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Sangrientas Navidades 4: Los regalos de Santa

Ilusión navideña

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02/02/2021, 18:14
Director

Birchmont languidecía en los últimos años tras haber entrado en una lenta e inexorable decadencia después de que un imitador de Erik Stark, el asesino que se disfrazaba de Santa Claus para sembrar el terror armado con un hacha, hubiera matado a un grupo de chavales que bebían en el cementerio y a unos cuantos agentes de la oficina del sheriff en la Nochebuena de hacía cuatro años. Durante ese tiempo, el abandono de los habitantes de Birchmont había sido progresivo. En su mayoría emigraban cerca, a Bemidji, pero también había quien quería poner toda la tierra de por medio posible con aquel pequeño pueblo en el corazón de la fría y siempre nevada Minnesota. También había quien había sido atraído a Birchmont por las leyendas de Stark y se había instalado recientemente en la localidad. Incluso había quien pretendía vivir de ello. Birchmont ahora contaba incluso con una medium. Por otro lado estaban quienes nunca se habían ido del pueblo y se mantenían aferrados a la esperanza de que aquel lugar volviera a ser como fue antes, o al menos una versión mejorada de lo que era ahora. En este último grupo estaba el sheriff Jonathan Seabert, que cuatro años atrás, tras lo ocurrido con el imitador, puso fin al luto que le había mantenido soltero desde la tragedia del instituto Highbrooke y rehizo su vida con una mujer llamada Amanda. Tuvieron incluso una hija, Sara, pero la relación duró. El motivo por el cual Amanda y Sara se fueron de Birchmont era algo que ni siquiera el mejor amigo de Jonathan, el ayudante del sheriff Adam Townsend sabía, aunque sospechaba que las pesadillas y los largos días de depresión tuvieron que ver. Jonathan había querido arreglar todo demasiado rápido, haciendo borrón y cuenta nueva, y durante un tiempo aquello había funcionado. Pero no tardó en desmoronarse. Ahora solo podía ver a su pequeña Sara una vez al mes y en festividades como aquellas, por mucho que Jonathan las odiara.

Birchmont estaba sufriendo una crisis sin precedentes por culpa de aquella figura navideña que en otros lugares enternecía y que aquí provocaba escalofríos. Todo lo tocado por el monstruoso Santa había quedado irremediablemente maldito, especialmente el viejo instituto Highbrooke. Los años de gloria del viejo instituto de Birchmont hacía tiempo que habían pasado, y la fama obtenida tras los asesinatos de Erik Stark no han hecho más que precipitar su decadencia. Con el objetivo de mejorar esto, el director Elliot Cameron lanzó una propuesta de renovación del instituto que incluía la demolicion del viejo instituto, algo que fue muy bien acogido tanto por los antiguos alumnos como por los padres de los alumnos actuales. Desde mediados de diciembre, el centro ha permanecido cerrado a los alumnos para comenzar el desalojo del material reutilizable y la recolocación de los alumnos hasta que las obras del nuevo instituto se terminen. El objetivo previsto era que antes de que acabara aquel año se pudiera proceder a su demolición, pero había habido algunos retrasos con las obras.

El declive de Birchmont había afectado incluso al centro comercial del que años atrás presumía. Los grandes almacenes McCormarck, un nombre que había llegado tras varios cambios de propietarios recientemente, había sido hasta hacía dos años uno de los lugares de referencia del pueblo. Pero de los últimos incidentes relacionados con el Santa Claus asesino y el abandono progresivo de los habitantes del pueblo, muchos locales se encontraban en desuso. A pesar de que tenía espacio para más de cincuenta tiendas, más de la mitad estaban vacías y el lugar empezaba a tener un aspecto cada vez más descuidado. Eso sí, seguía contando con zonas de ocio operativas, como la bolera, la pista de patinaje y las salas de cine. Aún así, todavía era el lugar en el que las familias iban a hacer sus grandes compras, sobre todo las navideñas. Y aunque aquel año era el décimo aniversario de la matanza del viejo instituto, y de que la Navidad era una fecha que en Birchmont provocaba un escalofrío terrible, los habitantes del pueblo la seguían celebrando. Incluso aquellos viejos alumnos que habían sobrevivido a la noche en que Stark decidió sesgar la vida de decenas de sus compañeros. Y la razón eran las pequeñas criaturitas cargadas de ilusión navideña que habían llegado al mundo tras aquello. Y es que ¿qué no haría un padre o una madre por sus hijos?

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02/02/2021, 20:29
Charlie Peyton Crookshanks

Había permanecido en la casa durante dos semanas. Mi agorafobia (bueno, no es que tuviese, pero a todos los efectos era lo mismo) se había acrecentado. Desde la "huida" de Mary, nada tenía sentido. Ella había sido mi oportunidad, la última, y finalmente la había perdido. No había sido algo premeditado porque todo parecía ir bien; porras, yo era feliz, y me parecía que no podía salir nada mal.

Pero en el fondo, era aquel maldito pueblo y quizás... bueno, seguramente, yo había terminado por asfixiarla.

-Siento que no puedo respirar, me dijo en un momento dado. Quieres estar conmigo a todas horas y yo necesito también mi vida.

