Partida Rol por web

La mujer se quedó observando a Estiven cuando dijo aquello, como si esperara que desapareciera lo que acababa de decir, porque ya le habían venido imágenes del enano verde con orcas grandes y lozanas y desde luego que no había sido agradable. La Señora Oscura tenía mucha imaginación para algunas cosas. 

- ¿Rana afrodisíaca para unas orcas?

Lo mataría de un plumazo con una revista rosa si corroboraba las palabras del otro esbirro, que desde luego, cada vez que hablaba parecía que iba a subir el pan. 

—Parecéis recordar mucho del asunto —contestó extrañado Marco—. Yo siento todo lejano, recuerdo que no quería entrar... ¡Hostia! Fue cuando me dijiztez de tomarme una tilita para relajarme. Ahí perdí la memoria.

Miró de hito en hito a la señá oscura.

—Estiven, me drogazte? ¿Queríaz que fuera a Tele Chinco, por qué?

La mujer puso una de sus caras extrañas cuando escuchó la respuesta del goblin, pero es que estaba claro que estaba pidiendo que le hicieran daño. Desde luego, vuestra ama iba a complacerlo en su petición y pronto visteis como la mujer hizo exactamente lo que había pensado momentos antes. 

Apareció una enorme revista de la nada y le dio un golpe que hizo que después de eso le costara un poco despegarse del suelo, por no decir que lo dejó un poco aplastado y más malherido de lo que ya estaba. 

Tras aquel golpe rápido y sutil, la mujer miró a Paquita, que llevaba mucho tiempo en silencio. 

- ¿Cómo acabó eso de la tele, Paquita? 

Desde luego, largo como un culebrón ya se le estaba haciendo a vuestra Señora, la verdad, pero a saber por dónde le salíais ahora. 

—Pues bueno, mu señora, mu oscura. Yo lo vi todo desde una caja con luz en el camerino, me dijeron que no querían más vacas y que con el gallinero que había eso parecería la granja de Zenón. Hice caso y esperé allí a ver cómo podía avanzar mientras los otros conquistaban al público. ¡Y eureka! Conocí a una chiquilla muy explosiva, no sé si humana, que sería de gran ayuda.

De su bolsillo secreto sacó un móvil de última generación adaptado para pulgares grandes y lo tiró al suelo, en donde pasaba las fotos con la lengua hasta encontrar la que quería.

—Dakota se llama. Vi su potencial cuando Marco se metió en el bote de cristal, ella gritó "¡Sufre, perra, sufre!". Cuando se puso a limar los tatuajes de aquella rana tóxica dijo "Tú dí que de la cárcel se sale, pero del cementerio no". Y cuando yo respondí que no podía morir, que teníamos una misión, ella salió corriendo a plató gritando "¿Que no? Madre mía... ¡te digo yo a ti que sí!".

Hizo un silencio respetando al pobre Marco, que lo debió pasar fatal con esa muñeca diabólica.

—Era la asesina perfecta para usted mu señora, mu oscura.

- Sí, sí. Pero el papel de Paquita era otro. Ya le cuento. Fue divertido ir a Telecirco. Participamos todos en el programa. - Dimos todos lo mejor de nosotros. Estiven estaba de pie sobre la mesa gritando con los pantalones bajados, Harim estaba picoteando a una tertuliana, Marco intentando lamer a la rana y yo dando golpes sobre la mesa gritando tonterías, tal y como me habían dicho que hiciera. - Eso lo decía con orgullo.

- La verdad es que rompimos todos los índices de audiencia. Todo el país nos estaba viendo. No lo vio usted señoría? Bueno, luego venía el turno de Paquita. Ella tenía el papel más importante. Debía aparecer por un lado, sentarse en un sillón y romperlo, y después empezar a hacer la croqueta. Con eso captaría la atención de todo el mundo. Tenía que ser el final apoteósico. Entonces tenía que levantarse, mirar directamente a la cámara con esos ojos tan hipnotizantes que tiene y decir: "Matad a toooodoooos los gatoooos". Pero no lo hizo. En vez de eso seguía haciendo la croqueta, así que perdimos una oportunidad de oro.

- Cierto, me acuerdo de lo de la croqueta. El tal Silvio VerLucinaciones, el director del canal la había conocido antes, y parecer tenia un granja.

Le prometio incluirla en no sé que royo de las Vacaschicos, unas vacas turgentes de grandes ubres, si hacia todo lo que le pidiera, bailar, mugir, hacer la croqueta para él durante media hora. Y así que al caño nuestras expectativas si nuestra gran estrella quería ser una topmuudeeeel. No se si me explico.-

Añadió Estiven a la narración, recordando o creando en su mente la imagen de un desfile de modelos Vacunos.

Desde luego, había que reconocer que lo que no le pasara a Paquita no le pasaba a nadie. Eso sí, la verdad es que las palabras de la asesina esa me gustaron y realmente, me hubiera parecido una esbirra estupenda. De no ser porque algo me decía que seguro que intentó rajarle el cuello a alguno de estos impresentables. 

