Partida Rol por web

No tardaste en llegar a tu casa, que estaba tal y como la habías dejado. Eras libre de hacer cualquier cosa. Incluso sentiste que podrías escapar de allí, de aquel lugar, de aquella ciudad, de aquella locura. Nadie te lo impedía, pero... ¿y después? Además, tú sabías que, en realidad, no querías escapar de aquella locura... si no abrazarla y hacerla tuya.

Le puse una mano helada en el hombro y apreté suavemente, para transmitirle mi apoyo.

- No sabemos si Aki sigue viva. Lo más normal es que muriese, si estaba en la fiesta. Debes entender que no tenemos forma de encontrar o si quiera de identificar sus restos. Los Vampiros, sobre todo cuanto más viejos somos, nos convertimos rápidamente en polvo y cenizas al morir. La maldición que nos hace permanecer jóvenes se deshace en un instante, retornando al estado que deberían tener nuestros cuerpos. Yo mismo tardaría unos pocos segundos en convertirme en polvo. Sin cadáver, tampoco hay pruebas. Aki era una Cainita poderosa entre los Ventrue de Tokyo. Sin embargo, se encontraba en el Dominio de Edward, y la palabra de Edward, en su Dominio, es Ley. Lo mandan las Tradiciones. Y sin las Tradiciones, nos hubiéramos extinguido hace siglos. Puede que tu fuerza no radique en tus músculos, pero los Ventrue somos más resistentes de lo que parece. Además, la fuerza bruta sólo es la forma más burda de resolver los problemas.

A Sean le sonó a chino todo eso de la Traumaturgia y la vitae... pero la palabra Pirámide si que la entendió a la perfección. Cuando vio como Sir Taylor hacía brotar de su mano una llama azul, no pudo evitar sobresaltarse y mirar aquella llama que prendía sin dañar la piel de su sire. "¿Donde está el truco?" se preguntó mientras lo examinaba con curiosidad. 

- ¿Cómo lo ha hecho?- dijo sin poder apartar los ojos de su mano no era capaz de adivinar como había generado aquella llama... desde su posición, miró por debajo del siento de Sir Taylor, le examinó la mano y la manga buscando algún tipo de guante o mecanismo... Sean era muy bueno descubriendo los trucos de magia de los magos, la magia no podía existir... o si... entonces recordó lo que le dijo el Brujah a Jack cuando estaban en el club de Edward- Me rindo... declaró tras unos segundos, esto no se parece a nada de lo que he visto hasta ahora...supongo que será a esto a lo que se refería el Conde cuando habló de los Tremere y su magia... con respecto a la Pirámide...- consiguió apartar los ojos de la llama y mirar a Sir Taylor- soy consciente de estoy en lo más bajo de la misma... se lo que eso significa, que puedo ser aplastado y sustituido por aquel que esté por encima de mí... me he criado en un barrio marginal de Londres...- suspiró- ¿Hay alguna forma de subir dentro de la Pirámide? ¿Cual es mi cometido? y... ¿de verdad podré hace eso...? - señaló otra vez la llama.

-¡Oh! cierto. Se me había olvidado... -Emma se maldijo, no podía permitirse olvidar las Tradiciones- De acuerdo, tiene sentido que ella obedeciera la orden y tambien tiene sentido que no volvamos a saber nada más de ella si murió en el ataque. Pero... ¿y si no fue así? ¿y si vuelve a por mi? ¿Tiene algún derecho sobre mi?

Le había llamado la atención algo de lo que había dicho Alonso, pero quería primero terminar con el asunto de Aki. Le tenía bastante preocupada...

Sandro introdujo la llave en la cerradura, la giró y abrió la puerta. El apartamento estaba oscuro, apenas iluminado por las luces que entraban por el gran ventanal de la sala de estar y que se colaban entre las rendijas de una persiana no bajada del todo. Suspiró. -En casa.- Dio la luz y se adentró en su hogar, admirándolo con nostalgia, como si hubiese venido de un largo viaje de negocios. Dio una vuelta por la gran cocina comedor y luego se dirigió a su dormitorio.

Lentamente, se desvistió y enterró la camisa y el traje dentro del cesto, para que quedasen disimulados entre el resto de ropa sucia. - Mañana viene la asistenta.- pensó, recordando el día de la semana que era. Había multitud de detalles como aquél que debería tener bien atados si quería continuar viviendo allí. Haría una lista y los iría resolviendo, uno a uno, como siempre hacía cuando se le acumulaban los problemas.

Entró en la ducha y se aseó, como hacía ratos que deseaba hacerlo (*). Después de secarse, se cobijó bajo la cómoda bata de seda y se puso manos a la obra. Encendió el portátil y consultó el correo del último día. Nada realmente interesante, tan sólo un mensaje de Ford, preguntando si finalmente había ido a la fiesta de Edward y deseando que no le hubiese ocurrido nada.

Contestó a su colega mintiéndole acerca de aquello, justificando que una repentina indisposición le había impedido ir. "Menos mal que no lo hice, menuda masacre", le acabó escribiendo.

