Partida Rol por web

Mocosos, pensó en general, pero mantuvo su mirada serena, caminando al mismo paso del médico, pasando ligeramente la punta de su lengua por sus labios. No los veía, pero podía escucharlos, podía sentir sus emociones y si olisqueaba un poco el aire, hasta podía sentir su miedo, el mismo que ella expedía pero que ocultaba con esa seguridad, pues, ¿de qué estaba segura?, sólo de que estaba caminando y respirando y ni de eso, pues, todo perfectamente podría no estar pasando. Realidad o mentira, esa tecnología podía ser sólo una ilusión o ser parte de algo que ya existía y les habían hecho creer que estaban en el futuro que se había vuelto su presente. 

Así que... ¿qué importaba si los estaban guiando hacia los hornos de cremación nazi?, la verdad es que quedarse o irse con el médico era justamente la única opción que tenían en ese momento, pues, si los iban a terminar matado y ser fiambre sobre una mesa, nada de lo que hicieran serviría. Por descarte, parecían haber más probabilidades de sobrevivir siguiendo a un desconocido que parecía saber qué eran. Exacto, lo que eran, no quienes eran... no quienes eran, pues, en un mundo pos guerra, pasando 1 año o 200 años, daba igual, habían sido puestos en un programa para congelarlos, técnicamente eran cosas que podían ser usadas, tal como era el muerto sobre la mesa.

Esa estúpida necesidad de las personas de aferrarse a las cosas, incluso cuando la vida solo ha dejado un cascaron que comenzará a hincharse por los gases de descomposición mientras los gusanos se comían su carne y sus órganos... Suspiro, la pequeña rubia, la autómata que hablaba de un amo, se ponía a su lado intentando dejarla en evidencia ¿en serio?, nuevamente la idea de que eran unos mocosos la asaltó, igual que ella, sólo que a OA no se le notaba más, la calle era así, había que sobrevivir, no importa porqué, había que hacerlo, ¿acaso no era este el mayor de los instintos?. Apretó el bisturí en su mano, asumían muchas cosas, y no veían la obvia. 

La navaja de  Ockham.

Así que siguió caminando al lado del médico, la heterocrómatica—sama, realizaba un análisis del comportamiento de OA, interesante de hecho, explicó exactamente lo que ella hubiera tenido que actuar, con alguna frase listilla o alguna expresión intimidante que la rubia no entendería y la pondría más a la defensiva. Frialdad, eso le produjo gracia, era un muerto, una cabeza abierta, con el cerebro en una mesa, por lo menos no estaba reventada, no era una masa sanguinolenta de sesos, carne y huesos, donde los ojos estaban aplastados y podías ver los pedazos de esclerótica, reventada cual globo de cumpleaños. O ver un cuerpo abierto por el canal, con las entrañas desparramadas por el suelo... la muerte puede ser en muchos sentidos asquerosa, y realmente lo que había en ese mesón, era soportable y le permitió no vomitar. ¿se había vuelto insensible?. 

Mocosos, mocosos, y una carga hasta donde sabía, no, mentira, no eran una carga, pero luego de haber visto los expedientes de los que habían entrado en el proyecto del arca, la verdad podían ser ambas cosas, una carga o un prodigio. Malditos sistema, era mejor mantenerse al margen del grupo que aún intentaba asimilar la situación, aunque lo del chico mudo le pareció extraño, curioso, ¿qué ocultaba realmente?. Logró divisar lo que escribía y supo lo que decía, aunque obviamente no lo mencionó. Guardaba todo lo que sabía para mejores momentos. 

