Partida Rol por web

En aquella árida garganta no hay lugar donde amarrar la montura... deberás mantener las bridas en la mano mientras esperas a don Miguel.

Zagal agarra de la mi cabalgadura una soga et echamelá para trepar meior por ella.

Pasa al otro lado antes.

Cuando me hayas alzado, baja aca si lo deseas.

No seria de buen cristiano marchar con estas riquezas, aun puede ser tanmbien que Dios las hubiere puesto para nos aca.No obstante no las tomaré sin oir antes al zagal.

Señor no puedo pasar con el caballo al otro lado la tierra se derrumba, debo de echarle la cuerda a este lado. Y tampoco no puedo poner el caballo al borde que el suelo se derrumbará sino un poco alejado ya me dirá si la cuerda llega.

De esta forma le lancé la cuerda a mi Señor atada a la montura y a una cierta distancia del derrumbamiento, no quería exponer al animal a un peligro innecesario...

Goderico fue rápido. Con presteza desabrochó las correas de las alforjas de Testa y sacó una cuerda de cáñamo. Ató un extremo a la silla del animal y el otro lo arrojó al inesperado foso en el que había caído don Miguel. Instantes después el caballero era izado, volviendo a la superficie con amarga expresión.

Cruzar la garganta por la izquierda ya no era posible, y aun menos con la montura. Probablemente el suelo seguiría desmoronándose al paso de los Templaros. Pero todavía quedaban las otras dos opciones; cruzar el montículo central o avanzar pegados a la rocosa pared de la derecha.

Pasemos por la derecha, et aun no descarto saquear la tumba.

Aguarda fiel escudero, que bajaré en pro de  unos presentes que dejonoslos el difunto.

Prepara la cuerda digo, atala a la cabalgadura para mejor alzalme, pues  obraré y obraras con suma celeridad, yo en maniobra de rapiña, y tu en maniobra de alzada

La maniobra fue rápida y sin complicaciones. Don Miguel fue izado y consigo trajo una hermosa daga de plata cuya empuñadura estaba repleta de diamantes incrustados y una pesada bolsa que contenía treinta y ocho monedas en su interior. El caballero desechó varias copas en mal estado, pues su peso no compensaba su valor. Fue rápido en su rapiña, y temiendo una trampa evitó excavar alrededor del esqueleto en busca de mayor tesoro.

Con sus nuevas y valiosas posesiones los Templarios se planteaban de nuevo la manera de cruzar aquella garganta...

Afirmé con la cabeza a mi señor, al verle sacar el preciado y pequeño objeto, y un saco que por su sonido eran monedas fáciles de transportar y difícil de saber pues la bolsa podía pasar como provisión. 

Una vez más nos veíamos ante el dilema de elegir le sugiero mi señor de ir pegado a la pared de la derecha, me parece lo más acertado visto las trampas que hay alrededor. Aún así esperé la decisión de Don Miguel para seguirle.

Vallamos por la derecha, pero gastaremos cuidado et tiento en ver trampas.

Avanzáis pegados a la pared, lo más erca posible. Seguís así hasta haber sobrepasado el montículo central, y pronto llegáis a la salida de la garganta. Ante vosotros se extiende una verde llanura, antes oculta por los abruptos acantilados.

Al salir del desfiladero descendéis por una suave pendiente que lleva al pie de las colinas. Los poblados que surgen a la sombra de la Fortaleza de Alamüt se dispersan, a cierta distancia unos de otros, y en la cima del más alto de los picos próximos divisais, entrecerrando los ojos, el objetivo de vuestro viaje: ¡La fortaleza, dominio de Hasan Sabbah y de la secta de los Ismaelitas!.

No os la imaginabais tan impresionante: evidentemente resulta tan inquietante como majestuosa, recortada contra el cielo como una sombra chinesca. Para llegar hasta el pueblo de Gazorkhan tenéis que atravesar un río cruzado por un puente de piedra que se encuentra a unas trescientas varas de vosotros.

Nos dirigimos hacia el puente,, sin cruzarlo.

Nos esmeramos en esconder bien als reliquias saqueadas.

Asegurando el botín saqueado recientemente y con ojos y oídos bien abiertos los Templarios se disponen a cruzar el puente. Don Miguel dirigió el caballo hacia allí, seguido de cerca por Goderico y pronto llegaron. El aire era fresco y tonificante, dispuestos ya estaban a cruzar el puente. De repente dos personajes de rostro patibulario parecen surgir de la nada impidiéndoles el paso, con sus picas cruzadas.

- ¡Hola, villanos! ¿No vos dais cuenta de que aqueste es puente de peaje? ¡Tendréis que soltar 30 monedas si queréis cruzarlo! - Espetó uno de ellos. A lo que el otro añadió; - ¡Si, que sean 30 por barba!. -

Aquellos parecen dos bandidos de camino. Pertrechados con gambesones, lanzas y uno porta una ballesta. Ambos adornan su cinto con sendos bracamantes.

Durante todo el trayecto iba con la ballesta cargada y sacada, cuando vi a esos dos villanos salir de la espesura lo primero fue disparar hacia el que tenía ballesta.

Quieto goderico, le susurro se cazan más moscas con miel que con hiel. ponte tras de mi, et ponte los tus aperos de lucha, et carga ballesta.

Quietos señores, non usemos la pendencia, fablemos et acordemos tributo xusto.