Partida Rol por web

Cuando decían que nos retaban a un duelo de sangre, no pensaba que se convirtiera en un reto de danza... Pero si Lola Lynn decía que quería un Duelo de Bailes, nosotros le daríamos el mejor Duelo de Baile con toda la Energía de la Juventud. ¡Claro que sí! Además, la tripulación del Puño Rojo tenía a la mejor bailarina de todos los mares: ¡la magnífica, preciosísima y sexy Annie! Aun así, como esto era una falsa democracia, tuve que hacer la pregunta de rigor.

—¿A parte de Annie, alguien más quiere participar en esta ronda?

Cómo daba por hecho que no habrían muchas más solicitudes, y que una estaba más que clara, proclamé a los cuatro vientos quien sería nuestra principal participante. Luego, si habían secundarios ya lo anunciaría también. 

—¡YO TE ELIJO A TI, ANNIE!

No hubo mucha respuesta por parte de la tripulación, aunque Audrey y Grajo pusieron... esa cara que solían poner cuando estaban pensando en planes maquiavélicos para salirse con la suya... mientras miraban a Diego.

Y, tras colocar un tocadiscos conectado al equipo de sonido, la música comenzó a sonar.

El duelo de baile daba comienzo.

Diego comenzó a bailar taconeando.

-¡Mostraré la pasión ardiente de loh mareh!

Estaba odiando todo esto, pero en fin, se tenía que quedar cayado, volviendo a en fundar sus dagas.

Por qué siempre es lo mismo, por que no entré en los Halcones Negros

-¡Ña!-el duelo de baile comenzaba y ahí estaba Audrey, había marcado el ritmo con las palmas, un ritmo fácil que todos, por muy torpe que fuese su coordinación, pudiesen seguir mientras la guitarra de uno de los músicos y el resto de la banda ponía toda la carne en el asador. Saltó de mesa en mesa animando a todos cuanto andaban cerca a animar a su navegante y, cuando el pobre Diego taconeaba con todo el arte que podía reunir, cruzaba los brazos en el aire formando una equis de rechazo-Ñoooooooo~-anunciaba. Le daba un poco de pena abuchearle, el pobre lo hacía lo mejor que podía, pero su tripulación iba antes. Si ese pobre idiota hubiese elegido mejor en el pasado quizás hubiese tenido el honor de estar respaldado por los Puño Rojo.

Venga, Grajo, leches, sabotea o haz algo útil.Pero Grajo estaba de morros, si es que alguien con pico podía estar de morros. Podría haber derramado casualmente algo que hiciese resbalar a Diego, podría haber "disuadido" a espectadores de apoyar el baile de Diego, podría incluso haber aprovechado y robado algo de increíble valor que llevara el capitán Skull y salir como indiscutible vencedor del duelo no oficial de sisador-sombrío en cuanto terminara el baile, que era la distracción perfecta. Habría sido delicioso, Annie venciendo en el duelo de ritmo, pisoteando la autoestima de los Skull y de repente ¡CHAS! Grajo apareciendo con algo robado al mismísimo capitán para terminar de humillarles delante de todas esas tripulaciones.

Pero no iba a ser y la tarea de inclinar la balanza social hacia Annie al final recaía en lo que el resto tuviese entre las manos... y en el caso de Audrey era un montón de energía y carisma a raudales para convencer y manejar al público.

Annie esperó un poco, palmoteando desde una esquina de la pista, animando al Diego incluso.

Y en eso, saltó al centro, deslizando una pierna estirada por atrás, en la forma en que se traza un ángulo de astrolabio, toddito alrededor suyo.

¡Y un brinco!, ¡A que suenan las palmas! 

Giro, semicírculo, mezclando tango con flamenco, como era de mezclas las razas de cruzamares. 

Luego, las caderas en remolineo, palomayo con zandunga, y giro vuelta, y ondas de mar.

. 

Se acercó al Diego, después de dar taconazos retadores, faldas girando como alas de mantarraya, flamenco vayviene, y luego, que lo toma y lo empieza a girar al ritmo de las palmas.  

¡Que lo va a marear!,  ná, si no lo hace el mar, que lo haga yo.

Pero que va, ese giro de caderas no puede sino llamar al mar, y en medio de giro, pierna levantada, detenerse con ese aire de tango que espera, manos gitanas girando, caderas de piel negra, la tormenta empezó a llamarse sola.    Empezó a conjurarse un nubarrón a sus pies, cargado de energía eléctrica, ¡cada taconazo sacaba chispas del piso!   ¡Task! ¡Tassk! ¡Tak, sstak, Ztak! tak-tak-tak-tak-k. 

En un giro, regresó a Diego a su asiento, ¡como un trompo!   Y milagro que cayó sentado a como expectador de primera fila.  ¿Se elevaba Annie entre sus nubes?   Nah, No se le veían los pies, pero jurarían que giraba a media altura sobre el piso, cual cirquera del sol.   

