Partida Rol por web

La situación se tornaba cada vez más oscura y eso no le agradaba a la animadora, sus intenciones estaban puestas en querer salvar a sus amigos y arreglarse con aquel psicópata cara a cara. 

Lo que nunca imaginó es que esa posibilidad estaría al alcance de su mano cuando escuchó al enfermo mental pronunciar el clásico sonido de Santa Claus en navidad,  sintiendo en todo su cuerpo como la piel se le helaba del miedo. 

Aquel sujeto iba a matar a todos y por esa razón, busca alguna botella o lo que fuese para tener algo en la mano y defenderse en el caso de que intenté atacarle. Se mantenía con su mano entrelazada a la de su novio, mientras observaba a los presentes a través de una expresión visiblemente nerviosa en su rostro. 

- Kurt...  No hagas una locura. - advirtió a su ex novio un tanto preocupada, no quería que algo malo le suceda por intentar ser el héroe de la escuela. Esto era muy grave y había que planificar una acción para no ser atrapados por él. 

Finalmente llega a sus oídos la propuesta de su ex y asiente convencida de que esa era la solución. - Vamos. - indicó mientras tironeaba de Jim para que siga sus pasos. 

Mercy echó a reír como una loca después de que las luces se apagasen y Santa Claus hiciera entrada en escena con su característica carcajada. Todos habían quedado profundamente impactados por la situación, la puerta cerradas, las luces desconectadas y el sádico asesino burlándose de ellos como la araña que se deleita con la perspectiva de la mosca zarandeando su tela sin poder hacer nada. Troy fue el único que mantuvo la calma en esa situación, gracias a su sangre fría. El muchacho alentó a los demás, especialmente a Mercy, de que reaccionaran y se mantuviesen juntos. Eso hizo que el sentido militar de Kurt se activara recordando su instrucción en los campamentos miliares a los que le enviaban todos los veranos, y reconoció en Troy la figura de líder que no se arruga ante las adversidades. Por mucho que le pesase, dada la rivalidad entre ellos, gracias a eso pudo espabilar del shock que los demás sí sufrieron.

El Santa Claus hizo su aparición blandiendo un hacha ensangrentada y con una fría y siniestra mirada que sobrecogió a todos los presentes. Incluso a quienes se habían tomado todo como parte del show se les congeló la sonrisa en la cara y empezaron a temblar de miedo, conscientes al fin de lo que ocurría. Si hubiese sido halloween la reacción hubiese sido todavía más tardía. 

Los gritos empezaron a escucharse y la gente corría de un lado a otro en la oscuridad, las únicas luces que iluminaban tenuemente la sala eran las de la puerta de emergencia, y su brillo era tan pobre que simplemente dejaba caer un haz de luz verde sobre ellos. El hacha del Santa se movía rápida, ahogando gritos y sesgando vidas. Su figura alta y robusta era imponente, la barba y el gorro le cubrían el rostro, dejando solo entrever aquella sadica mirada.

Por primera vez en su vida, se alegró de escuchar a Kurt hablar. Miró hacia la puerta que daba al interior del instituto y puso todas sus esperanzas en que no estuviera también cerrada. Asintió con la cabeza mientras pensaba a toda velocidad.

- De acuerdo, vamos a intentarlo. Peguémonos a la pared o no veremos la puerta. Todos detrás mio y atentos.

"Quién te ha visto y quién te ve", pensó sobre sí mismo. En cualquier otra situación, Troy ni se hubiese molestado por la mitad de aquel grupo que ahora se veían obligados a formar. Y mucho menos se habría imaginado siendo el que los estuviera animando a continuar unidos. Miró a Mercy, esperando que hubiese vuelto en sí.

- ¿Estás lista? -le dijo, sujetando con firmeza su mano.

Fue en ese momento cuando los gritos comenzaron a crecer en número y volumen. Incluso con la escasa luz, Troy pudo ver a Santa Claus en acción, avanzando por el gimnasio como si el local fuese suyo. Apretó el mango del cuchillo con rabia y comenzó a avanzar, esperando poder llegar a la puerta sin que los viera.

