Partida Rol por web

-Bienvenidos seáis, visitantes. Soy Heinrich, maestre del castillo. Imagino que habréis venido para visitar a los sabios del castillo... -dijo obsequioso en alemán- Tendréis alojamiento y comida si así lo deseáis. La Dama Gris os recibirá ahora en el salón de la torre principal. Los sirvientes se encargarán de custodiar vuestras pertenencias si preferís no cargar con ellas.

Ludovico escuchó en silencio y mostrando mucha atención, aquello que intrigadamente se preguntaba Kalonymus, recepcionando la manzana que éste le alcanzó, con un gesto de cabeza agradeciéndoselá.
Cuando finalizó con sus preguntas y despues de un silencio que Ludovico aprovechó para saborear la manzana mientras Kalonymus meditaba algo en sus adentros, Ludovico respondió mostrando primero una sonrisa seguida de una leve carcajada, pues en realidad todo aquello le hacía verdadera gracia, al mismo tiempo que le resultaba curioso los rumores que podían circular sobre su casa, no sin falta de justificación en muchas ocasiones.
- Oh, mi querido Sodali, donde habeis escuchado ese rumor? no debeis hacer caso a todas las habladurías, pues muchas veces, aquel habla únicamente dice lo que sabe... pero no sabe de lo que habla. Nuestra casa, como bien sabeis intenta mantener un buen lazo con el mundo mundano, al igual que otros lo intentan con las hadas, por lo que todo conocimiento sobre ellos es poco, de hecho, creo que esos rumores se han quedado hasta cortos,pues se espera que sepamos mucho más de nuestros queridos mundanos,jajaja... al fin y al cabo ellos son la mayoría con la que compartimos el mundo, no quererlos conocer y comprender sería como no querer saber ni comprender la magia- Mordisequeó nuevamente la manzana, un pequeño trozo, para poder engullirlo rápidamente y proseguir con la chachara- ...De hecho, si estais tan interesado en ellos, cuando lleguemos a la alianza os puedo recomendar algunos libros para que leais, pues de poco os serviría que yo en este momento os recitase la heráldica de la región ni sus antepasados, probablemente se os olvidaría por lo aburrida de la charla, pues como dice un viejo proverbio... si deseas que te escuche, hablame, si quieres que recuerde, enseñame y si quieres que aprenda, implícame. Que es lo que que quereis mi querido Sodali? escucharme? recordar como un loro? o aprender?- rapidamente y acompañado de un gesto como si pudiese impedir que pronunciase palabra alguna,dijo -No os preocupeis, aprendereis, de hecho, ambos aprenderemos... estoy seguro- finalizó mientras le guiñó con el ojo, para a continuación volver a morder la jugosa manzana que le había brindado Kalonymus.

Llevaban ya una buena jornada a lomos de los caballos,cuando por fin divisaron el castillo. No aparentaba gran cosa a los ojos de Ludovico, no si lo comparaba con otros lugares que había visitado, ni mucho menos con la capital del Sacro Imperio, pero hasta el momento era suficiente para sus estudios.
Cuando se encontrarón próximos, Kalonymus comenzó a saludar a los niños que se agolpaban en las almenas para recibirles, momento en el que Ludovico se giró en su silla y miro a su alrededor, viendo que ciertamente eran un espectáculo, sobretodo para un lugar de esas características, algo que no agradaba en absoluto a Ludovico, pero debía conformarse con la situación, la cual no era tampoco mala, al fin y al cabo no les estaban recibiendo con antorchas, hoces ni rastrillos.

Una vez abrieron las puertas y les recibieron, intentó pasar lo más desapercibido posible hasta que pudiese recibirles quien regentaba el lugar.

Archivaldo no tenía intención alguna de pagar nada de lo que le ofreciesen, entre otras cosas porque su precaria economía no se lo permitiría, así que decidió aprovecharse todo cuanto pudiese, al igua que hacía en el resto de lugares donde se hospedaba,al fin y al cabo ya se había acostumbrado a ello, no habiendo tenido nunca por costumbre pedir limosna. En cualquier caso pensó que sería mejor no llamar mucho la atención y no cruzarse demasiado al maestre, ya que si el señor se encontraba enfermo, este podría tener más autoridad de la que aparentemente le correspondería.
No tenía intención de quedarse demasiado tiempo en aquel lugar, pero prefería quedarse alguna noche más con la esperanza de sufrir alguna visión en algún momento que le pudiese guiar nuevamente, pues no sería la primera vez que desandava lo andado.
En cuanto a las mujeres, sabía que si quería no llamar mucho la atención debería de intentar mantener lo más alejadas posibles a las mujeres, tarea dificil cuano muchas le atendían, pero debía asegurarse que el trato fuese mínimo si no quería tener problemas ocmo otras tantas veces.

