PRÓLOGO

La reunión

Aunque cada tarde es diferente, todas las mañanas son iguales para los reclusos de Santa Crystal. Ahora mismo son las 11:00 de la mañana, y en este centro ya hace como cuatro horas que los funcionarios despertaron a los prisioneros con groserías, berridos y nula empatía humana para los primeros recuentos/registros del día. Así que también hace unas tres horas que los enviaron a las colosales duchas a base de porrazos y empujones. Y por tanto... ya hace dos horas que recibieron la primera de las tres comidas del día, el desayuno. Quedando el asunto en que, en este preciso instante, ya hace una hora que todos tuvieron su hora libre matinal, la cual muchos aprovechan para salir al patio.

Normalmente, a las 11:01, los internos pueden escuchar unos timbres bastante molestos que indican que todos y cada uno de ellos tienen 9 minutos para regresar a sus celdas con el fin de hacer el segundo recuento matutino. Pero hoy comienza el misterioso proyecto JT001 de la cúpula directiva, y por ende, ninguno de los participantes de la Lista Negra tiene la obligación de regresar a su celda. En su lugar, tendrán que acudir a lo que se conoce como el vestíbulo del Bloque 18. Una simple sala de espera, y no muy lejana al patio...

Hay cientos, y cientos, y cientos de reclusos en Santa Crystal, por tanto cada participante viene de un módulo, bloque, o incluso planta afín al de su condena, siempre dependiendo de sus condiciones individuales (o incluso de una celda de aislamiento, si se tercia el caso). Esto quiere decir que, en general, no tienen razones para conocerse entre sí más allá de haber compartido actividades, terapias o áreas comunes sin apenas haberse dado cuenta, o amén de los posibles rumores de la historia que guarda cada uno de ellos.

En su llegada, todos se encontrarán con una sala extensa, un piso brillante, y una total ausencia de seguridad de lo más extraña. Hay cuatro altavoces en las cuatro esquinas, y al fondo de esta sala de espera se aprecia una garita de administración bien cerrada e iluminada, con un cristal doble e insonorizado. En su interior no hay nadie, aunque hay un chaquetón de uno de los Jefes de la seguridad privada de Trafford (los perros de John Trafford, vistos muy pocas veces).

Aquí es donde los 22 participantes saben que deben reunirse, y más vale que no los tengan que ir a buscar....

Entro despacio hasta dar dos pasos dentro de la sala, miro a todas partes y me apresuro a sentarme en una de las sillas que hay delante mio. Pasan unos segundos en silencio, miro alrededor y decido cambiar de posición, cojo la silla y la llevo contra la pared más cercana que de a la calle, me siento de nuevo dando la espalda a la sala y me quedo con la frente contra el cemento susurrando algo en un idioma extraño.

Miro dentro de la sala y lo veo, ahí está, como siempre.

Me siento en la silla que tiene delante, su sombra me tapa como una manta protectora, cálida y tenebrosa a la vez. Siento su abrazo, cierro los ojos y me quedo quieta disfrutando de aquel momento de paz. 

Bostezando por pereza llega a la ubicación destinada, otro experimento más, no le gustó el último de ponerles en un círculo de gente con la cabeza tapada en el que debían confesar sus crímenes y suplicar perdón a los demás. Estaba claro que ella era inocente, para su sorpresa, algunos tarados confesaron todo, no como ella que se llevó más golpes de los que pudo aguantar.

En pie al lado de una silla, semisentada en el respaldo, se preguntaba que tipo de idiotez les habrían preparado en esta ocasión. ¿Serían los inútiles que confesaron en el último experimento? ¿Unos nuevos? En realidad no importaba mucho, en espera con los dedos de las manos entrecruzados, estiraba sus falanges y las presionaba entre si. Se cansaba de aquellas farsas estúpidas.

Avancé hasta una de las sillas, observé al chico que parecía estar catatónico contra una pared y la chica que estaba catatónica en el propio sitio. Me pregunté a mi mismo si me habían llevado a la sala de epilépticos, aunque supuse que no se habían equivocado, por lo que lo único que dije fue. - Grrr... - Estaba mosqueado, no entendía que hacía allí.