Antes de que vuestra ama pudiera decir nada, fue el goblin el que habló. La descripción de aquel programa era muy "sálvame" desde luego. Eso sí, al parecer la vaca no había seguido el plan demasiado bien. 

Estiven, tampoco se contuvo y comenzó a hablar, pero ya estábamos de nuevo teniendo que imaginarnos a los esbirros de maneras en las que cualquiera preferiría no hacerlo. 

- A ver, explícame qué pasó, Paquita, que según el resto estuviste un poco dispersa. 

Había una nota amenazante en las palabras de la mujer, pero a estas alturas, todos sabíais que por menos de un mal gesto, había salido gente herida. 

Paquita miró con preocupación a sus compañeros, no se imaginaba que hubiese tantas interrupciones a lo ya contado. Pegó un suspiro ¿cómo se había olvidado de eso?

—¡Muu! ¡Gracias por avisar, me olvidé de eso! —dijo inclinando la cabezota, después miró a su ama y continuó con la historia— El camerino era para el Vacaschicos, buscaban panelistas con cualidades vacas ¡y yo era una vaca entera! Si esa era la manera de entrar a plató, acepté. Dakota tiene ubres y tenía que hacer de las suyas para estar en ese programa. ¡Pero lo que quería hacer era matar a Marco! Fui a impedírselo entre que la convencía de unirse a los nuestros en los pasillos. Allí la comenté que si quería unirse a usted, que hiciera lo de hipnotizar para matar a los gatos mientras yo aburría con la croqueta. Así captaría toda atención de cámaras. Y así ocurrió.

Se voltea hacia el pajarito oscuro.

—Harim, ¿por qué apagaste la electricidad antes de tiempo? ¡No se emitió al público! ¿Y qué hiciste con Dakota cuando te persiguió para arrancarte las pluuumas?

Desde luego, vuestra ama tenía claro que para otra vez que quisiera mandar a los esbirros a otra misión, tenía que prohibirles acercarse a un concurso de televisión, porque había que ver la que estaban liando, aquí los pollitos. 

Precisamente Paquita mencionó al de las plumas y el rostro de vuestra Señora se volvió hacia él. Demasiado tranquilo había estado para cosa buena. 

- Harim... ¿Por qué cortaste la luz? - Entendía que ahora las facturas había que pensárselas, pero esta no la iba a tener que pagar él, así que daba igual ¿no? 

Eso sí, cuando escuché lo de Dakota ya supe que allí iba a contarme otra extravagante historia, aunque esta vez parecía que detrás de las cámaras. 

Harim llevaba unos minutos reclinado contra la pared del fondo. Parecía dormido, aunque tenía los ojos abiertos. Al escuchar su nombre se estremeció y preguntó

—¿Quién?

Luego miró en derredor y tas una breve pausa continuó.

—¿La luz? ¡La luz de Telecinco! Sí, fui yo quien la apagó. Justo a tiempo.

»Estaba yo cumpliendo mi parte del plan tal cual me habían instruido. Le tenía que acomodar las plumas a las bailarinas. Ellas estaban muy contentas de lo hábil que soy con el pico.

»Pero de pronto entró ella, esa tal Dakota, empezando con el ritual egipcio de hipnosis, invocando a Imhotep y diciendo a la cámara "matenlos a todos".

»Como usted sabe, las lechuzas sabemos bastante de estas cuestiones de los sueños, hipnosis y noches. Y tampoco ignora la señora que los egipcios tenían esa asquerosa costumbre de adorar a los gatos. Por eso algo no cuadraba.

»Y fue así que comprendí que ella seguía con su idea de matar a Marco. Y no sólo a él sino a todos los goblins. Y que ese "matenlos a todos" no se refería a los gatos.

»Justo a tiempo llegué a cortar la luz para impedirle que construya su ejército de zombis hipnotizados defensores de gatitos. Claro que se dio cuenta de que la había descubierto y se me vino encima con intención de vengarse. Me salvé por las plumas.

—¡Muu, ya me acuerdo! Las pluuumas de las bailarinas que también te pusiste mientras te acariciaban el pico. Por eso Dakota te persiguió, era lo único que se veía en la oscuridad.

Desde luego, siempre pasaba algo que hacía que la historia no fuera como uno pudiera pensar. Claro que una tampoco pensaría nunca en cómo Harim le acomodaba las plumas a nadie, pero bueno, eso sería ya otra historia. Al parecer, la lunática esa de Dakota tenía sus propios planes. A vuestra ama ya le había parecido demasiado buena para ser verdad. 

- ¿Zombis defensores de los gatos? - Eso no lo había previsto vuestra Señora, pero bueno, tampoco había previsto que no pudierais cumplir la misión que os había encomendado, así que... 

Apenas terminó de hablar el de las plumas, fue Paquita la que volvió a decir algo. 

- ¿A qué se refiere con eso de que te pusiste plumas de bailarina? 

