Partida Rol por web

Amanece en Rohald, bella aldea situada en la isla de Fynn, que despide hoy a sus bravos héroes. Todo el pueblo se ha reunido en el muelle. El snekkjar, corcel proceloso en el que surcarán las aguas, ya listo, es mecido suavemente por las aguas. El jarl, el bravo Hrolf Knudsson, descendiente del magnífico Kjari, héroe de nuestro clan, de pie, rodeado por sus fieles hirdmen comienza a hablar.

-Es difícil para un jarl despedir a sus fieles hombres cuando marchan a tan peligrosa misión, pero más difícil es cuando su propio hijo parte hacia lo incierto. 

Hace una semana el Thing se reunió a instancias de Hrolf para tratar un asunto de máxima urgencia. El jarl había tenido un sueño horrible, un terrible presagio que cuando se pregunto a la volva, ésta confirmo que era algo serio. Un gran peligro se cierne sobre Rohald, pero no se sabía cual. La volva dijo que la respuesta la tendría la Dama de Escarcha, una terrible bruja que vive en las costas de Noruega, aislada de todo. Se eligió a los más capaces de la aldea, se preparó a lantripulación y el barco y ahí están ahora escuchando las palabras de su señor.

-La Dama de Escarcha, bien sabe El Padre de Todo que no enviaría a nadie a verla si la situación no fuese desesperada, pero los tiempos son difíciles y hay que salvar a los nuestros de todo mal por los medios que sean. -Saca un colgante de plata en forma de mjolnir y se lo tiende a su hijo Vlödy- Tomad este amuleto, puede que el Protector de los Hombres decida ayudaros en vuestra empresa. Este amuleto a pertenecido siempre al clan, guárdalo bien. 

La empresa no ha sentado bien en la aldea. No pocos la consideran un gasto de recursos absurdo mas necesarios en otros menesteres, pero Hrolf sabe que las cosas no pasan por que sí y los dioses se comunican de forma vaga con los mortales teniendo éstos que descifrar sus palabras y formas.

-El viejo Ösvif conducirá la nave que os llevará a vuestro destino. Partid y suerte. Que las bendiciones de los dioses os acompañen.

Los valientes suben al barco y los 10 marineros se sincronizan a la perfección para hacer salir a la nave del puerto. El camino hacia la gloria había empezado

Hace una semana, en lo más oscuro de la noche, todos oísteis a vuestro jarl gritando en la penumbra. Al entrar en su dormitorio totalmente armados a fin de proteger a vuestro señor de cualquier enemigo que osase atacarle solo le véis incorporado en la cama empapado en sudor y balbuceando.

-Yo estaba remando en un knorr construido con los huesos de la gente de mi pueblo. El barco avanzaba sin que hiciese nada, mágicamente. El mar era de sangre, una niebla espesa me rodeaba. Hacia mucho frío. La niebla se fue disipando. Vi llamas... infernales apoderándose de nuestra tierra. El humo negro tapaba todo y arrastraba un abominable olor a carne quemada. El barco ha llegado a la orilla dejando tras de sí cadáveres carbonizados flotando en las aguas. En tierra, más cadáveres sembraban los escombros. Gritos de dolor por todas partes. Monstruos marinos devoraban a los muertos. Por Odhin...que signifíca. Consultemos a la volva...

Me aseguré previamente de acudir al puerto a lomos de mi estimado corcel, entrenado en porte y combate a partes iguales; siempre me ayuda a resaltar mi grandeza. Además fui acompañado (a pie, por supuesto) de mi escudero, Knudi, un joven esclavo que apenas deja de ser niño, al cual me he comprometido personalmente a entrenar para que el día de mañana pueda ser un hábil hirdmen a mis servicios (convirtiéndole yo mismo en un hombre libre, claro), y con el que libero a veces mis frustraciones a modo de gritos e improperios. Cuando llego al puerto desmonto frente al barco para escuchar orgulloso las bendiciones de mi padre.
—Gracias, padre. Lo protegeré con mi vida. —digo cuando me hace entrega del amuleto.
Cuando mi padre acaba de hablar me dirijo a todo el mundo y digo en alta voz: —Sabed, oh buenas gentes de nuestra querida Rohald, que mi padre, nuestro jarl, no parte con nosotros porque prefiere quedarse y servir a nuestro amado pueblo con toda su energia y todos sus recursos. Volveremos con la respuesta, no os preocupéis. Knudi, intenta servir a mi padre lo mejor posible, y aprovecha para aprender cuanto puedas. Volveremos antes de lo que canta un gallo. —sonrío por la expresión y añado con energía: —¡Adelante mis hombres! ¡POR THORR!—
Una vez ya en el barco veo a Vigfus, me acerco a él y poniéndole una mano en el hombro con una amplia sonrisa le digo: —¡Dichosas las nornas! Me alegra verte aquí, amigo. Confío en que sabrás aconsejarme igual de bien que aconsejas a mi padre.