Yo solo deseaba estar con ella y disfrutar de cada segundo de mi vida a su lado, porque hasta ese momento me parecía que no había tenido nada que me hiciese albergar la idea de que merecía la pena continuar.  El suicidio de Sandy me había dejado en shock pero lo había superado gracias a Mary. Ahora todo volvía, peor que nunca, y me parecía que quizás lo que había hecho Sandy no era tan mala idea como me había parecido en un principio.

Desde que estaba sola, lo único que había hecho era comer. Había engordado... bueno, no sabía cuánto, porque había dejado de pesarme y me limitaba a comprar ropa cada vez más grande.

A estas alturas, me costaba moverme, pero no me importaba. Me había cuidado y no había logrado más que acumular tristezas y más tristezas, y solo había incrementado mi certeza de que el mundo era un asco. Ni siquiera tenía tiempo para pensar en ese demonio que había estado a punto de matarnos, salvo para determinar que de haberlo hecho, no habría perdido nada.

Aquel día vi que la nevera estaba vacía y que me hacía falta unas nuevas bragas de tamaño dinosaurio, porque las que tenía las había descosido, así que hice acopio de valor, me vestí y me fui al centro comercial. Moverme era un poco suplicio, pero aún lo era más no disponer de bolsas de patatas y bizcocho de chocolate, los dos alimentos básicos de mi dieta durante el último mes.

Ni siquiera el hecho de que fuera navidad e hicieran diez años de la masacre, me preocupó en lo más mínimo. Lo único que quería era asaltar el supermercado y regresar a casa para ver la película lacrimógena de la semana y llorar como una magdalena... antes de tomarme diez como si fuesen aspirinas.

Así que logré levantarme del sofá, vestirme, salir de casa y dirigirme hacia el centro comercial. El aire me molestaba; la gente que se volvía para mirarme me molestaba; la vida me molestaba.

 

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02/02/2021, 22:03
Halle Morrison

Halle paseaba con su marido Sean por el centro comercial para hacer aquellas compras de última hora. Y es que los regalos de los niños y de sus padres se habían perdido en el vuelo. Habían hecho la reclamación correspondiente, pero la maleta no aparecía y la Navidad estaba a la vuelta de la esquina y nunca mejor dicho.

Así pues, el feliz matrimonio optó por ir a comprar nuevos regalos, distintos a los que se encontraban en la maleta perdida por si esta aparecía, mientras que sus hijos disfrutaban de sus abuelos en la seguridad del hotel.

- No te imaginas como ha cambiado todo esto desde la última vez que estuve aquí. - Le dijo Halle a Sean mientras caminaban entre el gentío cogidos de la mano. - No se si sería capaz de reconocer a alguien en este lugar... y la verdad es que no quisiera que me reconociesen. El instituto aquí no terminó del todo bien para mí y no conservo amigos de esos días.

Por quien sí había preguntado en su momento al llegar, fue por Kurt. Si quiso saber que tal le fue al capitán del equipo del insituto y enseguida le dijeron que se había casado y mudado a España, un país tercermundista de América del Sur. Halle miró al informador enarcando una ceja y este le aseguró que así era y que había llevado durante años el mejor taller mecánico de coches del lugar hasta su marcha.

Con Kurt en Europa, Halle ya no tenía más interés en saber de nadie más. Ni tan siquiera de quien fuese una de sus mejores amigas: Mercy Wells. Aunque si le quedó pendiente ir a visitar la tumba de Hellen. Algo que haría cuando pasase la fatídica fiesta que aún le provocaba pesadillas. Pensar en ello hizo que su cuerpo diese un pequeño respingo. - Sean, mi amor, voy un momento al aseo. ¿Me esperas aquí? - Dijo besando su mejilla para luego dedicarle una sonrisa.

Una vez en el baño, Halle sacó un frasco de pastillas y se tomó una. Se lavó las manos y esperó un poco antes de volver junto a su marido. El calmante no tardaría en hacer efecto. Solo tendría que lidiar con la ansiedad durante unos cuantos minutos. Esperaba que mirar escaparates y buscar los regalos perfectos de nuevo, le ayudasen a pasar ese mal rato...

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03/02/2021, 17:23
Troy Jacobson

Menudo viaje. Carreteras interminables, un coche pidiendo clemencia cada pocos kilómetros, moteles donde ni las ratas querrían entrar... Pero el frío, el viejo y familiar frío de Minnesota, eso parecía animar a Troy. No tanto a Sidney, por supuesto, quien se aseguró de quejarse por ello siempre que Troy parecía olvidarlo durante unos segundos. Volver a ver el lago Bemidji fue como un espejismo, como si estuviera viendo un episodio de La Alegría de Pintar de Bob Ross y aquel paisaje fuera la pieza final. Recordó los ratos agradables que había pasado allí, cuando tenía la edad de su hija. Pero entonces recordó también estar jugando en la nieve y encontrar una cinta policial. Recordó a Mercy, huir con ella de clase, protegerla de un hachazo. Recordó la nota de suicidio de Malcom. Recordó a Santa, las luces apagándose durante el baile, los gritos. Y justo cuando empezaba a visualizar aquella puerta en aquella casa, aquella puerta que debería haber abierto, la pequeña Sid le sacó del peligroso ensueño en el que se hundía.

- Uau, ¿está congelado? -preguntó con curiosidad- ¿Podremos ir un día? 

- Claro. -contestó él con una sonrisa, sorprendido.