Aprovecharon la oscuridad para moverse con toda la sangre fría posible hasta la puerta que daba acceso al interior del instituto. Afortunadamente para ellos, esa puerta no había sido cerrada como la otra por lo que pudieron acceder al interior y escapar de la matanza que se estaba produciendo en el gimnasio. Muchos corrían de lado a lado, agolpándose en la puerta de salida que se encontraba cerrada, golpeando con desesperación y miedo.

Corrieron hacía la puerta principal del instituto, aquella por la que todos los días accedían y salían al centro. Pero también se encontraba cerrada y por más que probaron no encontraron manera de abrir aquella gruesa cerradura. El instituto de Highbrooke se había convertido en su prisión.

El instituto era un edificio con dos plantas y con un sótano, que por lo general se dedicaba a almacenaje de equipamiento. Era un lugar frío y humedo, la caldera no llegaba a calentar todos los rincones de aquel lugar. Y en aquella fría noche les dio la sensación de que el frío era todavía más gélido que de costumbre.

Mercy continuaba medio ida cuando Troy se plantó delante de ella, pero logró que centrase su vista en él cuando este la cogió de los brazos. Pero las palabras del joven no parecieron traspasar la mirada de la Wells, la cual miraba a Troy sin parpadear si quiera.

Tan sólo los gritos del resto de alumnos lograron sacarla de aquel estado de shock. No se atrevió a mirar hacia ningún lado, tan sólo a quien tenía delante. ¿Qué?.. ¿Cómo? Se preguntaba mientras no cesaba de mirarle. Sintió entonces como Troy la agarraba de la mano y Mercy torció levemente la cabeza ante su pregunta, como si no entendiese nada de lo que pasaba. Pero la apretó con fuerza y se puso en pie, dispuesta a correr a donde Troy la llevase.

La carrera y el dolor del hombro, comenzaron a hacerla reaccionar. Miró a sus lados mientras corría. No se podía creer que Kurt y Troy corriesen juntos hacia el mismo sitio... Ni recordaba cuando se unió con su hermana ni Jim... Al llegar a la puerta principal del instituto y ver que estaba cerrada, la joven Mercy despertó por completo de aquel estado.

Extintores! Exclamó. Nos haran ganar algo de tiempo si nos lo encontramos. Si se lo rociamos en la cara, le cegaremos un rato... dijo bajando la voz, al ver la mirada que la dedicaron todos de asombro. Y la alarma contra-incendios, alertará a los bomberos y a la policía si la hacemos sonar.....

Finalmente el asesino había hecho su acto de presencia al abrirse paso entre el gentío a base de hachazos y sangre. El santa Claus venia a por el grupo y no tardaría en dar cuenta con ellos. El momento de actuar era ahora, cuando la pequeña ventaja era nuestra.

-     ¡Vamos, vamos! – dijo Jim a su novia al sujetar su brazo con fuerza y empujar en dirección de Troy.

Camino a su amigo Jim encontró una mesa con cubiertos. Eligio un tenedor y se lo guardo en el bolsillo. Tal vez no fuera la mejor opción defensiva pero nada era peor.

Recobrado del shock de lo ocurrido, tenía que admitir que en parte gracias a Troy, se pusieron en marcha sin perder más tiempo. Jamás habría imaginado, ni en sus peores pesadillas, que un día colaboraría con aquél chaval con un objetivo común, pero no sólo lo hacía, sino que entre los dos se estaban compenetrando y moviendo a la par; era una sensación extraña, una que en parte le llenaba de asco hacia sí mismo, pero era la que le había tocado vivir. Lo hacía por Mercy y sobre todo por Lindsey, por nadie más, pero lo estaba haciendo.

Sus esperanzas, y curiosamente su idea, dieron sus frutos y entre la oscuridad pudieron moverse entre la gente hacia la puerta del instituto, atravesándola con facilidad. Si había sido un error del loco Santa o no dejar aquella salida abierta, pronto descubrieron que solo habían logrado aplazar lo inevitable; cuando los gritos de dolor y miedo se apagaran en el gimnasio aquél maníaco homicida iría a por ellos y seguirían estando encerrados; en un sitio más grande, pero sin salida. 