El día transcurrió tranquilo, incluso pudo aprovechar para hacer algún ejercicio de entrenamiento con alguno de los soldados a los que logró convencer con la promesa de que no habrían heridos.
Despues del reconfortante desayuno y la satisfactoria sesión de entrenamiento, aprovechó para darse un remojón y asearse algo, al fin y al cabo algo en algo debía ocupar el tiempo sin llamar demasiado la atención.
Poco despues escuchó a la gente del castillo comentar la llegada inesperada de una curiosa comitiva, algunos parecian entusiasmados, otros sorprendidos, por lo que Archivaldo aprovechó para acercarse a la entrada junto con el resto de gente y saber quienes eran los que se aproximaban al lugar.

El joven bastian observaba los altos muros con sorpresa. Acostumbrado a vivir en el campo, entre animales, y sin haber tenido mucho trato con los mundanos se encontraba claramente fuera de lugar.
Le extrañaba que hubiera TANTA gente aquí dentro y la cercania de los curiosos que le tocaban no le gustaba nada pero no quería hacer nada malo. Así que cuando un muchacho se le acerco y toco las pieles que cubrían su cuerpo grito:

- ¡¡¡ AAAAAAHHHHHHGGGGGGGGGG !!!

El grito sobresalto al muchacho y la gente comenzó a reir. Sin saber muy bien que había hecho las miradas de curiosidad y duda pasaron a ser de camadería. Al parecer había hecho algo bueno e incluso el muchacho que había tocado las pieles se reía así que decidió quitarse una de ellas y darsela al joven con una sonrisa mientras miraba hacía al suelo dubitativo.

El viejo maestro había contemplado la escena y se preocupo al escuchar el grito pero las risas y las sonrisas fueron una alivio para él. La tensión que se había acumulado durante unos segundos desapareció e incluso los soldados se rieron ante la cara de susto del muchacho.

Al observar como el salvaje "sodal" le entrega la piel al muchacho se acerco a este y le dijo.
- Cogela, te la regala. Es una muestra de su gratitud por nuestra hospitalidad. Si no lo haces podría enfadarse...

Y filiberto no pudo evitar que una sonrisa se dibujará en su rostro cuando el muchacho se apresuro a aceptar el regalo mientras repetía la palabra "danke" varias veces.

Ludovico, que buena forma de no contestarme nada, ¿eh?...  Ni una cosita nos dices.   ¿Sólo una pro-ba-dita de tu conocimiento? -dice Kalonymus arqueando la ceja y sutilmente señalando con un movimiento de su cabeza a la manzana.  Ash, la gente que no estudia a las hadas no entiende cuando una manzana tiene varias capas de significados; tsk tsk estos sodales mios... 

Mmmm, de verdad, esto me hace pensar que hay que pedirle a Flindebrando que nos de a todos unas clases de Teoría Mágica Faérica.  Finalmente estaremos cuidando unos 40-50 años este bosque, ¿no?  O más, si nos hacemos de aprendices. 

¿Cuando será nuestro momento de buscar aprendices?  ¿Vivirían aquí o en el bosque?  En los dos lados, como nosotros, me imagino..  Uh, que lodosa que está esta entrada, ni los renos cuando migran dejan el piso así...  Finalmente si son muchos humanos, aunque sea chico el castillo... 

Guten tag, herr Heinrich -inclina ligeramente la cabeza Kalonymus a manera de cortés y  amigable saludo, finalmente este sería el hombre que administra todo lo material del castillo y con quien, si los aceptan los viejos magos a formar parte de la comunidad, tendría que convencer y tenerlo de su lado para armar lo de los trods y la reorganización de los pasillos de bosques entre los campos... - 

Que rico que hablen la lengua de casa por aquí, ya se me estaba cansando la lengua de tanto hablar con los sodales, con el trabajo que aún me cuesta el latín -piensa Kalonymus sin reconocer aun que su nueva casa ha cambiado y que esta habla latín.   Danke fur ihre gastfreundschaft... 

Que ganas ya de conocer ya a Daria la Gris, y al Jefe Jerbitón.  Vamos pronto, ¿no, Sodales?  Oo, que interesante castillito... 