— no pretendí ocultarlo, de haberlo querido hacer, no te hubieras dado cuenta, pequeña soplona,  — rodó los ojos con hastío de la postura de la rubia esclava que aún pretendía ser la mano derecha de quien quizás debía proteger pero que estaba irremediablemente muerto y el cuestionamiento de la mesías. Amanda sacó de su bolsillo aquella cosa, aunque dejando el bisturí, no tenía sentido ocultarlo, tampoco es que hubiera podido sacar verdadera información luego de su análisis, así que en realidad, para ella era un pedazo de metal, pero para el médico, la justificación para ayudarla — ¿qué es exactamente esto?, noté que era lo que buscabas, y bueno, soy buena con las manos así que... de nada — las volvía a ignorar, sobre todo porque le pedían cuenta de sus actos, ¿quién cojones se creían?, ha, claro, una especie de diva y una mascota, lo que era adorable la verdad en ambos casos, se llevarían bien, eran de esas parejas que funcionaban de manera simbiótica. 

Aunque la chica de los ojos de semáforo me pidiera que estuviera tranquila, yo desde luego no podría estarlo después del espectáculo que había visto... Nadie estaría tranquilo después de ver como alguien hunde la mano en la cabeza de un conocido. También la chica mencionó la voz que todos supuestamente oíamos en la cabeza. ¿Mencionaba a Lachesis? ¿Estaba en la cabeza de todos nosotros? Eso... si es verdad se lo tendría que preguntar. También hizo algo bien que es el comenzar con presentarnos todos... si, desde luego fue una falta de modales no haberme presentado. Pero aún seguía centrándome en la pelirrosa de las gafas que tan mal en mi opinión lo estaba haciendo.

Su actitud era deplorable, para nada acorde con la situación en la que nos hallábamos, y que desde luego indicaba defectos sociológicos en su comportamiento. Seguíamos estando en una situación en la que no entendemos nada, tenemos voces en la cabeza, hemos pasado doscientos años congelados, y estamos siguiendo a un doctor que le ha abierto la cabeza a un chico muerto. Y lo primero que esa chica se le pasaba en la cabeza... era pasarse por una cabeza humana sacando un mecanismo de él, la cabeza de mi amo -Y si no pretendías ocultarlo, ¿porque no nos has comunicado tus intenciones? No estas solas aquí, ni siquiera lo comunicaste al doctor. La explicación más sencilla suele ser la más probable. No haces más que fomentar una imagen que no invita a confiar en ti; más cuando ocultas armas en tus bolsillos y sigues haciéndolo- le dije a la chica, que prontamente pasó a ignorar al resto para solo centrarse en el médico y en su persona... de acuerdo -Si nos tratas con vacío, no esperes recibir otra cosa por parte nuestra- fue lo último que le dije mientras me daba la vuelta y me ponía al lado de Liz de nuevo. Esa chica ya había dejado de existir para mi hasta que empiece a comportarse como se debe comportar una chica de su edad, y no como el doctor Hannibal.

Yo me llamo Jess Pennyworth, ex-ayudante del señor Ben Varians, que lamentablemente ya no se encuentra entre nosotros- dije presentándome con educación y buenos modales, poniendo mi mano sobre el pecho aunque no separándome demasiado de Liz -Estamos en una situación complicada y seguramente no del agrado de todos, pero si necesitáis de mis servicios no pondré objeciones e intentaré ayudaros en lo que necesitéis- terminé diciendo con una reverencia caballerosa. Durante unos segundos seguramente todos me verán; pero si solo son esos segundos no creo que me afecte mucho. Y aunque es evidente, lo he de decir... la pelirrosa de las gafas no estaba incluida en esta oferta. Me volví a incorporar y miré a Liz -Madame Lisbeth... le agradezco que haya tratado de hacer sentirme mejor... Gracias- dije haciendo otra reverencia dedicada esta vez solo a ella.

Esta vez dejé a Jess atacar sin más. No merecía la pena pelear contra alguien que no quería luchar sus propias batallas. Eso que dijo alguien de "La mejor manera de vencer a un enemigo es ignorandolo" es falsa. Aunque me hacía gracia que quisiera ignorarme cuando me hacía caso. Sin duda, tratar con la "desconocida" sería lo más divertido que podría hacer por ahora.

