Partida Rol por web

CASH

Una puerta solitaria te espera al final de un corredor cuya moqueta lucía tan desgastada que su color era ya inclasificable. El albino se detuvo frente a ella, alzó el puño y llamó con un simple roce de advertencia. A continuación, le hizo un ligero gesto con la cabeza para que entrara.

La iluminación de la habitación era sutil. Había repartidas cuatro lámparas de gas que daban al ambiente un aspecto vaporoso. Te sorprendió lo bien que olía, pese a la media docena de jaulas de aves colgadas en la pared. Eso también te llamó la atención: sólo en el interior de una de ellas se acurrucaban dos pajarillos de un rojo deslucido. El resto estaban vacías aunque llenas de plumas. Un hombre de mediana edad y espeso pelo azabache permanecía apoyado sobre una especie de mesa vieja y verde repleta de bolas pequeñas de distintos colores. En las manos sostenía un palo casi tan alto como él. Al entrar ellos, su mirada se tornó profunda y reflexiva. Había una mujer a su lado. Era bastante atractiva, con el cabello recogido y rojo como el sol de poniente, aunque su expresión denotaba una persona arisca e insociable. La mujer le dijo algo al oído al tipo y éste asintió brevemente. Luego, el albino y el desfigurado se repartieron por la ubicación y te dejaron solo en el centro.

¿Pero qué cojones haces aquí Cash?
¿Una cita romántica con el mismísimo Frank?

Estás jodido tio... que quieres que te diga...
Nada bueno puede traerte esto...

Te hablaré claro, chaval ─dijo el puto jefazo. Su voz sonó sosegada pero desafiante, aunque tus ojos y atención se clavaban como misiles en el grotesco rostro del desfigurado. Su CARA era un puto poema macabro, había hecho suya la piel de alguna desgraciada víctima de sus más bajos instintos, y tras esa piel que no era suya unos ojos vacíos te miraban ansiosos. Ese hijo de puta deseaba tu cara. Quería sumarla a su colección.

¡PAF!

Una sonora bofetada te sacó de tu pequeño viaje por el horror de aquella mente.

Puto gilipollas, escúchame cuando te hablo o te sacaré esos ojos de niña asustada que tienes ─esta vez la voz de Frank no sonó tan sosegada.

Quiero a La Niña. Sabes de quien te hablo ¿no?. Sé que la putilla de Betsy te ha contado todo el rollo. Me importa una mierda lo que te pague y lo que creas saber, pero esa chiquilla tiene que ser mía ¿lo entiendes Cash?.

Ese cabrón de Frank trama algo
Estás seguro que es así, aunque no sabes de que se trata
¿Qué harás Cash?
¿Te pondrás del lado de Frank o en contra de él?
Tómate tu tiempo tío
Piensalo bien
Quizá luego no haya marcha atrás...

COLT

Un cuervo famélico cruzó graznando de forma estridente varios metros por encima de su cabeza. El tipo lo señaló—. Ese puto cuervo lleva siguiéndome todo el día. Malditos cuervos… Odio los cuervos… —gruñó. Luego le devolvió la mirada a Colt—. Morir, vivir…, demonios ¿qué más da? Cuando has visto las cosas que yo he visto, ya no queda nada que te siga atando a este mundo.

Colt ya había tenido suficiente. A decir verdad, le importaban una mierda sus motivos. Pero ese rato de conversación estéril le sirvió para cerciorarse de que aquel desconocido no suponía ningún peligro. Algo de lo que debía estar muy seguro cada vez que se cruzaba con un rostro anónimo en pleno desierto. Encañonándolo con su arma el motero preguntó:

—¿Qué cojones haces aqui? —añadió.

El viajero movió los labios, poniendo de nuevo al descubierto su estropeada dentadura.

─Te traigo un mensaje. Eres Colt ¿no? El puto amo de Los Perros del desierto. ─Aquel tipo era un mensajero, estaba claro.