El hombre, todo sonrisas, asintió con la cabeza respetuosamente y procedió a abrir la marchar hacia la torre principal, la más espaciosa, corazón de la fortaleza y donde se localizaba el gran salón del castillo. El salón no era ni más ni menos que lo que se esperaría de un salón de este corte: una gran mesa central de madera central con forma de T, dos bancos para los laterales y 7 sillas con respaldo para la cabecera, espacio abierto no interrumpido por columnas, ventanas altas y estrechas que más bien parecieran saeteras y una chimenea enorme donde poder asar una pieza de caza mayor entera. Allí os aguardaba sentada en la silla central de la cabecera Daria la Gris, seguidora de Tremere y líder fáctica de la Alianza, aunque apenas se preocupase por nada que no sea mágico. Lo mundano siempre había sido campo de Albrech. Y les había ido bien hasta ahora.

Menuda y ligera de peso, aunque debía superar los 80 años de edad, su poción de longevidad o bien algún hechizo hacían que pareciera mucho más joven, apenas algo más que treinteañera pecosa, de pelo rubio y piel blanca. Su apelativo, según parecía, provenía por su gusto por vestir prendas grises, color que irónicamente hace perder todo el encanto al cuerpo juvenil que pudiera tener gracias a sus pociones y/o hechizos.

-Saludos, sodalis. No esperaba una comitiva tan numerosa, ciertamente hacéis honor a vuestro sobrenombre, Flindebrand, si habéis tenido la suerte de encontraros con tal cantidad de magos dispuestos a unirse simultáneamente a una Alianza. De repente me siento como la líder de Doissetep. Bueno, bueno, ¿qué tenemos aquí? Conozco a la mayoría de vista(1), de haber visitado las alianzas de vuestros parens o de los Tribunales, pero también veo caras que no conozco. Yo soy Daria, filia de Leaena(2), seguidora de Tremere y Filia reginae (3) de Triamore. Decidme quiénes sóis y qué podéis ofrecer a mi Alianza. -aunque su tono era agradable, sus gestos eran adustos, un tanto severos. En cierta medida sus gestos resultaban un tanto desacompasados, rígidos.

Bastian se dispuso a hablar pero cayo en la cuenta de que no era el más apropiado para hacerlo. La mujer presentaba un aspecto impresionante como reina regente del lugar y pensaba que alguien del campo y el bosque como él no debería ser el primero en tomar la palabra. Tal vez por eso decidió bajar la cabeza y dejar que otros tomaran la iniciativa mientras escuchaba para ver como se presentaban y tomar nota mental de como debería hacerlo él después.

Bastian, ¡No lo estropees!

-Soy Excelsius Filius de Albus, seguidor de Bonisagus y antiguo aprendiz de Durenmar. El archimago Flindebrand, aquí presente, nos habló de las necesidades de vuestra Alianza y estoy aquí dispuesto a cubrirlas. Soy un joven mago, emprendedor y con un objetivo en mente: crearé dragones. Supongo que eso será suficiente, por mi parte, ¿no cree? -respondió altivo el Bonisagus, brazos cruzados ante el pecho. Evidentemente no estaba a gusto en esta situación, pero no por eso iba a acobardarse. Había venido a esta Alianza para instalarse y eso iba a hacer.

Daria la Gris alzó levemente una ceja, sorprendida por la intervención, pero luego su gesto se suavizó, como si hubiera recordado lo que era ser joven, decidida y arrogante.

-¿Dragones decís? Dragones espero... -un amago de sonrisa asomó por las comisuras de sus labios, de forma un tanto pícara.- Sois bienvenido a esta Alianza, Excelsius filius de Albus.

A continuación buscó la mirada de los demás jóvenes magi, esperando otra presentación.

Ehm, pues difiero de usted princepessa.  Realmente Flindebrando no es el Afortunado.  

Somos nosotros los afortunados.  Y es que, por suerte, arte de magia, u alguna otra misteriosa razón, el archimago tuvo la gracia de ir a buscarnos y preguntarse si las semillas de nuestro entendimiento y nuestras acciones crecerían bien en la tierra fértil de Triamore; vino a preguntarse si podríamos ser los renuevos de este reconocido y querido bosque hermético.  

Y es así que, como semillas de abedul llevadas encima del viento de la voz del Merinita, hemos viajado desde distintos lados del orbe, algunos cerca otros de lejos, para buscar con usted.. con ustedes... (duda un momento volteando a ver a su alrededor), respuestas a estas preguntas de la vida.