La visita con el notario fue fría y rutinaria. Al fin y al cabo, todos los presentes sentían absoluta indiferencia por la muerte de Alex Jacobson. "No lo sienta" fue la contestación de Troy a las condolencias que le dio el notario. Las posesiones de su padre eran pocas, pero ahora eran suyas. Aquel mismo día Sid y él fueron a la que había sido su casa. Troy se quedó largo rato mirándola desde fuera, casi como si esperara que un equipo de producción retirara aquella falsa fachada del escenario. Fue Sid quien tiró de él para que, según sus propias palabras, abriera la puerta de una puta vez. La casa estaba prácticamente como la había dejado hacía ya diez años. Había alguna lata de cerveza aquí y allá, y las paredes seguían necesitando una mano de pintura. Aprovechando que Sid investigaba por su cuenta mientras se quejaba del sitio, Troy fue a su antigua habitación y se sorprendió al ver que todo estaba allí. Sus discos, sus posters, incluso la pila de canciones que nunca llegó a terminar. Abrió la ventana y se asomó. Incluso la pequeña nevera de viaje donde escondía cervezas de su padre seguía allí. ¿Por qué? Después de todo lo ocurrido, de las peleas, de su desaparición, ¿por qué su padre había mantenido aquel cuarto intacto?

Tras un paseo en coche, al que Troy tuvo que acompañar de un "Sí, el pueblo es una mierda" cada vez que Sid habría la boca, decidieron pasar por el centro comercial. Al fin y al cabo, aquel sitio era lo único realmente interesante que tenía Birchmont, y necesitaban comprar comida y algunas cosas para la casa. Troy reconoció muchas caras, la mayoría incapaces de contener la expresión de sorpresa al verle, pero no hizo intento de saludar a nadie. Aun tardaría un tiempo en sentirse a gusto por haber vuelto, si es que lograba hacerlo. Al pasar frente a las tiendas se percató que ninguna tenía decoración ni sonaban villancicos ni veía al Santa Claus habitual. Al parecer, no era el único que había dejado de celebrar la Navidad. Entonces tuvo un momento de claridad extraño

- Oye Sid -dijo con voz comedida-, sé que nunca hemos celebrado la Navidad, pero... Si quieres algo de regalo, sólo tienes que decírmelo.

Joder, qué padre de mierda. Se había pasado años evitando las Navidades sin darse cuenta que le había negado a su hija unos momentos que podrían haber sido especiales. Dejó que su hija diera una vuelta libremente mientras él se encendía un cigarro, a pesar de estar dentro del centro comercial. Los viejos hábitos nunca mueren. Caminaba sin prestar mucha atención cuando se cruzó con una chica que le sonaba. Aquello no era extraño, todo Dios se conocía en aquel pañuelo de pueblo, pero había algo especialmente familiar en ella. ¿Sería alguien del instituto? Por la edad bien podría serlo, aunque no recordaba a nadie con sobrepeso que se pareciera a ella. Se la quedó mirando sin disimulo alguno y con el ceño tan fruncido que casi se le doblan las cejas sobre los ojos. Entonces tuvo una revelación.

- Oye -le dijo mientras se acercaba-, ¿no fuiste tú quien le dio plantón a aquel tipo tan alto en el Highbrook? Del grupito de deportistas, un tío muy alto y flaco. Cómo se llamaba... Thomson, Tomberg...*

No eran las ganas de socializar lo que le habían llevado a acercarse a ella. Era la satisfacción de recordar a uno de los capullos del instituto siendo rechazado. Ni se acordaba del nombre de aquel mamón, pero juraría que era del grupo de amigos de Kurt, y el simple hecho de recordar las mofas que se llevó después de aquello aun le alegraban el día.

Notas de juego

* Diría que en la anterior comentamos que Adam y Charlie salieron durante unas semanas en algún momento durante el instituto y luego lo dejaron

Uau, disculpen el tocho

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03/02/2021, 20:19
Charlie Peyton Crookshanks

La gente parecía haber olvidado lo que significaba la navidad en aquel lugar. Eran no pocas las familias que de una manera u otra, habían perdido gente conocida e incluso importante para ellos, debido a aquel maldito psicópata y sin embargo, allí estaba, como si nada hubiera ocurrido, olvidándose de todo y transmitiendo la sensación de que la vida debía continuar a cualquier precio.

A mí ya casi nada me importaba, ni tan siquiera el grosor de mis piernas, que se estaban aproximando peligrosamente a dos troncos de secuoya, pero es que además, ahora veía a la humanidad de una manera diferente. Antes me parecía que las cosas me marchaban mal y que mi desdicha era fruto de la mala suerte. Ahora, además de eso, también me parecía que allá donde mirara había gente más feliz que yo y que no se lo merecían, así que dentro de mi indiferencia, había cierto grado de envida, mucha frustración y una buena cantidad de desprecio, fruto de todo lo anterior.

Pero bueno, mientras no me molestaran y tuviera la despensa llena, podían seguir yendo de compras y escuchando villancicos, mientras no apareciese nadie cantando a mi puerta porque de hacerlo, era capaz de echarle un cubo con gasolina y prenderles fuego, o como diría Ebenezer Scrooge, que se había convertido en algo así como un héroe para mí, al menos al principio de la historia, a todos los idiotas que fuesen por ahí diciendo "Feliz Navidad" los metería en una cazuela y los enterraría con una estaca clavada en el corazón.