El tipo se pasó una lengua áspera y blanquecina por los labios agrietados. Después de cavilarlo unos segundos dio un paso al frente y te entregó un triste papel que hacía la función de carta.

Mientras se alejaba, Colt observó las manchas de sangre reseca que le salpicaban el jersey por la espalda; parecían el mapa macabro de un conjunto de islas. No era la primera vez que se las había visto a alguien. Cuando a las personas no les quedaba nada con lo que negociar y estaban desesperadas, a menudo llegaban incluso a ofrecer partes de su propio cuerpo como moneda de cambio. Generalmente, las tiras de carne por encima de las lumbares o de las nalgas era lo primero de lo que se desprendían. Aquél no le parecía un caso grave; él había visto auténticas atrocidades: gente sin piernas, manos, o cuyo rostro era ya irreconocible.

Has recibido esta nota mamón asesino. ¿En que coño andas metido esta vez?

Colt, ¿Quien te ha enviado esa nota? Dime con quien estas haciendo chanchullos...

Tú y yo vamos a hablar en privado.

Los demás tendreis que joderos. Ya os habia avisado. En este mundo todo dios tiene sus secretos.

CRISTOPH

¿Sabías que iba a pasar verdad?
Lo presentías...
Tarde o temprano vendrían a por ti
Sólo era cuestión de tiempo

El problema es que te equivocaste
¿Como puede ser? ¿Te haces viejo?
No fue Frank quien vino a tocarte los cojones al Dragón Rojo

No señor...
Fueron los putos feriantes a los que hace mucho llamabas familia.

Eran cinco. No. Tal vez siete. Todos ellos barbudos y sudorosos. Llevaban trozos de tubería envueltos en cuero a los que habían soldado cadenas en alguna fragua sórdida. Bailaban en el otro extremo de éstas, bolas de metal del tamaño de puños. Bolas a las que se habían unido con la fuerza de resina y pegamento clavos y cristales. Parecían un ejercito de la edad media cubiertos de óxido y podredumbre. No hablaban. Solo gemían. Con un aliento conquistado por el olor de la gasolina. En la cima de las torres de sus antorchas, las banderas rojas del fuego se agitaban mecidas por un viento del norte. Un aire fuerte que parecia empujarles como si fueran espantapájaros. Una ventisca impulsora que nacía en los acantilados de la graganta de aquel hombre: Payaso.

PUM. Las trompetas de la descarga de un arma de fuego suenan en la lejanía. No ves nada. Aquellos tipos se ponen nerviosos. Muy nerviosos. Empiezan a hablar ¿Que cojones dicen? No puedes oirles. Sigues sin ver nada. Solo escuchas tu respiración atravesando la tela de la capucha que te han colocado.

PLAF. Es tu cuerpo que rebota. Estás sobre un viejo colchón mojado abandonado en mitad del yermo. La venda de los ojos cede. Te han soltado aqui ¿Por qué? ¿Qué van a hacer? Siguen hablando entre ellos.

Ya nos ocuparemos de ti más tarde hijodeputa ─te grita uno de ellos. ─No creas que nos vamos a olvidar de ti... ─Los zarapastrosos encorvados bajo sus harapos se alejan. No son más que siluetas que ahoran caminan. Sus pasos dejaban un sendero de huellas sobre la coagulada arcilla del terreno. ¿Donde van? ¿Que ha sucedido? ¿Poir que no han acabado el trabajo? ¿Quieres averiguarlo? ¿Quieres saber lo  que pasa?

Volveremos luego y veremos lo que tienes tu dentro de tu cabeza. ─el mamonazo te enseña un pequeño punzon que piensa usar de abrelatas con tu puto craneo.

Esos cabrones te han pillado. Te han sacado arrastras.
El puto Joe está en el ajo, te ha vendido, te han colocado una capucha y te llevaban de excursión.
No importa donde pero seguro que iba a ser el ultimo sitio que vieran los cristales rotos de tus ojos.
Uno de ellos se vuelve antes de irse. Ese disparo te ha salvado tu puñetera vida.

