Partida Rol por web

Un día nuevo volvía a nacer en la característica ciudad de Riddleport. Mordred, uno de los singulares hermanos tieflings, se afanó en despertarse y salir de la minúscula habitación que Gebediah le había dejado ocupar en el faro. Salió a lo que era una sala intermedia, que hacía las veces de comedor, entre su cuarto y el de su hermano. En esta sala, curiosamente hoy, había una bandeja con unas raciones de pan, carne seca y otros productos comestibles. Era raro encontrarse esto, y más raro que Gebediah tuviese esta clase de detalles para con ellos, ..., suficiente tenían con que el extraño y nada sociable hechicero les dejase tener un techo en "su" faro.

Las viandas parecían intactas, con lo que intuía que su hermano todavía no se habría levantado, pero tampoco las tenía todas con él. Su hermano era bastante impredecible, con lo que era posible que, o no hubiese dormido, o se hubiese levantado y no hubiese comido, o simplemente siguiese durmiendo. Se le pasó por la mente comprobarlo, pero volvió a recordar lo impredecible que era, ..., ¡lo mismo era capaz de conjurar algo contra él!, ..., pero era algo en lo que estaba seguro que no haría su impredecible hermano, ..., si algo sabía de Dredmor, es que le consideraba como una especie faro, ..., la balanza que equilibraba sus, bastante frecuentes, alocadas decisiones, ..., el caso era si, en caso de que estuviese todavía en la habitación, se despertaría de buen o mal humor, con lo que Mordred se quedó mirando la puerta de la habitación de su hermano sopesando la situación ....

Un día nuevo volvía a nacer en la característica ciudad de Riddleport. Dredmor, uno de los singulares hermanos tieflings, se comenzó a despertar en la minúscula habitación que Gebediah le había dejado ocupar en el faro. Era un cuchitril, prácticamente igual a la de su hermano, que radicaba en un punto opuesto a la sala intermedia que hacía las veces de comedor y distribuidor, y las pocas pertenencias que tenía, tampoco ayudaban a hacerla acogedora.

El ambiente estaba calmado, y sólo le llegaban a sus oídos el familiar y rítmico sonido del mar. Un sonido al que se había acostumbrado, con lo que a veces ni siquiera lo escuchaba, pero que le ayudaba muchas noches a dormir en lo que podría llamar "hogar".

¿Se habrá levantado Mordred?, fue el pensamiento que le vino a la mente. Sabía que su hermano era una persona madrugadora, pero alguna extraña vez se había dormido. Sin embargo empezaban a rugirle las tripas, con lo que a lo mejor era bueno levantarse para intentar conseguir algo que comer ....

Dredmor se desperezó ruidosamente, como siempre, para romper el silencio de aquella habitación. Solo el sonido del mar le llegaba a los oídos. Tenía hambre, como siempre también, y decidió bajar a la cocina del faro a ver que podía rapiñar.

Su hermano seguro que ya estaba en pie y se habría ido a donde quiera que fuera a practicar con aquella maldita espada serrada que le dieron los Mantis Rojas, maldito fuera su nombre. Que mal se lo hicieron pasar aquellos hijos de puta... Pero Dredmor no olvidaba, y tarde o temprano se resarciría del dolor sufrido.

Mordreeeeeeeeed ¿no quedamos que me traerías el desayuno a la cama? Jajajajajaja ¿Dónde te meteeeeeees?

Al tiefling le encantaba chinchar a su hermano. Y más cuando descubrió que tenía alguna resistencia a su linaje... La puta de su madre le había hecho mucho mal, suerte que acabó a tiempo con ella...

Mordred merodeó por la sala común durante unos segundos, echando un vistazo a su equipo y curioseando en la mochila de su hermano - que como siempre estaba más pelada que el cuello de un pavo a punto de pasar por el horno. Después, viendo que dredmor seguía en su alcova - oeso creía- se acercó hasta la mesa a desayunar.

Resultaba demasiado raro que Gebediah hubiera tenido un detalle de dicho calibre con ambos tieflings, pero lo que estaba claro es que dicho presente no sería desaprovechado ni muchísimo menos por parte del pícaro. Con aire sosegado, se sentó en la mesa mientras estiraba su cuerpo felino. Acto seguido cogió un trozo de hogaza de pan, algo de carne seca y algunas frutas, y comenzó a hincarles el diente. Su hermano no estaba allí... No se podía decir que lo echara de menos, pues siempre se encargaba de meterlo en follones, pero le sabía mal papearse todo aquello sin que Dredmor ni siquiera oliera parte del festín.

- ¡¡Qué le den cataplasma!!- pensó Mordred mientras seguía comiendo con voracidad -¡¡Qué se levante antes!!- se dijo para intentar aliviar el ligero resquemor que sentía por no comportarse como el protector que se consideraba.

Mordred se estaba dando un festín con el "desayuno". No se puede decir que fuese un manjar, pero comparado con lo que a veces se habían tenido que comer, podía rozar la comparación.

En mitad del deleite, una voz familiar irrumpió en la quietud y tranquilidad del momento:

- Mordreeeeeeeeed ¿no quedamos que me traerías el desayuno a la cama? Jajajajajaja ¿Dónde te meteeeeeees?