Mientras pensaba en todo aquello, disfrutaba de una magdalena rellena de chocolate y miraba los escaparates de camino al supermercado, oí una voz a mi espalda de alguien en quien no me había fijado antes. Al verle el rostro, me sonó familiar, pero no estaba segura de quién era. Quizás hacía varios años que no lo veía, pero no recordaba exactamente de qué lo conocía ni cuándo lo había visto por última vez.

Pero lo que dijo sí que era verdad.

-Eh... Sí, Adam Townsend. Hace muchos años de eso. ¿Y tú quién eres? Me resultas familiar pero ahora mismo no caigo -dije, dándole el último mordisco a mi magdalena rellena de chocolate.

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04/02/2021, 12:59
Jim Thompson

Un cielo encapotado, gris plomizo, era algo que, aunque no solía ver normalmente desde la ventana de su cuarto, con la persiana siempre medio bajada, le resultaba familiar. Le recordaba a las nubes de vapor que normalmente adornaban el techo de su habitación, condensadas a medida que las caladas se iban sucediendo, canuto tras canuto. Allí en la calle, en cambio, el aire era húmedo y frío, muy frío. Uno de esos que, por muy abrigado que uno estuviera, calaba hasta los huesos; cada vez que soplaba, por muy leve que fuera la brisa —y no solía serlo—, tenía la sensación de que se iba a congelar en el sitio. Ya sentía los dedos de las manos entumecidos, aunque ni siquiera eso era un impedimento para liarse el próximo cigarrillo. No para él. Aún así, tenía que ir pensando en un vapeador, más cómodo, y un colega le había contado que pegaba más fuerte. Sin duda esas eran buenas fechas para probar si era cierto, y era el motivo de que hubiera salido y se dirigiera al centro comercial.

Encendió el peta reciente unos minutos más tarde, se paró y, con los ojos cerrados, disfrutando el momento, le dio una buena chupada, profunda, que llenó sus pulmones. Mantuvo ahí el humo un buen rato y después lo dejó escapar con una larga bocanada que creó una nube a su alrededor, la cual atravesó de una zancada al ponerse a andar de nuevo. Nadie le miró dos veces, todos le conocían allí.

Era un viejo conocido de Birchmont, al menos para aquellos que llevaban toda la vida en ese pueblo cada vez más abandonado. Había pocas caras nuevas, muchas que iban perdiéndose por el camino y, cuando llegaba la Navidad, otras tantas se esfumaban de allí, aprovechando cualquier excusa para irse lo más lejos posible de esa cloaca. Él lo había intentado, como tantos otros, pero lo suyo no había funcionado. No, claro que no. Que hubiera llegado a pensar que podría irse, tener una nueva vida, solo demostraba lo desesperado que había estado. Pero ya ni eso, ahora había aceptado las cosas, estaba solo y estaba bien. Ya ni siquiera sufría pesadillas, sus sueños eran pura fantasía desde hacía bastante, y la ansiedad casi había desaparecido. Casi. Eran las ventajas de que a uno le diera todo igual.

Ni esto me afecta. Se había vuelto a detener, esta vez en la acera contraria frente al instituto demolido, en proceso de reforma se suponía. Allí había conocido algo parecido al amor, a la amistad y a sentirse parte de un grupo. Habían sido buenos años, hasta que Erik Stark había decidido ponerle fin de la manera más brutal que a uno se le ocurriera. Jim tuvo un estremecimiento. Ni esto... Casi. Echó a caminar de nuevo, a paso rápido esta vez.

Con esas, dejando discurrir pensamientos que le iban poniendo cada vez más nervioso, pero que mantenía a raya con la práctica de un adicto que era capaz de centrarse única y exclusivamente en llevarse su medicina a los labios, llegó al malogrado centro comercial, que en los últimos años, especialmente desde el última matanza, obra de un imitador que debía de creerse muy gracioso, se había ido a pique. Lo que diez años antes había sido un sitio lleno de vida, ahora estaba en claro declive, con más de la mitad de las tiendas cerradas. La que buscaba, por suerte, seguía allí, en un pequeño rincón, apenas visible, pero inconfundible con el dibujo de una hoja de maría en el cartel. Fue allí directamente.

Salió un rato después con su nuevo aparato —uno que le habían asegurado que era de los mejores—, además de otras cuantas cosas más, y con lo que le había sobrado decidió aprovechar para comprarse unos redbull en el super. Hacía allí iba cuando se cruzó con aquellos dos y se quedó con la boca abierta. Y no es que reconociera a aquella mujer bien entrada en carnes que se chupaba de manera sutil (o eso debía de pensar ella) los dedos tras acabarse el muffin, pero el tipo que estaba con ella, ese era inconfundible.

¡El jodido Troy Jacobson! —respondió él a la pregunta, acercándose a la pareja—. No me jodas. ¿Eres tú? ¿De verdad eres tú? Que coño haces aquí, macho. Hacía que no te veía... Yo que sé, una eternidad. ¿Te has cortado el pelo?

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05/02/2021, 15:20
Troy Jacobson

- ¡Eso, Townsend! Agh, qué rabia de tío...

Troy se llevó una mano a los ojos, como queriendo apartar las imágenes del grupito de Kurt y compañía. Aun a día de hoy, después de tantos años, sentía cierta animadversión hacia ellos. La pregunta de la chica, por suerte, le hizo volver a la realidad. Troy y sus modales de siempre.

- Oh, claro. Me llamo...