Te conozco bien Cristph eres un jodementes de dos pares de cojones.
Todavía puedes meterte en la mente de este tío si le provocas.
Si te da un par de guantazos será suficiente. Podrás saber lo que pasa...
¿No tienes preguntas que hacer? Dime Cristoph, tú tienes la última palabra

¿Quieres recibir daño y ver?

-¿Pero que cojones te pasa Frank? Joder, pegas como una puta nenaza. Creí que teníamos suficiente confianza como para evitar estas mamonadas. Me conoces -Cash se encoge de hombros al tiempo que abre los brazos intentando parecer todo lo honesto que sabe ser- trabajo al mejor postor. Me suda la polla si quieres a la puta niña para comértela cruda. Betsy me dijo que rescatara a la niña cueste lo que cueste, ya sabes, una buena oferta. ¿Qué me ofreces tú?

-Ahórrame el discursito de siempre, eso de que si no aceptas te mato aquí mismo, eso de que suficiente hago con dejarte vivir en mi mierda de cloaca, que te puedo subir los impuestos, y cualquier otra soplapollez parecida. Soy el único gilipollas de toda la puta veguería capaz de sacar a esa jodida niña de allí. Betsy lo sabe, tu lo sabes... incluso el gilipollas de Gedeón lo sabe -Cash señala a Gedeón con la cabeza, sin mirarle siquiera.

CASH

Frank lució su mejor sonrisa. Se tomó aquel insulto con su parsimonia habitual.

─A ver si te gusta más así. ─Y en un relampagueante movimiento, Frank te cogió veloz por el pescuezo y estampó tu cabeza contra la mesa. Un chorro de sangre brotó al instante de tu nariz y tu boca, acto seguido, tomó un abrecartas que tenía a su alcance y te lo clavó en la mano, de modo que te la dejó incrustada en la madera del escritorio.

Uno de los matones de Frank, mal vestido y corpulento, entró a toda prisa en la habitación, aunque al ver cómo estaba decantada la situación se quedó quieto sin actuar.

─¿Mejor asi? Tenías razón, esto nos ahorrará todo ese puto rollo que dices de impuestos, cloacas y gilipolleces. ─te agarró con fuerza de los pelos y acercó su boja a tu oreja:

─Ahora escúchame bien, puto retrasado de los cojones. Te garantizo que vas a oírme insultarte más en los próximos treinta segundos de lo que has oído a nadie hacerlo en toda tu miserable vida, desde que la zorra de tu madre te trajo al mundo hasta que tu culo apestoso se ha levantado de esa silla. El hecho de que seas más feo que el feto de un orangután, ¿sabes lo que era un orangután? No, por supuesto que no… Pues el hecho de que seas condenadamente desagradable a la vista no me ha de hacer pensar que eres un jodido incompetente que no sabe realizar bien su trabajo. Y resultas bueno en lo tuyo, en serio… Tu problema, puñetero mamón de mierda, es que te lo crees demasiado y no sabes que puto puesto ocupas en la jodida pirámide social. Así que ahora te vas a ir de este refugio con el rabo entre las piernas, y me vas a traer a la jodida niñita de los cojones. Y no te equivoques, saco de ladillas, ahí termina tu tarea.

¿He sido lo bastante claro, gilipollas? —Frank te desclavó el abrecartas de la mano y te apartó de un empujón en la cara—. Y ahora lárgate, coño. Mira que hay que ser completamente estúpido para venir a mis dominios y tocarme los cojones.

¿Qué cojones haces tío?
Te tenía por alguien inteligente pero,
¿insultar a Frank en su propia casa?
Mal tío, muy mal...

Suerte que le caes bien, si no ahora estarías criando malvas a seis pies bajo tierra.