Mi nombre es Kalonymus ben Shalom, natural de Speyer, crianza de ¤æŒ§¤ (aquí pronunció Kalonymus un nombre faérico que sonó como a árbol mecido por el viento), la dryada, y filio de Mandrágora la Errante, seguidora de los caminos de Merinita.

De mi educación, poco se aun, apenas salido de aprendiz, y aunque podría decir que se algo de hechizos de Mentem y Herbam, realmente lo que hay son muchos ánimos de aprender, de descubrir e inventar, dentro del laboratorio y fuera de él.  Para gozo del conocimiento, ciertamente -sonríe lobunamente- pero también para contribuir a hacer de este un mundo mejor para las hadas, los magi, y los mundanos de todo tipo y estirpe (mira a sus compañeros, para hacer ver que no sólo estaba hablándole a Daria sobre esto).  

Y es que hay gran necesidad, y gran oportunidad.   Lo más importante, aunque no está en mi decirlo por ser apenas parte, es que no venimos con alforjas vacías.  Traemos ya con nos un entendimiento con las hadas y sus señoríos en un bosque no muy lejos de aquí; un acuerdo para ayudarnos mutuamente, en protegernos y aprender unos con los otros.  La naturaleza de lo acordado dejaré que lo explique mejor Flindebrando el Entendido, pero nos une a todos -voltea a ver otra vez a sus compañeros-, y es nuestra principal fortaleza y sería una de nuestras principales luces a seguir desde las almenas de este castillo.  

No dudo que, si pasamos la prueba y nos aceptan en su comunidad -la mira humildemente-, recibiendo así en los años por venir la bendición de su guía y conocimientos, los de usted, herr Albrecht y el Justador, seremos más fuertes para poner mentem e imaginem, cuore et brachium, a esta y otras misiones y menesteres, personales y de grupo.  

Finalmente, -la mira con profunda sinceridad- lo que queremos es poder decir, cuando llegue el último tramo de nuestros días o nuestro crepúsculo infinito, que hemos hecho honor a los dones que hemos recibido, y que hemos vivido bien, como todo magus debe propiamente hacer.  

Daria arqueó las cejas sorprendia e incluso un poco abrumada por la verborrea de Kalonymus, sin acertar muy bien a ponerle fin a su discurso, hasta que por fin el joven magus acabó por voluntad propia. La maga casi respira aliviada, no lo hace, pero poco le falta.

-Bien, parece que tenemos casi un poeta entre nosotros. Seguro que podrá escribir unos libros estupendos con esa retórica. Y además habéis descubierto a los duendes del bosque. Bueno, sabíamos que había allí, pero optamos por no indagar demasiado para no buscarnos problemas, nunca tuvimos un Merinita en nuestras filas. Una buena incorporación, me atrevería a decir. Pero, por favor, dejad hablar al resto...

-Sólo un inciso -dijo Flindebrand- Quisiera dejar constancia de que aunque apadrino su entrada en esta Alianza tuya, Daria, yo no opto a una plaza, tengo otros asuntos que atender.

Daria asintió, zanjando con un movimiento de cabeza lo que pudieron ser horas de conversación previas entre ambos magos.

En cuanto Kalonymus termina de hablar, Daria pronuncia la bienvenida de un merinita a la alianza, y justo cuando Fildebrando acaba de hablar, Wulf reprocha.

-Dos. -Espera a que Daria le mire.- Somos dos merinitas. Me llaman Wulf y yo y mi amiga - dice mientras acaricia la cabeza de la loba y ésta hace un ladrido para hacerse notar- estaremos dispuestos a cuidar bien de sus... jardines. Mi espercialidad es, principalmente, para con Herbam. Y estaré encantado de escuchar consejos y de aportar algo en esta alianza.

Aportar algo de verde, que esta alianza es demasiado... GRIS es la palabra...

-Wulf, dices... ¿es tu nombre hermético también? No lo recuerdo del último Tribunal, aunque claro, los vuestros no son muy constantes en eso de asistir a los Tribunales -dijo con un toque de reproche en su tono- Ni con los nombres, me atrevería a decir  -debió recordar algo que le desagradó, pues entornó los ojos- pero no tengo nada en contra de vos y si tuviérais mala reputación algo habría llegado a mis oídos. Sois bienvenido a mi Alianza, sodalis Wulf, si Flindebrand os apadrina seguro que no causaréis problema alguno -su mirada de reojo al archimago delató que no tenía *tan* plena confianza en Flindebrand, pero al parecer no quería caer en la duda y menos delante de los jóvenes magos.

Daria:
Pero, por favor, dejad hablar al resto...

