Partida Rol por web

- Bueno, la última pelea que recuerdo fue con un gilipollas de la facultad, y de eso ya ha llovido. -la pregunta le había causado cierto asombro.- En los ámbitos en que me muevo no suele haber peleas. Al menos de ese tipo. ¿Por qué lo dices?

Decidió esperar el momento en que la conversación diese otro requiebro inesperado y tomase de nuevo el rumbo de los poderes, para preguntarle qué diablos era eso del auspex y la ofuscación.

Dando una calada al puro recien arrebatado, digo a El Conde—. Como quieras... Aunque soy demasiado bueno en esto como para usar trucos vampíricos...

Dicho esto, me preparo para lo que viene ahora. Preparo los puños, aunque rara vez los uso para pegarme. Me gustan los métodos más... "rebuscados".

Emma ni pudo ni podría negarlo nunca. Aquel asentimiento tan seguro le dejo ver que le esperaba un castigo que no olvidaría en su vida... pero aquella sonrisa la desarmó, a ella y a sus conclusiones.

Lo escuchó atentamente y cuando el rió no pudo dejar de hacer lo mismo.

-Me habías asustado... -le confesó- Ya estaba imaginando cual podría ser el castigo. Si preguntan, contestaré eso. Sin dudarlo. ¿Todo eso hubiera pasado si te hubieras negado? Es increíble... Pensé que realmente eráis un grupo muy unido, compacto... sin roces personales de tal calibre.

O tal vez simplemente era que no sabía casi nada aún, y lo que para todos resultaba evidente, para ella era aún un profundo misterio. Pensó qué preguntar, y tenía tantas preguntas pendientes que era complicado decidirse por la primera. Después de unos instantes se decidió a comenzar por el principio, a sentar las bases de lo que ella era.

-Tengo decenas de preguntas... podría empezar preguntándote que somos los Ventrue. Pero tal vez consideras mejor empezar por no sé, cualquier otra cosa.

Lo miró y vio que estaba relajado disfrutando de aquel momento, igual que ella realmente. Lo de él era normal, estaba en su casa, pero había algo en Alonso que no la hacía sentir incómoda como había pasado antes con el resto de los vampiros a los que había conocido. Imponía respeto sí, más por saber que ocupaba un gran puesto en Denver, pero a la misma vez se lo estaba poniendo fácil.

Al otro lado de la puerta, sentado en un butacón, junto a una chimenea artificial y con un libro grueso y con pinta de antiguo estaba Sir John Arthur Taylor. No te dijo nada, ni se sorprendió de tu llegada. Tampoco había razón para que se sorprendiera, pues te estaba esperando. Simplemente te dio paso, y te indicó que tomaras asiento, en un butacón idéntico al suyo, que había sido colocado frente a él.

Se te quedó mirando, muy fijamente, observando tus movimientos.

- Oh, por nada por nada... mmm, supongo que podrás ser útil en algún otro sentido, si. Estoy segura - dije, mostrándome de repente tremendamente convencida de mis palabras, aunque apenas unos segundos antes tuve dudas.

- Veamos, supogo que tendrás muchas preguntas, si, si, si. Muchas. Puedes empezar, Chiquillo mío.

Me quedé espectante, esperando las preguntas de mi prole. Seguro que eran interesantísimas. Ya me las estaba imaginando sí ...

Asentí hacia su pregunta, y tomé falsamente aliento, pensando muy bien en mis palabras.

- No es una pregunta fácil. La respuesta más obvia es que somos un Clan de Vampiros. Pero eso ya lo sabías. Los Ventrue nos hemos granjeado la fama, o el escarnio, según como se mire, de ser el clan del liderazgo. Nos llaman los Sangre Azul, y no sin motivo. Durante siglos el clan sólo Abrazaba a los de noble cuna. Aunque los tiempos cambian, y, aunque mucho más lentamente, la Estirpe se adapta a dichos cambios. Es justo decir que la mayoría de Príncipes de la Camarilla son Ventrue, aunque esto esta lejos de ser la norma. En cada ciudad es Príncipe quien tiene el poder y la voluntad de serlo y de mantenerse. Como supongo que ya estarás viendo, nuestra sociedad se parece más a un nido de víboras traicioneras que a algo unido, o cohesionado, como pensabas antes. Los Ventrue no somos una excepción. Aunque generalizar es una estupidez, no sería fiel a la verdad si te dijera que todos los Ventrue somos nobles, tanto de sangre como de comportamiento.

Compuse una sonrisa y repasé lo que le había dicho.

- No sé si te he aclarado mucho las cosas, o por el contrario te he liado más. Como te dije, es un tema complejo.

Sean miró a Sir Taylor con expresión neutra, sabía que estaba estudiando todos sus movimientos, por lo que empezó por lo más sencillo, cerrar la puerta de entrada sin hacer más ruido de lo necesario y sin perderlo de vista. Después, tras una rápida ojeada al lugar donde se encontraba, se encaminó hacia el asiento que le había indicado en completo silencio y con tranquilidad. 