Incluso después de todo el incidente con el abrecartas
se muestra generoso...
el albino te acompaña fuera y te dice que pongas tu el precio

Dime, ¿que quieres?
¿Qué puede querer alguien como tu??
Piensalo bien Cash, tomate tu tiempo.
Puede que sea tu ultima oportunidad de pedirme algo.

Ante semejante ataque, por un instante mientras veo mi mano clavada en la mesa, llego a la conclusión de que me he pasado de chulo. No puedo evitarlo, a veces me pasa. Luego, reuniendo la poca dignidad de la que soy capaz, mientras me tiene sujeto por el pelo le digo:

-Joder Frank, no tienes sentido del humor -digo mientras intento sorber la sangre que sale a borbotones de mi nariz-. Tal vez sea eso lo que me gusta tanto de ti. Perdona tío, no quería ofenderte -y en evidente gesto de sumisión continúo-, está claro que tu eres el macho alfa de la manada. Te traeré a la jodida niña, ya sabes que nunca fallo.

Cuando me quedo a solas con Efraím, mientras con la mano buena me tapo la nariz para intentar parar la hemorragia le pregunto:

-¿Tanto me he pasado? -sin dejarle contestar- vale, no contestes, olvida la gilipollez de pregunta. Creo que por un instante me olvidé de con quien hablaba y de donde estaba. Creo que todavía me dura la resaca de anoche. Dile a Frank que sólo quiero mi tarifa habitual (entrega 1-trueque).

Si no conocieras al albino hubieras jurado que se dibujó en su rostro una imperceptible sonrisa; ─Me cáes bien Cash, y a Frank también, es evidente. Estoy seguro que has estado lejos de haberle ofendido. Juraría que realmente se ha divertido. Tienes pelotas y eso es algo que él valora.

Efraím se mantuvo pensativo mientras cruzabais la zona central de La Guarida ─y sinceramente Cash, este no es un trabajo habitual. Pedir un pago habitual no es coherente. ¿Estás seguro que eso es lo que quieres? Puedes pedirle una buena propiedad en la mejor zona de La Guarida, o gasolina tío, o un conductor fijo, incluso un pueblito pequeño; como esa mierda de Little Garden. ─tras una breve pausa añadió; ─Frank tiene el mundo, o lo que queda de él, cogido por las pelotas. Y él cuenta contigo, deberías aprovecharlo.

¿El Albino sincerándose?
Ver para creer...
Ese hijo de puta es más frío que el hielo
Aquello te descolocó...

CALAMITY

La cosa está jodida últimamente en Little Garden.
El ambiente está muy caldeado.
Por un lado Jeffrey tocando las pelotas.
Por otro, esos nuevos pescadores del fango.

Y a la cabeza de todo, el puto Jardinero con su ferreo control.

¿De que va todo esto Calamity? ¿Qúe cojones pasa?

Vas a dar con el viejo Joe, hace tiempo que no hablas con el y quizá tenga algun trabajillo sencillo que darte. Sobrepasas la última puta y esteril loma de terreno antes de llegar a Little Garden y entonces lo ves. Ahí esta, ese hijo de puta de Jeffrey, en la puerta del Dragón Rojo. ¿Qué cojones hace? ¿Qué está tramando? Nunca te ha caído bien ese cerdo.

¿Está haciendo señales con la mano? Eso parece pero, ¿a donde?. Pronto lo descubres. Un grupo de cabrones aparecen de la nada y entran como una furiosa ola de maldad y mugre en la posada. No tardan en salir. Llevan algo, más bien alguien. Engapuchado, lo golpean.

Como mismo aparecieron se esfuman perdiéndose en la oscuridad del yermo. Como si de una parodia macabra se tratara, las sombras de los feriantes proyectadas por sus antorchas juegan con las piedras del camino.

Lo siento Calamity.
Tienes que seguirlos.
Eres así.

Está en tu naturaleza.
Eres una zorra peligrosa y no puedes dejar las cosas como están.