De manera asombrosa -y aquella noche no podía ser más rara- la siguiente idea fue de la mayor de las Wells, y curiosamente no era un mal plan. Respuesta de su repentino y conmocionado estado, parecía dispuesta a salir de allí con vida; habría estado de acuerdo, si no fuera porque él quería hacer pagar a ese malnacido lo que había hecho, y sobre todo no se arriesgaría a que los estúpidos policías le dejaran escapar para que siguiera campando a sus anchas. No, la prioridad era ponerles a salvo a los demás, y después solucionar las cosas a su manera. 

- Si vemos alguna alarma por el camino activarla si queréis, pero ahora debemos intentar salir de aquí. Tal vez podamos romper una ventana - Dijo mientras miraba de reojo a su ex, para después sacar su móvil, suspirar, y volver a guardarlo - Intentad llamar mientras tanto, yo estoy sin batería, pero no os retraséis...  

Luego centró su atención en Troy. Él seguramente se habría escapado del Instituto más veces que nadie, y eso hacía que fuera el más idóneo por desgracia. 

- ¿Sabes por donde podríais salir sin que os rompáis nada? - Preguntó, haciendo alusión a las heridas que tanto él como la gemela tenían, y por las que no sería muy recomendable saltar desde cualquier lado a la calle.

Y mientras el caos reina en todo el lugar donde Santa Claus reparte castigos a diestra y siniestra, Lindsey asiente a las palabras de su hermana creyendo que era una gran idea lo de usar los extintores. No consideraba lanzarle esa espuma, sino atizarle con el mismo hasta que quede ya sin vida porque estaba claro que la gemela dejaba de mostrarse como una chica en apuros, queriendo ayudar en esto para deshacerse de ese loco asesino. 

Ahora siendo tironeada por su novio, observa el entorno mientras busca algo que le sirva para atacar, no quería estar indefensa ante el Santa. - Toma mi móvil, prefiero que uses el mío así no estás incomunicado. -afirmó tras dárselo a su ex novio ya dejándose arrastrar por Jim. No había salida y eran muchas las personas que allí se encontraban. - ¿Nadie es capaz de defenderse acaso? - preguntó desesperada, no podía creer que todos caían como moscas. 

Al llegar a la puerta, Troy no pudo evitar cierta frustración. La esperanza de que estuviera abierta le había hecho correr sin pensar en sus heridas, pero no terminaba de sorprenderse por ver que aquella salida también estaba bloqueada.

- ¿Cómo ha podido hacerlo? -dijo mientras miraba la puerta.- ¿Cómo puede un tio así colarse aquí y cerrarlo todo?

Resopló sonoramente mientras intentaba centrarse. Por una parte quería ponerse a salvo e intentar recuperarse de todo lo ocurrido, pero por otra quería coger a aquel bastardo. La opción de la alarma no era mala, por muy poco que se fiara del sheriff y los suyos. En aquel momento no les irian mal unos cuantos refuerzos, fuesen los que fuesen. Comenzó a hacer un repaso mental sobre otras salidas del centro, pero no tenía demasiadas esperanzas de encontrase alguna abierta. No fue hasta que Kurt le preguntó sobre ello que no cayó en un detalle.

- ¿Sin rompernos nada...? -musitó para sí mismo, mientras comenzó a asentir. Había pensado demasiado en las salidas habituales, sin fijarse en aquellas más improvisadas, aquellas más "rotas".- Sin rompernos nada quizás no, pero es la única opción. En la planta de arriba, junto al laboratorio. Hay una ventana a la que le rompí el pestillo hace tiempo, por ella se puede llegar al porche de la entrada y bajar por un arbol. -se giró hacia Mercy.- Al lado del laboratorio hay extintores y la alarma de incendios.

Comenzó a caminar con decisión hacia las escaleras, cuando el comentario de Lindsey le hizo parar en seco y girarse hacia ella. Había puesto su expresión de "voy a soltarte una de las mías"

- ¿Defenderme? Oh no, es que me gusta que me den con un hacha... -su expresión cambió de sarcástica a severa, al tiempo que señalaba en la dirección general del gimnasio.- Ese tío es una bestia, por si no lo has visto ahí dentro. Hará falta algo más que "defenderse" para pararlo.

Se giró y continuó andando. Sabía que no era el momento de crear discordia y decidió no darle más vueltas al asunto, pero aquel comentario le rechinó tanto que no pudo contenerse. Necesitaba ver que su plan de fuga era viable, así quizás se le terminaría de despejar la cabeza.