Coloco la correspondiente mano sobre el hombro caído de Vlödi, sonrío y le miro a los ojos diciendo —Tu padre teme por tu vida tanto como por la suya. El ya sabe ,y espero que tu pronto también, que la información, la astucia y la preparación consiguen que las espadas de tus hirdmen envíen más almas al Valhöll. Es justo por eso que estoy aquí, desgraciadamente he pasado demasiado tiempo atendiendo a la política y ni mis músculos ni mi dominio de la espada son lo que eran pero puedo asegurarte que mis oídos escuchan lo que nadie escucha y mi voz penetra en el alma de los hombres. Hace años que jure lealtad a tu padre y que Tyr me castigue si en esta empresa no doy mi vida por ti.—

Me separo de Vlödi y cogiendo un trago me acerco hasta Ösvif, se lo ofrezco y le digo — ¿Cuanto tiempo hace que no navego contigo viejo perro de mar? Dime Ösvif, ¿Que nos espera en el camino? Quiero estar preparado para cualquier cosa.

La vida en el norte no era fácil ni justa. Era algo que lo sabían todos, los dioses, los mortales y Ivar Albertson. Así se llamaba el gran hombre calvo que se encontraba en esos momentos en el puerto. A mucha distancia de los nobles quienes en ese momento se encontraban haciendo grandes ceremonias para despedirse. 

Ese no era su lugar, no en vano era un campesino y si estaba allí era por el oro y porque el Järl así lo había dispuesto. 

-Helga, cuida del rebaño y el rebaño os cuidará cuando llegue el inverno.- Le aconsejó a su mujer. -No tardaré en volver. -Prometió a modo de despedida, una despedida seca y recia tal y como era el propio Ivar. El beso de despedida que la dispensó contrastaba con su trato. 

Una vez se hubo despedido comprobó que lo tenía todo: un pequeño petate, un hacha de mano y su voluntad. Con poco más contaba así que con todo ello se dirigió rumbo al snekkjar que aguardaba en la orilla. Pasando como el resto de los hombres a pie, sin apenas ceremonias junto a los Hrolfson.

"Guárdate de la magia", "La magia te será adversa" le dijeron y la primera misión en la que sale de la aldea... buscar una bruja de hielo; esta misión no podía empezar peor. Por suerte Yngrar contaba con su lanza y su piel de lobo, signos identificativos de que luchaba por Odhin, El Padre de Todo, y de que éste le ofrecía sus bendiciones. 

Yngrar cogió su saco con todo aquello que necesitaría en su viaje y se dirigió hacia el snekkjar del viejo Ösvif. Al pasar junto al jarl y su hijo, inclinó su cabeza en señal de respeto, esperaba poder defender al joven Vlödi tal y como se le había ordenado. Yngrar no era un hombre de palabras así que cuando llego al snekkjar, simplemente se sentó a esperar al resto de las personas que conformarían tan problemática misión.

Hacía unos días el mismo jarl se presento en mi casa de los bosques para realizar una petición. Quería que acompañara a su hijo y su tripulación a visitar a la Dama de la Escarcha. ¿La razón? Creen que soy como un amuleto en alta mar, dicen que como descendiente del gran styrimadr Gisli doy buen fortunio. Aquel día me negué, no tenía razones para arriesgar mi vida de esa manera.

Pero esa misma mañana procuré tener mi equipo preparado y llegar puntual antes de que el navío zarpase. En el viaje puedo encontrar sabiduría, sangre, lágrimas, historias que contar. Una buena scalda no puede perderse una oportunidad así.

Llegué justo en el momento que ya estaban subiendo al barco. Escondida bajo mi capucha y sin mediar palabra me acerqué hasta allí. La gente se aparta a mi paso, puedo escuchar como murmuran sobre mí, como me miran con desprecio, con pena, con ira*. Pero me da igual, son unos necios. Cuando llego al barco me despojo de mi capucha y muestro mi bello y frío rostro antes de dirigirme al hijo del jarl.

