Partida Rol por web

Finalmente al Lerna ya curada tomo el carro donde viajabamos y Assus vino a por las riendas del carro de las armas, tome yo entonces una nueva Pilum para estar alerta si volvian a aparecer los rebeldes sobrevivientes a intentar hacerse con el botin.
Venga vamos, que ya va siendo hora de tener una comida decente.

Ya con los carros controlados empezais a seguir a Euclideus que os sacaba un poco de distancia. Cruzais todo el bosque, cogeis una ruta por campos cosechados de trigo, luego arboles frutales y pequeños arrozales. Cruzais algunos rios pequeños, dejando de lado pequeñas aldeas. Cuando el sol ya se empezaba a esconder en el horizonte a través de montañas altas podeis distinguir a lo lejos varias fogatas que iluminaban el campamento. Atravesáis un arco construido con madera y apoyado sobre dos gruesos troncos. El interior del campamento habian varias tiendas así un conjunto de centuriones y varios plebeyos de ayuda que se ocupaban de los quehaceres como la seguridad. Se podía distinguir cuales pertenecía al general, a los reclutas, centuriones y una algo mas diferente que sería un pequeño hospital. No parecía que hubiera mas jovenes para el entrenamiento.

Euclideus se para en una zona lateral, una zona ancha donde ya habia varios caballos en un abrevadero atados. Vosotros dejais el carro detrás y bajais. 

Por favor, bajad todos y colocaros aqui en fila. Manda señalando la ubicación. Me llamo Euclideus Domitius, y el campamento está a mi cargo. Vosotros habeis venido como voluntarios para ser formados en escuadrones especiales, no para ser simples centuriones. Una vez aprobeis el entrenamiento sereis destinados a diferentes zonas para vuestras misiones juntandoos con otros similares a vosotros. Como sabeis, la situacion del Imperio es no es la mejor ahora. Estamos perdiendo terrenos en las fronteras de Asia Menor y la Germania sobretodo. Los barbaros del norte como el Imperio Persa son nuestros mayores enemigos. Por ello estamos reclutando a jovenes de todas las regiones, sin importar el género, para preparar misiones concretas. Mi deber es que salgais de aqui con vida. La suerte os ha llevado al campamento mas duro y los mejores maestros que podais encontrar. Ahora presentaros.

Los chicos que iban en el carro de Euclideus empezaron con las introducciones.

• Me llamo Lucia Donotia. Provengo del norte de Hispania de un pueblo de pescadores. Era aquella chica pequeña que siempre se escondía tras el mastil principal en la embarcacion. Durante el ataque, fue la mas protegida por sus compañeros.
• Soy Albertius Vibius. Provengo de la Germania mas al este. Me apunte con el objetivo de recuperar mi pueblo que fue asolado por barbaros. Era un chico de pelo corto y moreno. Bastante alto y fortachon. Tenia unos brazos realmente musculados, donde se notaba que habria ejercido alguna profesion donde los ejercitó bien.
• Me llamo Aldela Marius. Mis padres eran médicos y nací en Napolia (Napoles). Era una chica de pelo rojizo y corto. Su faz mostraba a una joven de tez blanca con algunas pecas. No parecía estar preparada para el combate por su fisonomía.
• Soy Daedalus Marconius. He sido cazador y recolector.  Provengo de la Galia. Daedalus era un chico de mediana estatura y complexion atletica, pero mas fibrada. De pelo castaño y rizado, su nariz era mas puntiaguda y cejas prominentes. Un faz un tanto particular. Parecía mas la constitucion de los mensajeros, aquellos que recorrian km para hacer llegar mensajes a los diferentes puntos.
• Soy Crisacio Seius. Vengo de la lejana Cilicia. No tengo ninguna preparacion militar, pero me gustaría ayudar a recuperar la plenitud del Imperio romano. Era un chico de pelo algo largo por la espalda. Llevaba barba y bigote. Se le podían ver marcas, cicatrices por piernas y brazos. Eran indicios de maltratos.

Parece que hacer algo mecánico que ya he hecho antes me ayuda a despejarme y centrarme, solo tengo que concentrarme en seguir la estela del de delante, leguas y leguas… Da tiempo para abrir la mente, no hay conversaciones en el carro, parece que el esfuerzo nos ha cansado a todos, aunque a unos más que a otros.

Al llegar allí nos hacen colocarnos en fila, se presenta y comienza un discurso. Me pilla de sorpresa el que nos diga que estamos aquí voluntarios, a mi me dijeron que viniera y punto, tampoco me importó, un soldado está para cumplir las órdenes no para andar cuestionando las decisiones de un superior.

