Partida Rol por web

La conversación con James divierte por momentos a la niña que antes de eso le aguardaba una eternidad de aburrimiento en el centro de NingunaParte. En definitiva cualquier cosa entretiene más que lanzar cartas de Tarot en solitario.

- La destrucción y la creación son hermanos en la desgracia, siempre corriendo detrás de sí. En el Ramayana la vida surge con fuerza de los huesos del viejo mundo.  Mi padre me enseño eso, mi verdadero padre no ese isleño ventajero y taimado colono Ingles. – Dahlia camina hasta el umbral de su habitación y aguarda un instante allí como si titubeara dar el paso definitivo, entonces continúa su marcha en dirección a los tres presentes en el pasillo: Jules, Evelyn y johan.
- Deberás salvar  a alguien muy cercano. Ya lo veras. – termina por responder la niña a James ya afuera de su habitación. Entonces ella llega hasta la pareja, y detenidamente los examina.

Jules entiende que el parecido con la niña de las mazmorras de Schaslyvi Diti es asombroso, casi idéntico. El único problema es que han pasado más de quince años desde esa noche.

- Mírame y escoge una carta. Ahora. – ordena Dahlia a Johan y el muchacho obedece de forma mecánica, tal vez sin saber que está haciendo coge una carta y la muestra. Luego el joven espabila y entra en sí, como dando cuenta de su acto inconsciente.
- Ohh pero que desilusión, justo lo esperado. Esa es la carta de Los enamorados, aunque te ha salido de forma invertida. Simboliza por supuesto a una pareja en desdicha envuelta en el fracaso de un amor frustrado y un final abrupto, sanguíneo y peligroso para uno de los dos. –

En ese momento la niña hace una pausa para ordenar sus pensamientos y continuar su respuesta para Johan – En definitiva esa carta representa tu pasado y el futuro no lo sabrás por esta carta. Para ello deberás sacar otra carta, pero no lo harás tu. Lo hará ella. – y extiende el mazo a Jules, quien aguarda junto al desconsolado muchacho.

Por breves instantes me pierdo en la mirada de Johan, descubriendo en el mar de sus ojos un sitio seguro donde estar, sintiendo en cada latido de mi pecho un halo de esperanza imposible de mermar. 

Sabía que necesitaba tiempo, lo de Hellen había sido un descubrimiento bastante fatídico y era razonable su sentir con respecto a su ex novia. No era nadie para juzgar absolutamente nada, ya cargaba con mis pecados y no por ello iba a renunciar a lo que siento por él. 

La decisión estaba tomada, anhelaba salir de esto juntos y sin importar todos los obstáculos que se interpongan, allí estaré a su lado. - Eso, juntos...  - respondo a través de una dulce sonrisa mientras me acerco a su lado y sujeto su mano, como una clara señal de que así estaremos de ahora en más. 

Sin embargo la presencia de una niña, conocida para mi se acerca al lugar en donde estábamos con una clara intención de predecir a través de sus cartas.  Es Johan el primero que saca una, nerviosa por lo que pueda decir,  espero impaciente sin soltar su mano. 

La respuesta era clara como el agua, todo lo vivido hace un instante era el fiel reflejo de la carta. Luego aquella misteriosa niña me incita a hacer lo mismo, con lo cual saco una y se la entrego. 

-Te conozco, nunca he tenido la oportunidad de agradecerte. - alcanzo a decir envuelta en un halo misterioso, atrás había quedado ese pasado donde era otra persona y no Jules, sino Mischa.

Preparada para recibir la respuesta, aprieto la mano de Johan bastante nerviosa, no tenía miedo a lo que pueda decirme, solo ansiedad por saber. 

¿Salvar a alguien muy cercano?¡Mi madre!...ha de ser ella.

James había llegado a pensar que su encuentro con su madre no era real. Por eso había desaparecido cuando cruzaron la puerta pero quizá...aquel endemoniado lugar era tan confuso...y por una vez más, les ponía a prueba.