Bastian se gira para evitar que la risa no se le escape pero la frase de la mujer tras el discurso de Kalonymus le ha provocado un ataque de risa.
Finalmente consigue aguantarse y cuando se produce un hueco tomar la palabra.

Salve sodalis.
Ser Bastian Klinsmann de la casa Bjornaer y querer unirme a Triamore como sodal novicio en Animal y Corpus. Reconocer que preferir el campo a los muros pero querer formar parte de este lugar.

-He aquí un hombre parco en palabras... ¿Hablas mejor en alemán? Espero que sí. Si quieres tener un futuro en el Tribunal te conviene mejorar tu latín, pocos magos famosos dentro de la Orden tenían dificultades con nuestra lingua franca. No deja de ser irónica esa expresión, ¿verdad? ¿Véis a lo que me refiero? Es importante el conocimiento de latín, pero seguro que eso te lo han dicho mil veces. Y apuesto que lo que no tenéis en una lengua ágil, lo tenéis en un cuerpo duro y capacidades de combate -dijo la maga examinando con la mirada el fibroso cuerpo del Bjornaer.- ¿Puedo preguntaros qué bestia interior tenéis? Espero que no sea una pregunta incómoda, no quisiera ofenderos, pero me habéis despertado la curiosidad...

Bastian sonríe y responde en alemán esta vez.
Ambos lenguajes están a la misma altura, mi señora. Pero no tengo intención de ir a los tribunales en busca de fama y prestigio sino acudir solo cuando sea necesario. Mi lugar es en el bosque, las montañas, los rios... es allí donde libero mi forma interior de bisonte. No me molesta la pregunta.

Ante la petición de Daria para que sus Sodalis se presentasen, Ludovico desplazó su mirada a Findelbrand con el objeto de averiguar si éste tenía intención de hablar, ya que no quería ser él quien pisase a quien les había traído a aquel lugar. En ese movimiento, Excelsius reclamó su atención con su presentación inesperada para él, pues le sorprendió la impetuosidad de la misma y la forma de expresar sus aparentes y sinceras intenciones con el asunto de los Dragones. Acto seguido le siguió el inquieto Kalonymus, aunque Ludovico se hubiese jugado su pequeña recortada barba a que el merinitia habría sido el primero en intervenir, lo cual le sorprendió.

Cuando Kalonymus finalizó su presentación algunos parecía que respiraban nuevamente, todo indicaba a Ludovico, que aquel Sodali merinita sería un excelente antídoto contra la rutina y el aburrimiento, aunque desconocía que efectos secundarios podría acarrear su ingesta….

La intervención de Findelbrand dejó a Ludovico a medias, como si hubiese una parte de la conversación que se hubiese perdido, aunque aquello parecía indicar que a Daria le hubiese agradado tenerlo entre sus filas… pensó Ludovico mientras observaba la reacción de Daria.

Finalmente y después de las presentaciones de sus Sodalis,  Wulf y Bastian, Ludovico dio un paso al frente realizando una leve inclinación de cabeza con el objeto de saludar y mostrar sus respetos a Daria, presentándose ante ella con un tono calmado y decidido, sin elevar la voz  más allá de lo suficiente – Ante Triamore y vos se presenta Ludovico, aprendiz del arte de la magia, ex-alumno del Discreto Lisístrato, natural del Sacro Imperio, miembro de la Orden de Hermes y seguidor de Jérbiton- Ludovico miró a los ojos a Daria para seguir con sus palabras sosegadas–Podeis contar con un Sodalis más en ésta alianza para todo lo que la misma necesite de sus Sodalis y mis capacidades me permitan y por supuesto…-  con un tono más decidido y seguro-estar segura que no seré un estorbo en las relaciones de la alianza con sus potenciales aliados y objetivos,  menos aún con la multitud de mundanos con los que observo que compartís territorios… - nuevamente inclinó la cabeza -Así, espero seros útil a Triamore y todos sus miembros.

-No me cabe duda que un Jerbiton educado y galante pueda ser una verdadera baza en esta Alianza. Tienes mi beneplácito para quedarte aquí, en esta mi Alianza, Triamore. Además, he oído hablar de vuestro pater, irónicamente famoso por ser discreto... -dijo la mujer con un amago de sonrisa en su boca, fruto del chiste que parecía haberse contado a sí misma.

-¿Alguien más? ¿Falta alguien por presentarse, nadie más quiere ingresar en Triamore? -preguntó, suspicaz, mirando al resto de magos que seguían sin decir nada.