Partida Rol por web

El fuego seguía aridnedo sobre su cuerpo.Relamente era bastante difícil deshacerse de aquella maldita vez.

Intento buscar un camino alternativo para bajar a ayudar al yayo pero no consigo ver gran cosa, será el hambre y el cansancio...

Era necesario buscar una ruta alternativa, si volvían a ir por el mismo camino tal vez caerían en otra trampa o eran objetivo de alguna emboscada. Ithilon iba mirando de un lugar a otro en busca de algún pequeño sendero que le desviase y le condujese hasta la fortaleza.

Resignada a tener que bajar por el mismo camino infortunado, conseguimos bajar hacia donde oímos por última vez al viejo. Ha dejado de gritar. Espero lo peor. Y es justamente lo que me encuentro.

-Pobre yayo...- murmuro, entristecida. Era un tipo raro pero tenía su gracia. Supongo que me caía bien a pesar de lo poco que nos conociamos... "Y ahora sólo queda de él cenizas..."

Entonces veo a otras criaturas, aún más despreciables, las responsables de todo aquello. Aunque la lógica me dice que primero debería intentar rescatar lo que pudiera de entre las ropas quemadas del yayo, mi impulso de perseguirlos y rebanarles el cuello me puede y me lanzo contra ellos, hacia las rocas donde han ido a esconderse...

"Esto no puede quedar así, asquerosos goblins!!"

No había más opciones, solo podían seguir por el sendero que había seguido Nerzul, pese a que eso conllevase que pudieran caer en una trampa al igual que su compañero. No tardaron en llegar al mismo punto en el que el nigromante había fallecido, de él solo quedaban un montón de cenizas cubiertas por una red, a su alrededor se movían de forma ágil y violenta dos goblins, que entre gruñidos y chillidos parecían que tenían intención de despojar al cadáver de todo lo que poseía. Ante la aparición del hechicero y la aventurera salieron corriendo, escondiéndose entre las rocas rápidamente. El cadáver del nigromante ante los ojos de Ithilon solo evocaba un sentimiento de ira por los sucesos ocurridos, había perdido a un compañero y a un posible maestro. Con los puños ardiendo de ira, e intentando apaciguar sus sentimientos el joven se preparaba para lanzar un conjuro ante el más retrasado de los dos goblins con la intención de acabar con él.

- Malditos, esto no quedará así... -susurraba para sí, con una mirada penetrante hacia el trasgoide que corría despavorido mientras conjuraba.

Me lanzo a la carrera detrás de los goblins, intentando por lo menos atraparlos. Mi intención era cogerlos y acuchillarlos hasta la muerte...

Ithilon lanzo su mortífero rayo de fuego sobre el goblin que había perdido el paso y se retrasaba, mientras que su congénere, ajeno a sus penurias (y seguramente deseando que fuera su camarada y no él quien terminara por sufrir la venganza de los aventureros) ni siquiera miraba hacia atrás, concentrándose tan solo en correr con todas sus fuerzas para evitar una muerte segura.

El primer goblin murió en el acto, envuelto en abrasadoras lenguas de fuego, tal como había caído el nigromante, lo que no dejaba de encerrar cierta justicia. Pero el segundo logro escurrirse entre un resquicio de las rocas, pese a los denodados esfuerzos de Myrna por atraparlo. La sed de sangre había cegado a la ladrona y esta solo deseaba acuchillar aquel repugnante cuerpecillo verde hasta dejarlo hecho pedazos.

Por desgracia para ella, no pudo ser y la alimaña escapo.

Emprendió su viaja a traves de aquellas monstañas rocosas, a paso firme y decidido, dispuesto a escalar y a eliminar a cualquier enemigo de la oscuridad para llegar a su objetivo.De pronto, su tranquilidad se ve alterada por una pequeña criatura, que a juzgar por su aspecto, parecía ser un goblin, esas ratas que mataban a traición a los viajeros para después rovarle sus obejtos más valiosos.La sigue decidido a acabar con su vida por todo el posible mal que había hecho, es más, por ser goblin ya debía tener el deshonor a vivir.

-No corras criatura de la oscuridad....- exclama como si tuviera una doble voz característica de seres celestiales.

-Acabaré con tu triste vida....- dice desenvainando su martillo, saltando de roca en roca.