Su hermano parecía que estaba en su alcoba ...

El tiefling miró en la dirección de la que procedía la voz. Su hermano había despertado -por fin. Con gesto de desgana, comenzó a llenar un plato de latón con algún pedazo de carne, fruta y pan. Se levantó y cuando se disponía a ir hacia la habitación de su hermano, se detuvo... Una sonrisilla pícara se dibujo en la infernal cara de Mordred.

Dejó el plato sobre la mesa, y volvió a sentarse - ¡¡Creo que te has quedado sin desayuno!!¡¡Una pena!!... ¡¡Todo estaba buenísimo!!- exclamó de forma convincente el tiefling -Eso te pasa por trasnochar ¡¡Caraculo!! jajajaja...- finalizó el mestizo.

Al principio todo pareció seguir en la quietud. Sin embargo, unos leves ruidos metálicos procedentes de la sala intermedia entre las dos alcobas denotaron para Dredmor que había alguien:

¡¡Creo que te has quedado sin desayuno!!¡¡Una pena!!... ¡¡Todo estaba buenísimo!! - exclamó una voz más que familiar procedente detrás de la puerta de la alcoba de Dredmor - Eso te pasa por trasnochar ¡¡Caraculo!! jajajaja...

Sabía que no era cierto. Su hermano era incapaz de dejarle sin desayuno, máxime conociendo el mal humor que le despertaba el hambre... Pero le siguió la broma... Para Dredmor todo era una broma.

Vaya, otro día que no como... Lo que no consiguieron los Mantis Rojas por la espada lo conseguirán con la comida... Hasta cuando me torturarás oh! Hijo del Abismo? Acaba conmigo, ruin bastardo! Clávame esa puta espada serrada y pon fin a mi sufrimiento! Mi reino por unas tortas y algo de beber!

Y fue al encuentro del querido hermano que le aguardaba en la otra sala, seguro de que encontraría algo que llevarse a la boca. Si no, sopesaría la idea de ir a montar follón en alguna taberna a ver si conseguía desayuno gratis.

Mordred sonrió ante los comentarios jocosos de su hermano. Por suerte, pudieron escapar de las garras de las Hojas Carmesíes, pero ese tema no era para tomarlo a la ligera e inquietaba y molestaba al mestizo infernal. Si hubiera accedido a su iniciación, su hermano estaría muerto y él sería un asesino al cargo de una de las asociaciones criminales más peligrosas de toda Golarion.

Mientras su hermano seguía con la parodia matinal, Mordred miró a la pared en la que se hallaba la espada serrada a la cual debía su retirada. Aquel objeto era un fetiche de su pasado, y de aquello a lo que no debía sucumbir.

- ¡¡Ven ya capullo!!... ¡¡Y no hagas broma con ese tema!!... Suerte tenemos los dos de seguir respirando...- Se apresuró a decir, chafando un poco el sainete improvisado de su hermano. - ¡¿Sabes dónde leches se mete Gabediah?!- preguntó al hechicero.
 

Mordred no había superado aún el episodio de su huida de los Mantis Rojas, el tema le escocía cada vez que su hermano lo sacaba a colación. Hubiese sido el mejor de los asesinos, pero el precio era muy alto... para él. Otros quizá no habrían dudado en aceder a los requisitos de aquel rito iniciático. Matar a un hermano... ¿qué salvaje mataba a un hermano? Al menos sin provocación previa claro...

A saber, a mi desde luego no me dice lo que hace o deja de hacer, y la verdad es que me da bastante igual.

Buscó algo de comer y cuando lo encontró se sentó donde pudo y con la boca llena siguió charlando

Po cietto, como andamo de patta?.- tragó el pedazo de comida que amenazaba con ahogarlo.- Va siendo hora de volver a nuestros temas. Saul es historia y tenemos que seguir adelante. Y de aire no viven los tieflings...

Los dos hermanos estaban sentados en la mesa charlando, ..., y Dredmor estaba fagocitando las viandas que estaban en la mesa, consistentes en algo de fruta, pan seco y comida seca, nada del otro mundo, y sin embargo un manjar, para lo que estaban acostumbrados a comer normalmente ... en esto que cayó en la cuenta de ..., ¿¡Qué hacía esa comida encima de la mesa!?, ...., Gebediah no acostumbraba a tener muchos detalles con sus inquilinos, ..., más bien pocos, ..., y su hermano sabía que no podía haber conseguido esa comida, ..., pero de momento desechó el pensamiento por uno principal: llenarse el buche.

Por lo demás, era cierto lo que comentaba Dredmor. Habían pasado dos años desde el advenimiento de Saul, y después del "juicio", dónde había sido despojado de todo lo que tenía y, además, mutilado (le cortaron una mano), no se había sabido nada de él. Y en estos dos años que habían pasado, habían tenido cobijo gracias a Gebediah, pero no se preocupaba mucho por la alimentación de ellos, y pocas veces les suministraba algo de comida, con lo que tenían que robar o tejer alguna artimaña para conseguirla, ..., lo mismo pasaba con la ropa y cualquier otro objeto que necesitaban para sus dedicaciones, hobbies o lo que fuese. La situación empezaba a ser entre tediosa y deprimente, y en algún momento tenía que volver a salir a conversación.

