Partida Rol por web

Una vez llegamos a las ruinas de aquel lugar, comenzamos en seguida a inspeccionarlo en busca de cuanto pudiéremos sobre él averiguar. Charles había mostrado su asombro por aquellas ruinas, y no era para menos: realmente impresionaba la vista de tan magnánimo monasterio, devorado por la vegetación y el tiempo. No hube yo de rebuscar demasiado, sino contemplar aquella naturaleza que todo lo tomaba y de ello se alimentaba, preguntándome cuánto tiempo haría que el lugar estaba abandonado, y si tal vez las raíces de aquellos árboles podrían decirme algo más...

Roderigo se quedó mirando las ruinas, estaba impresionado. Quizás mas que si hubiese estado todo en pie-Ea, buscan-y Roderigo se puso a buscar a ver si encontraba algo de valor...esto lo que buscaban, y cualquier cosa valiosa también. Entónces una extraña sensación le invadió que le puso los pelos de punta...

Tened los ojosss bien abiertos dice Rasiq mientras toma su telek, lo besa con cuidado y adopta una aptitud defensiva. Observa a su alrededor, prestando detalle a cada detalle del terreno. Se mueve como depredador al acecho...

Tal vezz no estemoss tan sssoloss como parecze y esto no sssea un desperdiczio sino un punto de embosscada mi señor Riczhard... comenta mientras se le eriza el pelo del cuello.

 Miré a mi alrededor, buscando cualquier cosa en este derruido lugar que me llamase la atención. En situaciones como esta, lamento el día que empecé a estudiar medicina...

Namir bajo del caballo y lo ato a un árbol. En principio no vio nada que le hiciera desconfiar, incluso le sorprendió la presteza del musulmán en preparar su arma.  Tranquilo Rasiq, me parece que aquí solo vamos a encontrar ruinas. ¿Quién querría tendernos una emboscada? Aun así, el judío cogió su lanza para usarla de bastón a la hora de andar por tan escarpado terreno.

Lo primero que busco fueron huellas de ganado, las personas podían moverse sin dejar huellas pero eso era labor imposible con un grupo de 20 o 10 ovejas.   

Don Álvaro se adelantó y comenzó a inspeccionar el lugar, haciendo especial hincapié en observar las plantas que crecían a través de muros y rocas (muestra del abandono y del tiempo). Lo propio hizo Roderigo, pero no tanto por la fascinación de tal lugar (que para él también lo era) sino por ver si había algo bueno y de valor. Más práctico permanecía Rasiq, siempre alerta, siempre frío y calculador, et que su comentario no era digno de desperdiciar (pues para emboscadas aquel lugar no era sino un buen lugar de acecho). Mientras Charles de Lupo y MacCormak acompañaban a Jaume en un ligera búsqueda, Nadir quitaba hierro a la paranoia a Rasiq con sus comentarios. Ciertamente, ¿quién diantres iba a esperarlos allí? Ni tan siquiera ese supuesto pastor había hecho gala de presencia.

Finalmente, tras rebuscar más o menos en lo que sería alguna sala interior del monasterio (no acertábais a vislumbrar cuál, pues todo hallábase arruinado y desdeñado), no os constó demasiado encontrar una grieta en uno de los suelos. Era tan grande que por la hendidura podría atravesar un caballo, pero no era muy cierto que lo hiciera: ésta se adentraba verticalmente, en el suelo, hacia abajo. Seguramente fuera una cueva natural, cuya entrada estaba ahora a la vista de todo el que pasase por allí.

¡Ahí, ahí! -dijo Richard un poco ridículamente, siendo el último en darse cuenta, e intentando hacerse el interesante (como si él hubiera sido el primero en avistarla-, ¡ahí hay una grieta! Ejem... -glup... y tragó saliva, dándose cuenta de su número-.

Et que pareció ironía del destino, empero que pese a que Rasiq estaba tan atento a posibles acechos externos, vosotros cuatro, el resto de sus compañeros (sin contar a vuestros dos "invitados") notásteis el ambiente adentrarse en vuestra alma: era como esi el aire se huebiera vuelto más caliente, más pesado, más viciado... Os dísteis cuenta por momentos que los pájaros no cantaban en ese paraje que parecía abandonado a la mano de Dios.

Pese a que las ruinas parecían tener centurias y centurias, te fijaste bien y notaste que tal construcción no debía tener apenas cien años de antigüedad.