Que se llama a la Audrey y a la capitana a bailar con ella, pa'frentarle a los skulls a como se bailà deste lado del mar.  

—¡Vamo' allá! ¡Ole! ¡Arsa!

Sí, estaba tan metida en el baile de Annie que se me había escapado la vena gitana por la que recorría mi sangre y que luchaba por salir en cada zapateado de mi maravillosa navegante. Y en cuanto hizo un gesto para que saliera a bailar yo también junto con Audrey, ni me lo pensé dos veces y agarré del brazo a la minina para que no se echara para atrás ya.

Pero antes de ello, guiñé un ojo coqueta, dirigido a la masa que nos observaba atentamente:

—¿Estáis listos para ver a las piratas más sexies de todos los mares~? ♪♫

Iban a subir las temperaturas de aquel lugar, eso estaba claro... si no era por lo sexy, sería por el fuego que saldría de mis extremidades robóticas en cada braceado y en cómo me pegaba a la adorable minina en el baile, dejando embobados a todos los piratas y mafiosos masculinos del establecimiento (y alguna que otra femenina también). Ejem, y bueno... a quien se atreviera a acercarse para intentar manosear o ver más de la cuenta tal vez se le chamuscarían las cejas... ¡Sin querer! ¡Lo prometo! ejem... A veces no controlo la potencia del fuego~, jujuju 3;D

Mi técnica tal vez no era tan precisa como la de Annie, pero ganas le echaba... ¡Después de todo, bailar siempre era divertido! :D

Aunque Diego ciertamente era un joven que rebosaba talento en lo que a bailoteo se refería, encontró una enormísima rival en la naturalidad que tenía Annie para el baile sumada a su chispa y su carisma.
Hubo un momento en el que Diego estuvo a punto de hacerse con la victoria haciendo gala de un movimiento de caderas espectacular y de unas poses magníficas que incluso se acompasaban con los colores de los faroles que alumbraban alegremente el rebosante salón.
Sin embargo, Annie no solo podía equipararle, sino que contaba con algo con lo que él no. Mientras que Diego tenía como compañeros a una serie de apagados machorros que, con una actitud aburrida por su orgullo, se negaban en redondo a participar de ninguna manera en el espectáculo en nombre de una consabida dignidad masculina; Annie tenía de su lado a Audrey, que con muchos ánimos y alegría logró poner a los participantes del lado de la peliazul, y a Elizza, que terminó de rematar el espectáculo sumando en el baile a todas las chicas de la tripulación.

Para cuando la música terminó y llegó la hora de votar por clamor popular, la votación fue muy clara.

-¡AUNQUE HAYA ESTADO REÑIDO CREO QUE SABEMOS QUIEN GANA ESTA RONDA NO?! BUAJAJAJAJA

Dijo la anfitriona, brindando al aire.

La gran mayoría de los asistentes alzó las jarras en señal de apoyo. No había lugar a dudas. Skull estaba que echaba humo.

No obstante, el ambiente no podía estar más animado. Incluso Rossio Cannoli sonreía.

- ¡HABÉIS TENIDO SUERTE, YA VERÉIS EN LA PRÓXIMA!

- ¡Como es sabido, los juegos piratas siempre suelen tener tres pruebas!
 

Mira detenidamente el panorama y se fija en el jugueteo que tiene Grajo con sus cuchillos...

- ¡LANZAMIENTO DE CUCHILLOS! ¡Ese será la siguiente prueba! ¡QUE CADA TRIPULACIÓN ELIGA A SU PARTICIPANTE!

- ¡NOSOTROS ELEGIMOS A ALAN, DE LOS SKULL!

Salió un nuevo pirata de los Skull al centro. Era un tipo de buenos brazos que también ocultaba su cara con una máscara de craneo. La suya era una calavera con cuernecillos.
Desenfundó unos pocos cuchillos del un cinto que vestía.

-ÑAAAA~-dejó de bailotear por su lado y animar para aplaudir a Annie hasta que le dolieron las manos y saltó a los brazos de la navegante arrastrando consigo a Eliza, en un abrazo grupal de las chicas de la tripulación e incluso dio unos saltitos de alegría.-¡Sin rencores!-canturreó mirando hacia los Skull aunque estaba clarísimo que habría todos los rencores que se pudiesen acumular en dos o tres vidas y media.

¿cuchillos?

Miró a Grajo. Miró al pasmarote de los Skull. Miró a Annie y la sujetó por los hombros pegando la cara a nariz con nariz.