Pero no pudo contestar, ni le hizo falta. Alguien acababa de gritar su nombre, y al girarse a ver quién era se llevó una extraña pero grata sorpresa. Allí delante, con una pinta sorprendentemente parecida a la de hacía una década, estaba Jim.

- ¡La madre que te parió! -gritó lanzando el cigarro al suelo y dándole un enérgico abrazo a su amigo.- ¡Tío, estás igual! Justo he llegado hoy, estoy aquí con mi... -miró por el centro, intentando encontrar a Sid.- Bueno, luego te la presento. ¿Y tú qué tal? ¿Sigues viviendo aquí? Justo me he encontrado con ella -señaló a la chica.- Hablábamos del caraculo de Townsend, el larguirucho aquel que hacía atletismo, amigo de Kurt en el Highbrook. ¿Recuerdas? -al volver la vista hacia ella, volvió a caer que aun no se había presentado con normalidad.- Joder, perdona. Soy Troy y este es Jim, por si tampoco te acuerdas de él. Creo que no íbamos a la misma clase, pero sí al mismo curso, ¿puede ser? Tampoco recuerdo tu nombre, discúlpame.

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05/02/2021, 18:48
Charlie Peyton Crookshanks

Aquel encuentro entre los dos amigos era lo último que me apetecía. Volver a hablar con alguien... prefería dejarlo; recuperar viejas amistades... mejor ni tocarlo. Pues ahora, las dos cosas a la vez. Todo lo que mi fantástica depresión necesitaba para seguir adelante como un caballo desbocado.

Bueno, eso y el oír el nombre de alguien conocido, además de Adam.

Kurt.

Aquel nombre me devolvió a lo que no hacía tanto tiempo que había ocurrido, aquella navidad trágica que se saldó con demasiados muertos, entre ellos mi amiga, pero que al final, para mí, quedó al margen de mi encuentro con Mary. 

Al pensar en ella me invadió más que la nostalgia, el dolor inconfundible de la pérdida y sobre todo, la desilusión, porque en ella había puesto todo lo que tenía. Cuando yo pensaba que a partir de ese momento, todo sería mejor, bueno, y que me había ganado un pedazo de cielo en la tierra, no tardé en descubrir que era solo el preludio del desastre más desastroso, o mucho mejor, la caída en un pozo de desesperación profunda.

Necesitaba más chocolate desesperadamente. 

Los dos parecieron alegrarse un montón de haberse encontrado, tanto que incluso no se olvidaron de mí. Me pilló un poco de improviso que les importara saber cuál era mi nombre, así que respondí como pude, demasiado deprisa, y aun masticando el último trozo de magdalena.

-ChmsdlyCrmmnzmshs

Al darme cuenta de ello, terminé de tragármelo y volví a intentar decir mi nombre

-Charlie Crookshanks. Mis amigos me llamaban Peyton.

Aquellos dos guaperas no tenían nada que ver conmigo. Quizás con Peyton sí, pero no con Charlie la Vaca, que era como me llamaban ahora.

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06/02/2021, 00:36
Halle Morrison

Halle no tardó en salir y se aferró al brazo de su marido como si no hubiese en su vida más hombre que él. Le sonrió le besó en los labios. - Creo que a Steven si tendremos que comprarle el mismo juego... si aparece la maleta, pues se lo regalaremos a otro niño que no lo tenga. - Le dijo a Sean.

Ambos tenían un buen salario y podían permitirse cosas que la clase media tendría vetada, aunque realmente ser profesor o ayudante de un afamado y un tanto maniaco doctor, no les convertía en millonarios, ambos sabían priorizar y vivir cómodamente con lo que tenían. - Supongo que habrá una tienda de videojuegos por aquí... - Dijo mirando a todos lados y entonces fue cuando los vio.

Halle se detuvo en seco y su rostro empalideció levemente. Troy Jacobson y Jim Thompson, los amores de las Wells estaban unos metos más allá hablando con alguien que, si se hubiese movido un par de pasos más a la derecha, hubiese entorpecido el campo de visión de ambos. La mujer se llevó el dedo índice a los labios y su marido la miró extrañado y con una leve sonrisa.

- Creo que deberíamos intentar pasar desapercibidos. Dudo que después de tanto tiempo, los dos fumetas del instituto me reconozcan... - Miró a su alrededor. - Más aún con lo colocados que iban siempre... aunque tengo curiosidad por saber quien es la enorme bola con la que están hablando... pero, ¿recuerdas a Mercy Wells? Mi mejor amiga del instituto... dejamos de serlo por culpa del capullo ese que necesita que le de un poco el sol de lo blanco que está. El rubito era el novio de su hermana... iban de reinas y de divas y... eligieron lo peor de cada casa. Pero creo que eso ya te lo he contado. - Sonrió a su marido y le volvió a besar.

- Pasemos de largo, he visto que la tienda de juegos está un poco más allá. Con suerte estarán en su mundo, colocados y ni me reconocerán. Además, por aquel entonces llevaba el pelo más largo y mi piel estaba más oscura gracias al sol del lugar. - Aferrada a Sean y más cariñosa que nunca, se diría incluso que buscando su protección, continuó la marcha junto a él, esperando pasar desapercibida para aquellos dos errores de la naturaleza y su enorme amiga.

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08/02/2021, 12:39
Jim Thompson

Charlie, Charlie, Charlie. —Había retazos, entre el humo de los recuerdos.

