Partida Rol por web

Alan efectúa un lanzamiento giratorio que atina a una columna de madera interior del propio buque. Un lanzamiento digno de casi literalmente cualquier persona viva en este mundo.

Viendo esa pésima calidad de lanzamiento, Grajo por lo menos podría lucirse.

Grajo lanzó su cuchillo, un poco mejor que ese tal Alan, esperando que con su habilidad impresionara, pues se le daba bien, bastante bien esto, comenzaba a disfrutarlo. 

El lanzamiento del muchacho de los skulls había sido patético. Tanto que no pude evitar soltar un disimulado «pjé», aunque totalmente visible para el cabecilla de aquellos piratejos de pacotilla. En cuanto a Grajo, no tenía que esforzarse mucho por superarle y tampoco lo hizo. Un lanzamiento simple, acertado, sin grandes complicaciones ni extravagancias. Muy propio de Grajo.

—¡Eso es! —exclamé, al tiempo que le daba una sonora palmada en toda la espalda a mi grumete emplumado—. No esperaba menos de ti.

Éramos los Puño Rojo, mucho debía haber bebido Skull para pensar que su tripulación podía hacer algo contra nosotros. Si ni siquiera teníamos que hacer trampas... ¡íbamos sobradísimos!

—Vamos... Skull, admítelo ya... mi tripulación está a otro nivel. No tenéis nada que hacer —luego me encogí de hombros y, tras decir la frase que iba a decir a continuación, miré a la grandísima (en todas las dimensiones de la palabra) Lola Lynn y le dediqué mis palabras con una sonrisa de Colgate súper brillante—. Y eso es porque... ¡DISFRUTAMOS DE LA JUVENTUD, ¿VERDAD CHICOS?! JAJAJAJA.

Tras ello solté una sonora carcajada. Sí, así fuera de contexto... parecía una loca... Pero daba igual, ¡era feliz! Y eso era porque estaba siguiendo al pie de la letra el consejo de mi súper admirada idol piratesca: Lady Lola Lynn, la má'mejo' de todas.

¡Que el tercer reto lo elijan los novioooos!    ¡Sii!   -Esto Annie lo hacía, primero, porque estarse comiendo demasiado la atención en una boda no eran buenos modales, no señora.  Ninguna mujer ha de lucir tan hermosa y agraciada y piratesca como la propia novia, así que, atención a la pareja era lo primero. 

¡Lo que digan Lyvia y Mikele!   - Lo segundo es que eso pondría en más aprietos a los Skulls, y le darían oportunidad a Mikele de poner su marca con los piratas, para ver de que iba el nuevo príncipe consorte y consuerte de la fantástica Lyvia. 

Entre Annie y Audrey ambas flanquearon al pobre desgraciado de los Skull quien de haber sido manco habría sido más habilidoso. Los huesitos de aceituna cruzaron el aire para impactar contra la nuca del tirador mientras que Annie era apabullantemente deslumbrante. No era que Grajo necesitara su ayuda precisamente pero la opción de quedarse al margen podía resultar terriblemente aburrida.

-¡ÑA! JUVENTUD PAWAAAH-dio un saltito con el puño en el aire reafirmando las palabras de Eliza y después coreó avivando la idea de la navegante. ¡Aquello era una boda! Los novios debían tener la oportunidad de escoger.

Y Ojalá escojan algo para Khalan, merece que Eliza vea lo mucho que se esfuerza.

Levantó el puño en señal de victoria, en verdad no cabía en sí gozo, pues estaba complacido con sus esfuerzos, y el de sus compañeras, al punto que sonreía abiertamente a todo el mundo, de forma encantadora, apartando ese aire lúgubre que normalmente lo identifica.

Incluso sintiendo el poderoso manotazo de la jefa, un poco doloroso, sin embargo, era la forma en que la capitana demostraba el afecto a su tripulación, y Grajo lo sabía bien.

-Por el Puño Rojo-

Sonriendo ampliamente a sus compañeras que le habían apoyado desde el principio. 

El cuchillo de Grajo había volado certeramente y había acertado justo sobre el chuchillo del propio Alan. El blanco quizá era la misma zona, pero estaba claro que el lanzamiento de Grajo por lo menos había sido cuestión de puntería.

El ambiente seguía animándose de forma inversamente proporcional a los ánimos de los Skull, que andaban casi que por los suelos.
No era para menos, sin embargo, todo pirata que se precie sabía que en unos Juegos Pirata que se preciaran, el jugo estaba sobre todo en el último juego.

Al haber ganado el duelo de baile, la petición de Annie ganó popularidad, y ante la pasividad de Mikele, fue la propia Lyvia la que acabó decidiendo el juego final... y, por supuesto, Lyvia no defraudó las expectativas de los asistentes al decidir.

Se levantó para hablar, al amparo de la autoridad de los mandamases del evento.

- ¡Pues como es tradición en los Juegos Pirata... decido que el ultimo juego sea una PELEA ENTRE LOS CAPITANES! ¡Todo un clásico!

Dijo, alzando una jarra hacia Elizza.

Los asistentes vitorearon y comenzaron a trasladar el panorama fuera a petición de Lola y de Rossio.

