Partida Rol por web

Ahí estaba el Sr. Cannoli. A decir verdad, él tampoco se parecía a Mikele... así que la cara de bonachón debía haberla sacado de la madre. En cualquier caso, había que cumplir con el protocolo, así que me acerqué a él y saludé con un gesto de cabeza a modo de respeto.

—Así es —dije—. Como ha dicho mi querida compañera, somos los piratas del Puño Rojo. Estamos orgullosos de poder asistir a la boda de su hijo y nuestra amiga, y les deseamos el mejor de los futuros.

¡Eso es! Mis compañeros lo habían hecho bien también... aunque Grajo parecía un poco nervioso, ¿no?

—Es un placer para nosotros conocer a la familia Cannoli.

El señor Cannoli se levanta de su butacón y os da la bienvenida.

- Es un privilegio que haya tanta gente de renombre en esta humilde celebración familiar. Por favor, acepten mi hospitalidad y mi favor en celebración al día de la boda de mi hijo.

¿¡QUE PODEMOS PEDIRLE UN FAVOR A ESTE SEÑOR TAN YUYUESCO!?

Abrió la boca para decir, por supuesto, que quería algún tomo de medicina de su biblioteca pero quizás eso no era tanto pedir un favor como pedir un regalo  así que agachó un poco las orejas, titubeando visiblemente y miró de nuevo a Elizza agrupándose aún más con el resto de la tripulación para cuchichear qué deberían pedir como favor... o al menos hacer algo parecido al brainstorming.

También podemos pedir inmunidad en la isla y hasta x distancia, por si dejan de ser tan amables... Pero apartó el pensamiento porque todas sus ideas novelescas y dramáticas ya se habían ido al traste y hacer ese tipo de peticiones no sonaban para nada inocentes.

Las expresiones y el trabajo de muscular de las orejas de Audrey la dejaban bastante en evidencia, no sabía en qué estaba pensando, pero si podía llegar a darse una idea, haciendo que se preguntara cuantas novelas románticas había leído en el barco.

Solo los dioses del mar podrían dar una respuesta, ahora no era el momento de hacer una petición, esperaba que su capitana y que los demás entendieran por qué no era el momento, de todas maneras quería esto se terminará lo más rápido posible. 

Bronz se había mantenido callado tras conocer a Mikelel, el gigante de Bronce no solía intervenir más de lo necesario cuando se encontraban con viejos amigos de la tripulación, manteniéndose amable y cordial en todo momento por su puesto. Sin embargo cuando llego el momento de conocer a Don Cannoli, se acercó al anciano y agacho un poco su enomorme cuerpo para estrecharle la mano

El placer es todo nuestro Señor — le dijo tras el comentario del señor — Ser invitados a eventos tan elegantes no es algo muy habitual para nosotros. Los Chicos, con excepción de Annie y Grajo son… — Bronz se tomo un segundo para tratar de explicar las personalidades tan Exenticas y explosivas de Audrey, Elliza y Kalhan en una palabra. Pero como dicha palabra no era lo suficientemente Amable para decirla opto por: Pues no suelen invitarnos mucho JAJAJAJAJA

Tras escuchar el ofrecimiento de Don Cannoli, Bronz se acercó a su capitana para darle un pequeño consejo sobre aquel favor, pues entendió que no era algo muy común al ver la expresión de algunos de los precentes.

Capitana Elliza, quizás lo más recomendable por hacer en esto momentos es pedirle tiempo al Señor Cannoli para pedirle dicho favor. Esperemos que no, pero quizás podríamos necesitarlo luego — Le susurro Bronz tras agacharse un poco.

—Las aceptamos de buen grado, jojo.

Y tanto que la aceptábamos. Íbamos a beber y comer como si no hubiera un mañana, eso lo presentía desde ya. No había ni que dudarlo. Después de todo, ir a una boda y no ponerse hasta arriba era una falta de educación sin precedentes.

Bueno, que en esas andaba yo pensando cuando Bronz se me acercó para comentarme aquello de que nos diéramos un tiempo para pensar en el futuro favor. Era verdad que yo también sentía que debía pedirle un favor al señor Cannoli, pero... coincidía con mi queridísimo chef.

—¡Es muy amable, Sr. Cannoli! —le dije—. En cuanto al favor... como somos una tripulación donde manda la ley de la democracia con votos sextuples para mí por ser la capitana (osease, que aunque voten mi tripulación diferente a mí, yo gano siempre, ¡pjé!), lo pensaremos y debatiremos entre todos para que ellos puedan creer que han ejercido su derecho democrático como seres libres y de pleno derecho pirateresco. Pero tenga en cuenta que trasladaremos su amabilidad por todos los mares habidos y por haber.

Se le ocurrían varias cosas a Annie.   Pero mejor no las dijo.   Irían contra su naturaleza y ese es un favor muy tonto de pedir. 

Mejor se esperó a que la capitana hablara por todas y todos. 

¿Un salvoconducto en caso de problemas? 

Si, esa era la que se le ocurría como mejor opción.   Eso diría a la hora del voto de opinión. 

- Me gusta ver que a pesar de que sois piratas tenéis cabeza y modales. No es algo que se vea todos los días. Me tenéis a vuestra disposición. Por favor, disfrutad. 

Se dirigió a su primogénito.

- Santino, que no les pase nada. Son amigos de la novia y hay que tratarlos como se merecen.

- Sí, padre.

Una vez presentados a ambos cabezas de familia-organización-tripulación, erais libres de andar por donde quisiérais hasta el gran banquete de aquella noche, que sería la gran antesala de la boda… salvo por un pequeño detalle. Todavía teníais que dejar vuestro regalo de boda junto al resto en el tan mentado ‘Tesoro Nupcial’.