¿Había conocido a una Charlie en el instituto? Era posible, no se acordaba. Prefería no recordar esa época. Habían pasado tantas cosas, tantas cosas horribles. El pasado quedaba muy lejos, pero aún así, estaba lejos de ser superado. Escondido, ahogado, eso si. Pero no superado. Jim sufrió un escalofrío que le devolvió a la realidad y le hizo dar un traspié hacia atrás. Chochó con algo. Alguien, pensó al darse la vuelta. Esas cosas le pasaban por salir de casa.

Eh, yo, lo siento —se disculpó con la morena mujer, elegantemente vestida, que se le había quedado mirando con los ojos ligeramente abiertos, un poco pálida—. ¿Está bien señora? ¿Le ocurre algo? —Ella... Tenía algo familiar, no sabría decir el qué. ¿Del trabajo? Tal vez alguna secretaria, aunque parecía más bien una directiva, de esas que pasaban por allí de reunión en reunión y no hacían caso a nadie. La escudriñó un poco mejor—. ¿Nos conocemos?

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11/02/2021, 13:08
Sean Morrison

-La verdad, querida, creo que exagerabas un poco. - Dijo con voz cálida el marido de Halle. -Esto no está tan mal. Cuando me describías este lugar me imaginaba una gasolinera de mala muerte en mitad de un pueblucho. ¡Pero mira esto! Vale que hay más tiendas cerradas de las que debería, pero no está nada mal. Creo que a los chicos les encantaría venir, tal vez deberíamos traerlos esta tarde. ¿Qué tal si comemos en ese sitio? - Dijo señalando uno de los locales de la zona de restauración del centro comercial que había descubierto mientras buscaba la tienda de videojuegos.

Sean escuchó de manera comprensiva las reticencias de su esposa a llamar la atención, a pesar de que tan elegantemente vestidos ya les resultaba difícil escapar a las miradas de quienes se preguntaban quién serían. Halle reconoció a un grupo que tenían frente a ellos como antiguos compañeros de clase. Le hubiera animado a saludarles, pero ella ya parecía demasiado nerviosa con la vuelta a Birchmont y no quería atosigarla. Pero uno de los tipos, precisamente el rubito que había sido novio de la amiga de Halle, tropezó con ella al echarse hacía atrás inesperadamente. Parecía haber reconocido a Halle y se dirigió a ella tras disculparse por el incidente. Sean, ante lo inevitable de la situación, decidió echarle un cable a su esposa.

-Sean Morrison. -Dijo alargando la mano hacia el rubito mostrando una sonrisa. -Usted también me suena, ¿no le vendimos el buick la semana pasada?

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11/02/2021, 13:41
Jim Thompson

Jim, algo azorado con la situación, desvió la mirada de Halle para enfocarla en el marido de esta. Tardó unos segundos en darse cuenta de que le había tendido la mano como saludo, y un poco más en estrechársela, un apretón algo exánime y fugaz. Su atención iba del hombre a la mujer y de vuelta a este, una y otra vez. En una de esas, en la que su vista estaba clavada en Sean, torció el gesto.

¿El buick? Eso es un coche caro, ¿no? —Pese a que tenía una cultura general bastante amplia, la automoción no era uno de sus puntos fuertes—. No creo, no... —Volvió a ladear la cabeza una vez más—. Me suenas de otra cosa. ¿Trabajas en Bemidji?

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11/02/2021, 13:56
Halle Morrison

- Bueno, era la mejor manera de hacer que no quisieras venir, pintarte un lugar de mala muerte. - Y para Halle eso era Birchmond desde que ocurrió aquella primera matanza de la cual salió ilesa físicamente, pero no mentalmente. - Pero... en fin... ¡sorpresa! - Sonrió a su marido tratando de dejar el pasado atrás. - Comeremos donde quieras mi amor. Yo ya no se si un lugar es bueno o no... lo único que se es que el hotel de mis padres aún funciona bien. Fuieron muy inteligentes gestionándolo de tal manera que tanto ricos como menos adinerados tuviesen acceso a él y a sus servicios incluso sin estar alojados en el hotel. Eso es lo que les mantiene aún en pie. Pero bueno, eso tú ya lo sabes. - Le dijo cariñosa besándole en la mejilla. - Traeremos a los niños cuando estén las compras hechas. No quiero que se les estropee la ilusión... al menos que ellos la conserven. - Añadió con pesar agarrándose temblorosa a su marido recordando aquellos ojos sin vida golpeando a Hellen con su hacha.

Casi cuatro pasos después, alguien tropezó con ella. Halle miró a Jim con los ojos abiertos como platos y empalideció pensando que iba a ser reconocida, empalideciendo más al ver como su marido se presentaba a Thompson. Pero sus siguientes palabras calmaron a la mujer. Hallen no quiso hablar, por si reconocían la voz, pero debía responder a Jim al menos a sus disculpas. - Tranquilo, no se preocupe. No ha sido nada. Por fortuna estaba agarrada a mi marido. - Dijo tratando de ser agradable, lo que le suponía un enorme esfuerzo con Troy delante.

Halle no pudo resistirse al capotazo que le había echado su marido. - Sí, puede ser de eso, cielo. - Dijo a Sean. - Lo lamento, yo veo a demasiada gente a diario por mi trabajo y no me quedo con las caras. Por eso me casé con él. - Dijo a Jim disculpándose ella en ese momento, esperando así acortar la conversación y poder marcharse antes de ser reconocida, dejando aquella pequeña broma tras de sí. Pero Jim no cedía. - No, lo siento. Solo hemos venido a pasar las navidades aquí con nuestros hijos. - Respondió al hombre. - Trabajo en un hospital de Jersey, así que si no es por el buick, quizás le haya tenido de paciente en... las consultas gratuitas del hospital.