Las escaleras del segundo piso no estaban lejos de la entrada, corrieron hacía allí y las subieron de dos en dos hasta llegar arriba. Troy les guió hacía el laboratorio, aunque lo cierto era que todos conocían dónde estaba por las clases de la señorita Meyers, la profesora de ciencias, la cual se encontraba en el gimnasio cuando aquel loco entró en la sala provocando el caos.

Una extraña alianza se había formado entre Kurt y Troy, y por primera vez se mostraban conformes en los mismos puntos de vida sin discutir y llegar a las manos como les solía ocurrir. Aunque Kurt tenía la intención de enfrentar al Santa Claus asesino, acompañó al grupo para asegurarse de que tanto Mercy como Lindsey se ponían a salvo.

Tal y como había asegurado Troy, junto al laboratorio había una ventana que desde la distancia parecía tan normal como cualquier otra, pero a la que Troy aseguraba haber roto el pestillo tiempo atrás para poder escapar a través de un árbol situado junto al porche al que daba acceso. Junto a la ventana estaba la puerta del laboratorio, y a su lado una alarma de incendios colocada allí inteligentemente por si algún experimento salía mal, y además un extintor en el pasillo que cruzaban en esos momentos.

Cruzaron la mitad del pasillo que les separaba de aquella escapatoria cuando la puerta del laboratorio se abrió y de ella salió Santa Claus, interponiéndose entre ellos y su objetivo. Con una sonrisa sádica y el hacha goteando sangre por su filo. La barba blanca, y todos los adornos blancos de su traje, estaban salpicados de sangre. Al igual que sus ojos, que parecían inyectados en sangre por la sed de matanza de aquel bárbaro. No sabían cómo había podido llegar allí tan rápido para cortarles el paso de aquella manera, pero allí estaba, con los ojos fijos en ellos y dispuesto a matarlos.

Volvía a ser el mismo. Tener un plan, saber que pronto las chicas estarían a salvo y que el podría encontrar la forma de pillar al Santa desprevenido y acabar con él, todo le había hecho recobrar sus fuerzas y su estoicismo; esa noche acabaría aquella pesadilla y Derek podría descansar en paz, podría enterrar aquél fantasma y ya de paso, por qué no, sería considerado un héroe. 

Aquél sentimiento de supremacía le hizo incluso mirar con cierto desprecio a Troy cuando hizo aquél comentario en respuesta a Lindsey, pero se abstuvo de decir nada, sabiendo que no serviría de nada en esos momento más que para crispar aún más los nervios y hacer más complicado todo aquello. 

Así que subió las escaleras tras el joven delincuente al que se había visto obligado a unirse, recorrió con él los largos y solitarios pasillos que parecían sacados de una película de terror, y entonces apareció. El loco Santa Claus salió sin saber como de la misma sala a la que ellos iban. La sangre de sus compañeros manchaba su hacha, y en sus ojos no se veía otra cosa que odio y sádica determinación. 

Un nuevo escalofrío le recorrió la espalda mientras frenaba en seco y daba un paso atrás sin terminar de creerse como era aquello posible...

Mientras subía las escaleras y avanzaba por el centro, Troy pudo tener la mente algo más despejada. Quizás tendrían la oportunidad de mantener a Santa ocupado el tiempo suficiente como para pedir ayuda, o podrían dejarlo fuera de combate ellos mismos. Lo importante en aquel momento era asegurarse la salida.

Pero apenas llegaron al pasillo del laboratorio, sucedió lo inesperado. Troy no pudo evitar la sorpresa al ver aparecer a Santa Claus, a escasos metros de la ventana.

- La madre que lo parió... -musitó mientras paraba de caminar.

¿Cómo era posible? ¿Cómo sabía que irian justamente hasta ahí? Aquel tipo conocía el instituto demasiado bién, lo cual no hizo más que enfadar más a Troy. Apretó el mango del cuchillo y fruncio el ceño, mientras su vista iba intermitente entre el psicópata y la ventana. Estaban atrapados, a no ser que tomaran medidas drásticas. Y fue exactamente eso lo que decidió intentar.

- Kurt ¿Crees que podrías placarlo? -dijo con decisión, tras lo que hizo una pausa.- Oye, mañana tú y yo no tenemos porqué volver a vernos la cara nunca más, pero ahora estamos los dos igual de jodidos con esto. Vamos a por él en cuanto tú me digas.