Nos cuenta también como está el Imperio, bien lo se, ya que en mi tierra también hay problemas, a continuación ordena que nos presentemos, comienzan algunos muchachos que parecen de todo menos milicianos o soldados. Una chica bajita, una chica muy delgada, un joven que parecía un gamo, otro que reconocía no tener ningún tipo de preparación… los otros dos sí parecía que sabían a lo que venían. Supongo que a continuación teníamos que hacerlo nosotros, lo había hecho antes pero ahí voy de nuevo Me llamo Assuan Esna. Provengo de Luxor, Egipto y estoy aquí para hacer cumplir la voluntad del Imperio Romano, me estuve preparando para ser soldado. Acabo satisfecho de mis palabras, aunque para estar preparándome para ser soldado no hice mi mejor papel…

Alegremente  salte del carro con mis compañeros.

La travesía  se estaba  haciendo monótona,  y allí todos estaban sumidos en sus pensamientos, por lo que agradecí el ver a lo lejos nuestro destino.

Cuando en romano nos dio la bienvenida, sus palabras me hicieron fruncir el ceño . Daba la sensación que el mismo se creía lo que decía. En mi aldea entraron por las malas, y si no llega a ser por los voluntarios, entre los que me incluí,  habrían tomado a otros igualmente.

-Hola!  Soy  Alisse.  Vengo del norte de Gallaecia. Seré vuestro médico de combate. - dije intentando tapar mi ojo ciego con los mechones de mi pelo

           Tras parecer intimidar a Aioras, quien se quedo callado tras sus preguntas Lerna se dio por bien servida y se quedó en el mismo carro junto a los otros cuatro protagonistas, manteniendo aún la charada de ser hombre cubierta con la capa de viaje, el cabello un tanto corto y sus pechos ajustados con vendas para no ser tan visibles y guardo silencio la mayor parte del recorrido hasta el campamento, solamente concordando con las palabras de Aestus acerca de comer porque tenía mucha hambre, pero en lugar de comer les dieron un discurso breve de bienvenida y les hicieron presentarse y esperando a que se hiciera un silencio respiró hondo y con voz ronca les dijo al resto en un latín con evidente acento de las galias:

           " Pueden llamarme Brian, he sido jinete y he aprendido un poco a usar las armas, vengo de las galias alpinas y quiero aprender a ser soldado para acabar con los bandidos bárbaros y cuidar la justicia del imperio "  

Finalmente llegamos al campamento, Euclideus se presenta y asi comienza a hacerlo el resto de los "soldados" que formábamos parte de aquella tropa. Las razones por la que estábamos allí era de lo más variadas asi como también la procedencia y lo que cada uno tenia para aportar, denotaba el grado de desesperación del imperio el hecho de entrenar civiles sin ningún tipo de capacidad solo por tener la voluntad de querer ayudar...
Era evidente que de los presentes allí era el único al cual le importaba muy poco que fuera el imperio o cualquiera quien acabase con estas guerras, después de todo los únicos que la sufrían realmente eran la gente de a pie, y los lugares que quedaban arrazados por el fuego y la sangre derramada.
Mi nombre es Aestus y estoy aquí porque en el Coliseo tarde o temprano acabaría muriendo, aunque pueda tener el mismo fin con ustedes, estimo que aun quedan posibilidades de sobrevivir más que alla.

Está bien por hoy chicos. Podeis descansar. Mañana a primera hora, en cuanto salga el sol empezaremos el entrenamiento. Esas dos cabañas de ahi son las vuestras. La de la derecha para los chicos, la de la izquierda para las chicas. El campamento dispone un pequeño hospital para cuidar a los heridos. Se encarga Acadeus Lominus. Yo estaré en la tienda mas grande por si me necesitais algo. De aqui un rato tendremos lista la cena. Podeis moveros por el campamento de forma libre sin alejaros.

La tienda de Euclideus era la mas grande, con dos estandartes clavados en la entrada. Al lado de las dos tiendas de los centuriones había otra que se usaba como almacén para las armas. Un poco mas alejada, sola, habia otra tienda similar a las vuestras, donde residían esclavos que se ocupaban de las faenas menores. Dos centuriones vaciaron el carro que trajisteis y las llevaron allí. En la zona mas amplia había una hoguera donde se cocía la comida. A su alrededor habian piedras y troncos que se podían usar para sentarse. Colocado sobre unos palos había un jabalí colgado, listo para cortar y cocer. Varias antorchas colocadas en troncos iluminaban. Cerca se podía escuchar el caudal de un río, un poco a las afueras del campamento.

Nos dan la orden de descansar, decido encaminarme hacia el barracón de hombres y una vez dentro busco un sitio libre. Dejo mis cosas y dedico unos instantes a rezos mientras espero a la cena.

En cierto modo era agradable estar allí.