-Iré con vosotros.- sentencia un suave hilo de voz capaz de resonar en todas las cabezas de los presentes. -Necesitaréis a alguien que cuente esta historia que os espera.- su voz suena distante y segura. Sin esperar respuesta de nadie me incorporo a la tripulación.

Quien se encuentra cerca puede llegar a escuchar el chasquido que provoco con mis manos bajo la capa que cubre mi cuerpo, puede apreciar el olor a leña de manzano reciéntemente quemada en sus ropas, seguramente para ahuyentar los males pero sobretodo se dará cuenta de la belleza que desprende.

Sonrío ampliamente a Vigfus ante sus palabras, me agrada ver en él esta entrega. Cuando la scalda habla me quedo sorprendido un momento, entonces mi amplia sonrisa muestra lo que refuerzo con mis sonoras palabras: -¡Ja, una scalda en nuestro barco! ¡Bendito sea el Padre de Todos! ¡Bienvenida! Me alegra que mi padre haya tenido a bien contratar una scalda que narre el día de mañana las hazañas de Vlödi Hrolfson y sus hombres, que tan lejos viajaron valientemente para hacer frente a mil y un peligros, y así proteger a sus gentes del mal que nos acecha.* Además... seguro que mis compatriotas agradecen la compañía de una bella mujer. -acabo sonriendo ladinamente con mis últimas palabras.

El viejo marinero estaba sentado en el timón, guiándole con su mano derecha. Levantó su mirada para ver bien a Vigfus. 

-Lo peor de nuestro viaje es llegar a Noruega. Lo peor de vuestro viaje es encontrar a la Dama de Escarcha... Dicen que esa bruja devora a los hombres que caen en sus redes, que muchos acaban atrapados dentro del hielo que ella crea. Dicen que un viejo culto de salvajes la guarda... Sin embargo, es nuestra única esperanza. Quizá no pida un pago abusivo por sus servicios...

Dos días han pasado desde que os hicisteis a la mar. La calma y la pesadumbre ha sido la tónica durante este tramo interrumpida solo por la vez que los marineros os llamaron la atención sobre las majestuosas e imponentes ballenas jorobadas. 

-!!MIRAD¡¡ !!A ESTRIBOR¡¡

Todos los pasajeros miráis el espectáculo y por unos instantes el peso de la misión se desvanece de vuestros hombros.

Al amanecer del tercer día de viaje en el horizonte observáis un Knorr parado. Osvif no sabe que hacer, tiene el palo mayor desarbolado y no asoman remos por su borda... Es bastante extraño.

Con un primer vistazo del extraño barco digo: -Desconfío, podría ser algún tipo de trampa. ¿Qué creéis el resto? ¿Y qué piensas tú, Ösvif? A fin de cuentas eres el más experimentado en cuestiones de alta mar de entre todos nosotros. Todas estas personas que navegan conmigo son mi responsabilidad. Pienso. Y es así que debo andarme con pies de plomo. Entonces me acerco al borde de nuestro barco para fijarme mejor.

Al mismo tiempo que me fijo mejor en la embarcación comienzo a pensar en las posibilidades de que sea algún tipo de trampa. ¿Cómo podrían montarla? ¿De qué tipo sería? ¿Cómo lo haría yo? ¿Qué tácticas similares conozco? ¿Qué historias pueden recordarme algo parecido?

Yngrar llevaba mucho tiempo aburrido, pues era un hombre de acción. Su vida se basaba en la batalla, con ella honraba a los dioses y se ganaba su favor, sin ella no era mas que un simple observador y eso no le gustaba.

Mientras se acercaba al borde del snekkjar para observar, Yngrar dijo:
- No se si será una trampa, pero quizás pueda ser alguien en peligro. De todas formas en caso de que sea una trampa puede contar con mi lanza, como ya sabe. - coge la lanza y hace un ataque penetrante hacia delante- Tras tanto tiempo sin practicar, me estoy quedando frío. Sin embargo, como nuestro lider e hijo del Jarl, queda bajo su decisión.

Había sido de los pocos que escucharan lo acontecido de la propia boca del Jarl Hrolf, y sabía por ello que sus palabras y su preocupación eran sinceras. Y por ello, sin titubear, habría de cumplir la petición se Jarl, y canalizando todo su esfuerzo y vigor ello, vería que la tarea fuese realizada con prontitud y éxito.