Esperó expectante la respuesta, colocándose en posición para saltar contra Santa Claus. Le dolía todo el cuerpo, se sentía débil y su oponente era una sentencia de muerte andante. Pero no había más opción. Era ahora o nunca.

- Es un ser humano, alguna debilidad debe tener. - replicó a Troy mientras caminaba junto al resto por los pasillos, luego las escaleras hasta finalmente encontrar un sitio donde podíamos estar a salvo. La idea era esa, lástima que Santa los perseguía de forma cuasi perfecta y le daba demasiado que pensar a Lindsey. - ¿Habrá dos o más tipos disfrazados? - se preguntó al observar estupefacta como se encontraba allí con el hacha ensangrentada. 

- Kurt, no tenemos opción. Yo sé que puedes. - incentivó a su ex novio mientras observaba el entorno, quería encontrar algo con que atizarle al asesino vestido de Santa Claus. En ese sentido la animadora lamentaba que su actual novio fuese un poco cobarde, había que reconocerle el rédito a su ex. 

La determinación de Troy, y los ánimos de Lindsey sobre todo, le hicieron volver a adelantarse y ponerse en medio. Su mirada iba del hacha los ojos del loco asesino, y de vuelta al goteante filo manchado de sangre aún fresca. Luego miró al joven delincuente malherido, y volvió su atención al arma que portaba aquél Santa Claus psicópata. 

Él mismo se había pegado con Troy y no había logrado apenas tocarle; el chico sabía defenderse, era rápido y hábil, y sin embargo quien fuera aquél maníaco había sido mejor, tanto que el chico apenas había logrado escapar. Un placaje era una técnica magnífica en el fútbol, contra un tío que corría y que lo que buscaba era seguir haciéndolo o simplemente frenarte. Contra alguien armado y a todas luces más veloz de lo que parecía, seguramente aquello acabaría con él tirado en el suelo acompañando con su espalda abierta al resto de sus compañeros de equipo que ahora yacerían sin vida en el frío gimnasio.

Sin embargo, seguramente era la única posibilidad que tenían los demás de escapar, y él había esquivado otras veces golpes contra él. Era posible que tuviera una oportunidad, o que al menos sirviera para que los demás tuvieran una de salir de allí. 

Como si fuera una muestra de su decisión, se colocó en posición para correr y entrecerró los ojos, observando al Papá Noel que les devolvía la mirada con el mismo odio aunque sin rastro de miedo como ellos. 

- Troy, si  me alcanza antes, simplemente corre y ponlas a salvo. - Casi susurró, casi sin voz. El no era valiente; siempre se había considerado así, pero en el fondo no lo era. No tenía nervios de acero ni sangre fría, ahora temblaba y sólo su duro entrenamiento y la convicción de que era lo correcto le hacían tener el valor para hacer aquello. Ser considerado un héroe nunca le había parecido un mal final. 

Mercy siguió a sus amigos y a su hermana como pudo. La herida del hombro era realmente dolorosa y temía dejar un nuevo rastro de sangre que aquel loco pudiese seguir. Pero ver a Troy así, tan decidido y preocupado por ella y a Kurt, trabajando codo con codo con Troy y demostrando que le importaban las gemelas más de lo que parecía, animó a la joven pija a seguir con ellos. Llegó la última, detrás de todos y lo vió allí, frente a ellos.

El color rojizo de sus ojos era tan inmenso como sus ganas de asesinar. El hacha goteaba sangre. En parte Mercy respiró aliviada pues sabía que esta vez no les había seguido, pero... ¿Cómo sabía que estábamos corriendo hacia aquí? ¿Ya no quedan jóvenes vivos en el gimnasio?

Ver el arrojo de Kurt y Troy, dispuestos a dar todo por sus vidas, hizo que Mercy comenzase a buscar un maldito extintor. Era increible que no hubiese uno cerca. Ella no podría cargarlo ni usarlo con el brazo así, pero su hermana y Jim si.

El Santa Claus comenzó a caminar pesadamente hacía ellos, sus botas negras resonaban contra las baldosas del suelo a cada paso. El hacha iba goteando amenazadoramente dejando un rastro de sangre tras de si. pero lo más inquietante de todo era la sonrisa que se dibujaba bajo la barba de su disfraz y la mirada sádica que se clavaba en su objetivo, sus próximas victimas.