La gente y todo lo demás parecía bastante amable. En general, claro porque había cada uno con una cara de bruto... Quizá mañana iría a echar una ojeada a la tienda de enfermería. Si quería ser buena tendría que conocerlo todo al milímetro. Supongo que entre instrucción e instrucción podría pasarme a ver al doctor.

Pero hoy estaba realmente cansada. Del viaje y la emboscada. Me dolía la espalda así que decidí irme a mi barracón.

Al pasar al lado de Lerna me sobresalto la duda. ¿Donde iría ella?*

Culminadas las presentaciones Eclideus nos da permiso para relajarnos hasta el siguiente dia, por lo que oliendo la comida que se estaba cociendo a las brazas me acerco hasta la hoguera y tomo asiento sobre una piedra.  Miro alrededor buscando quienes estaban presentes y con animo de hablar, si no me encontraba a nadie simplemente me quedaría allí observando el fuego crepitar y esperando que me ofrecieran algo con que acallar los quejidos de mi estomago.

Despues de haber ignorado la extraña amenaza del chico herido que habia salvado un momento antes. Llegaron asu destino. Alli se presentaron nuevos reclutas que aun no conocia, me quede con sus nombres. Espere hasta que nos dejaron movernos libremente por el campamento.
Y  fui buscando alguien con quien entrenar.

       Tras las presentaciones y las indicaciones de Euclideus, Lerna rompió filas como el resto y miró de reojo como Assuan y Alisse se iban hacia cada uno de los barracones y aunque tras el viaje y las heridas ella también estaba cansada su hambre era mayor, así que siguiendo el ejemplo de Aestus busco algo ligero de comida para recuperar energías mientras que miraba de reojo a otros novatos como ellos a su alrededor, sin alejarse demasiado de Aioras, a quien le acercó un plato con algo como lo que había elegido para ofrecer lo antes de decir con voz grave:

          " Disculpa hace rato ... pero no me gusta mostrar me débil ante los demás ni que nadie me haga menos, si ya había dicho que podía conducir el carro es porque podía hacer lo ... ya que no escuchamos tu presentación hace un rato dinos de donde vienes y porque estas aquí .. para comenzar una platica mientras comemos "    

Cada uno ocupó diversos menesteres hasta el momento de cenar. Algunos prefieron descansar algo, otros aprovecharon para conocer más el campamento. Aioras buscó a alguien con quien entrenar, pero entre los jovenes nadie tuvo ganas, cansados del viaje y la pelea. Pudo conocer a un plebeyo llamado Poncho Pilato. Era un hombre cercano a los 40 años, robusto como un tronco y fornido que estaba cortando madera para el fuego en una zona apartada. Procedía de Israel y en sus rasgos destacaba su pelo castaño rizado como una barba tupida, no poseía bigote. Le contó que había sido gladiador en su época mas joven tras ser esclavo primero, y consigui la libertad tras ganar un torneo en el coliseo germano. Dado que le negó entrenar por ser casi de noche, asi como la hora de cenar, estuvieron platicando un buen rato.

Durante la cena, las conservaciones fueron bastante triviales sin nada especial que comentar. El jabalí que estaba expuesto fue despellejado por dos mujeres que se ocupaban de la comida. Cocieron la carne en una gran olla con legumbres y hortalizas. Servido en cuencos de cerámica la gente lo comenzó a comer. Algunos se quedaban alrededor del fuego, otros buscaban cobijo por rincones del campamento. Euclideus se quedó en su tienda para planificar el día siguiente.

La noche fue realmente placida adornada con los cantos de las lechuzas y grillos y acompañados de los aullidos de lobos. A primera de hora del amenecer el sonido de una corneta retumbo entre las montañas. Un centurion ubicado en el centro del campamento empezo a marcar el inicio del nuevo día y que los reclutas se fueran presentando al centro.

Euclideus se presento alli junto a Poncho Pilato. Una vez estais todos alli (vosotros como el resto de , empieza la explicacion del entrenamiento:

Buenos días reclutas, espero que hayais descansado bien por que hoy empieza realmente el entreno. Aqui teneis a vuestro primer maestro. Adelante presentate.

Poncho dio un paso adelante y comenzo a exponer el entrenamiento: Me llamo Poncho Pilato y provengo de la Tierra Santa de Israel. Nací como exclavo y me gané la vida en las luchas del coliseo. Ello me permitió ganar la libertad y ahora vivo como maestro de esgrima. Os enseñaré a usar la gladius. Pero primero desayunaremos para coger fuerzas, luego partiremos a correr 3 km siguiendo el río y al acabar comenzaremos con el cruce de espadas.

Lucia, Aldela y Crisacio se miraban con cierta resignacion el correr. Sabian bien que no tenian fondo, pero para ello habian venido. Diferente a Albertius como Daedalus se mostraban bien ilusionados.

