Partida Rol por web

Feijud había acabado con el Sahuagin al que se enfrentaba, y Raymond no quería ser menos. Así que que empleó a fondo su espada negra y esta abrió varios cortes en el pecho de la criatura. Las heridas fueron demasiado para ella. 

De momento vamos bien. Pero algo me dice que lo difícil todavía está por llegar.

Miró a su alrededor a ver cómo estaban los demás. Parecían todos bien.

El Veracruz finiquita al último de los guardias sahuagin y enseguida vuelve el silencio a la sala de aguas turbias y restos de cadáveres.

Harper trata de ver si tienen algo de utilidad en la sala y continua hacia el siguiente pasillo.

Después de este fácil combate, no parecía que los sahuagines fuesen tan fieros. Feijud indica a Harper que se aproxime con cautela a las cortinas de algas.

El pícaro del mágico estoque examina con cuidado las tres burdas cortinas para luego informaros de que tapan el mismo número de oscuros túneles, adentrándose en el complejo sahuagin.

Viendo la indecisión del grupo, señalo con la cabeza la cortina de la derecha Por aquí mismo. Tenemos que investigar todo, así que da igual una que otra ¿no?

Harper, ten cuidado antes de entrar. Intenta escuchar a ver si oyes algo antes

Harper se acerca primero y tras escuchar e intentar mirar a traves la abre para entrar a ver que encuentran.

Después de cerciorarse de que no hay peligro inminente, Harper abre la cortina para introducirse al otro lado y el resto lo seguís de cerca. A los pocos pasos accedéis a una sombría estancia en la que se agolpan contra la pared opuesta a la entrada los sahuagin que huyeron de la carnicería de la sala anterior y un buen puñado más. En total contáis casi cuarenta individuos. Sin embargo, y a pesar del gran número de hombres pez, nadie hace ademán de hostilidad alguna. De hecho, las crías, viejos y lisiados que componen el deprimente grupo os miran asustados y rogando clemencia en una lengua que no entendéis.

Harper observa al grupo y gira la cabeza hacia sus compañeros.  No merece la pena acabar con ellos. Pero podemos obtener información.

Asintiendo a Harper, miro un momento hacia la entrada por la que hemos accedido si, si pudiéramos comunicarnos con ellos ¿no te parece? Comento mientras miro a Malic con la esperanza de que todavía le durase el conjuro que había lanzado par al hablar con la mujer pez. No soy ninguna asesina despiadada, aunque tampoco estoy cómoda dejando atrás a tanto de estos detrás 

Antes de que Malic pueda contestar, me adelantó al resto unos pasos ¿alguno de vosotros me entiende? Quizás alguno de los ancianos haya logrado aprender el idioma común 

-Por favor, no nos hagan daño--ruega una joven sahuagin con el rostro lleno de pústulas y la pierna izquierda atrofiada.

-No, no, no. Por favor, por favor, por favor--se suman otros tantos hombres y mujeres pez desde diferentes puntos de la marabunta que se apelotona contra la pared a empujones.

Raymond chasqueó al lengua, algo raro de hacer bajo el agua, ante la situación. Estaba seguro de qué es lo que haría su padre, y seguramente su hermano, pero eso era precisamente lo que les había distanciado.
Prefirió no intervenir y observar a la plana mayor del Grindylow. Sería muy interesante ver cómo reaccionaban. Seguiría las ordenes del capitán, por supuesto, pero tomaría muy buena nota de los hecho.

Se quedó en la "puerta" y se mantuvo atento a posibles ataques por los otros pasillos.

Creo que no será necesario que use mi magia.

Dice el gnomo ante la evidencia. Ante las pústulas y enfermos, arruga el bigote y da un paso atrás.

¿Sandara, eso es contagioso? por qué no pienso acercarme.

¿Se puede saber qué os ha pasado, parecéis enfermos? si nos dais buena información, tal vez os dejemos con vida.

-¡Ya! Para que luego nos maten igualmente los nuestros--replica con osadía un viejo sahuagin de ojos blanquecinos antes de dirigirse a sus congéneres en la lengua marina--Ni se os ocurra confiar en ellos que aún terminamos peor que los locathah.

Dirías que no son portadores de enfermedad alguna en concreto, sino más bien viejos o lisiados.

Ninguno de los aquí presentan tienen enfermeras alguna, más que la vejez que ataca a todo ser viviente comento a Malic por si fuera de su interés.

Cuando nos traduce las palabras de uno de los ancianos, niego con la cabeza, un tanto entristecida 

¿Acaso sabrá el destino que habían proporcionado a esos pobres locathah? ¿Acaso era consciente de las maldades que estaba haciendo su raza? Digo en voz alta, a nadie en particular, sabiendo que no me podían entender ¿pero que esperan de una tribu cuyo líder está tocado por el caos? ¿Un mutante?