Tom movilizó como un autómata sus 2,10 metros y sus 100 kgs hacia la sala. Algo en su mirada daba la sensación de que ahí adentro no todo tenía la consistencia que debiera. Mientras un ojo miraba al tipo que estaba contra la pared, el otro observaba hacia las sillas. 

Avanzó hasta que le pareció que era suficiente, decisión que tomó totalmente al azar, y se dejó caer en la primera silla que encontró. Y ahí se quedaría a la espera de que pasara algo que lo hiciera moverse de nuevo. Así era su vida ahora. Cama, duchas, comedor, patio, celdas, comedor, y así. Aceptaba su realidad con una tenacidad rayana en lo estoico.

Eso, o realmente todo le daba igual.

Clouds entró risueña en el vestíbulo del bloque 18, como era costumbre en ella. Miró alrededor y saludó al hombre que se encontraba sentado junto a la entrada, murmurando en un idioma que desconocía. ¡Buenos días, señor! Le deseó, con una brillante sonrisa. Si se queda ahí se va a perder la presentación y seguro que no quiere hacerlo, ¿verdad?

Sin esperar a su respuesta, la mujer avanzó, tarareando una canción y con paso decidido. Se fue a la primera fila y contó meticulosamente las sillas de la fila para colocarse justo en el medio. Antes de hacerlo, humedeció la manga del traje naranja de presidiaria y limpió la silla a conciencia. Mientras lo hacía el tarareo se convirtió en cantar.

Somewhere, over the rainbow, way up high, and the dreams that you dream of once in a lullaby... Su voz era dulce y melodiosa, algo que desentonaba en aquel ambiente. Lo cierto era que aquella mujer no parecía ser plenamente consciente del lugar en el que estaba.

Me siento en el suelo delante de Chloe (Clouds) Stones mirándola fijamente mientras canta. Sonrío con la mirada perdida dentro de sus ojos.

Jijijijiji. A mi gustar voz de niña.

Así que Tafford iba a iniciar uno de esos experimentos sociales de los que tanto había oído hablar y por algún extraño motivo, yo había sido seleccionado para participar.

¡Jo! Vaya suerte la mía, con tanto gamberro, macarra y sociópata en la prisión ¿Por qué coño tenían que escogerme a mi para esta mierda?

Bueno, al mal paso darle prisa. - pensé mientras arreglaba mi uniforme asegurándome de estar presentable y una vez con todo listo, inicio mi camino hacia el punto de reunión con el andar gallardo y elegante que caracteriza a alguien de mi posición.

Al llegar al salón, observo al variopinto grupo y me vuelvo a preguntar que coño hacía yo allí en lugar de en el hospital, salvando vidas.

Buenas tardes señores, espero haber llegado a tiempo. ¿Alguien va a ocupar este asiento? - pregunto con tono amable mientras tomo asiento al lado del pasillo.

Menuda pereza…a saber de qué va el experimento este. Y tanto desconocido junto…encerrados…aunque pensándolo bien…algo poder sacar…

— ¡Hola a todos! Soy Laura. ¿Alguien sabe de qué va esto? A mí me recuerda a una peli mala — Algo nerviosa, se echo a reír.

Ligera como era, se sentó en una silla y empezó a observar a los integrantes del experimento, buscando debilidades, fuertes y cualquier información que le fuera útil para poder sacar algo para su provecho de esa situación.

El Recluso 5 entra en la sala, sin mirar a nadie, se va a la zona más alejada y se sienta en la silla más alejada de todos...

Si no está lo suficientemente lejos, la muevo para que esté lejisimos...

Los tentáculos se alargan por la habitación y se posan en cada uno de los estúpidos que entran en la sala, ellos no podían verlos pero allí estaban, ahora todos somos marionetas en su juego. Lo único que cambiaba es que yo podía verlos y ellos no, que bonita y placentera era la ignorancia.

En ese momento entran dos gigantes a la habitación, parecen dos gorilas de esos de los documentales, los lomoplateados, jejejeje, buen mote, creo que les llamaré así, 'lomo plateado 1' y 'lomo plateado 2'. Seguro que sus pichas eran enanas para compensar tanto músculo, ¿Cómo harán para limpiarse el culo? No creo que sus biceps les dejen girar los brazos para hacerlo, ¿Contratarán a alguien? Vaya trabajo de mierda, jejeje.

