Partida Rol por web

Tras atravesar sin novedad los corredores bajo vuestra casa y llegar sin ningún incidente a la gruta que habéis establecido como punto de encuentro en anteriores ocasiones, os dirigís al Bazar, las tardías horas por las que os movéis por este barrio hace que seáis testigos del peor ambiente de la ciudad, borrachos semiinconscientes permanecen echados en los callejones esperando tener suerte y  que se les pase la mona antes de que les desvalijen o algo peor, hasta hoy no pensabais ni de lejos que pudiera haber rameras goblin trabajando por las calles, y vuestra sorpresa y asco al verlas, se refleja en vuestros rostros, Assim continua guiando al grupo, es el único que parece estar acostumbrado a esto.

No sólo vosotros estáis sorprendidos, la mayoría de la escoria deja de hacer sus oscuros negocios y se aparta al ver lo que se supone por su porte orgulloso, es una sacerdotisa con su guardia, Shibolé está fuera de lugar, ni siquiera en las primeras luces de Narbodel su presencia pasaría desapercibida, más aún ahora, cuando todo parece estar permitido en estos sórdidos callejones.

Tras atravesar lo que creéis que es la peor zona de la ciudad llegáis al primero de los dos establecimientos de luchadores que conocéis, el establo de Calimar Zolond, desde fuera podéis oír el tumulto del interior, sin duda esta noche hay combates. El edificio es una nave de grandes dimensiones hecha de madera de hongo, tiene una planta, y en el techo podéis ver a unos cuantos drow armados con ballestas, en la puerta hay una cola de unos pocos orcos que protestan ante un drow, a todas luces el portero, por los precios de la entrada.

Araña negra, araña negra

Estas palabras pronunciadas en voz alta por algún guardia del tejado os preceden, y hacen que el grupo se gire y que inmediatamente se aparte con actitud sumisa, parece que todos han perdido el interés por entrar, ya que se alejan rápidamente, dejándoos delante del portero.

Has guiado al grupo por una de las zonas más sórdidas de la ciudad, y lo has hecho con un perverso placer, sabes que la sacerdotisa se sentirá enferma al ver como la escoria de la ciudad vive y se divierte, y también sabes que su ego se sentirá satisfecho al ver el temor que una sierva de LLoth provoca entre los inferiores del Bazar, te regodeas con la sensación de jugar con las emociones de Shibolé.

Disfrutas con este primer paseo como el lugarteniente de la “matrona” de la futura casa que queréis formar, te sientes poderoso y capaz de decidir sobre tu futuro, es una sensación nueva y embriagadora, ya te imaginas gobernando la casa con mano de hierro, pronto dejas de lado esas ensoñaciones al ver por donde os estáis moviendo, y te das cuenta de la fragilidad de vuestro grupo en este lugar, preocupado no te separas durante todo el camino de Shibolé.
 

No tenéis que decir nada, el drow os abre la puerta y con una inclinación de cabeza os deja pasar, cuando pasáis a su lado veis que lleva una camisa de malla bajo sus holgadas ropas y que un garrote al alcance de su mano se encuentra apoyado contra la pared, en el vestíbulo de la entrada podéis ver unos grandes armarios llenos de armas con unas fichas colgando de unos cordeles, pero el segundo drow que aquí se encuentra no os dice nada al respecto y con un gesto os indica que le sigáis.

Un escalofrío te recorre la nuca, no os habéis identificado y os dejan pasar sin ningún problema, si no supieras que vas a entrar en un edificio lleno de gente pensarías que es una emboscada.

Te has pasado todo el camino con la paranoia en la cabeza, tu mirada no ha dejado de moverse de un lugar a otro buscando en vano cualquier amenaza, sólo cuando llegas al destino te relajas un poco al ver la seguridad del mismo, y suspiras de alivio al ver que entráis sin problemas y que os permiten conservar vuestras armas.
 

Cuando atravesáis la puerta el aire del interior os golpea, una mezcla de sudor y aceites aromáticos inundan vuestras fosas nasales, produciendo un ligero picor, el griterío ahora es ensordecedor, a pesar del griterío podéis escuchar el inconfundible sonido de golpes metálicos, sin duda alguna de armas, el drow os guía por un pasillo hasta llegar unas escaleras, y tras subirlas os abre una puerta y os cede el paso.