Puse mi mano sobre el hombro para mirarla con una sonrisa - Buena decisión, aunque es un poco dificil hacerle el vacío a una ladrona y asesina que nos responde a pesar de ignorarnos - y mi sonrisa cobró un poco de picardía al decir aquella frase - Ya sabes, buena con las manos, o mujer de la calle o ladrona - Sabía que no eran las únicas opciones, pero era divertido - Da las gracias que he sido compasiva.

Tras ello y volviendo un poco con los demás junto a Jess, les escuché presentarse a cada uno, o al menos a algunos de ellos, Jess e Ivanna lo hicieron por palabras y el chico por "escritura". No sabía japones, pero por alguna razón lo entendí - Supongo que es el SOAN ¿No Lachesis? - Me pregunté a mi misma, o más bien a Lachesis, para entonces mirar a Jess y responder a sus palabras. - Todos necesitamos alguien que nos apoye de vez en cuando, sobre todo cuando estás muy abajo. Y por otro lado, a mi me gustaría tenerte cerca, por si acaso te necesito en algún momento. - Con un leve guiño a Jess, había dejado clara la proposición que había hecho para que estuviera más cerca mia, casi sirviendome, aunque con otras palabras, intentando a que sonara como confianza - Gracias por ofrecerte.

-Al menos por ahora ya nos conocemos - Empecé a mirar a cada uno mientras los nombraba un poco - La pequeña Jess. Ivanna, me encantan tus ojos por cierto - era denotable que ambas eramos heterochromaticas y quise dejar a destacar un poco eso - El pequeño Shizu - Me giré mostrandole una sonrisa - ¿Lo he dicho bien? ¿Shizu? - entonces miré de nuevo a la pelotera - Y no nos olvidemos de la señorita criminal - Estuve a punto de añadirle el -ista para hacer un poco de ironía, pero me lo ahorré - Solo nos queda tu nombre - terminé mirando a la pelirroja.

Pero aún había una pregunta que necesitaba respuesta, al menos en mi mente - ¿Cuanto queda para que salgamos doctor? La verdad espero poder cambiar cuanto antes esta "ropa"

El doctor seguía caminando mientras los muchachos avanzaban detrás, sonrió por primera vez cuando en la conversación se filtró la información de cierta niña que le gustaba jugar con bisturís. Se giró a la vez que un "bibip" hacía deslizar una puerta dejando acceder a quienes golpeaban. Unos tipos armados accedieron aparentemente molestos.

- maldito doctor, ¡otra vez a cambiado la contraseña!

- es lo normal cuando alguien quiere evitar infiltraciones ¿no crees? - respondía el segundo rascándose la nuca.

- maldición acierta esta vez ¡maldita sea! añadía con cierta impotencia el primero.

Un par de armas automáticas comenzaron a descargar una lluvia de munición mientras la puerta con aspecto arbóreo reorganizaba la arenosa pared.

- ¡MALDITOOOO! ¡NO TE LO PERMITIREMOS! - El primero parecía bastante escandaloso... Mientras que el segundo disparaba con una mano en la nuca, hablando con voz fuerte pero calmada.

- ¿Algún día aprenderás a calmarte? - pese a la enorme descarga de proyectiles, muchos se desvanecían a medio camino, y no se escuchaba su escandaloso y característico sonido.

El doctor miraba a Amanda con una mano en la barbilla, estirando la segunda hacia aquellos tipos, materializando como si nada un firme escudo heráldico de un blanco puro y opaco, un blanco mate que daba aspecto de ser la pared más sólida del mundo. Este habla un instante - eso va a serme muy útil, estoy acostumbrado a que los americanos que han muerto me den trabajo extra con esa idiotez de criogenizados con ropa, pero esta vez puede que hasta me acabes cayendo bien...

¡Kupopó! ¡Pero como osan-kupó! ¡Mano al frente-ku y programe por favor! ¡Kupopopopopó!