Pero...obviando el hecho de que la niña había obviado deliberadamente contestar a su pregunta, ¿Y si todo lo que decía era cierto?¿Y si Martinson les había engañado? Lo ciero es que si esa fuese su intención, no encontraba mucho sentido a que les hubiese enviado allí. Pero a poco que compartiese con su padre, ¿quién sabe el alcance de sus planes?

Debía salvar a alguien cercano. Debía purgar sus pecados, debía ganarse su redención, por supuesto ¿Es eso lo que era este lugar?¿Una especie de purgatorio?¿Habría muerto aquella noche en aquel callejón?¿O...en aquel barco?

Así que...¿por dónde? Sí...claro que sí. Pugar sus pecados ¿Cómo? Cruzando SU puerta. Enfrentándose a ella.

Salió al pasillo de nuevo hasta llegar a su puerta que le recordaba tanto a aquel barco ¿Recordar?¡Era idéntico! Se quedó mirándola detenidamente, antes de hacerlo ¿Qué habría al otro lado?¿Se encontraría con su pasado? Probablemente. Seguramente este lugar podía hacer esas cosas.

-Damas y caballeros...por si no nos vemos, ha sido un honor conocerles.

Contó hasta tres, como si fuese a arrojarse a un abismo. Y luego abrió la puerta y entró.

El coronel escucha con atención a la niña. Mira la puerta que le corresponde, pero niega con la cabeza.

-Yo ya se lo que hice, y porque lo hice, no siempre todas las batallas pueden ser importantes, o necesarias, pero todas llevaban a un fin, ganar la guerra, algunas veces su estrategia fue la mejor y caímos en emboscadas, algunas misiones fueron suicidas, yo he participados en varias, donde la posibilidad de supervivencia era ridícula, pero fui porque era necesario, aun cuando creí que no volvería, porque era mi deber.

No se que "ves", que "sabes" pero claramente no eres omnipotente si crees que envié a esos jóvenes a morir sin motivo.- Aaron ahora está totalmente disgustado con la niña, pero no ha resultado ser lo que esperaba, no es una niña normal, de eso no hay duda, pero no parece ser la salvadora de nada, ni siquiera puede considerar lo que está diciendo como otra cosa que no sea blasfemia y herejía.

La puerta más cercana despierta escozores a James, principalmente porque su tamaño particular y su estructura es idéntica al camarote del Yate de su familia. Ese mismo yate donde sucedieron cosas horribles y confusas a la vez.¿Abrir esa puerta desentrañara alguna respuesta inconclusa? Solo James conoce la respuesta…

La puerta del afamado camarote cedió para dar paso al interior, hacia la verdad que le fue negada por años a James, siempre bajo el pretexto de un propósito mayor, más elevado y desconocido para el joven empresario. Al menos hasta ahora…

Una treintena de fieles con paso ágil recorren una senda familiar para James. Ellos caminan bajo el amparo de la luna menguada por oscuras nubes, siempre en subida hacia una colina rematada con piedras talladas por manos ancestrales y protegida por un espeso bosque.

Todos visten gruesas túnicas negras con amplias capuchas decoradas con simbología idéntica a la del medallón de Metatron. Símbolos grabados en hilos dorados y plateados. Debajo de las túnicas se ocultan vestidos costosos y esmóquines de diseño particular. Ellos representan la elite de una sociedad y debajo de esa fachada son el lobo, los adoradores paganos provenientes del viejo continente, de las islas de la niebla permanente.

- Es la noche idónea, con los astros alineados y las ofrendas necesarias para anticipar la llegada de Dios al nuevo mundo. El resurgimiento del Paraíso sobre la tierra. -

- Es el momento. ¿Estás lista? – pregunta uno de ellos a su acompañante. El hombre lleva en su mano un colgante con el medallón de la discordia.
- Si, lo estoy. Extrañare a mi niño. El tiempo pasó muy rápido. Es duro verlo crecer tan rápido. – responde la acompañante. Su voz denota fuerza y decisión para lo que está por suceder.
- Uno de los dos tenía que hacerlo. Sabes que Él me eligió para permanecer a su lado y prepararlo para el Resurgimiento. Tu sacrificio favorecerá su travesía cuando llegue a la isla. - luego el hombre se quita su capucha y los demás copian su acción. El es el famoso empresario Joseph A. Bartlevy junto a su mujer, la madre de un James preadolescente.

