la gran Rusia le sobraba  eran soldados y obuses. Lo pero esta por llegar. Los tanques.

-Vamos Rudolf, movamos tu juguete de muerte. Esta noche nos acaba de salvar la vida. – Philipp había dado la orden de movilizar al grupo y las razones estaban más que claras como el agua. La primera línea había caído en otros sectores y por mucho que mantuviésemos nuestra posición  pronto Ivan atacaría por los flancos.

-¿Algún herido aparte de “ese”? ¿Todos están bien? – Mi obligación primera era cuidar por mis camaradas ahora que no me necesitan para alimentar la ametralladora. Me pregunto si “ese” será nuestro. Solo es una sombra en la noche.

El caido está muerto. Se oyen disparos de subfusil en la trinchera y no es un MP40.

Al alcanzar la posición del caido oyes entre los disparos gemidos y ruido de pisadas. Un par de nuevas sombras se dirigen hacia ti.

Con señas, les indico a todos que vienen 2 más por aquí.

Dejo al soldado herido y busco alguna cobertura, desde donde disparar a los dos que oigo venir en cuanto se asomen (compruebo antes que son rusos).

Hans cambio el cargador del MP40 y se dispuso a partir, viendo las señas de Rademacher se preparo a disparar y ofrecerle cobertura si la necesitaba. Habíamos repelido el primer embate y llegarían mas. Su trabajo allí estaba terminado a falta que volvieran a juntarse y salir de aquel agujero.

Tenían que reagruparse con los suyos, y en ese momento no parecía haber demasiados suyos cerca. Estaba siendo una noche demasiado movidita, una puta mierda de noche...

- Cuatro de cinco. No está mal del todo. Pensé mientras los enemigos que regresaban eran abatidos de uno en uno por el propio enemigo. El desperdicio en vidas era demasiado grande.

Comprobé el cargador y que el fusil estuviese en condiciones de disparar por si Iván volvía.

De pronto apareció un tipo por el otro lado de la trinchera para acabar muerto a los pies de John. Nada podía hacer por él así que continué vigilando que no atacaran por el frente más enemigos.

Ni Rademacher ni el resto le indicaron si el caído era de los suyos o no, así que fue el propio Philipp quien se agachó para comprobar sus credenciales, mientras Hans apoyaba con fuego de cobertura para defenderse de los dos que venían. Eran momentos delicados: la oscuridad, el stress, podían hacer del fuego amigo tu mayor enemigo.

Tras de él Ziska y Paul recogían sus enseres, y Sven vigilaba el frente. Bien, trabajaban como un equipo coordinado y eso le gustaba. Hizo un gesto a Wolfram para que se acercara.

—Wolfram, escúcheme. Vamos a empezar la operación "Salvar al Mayor" desde ya mismo. ¿Me está oyendo? Aprovecharemos que el frente está limpio y que con este pequeño caos que se ha creado podemos avanzar rápidamente alejándonos de la línea de fuego principal. Además ya han desactivado las minas nuestros colegas. Sería bueno conseguir unos uniformes rusos... de algún iván amable que no haya sangrado demasiado. Ya sabe como funciona esto. Usted, Rademacher y Bauer al frente. Los ametralladores, Milchmann y yo detrás para cubrir. ¿Qué opina?