Una voz te reclamaba con fuerza en tu cabeza, al entrecerrar los ojos creías ver a un pequeño moogle, ¿¡pero que diantres habías comido!?

- jejejeje, por algún motivo creen que pueden tocarte, jiajajaja, perdona niñita, ¿me harás el favor de dar unos pasos por delante del doctor? Jiajajajjaa ja ais jejeje

¿Porque tenías que ir hasta allí? Pero algo era diferente, esta vez aquel gato con alas, se veía ante tus ojos de forma traslúcida, pero claramente, y te miraba directamente a tus ojos sonriente.

- perdona pequeño - una mujer alada apareció ante ti, abrazándote sin motivo, colocándose detrás de ti acariciando tu rostro - no me gusta que te amenacen así - te susurraba al oído - ¿podrías apretar los dientes y amenazarles dando un puñetazo al aire? - era traslúcida, pero sin duda la veías, y la notabas.

¿Harías caso a aquella extraña visión?

- ¡A mi no me toca nadie! ¡Oye yo! ¡Si tú! Apártate y déjame actuar - otra tú aparece como si fuera un holograma imperceptible, te cuesta darte cuenta pues solo le notas en verte muy ligeramente borrosa.

¿Que era eso de apartarte?

¡MALDITOS INÚTILES A MI CHAVAL NO LE TOCA NADIE! ¡OYE INÚTIL A QUE PORRAS JUEGAS! ¡LEVANTA LA CABEZA Y SONRÍE!

Una especie de sirena te gritaba justo ante ti, la veías traslúcida, pero desde luego estaba ahí, te rodeó con su cola sin sujetarte y empujó tu barbilla arriba.

- Lamento mi intromisión mi señora... - ves a una muchacha con una gran espada, traslúcida toda ella, pero arrodillada ante ti.

Esta se levanta y encara a tus rivales.

Notas a alguien, no habla, pero le entiendes. Sientes que podrías transformarte en otra persona, pero en este caso no te sirve de nada, sientes como te pide perdón por no ser útil. Pero notas como apreta molesto sus dientes, ves entonces ante ti a ese muchacho, ligeramente traslucido. Abre la mano y rota sobre si mismo hasta ponerse sobre ti como si un alter ego se moviera ante ti.

Quiere que te pongas como él estirando tu brazo.

Ok... ¿el grupo de mocosos se había organizado de manera mental y su vocera era la mascota de cabello rubio?, ¿cómo era que se llamaba?, lo acaba de decir pero ya lo había olvidado, Dioses, soy tan mala con los nombres... reflexionó tras ser condenada al ostracismo social o algo así, luego de exigirle cuentas sobre sus actos. No se largó a reír porque realmente estaba más atenta a lo que hacía el doctor, pero podría haberle respondido con una tremenda carcajada, ¿acaso alguno de los que estaban ahí tenía el deber de informar lo que hacía o dejaba de hacer?, además, tuvo la impresión de que la heterocromática se había acercado a la mesa de autopsia y no creía que era con fines pedagógicos.  

Luego sería tratada de prostituta y asesina, de ladrona, OA llevó su mano a su nuca y la sobó bostezando, era maravilloso como algunas personas pretendían ofender a otras para restarles credibilidad, lo peor es que en este caso no era necesario, pues, OA había partido sin ser creíble, entonces llamarla de esa forma era completamente innecesario, al contrario, era favorable porque si el resto era temeroso, no iban a molestarla si la creían una asesina o ladrona o alguien peligrosa como la chica seguía sosteniendo sin muchas pruebas y sólo con fines mezquinos, pero ¿cuales? no lograba aún darse cuenta de esa necesidad. Pff cuando despreciaba a la gente complaciente y servicial como las dos que luego de ofenderla e imputarle delitos, buscaban la venia de todos los demás que de seguro les harían caso. Por otro lado ¿cuando le había contestado?, sólo le había contestado a la mascota, pero únicamente por razones odiosas, nada más y para llamarla soplona. Tss... debió decirle chivata, era más entretenida esa palabra.