Roderigo se sintió pesado de repente, aquello no le gustaba, sacó su daga y esperó a que alguien entrase primero por la grieta y el entrar después. No fuese que hubiese algún peligro oculto.

Los pecados de los apostatas aún perduran en el ambiente. Dijo con ironía el judío, que pese a la broma, agarro con fuerza el hasta de la lanza y no dejo de prestar atención a la grieta que parecía hundirse en las profundidades del infierno. Creo que deberíamos inspeccionar esa grieta cuanto antes, entre antes encontremos lo que hemos venido a buscar, antes nos marcharemos de este sitio maldito. Si nadie estaba dispuesto a entrar primero sería él quien se avanzara pero tendría que ser otro el que llevara la antorcha, para manejar la lanza necesitaba las dos manos. 

Rasiq desvio su atencion a la grieta sonriendo por lo bajo ante el intento de Ricard de ser importante. Sera dificil de perdonar.

Espero a que otro compañero se prestase a ir primero, no le importaba ser el segundo o el ultimo pero no el primero. No era su fuerte el ataque directo.

Cubrrire vuestras espaldasss...

 - Hay algo antinatural en el ambiente... Debemos de estar alerta, amigos míos. - Exclamé, con precaución y sabiduría, mientras dejaba que los hombres de armas tomasen la iniciativa en este momento. Ya llegaría el momento cuando habría que usar la mente en lugar de la espada.

Se acercó al borde de la grieta y descuidadamente le dio un pequeño empujón con el pie a una de las piedras que descasaban en el borde. La piedras, no mucho mayor que el puño de un niño pequeño, cayó en la sima tardando varios segundos en escuchar su rebote contra el fondo.  Namir silbo. Vamos a necesitar una soga para bajar. ¿Tenéis alguna? Pregunto a sus compañeros, dando a entender que él no tenían ninguna en su equipo.

Cuando Nadir se acercó, Roderigo fué detrás. Viendo la grieta maldijo la hora en la que no trajo cuerda, quizás podría descolgarse por allí. Pero claro, eso supondría bajar "solo" y vérselas con lo que hubiese allí abajo. Cosa que no le hacía ninguna gracia al bueno de Roderigo. De modo que negó con la cabeza a la pregunta de Nadir y esperó por si alguno de sus compañeros tenía una cuerda.

Por designioss de Ala poseo una dice Rasiq mientras saca de las alforjas del caballo una cuerda de diez varas de cáñamo, muy voluminosa, que deslia con cuidado, buscando alguna seccion de la cuerda dañada.

Busquemosss donde atarla compañeros...

Atendiendo la petición de nuestro amigo Rasiq, procedimos a buscar algún lugar donde atar la cuerda y así poder descender por la grieta...

Alláh se acordó aquella vez de Rasiq, puesto que el llamado "Terrible" sacó una cuerda que tenía enrrollada en las alforjas de las monturas. Ocupaba bastante en verdad pero mejor ello y tener que usarla ahora que nada mismo. Tras atar la misma a un gran bloque de piedra esculpida que antaño fuera parte de ese monasterio, todo estaba preparado. Eso sí: ninguno parecía demasiado decidido a bajar. Finalmente, dió un paso al frente Nadir (pues sabía que tanto Richard como el de Lupo andábanse un poco mayores para exploraciones). Asique el judío fue el primero en aferrarse a la cuerda y descender un poco a las bravas, sin apenas luz. Enseguida, uno tras otros os aventurábais tras él.

Nadir bajó vara tras vara, hasta que sus pies dijeron basta. Había descendido unas siete varas antes de pisar suelo rocoso. Allá abajo, en esa especie de cueva, todo era oscuridad. Con hartas dificultades bajó Charles de Lupo et también don Richard (uno por edad y otro más bien por su pesada armadura). El primero, antes de descolgarse, lanzó una antorcha encendida que cogísteis al vuelo una vez abajo (había encendido uno de sus fuegos por cortesía). El caso es que todos descendísteis sin apenas esfuerzo más de lo normal. Fue entonces cuando vísteis el interior de la gruta: al parecer os internásteis en lo que debía ser la cripta del monasterio. Al alzar la antorcha y ver el inteior, observásteis una cueva de unos veinte metros de anchura más o menos, así como diez tumbas de piedra cubiertas con lápidas lisas, sin adornos alineadas a cada lado de la cripta (y dejando un pasillo por el medio). Tras caminar unos pasos, al fondo de la húmeda sala se alzaba una gran tumba de mármol negro, con la estatua de un guerrero yacente.