Pero sus ojos se clavaban en Troy con demasiada frecuencia en lugar de estar pendientes de Jim y de vez en cuando miraba a la enorme mujer que les acompañaba, tratando de recordarla.

Notas de juego

Me pisaste Jim, menos mal que solo tuve que añadir un poco xD

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11/02/2021, 14:04
Jim Thompson

Negó, indeciso—. No, no he estado en Jersey. Eso pilla bastante lejos. —Sonrió—. Bueno, me he debido de equivocar. Perdón de nuevo.

Empero, no le había pasado desapercibido que la mujer no dejaba de mirar a Troy. Siempre había sido así, claro, solo que en esa ocasión le parecía extraño tal descaro, delante del marido. ¿Serían una de esas parejas que llevaban relaciones abiertas? Parecían muy serios para eso, chapados a la antigua, una nueva generación de ricachones de los de antes. Aunque claro, esos al final eran los que más sorprendían. En cualquier caso, no dijo nada más, no fuera a cagarla; al fin y al cabo, no era su problema.

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11/02/2021, 14:31
Troy Jacobson

- Mmm... Peyton... -dijo para sí mismo. -Me quiere sonar. Pero vaya, casi mejor que...

Iba a decir que casi mejor que no se acordara de ella, pues si lo hacía significaba que habrían tenido problemas en el pasado. Pero curiosamente, la casualidad quiso no sólo interrumpirle, sino reafirmar aquella idea cuando el bueno de Jim tropezó con una supuesta extraña. Quizás los presentes no terminaran de saber quién era, pero Troy sí. Se la quedó mirando fijamente, sin intención alguna de disimular, expectante por ver cómo reaccionaba. No se sorprendió mucho al ver que intentaba escurrir el bulto. Pobre marido, si él supiera...

- No te has equivocado, Jim. -dijo mientras se llevaba otro cigarro a la boca.- Era amiga de Mercy en el instituto. Era.

Troy no tardó mucho en irse del pueblo tras la tragedia, pero incluso hasta él llegaron los rumores de cómo Mercy había sido abandonada por todos los que alguna vez fingieron ser sus amigos. Al parecer, en la corte de los mentirosos no sienta bien la verdad, y cuando Mercy necesitaba más apoyo sólo se encontró con malas caras y desprecio.

- Troy Jacobson. -dijo alargando la mano hacia Sean.- Fuimos todos al mismo instituto. Creo que Halle iba a clase con Charlie, de hecho.

Si Halle se pensaba que se iba a largar sin más, sin pasar un poco de vergüenza, lo tenía claro. Tenía curiosidad por ver cómo reaccionaba ahora que se le habían escapado las coartadas.

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11/02/2021, 15:07
Halle Morrison

- No se preocupe... son... cosas que pasan... que tengan un buen día. - Y con esto Halle pensó que salía airosa de la situación, hasta que Troy habló. La mujer le sostuvo la mirada en silencio de Jacobson viéndole fumar. Había cosas que no habían cambiado.

- Cierto. Fui amiga de Mercy Wells pero prefirió elegir al amor que la dejó tirada en Birchmond sin despedirse de ella a sus amigas. De todas maneras al poco de marcharte tú de aquí, mis padres me mandaron a Jersey y no volví hasta ahora. - Miró a la enorme mujer. - Y no, lo siento... no recuerdo a ninguna Charlie en mi clase. Estábamos en el mismo curso, el último, solo que Hellen y yo íbamos a la clase de al lado vuestra. De estar junto a Mercy en su clase, las cosas hubiesen sido distintas. - No le hubiesen permitido que perdiese la cabeza por el idiota de Jacobson. - Por eso me sonabas y no te centraba... no creí que volvería a verte y menos aún aquí. - Le dijo a Troy. La verdad es que en eso no mentía, aunque le hubiese reconocido. Pero no esperaba volver a verle jamás en la vida.

Luego miró al otro hombre. - Jim... - Entornó la vista, como si pensanse en quien era. - ¿Fuiste tú quien salió con la hermana de Mercy? - Miró a su marido. - De aquella las Wells no se llevaban bien entre ellas. Se protegían de los ataques de los demás, como hermanas digamos que el grupo de Mercy y el de su hermana eran rivales en cuanto a popularidad en el instituto y eso se notaba entre nosotras. Si me conocísteis fue como Halle Harrison. Ahora soy Halle Morrison. - Dijo sonriendo a su marido con orgullo, quien se notaba que era mayor que ella. Bastante mayor que ella.

Volvió a mirar a la mujer. - Lo siento. Ni te recuerdo. Y si estabas así en el instituto te aseguro que te recordaría. Sean ya sabe que fui de esas estúpidas que se metía con todos por su clase social o su físico y que solo iba en busca de la popularidad. La noche del baile, mudarme a Nueva Jersey y conocer a Sean, me cambiaron totalmente. - Confesó con un sonrisa. No mentía, pero la verdad era que no quería pararse con ellos. En el fondo Troy había sido lo peor del instituto para ella y el motivo por el que perdió a su amiga. A la otra se la llevó el hacha de Santa y se quedó sola.