 Una vez hubo llegado al butacón, posó una mano sobre el asiento y sin perder de vista a Sir John, se sentó sin cruzar las piernas, con la espalda apoyada en el respaldo y los brazos visibles sobre los reposabrazos, en una posición aparentemente cómoda pero alerta.

Decidió permanecer en silencio mirando a su sire hasta que este iniciase la conversación. El libro que tenía en sus manos le llamó la atención, pero no se entretuvo en mirarlo más de unos segundos. El rostro de Sir Taylor era mucho más enigmático... se preguntó en que estaría pensando y multitud de cuestiones acudieron a su mente, entre ellas las más recurrentes "¿Porque me abrazaste, por venganza, para torturarme...? ¿Que piensas hacer conmigo...?"

-No, te has explicado perfectamente. Al final no hay tanta diferencia entre los humanos y los vampiros -le dijo con una sonrisa después de haberlo escuchado con atención- Siempre hay de todo en todos lados. La imagen que me había llevado sí que era de unión entre vosotros, pero entiendo lo que me has contado, sin problema. Aunque cuando me has dicho que los Ventrue solían provenir de noble cuna no he podido evitar pensar que Aki se había equivocado bastante conmigo. De noble cuna tengo lo que yo me se -bromeó pensando en su siguiente pregunta.

-Hay algo que me sorprendió en el Broadstreet. Solo tú y Earl sois ventrues aquí en Denver. ¿Por qué solo vosotros dos? -preguntó, aunque no era esa realmente la pregunta por la que tenía curiosidad- ¿Por qué cuando el sire de Sean dijo que yo era Ventrue, Edward os miró como buscando al culpable de que yo estuviera allí? No reaccionó de la misma manera con nadie más... solo conmigo, como si aunque él dió permiso para abrazarnos en la fiesta a vosotros os lo tuviera prohibido de todas formas. ¿Edward no quiere más Ventrues en Denver?

Simplemente me preparé, sin caer en las provocaciones del chaval.

Sandro había tenido mil preguntas en la mente, pero ahora muchas de ellas se habían desvanecido y otras habían perdido su sentido. Ahora le preocupaba aprender todo lo posible sobre su nueva existencia y sentar algunas bases sobre las que construirla con suelo firme.

- Pues sí, tengo algunas. Veamos. -su mente comenzó a elaborar una lista, priorizando las que le parecían más importantes-  ¿Cómo puedo despertar esos poderes de los que me hablaste antes? Me parecen muy interesantes. Supongo que debería estar orgulloso de ser un Malkavian, pero no dejo de preguntarme qué hay en mí para pertenecer a este Clan. Me imagino que debió ser el azar y la urgencia del momento la que te hizo abrazarme, ¿o hay algo que nos distingue y nos hace reconocernos? -de veras deseaba arraigar ese orgullo de clase, del que se siente diferente y mejor que los demás. La chica que tenía delante no se ajustaba al patrón de lo que para él era el ser perfecto, pero encontraba que se comunicaba bien con ella. Y lo que era más importante, se sentía a gusto en la compañía de aquella adolescente tan... especial.

Sin embargo, decidió seguir alerta y no bajar la guardia. Al fin y al cabo ella era tan solo una niña y él el hombre maduro que estaba a vuelta de todo. ¿O no?

- ¿Cuántos años tienes, Cassandra? -y esa idea le llevó a alguna otra más- ¿No envejecemos? Quiero decir, ¿durante cuántos años mantendré mi aspecto actual? -y esa, a otra- Realmente sí que estaría interesado en mantener mi profesión. Creo que podría convencer a mis jefes de trabajar de alguna forma que fuese compatible con mi nuevo estilo nocturno de vida. -y de ahí, a otra que, realmente, no es que tuviera mucho que ver- ¿Me voy a quedar a vivir aquí contigo? ¿Va a ser este mi refugio?

Y, finalmente, a la importante de veras.

- Necesito cambiarme de ropa, ¿podemos ir ahora a mi casa?

Doy una calada al puro, para después arrojarle a la cara del vampiro.

Todo ocurre muy rápido. El puro sólo es una distracción, ya que cuando quiera abrir los ojos, estaré delante suya, para darle un buen bofetón.

Pero el bofetón sólo es otra treta más, ya que, cuando haga el movimiento de esquiva en la cara, es cuando le doy el golpe real... Un rodillazo en sus pendientes reales.

Puede que ya no sinitiese nada ahí, pero un rodillazo en esa zona siempre jode mucho. Mucho, mucho.

Anette antes de que la pelirroja la agarrara se hizo a un lado por los pelos, ya que esa chica era muchísimo más rápida de lo que pensaba y la castaña dudaba en si podría salir de aquel parque ganando la a ella. 

Espero algún día moverme tan rápida como tu.

Miré a mi chiquillo fijamente, mientras tomaba asiento delante de mi, y guardé silencio, pensando muy bien mis próximas palabras.

- El Clan de los Tremere. Para bien o para mal, ahora eres uno de ellos, uno de los nuestros. A partir de ahora, vivirás para el clan, y tu lealtad será siempre primero para con el clan. Vivirás aquí, en la Capilla, donde estudiarás los secretos de la Taumaturgia, nuestra Disciplina más secreta. ¿Alguna pregunta?