El lugar se parece mucho a mi propia ciudad, solo si quitaramos el cielo de lugar, estaria como en casa, la garganta reseca por los vapores, aparentes gritos que salen de la nada, y la sensación de que algo te vijila constantemente. Decididamente esto va ha ser una bonita excursión, solo si mis compañeros consigen aguantar lo suficiente podremos salir con algunos tesoros, ni mucho menos como para hacerme rico, pero si para proseguir el camino.

Sigo en cabeza del grupo mirando detras de cada piedra y olisqueando el aire, como siempre no me fio y estos compañeros se estan poniendo nerviosos muy rapidamente, les puedo oler el miedo desde aqui. Mirando hacia atras hago un gesto para que prosigan, creo que este no es un buen lugar para descansar, avancemos un poco mas para explorar.

"Mierda!! por más que he corrido no he conseguido atraparlo, la falta de comida, descanso y sobretodo alcohol me han hecho blanda y aquel estupido goblin se me ha escapado! Gruño para mi misma, cabreada como un orco.

-Esto no va a quedar así pequeño gusano harapiento!- se había escurrido entre las rocas- Me oyes?!

No voy a dejarle ir tan fácilmente así que empiezo a buscar trazos, señales, pistas en el entorno que me dirigan hacia él...

De un solo golpe aquella criatura había caído en redondo, envuelta en llamas y emitiendo desagradables chillidos de dolor. Si había golbins, puede que también hubiese orcos, o simplemente estuviesen dirigidos por alguien de un rango mayor. Mientras Ithilon veía como poco a poco el ser se convertía en un montón de cenizas, Myrna parecía no haber alcanzado al otro, e intentaba encontrar algún resquicio entre las rocas o algún pequeño camino por el que se podría haber ido. Parecía llevada por la ira al igual que el joven hechicero, y pese a la impulsividad de sus actos, no era en absoluto una mala idea intentar seguir el rastro al goblin fugado, casi podría haberse convertido en una ventaja el hecho de que este hubiera huido. Con un poco de suerte encontrarían él lugar de donde venía, y tal vez, en un caso bastante remoto, una entrada que no fuera principal a la fortaleza. Normalmente las grandes puertas acarreaban grandes trampas, así que su baza parecía mucho más buena de lo que en un principio había pensado el hechicero. Rápidamente se incorporó a la búsqueda de su compañera con la intención de dar caza a los que por allí merodeaban.

-¿Encontráis algo Myrna?-preguntaba el hechicero mientras inspeccionaba pequeñas grietas que había a los lados del camino.

-¡Que lugar mas desolado!-exclama Galauf contemplando la imponente fortaleza, reducto de los ultimos seguidores de Handukar.

El paladin mantenia la calma a pesar de todo, incluso sabiendo que en aquel lugar deberia enfrentarse a aquello para lo que se habia estado preparando durante toda su vida.

En nombre de Dalker, me hare merecedor de ostentar el sagrado rango de paladin del bien, penso mientras aferraba el amuleto que colgaba de su cuello.

-Deberiamos proseguir con cautela e inspeccionar la zona-le dijo a sus compañeros.-Si no lo hacemos es probable que caigamos en otra emboscada.

Obstinada en vengar la muerte del nigromante, ya que pese al poco tiempo que lo había conocido le había parecido un buen compañero, la ladrona persiguió al asqueroso goblin sin importarle en absoluto como. Metiéndose entre resquicios de las rocas que la arañaban y atravesando a fuerza de pura voluntad pequeñas oquedades, Myrna consiguió seguir el rastro de la fétida criatura a través de los riscos.

Resultaba evidente que el goblin sabia como moverse por ahí y que conocía muy bien el terreno, por lo que consiguió sacarle cierta ventaja a Myrna, aunque eso concluyo cuando las estrechas aberturas entre las piedras llevaron a la ladrona y al hechicero, (que la iba siguiendo todo el tiempo lo mejor que podía, aunque sin poder recurrir a la agilidad de la fémina) de vuelta al sendero principal, donde podían moverse libremente.

La criatura había atravesado un difícil atajo entre 2 puntos del camino. Pero pese a los arañazos y contusiones sufridas parecía que ambos habían llegado tarde, pues un hombre enorme y enfundado en una armadura, que portaba además un mazo gigantesco y un gran libro había capturado al goblin y lo sostenía por el cuello, mientras el monstruillo agitaba las piernas con desesperación.