Los días pasaron desde su partida, en la que un grupo de siete habría afrontar aquella tarea, siendo acompañados por un grupo de fieros marineros liderados por Ösvif, en los cuales podrían confiar y recurrir si fuese necesario. Pero la tarea tierra adentro recaería fundamentalmente en ellos siete, conocia algo a Yngrar pues era difícil que este no llamase la atención, conocía a Vigfus el consejero del Jarl y a Vlödi, el hijo del Jarl y quien tentativamente habría de tomar el mando, si se lo ganaba. De hecho había recibido muchas veces órdenes de estos últimos por lo que ya le era familiar el convivir con ellos, aunque en general él prefería guardarse sus palabras para cuando estás realmente tuviera peso. Del mismo modo tenía idea de quien era Otrygg, pero el campesino y la Skalda le eran desconocidos, aunque seguramente los había visto mas de una vez.

-El miedo solo lleva a la debilidad, no importa que enfrentemos, Odin estará con nosotros- exclamo el Hirdman en voz alta mas para si mismo que para los demás.

-No hay precio que no se pueda pagar, solo hay que hacer el correcto sacrificio- sentencio acariciando el filo de su hacha y mirado el horizonte.

La gran bestia marina que emergió rompiendo las aguas fue un alivio ante la monotonía que se estaba asentando en la embarcación, sin embargo no fue hasta el tercer día en que parecía que sucedía algo: una embarcación aparentemente abandonada la cual parecía flotar a la deriva.

Ivar escupió mostrando desagrado ante aquel barco aparentemente vacío.

-Podría ser obra de Loki, si hay vivos malo... Si están muertos por alguna plaga... Peor.- Dijo dando su opinión en un tono que sólo los más próximos a él escucharían. Otros habían preferido hacer grandes declamaciones sin embargo él sólo era un hombre del arado. Obedecería.

Todos los que habían sido convocados para el viaje, o se habían ofrecido para este, eran conocidos. Puede que apenas se tratasen entre sí, pero en un lugar como el del que venían todo el mundo se conoce entre sí a poco que esté abierto a los chismes de sus habitantes. Vlödi Hrolfson, por ejemplo, era el arrogante hijo del jarl, pero más allá de sus humos portaba ahora un amuleto muy interesante al que Otrygg estaría encantado de echar un vistazo más de cerca. Vigfus era, bueno, el consejero del señor, alguien a quien no molestar para que el señor no te molestara, el artesano cuasi-enano guardaría las distancias salvo que la ocasión requiriera lo contrario. Ivar Albertson... de ese sabía poco, un campesino grande y discreto que les acompañaría en la expedición, tal vez no hiciera falta saber nada más de él. Yngrar Hoskuldson, el ulfhedinn de la aldea, por su parte, era una importante baza en los posibles combates que estuvieran por llegar, alguien que tener en cuenta. Hemli Gislidöttir, la scalda, relataría las hazañas del señor, pero no las de sus hombres, a menos que sobresalieran especialmente, asistieran heroicamente a su señor o echasen a perder la expedición; era una persona relevante y con conocimientos, alguien con quien colaborar. Había otros, pero éstos eran los más relevantes. A excepción, por supuesto, de él mismo, Otrygg Eyjolfson.

Otrygg, apodado "Brasvärd" (buenaespada), era el actual herrero y orfebre de la aldea. Su padre, muerto hace unos pocos inviernos durante una tormenta, dejó el hueco profesional que el bajo y corpulento Otrygg cubrió sin demora ni pesar por su padre recién fallecido. A decir verdad nadie le echó en falta, tal era su actitud codiciosa y malas formas, ni siquiera su mujer. O tal vez ella más que nadie se sintió feliz de su deceso. En cualquier caso Otrygg lleva algún tiempo ocupando el cargo y no lo hace nada mal. Además, como su padre, dicen que posee la excepcional habilidad de trabajar las runas, de manera que con más o menos secreto los habitantes de la aldea han ido pasando ante él para pedirle favores. Él, por supuesto, los concede encantado... siempre a cambio de un alto precio. No cabe duda a ninguno de los viajeros que el motivo de que el artesano se haya apuntado a la expedición es su expectativa de beneficios...

El último en abordar la nave, Otrygg ha sido también el más silencioso de todos, capaz de estar sin compartir sus pensamientos durante horas o días. La aparición de la nave en medio de su rumbo sí pudo, sin embargo, inquietar al artesano lo suficiente para que hablara:

-Si tiene que haber batalla el líder de esta expedición haría bien de gozar de la guía de una runa adecuada -sentenció, augurando un mal encuentro a la par que ofreciendo sus servicios.