Entonces todos forman un círculo dejando a la señora Bartlevy en el centro. Entre los presentes se encuentran Michael Vannacut y su equipo médico del Mount Desert Hospital, Roger Martinson y su mayordomo Alan Krebs.

- Hermanos y hermanas, debemos ofrecer nuestras ofrendas y no olvidar la fe. Esperamos el día en que se abra el camino al paraíso. Que Dios acepte el sacrificio de esta noche y nos ilumine con la dadiva sagrada. – un anciano con vestiduras sacerdotales inicia la ceremonia, y con ello el principio del fin…

Fue una noche particular en Bar Harbor, en una olvidada colina dentro del bosque de la mansión Martinson… Esa noche la madre de James dejó para siempre el mundo real con la única finalidad de abrir la brecha con los demás mundos y anticipar la reencarnación de Dios. Pero en el fondo fue un acto de amor, todo a favor de la protección de su hijo…

Esa fue la visión de James al abrir la puerta. Un espectáculo para él y aquellos cercanos en el pasillo de NingunaParte.

Johan se arrodilla ante la niña para ponerse a su altura intentando esbozar una sonrisa aunque en su interior, seguía sintiendo un dolor intenso e infernal que le consumía el alma.

-Vaya... Has acertado de lleno pequeña, eres una chica de lo mas interesante, ojalá te hubiera conocido antes y me hubieras podido avisar ¿eh?

Mientras seguía en aquella posición, el joven muchacho miró a Jules curioso por la carta que había cogido. Aunque se suponía que era un juego, todo indicaba que aquella niña no estaba simplemente echando cartas y leyendo el futuro al azar, había acertado el futuro o lo parecía y estar en aquel extraño lugar que tantas cosas estaba desvelando a cada uno incrementaba aun mas aquella sensación.

Cuando recibió el apretón de manos de Jules, Johan se sobresaltó pero volvió a calmarse casi instantáneamente, los nervios y las emociones estaban a flor de piel en todos los presentes. Y fue cuando James abrió la puerta que Johan comprendió el oscuro misterio que envolvía a la maldita isla. Aquel anfitrión nunca había tenido buenas intenciones y no pudo evitar pensar en las chicas que estaban al "cuidado" de Martinson. Aunque sentía un sentimiento de ira y tristeza, intentó ocultarlo lo mejor que pudo y observó como la chica podía despejarles dudas a todos los presentes, aunque no fuera de una manera directa ni sencilla de comprender. 

Esperando la respuesta, Johan no paraba de pensar, sufría preocupándose por Helen, Jules, La pequeña Dahlia, aquellas sirvientas, el resto de compañeros y el mismo. Al que prácticamente, se había dado por auto-perdido

Rescatar...¿a Sara?!?!

Harry no salia de su asombro. En teoría eso era imposible, ya estaba muerta. Pero después de lo que habían visto aquella noche, nada era imposible. Quizá todos estaban muertos ya, y eso era el purgatorio.

Fuera como fuese, si había alguna posibilidad, Harry lo intentaría. Una sonrisa perlaba su rostro mientras abandono la sala siguiendo a la pequeña. Cuando James se despidió, Harry levanto la mano.

-Buena suerte amigo. Y tranquilo, se que lograras superar el pecado al que te enfrentes- le dijo seguro de que seria así.

El detective se espero en medio del pasillo, esperando a que el resto de compañeros estuviesen preparados para acabar con aquello, mientras le pregunto a la niña.

-Y ¿Dónde iras tu ahora? Y nosotros, ¿Hacia dónde hemos de dirigirnos para salvar todo esto? Aquí no hay más caminos que por el que hemos venido...

