Partida Rol por web

Roderigo se amilanó al ver tamaña multitud, dejó la daga tranquila, volovió a montar al caballo y dió por bueno el consejo del de Lupo. No se les había perdido nada aquí y lo único que podían conseguir era una paliza. Y Roderigo apreciaba mucho su integridad física como para arriesgarla por unos desconocidos. Señor Charles é certo, imos saír de aquí! Non temos nós perdeu nada con esas persoas, e non quero acabar así como

En poco preocupábanme a mi los judíos, de quienes nada había recibido, ni bueno ni malo. Mucho decíase de ellos, mas no más pecados que los cristianos tenían en su haber, empero que jamás diría yo tales palabras en voz alta. Sin duda aquellos desgraciados sufrían la desgracia de ser presa de los hombres de Dios, quienes pareciera que no andaban conformes si no tenían a quién condenar o acusar de sus propios desmanes. Mas que, siendo así, sólo podía ocurrir que se percataren de la compaña de moro y judío que llevábamos, y nos tocare a nosotros también sufrir sus iras.

- Sí, marchémonos. - dije, sin alzar en demasía la voz.

 - Esto no me parece correcto... - Murmuré en voz baja a mis compañeros, molesto tanto por lo que estaba ocurriendo como su cobardía a hacer frente a la injusticia que se estaba cometiendo.

Namir continuaba con la cara crispada por el odio. Miro a sus compañeros y viendo que el parecer general era el de marchar asintió. Aunque todo habría cambiado si el monje hubiera portado espada, pero no había honor en matar a un hombre desarmada por muy merecido que lo tuviera.

Aquel infame clérigo quedó allí, observando el fuego que se alzaba más allá del tejado, mientras las gentes de San Mateo saqueaban y mataban a aquella familia de orfebres judíos con escarnio casí público... En vuestro recuerdo quedaría mucho tiempo aquel vil hombre que no merecía vestir hábitos.

Salístes de la sede de la Órden de Montesa y os encaminásteis a la sierra de Bueg. Allí estaba el monasterio de Monreal que buscábais. No sabíais si seguiría en pie, vacío, habitado o en ruinas. El caso es que anduvísteis durante toda la mañana, y ya llegando a las cercanías de dicha sierra, parásteis en un abrevadero para aliviar a los caballos. Allí había muchas personas: viajeros, comerciantes, buhoneros de los caminos o simples gentes de paso (incluso algún soldado en viaje). ¿Dónde estaba el tal monasterio? La verdad es que no teníais ni idea (ni don Richard, que no había hecho ninguna de las suyas, ni Charles de Lupo, que poco a poco parecía ganarse vuestra confianza, pues era siempre cauto y discreto).

El mal humor de Namir se acentuó después de ver el humo del incendio tras las murallas, ahora debería unir esas muertes a la larga lista que ya pesaba en su conciencia. ¡Malditos cobardes! Se esconden tras los hábitos, solo saben defender sus ideas con demagogia y no con el acero. Murmuraba desde su montura.

Después de liberar al caballo de su peso y todos los apeos, el judío se reunió con el resto. En su cara aun pesaba la sombra de la rabia. Creo que habrá que preguntar a estas gentes si queremos encontrar el monasterio.  Buscare a alguien que me comprenda.  Con esa criptica frase Namir se refería que iba a buscar alguno de sus parientes que también compartiera la religión de Abram. 

Allí, entre toda la parentela de gente alrededor del abrevadero, hallábanse un grupo de cuatro hombres que por las vestimentas parecían sefardíes. Estaban aprovisionando sus mulas y dándolas de beber. O así se lo pareció a Nadir. Y éste se acercó al grupo.

Hola -las largas trenzas en la barba de Nadir lo delataban-. ¿Puedo ayudaros? -le preguntó cortéstmente aún con las manos sujetando las briznas de la montura-.

Namir hizo una leve reverencia a modo de saludo. Si me ayudaras os estaría eternamente agradecido, y el buen señor sabría agradecértelo. Mis compañeros y yo estamos buscado las ruinas de un antiguo monasterio, seguro que vos como buen viajero sabe dónde se encuentran las ruinas del monasterio de Monreal.            

Ruinas... -repitió el hombre-. No sé si son esa ruinas las que buscáis, pero nosotros hemos pasado de largo por unas ruinas a unas dos leguas de aquí, tras aquella colinas -señalando al este-. Supongo que serán las que mencionáis. No obstante, nos hemos cruzado con un pastor no muy lejos de donde vos digo... et creo que es de por estas tierras. Quizá el sepa. Id con Adonai -despidiéndose y partiendo ya-.