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12/02/2021, 09:18
Jim Thompson

Asintió, con la mirada perdida a la pregunta de Halle. Kurt, Mercy, Lindsey. Cobraron fuerza en su mente, reales. Recuerdos. Y Troy. Él estaba allí, en carne y hueso, no era un fantasma del pasado. De esos había de sobra, aunque no los hubieran mencionado aún. Sidney, Malcolm, Derek, Kat.... Jim fue empalideciendo a medida que recitaba todos los nombre en su cabeza. Todos llevaban a uno más, el último: Erik Stark. Estaba muerto, pero se había llevado, de una manera u otra, a todos a quienes quería. Había destrozado su vida.

Harrison. Como el hotel. Si, puede... Hace mucho de eso. —Miró a su amigo, tras tantos años, le sonrió con tristeza, luego suspiró—. Necesito fumar, lo siento. Luego nos vemos.

Y antes de que nadie pudiera pararle, salió pitando de ahí, dirección a la calle, sacando ya el papel de cáñamo, el filtro y la dosis perfectamente machada, todo listo para liar y disfrutar de la agradable sensación de ver como todos aquellos pensamientos se convertían en humo y se perdían en cada bocanada.

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12/02/2021, 10:12
Charlie Peyton Crookshanks

Peyton permanecía junto a los demás, pero poco a poco, casi sin darse cuenta, fue quedándose fuera de aquel extraño círculo que se había ido formando, y que era como una especie de "regreso al pasado" aunque para ella, no fuese demasiado real ni tampoco interesante. Durante su época del instituto, no destacaba tanto como otras chicas ni tampoco le hacían demasiado caso y finalmente, se había abierto camino lejos de la ciudad.

Tras los hechos acaecidos en aquella trágica navidad, su percepción acerca de la vida se había visto cambiada, para bien primero, para peor después, y ahora se sentía como si estuviera en claro descenso hacia los infiernos.

En un par de ocasiones abrió la boca como si fuese a decir algo, pero inmediatamente se dio cuenta de que nadie le estaba prestando atención, algo que sabía era completamente normal.

-Bueno, yo... esto... yo me....

Así que lentamente, comenzó a dar pequeños pasos hacia atrás, hasta que se encontró a un metro de distancia. Nadie pareció notarlo, ni sentir su repentina ausencia, así que finalmente, se giró y continuó caminando por el pasillo del centro comercial. Aún tenía mucha comida que comprar y aquella noche quería que no le faltase de nada.

Iba a necesitarlo.

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15/02/2021, 15:04
Troy Jacobson

- ¿No eligió a sus amigas, dices? -espetó tras quitarse el cigarro de la boca. -¿Con "amigas" te refieres a ti a las otras  cuatro arpías que le hacíais sentir tan mal de sí misma que tenía que esconder su verdadera personalidad? ¿Las mismas que la hubieseis hundido en la más absoluta mierda de haber sabido que se veía conmigo? ¿Esas son las "amigas" que no escogió? Cojonudo Halle, sigue culpando al tío que no estuvo en su vida ni un año. -hizo un gesto de despedida hacia el marido.- Un placer, Sean.

Las cosas no habían cambiado tanto, le parecía a Troy. Se giró sin más y comenzó a caminar sabiendo que, muy posiblemente, Halle no se contentaría sin ser quien tuviese la última palabra, pero había poco que pudiera decir sobre todo aquello. Troy se largó del pueblo, claro que sí, y de forma discreta como hicieron todos los que tenían dos dedos de frente. Ojalá todo hubiese sido de otro modo, pero lo que no iba a consentir es que le cargaran con lo que le pudiera pasar a Mercy. Precisamente a él no. Con todo aquel asunto, ni se había dado cuenta que Jim y la otra chica habían desaparecido. "Han sido más listos que yo", pensó con cierta diversión. No quería que Jim se largara sin más, pero antes tenía que encontrar a otra persona.

- ¡Sid! -gritó por los pasillos buscando a su hija.

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15/02/2021, 15:26
Halle Morrison

- A los amigos se les elige y si ella optó por nosotras es que era tan arpía como las demás. - Replicó a Troy mientras se marchaba. - Si cambió fue por ti y a cambio solo consiguió un corazón rota y quedarse sola. - No iba a cargar con sentimientos de culpa a Halle por aquello. Bastante duro fue recuperarse de toda aquella noche, de toda aquella mierda, en una nueva ciudad, perdiendo un curso completo y sin amigas ni nadie que entendiese por lo que estaba pasando.

En ese momento se giró hacia su marido y la sonrió. - Has conocido a lo mejor del instituto. Salvo a la chica, que no se quien era... ¿Entiendes ahora porqué no quería acercarme a ellos? Yo he cambiado y he madurado. Ellos... siguen siendo los de siempre... y si soy mejor es gracias a ti. - Y besó a su marido.

- Vamos, ¿dónde dijiste que querías comer? Acabemos cuanto antes la compra de regalos y volveremos con los chicos a pasar aquí la tarde si quieres. - Le dijo con una sonrisa. - Espero que no le estén dando demasiada guerra a los abuelos... - Halle cogió su móvil para consultar posibles llamadas perdidas o mensajes de los mismos, mientras se alejaba del punto donde se había encontrado con los cobardes del instituto. A cual huyó antes de las propias palabras de Troy.