Llamas la atención de esos gilipollas que se creen muy listos.

PUM. En mitad del yermo suena como un trueno la descarga de una de tus armas.

Mira mente fría, una putilla nos sigue ─este lleva una antorcha en una mano y en la otra un trozo de cañería. El fuego vierte un manto rojo luminoso sobre el escenario.

El otro cabrón sonríe ─La violamos y luego la matamos ─el resplandor de la antorcha ilumina una boca sucia y desdentada desde la que se lanza al vacío una gelatinosa babilla ─no, no. Mejor la matamos primero y luego la violamos.

¿Qué vas a hacer Calamity?

Si has venido será por algo ¿verdad?
¿Curiosidad? ¿Sed de sangre?

¿Acaso te aburrias?

Tu dirás...

CALEB

Cómo te lo montas colega.
Metido en tu lata de sardinas.
Con tu rollo del equilibrio.

Mientras te la chupa Medianoche.

No es que sea guapa, pero, ¿tiene algo verdad?.
Sabe hacerlo bien.

Es la recompensa que te ha enviado Dolor.
Te ha mandado a una putilla a modo de agradecimiento.

Ahora es tuya
Puedes quedártela.

Pom! pom! pom! Como explosiones en un campo de minas retumba la chapa de la puerta de tu lata de sardinas.

Ying se acerca a la puerta y abre la oxidada mirilla ─ahí fuera está ese toca pelotas de Cash.

¡Que le den por el culo! ─responde Yang.

Parece que tiene una mano jodida ─Añade Ying.

Jefe, ¿abrimos? ─preguntaron a la vez.

La zorra te acarició suavemente ─Ahora no Caleb, ya estaba apunto de... ─su voz suena MUY convincente.

Ahí fuera está Cash.
Que inoportuno es ese cabrón.

¿Abriras la puerta?.
Parece que tiene una mano jodida
y eso es negocio.

Aunque quizá no entre en tu concepto de equilibrio
dejar a esa zorra de Medianoche con las ganas.
¿Abres?

Echas un vistazo a tu stock, a tu camilla llena de sangre reseca, a tus pantalones tirados de cualquier manera. Ying y Yang, dos manillas de un reloj sonando al unísono: ¿abrimos?

Cash aporreando la puerta metálica, la chapa resonando como lúgubres campanas. Como habrían repicado las campanas en otro mundo, uno ya olvidado. Echas un vistazo a la chica, reluciente de sudor. Y piensas en los loas y en qué diría papá Legba. Diría algo profundo y seguiría con la chica, instruyéndola, quizá. Diría: los loas nos enseñan que en la unión material está la unión espiritual, y continuaría la clase en su aspecto más material.

Pero ya hace mucho tiempo que papá Legba no lleva este uniforme, así que de pronto te encuentras con los pantalones en la mano y el bufido de Medianoche precede a tus palabras:

—Ying, coge el revólver. Yang, abre. No queremos que se nos llene la puerta de sangre reseca. 

Y luego, inaudible, más quedo, como un homenaje burlón musitas.

—La sangre reseca atrae malos loas...

Infeliz de mierda. Le habría hecho pagar con dolor y humillación el entrar en nuestro campamento, Lo haría sólo de gusto. Pero al ver las marcas del idiota me doy cuenta de que no vale ni el cinto con el que quería azotarlo. Un descarnado es lo más bajo de este mundo, antes de vender un pedazo tuyo deberías poder vender un pedazo de otro, esa es mi filosofía.

El papel arrugado está escrito a las apuradas pero reconozco la caligrafía, es de la única persona que pretende ser elegante en este mundo de mierda. Betsy, puta buscona, claro que tienes algo que me interesa, entre las piernas. Leer el mensaje me arranca una sonrisa, siempre es lo mismo, me cita, me hago ilusiones y voy empalmado, al final sólo se trata de trabajo. Sin embargo parece devorarme con la mirada y tiene esa forma de pasarse la lengua por los labios. Es histeria pura, pero tengo que reconocer que me calienta como pocas. A ver qué quiere ahora.