-¡TIENES QUE DISTRAERLO, JAMONA MARINA!-susurró intensamente, incluso se puso de puntillas para parecer más alta-ponte en su rango de visión y enseña chicha, yo voy a buscar algo-algo como una especie de pajita y un cuenco de aceitunas. Dejó a la capitana para que anunciara al representante de los Puño Rojo que se presentaría a la prueba y ella se escurrió entre la gente, cotilleando por las mesas. Algunas bebidas, esas que venían con cocos partidos enseñaban pequeños adornos brillantes, que distrajeron un instante su atención, y pajitas. Las aceitunas le esperaban en un cuenco cerca de Bronz que observaba con ese aire de campechano de bronce todo lo que ocurría. Se metió un puñado de aceitunas en la boca y masticó con fruición-ñomñomñomñomñom

Habíamos ganado el primer duelo, y no había nada más gratificante que ver la carota de estreñido que se le había quedado al papanatas de Skull. Además, escucharle decirle que habíamos tenido suerte no era más que la gota que colmaba el vaso.

—JOJOJOJO —reí, a carcajada limpia con los brazos en jarra y toda henchida de orgullo.

Ni caso. Habíamos ganado porque aquellos piratas eran demasiado "machitos" como para atreverse a bailar. Y, aunque lo hubieran intentado, le hubiéramos destrozado igualmente. Aunque debía admitir que el tal Diego bailaba bien... ¡menudos movimientos pélvicos del jodío!

En cuanto a la siguiente prueba, era pan comido también. Estaba claro quién iba a ser nuestro representante, así que esta vez ni me molesté en preguntarle a los demás.

—¡TE ELIJO A TI, FARFETCH'D... digo... GRAJO!

El lanzamiento de dagas era su especialidad y, aunque el canalla estaba de ceño fruncido todo el tiempo (¿qué mosca le habrá picado?), esta era su oportunidad para divertirse un rato. Así que, tras anunciarle, le di una palmada en el hombro y le alcé el pulgar en señal de confianza.

—Demuéstrales de lo que está hecho mi pajarito preferido.

Jjeje, sonreía la mar de contenta Annie. ¡Sii!  Satisfecha, alegre, les dedicó una gran sonrisa a la doctora y su capitana bajo las gotas del sudor que recorrían brillantes su moreno rostro, aún jadeando por la energía del jaleo, antes de salir del centro de onde bailaban.   ¡Ese brillo de la cara podría iluminar caminos!   Y ese baile juntas sentaría las bases de una confianza creciente, si es que se podía más.   

¡Juntas podemos con to'o!  

Y así, lo memorable ocurre en algún momento, así, y ya.  Y sabes que lo recordarás en tantos otros días, en otras cubiertas y puertos, en otras cantinas, en otros momentos alegres o tristes, de saudades, euforias o arengas.  En otros.

Pero ahora, a sentarse.  Así que arrastró una silla y se fue a poner en posición distractora, como lo recomendaba Mi-Audrey.  Buscó un ángulo perpendicular al tirador de navajas.  Que si me pongo de frente en una de esas en vez de distraerlo lo hago atinarle mejor.   Si, a unos noventa grados estaba mejor.   Tres gotas de sudor cayeron al piso, como notas de piano, cuando refrescó su cara mirando al suelo recogiéndose el pelo.

Y ahí, estaba lista.  Con una mano, en el momento adecuado comenzaría a señalar al sur y luego al oeste sobre esa brújula que tenía tatuada en el muslo, la cual, por cierto, había sido a sugerencia de la doctora.  Fue en una borrachera que ésta le había dicho que tatuarse ahí en el musclo era una gran idea, que lo sabía de fijo y que si ella hubiera nacido humana, juraría que ya lo hubiera hecho.  

¿Dragones y dados, doctora?  ¿Pero de donde ha sacao eso? 

Mucha leche.

Era casi una broma, a el le hubiera gustado ligarse a golpes desde el primer momento, por ende, durante todo el baile se había dedicado a comer un poco y hacer oído sordo al al ruido que los demás consideraban música.

Sin embargo, eso había terminado, Annie había ganado, ahora era su turno, la capitana le había llamado Farfetch'D, haciéndose la graciosa con el enorme cuervo, pese a eso, Grajo mostró una sonrisa y una señal de acentimiento, mientras comenzaba a caminar cual fantasma se desplaza por el suelo, dejando una estela en su veloz avance a donde se encontraba su oponente.

Mirándole frente a frente, cómo un águila que mira una presa, lista para dejarse caer y darle muerte. 

Los cuchillos en sus vainas, también sacó un un par, el ansia le estaba pudiendo más a cada segundo, casi no podía esperar. 

Aunque Grajo estaba ansioso de enfrentarse a toda la banda de los Skull, había un protocolo que seguir y eso era primordial. Convenía, no obstante, no bajar la guardia. Skull era un capitán lo suficientemente inestable como para mandarlo todo al garete en cualquier momento.

No obstante, ahora era preciso centrarse en el lanzamiento de cuchillos.

Alan desenfundó los suyos y se preparó para lanzar.