Presto se dio Nadir al buscar gentes de su mismo origen, y que éstas le informaren de dónde podía estar el monasterio que andábamos buscando, o sus ruinas, más bien. Y parece que algo sabían, o habían hallado por el camino muestras de tal sitio, y que un pastor de la zona conocíalo.

- Diríavos que hallemos al pastor, e que aqueste díganos si son o non as ruinas que buscamos.

Dicho aquello, púseme manos a la obra, y busqué al pastor con denuedo...

Roderigo asintió a las palabras de Don Álvaro y acto seguido se puso a buscar entre las personas que allí habían. No tenía que ser tan difícil encontrar a el pastor de marras, pero en teoría no iba a ser tan difícil encontrar el monasterio de marras y aquí estában ellos dando vueltas como babiecas. O que viu un pastor aquí? Iba el bueno de Roderigo preguntando a las gentes, intentando imitar a un pastor y a las ovejas cuando no lo entendían .

Namir asintió a las palabras de Álvaro, pero él prefirió quedarse hablando un poco más con el viajero y seguir realizándole preguntas como Roderigo. Y durante los viajes por este bello valle, ha escuchado alguna historia interesante, alguna leyenda típica de la zona, puede que incluso el pastor le contara alguna.

En el momento en el que Namir se volviera a quedar solo con sus congéneres les aconsejaría el no pasar por la villa de San Mateo, que no es lugar donde los judíos son acogidos con piras funerarias y no con los brazos abiertos.

No debierramos perder tiempo ... si ha dos leguas ha una ruinass tal vez sea el momento de partir... y si al pastor encontramos durrrante la travessia mejor... dice Shadid encongiendo sus hombros mientras toma una brizna de tierra del camino y la huele.

Despidiose de los viajeros con una reverencia y prepara sus alforjas para el camino.

 Opté por ser el cayado del grupo, mientras observaba atento al viajero, al mismo tiempo que respondía a las preguntas de mis compañeros de viaje. Si mentía o trataba de ocultar algo, sería más fácil para mí verlo, si él no estaba pendiente de responderme, al estar distraído con el resto del grupo...

Asentí a las palabras de Rasiq, conforme con sus indicaciones. Al fin y al cabo, era mejor tomar camino a lo menos tardar posible, y de tal modo hallar respuesta a cuantas preguntas nos atribulaban, que eran muchas.

- Sea pues, tomemos o caminho, e que la suerte quiera que hallemos al pastor.

Negativas con la cabeza iba recibiendo el bueno de Roderigo ante las preguntas a las gentes, ya que no conocían por aquel que preguntaban (aquel era sitio de paso, et aquellas gentes, tambien). Rasiq parecía tener las cosas claras (partir sin más perder el tiempo), y Jaume no había dejado de mirar al hebreo que ya se iba*. Finalmente, Álvaro puso  la puntilla en el grupo, pues ni el de Lupo ni Richard McCormack habían dicho nada (lo cierto es que andábanse cansados, pues ambos tenían ya cierta edad, bastante más que la vuestra).

Por ello, anduvísteis pues hacia el este, según os habían señalado. Los caballos habían bebido lo suficiente y habiais descansado un rato. También habíais comido ya, al mediodía. El trote suave por la dificultad del terreno era lo que tocaba ese día. Y en aproximadamente un par de horas de viaje alcanzásteis un enclave en un pequeño claro plano en medio de una montaña.  Allí se alzaban unas ruinas evidentes, fruto de la destrucción por el paso de los años. En verdad eran bastantes grandes, et que así lo comprobásteis nada más acercaros y descabalgar. Vísteis que se trataba, efectivamente, de lo que fue un monasterio, pero tenía incrustado en un costado del mismo como una pequeña fortificación, como un castillo. Todo, ambas partes, estaban arruinadas.

Las ruinas estaban compuestas de escasos muros que aún se mantenía en pie, y en verdad no bastaban para hacerse una idea de las dimensiones del cenobio.

Bueno, pues ya estamos aquí... Santo Cielo, ¡qué desperdicio! -decía Richard, con los brazos en jarra, su cara enrojecida y bajo su pelo y barba blancuzca mientras tosía un poco-.

Sí, aquí es -añadió el de Lupo-. Pues yo no veo ni rastro de ese pastor... Bueno, será mejor que empecemos a buscar. Hemos dado con información de los Apóstatas -se refería a la biblioteca de San Mateo-, et hemos llegado a la suya "guarida". Inspeccionémosla, a ver qué encontramos -apostilló el prelado-.