Cuando entráis podéis ver que estáis en una especie de palco amueblado con sillas individuales y con una mesa, bajo vosotros se encuentra el foso de lucha, este tiene forma circular y esta un par de metros hundido con respecto a la planta baja, que consta de unas gradas que rodean el foso, el lleno es absoluto y parece que el espectáculo complace al público, dos enormes orcos se baten en el foso, sus cuerpos desnudos excepto por unos taparrabos brillan a la luz de unas antorchas situadas a intervalos regulares por las paredes del foso, su habilidad es increíble, fruto del duro entrenamiento al que sin duda se han sometido durante años, brillantes chispas saltan de sus espadas cada vez que estas chocan con fuerza.

Acomodaos por favor, mi señor vendrá en seguida, os traeré algo de beber y de comer, perdonad si el lugar no está acondicionado a vuestro gusto, de haber sabido de vuestra visita lo habríamos acondicionado como vos os merecéis el servil guardia sale del palco con inclinaciones continuas de cabeza.

Durante el trayecto te has sentido asqueada al ver a la escoria de la ciudad, no imaginabas cómo eran las cloacas sociales de Menzoberrazan, y lo que ves te repugna, sin embargo a la vez te sientes halagada al ver el temor que la gente siente al ver a una verdadera servidora de la diosa araña. Tienes una sensación extraña por ser tan poco habitual al sentarte en este palco y ver a tanta gente por debajo de ti, su lugar natural...
 

Al poco tiempo la puerta se vuelve a abrir y un drow traspasa el umbral, sus anodinas y burdas ropas denotan su escaso gusto, típico de la gente de baja estofa, tras él, el guardia de antes entra con una bandeja con unas copas, una jarra de vino y unos dulces, sale inmediatamente y cierra la puerta tras él, el drow que permanece en el palco avanza unos pasos y deja la zona de sombras, ahora la luz de las antorchas le ilumina mejor y podéis ver sus siniestros rasgos con claridad.

Bienvenida a mi establecimiento empieza por decir con una torpe aunque cortés inclinación de cabeza y dirigiéndose a Shibolé es un placer recibiros, perdonad mi ignorancia y que no me dirija a usted por su nombre, pero no estamos acostumbrados a recibir visitas de su clase. Espero que disfrute con mi espectáculo, todavía quedan un par de combates de buen nivel.

Rizzen parece algo intranquilo, trga saliva y mira a sus compañeros disimuladamente para ver si ellos comparten la misma situación.

Lo normal es que nos hubieran desarmado y pedido identificación, ¿será una emboscada..? No creo, es simple prudencia. Shibole aun no se ha identificado y ellos no saben de que casa es, temen agraviar a una sacerdotisa de una casa importante. Al menos de momento estamos a salvo, de momento.

Aun así no puede reprimir la sensaciónd e estar en una ratonera, no obstante se mantiene alerta a la izquierda de la sacerdotisa.

Con una mano sobre el pomo de la espada, permanezco a la derecha de la sacerdotisa, mirando cualquier rincón por el que se pudiera esconder alguna ratilla.

Al llegar a presencia de Calimar y escuchar sus palabras, un escalofrío recorre mi cuerpo mientras mentalmente me imagino la conversación no lo digo por aquí porque Shibolé se copia, jiji.

Desde nuestra privilegiada posición, observo la arena, con los restos de sangre, vísceras y otros despojos humanoides. Para mí, siempre es un placer observar otros estilos de lucha por lo que rápidamente pierdo un poco la atención sobre las palabras de Shibolé Ya es mayorcita para saber lo que estamos buscando aquí. y me dedico a ver esos combates que ha comentado Calimar.

Mirando de soslayo la arena durante unos segundos, miro a Calimar y, con una sonrisa torcida Soy Shi’nayne Du´assed, regente de una casa comercial. Vengo de la derruida Ched Nassad, así que dudo que hayas oído hablar de mí, o de mi casa. dando un paso al frente, para colocarme frente al palco y ver en todo su esplendor la arena Has dicho que todavía quedan dos combates ¿no?, veámoslos antes de hablar de otros temas. digo esperando que me indique dónde sentarme.

Permanezco en segundo plano, no hablo con nadie pero por debajo de la bien calada capucha mis ojos y oídos no dejan de registrar cada detalle, cada movimiento. Estoy en mi salsa y me muevo como pez en el agua en este ambiente.

También permanezco atento a la Sacerdotisa, sin perderme ni una de sus palabras. Tengo curiosidad por ver cómo se adapta a tratar con la chusma más baja. Estoy seguro de que esta noche descubrirá muchas cosas que no imaginaba de su querida Menzoberrazan...