Hago rugir a Azote cuando parto del campamento rumbo al lugar de reunión, me acompañan cinco de los Perros que se quedarán afuera por si esta vez tengo más suerte.

Vale. Ha seguido a esos tipos hasta allí y ahora tiene a dos payasos tocándole las narices. Ver a Jeffrey vender a alguien de Little Garden a esos circenses de poca monta (bueno, directamente verle vender a alguien del pueblo a cualquiera) ha hecho que quiera joder los planes que pueda tener y la única forma es devolver a ese hombre a su cuartucho de mala muerte en el garito de Joe.

Suficiente tiene la gente de ese pueblucho con los hijos de puta de El Jardinero y sus compañeros como para que venga el subnormal ese a joder a todo el mundo.

-Yo os gustaría... las dos cosas. Pero tengo asuntos más importantes así que dejad de tocarme las narices y apartaros... si no queréis que tu cara - señala al que va pintado como un payaso mierdoso - acabe metida en tu culo - señala al otro tipo, el musculitos.

La pose es relajada, como la de alguien que ha hecho eso toda su vida y que tampoco tiene mucho que perder. Es más, ellos son los que tienen más que perder.

-Aunque creo que al payasito le gustará tener la cabeza del tirillas en el culo - muestra una risa torcida y juguetona, de suficiencia.

Vaya, la puta muerta tiene sentido del humor y todo ─Cabeza de Perro se mira el culo y te hace un gesto de negación ─ahí no cabe la cabeza de mi colega ─y se agarra el paquete ─pero a ti seguro que si te cabe esta.

─No muy lejos de aquí hay más colegas nuestros que también estarán encantados de conocerte. ¿Acaso vas a usar esa cacharra? ─dice señalando tu enorme pistola ─vamos, dispara. Será una buena invitación a la fiesta para mis colegas.

Lo que el capuyo de Mente Fría no sabe es que la pistola lleva un silenciador

Asi que... ¿qué haces Calamity?
Estos tíos no se van a amedrentar con amenazas de cabeza-culo

Tendrás que ser más expeditiva.
¿Te pones agresiva?

-Sí, seguro que me cabe. Debe ser más pequeña que mi dedo meñique - hace un gesto con el meñique mientras se lo enseña -. Seguro que no follas mucho, las tías te la ven y salen corriendo... de pena.

Ese juego pueden jugar ambos y acabará ganando ella porque las cosas van así. Lo único que tiene ese es mucho musculito, porque cerebro más bien poco, por no decir otras cosas... porque colgarle, le cuelga más bien poco. El payasillo está demasiado callado así que tiene que estar atenta y evitar lo que pueda hacer.

-Entonces, ¿qué? ¿Dejarás de tocarte los huevos y me dejarás pasar o tengo que quitarte la distracción para que te apartes?

Ah. Ahí está el payasete... vuelve a sonreír ante su comentario. ¿Se cree que va por los sitios sin un plan B? Ni que hubiese nacido ayer. ¿Por donde comenzar? Levanta la pistola y apunta a cualquiera de los dos... tanto da uno que otro.

-No tengo toda la noche, capullos.

Demasiado seguro estaba Cabeza de Perro de que no dispararías. Aún con la mano en el paquete y una sonrisa maliciosa comenzó a andar hacia ti hasta que...

¡¡¡PAM!!!

La mano junto con las pelotas de ese capuyo vuelan.

Una lluvia de sangre y trozos de escroto adornan el empedrado suelo.
 

─¡Joder tío! ¡vamonos cagando leches! ¡esta puta está muy loca!.

No tuviste más remedio.
¿Qué podías hacer?
Te tocaron los ovarios y han pagado el precio.

Esos dos capuyos han salido por patas
míralos como corren...