Durante las primeras horas de viaje escucho atentamente al viejo Ösvif, no puedo evitar acordarme de mi padre y cuando viajaba con él por el inmenso mar, pero al cabo de varias veces escuchar una y otra vez lo mismo ya me resulta pesado, exactamente como mi padre y es que estos viejos jinetes del mar son todos iguales.

Al segundo día, ya estoy cansada de tanta multitud. Me había criado en altar mar, este era uno de mis medios favoritos pero todos estos hombres subidos de egolatría, que desprenden feromonas que me provocan animadversión me sacan de quicio poco a poco. Eso sí, no todos, los más humildes como Ivar, Yngrar o Hunkel a veces soltaban perlas interesantes, historias que contar. En cambio el hijo del jarl se bañaba en su propia arrogancia*.

Un respiro aparece ante mis ojos en forma de ballenas jorobadas. Al verlas no puedo evitar acercarme al borde del snekkjar y estirar los brazos al aire simulando que las toco. Inhalo el aroma del mar y puedo sentir como el bailar de las criaturas inunda mis fosas nasales. Entre susurros y cierta entonación se me puede oir "decir". -Los descendientes de Lyngbakr** bailan ante nuestros desmerecidos ojos.

El tercer día llegó y con este acabó mi silencio. Al ver el knorr parado, con el palo mayor desarbolado y sin remos a la vista no puedo evitar sentirme algo compungida. ¿Qué habría pasado? ¿Qué habrá sido de esos marineros?

-A esa embarcación le ha ocurrido algo, mirad el palo mayor.- una vez más las palabras de Ivar me parecen las más acertadas. En alta mar da igual ser un jarl, un afamado herrero o el mayor de los guerreros, quizá un simple granjero tenga la idea más idónea. Las palabras del hirdman también me embaucan, su melancolía, su tristeza al hablar, su mirada perdida en el horizonte... Hace que me sienta triste aunque ese sea mi estado natural. -Abordemos.- digo con un tono un tanto nervioso y excitado. La excitación es tal que no suena tanto a consejo como a deseo.

Aprovechando la distracción de las ballenas Vigfus que aún no conoce bien su tripulación, se dedica a observar su comportamiento, y lo más importante, si alguien en momentos bajos sería capaz de robar a su querido jarl.

Durante la travesía, Vigfus se acerca a Helmi, sabe que será quien cuente nuestras proezas y quiere asegurarse de que Vlödi obtiene un papel protagonista, por ello le dice: -¿Hay sitio para un hombre sin aventuras de batalla a tu lado? - se sienta a su lado y comenta - Debe ser duro ser la única mujer abordo en una travesía tan larga. He visto multitud de hombres en las fiestas posteriores al thing acorralar a jóvenes con instintos animales, la nobleza vuelve a los hombres arrogantes. Hablando de eso, sé como miras al joven Vlödi, tiene el coraje de su padre pero le falta vivir tiempos oscuros para ser un buen jarl. Confío en que no serás muy dura con él en tus relatos.-

Al llegar al barco que se encontraba a la deriva y ver como todos se acercan a contemplarlo, Vigfus, alerta, centra su atención en el resto de direcciones: su papel siempre ha sido estar detrás y ver lo que nadie ve.

Esperando la decisión del futuro jarl me viene a la cabeza la conversación que tuve con su viejo consejero, el estratega Vigfus Stornson. El segundo día de travesía tuvo el detalle de acercarse a conversar conmigo. Fue educado, respetuoso pero a su vez en sus palabras podía encontrar suplica mezclada con amenaza. Estos detalles no me hicieron pensar mal de él, ni tenerle miedo, nunca tengo miedo.

-Helmi contará lo que los dioses quieran que cuente... Y para ello les debemos regalar algún aliciente.- hago una pausa mientras me dejo llevar por mis instintos. -Preocupado no estés por lo que pueda pasar, lo peor es que muriese y en caso tranquilo puedes estar.-

Sonrío haciendo una mueca un tanto misteriosa y entonces le hago un último apunte. -Ah, y yo que tus hombres tendría su estoque bien guardado, no querrán quedarse sin su tesoro más preciado.

El viejo marinero se rascó la cabeza pensativo

-¿Una trampa? Sería raro, ya sabe, mi señor, que si es evitable mejor no combatir en el mar. Además, si yo quisiera hacer algo así no desarbolaría las velas como parece que las tiene él, aunque desde aquí no veo bien.