Una leve sonrisa se dibuja en mi cara al ver entrar al chico ario, me ponía bastante la gente con problemas mentales orientados externamente hacia el color de la piel o la religión que cada uno tuviera. Supongo que lo mio era patológico también, me gustaban los niños malos. Los que no gustaban de compartir sus juguetes.

El retrasado era realmente divertido, se había puesto delante de la chica alegre que se había puesto a cantar Somewhere over the rainbow, el retrasado era como un niño pequeño, solamente faltaba que diera palmas al ritmo. 

No podía faltar la idiota del grupo, entró una chica de pelo negro preguntando a los demás de que iba todo aquello, si lo supieramos, ¿Crees que te lo íbamos a decir? ¿Peli mala? Realmente no puede ser más estúpida.

Cuando ya estaba bostezando por la falta de alicientes de repente entra un chico alto y esbelto tipo Dorian Gay preguntando si alguien iba a ocupar un asiento al lado del pasillo. Mmmmmmmm, riiiico riiiico.

Si en un sistema se produce una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, se podrá generar un efecto considerablemente grande a corto o medio plazo. Es un concepto de la teoría del caos...el efecto mariposa... ¿Traerán estos cambios consecuencias graves?

En eso iba pensando el siguiente sujeto que llegó a la impoluta sala de espera, conocido en prisión como "El Blanco", aunque nadie sabía con certeza la razón de ello, de aquel sobrenombre. Unos pocos rumoreaban que su alias podría debeberse a que quizá se le había acusado y condenado por narcotráfico de drogas, otros creían que se trataba de algún magnate o similar al que habían encarcelado por blanquear dinero, unos pocos afirmaban que se debía a su coloración de piel, quizá por haber pasado los últimos meses más tiempo encerrrado en celdas de aislamiento que saliendo al exterior a tomar la luz del sol, y no faltaban los que iban aumentando las teorías y bulos hasta convertirlo casi en leyenda, creyéndole un violador que esparcía su "blanca" semilla entre sus víctimas, jóvenes vírgenes inmaculadas con piel blanca e impoluta, un asesino en serie que depositaba los cuerpos en blanca sal para deshidratarlos, o que metía los cadáveres en barriles de pintura blanca, un señor de la guerra que compraba y vendía armas al mejor postor, ya defuesen armas de destrucción masiva, armas biológicas o químicas, armas de fuego pesadas o ligeras, pero en especial, y de ahí el alias, todo tipo de armas blancas. Algunos reclusos incluso afirmaba haber escuchado decir que era un ex madero corrupto que les salvaba el culo a los blancos y encerraba solo a los negros por puro racismo y xenofobia, otros que era un ladrón de guante blanco o que era como el Espía Blanco de los cómics de Antonio Prohías. En realidad, nadie tenía ni puta idea de quién era.

Fuese como fuese, era un tipo que trataba de pasar desapercibido, muy poco sociable y bastante inexpresivo, que le gustaba sentarse a solas y reflexionar sobre sus cosas en silencio. Y aquel día, aunque les hubiesen hecho llamar a unos pocos, él incluído, no iba a mostrarse distinto a como era habitualmente. Avanzó en silencio hasta acercarse a la garita, solo moviendo ligeramente la cabeza a modo de saludo al resto, y se apoyó en la pared lateral de color blanco, cruzando los brazos y observando a los presentes sin detenerse en nadie en especial, simplemente por hacerse una idea de los que estaban allí y esperar los acontecimientos que estarían por llegar. 

Entró en la sala con aire desconfiado. No era la primera vez que pisaba el trullo, pero este llamamiento no le sonaba a nada bueno. Allí ya había más gente, pero no les habló. Se limitó a mirarlos, y cerciorarse de que apenas les conocía. A alguno tal vez de vista, pero no había nadie de su limitado círculo de confianza, con lo que decidió que eran definitivamente todos desconocidos. 

Se sentó lo más alejadamente posible, y esperó a ver qué sucedía a continuación.