Lo bueno es que ya la dejarían en paz y podría seguir sus tratos con el doctor, con aquella pieza que le intrigaba, pues, ellos podrían tener algo parecido, de ahí que ella se tocara la nuca ahora, buscando alguna incisión o cicatriz, no había que olvidar que habían tenido tiempo suficiente para experimentar con ellos. ¿habrían más piezas metálicas raras en ellos?. No, no sentía nada extraño en su cuerpo...

Los disparos y las vociferaciones la pusieron en alerta, OA guardó inmediatamente la pieza en su bolsillo para pasárselo luego al científico y sacó el bisturí, ya había deducido que el doctor podía defenderse, de alguna manera, de ahí que cuando comenzaron los golpes, él no lo tomara, eso sólo revelaba que tenía más armas, sin embargo no había notado ninguna. Se subió con su otra mano sus gafas al girarse en dirección de donde venían. Los disparos la hicieron agacharse, más por instinto, pero aún sin soltar el bisturí que lo había tomado de tal manera que servirle para hacer el mayor daño posible. Pero las balas no llegaron a ellos, no todas... ¡no todas1, ¿había un escudo y era ese ruido que producían?... No terminó de pensar eso cuando el doctor extendió su mano y proyectó, literalmente, un especie de escudo. 

— ¡por las perlas del rosario! ¿qué carajos es eso? — preguntó mirando alucinada al científico, ¿tenía más armas como esas?. Armas, ¿eran balas?, ¿en 200 años no habían creado algo más efectivo para matar?, vamos, la raza humana era muy ingeniosa en diseñar maneras de matar... esperen, eran redondas... sí, nunca la decepcionada la raza humana cuando se trataba de diseñar maneras de hacer daño. ¿Y que era eso que lograba ver si se concentraba?. Esa cosita linda se puso delante de ella, ¿sólo ella lo estaba viendo?, no estaba segura, le hablaba, ¿se había vuelto loca?. Bien, todo es un jodido sueño, pero su dedo dolía, no debió cortarlo... — ¿Kupopo?... — preguntó casi abstrayéndose de los disparos — eh... esto está fumadisimo, y eso no que probé nada nuevo — se rió nerviosa y extendió su mano, seguiría la corriente, si en verdad era un sueño, sería divertido, un sueño... no, no lo era, él ya no estaba, y eso era demasiado real.

Tal como lo había hecho el científico, ella lo imitaba en ese gesto, y algo la hace ilusionarse, de hecho parece hasta feliz.

— ¡oh... oh! ¡qué pasada! — dio un paso hacia atrás, ya no sabía si estar asustada o contenta o maravillada o algo, era imposible determinar como se sentía, pero le hizo caso — ok ok, cosita linda, veamos que puedes hacer — sonrió de medio lado, demostrando por fin emociones en su rostro mientras que el pequeño moogle movía sus manitas hacia los lados, y deteniendo los proyectiles que iban hacia ella, y de hecho, algunas de ellas fueron devueltas a los perpetradores y esto si pasó realmente para sorpresa de todos y en especial de OA — WOW... — no sabía cómo lo había hecho, pero lo estaba haciendo... y claro, nadie más lo estaba viendo y de seguro les hacía pensar que realmente estaba chiflada y era una asesina psicótica. 

— jejem... me lo puedes agradecer con una invitación a beber algo, ¿qué dices? — le responde al final al científico que hablaba sobre compatriotas muertos, lo cual era muy extraño e inquietante pero lo interesante es cómo lo había dicho, "han muerto" y no "he matado", por lo menos era un buen punto, por lo demás, estaba guapo, debía reconocerlo y de ahí que apostara por una cita, se tenía fe la chiquilla.