Los piratas Skull vociferaban mientras su enorme capitán salía bramando y exigiendo que le trajesen su arma.

- ¡YA VEREMOS QUIÉN GANA AHORA! 

Dijo, mientras se levantaba para ir dirigiéndose al exterior.

Ándele, al exterior, ¡jeje!

Obvio Annie era una mujer más de exteriores, así que se fue adelantando al crowd para ver la arena de la pelea.  

Y si algo del piso de los Skulls estuviera resbaloso o lodoso... pues... nimó. 

Eso de cambiar el clima tenía sus ventajas a cielo abierto. 

Oiga, don Andolino, ¿no tendrá un bebedizo que le pudiera quitar tantito de la borrachera a mi capitana?  Se volteó con su cocinero en jefe también.   ¿Tu Bronzíneo? 

Por supuesto, aquel último reto no me pilló de imprevisto. La PELEA ENTRE CAPITANES era el duelo final en todo reto pirata que se apreciase. Desde el momento en el que el idiota de Skull nos había retado a nosotros, los Piratas del Puño Rojo, sabía que aquello terminaría de esta forma.

En ese momento, me crují el cuello con un par de movimientos de cabeza. Luego calenté motores... literalmente, haciendo saltar algunas llamitas de mi brazo mecánico.

—ESTÁ CLARO QUIÉN VA A GANAR —contesté, en la misma intensidad sonora, al pardillo de Skull.

Sin embargo, antes de salir al exterior, hice piña con mis adorables y súper maravillosos piratas. ¡Lo habían hecho bien en los duelos! Quería agradecerles.

—Muchachos, sois los mejores —les dije, achuchando los mofletitos a cada uno de ellos (incluido Bronz)—. Ahora... seguid igual de maravillosos y animad el ambiente. A cada piña que le dé, a vitorear como nunca. Fijo que al tonto de Skull se le va la pinza y pasa a atacar sin control, juju. Menuda tunda le daré... JOJOJOJO.

Ya le conocía. Era muy grandote, pero su tamaño físico era inversamente proporcional a su inteligencia. Cuando se calentaba, perdía el control y actuaba sin pensar. Yo sería más pequeñita, podría esquivarle bien y tumbarle en cuanto hiciera un ataque descontrolado.

Tras ello, sonreí a todos, alcé mi pulgar en señal de que todo iría bien, y salí para el patio siguiendo el movimiento sensual de caderas de mi preciosa navegante. Yo no necesitaba armas como Skull. Con mis puños iba más que sobrada.

Los asistentes habían formado un corro circular dentro del cual iba a darse la lucha, vitoreando en busca de violencia gratuíta.

Mientras tanto, Bronz andaba indeciso acerca de la petición de Annie. Elizza había bebido.... bastante.
Lyvia parecía sentirse orgullosa de eso.

Skull salió al medio de la arena con una pechera que le habían traido los suyos, que resaltaba un par de hombreras con cráneos enormes de tiburones. También comenzó a blandir su arma, una lanza hecha con la calavera de algún tipo de lagarto con tres cuernos.

- ¡Mi lanza está hecha con la cabeza de un Lagarto Corneador de hierro! ¡Son durísimos sus cuernos! ¡No tienes nada que hacer!

Dijo, presumiendo, mientras se ponía en posición para pelear mientras el público clamaba violencia.

Mi linzi isti hichi...

Menudo papanatas si pensaba que con esa sarta de tonterías iba a conseguir amedrentarme lo más mínimo. Al contrario, sólo me dio la risa y más ganas de crujirle entero. ¡Menudo pardillo!

—No presumas tanto, anda... y prepárate para recibir de lo lindo —le solté, mientras me colocaba en posición.

Y listo y hecho, en cuanto Lyvia empezó la cuenta atrás, preparé los propulsores de mi pierna y...

¡FIUM!

Salió fuego, polvo, viento y... como no podía ser de otra forma, mi cuerpo despedido. Volé por los aires en un plis-plás, para caer en picado con mi puño dirigido a toda la carota de aquel paliducho atontao. El brillo del sol sobre mis prótesis, y la postura más que chula que puse, me daba un aire to' heróico y sexy. Eso sí, el puñetazo no fue todo lo preciso que me hubiera gustado, y es que con todo el ron que me había embuchado era difícil apuntar bien.

En cualquier caso, como Skull se descuidara, la primera que le enganchaba iba a ser soberbia.

¡Vamo'Capitana!  ¡Vamóoo!! -Annie arengaba desde la orilla.   A la vez analizaba el viento para poder guiar mejor el misil que era Elizza.   ¡Que el viento sopla al sur ahorita!   Veintidós nudos, aprox, to'o el Sur.   No era romper las reglas sólo dar información, ¿o si? 

A la vez, lista estaba para ver si alguna eskul-ista trataba de pasarse de lista.  De ser así, le detendría, o le diría a los más aguzados de la Doctora y Grajo que lo hicieran. 

¿Grajo?  La oportunidad hace al ladrón. 

Majes, -les dijo a la tripu que coreaba desde las orillas-  ¿un ladrón no aprovecharía estos momentos para robar el elixir demoniaco de enchiquitamiento?   ¿Quién estará vigilando los tesoros?  -Miró para todos lados.