Ya por el campamento se podía ver como los centuriones hacían su relevo, y los plebeyos se levantaban para ocuparse de los quehaceres. Las dos mujeres que se ocuparon de la cena, cargaron con cubos atados sobre un tronco delgado a la espalda para ir a buscar agua.

Me despierto pronto y salgo a tomar algo por la mañana, un ligero desayuno pero una corneta nos cita en medio del campamento y acudo allí donde nos indican en qué consistirá el entrenamiento.

A priori no parece nada muy exagerado ni complicado así que permanezco atento a más instrucciones.

En aquel campamento habia muchos esclavos y aquello no me agradaba demasiado, incluso los centuriones salvo los altos mandos seguro eran esclavos liberados puestos en cargos al servicio del imperio. Aquel imperio que ahora peligraba y que a mi mismo me habian ofrecido ayudar a cambio de mi libertad. Mi historia no era demasiado diferente a la de Poncho, salvo porque antes de ser esclavo tambien habia conocido la libertad del mar, aunque toda mi vida fui esclavo de uno u otro maestro. Por ello mi unica libertad era la de las olas y el clamor del mar.

Con sorna vi la cara de desilucion de algunos de los nuevos reclutas ante la perspectiva de entrenamiento, me preguntaba a donde creia que se estaban enrolando. Serian acaso nobles de vida facil antes de entrar al ejercito o es acaso que la vida no les habia puesto a prueba su supervivencia. Para mi la vida era una carrera contra la muerte, donde no corrias o luchabas, sencillamente perdias.

Durante el desayuno, al igual habia hecho en la cena, me dispuse a ayudar con las tareas a las mujeres y los distintos sirvientes, asi fui alimentandome entre repartija de platos y acarreo de leños. No me consideraba nadie por arriba de otros como para dejar que me atiendan con preferencia.

Ya con el estomago satisfecho y la labor acabada, me acerque al instructor frotandome las manos,

- Cuando usted lo diga instructor. Mientras antes comencemos más rapido llegara la hora del almuerzo.

        Tras cenar ligero, disculparse y tratar de conocer a Aioras la joven Lerna trata de mantener la charada sin decir mentira alguna y se va a descansar con los otros chicos a su barracón como la ha hecho otras muchas veces y al día siguiente despierta recuperada y lista para levantarse a desayunar bien y prepararse para un arduo entrenamiento, entonces asintió las palabras de Poncho Pilato antes de desayunar y buscar la gladius mas apropiada posible para su tamaño antes de decir de manera escueta en latín:

         " Entonces desayunemos para poder comenzar la carrera y el cruce de armas señor "  

Amaneció y la gente salia de las tiendas de forma bastante animada.

Pero no contaban con que yo ya hacia tiempo antes del amanecer ya estaba levantada y en pie. En mi pueblo teníamos la costumbre de ir a pescar a las Rías con el alba, que era cuando los moluscos aún no notaban el sol sobre las rocas y se les podía coger antes de que se fueran al fondo con la marea.

Algunos estaba ansiosos por empezar. Yo por mi parte aspire profundamente el aire de la mañana. Un buen día. Mas cálido de lo que estaba normalmente acostumbrada. Tan solo el sol tocaba mi piel ya me sentía vigorosa.

-Buenos días! -Salude a mis compañeros mas conocidos del día anterior con una gran sonrisa.

Mientras me desperezaba oí como el romano nos ponía en orden. A correr! Entendí yo. Bueno, estaba claro que no estábamos allí para pasarlo bien, así que sera mejor prepararse para el día. Y aunque 3 kilómetros no me parecían exagerados vi como algunos de mis compañeros resoplaban.

- A desayunar! Correr, correr, correr!!! Grite animada cuando olí en el aire el aroma del desayuno.

El desayuno consistio en fruta junto a leche, que se traia fresca de una granja cercana. Una vez preparados, Poncho hizo de guía y todos le seguisteis el ritmo. Primero se siguio por la ribera del río hasta llegar a un puente que no se cogio. Alli se giró a la izquierda para ir por el bosque y luego al salir a la explanada, se volvio por el camino principal hasta el campamento. Durante el trayecto que quien mas quien menos tuvos sus problemas para seguir el ritmo, aumentado paulatinamente, se pudieron ver dos escenas diferentes: salmones subiendo por el rio hacia el nacimiento y en el bosque una gacela comiendo con su cría.

Poncho estaba bien fresco, mientras todos bastante reventados. Permitio la recuperacion antes de pasar a la esgrima. Se puso enfrente y explico el nuevo plan:

Ahora escogereis todos a un compañero y haremos un simulacro de combate. Para ello usaremos espadas de madera para no inflingir heridas. Aquel que logre dar 3 estocadas a su adversario será el ganador. Nos deplazaremos a la explanada fuera del campamento para practicar.