Lyvia y Mikele os llevaron mientras os poníais de acuerdo acerca de lo que hacer hasta la noche, y en una tienda cercana, vigilado por algunos mafiosos y algunas piratas, estaba el Tesoro. Una montaña de cofres, monedas, objetos decorativos, flores, ropajes y telas, toneles de bebidas o especias y… coronando el montículo, un cofrecillo abierto que ofrecía algo súmamente especial a la vista: un Elixir Demoníaco.

Se veía inconfundible solo por la calidad de la ornamentación de aquella botella, que casi llegaba a lo sobrenatural. Se trataba de una botella 'estructurada' con la forma de decenas de pequeñas botellas talladas en el relieve, tan labradas y detalladas, que se veía que contenían incluso objetos: fuego, un barco, una persona, agua, humo, de todo. La propia botella era un hermosísimo ‘colash’ de botellas, que coronaba su decoración con una etiqueta de lectura incomprensible para todos.

Mm, ¿quien les hizo ese regalo de elixir demoniaco?  -preguntó toda inocente la Annie.   

Se ve de la mayor elegancia y así.    -A mi me dieron uno y miren en lo que me convertí.   Se sacudió el cabello y salieron como pequeños rayos de tormenta. 

Trató de memorizar lo que decía, y su forma, y le susurró a la médica minina:  Veamos si en la biblioteca hay alguna pista de lo que significa.  No vaya a ser algo malito.  

¡Madre mía! Los ojos se me abrieron bien grande cuando vi el elixir. En ese momento... miré nuestro regalo y, una vez más, el elixir tratando de compararlos. Y, sí... al lado del elixir nuestra preciosa Odisea quedaba relegada totalmente a un súper injusto segundo plano. ¿A quién se le había ocurrido regalar algo mejor que lo que nosotros le habíamos regalado? ¬¬

En fin, ¡qué se le iba a hacer! Al menos, allí estaba... así que miré la etiqueta tratando de entender algo.

—¡Buah! ¿Pero quién habrá escrito esto?

No se entendía ni jota. Pero yo lo intenté, entrecerrando ligeramente los ojos y haciéndome la intelectual cuando en realidad leía como una niña de parvulito incluso los textos más fáciles. Soy una pirata, ¿qué esperabas?

—¿Os han dicho qué pasa si os bebéis eso? —le pregunté a mi amiga cuando desistí en mi intento de descifrar el significado.

— Hasta que no lo pruebas no lo sabes — Dijo Khalan. — Supongo — Remató mirando a Lyvia. 

El resto del tesoro era espectacular; pero no había duda que aquella botella era sin duda la joya del tesoro. Incluso mejor que nuestra brújula. Bueno, no siempre podíamos ganar.

— Un tesoro a la altura de la celebración — Remató el pirata sonriendo — Y ahora, es el momento del ron — Desde que había desembarcado tenía ganas de darle un lingotazo a una botella de ron, ajusticiarla y ser uno más de aquella gran fiesta que era la boda.

¿¡ESO ES UN ELIXIR DEMONÍACO!?

Ya estaba, el regalo definitivo, habían sido derrotados por vete a saber quién que ahora podría presumir de querer más a los novios de lo que Elizza quería a la novia (y por extensión toda la tripulación más o menos profesaba un amor parecido). Estrechó los ojos intentando no acercarse demasiado por si los relativamente encantadores parientes de Mikele pasaban por ahí y decidían que a lo mejor Audrey era una ladrona sin ser ella nada de eso.

El de las manos largas era Grajo.

-¿Cómo se decide quién lo va a probar?-añadió a las preguntas y, poco después, inclinó las orejas hacia el rostro de Annie, cuyo pelo aún crepitaba suavemente con el rumor de la tormenta que contenía en su poder y asintió casi imperceptiblemente al menos las tres mujeres de la tripulación estaban de acuerdo en que quien hubiese llevado esa botella se podía haber molestado en adjuntar un papelito con las instrucciones y advertencias de uso en un idioma comprensible. ¡Ni siquiera ella escribía tan mal cuando les ponía las instrucciones de cuidado a toda prisa para que no las olvidaran y tener que estar pendiente 24/7 de recordarles cómo tenían que cuidarse!

Ahora estaba más tranquilo, pero esta clase de ambiente siempre le generó mal estar, y es cómo si sus compañeros se negaran a resivir la indirecta de su mal estar, el era feliz robando a los mercantes y a la naval, y estos tesoros podían llegar a ser el sueño de cualquier ladrón, pero no para Grajo, para el solo eran un cúmulo de cosas puestas ahí para exhibir.

Bien, parece que esta basofia ya terminó, me largo, no quiero estar aquí más tiempo. 

Se resagó un poco, para salir del campo de visión de sus amigos que aún contemplan el tesoro, antes de desaparecer cómo un fantasma que nunca estuvo ahí. 

Lyvia contemplaba el elixir con cierto orgullo.

- Y pensar que supuestamente con el simple hecho de beber eso ya obtienes un poder… increíble. ¡Que nos lo diga Annie si no! jajajajaja.

Tras el comentario, procedió a responder a Audrey.

- Aún no se ha decidido quién lo tomará, pero creo que apuestan por Mikele, para que tenga algo con lo que pueda defenderse en el futuro.

- Bueno, nunca es que haya necesitado defenderme, pero sí que es cierto que no soy buen luchador.

- Ya se hablará en el banquete de esta noche! Ahora… ¡Aprovechemos bien el tiempo!

Dicho lo cual, partís hacia la generalidad del enorme campamento para, precisamente, sacarle partido a la celebración.

CONTINÚA EN ESCENA 2.