Aun destrozada, habia escuchado a medias el rumor que corria a su alrededor, la voz inocente de Dahlia, la despedida de unos, las protestas de otros y el dolor de otros. Cada uno estaba encerrado en su propia tortura, en su propio infierno. Todos en uno y a la vez en el propio. Se trató de arrastrar lejos de la puerta, sin poder dejar de sollozar, con las lagrimas empapando su rostro. Terminó pro alejarse de aquella puerta, que aunque ya no emitiera aquellas imagenes, seguia grabada en su mente, y estas se reproducian una y otra vez. Se acurrucó sentada contra la pared llena de herrumbre y podredumbre, abrazandose las rodillas. Observó al frente con gesto muerto y vacio, viendo ir y venir a la joven mujercita, otra niña a la que querian usar y manipular para el bien de otros... Pobre inocencia, siempre sesgada por las manos crueles de otras personas. Pero ella no era nadie como para dar nada. No era digna siquiera de acercarse a otro ser puro. 

James contemplaba aquella escena como si se tratase de un recuerdo. Algo vivido. Y sin embargo, él no estaba allí. Tan solo observaba la escena como expectador, ajeno a ella. Distante. Observó el rostro de su padre; siempre tan seguro de sí, directo, desafiante...controlador. Su madre, abnegada esposa y madre, siempre dispuesta a hacer lo que fuera necesario. Sintió una punzada de rabia en su corazón mientras veía como su padre, le exigía a su madre su sacrificio, aún planteándoselo como si no hubiese otra opción. Como si el que se sacrificase él no fuese posible.

Y allí estaba Martinson,...ahora que lo veía, más joven y con otro aspecto, se preguntaba si lo había visto alguna vez antes. Quizá...era posible. Pero aquello debió suceder hace mucho tiempo. También estaba Vannacut y Alex Crebs, quien, apesar de ser mucho más joven, apenas un muchacho, era igual de desagradable.

La tétrica escena, parecía sacada de una de aquellas novelas de terror que se vendían por entregas cuando era apenas un muchacho. ¿Cómo se llamaban?¿Weird Stories?No...Weird Tales. Eso era.

Observó la ceremonia con atención. Quizá aprendiese algo de ella. Quizá supiese qué hacer llegado el momento. Ver a su madre...desaparecer, como si se desvaneciese en el aire fue doloroso para él. Si había sufrido en el mundo del que venían, no había duda de que en aquel otro lugar, había sufrido mucho más. Supo también que su encuentro con su madre o lo que quedaba de ella, había sido real. Y la había vuelto a perder.

Pero lo que verdaderamente le estaba enseñando aquella habitación es que solo había un camino de vuelta y en aquel lugar horrible, regresar exigiría un sacrificio. Sin duda debían regresar con Dhalia a la mansión Martinson. Así que volvió a reunirse con el resto de sus compañeros.

-Creo que es hora de regresar. Se hace tarde. Pero, ¿cómo lo haremos? Dhalia, pequeña...¿cómo se sale de aquí?

James observó la habitación buscando posibles salidas.

Cuando Jules coge la carta, James enfrenta su desconocido pasado y los demás también se dirigen a la niña. Solo que ella emplea su atención en un interlocutor a la vez.

En realidad dispone de todo el tiempo allí dentro porque en realidad no existe.

- Nada hay que agradecer. En mis sueños hago cosas y visito lugares y gente. Te recuerdo de uno de mis sueños. – y luego de ver la carta que la rubia extrajo, Dahlia responde acorde a su significado.

– La fuerza. Todos aquellos que visitan este lugar son llamados, invocados o atraídos por alguna necesidad que desconozco. Pero tú posees la fuerza, el poder y la energía que “Él” desea y por eso te encuentras aquí en su trampa. Serás tentada a entregar tu fuerza a cambio de lo que más aprecias. Espera y verás… pronto. – las palabras de la extraña niña calan hondo en Jules, quien ha sabido emplear su voluntad en sobrevivir todos estos años junto a su hermana.

Luego el coronel niega con disgusto todo lo que escuchó de la niña. Ella en cambio parece disfrutar el momento. – Ellos también hablan de ti en mis sueños y puede que ahora no importe. Ya tendrás tu momento para lidiar con ellos. Todo llega sin importar mis creencias… - en realidad Dahlia no tiene nada contra ninguno de los presentes pero algunos de sus secretos son más atractivos que los de otros allí presentes.

- Sí, he acertado. Ser Yo es horrible. – agrega para Johan que aun alberga sorpresa por los últimos sucesos.