Con tranquilidad me dirijo al Bloque 18, sin ganas y sin mucha preocupación miro desde la puerta a ver que era lo que nos tenian preparado.. Vaya mierda es esto, ¿Que estamos ahora en el colegio? ... 

Miro a los reclusos que hay dentro, y veo que esta la niña repelente, los dos que creen ser Hulk, la siempre sonriente y feliz muchacha , el atontado que habla raro y algunos mas estupidos esperando como subnormales a ver que dicen.

Sin mas entro con aires de superioridad en aquella sala dando aplausos a los demas por su puntualidad y obediencia... Genial que quereis ¿Un caramelo por el buen comportamiento? ... inutiles Pense mientra seguia andando hasta acercarme al cristal que separaba la clase plebella de la vip... 

Vaya vaya ... Como se lo monta esta gente ¿no?... jjajajaa, PATETICO !, Voy a salir a fumar este sitio con tanto rarito y demente me da arcadas...

Mientras terminaba de decir esa frase me dirigi a la puerta de salida para poder fumar tranquila y sin nadie que me estuviese incordiando.

Arcadas vas a saber que son cuando el giganton te meta medio metro de carne en la boca.... pensé

Aunque por la pinta que tiene... le molaran mas las niñas de unos 6-9 años

Con mi suerte ultimamente, no podía ser de otro modo. Tenía que acabar formando parte de un "puto"  experimento y... viendo el elenco de participantes en él esto no vaticina nada bueno.

 Me dejo caer en uno de los asientos que hay colocados hacia la mitad de la sala, El lugar es lo de menos, seguimos estando encerrados. Mientras espero a que aparezca alguien que nos de más información de lo que se espera de nosotros, me dedico a observar al resto de participantes. Parece que con lo que tengo a mi alrededor voy a estar bien entretenida.

Cuando deja de cantar la niña aquella maravillosa canción, me levanto despacio y miro a mi alrededor, me acerco a la niña que acaba de entrar (Alexandra Thompson).

Ho_ho_hola A_a_alex. Digo sonriendo y con la cabeza ladeada. Mis dedos se encuentran entrelazados y se mueven de forma nerviosa, mi mirada es bastante esquiva y no miran a los ojos, más bien no miran ni siquiera a la persona con la que hablo.

¿Pu_pu_pu_puedo sentar tar_tar_tarme a tu la_la_lado? Eres la niña más bo_bo_bonita de es_es_este si_si_sitio.

Llevaba un tiempo dando vueltas por el pasillo sin llegar a entrar a la sala esperando ver que me esperaba esta vez en otro maldito día encerrado con gente peligrosa y al parecer ese día el sitio seria distinto pero la gente era la misma o marcaban el mismo ritmo. Ademas de un par de caras conocidas las cuales procuraba evitar, había gente nueva, pero sus miradas estaban igual de perdidas. Y sus comentarios... Dios, no hay mas que verlos para saber que son culpables. -¿Que coño hago yo aquí? Puta vida.... -Me pasaba la mano por la cabeza intranquilo, sin saber que esperar de aquella reunión.

Me había portado bien, había evitado conflictos, incluso estaba estudiando una carrera, joder lo que nunca hice antes, ¿Y aun así estoy aquí con otros reclusos? Ni siquiera parece que quieran reformarse, no hay mas que verles, -Joder. -Cuando termine esto mas le vale volver ha asomar la cara, maldito payaso.

Sin ganas de entrar para estar rodeado de problemas de nuevo, me costo dar el primer paso para buscar una de las pocas sillas que quedaban libres, ponerla contra la pared y sentarme a continuación, de esa manera podría ver todo lo que me rodeara y actuar antes que ellos. -Esto es una puta mierda. -Gritaba dentro de mi, rabioso mirando a cada uno de los presentes solo lo suficiente para quedarme con sus caras, pero evitar cruzar miradas.

—Hola?. ¿ Cómo es que sabes mi nombre? ¿ nos conocemos?¿y tú cómo te llamas?—El hombre parecía amable y aunque mi primera intención no era hacer amistades tampoco  estaba de más rela ionarse un poco. El haber estado incomunicada había sido una pesadilla...