Mordred contempló con sus amarillentos ojos a su hermano. Ciertamente tenía mucha razón en todo lo que decía, pero... ¿Cómo se las maravillarían para encontrar trabajo?

Era verdad que ya habían pasado un par de años desde todo el incidente con Saul, pero el temor a que su rostro no hubiera sido olvidado por los hombres de Zincher, pesaba demasiado en el pícaro, algo más cerebral y consciente que el siempre caótico Dredmor.

Si lo sopesaba tranquilamente, Mordred tenía claro que estaba llegando el momento de salir de aquel agujero. No podrían subsistir mucho más tiempo en aquel lugar, con lo que debían tomar ciertas decisiones de relevancia para los próximos días...

- No sé hermano... Quizás haya llegado el momento de salir de aquí, de volver a buscar un trabajo y cierta posición en esta ciudad. La idea de marchar de Puertoenigma nunca me ha parecido acertada, pero... No sé... ¿Tú que piensas?- preguntó al hechicero infernal, esperando alguna pista de cuál debía ser el siguiente paso a seguir...

Cuando hubo devorado todo lo que encontró a su paso, Dredmor se reclinó sobre la silla para reposar un instante. En ese momento meditó sobre la idea fugaz que le había surgido mientras se entregaba a la comida. ¿De dónde había salido todo aquello?

Gracias por el desayuno, Mordred, te habrá costado un riñón conseguir todo esto...

Después del desastre Vancaskersin los gemelos estuvieron una temporada intentando pasar desapercibidos, en la medida de lo posible dada su peculiar naturaleza. Sobrevivían gracias al buen hacer de Mordred con la espada y a las habilidades "sociales" de Dredmor, pero eran trabajillos de poca monta, sacaban lo justo para ir tirando. Nadie les contrataba de manera permanente y el tiefling pensaba que les hacían responsables de la caída de Saul, "Putos pueblerinos supersticiosos"...

Ya es hora de volver a los buenos tiempos. Buscaremos un buen garito y volveremos a sentarnos en las mesas de juego... Estoy seguro que apreciarán nuestra ayuda para contribuir en el negocio.

Mordred generaba deudas en la mesa de juego y Dredmor se aseguraba de cobrarlas. ¿Qué patrón se negaría a contar con su colaboración?

Mordred miró a los ojos a su hermano. No andaba mal encaminado en sus apreciaciones. Había llegado el momento de que salieran de su agujero e intentaran hallar algún trabajo o ocupación. El pícaro repiqueteaba en la mesa con sus dedos, mientras jugueteaba con una moneda de oro. De repente cesó sus juegos y la hizo desaparecer con un movimiento rápido de sus manos, como sis se tratara de un prestidigitador. 

- Tienes razón hermano. Quizás haya llegado el momento de que salgamos y nos demos un garbeo por el Goblin Dorado. Tal vez si todavía continúa abierto, podamos convencer a su nuevo amo para que nos dé algún trabajo digno de nuestra "preparación"- dijo el tiefling con cierta sonrisilla traviesa en su rostro.

Los hermanos volvían al turrón. Mordred se mostró de acuerdo con la idea de retomar viejas costumbres. Volverían a las calles....

Una sonrisa aviesa le cruzó la cara en respuesta a la de su hermano... Convencer era un verbo que le encantaba....

Los hermanos salieron del agujero que había sido su hogar en los últimos dos años. Aunque habían hecho sus salidas nocturnas para conseguir prestado comida y otros enseres, entre las cuales habían descubierto que el Goblin Dorado estaba totalmente abandonado desde el funesto día, hacía tiempo que no salían del torreón que era el faro de Riddleport. Con lo que la primera sorpresa se hizo evidente tal y como accedieron al camino rocoso, entre los acantilados, que daba acceso a la ciudad. Una extraña mancha negra en el horizonte sur de la ciudad atrajo su atención cuando todavía estaban en el poco, por no decir nulo, transitado camino al faro:

Era como nube negra, pero cuando fijaron su vista les pareció realmente extraña. Aunque otras nubes parecían moverse impulsadas por el viento, esta mancha negra parecía estar estática en la misma posición.

Por los caprichos de Nethys!! ¿Eso qué es?

Espetó el hechicero tan pronto como vio aquel insólito hecho... Se puso teatral...

¿Es el anuncio de nuestra llegada? ¿El cielo avisa a los habitantes de esta ciudad que los hermanos cabalgan de nuevo? Pues yo os digo, hados malditos, que nada ensombrecerá nuestra llegada...

Y bajando la voz...

Mordred, no me habías comentado este fenómeno atmosférica singular... A veces hay que levantar la vista del suelo...

Dredmor era consciente de que era posible que no hubieran visto antes aquel nubarrón, más que nada porque sus salidas eran nocturnas... Pero el bribón que les conseguía los trabajos sí y no le había dicho nada... Un día de estos le haría una visita de "cortesía".