Y finalmente la decisión comienza a nacer entre los presentes. Tal es el caso de Harry. – Allí, donde estaba tu pasado secreto. Ahora es la salida, el destino que espera por todos. – y la niña señala el umbral cerrado a cal y canto. ¿Cómo saldrían de NingunaParte por una puerta enterrada bajo ladrillos?

Tal vez sea menester de Harry Slaughter, el primero en purgar sus pecados.

Y a su vez la pregunta de James sea respondida pronto.

Finalmente la enigmática niña descubre una carta para el Teniente que ha permanecido bajo el silencio de su reflexión. Él observa todo desde su sitio, como esperando algo a su alcance. – La muerte te rodea y te transforma. Te evade y juega contigo. Se divierte con tus pecados a costa de los demás pero lo que no sabe es que tienes lo necesario para lo opuesto: Proteger y terminar las existencias de aquellos que no pueden morir. Solo necesitas la herramienta adecuada. Espera y verás… pronto. – las palabras de Dahlia para Harry Wood quizás no eran lo que este esperaba. En realidad nada es lo que parece cuando personas como Evelyn sufren en soledad…

James se pasa la mano por la cabeza. Es evidente que está nervioso, probablemente por la escena que acaba de presenciar, pero consigue mantener el control.

-¿Dices que...que Harry debe solucionar algún tipo de enigma tras su puerta para que todos podamos salir?-pregunta James desconcertado-.

Esa idea no le parecía coherente. Es decir, aquel podía ser un mundo de locos, pero todo parecía guardar algún tipo de coherencia, de correlación. Allí cada uno tenía su puerta y podía imaginarse que tras de sí, cada una de estas puertas rememoraría un momento de su pasado. Algo relacionado con el hecho de que estuviesen allí. Lo lógico sería que si había una prueba, se les plantease a todos ellos y que quien fuese capaz de superarla, podría continuar. Así funcionaba el purgatorio o al menos, así se lo habían explicado.

¿Así que la salida estaba por su puerta? Harry se acerco a ella. Estaba tapiada con ladrillos. El detective no tenia muy claro como podrían tirar abajo una puerta de ladrillos, que no fuera gastando unas horas picando la pared.

Aquí las cosas aparecen y desaparecen, hay criaturas indescriptibles, nada tiene la lógica del mundo racional. ¿Por qué esto tendría que seguir una lógica?

Así que sin más, el detective se puso delante la puerta, alargo la mano con los ojos cerrados y se imagino que la puerta tenia pomo, intentando abrirlo con la mano.

El coronel se frota los ojos con el índice y el pulgar, sus subordinados reconocerían ese gesto en seguida, lo ha realizado tantas veces delante de los planos antes de las batallas... es un tic de Aaron cuando se encuentra en una encrucijada y no sabe que hacer. Le ayuda a concentrarse, a alejar todo lo demás y solo centrarse en lo importante.

Al cabo de un rato al final se da cuenta de que no sabe todas las ecuaciones, ¿realmente no depende tanto de él? ¿de todos? ¿sigue dependiendo de la dichosa niña rara?

Al final suspira y abre los ojos. Hace una única pregunta a la niña

-¿Qué he, o hemos de hacer, para que esto desaparezca y vuelva todo a la realidad anterior?

Entonces Harry hizo lo correcto porque al estirar la mano, esta atravesó la pared y un umbral de luz ocupo el lugar de la pared. La situación fue similar al ingresar a NingunaParte solo que no había luces segadoras.

- Listo. Es por aquí donde mi rol aguarda pero nada podré hacer sin el sello de Metatron. – Dahlia se explica frente a la apertura luminosa. Sin el aporte de James la suerte de todos es casi nula…

Aún sujetando la mano de Johan escucho las palabras de la niña, comprendiendo que aún me quedaba otro paso más que dar en este asqueroso infierno. La predicción era fácil de comprender y sabía que tenía delante mío un obstáculo por vencer. - Gracias, sé lo que debo hacer. -  expreso con firmeza y tras regalarle una sonrisa a Dahlia, giro sobre mi misma con intenciones de apartar a Johan para decirle algo privado. 