De nuevo una de esas situaciones en las que vuestra ama había dudado si preguntar o no, pero estaba claro que allí había algo que no le estaban contando y lo descubriría aunque tuviera que hacer que todos tuvieran plumas para después arrancárselas una a una. 

—Claro, es exactamente como dice Paquita, lo que yo le venía diciendo de que me salvé por las plumas. Las plumas de las bailarinas.

Harim cerró los ojos tratando de recordar.

—Esas plumas preciosas, llenas de purpurina. Algunas se cayeron de los trajes y yo las intercalé entre las mías.

Abrió los ojos sólo para ver los ojos de la señora oscura que parecían a punto de lanzar llamas y quemarlo nuevamente, así bque rápidamente borró esa imagen entrañable de su mente para continuar el relato de lo sucedido con ligeras variaciones que le permiieran salir mejor parado.

—Sólo me las puse como camuflaje, no vaya a creer que... Pero la cuestión es que las plumas me salvaron porque cuando se me vino encima con su cuchillo, justo en ese momento un guardia encendió su linterna, la luz se reflejó en el filo del arma, luego rebotó en el brillo de mis plumas agregadas y eso la encandiló, dándome así el tiempo suficiente para quitarle el arma de  un picotazo.

»Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos: quince minutos. La muy torpe intentó hipnotizarme. Justo a mí. Nos quedamos sosteniéndo las miradas. El primero en pestanear o bajar la mirada sería dominado por el otro. Ya sabe que nadie puede derrotar a una lechuza en un duelo de miradas. Y ahí sí, la curaría de su abominable adoración por los gatos y contaríamos con los encantos de esta chica que tan atractiva resultaba a los humanos (aunque yo no entienda por qué). Y ahí vino a ayudarme este compañero. Eme... Ramón... Morón... RPG... Ese de ahí. No va que tuve que cederle mi lugar, aunque ya estaba a punto de lograrlo.

No quería imaginarme a esta lechuza gigante y fea llena de purpurina. La verdad es que me veía a la mente la típica imagen de un tipo con barriga cervecera, o de embarazo más bien, vestido de unicornio y tratando de poner una pose sexy. Lo siento, la imagen no era nada agradable. 

Estaba a punto de dejar a Harim seco, por haberme hecho pensar en algo así, cuando dijo que le había cedido el puesto al gobo... 

- ¿Pero no decías que nadie ganaba a una lechuza? 

No entendía este cambio en mitad de una competición. Igual resulta que era un rollo a relevos y yo todavía no me había enterado... que podía ser. 

- ¿A ver, a qué se debió ese cambio, Mmorpg?

No sé, para vuestra señora que ese cambio había sido sospechosamente raro, no quería imaginarse lo que le debía haber parecido a vuestra rival... 

Mmorpg estaba contento porque Harim le había hablado a la señora sobre su acto heroico para salvar la mision.

- Pues sí señora, claro. Harim no lo admitirá, pero estaba muy cansado ya. Y estaba empezando a soltar pedos sin evitar-lo. Ya no solo por su salud, sino por la nuestra... y por nuestra misión también, debía hacer algo. Y como ninguno de mis otros compañeros no estaban por la labor pues tuve que ponerme yo en ello o todo se iba al traste. Así que valiente como soy me disfracé de Harim con lo tenía más a mano, un disfraz de pollogato, y me puse enfrente de la arpía. La chica quiero decir, no el pájaro ese. Y le sostuve la mirada. Debía aguantar hasta que alguien arreglara la luz otra vez. Si teníamos suerte aún quedaría algún espectador perdido.

Ninguno de los demás esbirros abrió la boca, con lo que la Señora entendía que todo lo que había dicho el gobo era correcto o quizás es que los demás estuvieran viendo cómo cavaba su propia tumba y no decían absolutamente nada. 

- ¿Entonces qué pasó? ¿Aguantaste? ¿Alguien encendió la luz? 

De verdad, la mujer tenía que ir preguntándolo todo a todas horas, pero es que le estabais soltando la información con cuentagotas. De todas formas, cada vez estaba más ansiosa por hacer daño a alguien, así que eso podía dar un poquito más de miedo. 

Mmorpg estaba sudando. No de nada en particular, sino en general. Estaba rezumando líquido viscoso por toda su piel. Y empezó a tartamudear.
- A... Bi... Su... Prr...
Estaba buscando algo dentro de su cabeza. Algo para distraer la atención de la señora hacia algún compañero buen amigo suyo. Pero no le salía nada. Era como cuando te sabes un montón de chistes pero está todo el mundo pendiente de ti y mirándote y no te sale ninguno.
- Sí... Sí señora oscura. Ahí estaba yo. Aguantando la mirada a aquel monstruo. Pero nadie devolvía la luz y yo me estaba cansando. Y en un momento me vi... Me vi cacareando. Como una gallina. No podía hacer nada para evitarlo. Y me subí a la mesa. Habría sido un buen reclamo para la audiencia, pero seguíamos sin estar en el aire.
Miró a sus compañeros esperando que alguien dijera algo para ayudarle.