Mientras tanto, Lindsey trataba de buscar algo con lo que armarse, pero no vio nada en un primer vistazo. Mercy trató de encontrar un extintor, pero el único a la vista era el que se encontraba junto a la alarma de incendios, en la puerta del laboratorio, y con un asesino maníaco en medio.

Kurt se preparo, incentivado por los demás, para tratar de placar al Santa Claus. Era un tipo grande, alto y corpulento, Kurt era fuerte, pero sin duda su función en el campo no era la de placar a los rivales. Precisamente sus compañeros se encargaban de ello para que el pudiera lanzar el balón sin ser placado. Pero Kurt era fuerte, ágil y ya había placado a tipos grandes en otras ocasiones ayudando al equipo en tareas defensivas. Sabía que podría lograrlo. El problema era aquel hacha sangrienta.

Ya un tanto nerviosa por no haber encontrado nada, Lindsey se mantiene firme con la mirada puesta en el Santa Claus. Era muy consciente de que atacaría en cualquier momento y sin poder controlar siquiera el miedo que en su interior acechaba sin miramiento alguno, aprieta sus puños con fuerza, buscando alguna forma de sacar coraje y actuar en una situación donde es capaz de morir inclusive. 

- No pienso rendirme. -  apenas alcanzó a decir tras suspirar visiblemente nerviosa, confiaba en la fuerza de su ex novio pero temía que no sea lo suficiente. Por esa razón, Lindsey al ver que su hermana buscaba algo con la mirada, una idea surgió en su mente. - Mercy, debemos ofrecer una distracción para continuar la búsqueda. Kurt solo no puede, tengo que ayudarlo y Troy está herido. - susurra en el oído a su gemela, mientras piensa en alguna estrategia para ofrecer una ayuda a Kurt. 

Ahora dispuesta a ofrecer una ayuda, espera la respuesta de su hermana o alguna indicación del resto. 

Tras correr al piso superior con la esperanza de salir por la ventana Jim tenia la vaga esperanza de salir con su novia de allí en una sola pieza, pero ahora la situación cambia rotundamente con la aparición del Santa asesino.

Los otros dos, con mejor estado físico pese a sus heridas, intentan plantar alguna resistencia pero el maniático tiene la ventaja de la sorpresa. No va a ser fácil tomarlo desprevenido.

Entonces Jim saca de su bolsillo el tenedor y luego de darle un beso en la mejilla a Linny se lanza hacia el loco del hacha. - ¡Ahora! – alcanza a escupir Jim para luego saltar hacia una muerte segura con el tenedor en lo alto.

Quizás con un poco de suerte alcance a arrancarle un ojo antes que el hacha parta a Jim por el medio…

El loco empezó a caminar hacia ellos. Cada segundo estaba un paso más cerca, y las posibilidades de que pudieran huir eran menores. No tenía mucho tiempo, debía parar a aquél asesino antes de que fuera tarde, y debía hacerlo ya. En la mirada de Troy había la misma decisión que en la suya, la decisión de lanzarse contra el Santa e intentar clavarle el cuchillo aunque le costara la vida. 

Él, por su parte, miró a Lindsey y a Mercy. No podían dejarlas solas, y sin querer ofender a Jim, eso es lo que pasaría si ellos dos morían por frenarle. No. Alguien tenía que cuidar de ellas, y no iba a ser él. Así que, por sorpresa, antes de que ninguno viera siquiera sus intenciones, golpe con la mano abierta la herida del joven delincuente, empujándole hacia atrás y la pared, pretendiendo hacerle daño para apartarle de cualquier posibilidad de atacar al asesino junto a él. 

Luego iba a lanzarse ya contra el maldito cabrón, y sólo sus reflejos lograran darse cuenta de que el novio de su ex, nervioso como estaba, se lanzaba también aprovechando el momento. Maldijo en silencio. Cerró el puño. Y entonces se lanzó contra el nerd para pararle, aunque tuviera que dejarle inconsciente. Sólo esperaba ser suficientemente rápido. Solo unos metros les separaban del hacha, y no quería sentir su filo sin siquiera defenderse.