Dedicó el siguiente par de horas en acabar de atar unos cuantos cabos y terminó escribiendo a su jefe más directo, comunicándole que debía abandonar la ciudad durante unos días por un asunto de índole familiar, pero que seguiría trabajando en los proyectos que tenía entre manos y que no habría ningún retraso en los plazos previstos. Estaba convencido de que no habría problema, pues siempre había cumplido y todos sabían de su eficiencia. De hecho, según la opinión del propio Sandro y de sus jefes, era una pieza de la empresa difícilmente prescindible. De ahora en adelante, deberían acostumbrarse a verle menos de lo poco que le solían ver, si querían seguir contando con él.

La hora de la madrugada se iba acercando y Sandro debía tomar una decisión y lo sabía. Entrelazó los dedos y estiró los brazos, desperezándose. Todo estaba ya mínimamente atado, de forma provisional pero efectiva, así que nada le impedía realmente dormir allí y esperar a que la noche siguiente las ideas hubiesen madurado en su cabeza.

Preparó una nota para la señora de la limpieza. "He trabajado hasta tarde. No entre en mi habitación, estoy descansando."

Sólo tenía que dejarla en la mesa del recibidor y prepararse para el alba, encerrado en su dormitorio.

Maldito Romero.

Y olvidarse de Edward y del resto de los vampiros.

Podía apañárselas solo, crecer como vampiro en solitario, llegar a ser el mejor. Estaba convencido.

"- Vete, vete. Te estaré esperando aqui, no te preocupes." -la voz de Cassandra tintineó entre sus pensamientos.

Consultó el reloj. No. No podía hacerlo, no aún. No estaba preparado ni sabía lo suficiente como para enfrentarse solo a todo y a todos. No todavía. Aún tenía mucho que aprender y mucha información que obtener. Debía ser paciente, frío y calculador, no dejarse llevar por la comodidad del momento. Arrugó la nota, apagó el ordenador y se vistió con el traje soñado, listo para salir de nuevo a la calle.

Cerró las luces del apartamento y, con otro suspiro resignado, lo abandonó para dirigirse de nuevo a la estación ferroviaria abandonada de Denver.

Con un gesto de mi mano hice desaparecer las llamas azuladas tan rápido como había llegado.

- Tu cometido será servir al clan y, en menor medida, a la Camarilla. Honrando al clan con tu servicio te honras a ti mismo. Tus méritos y conocimientos serán tu mejor aval para ascender dentro de la Pirámide. Sí, podrás hacer esto y muchas cosas más. Las posibilidades de la Taumaturgia son muy numerosas.

- Si Aki sigue vive, vuelve y te reclama como su chiquilla, si, deberías obedecerle.

La miré muy seriamente, dándole a entender que, a pesar de mis palabras, las posibilidades de que Aki siguiera viva eran casi nulas...

Allí seguía yo, cuando mi chiquillo reapareció, un par de horas más tarde. Le saludé enérgicamente con la mano y le invité a pasar. Uys, que mono estaba con aquel traje nuevo.

- Hola, Cassandra. -dijo, tras abrir la puerta del vagón.- Ya estoy aquí. Lo he dejado todo más o menos listo. En un par de semanas no deberé preocuparme por mis asuntos.

¿Sabes? -añadió tras una breve pausa- Creo que voy a intentar seguir con mi trabajo. Es lo único que echo de menos.- Esperó a ver si ella quería dar alguna opinión acerca de eso.

Reafirmó el nudo de la corbata para sentirse más cómodo, dio un par de vueltas por la estancia y, por fin, se decidió a decir:

Estoy listo para seguir mi adiestramiento. -así se lo tomaba él aquello, como un nuevo campo donde ampliar su aprendizaje.

-De acuerdo-le contestó captando aquella expresión-Aunque espero que no lo haga, quiero que seas tú el que me enseñes. Y por cierto, volviendo a lo que has comentado antes, has dicho textualmente " Puede que tu fuerza no radique en tus músculos, pero los Ventrue somos más resistentes de lo que parece ". Yo me sigo viendo absolutamente normal. ¿Debería de sentir algo diferente ahora, sentirme distinta, haber experimentado algo raro o algo asi?

Sean  no pudo evitar quedarse tan sorprendido ante la desaparición de la llama como cuando Sir Taylor la hizo aparecer en su mano. El escolta, se encontró inspeccionando nuevamente los dedos, la piel y la muñeca de su sire.

- Increible...- Sean se percató de que debía parecer un niño embobado ante los trucos de magia de un mago, así que se obligo a serenarse y volver a centrarse recuperando su posición inicial, pues había notado que se había inclinado ligeramente hacia Sir Taylor ante la inmensa curiosidad que aquel truco le suscitó- meritos y conocimientos.. los méritos supongo que se referirán a misiones... los conocimientos, está claro que tendré que adquirirlos... con respecto a las posibilidades de la Taumaturgia...  ¿Eso que significa, que hay distintos tipos... debo elegir alguno en tal caso, o simplemente el tipo de Taumaturgia define a quien lo practica? ¿Quien me mostrara el camino?- estaba claro que Sean para Sir Taylor no era más que un insignificante mosquito, si le estaba concediendo aquella atención era por el Principe y por lo que se veía, por el clan, así que no se sorprendería si derogaba la tarea de su aprendizaje a otra persona o incluso si lo obligaba a que se buscara él solo la vida....