(...)

Una vez que termino aquel efímero diálogo, me coloco de puntillas y beso apasionadamente al joven, dejando a través de aquel acto el único vestigio de amor que conservaba. Me esperaba una prueba más, la pequeña lo había anunciado y si todo salía mal, al menos me llevaba aquel dulce momento junto a Johan. No pedía más, lo haría en el caso de que todo salga bien. 

Ahora avanzando unos pasos, sin soltarme del chico, camino junto al resto con intenciones de adentrarme en el mismísimo infierno. - Juntos. -  afirmo tras dedicarle una mirada a Johan, siendo consciente de que esas palabras al menos para mi significaban mucho. 

En aquel efímero momento, mis ojos se pierden en los de Johan y a través de un tono sincero, rompo el silencio. - Toda mi vida he sacrificado mi felicidad a costa de la supervivencia, cada momento vivido se impregnó de dolor, muertes y sangre. Sé que en el algún momento debo pagar por todo lo que hice y que al fin de cuentas, la justicia divina será implacable conmigo si es que existe un Dios justo. -hago una breve pausa mientras mis ojos se inundan por unas lágrimas que se resisten a salir. 

- Te quiero Johan y ojalá al cruzar esta puerta, supere lo que me espera porque querrá estar entre tus brazos y ser feliz. Eres lo único que ahora mismo me regala un poco de esperanza y por ti, sé que haría lo que fuera. Gracias por aparecer en mi vida... -tras decir aquellas palabras y sin pensarlo demasiado, beso sus labios con ternura, pasión y un amor fidedigno. Como bien había mencionado, Johan era el único motivo por el cual seguía en pie y al menos si perdía la vida, me llevaba aquel beso suyo. 

James asiente complacido cuando la puerta se abre y la luz cegadora fluye a través de ella.

Y entonces Dhalia advierte que necesitará el sello del Metratrón para cumplir su destino. James lo contempla. Al ver el grabado siente, como ha sentido en otras ocasiones, que ese símbolo lo había acompañado desde siempre. Quizá fuese cierto...quizá debiese haber sido él, pero había fracasado. Claro que no es fácil tener éxito en algo cuando no sabes lo que tienes que hacer. No jueges a un juego que no puedas ganar. Las palabras de su padre volvieron a su mente una vez más.

Sonrió mirando a la niña y entonces, se lo entregó.

-Toma. Es tuyo. Haz lo que debas con él.

Ceder el medallón le hizo sentirse como desnudo. Pero a la vez, liberado.

Cuando llegó el momento, cruzó no sin cierto temor, pues recordó la advertencia de Dhalia. Pronto debería salvar a alguien muy cercano.

No supo del todo bien que habia pasado, ni que habian hablado. Solo supo que su entorno habia cambiado. Una extraña luz asomaba de una puerta que antes no estaba, y su brillo resulto ciertamente calido para Evelyn, no tan cegador como el resto. Sus ojos llenos de lagrimas aun no la permitian bien. Pero por su mente vagó la idea de que... como todos tenian oportunidad de salvar a alguien, como aquello era tan irreal, quizas pudiera enmendar sus actos. Era algo abusrdo, pero estaba dispuesta a creer que aquello no era su castigo, sino una oportunidad para volver a hacer las cosas bien.

Tardó varios intentos en ponerse en pie y cuando lo logró, poco la separaba de una de esas criaturas no vivas, andando con los pies siendo arrastrados por el suelo. Siguio al resto, en ultimo lugar, esperando poder continuar, llegar a algn final y no seguir atrapada en el ciclo de dolor y muerte, de tortura, de odio. Queria salvar a su niña, si es que en algun momento tuvo oportunidad de ello. Preferia morir definitivamente a quedarse atrapada ahi. Fuera lo que le esperara, solo deseaba que todo acabase. Aun a pesar de todo, seguia pensando que no se merecia sufrir asi, mientras que por otra parte se odiaba y se deseaba lo peor. Habian dos Evelyn dentro, luchando. Una aun tirando del egoismo, una, solo queriendo desaparecer.